Capítulo 67 - La batalla final
El campo de batalla estaba desierto. Las puertas del mar borboteaban. Y una lluvia de sangre comenzó a cubrir la playa. Tiñendo la arena con una capa carmesí. Disfrazando el paisaje de una forma que parecía un escenario de una masacre múltiple.
Las dos únicas figuras que se encontraban en aquel lugar, dos demonios de grandes alas, se miraban atentamente. En alerta y sin pestañear en ningún momento.
La batalla del bien contra el mal no había hecho más que empezar.
Lucifer.EXE, el cual no hacía más que sonreír en plan macabro, fue el primero en hablar. Rompiendo así el frío silencio.
- Ju ju... Mírate ahora, manzanita... Ya no eres el renacuajo llorón que se asustaba por todo... - entrecierra los ojos - Ahora... Te has convertido en una demonio madura...
Ella no le dijo nada. Sólo se limitó a seguir observándolo con esa seriedad que se le había quedado tras ver cómo mataban a Stolas.
- Mmmm... Está bien... - añadió este. Tras comprobar que su hija no estaba para discursos - Quieres acabar conmigo cuanto antes... ¿Verdad? - frunce el ceño decidido - Pues vamos allá...
Despliega sus grandes alas negras. Y entonces, alza el vuelo de golpe. Ascendiendo a lo más alto del cielo rojizo. Perdiéndose en medio de las nubes negras de tormenta.
Charlie, a pesar de que jamás había volado en su vida, hizo el esfuerzo de no quedarse atrás. Con lo cual, logró abrir como pudo sus nuevas alas. Y con algo de coste, las hizo aletear poco a poco. Hasta que al final consiguió elevarse del suelo un par de centímetros.
Al poco rato pudo pillarle el tranquillo. Tras lograr subir hacia arriba, con más lentitud que su padre, se sintió ligera como el viento. Era como ser manejada por el aire primaveral.
Ya hubo llegado a la altura en la que Lucifer.EXE estaba, cerró los puños y se preparó para la gran pelea.
- Vaya... - murmuró el malvado demonio. Sin perder el tono grave de su ronca voz - Aprendes muy deprisa...
Ante su comentario, la valiente princesa sonríe tímidamente. Y tras retirarse el cabello de sus ojos, le contesta:
- Por fin te das cuenta de lo infravalorada que me has tenido desde que nací... - arruga la frente - Y ahora pienso dejarte para el arrastre... - le saca la lengua - "Papá..."
Este, riéndose entre dientes por su comentario, se coloca en posición de ataque y le gruñe orgulloso:
- Te lamentarás el haber llegado a este mundo... - arquea las cejas - "Hija mía..."
Entonces, tras estas palabras, los dos oponentes dieron inicio a la pelea. Soltando unos gritos de guerra.
La primera en atacar fue Charlie. Con un fuerte puñetazo contra la cara de Lucifer. Sin embargo, a este no le hizo nada.
- Mierda... - murmuró esta. Creyó que podría haberlo noqueado.
Él contraatacó con el mismo ataque que el de ella. Sólo que aún más fuerte.
Con su puño llameante le propinó un buen golpe a Charlie en el costado. Y repitió la misma acción varias veces seguidas. Hasta que, tras ese ataque a bocajarro, le atizó con una bofetada de aire gracias a sus alas.
Ella cayó hacia el suelo. Medio malherida. Pero antes de que llegara a tierra, de sopetón, logró volver a recuperar las fuerzas. Alzándose en el aire con sus hermosas alas.
Acto seguido, miró de nuevo a su oponente. El cual se quedó impresionado al ver que pudo mantenerse en pie a pesar del ataque. Y sin perder la seriedad, le dijo:
- ¿Eso es todo tu poder? - se limpia la sangre de su labio inferior - Ju ju ju ju... Sólo me has hecho cosquillas...
Entonces, a una velocidad que ni los ojos de Lucifer pudieron captar, esta se dirigió rápidamente hacia él. Y con mucha agilidad, le asestó un golpe en la cara con el pie. Rompiéndole un par de colmillos. Dejándolo casi cao.
- ¡Argh...! - gritó este. Dolorido - ¿¡Pero cómo...!?
Acto seguido, repitió la misma acción. Pero esta vez empleando los puños. Golpeandole seguidas veces en el vientre. Para después asestarle un puñetazo en la mejilla izquierda. Haciendo que saliera disparado hacia arriba.
