Capitulo 69 - Hasta siempre
Apenas Charlie y Moxie hubieron logrado incorporarse, cuando Devilon, sin moverse de donde se encontraba con los demás, les preguntó preocupado y emocionado a la vez porque hubieran podido sobrevivir:
- ¿Estáis bien?
Los dos, debido a que estaban tomando aire por lo cansados que estaban, le asintieron sin decir palabra. Todavía no se podían creer que hubieran logrado pasar al otro lado sin ser arrastrados por el mar.
Los demás, que también se habían dado cuenta de la llegada de ambos, se sintieron aliviados de que estuvieran vivos después de tanto peligro. Sin embargo, no les prestaron demasiada atención porque sus miradas estaban centradas en el mar tambaleante. Como si estuvieran esperando la llegada de una amenaza.
Todos se quedaron en silencio. Explorando el horizonte. Sin creerse que estuvieran allí a salvo. Comprobando que ningún monstruo ni ningún ángel exterminador resurgía de algún lado.
El suave silbido de la brisa de la mañana fue la única respuesta para ellos. Lo cual eso significaba que todo estaba bien.
El peligro había pasado.
Entonces, tranquilos de que todo hubiera acabado, de que Lucifer ya no les volvería a molestar nunca más, todos soltaron un grito de victoria. Siendo Devilon el primero en romper el silencio. Quien exclamó:
- ¡UN HURRA POR LA LIBERTAD!
Los componentes del grupo, llenos de alegría, fueron a abrazarse unos con otros. Dándose ánimos porque hubieran logrado ganar al bando del rey del infierno.
Viendo el ambiente encantador que estaba comenzando a crecer entre las personas, Charlie y Moxie, contentos de que todo hubiera salido bien, se abrazaron amistosamente.
Pero al instante, una desesperada Millie, con su hija cargada a su espalda, acudió a ellos. Arrebatando a Moxie de los brazos de la princesa.
- ¡Moxie! ¡Cariño! - le gritó. Agarrándolo por los hombros. Comprobando que estaba en perfecto estado - ¡Joder...! ¡Te sangra el labio...! ¡Tienes un ojo morado...! - posa sus manos sobre las mejillas de este - ¡No vuelvas a hacer eso...! ¿¡Me oyes!? - rompió a llorar. Rodeándole el cuello con sus brazos - Ay... Me alegro tanto de que estés bien...
Moxie, enternecido por lo preocupada que estaba, la estrechó contra él. Murmurando:
- Yo también me alegro de que vosotras estéis bien...
Charlie, para no incomodar el momento familiar de esos tres, fue en dirección al grupo para buscar a Angel Dust, Vaggie y sus hermanos. Para reunirse con ellos.
Apenas se hubo dado la vuelta, cuando, entre la multitud, localizó a su hermana Miriam. La cual se estaba besando con Cherri Bomb. El verla en esa situación le hizo sorprenderse un poco. No sabía que eran pareja.
Al poco rato, Miriam, tras dejar de darse cariñitos con su novia, se giró y divisó a Charlie. Quien se había acercado a ella para saludarla.
Ambas se miraron con los ojos brillantes de la ilusión. Miriam era la que estaba más emocionada de las dos especialmente. Pues su hermana había logrado hacer frente al rey de los demonios. Además de que había conocido a su padre.
Entonces, sonriéndose con dulzura, las dos hermanas se dieron un cálido abrazo. Sintiendo muchas emociones.
Para la sorpresa de estas, Charles, que desde el principio se había echo el distante con ellas, las rodeó con sus brazos y las abrazó de sopetón. Haciendo que vacilaran un poco. Pero después lo aceptaron con ternura. Por fin les hacía caso. Eso significaba que estaba orgulloso. Que al fin había dejado de lado su frialdad.
En medio del momento familiar, Charlie, algo sonrojada por la encantadora situación, miró a ambos muy feliz y les dijo tímidamente:
- Qué curioso... - los rodea por los hombros con sus brazos - Siempre quise tener hermanos... - y se dieron un tierno achuchón.
Pero apenas se hubieron dejado de abrazar, cuando alguien agarró a Charlie por el brazo. Apartandola del lado de Charles y Miriam de sopetón.
Para la sorpresa de esta, sólo se trataba de Devilon. El cual la cargó en brazos. Llevándola con los demás. Quienes tras verla con el muchacho, la rodearon y la levantaron entre todos. Lanzándolola con cuidado de arriba a abajo. Como lo que hacen los equipos de fútbol con el entrenador cuando ganan un partido.
Al mismo tiempo que la levantaban, todos gritaron al unísono:
- ¡TRES HURRAS POR LA PRINCESA! ¡Hip hip...! ¡HURRA! ¡Hip hip...! ¡HURRA! ¡Hip hip...! ¡HURRA...!
A Charlie no le molestó aquel gesto. La llenó de orgullo. El pensar que todo había salido bien, que había logrado llegar hasta donde quería, le hacía sentir una radiante felicidad. Por fin sus sueños se estaban haciendo realidad. Después de tanto tiempo esforzándose, al fin todo eso había dado sus frutos.
Tras el alegre vitoreo de apenas tres minutos de duración, la terminaron bajando al suelo. Llevándola de nuevo junto a su hermana. La cual la volvió a abrazar muy orgullosa.
Pero no todo fue alegría en este alegre reencuentro.
Moxie, el cual no hacía más que llenar de besos a su esposa y a su hija, creyó oír a alguien exclamar su nombre a gritos.
Extrañado, se dirigió hacia aquella voz. Parecía provenir del otro lado de la orilla. En el lugar donde había sucedido la gran batalla.
Sus ojos amarillos dieron con el quien lo estaba llamando. Y tras verlo, su rostro expresó tristeza y al mismo tiempo impresión.
Era Blitzo. Se había olvidado por completo de él. Lo había dejado abandonado allí a su suerte después de derrotarlo. Ya no podía cruzar el mar hacia ellos. Estaba atrapado. Lejos de su alcance.
