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Capitulo 9 - Visitando a Lucifer

El cumpleaños del rey iba a celebrarse durante aquella larga semana por todo lo alto. Como todos los años. Y esa misma noche se celebraría una ceremonia en palacio en la que sólo podían acudir la familia real y algunos de los overlords más prestigiosos. Pues Lucifer no se llevaba demasiado bien con algunos de ellos. Especialmente con Alastor. Al cual no quería verlo ni en pintura.

Charlie, como era de esperar, no le apetecía acudir a ese festejo debido a que anteriormente se había peleado con su padre. Y no era capaz de visitarlo. Pero como era una fecha especial para él, le pareció mal no ir a felicitarlo. Así que hizo un esfuerzo y decidió acudir al castillo ese mismo día.

Quería llegar más pronto que la hora punta en la que se tenía pensado comenzar la fiesta porque si llegaba a la noche, al haber tantos invitados, no tendría apenas tiempo para hablar ni con él ni con su madre. Estarían muy ocupados charlando con los demás. Por ese motivo, justo a las tres y media de la tarde, hora en la cual Devilon acababa de pisar tierra, comenzó a prepararse para la ocasión.

Antes de organizar el día, le comentó a Vaggie y a los demás si querían venir. Pues, por otro lado, no le apetecía ir ella sola a visitar a su familia.

Vaggie, Angel Dust y Nifty dijeron que sí a su propuesta. Pero el resto rechazaron la invitación porque, según ellos, tenían otras cosas más importantes que hacer antes que salir de fiesta con la realeza.

Dicho y hecho, los cuatro se arreglaron para la salida. Y cuando estuvieron listos, pidieron una limusina. La cual llegó con treinta minutos de retraso.

Esta los llevó en dirección a palacio. Tardarían más o menos una hora en llegar. Al encontrarse en las afueras de la ciudad todo les pillaba bien lejos.

Durante el viaje, para matar el tiempo, se pusieron a jugar al "veo veo" con bastante desgana (juego propuesto por Charlie con el fin de llevarse bien con el personal). Pero no les ayudó demasiado a que los minutos no pasaran tan despacio. Sólo sirvió para que Vaggie y Angel Dust se pelearan el uno con el otro.

Durante el poco tiempo que estuvieron en silencio, a Charlie se le volvió a pasar por la cabeza lo ocurrido la otra noche.

La llegada de esos muchachos al hotel y lo que le decía uno de ellos a gritos la dejaron bastante confusa. Especialmente cuando la chica le cantó esa estrofa que tanto recordaba del pasado. La que le hizo ver unas imágenes borrosas de hace ya mucho tiempo. De cuando era un bebé, seguramente.

Esa imagen de ella, todavía una cría, siendo arrastrada en una cesta por el río gracias a una mujer que le resultaba familiar y a dos niños mellizos que iban con ella... Le hizo sentirse extraña. Como si eso formara parte de otra vida que tuvo antes de nacer. En otro lugar. En otro mundo...

- "¡Sé quién eres realmente...!" - las palabras que esa persona, que jamás había visto en su larga vida, le gritó esa noche, resonaron dentro de su cabeza con mucha fuerza. Como si la tuviera atrapada en el interior del cráneo - "¡Eres Charlotte Evans! ¡Hija de Megara Evans y del arcángel Gabriel...! ¡Nosotros somos tus hermanos...! "

Se llevó las manos a los oídos. Era una sensación que no le estaba gustando nada. Parecía como si esa voz estuviera resonando por todas partes. Y todo cuanto le rodeaba daba vueltas y vueltas como una peonza.

- "¡Nosotros somos tus hermanos...!"

La frase se le repetía una y otra vez. ¿Por qué le estaba pasando eso ahora? ¿A qué venía de repente esa extraña sensación?

- "¡Tus hermanos...!"

- ¡CÁLLATE!

Se transformó en su forma demoníaca y sus ojos se tornaron a rojo cálido. Mientras una furia intensa crecía en su interior. Quería que se silenciaran esas malditas voces que no le estaban dejando en paz.