Luego, esta, agitando con fuerza sus alas, fue de nuevo directa hacia él. Y cuando hubo estado volando por encima suya, le golpeó la espalda con el pie. Haciendo que cayera para abajo. Hiriéndolo en la columna.
Charlie estaba ganando ventaja a su rival. Ni ella se lo creía. Nunca pensó que su energía hubiera crecido tanto. Eso era debido a su nueva trasformación. Ahora tenía el poder celestial de un ángel. Si lograba seguir luchando con ese nivel de fuerza, quizás podría derrotar a Lucifer.
En pleno descenso, ella hizo el gesto de volver hacia él para continuar con su paliza.
Por desgracia, este, intentando no caer rendido, consiguió alzar el vuelo. Medio magullado y con un moratón en el ojo derecho. Y de sopetón, le dio un guantazo a Charlie. Alejándola de él.
Tras el ataque, esta, llevándose una mano a la cara, clavó su mirada en su oponente. Sin perder la seriedad.
- Vaya... - murmuró él. Suspirando algo agotado - Es increíble que sin entrenar hayas mejorado mucho en las técnicas de lucha...
Ante lo que dijo, Charlie, suspirando también algo cansada, soltó una estridente carcajada. Cosa que jamás había hecho en su vida. Lo que le dio un aire de loca sicópata.
- ¿De qué coño te ries, puta? - le gruñó este. Molesto de que de repente se pusiera con esa actitud de chulita. Por un segundo creyó que estaba viendo al arcángel Miguel. Su odioso hermano del cielo. El más presumido de la corte celestial.
- ¿Qué te creías? - le soltó ella en plan vacilante - ¿Que todo este tiempo estuve de brazos cruzados sin hacer nada? - le sonríe con orgullo - Alastor me enseñó a pelear... - esto último hizo que Lucifer se pusiera muy serio - Desde que se alojó en mi hotel, me fui dando cuenta de que necesitaba defenderme por mí misma... Dejar de depender de los demás... - se retira el flequillo de la cara - Y fue entonces cuando él se ofreció voluntario para ser mi maestro...
Su explicación era entendible. Charlie estaba harta de ser una niña asustada que tuviera que ser defendida y controlada por todos. Necesitaba más independencia. Aprender a apañárselas por su cuenta. Por algo sabía pelear. Porque el demonio radio se dedicó a entrenarla en secreto. A convertirla en alguien que se valiera por sí misma.
- Je je je... - rió este - Ese majara y tú parece ser que os tenéis mucho aprecio... ¿Me equivoco?
Charlie no dijo nada al respecto en cuanto a ese comentario.
- Os habéis encariñado bastante el uno con el otro... ¿Verdad? - prosiguió - Se nota... Pues, si no hubiera sido por el amor que tiene él por tí, no hubiera podido salir del control al que le tenía sometido yo antes... - arquea las cejas - Te quiere demasiado como para hacerte daño, Charlotte...
Ante lo que dijo, esta le respondió seriamente:
- Él lo es todo para mí... - frunce el ceño - Pero no puedo permitir que me esté protegiendo constantemente - agacha la cabeza - Puedo apañarmelas por mí misma... Y no quiero que arriesgue su vida por mí como lo hicieron Angel Dust y Stolas... - se muerde el labio inferior nerviosa. Sin poder evitar volver a recordar cómo murieron ellos por salvarla - Yo puedo...
- ¿Conque así es como agradeces que te ayuden tus amigos? - le interrumpió Lucifer. Esta vez con un tono menos desagradable en su voz.
Eso último hizo que Charlie abriera los ojos como platos del asombro. Alzando la vista.
- ¿Qué? - murmuró.
- Es probable que hayas madurado, Charlotte... - le dijo. Cruzándose de hombros - Pero en cuanto a orgullo no has cambiado nada... - niega con la cabeza - Siempre has sido así... Nunca has querido que nadie te ayude... Ni Vaggie, ni tu madre... - entrecierra los ojos con gesto de desdén - Quieres hacer las cosas a tu manera... Sin permitir que otras personas te echen una mano o te aconsejen... - arruga la cara - Y con esas has conseguido que tanto mis súbditos como esos dos idiotas y otras personas mueran... - sonríe - Qué patético...
No quería seguir escuchando sus palabras. Eran verdades muy dolorosas.
Al final Charlie no lo pudo aguantar. Y sintiendo cómo volvía a crecer su rabia hacia Lucifer, apretando los puños, exclamó:
- ¡YA BASTA DE CHÁCHARA!