- ¡MOXIE! - gritaba, ido de cólera. Deseando alcanzarlo para darle su merecido - ¡MOXIE...! ¡MAAALDIIITOOO...!
Al verlo así, el pequeño ex mercenario sintió una lastima profunda en su interior, recordando los buenos momentos que pasó con él. En el fondo sabía que Blitzo no era malo, pero su cruel pasado lo convirtió en la persona que es ahora.
Pensó en ir a buscarlo, nadando hasta la otra orilla y llevárselo. Podría pedir ayuda a sus amigos, como a Henry y Husk, que tenían la habilidad de volar.
Sin embargo, recordó que si lo hacía, era probable que Blitzo trataría de matarlo. Estaba demasiado disgustado con él después de todo lo ocurrido (entre otras cosas, su terrible herida del cráneo que le había hecho Moxie por defender a Devilon).
Con lo cual, Moxie, tras ver cómo aquel al quien sirvió en el pasado, se quedaba ahí gritando maldiciones sólo, soltó un suspiro apagado. Y negando con la cabeza, mirándolo por última vez, murmuró:
- Adiós, jefe...
Y evitando el remordimiento, dio media vuelta y regresó de nuevo con los demás. Regresando al lado de su familia.
Tras la celebración de la victoria, todos retomaron el camino en dirección a las puertas de acceso al paraíso. Dentro de muy poco se reunirían con los ángeles allí arriba.
En medio del camino, Octavia, posando su mano sobre el hombro de Devilon, le dijo:
- Míralos a todos, Devilon... - le indica con la mirada al grupo, y seguidamente lo observa a él medio sonriendo - Ya somos libres...
Este, mirando también a la multitud de pecadores, los cuales ya rebosaban alegría y tranquilidad, sin perder la seriedad, asintió con la cabeza y le contestó:
- Ahora podremos marchar en paz...
Ambos se abrazaron aliviados. Habían pasado por mucho, pero había valido la pena luchar por lo que querían.
En medio del grupo, Charlie hizo ademán de seguir el paso de los demás. Pero entonces se dió cuenta de que, en mitad del camino, Angel Dust y Vaggy se habían quedado parados. Tenían caras tristes.
Esta no sabía a qué venían esas caras. Pero sus dudas fueron resueltas cuando vio que las cadenas de oro de sus cuellos estaban brillando.
Era hora de que regresaran a casa.
Alarmada por aquello, fue corriendo hacia ellos. Todavía no les había agradecido lo mucho que había significado para ella que la ayudaran.
Cuando estuvo frente a ellos, intentando no caer en la tristeza, los miró con aire nerviosa y les dijo:
- Os tenéis que ir... - ambos asintieron tristemente - De... De verdad... - entrelaza sus manos - Gracias... No sabéis lo mucho que ha sido vuestra ayuda y... Es que... Me resultan tan complicadas las despedidas... Lo que intento decir es que...
- Charlie... - murmuró Vaggie, sonriendo un poco apenada.
Esta dejó de hablar tras oírla pronunciar su nombre.
- Ya sabes... - dijo Angel Dust, cruzándose de hombros - Te debíamos un favor...
Tras su comentario, la princesa sonrió, sin creerse que aquel fuera Angel. Había cambiado mucho desde la primera vez que lo conoció.
- Bueno, yo... - miró un momento a sus súbditos, que ya se estaban dirigiendo hacia el templo celestial. Seguidamente, se volvió a sus dos amigos. Los primeros que accedieron a la redención - Te... Tengo que irme... A despedirme de mis hermanos y los demás... - sus ojos se iluminan de la emoción - Yo...
Sin poder contenerse, saltó a abrazarlos, achuchandolos con ternura. Y ellos aceptaron su gesto sin vacilaciones. Aunque Angel soltó una ligera risita un tanto avergonzado y al mismo tiempo sorprendido por la reacción de la chica.
En pleno abrazo, Charlie les susurró:
- Gracias, gracias, gracias... - apretó los párpados para evitar las lágrimas - Nunca os olvidaré, chicos...
Angel la apartó con cuidado del lado de ellos, en señal de que no se retrasara y que fuera con el resto. Pero antes de que se marchara, pasando su brazo por el hombro de Vaggie, le dijo:
- Y descuida... - le sonríe en plan rebelde - Cuidaré bien de tu querida Vagatha...
- Eres un crío, Angel... - soltó Vaggie, llevándose una mano a la cara, algo roja de la vergüenza.
Charlie, esperando que los dos pudieran estar bien ahí arriba, cuidando el uno del otro, asintió y dijo:
- Hasta la vista... - da un ligero paso hacia atrás - Nos veremos muy pronto... En otra vida...
Y salió corriendo en dirección a sus súbditos. Dejando atrás a sus dos amigos, cuyos cuerpos ya se estaban transparentando. Señal de que estaban regresando de vuelta al cielo.
- Argh... - Vaggie se echó a llorar - Espero que sepa lo que hace... - se tapa el rostro con las manos - Mi dulce Charlotte...
- Ay... Pero bueno, cariñín... - dijo Angel, medio riéndose, revolviendole el cabello en plan fraternal - ¿Qué haces llorando?
- Yo no lloro, idiota... - se abraza a él - Es que aquí abajo la humedad es mayor que ahí arriba...
- Arf... - la estrecha contra él con algo de desgana - La que me espera en el cielo contigo...
Apenas hubieron pasado unos diez segundos, cuando los cuerpos de ambos se desvanecieron por completo del espacio, volviendo otra vez de vuelta al paraíso.
Entre tanto, Charlie, evitando mirar hacia atrás, corría en dirección a sus súbditos. Tenía que contarles el tema de que no podía subir arriba con ellos debido a que Dios no se lo tenía permitido. Estaba escrito en sus leyes.