Pero entonces, se dio cuenta de que lo único que estaba haciendo era murmurar cosas ella sola. Pues, justo acababa de pegar su grito agobiado, cuando las voces de su cabeza comenzaron a desaparecer poco a poco. Y todo volvió de nuevo a la normalidad.

Frente a ella pudo ver las caras estupefactas de Nifty, Angel Dust y de Vaggie. Mirándola con algo de temor. Los cuales estaban aferrados a sus asientos debido a la inseguridad que sentían por verla así.

- ¿Cómo que "cállate"? - le preguntó Angel, extrañado y a la vez molesto. Sin soltar la pajita de su licor. La cual la tenía entre los dientes - Perra... Si no he dicho nada...

Esta les lanzó una mirada de terror. Era como si acabara de ver a un fantasma. Por la frente le descendió una gota de sudor. Y le temblaban las piernas.

- Charlie... - murmuró Vaggie. Muy preocupada por lo rara que estaba la chica - ¿Te encuentras bien?

La agobiada princesa, viendo que lo único que había echo había sido asustar a sus amigos y a su novia, tomó aire para calmarse y olvidar los malos pensamientos. Y les contestó, tratando de ser serena y amable:

- No es nada, no es nada... Es... Estaba pensando en voz alta...

- Arf... Pues no lo hagas otra vez, tía... - suspiró el transexual. Cruzándose de piernas y volviendo su atención a la bebida que había pillado del mini bar de la limusina - De verdad... Me estabas acojonando...

Vaggie, viendo que la chica no parecía sentirse muy bien, a pesar de que ella afirmaba que sí lo estaba, se levantó y se sentó a su lado. Entonces, con ternura, le acarició la cabeza suavemente para que tratara de relajarse. Lo que hizo que Charlie se sintiera más tranquila. Y sonriendo, se giró a esta y le susurró:

- Gracias, cielo... - y le besó en la nariz. Haciendo que se sonrojara.

- Anda... - le colocó la cabecita sobre su hombro para que se sintiera más agusto y reconfortada - No te agobies... Seguro que tu padre se alegrará de volver a verte...

- "Ese no es mi gran problema ahora, Vaggie..." - pensó para sus adentros. Todavía sin olvidar la cara triste de esa muchacha. Suplicándole que la escuchara. ¿Estaría en lo cierto? ¿Sería entonces una demonio adoptada? ¿Por eso Lucifer y ella no se llevaban bien? ¿Sería esa la causa por la que la despreciaba tanto? ¿Porque en verdad no era su hija? ¿Y si...? - "Mierda..."

Borró de su mente esas imágenes que le atormentaban y cerró los ojos con fuerza. Aferrándose a su pareja para sentir su cercana compañía.

Sólo quería olvidarse de esa tontería y pasar un buen día con su familia. Evitando pelearse con su padre y estropear así las cosas. Lo único que buscaba era que todo fuera perfecto. Sólo eso.

Pero... ¿Sería eso posible?

*
- Ah... Hoy hace un hermoso día...

Lucifer, apoyado sobre el balcón que daba al dormitorio de su palacio, contemplaba las vistas de la metrópolis infernal con gran satisfacción. Feliz de lo que se avecinaría más tarde. Ansioso por la fiesta que se iba a realizar en honor a su incontable edad.

- Es como si el cielo venerase mi gran día... Parece como si... - sin embargo, dejó de hablar tan alegremente cuando vio cerca del jardín de palacio a un anciano vagabundo sentado sobre su parterre. No dejaba de toser. Parecía enfermo - Oh...

Apoyada a su lado, tenía una escopeta de caza. La cual, muy lentamente, sin perder de vista al pobre hombre, la tomó con la mano izquierda. Evitando que lo oyera.

Y cuando tuvo su arma bien agarrada, lista para la acción, apuntó con precisión a su víctima y...

- ¡LUCIFER!