Y con la punta de su tridente (empuñandolo de nuevo), sin necesidad de acercarse demasiado a su rival, le cortó la mitad de la lengua con un movimiento rápido.
- ¡Aaaaargh! - gritó este. Llevándose una mano a la boca. Mientras un chorro de sangre brotaba de sus fauces.
- ¡Te vas a enterar! - le gritó esta muy furiosa - ¡No pienso tener piedad contigo!
Y se lanzó como una fiera hacia él.
Los dos puños de ambos chocaron con fuerza. Provocando un exagerado temblor en la tierra. Levantando las rocas del suelo.
Estaban demasiado igualados.
Sin embargo, para el siguiente ataque, el malvado rey tenía un as en la manga.
Cuando la princesa hizo ademán de volver a golpearlo, este, todavía con la boca sangrándole, le agarró con fuerza de la muñeca. Parando en seco sus intenciones. Y de repente, la palma de este, con la que sujetaba a Charlie, comenzó a brillar. Al mismo tiempo que ella notaba como si la cabeza le diera vueltas y vueltas como una peonza.
Le estaba absorbiendo energía.
*
Los choques y ataques de Charlie y Lucifer podían escucharse desde largas distancias. Y dichos sonidos llegaron a los oídos de Alastor y los demás. Que casi habían llegado al otro lado del mar para reunirse con el resto del grupo.
Apenas hubieron escuchado los golpes, cuando Devilon, Moxie y el demonio radio se volvieron hacia aquel estridente escándalo. Sabiendo de quienes se trataban.
- Charlie... - murmuró el ex mercenario. Con aire de preocupación.
- No siento el aura de ella... - dijo Alastor. Mirando hacia el horizonte con el rostro pálido - La de Lucifer sí... - da un paso al frente - Pero la de Charlie...
- Está decreciendo... - añadió Devilon. Quien también podía sentir el nivel de poder de los demonios - Está bajando mucho... - da un golpe en el suelo con su jabalina - Mierda... Si sigue así, podría...
Ante lo que los dos estaban insinuando, Moxie, con miedo de que a su amiga la terminaran matando, se puso a llorar en silencio cabizbajo. Cosa que a los presentes les llamó la atención. No sabían que tenía tanta empatía por ella.
Al verlo tan apenado, Millie se acercó hacia él lo más rápido que pudo. Y acariciándole el hombro en señal de consuelo, le dijo:
- No te preocupes, Moxie... - lo mira con los ojos brillantes - Ella estará bien... - se gira a Alastor - Ey, tú... ¿Crees que hay alguna posibilidad de que Charlotte pueda ganar? - pone cara de frustración. Esperando que no le dijera malas noticias - Por favor... Dime que sí...
Este, sin dejar de mirar hacia donde se encontraba peleando la princesa, le respondió con un tono algo tenso:
- No tengo ni idea...
Tras su respuesta, Husk, el cual no parecía demasiado preocupado como ellos, se acercó a Alastor y le dijo en plan antipático:
- ¿Qué pasa, cabrón? ¿No vas a ir a ayudarla? - frunce el ceño - ¿Te vas a quedar aquí como un pasmarote hasta que la maten?
Ante lo que dijo, el overlord, algo molesto, se volvió hacia él y le contestó con un tono tenso en su voz:
- En mi mano no está ayudarla, mi viejo amigo... No puedo hacer nada... - se cruza de hombros - Además... ¿A tí qué te importa?
Husk, furioso por la forma egocéntrica de actuar de su ex compañero, se le encaró y le dijo con mucha sinceridad:
- Me utilizaste para someterme a tus sucios servicios... Fuiste siempre un egoísta que sólo se preocupaba por él mismo... Y ahora nos engañas para después intentar matarnos a todos por tu propio bien... - niega con la cabeza disgustado - Alastor... Para mí tú no eres alguien que me importe. Incluso si desaparecieras de mi vida, no te echaría en falta para nada... Pero para Charlie tú eres algo muy importante... Te quiere más que a la vida misma... Y me duele el hecho de que no valores sus sentimientos...
Sus palabras dejaron atónito al temible demonio radio. ¿Pero en qué momento Husk había recapacitado tanto en sus problemas con él? ¿Y por qué le soltaba tantas verdades así de repente?