Sin embargo, en medio de la carrera, una dolorosa imagen volvió a su mente...
Alastor.
- Mierda...
Se paró en seco. Había estado tan concentrada en salvarlos a todos que había olvidado por completo la perdida de aquel ser tan querido para ella.
Murió dando su vida por ella. Fue el quien estuvo a su lado durante todo aquel tiempo. Y fue con el quien por primera vez sintió el amor verdadero.
Llevándose una mano al pecho, miró hacia el cielo infernal. A lo mejor él ahora estaría allí, al igual que Angel Dust. Quizás los ángeles le perdonaron la vida por su acción y su alma había subido al cielo.
Pero si se paraba a pensar, sería casi imposible. Alastor fue un overlord, y los overlords tienen muy complicada la entrada al paraíso. Al tratarse de seguidores del rey de los demonios y ser unos pecadores poderosos que ansían el poder, Dios no los recibiría así como así en su reino.
Con lo cual, quizás no habrían aceptado su perdón como el caso de Angel, quien sólo era un pobre pecador.
Ahora ella estaría sola ahí abajo. Nadie la acompañaría durante lo poco que le quedaba de vida. Y el pensar que la persona que más amaba en el mundo se había ido para siempre, le hacía sentir un agudo dolor en su interior.
Angustiada, viendo como si el cielo cayera sobre ella, su campo de visión se fue tornando a borroso. Y medio mareada, se fue cayendo hacia atrás.
Cuando...
ZAS
Antes de que perdiera el sentido, antes de que todo se volviera negro, antes de que cayera en el abismo de la oscuridad, una mano fría pareció posarse en su hombro. Evitando así que no se desmayara.
Sorprendida por un instante, Charlie, agotada por todo, intentando no volver a marearse por el dolor, sintió a ese alguien detrás de ella. Como si estuviera a su lado.
Muy lentamente, algo asustada, fue girando la cara en dirección hacia semejante presencia misteriosa. Esperando que fuera su padre o alguien del grupo.
Para su tremendo impacto, no era nadie de los que creyó que sería.
Sus ojos se encontraron de sopetón con el rostro moribundo de Alastor. Estaba herido y magullado, pero igualmente, seguía mostrando resistencia a pesar de todo.
Por un segundo, la princesa creyó que se lo estaba imaginando, que ya había perdido toda la cordura que le quedaba. Pero no, no era así.
Comprobando que era real, se dio la vuelta y le tocó la mejilla izquierda, mirándolo con los ojos brillantes.
- Al... - murmuró incrédula y a la vez emocionada, esperando que su imaginación no le estuviera jugando malas pasadas - ¿Eres tú?
Este, a pesar de lo herido que estaba, sonrió y le respondió débilmente:
- Sí... - suspira agotado - Logré vencer a la muerte... Antes de que fuera demasiado tarde - posa sus manos sobre las mejillas de esta - Sólo para volver a tu lado...
La pobre Charlie estaba tan tan desesperada, que tras darse cuenta de que no era un espejismo lo que estaba viendo, que realmente Alastor seguía con vida y estaba ahí delante de ella, no pudo evitar sentir una alegría y alivio en su corazón.
Incapaz de ocultar sus sentimientos, esta saltó y lo abrazó. Él soltó un quejido tras su gesto, pues le dolía mucho todo el cuerpo por el ataque de antes. Pero igualmente, feliz de que hubiera logrado reencontrarse con ella, aceptó el abrazo.
La luz blanca del amanecer los iluminó a los dos, como un foco en un escenario. Parecía como si el infierno celebrara su dulce reencuentro.
- Me alegro tanto de que estés bien... - murmuró Charlie, evitando no llorar.
- Yo también... - le respondió, acariciándole el cabello - Querida...
Estos no se dieron cuenta, pero Husk y Nifty estaban ahí presentes. Los demás ya habían casi llegado al templo que conectaba con el cielo, pero estos, que se habían dado cuenta de la ausencia de Charlie, pues fueron a buscarla. Y se encontraron con aquello.
Los dos no se esperaban que Alastor hubiera sobrevivido. Lo creyeron muerto, y el verlo de nuevo con vida pareció alegrarles. A pesar de que antes lo detestaron por el levantamiento que hubo en el hotel Hazbin, lograron percatarse de que no fue culpa suya. Aparte de que Lucifer lo tenía poseído. Con lo cual, se alegraron de su regreso.
Tras el largo abrazo, los dos enamorados se miraron a los ojos. No sabían qué decirse, pues no se creían que hubieran podido volver a estar juntos de nuevo después de tantas calamidades que habían vivido.
Sin en ningún momento dejar de mirarla, Alastor, regalándole una caricia en la cara, le dijo con voz tercopelada:
- Charlie... - se inclina hacia ella - Yo...
Sin embargo, una voz atronadora irrumpió en la escena, callando las palabras de este. Haciendo que ambos se sobresaltaran alertados.
- ¡VAYA VAYA VAYA...! - dijo semejante voz - ¿¡QUÉ TENEMOS AQUÍ!?
Charlie y Alastor alzaron las miradas hacia arriba. La voz provenía del cielo.
Entre las nubes oscuras de la mañana, resurgió un ángel exterminador de grandes alas, en cuyo lomo había montado un imp con la cara medio desfigurada...
Blitzo.
El quien había hablado de esos dos era el ángel. Por un segundo la princesa creyó que era Lucifer, quien no había muerto después de todo. Pero no, era imposible que fuese él. De hecho, sus rasgos faciales y su tono de voz eran muy distintos al del rey de los demonios. Además de que sus alas no eran dobles, sino una a cada lado.
La criatura aterrizó frente a ellos, mirándolos con una mueca malvada, como si hiciera ademán de querer cazarlos.
Temeroso por lo que pudieran hacerle a Charlie, Alastor dio un paso al frente, escudando a su princesa de esos dos. No comprendía ni quién era el ángel exterminador ni cómo Blitzo podía continuar vivo.