A causa de aquel vozarrón que le gritó a sus espaldas, este perdió la concentración. Y del susto, disparó hacia el cielo. Y debido al potente sonido de la bala, que resonó por todas partes, el vagabundo salió corriendo de allí cubriendose la cabeza con un papel de periódico. Asustado por que el rey lo hubiera visto.

Este, temblando como una hoja por el susto que le habían dado, escondió el arma en un matorral que había a su lado. Y se giró bruscamente y muy molesto. Sabiendo sin necesidad de verle la cara quién era la que lo había interrumpido.

- ¿¡Qué pasa, Lilith!? ¿¡Qué mierdas quieres!?

La alta dama, mirándole de brazos cruzados y con el ceño fruncido, le gruñó:

- ¿Te crees que no te he visto, sinvergüenza? ¿Cuántas veces te tengo que decir de que no fusiles a los plebeyos que pasean cerca de nuestra casa? - se retira los cabellos de la cara - ¡La sangre no es fácil de quitar! ¿Lo sabías?

- ¿Y qué quieres que te diga? - se encara a ella - ¡Si me molestan la vista, pues no tendré más remedio que quitarlos de en medio...!

- ¡Sí! ¡Para que luego lo dejes todo perdido y tengamos que dar varios lavados al jardín! ¡Como otras muchas veces ha pasado! - se pone de morros en plan molesta - ¡Debería de darte vergüenza perder el tiempo con eso...! ¡Encima sabiendo que tu única hija vendrá a visitarnos! - le da la espalda - ¡Eres un asco de padre!

Lucifer, viendo que su mujer estaba muy molesta con él por no comportarse como un padre ejemplar, para calmar sus nervios, se acercó a ella y la abrazó por detrás. Murmurando en plan seductor:

- Vamos, loquita mía... Vamos... No te pongas así... - le acaricia el pelo - Es sólo que no tengo tiempo de salir a cazar y la doy con esas ratas mal paridas que osan cruzarse cerca de palacio... - le pasa la lengua por el cuello - Pero no busco para nada hacerte sentir mal ni decepcionar a nuestra querida manzanita... - la abraza fuerte - Por favor... - le acaricia suavemente con los dedos sus grandes pechos - Perdoname...

Tras sus bonitas palabras (más falsas que las promesas de un infiel), Lilith suspiró cansada por todo. Hasta que al final, sonriendo fríamente, se giró a su marido. Y posando las manos sobre su blanco rostro, le dijo:

- Eres tan incorregible, querido...

Y lo besó rápidamente en la comisura de los labios. Causando que este pusiera cara de loco enamorado.

Sin embargo, el momento romántico fue interrumpido por el resonar de la bocina de un coche.

El matrimonio se acercó con prisa al balcón. Sorprendidos por semejante escándalo.

Frente al castillo se estaba acercando una limusina de color rosa muy llamativa. En cuya ventana trasera se asomó la cabeza de Charlie. La cual, con la cara iluminada de felicidad, agitó la mano hacia ellos. Gritando:

- ¡PAPÁ...! ¡MAMÁ...! ¡HOLA!

Lilith, sintiendo una profunda felicidad al ver a su pequeña de vuelta al hogar, le devolvió el saludo con gran cortesía.

Pero Lucifer, avergonzado porque su hija se hubiera presentado de esa forma tan infantil, delante de todos sus criados y jardineros, acompañada por esos idiotas que iban con ella en el carro, los cuales también se asomaron a saludar con simpatía, soltó un gruñido de molestia. Dándose una palmada en la frente. Con la cara roja de la vergüenza. Y así sin más, se fue para dentro de la habitación. Incapaz de saludarla.

- ¡Lucifer...! - le reclamó Lilith, furiosa, tras ver cómo se iba. Con miedo a que estropeara el momento familiar e hiciera sentir mal a la pobre Charlie.

Pero este no le hizo ni caso a su protesta. Y se encaminó a sus aposentos muy disgustado. Deseando que no hubieran venido a verle. Y que desaparecieran de su casa.

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