Moxie, intentando no llorar, se acercó a los dos. Ignorando a Millie. La cual le gruñó por lo bajo que no hablara con esos raros. Y tratando de armarse de valor, dijo:
- Charlie es la única que puede vencer a ese monstruo... - se enjuga las lágrimas con la manga de su traje - Ahora lo único que tenemos que hacer nosotros es esperar...
Los demás, al ver que no podían hacer nada al respecto para ayudar a la joven, hicieron caso al pequeño imp y retomaron de nuevo el camino en dirección al otro lado del mar.
Sin embargo, Alastor no se movió de donde estaba. Pues ahora, gracias a su viejo amigo, sus pensamientos sólo giraban en torno a Charlie...
¿Por qué diantres estaban disminuyendo sus energías? ¿Acaso la habían herido? ¿Y si se encontraba en graves problemas?
El único del grupo que se dio cuenta de que el overlord no se había movido del sitio fue Moxie. Quien volteó a ver si estaba yendo con ellos. Y al ver que no, comprobando que Millie estaba distraída cuidando de Panis y que no se diera cuenta de que había dejado de caminar junto a ella, se paró en seco.
Acto seguido, sabiendo la causa por la que su amigo estaba tan preocupado, tomó aire en plan sereno y le dijo:
- No podemos hacer nada por ella, señor Alastor... - era la primera vez que lo denominaba como señor. De la misma forma en la que llamaba a Blitzo cuando eran compañeros - Si vamos a ayudarla, sólo conseguiremos hacerle más difícil derrotar a Lucifer...
Este no le contestó. Se mantuvo cabizbajo y callado. Pero por otro lado, le llamó la atención el hecho de que ese joven imp se preocupara por él. Y ahora que lo pensaba... ¿Por qué sentía tanta compasión por ellos? ¿No era un mercenario? ¿Cómo es que siente lastima por Charlie y por lo que le pueda pasar? Antes había llorado por ella...
- La princesa es muy fuerte... - continuó Moxie. Intentando tener cuidado con lo que decía. Pues temía provocar a Alastor con sus palabras - Y no creo que le parezca bien que vayamos a echarle una mano... - pone cara triste - Nunca nos lo perdonaría... - sonríe con melancolía - Y menos a tí...
Lo último que dijo hizo que Alastor alzara la cabeza lentamente.
- Eres lo único que le falta en su vida... - prosigue. Ahora con más valor - Y tiene miedo a poder perderte...
Tenía razón. Lo único que Charlie estaba tratando de hacer era protegerlos a todos, incluido a él. Pero el pensar que a lo mejor cabría la posibilidad de que muriera en la pelea, a Alastor le preocupaba mucho.
Recordó entonces la vez en la que Frederick casi la mata. De no ser porque tuvo mucha suerte, quizás habría perdido la vida. Pero Lucifer no era un overlord. Era un ángel demonio. Una combinación de dos fuerzas increíbles. Y por muy mestiza que la princesa fuera, no podría con tales poderes.
Sus instintos no captaban su fuerza. Ya inexistente.
¿Seguiría viva o a lo mejor...?
- Señor Alastor... - dijo Moxie. Al ver que no salía de sus pensamientos - Por favor... - da unos pasos hacia él - Vamos con los demás y...
Pero sus palabras fueron calladas por lo siguiente que el demonio radio, todavía cabizbajo, murmuró:
- Voy con ella...
Los ojos del pequeño imp se abrieron como platos tras escucharlo.
- ¿Qué?
Alastor, negando con la cabeza, alzó la vista hacia el frente y exclamó:
- ¡Voy con ella!
Y se dirigió corriendo hacia el lado opuesto del camino que conducía a las puertas del paraíso. De regreso al campo de batalla donde Lucifer y Charlie se encontraban.
Moxie, alarmado, sin saber qué hacer, tomó la decisión rápida de ir tras él para detenerlo. Olvidándose por completo de Millie y de los demás. Los cuales quizás no se habrían dado cuenta todavía de su ausencia.
- ¡Espere, señor Alastor! - gritó. Casi pisándole los talones - ¡Espere!
*
Entre tanto, la pelea parecía estar llegando a su fin.
Charlie estaba a punto de perder el conocimiento. Su vista estaba medio borrosa. Y le dolía mucho la cabeza. Sus fuerzas ya no le contestaban.
No sabía con qué clase de poder le acababa de atacar Lucifer. Pero la había debilitado casi por completo. No podía moverse.