La criatura alada, sonriendo de oreja a oreja, dijo con un tono poco simpático:
- Puede que os hayáis deshecho de Lucifer... ¿Pero quién dice que no haya otro que lo sustituya en el cargo? - frunce el ceño - Dios hizo mal en desterrarme del paraíso... - señala con la cabeza al herido imp - Tuve suerte de que este chiquitín me indicara dónde estabais...
Alastor y Charlie no entendían nada. ¿Quién era ese? ¿Por qué iba a por ellos? ¿Y qué hacía con el mercenario de su lado?
Blitzo, poniéndose en pie sobre el lomo de su nuevo amigo, señaló con el dedo a Alastor. Y mirándolo con expresión de odio, le gritó:
- ¡Tú! ¡Gusano de mierda!
- ¡Nos arrebataste todo cuanto queríamos...! - añadió el ángel exterminador, arrugando la cara - Nos quitaste nuestra vida...
- ¡Y ahora nosotros...! - prosiguió Blitzo, cerrando los puños con rabia - Nosotros...
- ...te arrebataremos la tuya... - terminó de decir la criatura, clavando su vista en Charlie.
Alastor, sabiendo a qué se referían con eso, hizo el gesto de atacarles. Sin embargo, ellos fueron más rápidos.
El ángel exterminador retiró al overlord a un lado con un fuerte manotazo. Y seguidamente, sin que ella se lo esperara, agarró a Charlie por el brazo con sus garras y elevó el vuelo. Llevándosela a lo más alto.
Ella no pudo hacer nada por liberarse del agarre. Sus fuerzas no le respondían. Era como si se hubiera quedado sin poderes.
- ¡Maldito! - exclamó Alastor, incorporándose del suelo. Viendo cómo se llevaban a la princesa muy lejos del suelo.
Viendo lo que acababa de ocurrir, Husk acudió rápidamente a ayudar a su amigo. Si no hacía nada, empeorarían aún más las cosas. Aparte de que los demás no soportarían la pérdida de Charlotte.
Sin pararse a decírselo, el gato alado, de un salto, agarró a Alastor por los hombros, sorprendiendolo, y con gran agilidad, extendió sus grandes alas y se lanzó a volar. Yendo en dirección hacia donde estaba el ángel.
- Husk... - murmuró Alastor, incrédulo de que lo estuviera ayudando - ¿Qué...?
- ¡Cállate, capullo! - exclamó de mal humor, sin perder de vista al enemigo - ¡Si no hacemos ésto, ella morirá!
Sobrevolaron el cielo, pasando justo por encima de donde el resto del grupo caminaba en dirección al templo, el cual no se encontraba muy lejos de allí.
Ya casi estaban pisandole los talones. Podrían alcanzarlos al fin y salvarla. Hasta que llegaron al lugar donde los próximos pecadores iban a entrar para acceder al paraíso.
El templo bella noche. La única conexión del infierno con el cielo. Donde los demonios de buena fe podían pasar... ¿Por qué el ángel exterminador quería llegar hasta allí? ¿Qué pretendía hacer en ese lugar?
Cuando hubieron llegado allí, volando en lo más alto, Blitzo, agarrándose bien a la espalda de su compañero, exclamó:
- ¡Arrojala al vacío!
Y sin dudarlo ni un momento, el monstruo soltó a Charlie. Haciendo que cayera hacia la cúpula del templo celestial.
Tras ver aquello, Alastor, desesperado, se giró a Husk y le ordenó:
- ¡Lanzame!
- ¿Qué? - lo mira furioso - ¿¡Estás loco!?
- ¡Que me lances hacia ella te digo!
Este, esperando que su amigo supiera lo que quería hacer, cumplió sus órdenes. Y con todas sus fuerzas, lo arrojó en dirección hacia Charlie.
En plena caída, Alastor hizo todo lo posible por llegar al lado de Charlie antes de que fuera demasiado tarde.
Milagrosamente, logró alcanzarla.
La cubrió con su cuerpo y de ese modo el impacto contra el pavimento sólo le afectaría a él y no a ella. Quizás perdería la vida por ello, pero prefería eso antes que perderla a ella.
Impactaron violentamente contra la cúpula del templo, traspasandola. Y cayeron en su interior, chocando sobre el suelo de mármol.
Tras el acto heroico del overlord, el ángel exterminador, furioso por la intromisión de ese desgraciado, hizo el gesto de entrar al templo para encontrarlos y hacerles daño.
Sin embargo, Husk evitó que lo hiciera. Le atacó a base de arañazos, dándole especialmente en la cara.
- ¡Mamón necio y miserable! - gruñó el felino, sin dejar de arañarle - ¡Hijo de puta, cabrón...!
Entre tanto, mientras Husk lo distraía, Alastor tuvo tiempo de recuperarse tras la grave caída.
Abrió los ojos lentamente, sintiendo un fuerte dolor en su espalda. Y lo primero que vio su vista, después de que su campo de visión dejara de estar nublado, fue la cara de preocupación de Charlie. Se encontraba encima suya, abrazada a él.
- ¿Estás bien? - le preguntó, sin creerse que la hubiera vuelto a salvar sin haber muerto en el intento.
Este, tratando de parecer estar en perfecto estado (a pesar de que estaba muy herido), le respondió:
- Sí... - le acaricia la cara para que no se preocupara - Estoy bien... Tranquila...
Esta lo ayudó a incorporarse, apoyando el brazo de él sobre sus hombros. Apenas podía caminar, se encontraba bastante herido.
Pero apenas Charlie hubo logrado ayudarlo a mantenerse en pie, cuando un estruendo sonó detrás de ellos.
Tras darse la vuelta, comprendieron lo que acababa de ocurrir.
El malvado ángel exterminador había aterrizado en el suelo del templo. Y en su garra derecha tenía agarrado del cuello a Husk, el cual no era capaz de escapar de su fuerte agarre.
De lo que los dos no se dieron cuenta debido a la situación fue que Blitzo ya no estaba sobre los hombros de la criatura. ¿Adónde había ido?
- Necios irritantes... - murmuró el ángel, fulminando con la mirada a Charlie y Alastor - Mi objetivo es la princesa... - se gira al pobre Husk - No vuestra panda de alimañas...
Acto seguido, arrojó a Husk a un lado, dejándolo moribundo en una esquina de la sala. Y con la intención de finalizar sus objetivos, arrancó una lanza de oro de los brazos de una estatua de mármol que había a su lado y fue en dirección a Charlie. Dispuesto a matarla.
Aterrados, los dos se fueron corriendo a alguna parte donde pudieran esconderse. Pensaron al principio en ir a ayudar a Husk, pero el ángel los tenía acorralados. Si no huían antes, morirían.
En plena carrera, la criatura, soltando gruñidos de rabia, exclamó:
- ¡No huyáis! - apartó uno de los bancos de la sala de una patada, el cual salió volando en dirección a Charlie y Alastor. Pero lograron esquivarlo - ¡Venir aquí!
Ambos, que pudieron dar algo de esquinazo al enemigo, se escondieron tras un muro, exhaustos y magullados. Estaban demasiado débiles para pelear.
Cuando se hubieron escondido, sentándose en el suelo sin dejar de respirar con fuerza, comprobaron si ese engendro estaba cerca de ellos.
De momento, no los había localizado. Seguía dando golpes por otra parte en busca de ellos.
Charlie, la cual temblaba asustada, miró a Alastor con los ojos muy abiertos. Este le devolvió la mirada. Le sorprendió verla en esa actitud. Jamás la había visto así.
Si él no hacía nada, si no luchaba contra ese engendro, iría a matarla, y eso no lo deseaba en lo más mínimo.
Así que, a pesar de que estaba herido, se giró a la princesa y posó sus manos sobre su encantador rostro, llamándole la atención.
Al... - murmuró, sin comprender a qué venía eso - ¿Qué...?
Entonces, regalándole una mirada tranquilizadora, lo que hizo que ella dejara de tener miedo, la besó en los labios dulcemente.
Esta, enternecida, aceptó el beso. Sintiendo una profunda paz en su interior. Rodeandole el cuello con sus brazos. Abrazándose con fuerza a él. Dándose delicadas caricias.
Parecía como una despedida, como si fuera la última vez que se fueran a ver. Jamás habían sentido con tanta fuerza el amor verdadero. Era algo maravilloso y a la vez triste. Daba la sensación de que alguien o algo los iba a separar tras compartir aquel lindo momento.
- Charlie... - dijo Alastor, pronunciando su nombre con una voz aterciopelada.
- Al... - le pasó la mano por su cabello, sin dejar de besarlo.
Entre tanto, el ángel exterminador seguía reclamando la presencia de ambos, mirando para todos lados furioso, con lanza en mano.
- ¿¡Dónde estáis!? - gritaba - ¡Cuando os encuentre os mataré a los dos...! ¿¡Me oís!?
Tras el tierno beso, Alastor, evitando el deseo de seguir besándo a su amada, apoyó su frente con la de ella, le sonrió y le dijo:
- Te quiero...
Y sin dudarlo ni un momento, se incorporó del suelo y fue en dirección hacia el monstruo. Medio cogeando y mirando al frente con valentía.
Charlie no podía creerse lo que estaba haciendo. Iba a luchar contra él a pesar de todo. Arriesgando su vida por ella...
- ¿¡Dónde estáis!? - aulló el ángel exterminador, enrabiado por no poder encontrarlos - ¡Salir de donde quiera que estéis...!
Decidido a enfrentarse a él, Alastor, saliendo de su escondite sin temor, llamó la atención del enemigo, gritando:
- ¡Aquí me tienes!
Cuando el ángel exterminador lo hubo visto, apretando los dientes con rabia, le gritó:
- ¡Entrégame a la princesa, insensato...! - lo apunta con su lanza - O de lo contrario te tendré que quitar del medio a la fuerza...
Este, poniéndose en posición de ataque, con una voz poco amigable, le respondió:
- Por encima de mi cadáver...
Tras su respuesta, el ángel, mirándolo con el ceño fruncido, negó con la cabeza y murmuró asqueado:
- Como quieras... Sé adaptarme...
Y se lanzó en picado a atacarlo. Supuso que no lo tendría tan difícil. Sólo era un simple pecador.
Antes de que pudiera atravesarlo con la lanza, Alastor logró esquivarlo mediante el teletransporte. Apareciendo seguidamente detrás de él cómo si nada.
- Estoy aquí... - le dijo en plan burla, agitando la mano.
Este, mosqueado, se dio la vuelta para volver a repetir la acción de antes. Pero, para su tremenda sorpresa, el overlord lo atacó mediante un campo de fuerza que salió de su mano. Dicho ataque empujó a la criatura al otro lado de la sala. Estampandolo contra la pared. Pero eso no hizo que soltara su arma.
A pesar de que no iba armado como su rival, Alastor supo apañarselas sin necesidad de ayuda.
Le costó trabajo, pero logró despertar su poder oculto. El que liberó cuando se enfureció la ocasión anterior por ver a Charlie en la hoguera.
De detrás de su espalda resurgieron unos tentáculos invisibles, en forma de manos. Y como flechas, fueron directas a por el ángel.
Primero le cortaron el brazo en el que llevaba la lanza, después la pierna izquierda y seguidamente una de sus alas. De sus partes cortadas brotó mucha sangre negra, manchando la cara del demonio radio, el cual disfrutó viendo a su rival sufrir.
Mientras lo mutilaba poco a poco, la criatura no hizo más que soltar exagerados gritos de dolor.
- ¡Aaaaaaaaaaaaaargh!