- Que... - murmuró débilmente. Clavando su mirada en su odioso oponente - ¿Qué mierda me has hecho?
Este, al carecer ahora de lengua, la respuesta a su pregunta se la dio sin necesidad de intentar hablar. Le regaló una mueca malvada. Y seguidamente, satisfecho por haber conseguido bajarle el nivel de energía, se dirigió disparado hacia ella para atacarla.
Ella trató de esquivarlo como pudo. Pero sólo logró dar un pequeño y desequilibrado paso a la izquierda que no le sirvió de nada.
La mano del endiablado rey golpeó a la joven en la cara. Acto seguido, le dio una fuerte patada en el costado. Lo que hizo que su cuerpo saliera lanzado contra la pared de una pequeña montaña. Atravesándola limpiamente.
Tras aquel ataque, ella no fue capaz de mantenerse en pie. Se desplomó contra el suelo. Rendida y herida. Tenía rasguños por toda su piel, y su brazo izquierdo, debido al golpe, no le dejaba de sangrar.
Ya era incapaz de continuar. La energía se le había agotado por completo.
Cuando hubo comprobado que la había dejado muy débil, Lucifer, sonriendo satisfecho, a pesar de lo mucho que le dolía la boca por el corte de antes, aterrizó en tierra con ligereza.
Tras tocar el suelo, se dio cuenta de que Charlie se había vuelto a poner en pie muy rápido. Sin embargo, no dejaba de suspirar cansada. Y se sujetaba el brazo herido muy dolorida.
Por mucho que lo intentara, no podría seguir peleando. Era hora de acabar con ésto de una vez.
Debido a que ahora carecía de lengua, el endiablado monstruo le habló a la chica a través de telepatía. Técnica que a veces empleaba para comunicarse con otras personas a larga distancia.
- "Ya he tenido suficiente contigo..." - alza el brazo hacia ella - "Conviértete en polvo..."
De su mano comenzó a crecer una esfera dorada y llameante. Estaba claro que iba a asestarle el golpe de gracia.
En esos momentos, Charlie, con la vista medio borrosa por lo agotada que estaba, miró hacia el cielo y murmuró:
- Papá... - aprieta los dientes por el dolor que sentía - Ayudame...
*
En el cielo, mientras tanto perdonados como ángeles observaban la pelea muy atentos, entre ellos, un Gabriel desesperado veía cómo su pobre hija estaba a punto de perder la batalla.
- "Mierda..." - pensó para sí - "No puedo seguir así..." - hace ademán de teletransportarse - "Debo de ir a..."
Por desgracia, su hermano Miguel, que había podido adivinar lo que trataba de hacer, lo apuntó de golpe con su lanza angelical. Y le dijo medio sonriendo:
- ¿Vas a algún sitio, Gabi?
Tras verlo, Gabriel al poco estuvo de darle un puñetazo y lanzarse a salvar a su hija. Pero si lo hacía, Dios lo castigaría. Y lo mandaría al infierno al igual que a Lucifer.
- Hermano, no... - dijo Gabriel entre dientes - Ti... Tienes que dejar que...
*
- ¡MUERE! - aulló Lucifer.
Y le lanzó la esfera llameante. La cual fue directa hacia ella muy rápido.
- ¡Argh! - gritó Charlie, asustada. Viendo cómo la muerte se le iba aproximando. Sin tener tiempo a pensar en cómo podría salir de aquel problema - ¡No...!
*
- ¡CHARLIE! - exclamó Gabriel con todas sus fuerzas. Empujando a su hermano a un lado. Llamando la atención de todos los demás que contemplaban la situación.
Sin embargo, ya era demasiado tarde...
*
¡BOOOOOOM!
Una luz blanca alumbró todo el lugar. Acompañada de una fuerte explosión, ardientes chispas en el aire y una exagerada polvareda que se levantó.
Nadie podría haberse resistido a ese ataque. Era inevitable.
Sin embargo, Lucifer se sorprendió después de cometer tal vil acción. Porque el ataque que acababa de lanzar no le había dado a su débil rival.
Charlie estaba ahí. Tapándose la cara con las manos para protegerse. Utilizando su ala izquierda como escudo. Pero no recibió el impacto de la esfera de fuego. De hecho, ella creyó escuchar un golpe seco y un sollozo de dolor después de que tronara la potente explosión.
Preguntándose qué acababa de pasar, se retiró el ala y las manos de su vista para comprobarlo. Y lo que vio la dejó boquiabierta.