Se desplomó contra el suelo, retorciéndose de dolor. Tapándose la cara con la única mano que le quedaba. Jamás se había sentido tan humillado. De ser el ángel favorito de Dios había llegado a aquel punto de muerte súbita... ¿Por qué a él tenía que pasarle? ¿Qué había hecho para merecerlo?
Cuando lo estuvo completamente debilitado, al borde de morir, Alastor, sonriendo de oreja a oreja, con las pupilas dilatadas y el rostro ennegrecido, le preguntó fríamente:
- ¿Unas últimas palabras antes de que te envíe al limbo, amigo mío?
Este, alzando el mentón hacia él, lo miró con una cara llena de odio y le gruñó entre dientes:
- Asqueroso cabrón hijo de la grandísima put...
¡RASS!
Uno de los brazos invisibles de Alastor rebanó el cuello de la criatura, antes de que pudiera continuar hablando. Y acto seguido, su cuerpo, ahora sin vida, dejó de moverse. Quedándose completamente inerte sobre el pavimento.
Apenas lo hubo derrotado, el demonio radio dio un suspiro cansado. No le había resultado muy difícil, pero había empleado gran parte del poder que le quedaba para asestarle el golpe de gracia.
Con la mirada algo borrosa, se dio la vuelta.
Charlie lo miraba desde el otro lado de la sala, de pie y con los ojos muy abiertos de lo impresionada que estaba. Había conseguido ganar el combate.
En otra esquina del templo, Husk se estaba incorporando lentamente, sujetándose su brazo herido medio quejándose. Él también había presenciado el reciente combate, y no pudo evitar sonreír aliviado. Por fin se habían quitado a otra alimaña de en medio.
En esos instantes, Charlie, con los ojos brillantes de la emoción, feliz de que al fin pueda estar con su amado sin que nadie le moleste, sonrió dulcemente y murmuró:
- Alastor... - hizo ademán de ir corriendo a su lado - Has ganad...
¡BANG!
Sonó un disparo que rebotó por toda la sala, sobresaltándo a los tres amigos, que no se esperaban tal sorpresa.
Preocupado, Alastor miró a Charlie, esperando que no le hubiera pasado nada.
Esta se encontraba inmóvil, con el rostro pálido y muy asustada. Lentamente, se llevó una mano al pecho, pues estaba sintiendo cómo algo caliente empapaba su ropa.
Su palma se manchó de un líquido rojo carmesí. Tras verla, esta pudo saber dónde había ido a parar el disparo.
De repente, sintió como si la cabeza le diera vueltas, al mismo tiempo que un dolor terrible en su interior le recorría las entrañas.
Lentamente, fue cayéndose para atrás.
- ¡Charlie! - exclamó Alastor, sin creerse lo que estaba pasando. Y sin dudarlo ni un momento, acudió a socorrerla.
- Mierda... - murmuró Husk, yendo corriendo hacia donde ellos se encontraban.
Alastor la logró sostener antes de que cayera al suelo, agarrándola con sus brazos.
Apoyó su cabeza sobre su hombro, poniéndose de rodillas en el suelo, y desesperado, trató de intentar no perderla.
- Charlie, descuida... - le dijo, acariciándole la mejilla - No... No tengas miedo... Voy a salvarte... - se arrancó parte de la tela de su traje de cuajo y se la puso sobre el pecho para detener la hemorragia - Aguanta, por favor...
- Al... - murmuró débilmente, mientras un hilo de sangre le descendía por sus labios - Te... Tengo frío...
- Resiste... - le decía, muy nervioso por la situación - No te pasará nada... Te pondrás bien...
En pleno momento preocupante, una carcajada tronó con fuerza, llamando la atención de Alastor y de Husk, que no esperaban aquella voz.
Se volvieron hacia semejante risa, y con sus propios ojos pudieron ver al autor del disparo que le había dado a Charlie.
Blitzo, el cual tenía un arma angelical entre sus manos (la misma que tenía Striker), contemplaba su hazaña muy satisfecho, sin poder dejar de reír.
- ¡En el blanco! - exclamó, mirando a los presentes con el ceño fruncido - Nunca mejor dicho...
Los dos amigos no se esperaban que él hubiera sido el causante. Lo tomaban de malvado idiota, que no sería capaz de llegar más lejos en su ira simplemente porque sus empleados lo abandonaron. Pero se equivocaban. Estaba completamente chalado.
- Miserable... - murmuró Alastor, mirando al imp muy furioso.
- ¿Miserable yo? - le contestó este, en plan vacilante - Mira quien habla... - sonríe en plan forzado - ¡Tú ayudaste a la loca de mierda de tu amada a que Dios nos castigara...! ¡Y no hicisteis nada al respecto por salvarnos...!
- ¡Sí que lo hicimos! - le gritó Husk - ¡Pero no hubo forma de pararle los pies al mamón del todopoderoso...! - aprieta los puños con rabia - ¡Era imposible!
- Ya, ya... - dijo este, sin creerse nada de lo que decía - Ahora decís eso porque estáis asustados de perderla... Y queréis arreglar lo que hicisteis... - se pone muy serio - Pues para que lo sepáis... - apunta el arma contra ellos - A mí ya me la suda todo...
Husk, viendo lo que quería hacer, escudó a Alastor y a Charlie para evitar que ellos terminaran malheridos. No podían morir ahora. El resto de pecadores los necesitaban.
- ¡Husk! - exclamó Alastor, tras ver el gesto heroico de su amigo - ¡No...!
Pero antes de que Blitzo pudiera apretar el gatillo...
- ¡ATRÁS! - exclamó una voz.
Una lanza de oro fue directa hacia el corazón de Blitz, atravesándolo y empotrandolo contra un muro de detrás de él. Haciendo que soltara su pistola de golpe.
- Joder... - murmuró Husk, incrédulo de lo que acababa de pasar.
- Pero qué... - dijo Alastor, sin en ningún momento dejar de ayudar a Charlie.
Tras aquel ataque, el imp, con los ojos muy abiertos de la impresión, miró hacia donde supuestamente se encontraba su atacante. Y tras darse cuenta de quién había sido, sus ojos se nublaron de lágrimas.
- ¿Por qué? - murmuró con tristeza, soltando un último sollozo.
Y murió.
Después de haber visto cómo aquel pobre imp perdía la vida de esa forma, Alastor y Husk se giraron lentamente para descubrir quién los había salvado.
Loona estaba ahí, con el brazo derecho levantado y la mano abierta. Respiraba con fuerza, como si le faltara aire. No se creía lo que acababa de hacer.
Detrás de ella aparecieron Devilon, Millie, Moxie y el resto de pecadores. Todos ellos contemplando la situación algo asustados.
Entre el público apareció Miriam, la cual fue sólo ver a Charlie medio moribunda en los brazos de Alastor y un terror profundo se apoderó de ella.
- ¡Hermana! - hizo el gesto de acudir a su lado, pero su hermano Charles la detuvo, agarrándola de los hombros - ¡No...!
- Quieta... - le dijo en un tono tranquilizador - Deja que esté con ella...
Los demás (salvo Loona, que acababa de entrar en estado de shock), se olvidaron por completo de Blitz y se centraron en Charlie. No se esperaban encontrársela así. ¿Qué había pasado? ¿Quién le había herido?
A pesar del fuerte dolor que sentía y que estaba perdiendo por completo la visión de lo que le rodeaba, Charlie hizo un pequeño esfuerzo por hablar. Y mirando fijamente a Alastor, le dijo:
- Al... - este la mira - Cu... Cuida de Miriam y de mis súbditos...
El escuchar esas palabras, lo cual insinuaba lo que menos deseaba, hizo que Alastor se desesperase cada vez más.
- ¡No digas eso! - exclamó - ¡No vas a morir! ¡Te pondrás bien!
- Alastor...
- ¡No pienso perderte! - niega rotundamente - No...
Agacha la cabeza apenado. No sabía qué hacer. No conocía ningún conjuro para sanar heridas. Tampoco podía retroceder en el tiempo. Carecía de tales poderes. Quería salvarla, pero no existía la forma de hacerlo.
Lo que menos deseaba en la vida era perderla. Y ahora su peor pesadilla estaba a punto de hacerse realidad. Si no hubiera sido por ese maldito entrometido, ella estaría bien. Se habrían abrazados y besado. Todo estaría en paz. Pero el destino a veces da malas jugadas, y más aún al que peca.
Viéndolo tan desolado, Charlie posó su mano temblorosa sobre la mejilla izquierda de este. Y elevándole el mentón, le sonrió y le dijo:
- Yo ya he cumplido con mi misión... He guiado a mi pueblo al templo celestial... - sus ojos se llenaron de lágrimas (algo similar a la actitud triste que antes había tomado el difunto Blitzo) - Mi trabajo aquí ha acabado...
El overlord, sintiendo cómo se le iban humedeciendo las mejillas por la pena que lo estaba cancomiendo, agarró dulcemente la mano de la chica y le dijo:
- Sí... Lo lograste... - se echa a llorar - Cumpliste tu sueño...
Se derrumbó en silencio, ante la presencia del resto, que no eran capaces de acercarse por lo apenados que estaban.
Loona se había arrodillado en el suelo. Llorando porque había matado a su padre. Millie y Moxie acudieron a consolarla para que no sufriera, pero fueron incapaces de que dejara de sufrir.
En medio del ambiente trágico, Charlie, regalándole una caricia a su amado, murmuró:
- Al...
- Que... - dijo medio sollozando, sin ser capaz de retener las lágrimas. Jamás se había sentido así en su larga vida como mortal y pecador condenado.
- Tú... - sonríe en plan adorable - Tú eres mi nuevo sueño...
Este, devolviéndole la mirada, le contestó:
- Y tú el mío...
Tras decir eso, la princesa retiró la mirada de Alastor y clavó su vista en el cielo.
De repente, una luz blanca cegó su campo de visión poco a poco, como si sus ojos estuvieran siendo tapados por un velo blanquecino. Era como si estuviera traspasando una barrera a otro mundo. Una sensación que nunca había tenido.
Y apenas fue traspasar esa barrera mágica y brillante, esa barrera que parecía querer atraerla, adentrándose en su interior, cuando su alma dejó de formar parte de su delicado cuerpo.
Y expiró.
Cuando Alastor se dio cuenta, viendo el rostro congelado de Charlie, el cual parecía mostrar una profunda paz y felicidad en vez de miedo y dolor, alargó su mano hacia ella y le cerró los párpados cuidadosamente.
Acto seguido, le cundió una pena profunda. Después la ira y la rabia, por muchas cosas que se le pasaron por la cabeza. Como por ejemplo la actitud egoísta que tuvo con ella la primera vez que apareció en el hotel.
Si no hubiera sido tan egoísta, si no hubiera ido por semejantes chorradas, si sólo hubiera acudido a decirle lo que sentía en vez de llevar a cabo semejantes planes malvados, nada de lo que había pasado hubiera ocurrido. Los acontecimientos hubieran sido diferentes...
Y todo por su culpa.
Entonces, sin creerse que acababa de perder a lo único que le importaba en la vida, sintiendo cómo se le derrumbaba el mundo, echó la cabeza hacia arriba y pegó un grito.
El resto de pecadores también lloraron. Miriam se abrazó con fuerza a su hermano, herida por ver a su querida hermana morir. Charles, en cambio, al ser muy fuerte por naturaleza, no derramó ni una lágrima. Sólo se limitó a mantener la firmeza y calmar a su hermana.
Devilon y Octavia también se abrazaron, llorando por la muerte de la pobre chica, que había hecho mucho por ellos y no habían tenido el tiempo suficiente para agradecérselo.
Moxie, tras ver lo ocurrido, escondió rápidamente la cara en el hombro de su esposa, sollozando en silencio, mientras esta lo atraía a ella, apenada también.
Fue un momento muy trágico que todos vivieron con tristeza. Era como si una pequeña parte de sus corazones se hubiera ido.
En medio de la situación, Alastor, tras soltar toda la tensión que intentaba contener, rompió a llorar y abrazó el cuerpo moribundo de su amada. Incapaz de superar su muerte.
Husk, el cual estaba a su lado, lo miró seriamente. Era la primera vez que veía a su amigo en una situación así. Y el pensar que ya no sería igual de feliz que en el pasado, le daba algo de miedo y pena a la vez.
Pero de pronto, la situación fue interrumpida por un fenómeno que dejó a todos fascinados.
Una luz blanca y azulada, proveniente del cielo, iluminó el lugar, haciendo que todos alzaran las miradas hacia donde provenía semejante resplandor.
Ahí arriba acababa de abrirse lo que parecía ser una apertura en forma de rayo. Y en ella se asomaban las siluetas de lo que parecían ser ángeles. Numerosos y grandiosos ángeles de grandes alas.
No podía ser. Era la entrada al paraíso. Dios les había concebido subir ahí arriba. Era igual que cuando Vagatha fue convertida en ángel. Ahora ellos serían los siguientes.
- Hala... - murmuró Moxie con los ojos brillantes, abrazado a Loona, a Millie y a su hija - ¿Eso es lo que creo que es?
Devilon, sin en ningún momento alejarse de Octavia, contempló semejante fenómeno muy atentamente. Jamás creyó que lo vería con sus propios ojos.
- Por todas las estrellas del firmamento - murmuró Octavia, tomando de la mano a su marido - Eso es...
- Sí... - asintió Devilon - Es el paraíso...
Seguidamente, como si una fuerza invisible los hubiera agarrado de los hombros, todos ellos fueron elevados hacia arriba, en dirección a aquella apertura. Flotando hacia arriba.
Los estaban llevando a su nuevo hogar, tal y como decía la profecía. Era como un sueño.
Miriam, junto a su hermano, tras sentir cómo la elevaban hacia arriba, aún con lágrimas en los ojos por su dolor tras la muerte de Charlie, miró hacia la apertura y murmuró:
- Papá... - suspira cautivada - Vamos a poder volver a verte...
Husk, que todavía no había sido levantado por semejante fuerza celestial como los demás, cuando vio lo que estaba pasando, se giró a Alastor, quien todavía seguía abrazado a Charlie, llorando su muerte, y le dijo:
- ¡Alastor! ¡Tenemos que irnos! - lo toma de los hombros - ¡Vamos! ¡Déjalo ya!
- ¡Suéltame! - le contestó, sin ni siquiera mirarlo - ¡Pienso quedarme con ella aquí! ¡Mi vida no tiene sentido ahora que no está!
- ¡Vamos, tío! - trata de levantarlo - ¡Charlie no querría que hicieras ésto!
- ¡Que me dejes, Husk!
- ¡No! ¡No pienso dejar que te pudras aquí abajo! ¡Eso no es lo correcto!
- ¡Déjame...!
Por suerte, Deerie, el querubín insoportable del cielo, acompañado de sus tres compañeros, acudieron para echar una mano. O en este caso, las alas.
Con ayuda de sus amiguitos, Deerie y estos tomaron a Alastor por los hombros y las piernas y lo elevaron hacia arriba, dejándolo boca abajo. Y eso hizo que al pobre se le resbalara de sus manos el cuerpo de Charlie. Dejándolo ahí abandonado en medio del templo.
A Husk lo llevó la fuerza angelical, guiándolo también hacia arriba. Alejándolo del suelo.
En el trayecto de ida al paraíso, todos pudieron ver por última vez las tierras infernales. Lugar que jamás volverían a visitar y del que se olvidarían con el paso de los años. Había sido un viaje muy largo...
Y ya había llegado a su fin.
Pero hubo un único pecador que no miró en lo más mínimo el paisaje del infierno desde esa altura con melancolía.
Alastor sólo clavó su vista en el cuerpo de Charlie. Ahora ahí tirado, en medio de la nada, como un triste recuerdo olvidado.
Lo único que se le ocurrió fue extender el brazo para alcanzarla. Pronunciar su nombre. Gritar desesperado. Pero no le sirvió de nada. Ahora sería arrastrado al paraíso. Condenado a vivir sólo por toda la eternidad. Sin su Charlie...
Pero entonces, recordó en esos instantes que no se había ido del campo de batalla con las manos vacías.
Se había llevado el libro de la luna menguante consigo. El libro del príncipe de ciudad Goetia.
Cuando recuperó sus fuerzas tras salvar a su princesa, lo encontró junto con el cadáver de Stolas. Y cómo no, se lo quedó. Ya que era un libro de hechicería muy valioso y con el que se podía viajar a través de diferentes mundos y "multiversos..."
Con lo cual, intentando dejar de llorar, frunció el ceño y murmuró con gesto de valentía:
- Lo haré... - mira hacia arriba - Trataré de volver a estar contigo, cariño... - la luz de la abertura del cielo lo envolvió por completo en un velo celeste - Y volveremos a estar juntos...
Dicho y hecho, Alastor cruzó la apertura, siendo el último en pasar. Y apenas hubo cruzado, cuando la grieta se cerró de golpe detrás de él. Dando paso a una atronadora lluvia que inundó todo a su paso en un abrir y cerrar de ojos.
Entre tanto, las lunas infernales, las que se alinearon en el pasado para anunciar la llegada del elegido de la profecía, brillaban más que nunca aquella noche en el cielo.
Una noche que marcaría un antes y un después en la historia de los ángeles y los demonios.
La noche en que la elegida liberó a los pecadores.
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