El cuerpo de Alastor caía rendido frente a ella. Con las vestimentas destrozadas y con quemaduras por toda la piel.
No podía ser. Había acudido para ayudarla...
Le había dicho que no interviniera en la pelea. Que no se entrometiera... ¿Por qué no le había hecho caso? ¿Por qué no estaba con los demás en el otro lado? ¿Qué conseguía él incumpliendo su orden?
Se quedó contemplando al overlord por unos instantes con los ojos bien abiertos. Sin saber cómo reaccionar al respecto. Si llorar, si enfadarse o qué. Porque estaba aterrada y al mismo tiempo furiosa y disgustada. No tenía palabras para expresar lo sucedido.
- No... - murmuró con voz apagada - I... Idiota...
Tras darse cuenta de lo ocurrido, Lucifer soltó una estridente carcajada. No se esperaba que ese necio reapareciera para defender a la princesa. Por un segundo creyó que ya no volvería.
- "Bueno, bueno..." - dijo este por telepatía - "Parece ser que ha venido un venado al rescate de su hembra..." - sonríe - "Qué tierno..."
Pero el demonio radio no era el único que había regresado al campo de batalla. Ya que...
- ¡Señor Alastor! - una voz chillona exclamó a las espaldas del rey. El cual se volvió para ver quién más había llegado allí.
Moxie, llevándose las manos a la cabeza, contemplaba cómo su nuevo amigo había terminado. Herido y magullado como si nada. El caso es que trató de pararlo antes de que hiciera una tontería. Pero no lo consiguió. Se le adelantó.
- Tú... - masculló Charlie. A punto de perder los nervios - ¿¡Tú también!?
- Tra... ¡Trate de detenerlo...! - intentó aclararle este algo nervioso - Pe... ¡Pero se me adelantó y...!
Sin embargo, antes de que pudiera acabar la frase, alguien lo agarró por detrás. Rodeándole el cuello con un lazo de cuero. Apretándole la garganta de un tirón.
Aquel atacante no era otro que Blitzo. El único que quedó del ejército fiel al rey. El cual, con la locura a flor de piel, comenzó a estrangular a Moxie.
- ¡Conque has vuelto! - gritó el mercenario. Riéndose con malicia - ¡Ya te echaba de menos, mi querido amigo!
- Argh... - intentó deshacerse del lazo. Pero le fue inútil - A... Auxilio...
- Ahora... - saca la lengua en plan infantil. Como muchas veces ha hecho - ¡Vas a saber lo que es bueno!
Charlie, al ver al pequeño imp en peligro, hizo ademán de ir a salvarlo.
Por desgracia, Lucifer le cortó el paso. Poniéndose frente a ella.
En pleno forcejeo, Moxie, a punto de perder el sentido, recordó que tenía escondida en el bolsillo de su traje una pistola. Con lo cual, lo más rápido que pudo, antes de que lo asfixiara de verdad, logró agarrar su arma secreta.
Con mucha fuerza, el enano golpeó la cara desfigurada del mercenario con su arma. Lo cual hizo que soltara el lazo. Escapando de milagro de sus garras.
Pero la pelea entre los dos ex amigos no había acabado todavía.
- ¡Auch! - aulló de dolor Blitzo. Llevándose los dedos a su nariz rota. Con lágrimas en los ojos de lo mucho que le había dolido el golpe - Argh...
Un chorro de sangre que emanó de sus orificios nasales le manchó la boca y la ropa. Dándole un aspecto de asesino en serie.
- Bli... Blitz... - dijo Moxie. Sintiendo un pequeño sentimiento de compasión por él en esos momentos. No quería hacerle más daño de lo que ya le hizo la otra noche - Lo... Lo siento... No... No quería...
Pero Blitzo, mirando a este con ojos centelleantes de ira, le gruñó:
- Grandísimo hijo de puta... - se abalanzó sobre él furioso. Harto de que Moxie se interpusiera en sus planes - ¡CABRÓN!
Los dos se enzarzaron en un violento forcejeo. Parecía una pelea entre dos lobos salvajes.
A pesar de lo interesante que se estaba poniendo la situación entre esos dos demonios, Lucifer pasó de ellos olímpicamente. Y se giró de nuevo a su impactada hija adoptiva. Diciendo (por telepatía):
- "Vaya panda de mamones tienes como amigos..." - se cruza de hombros - "No tienen remedio... ¿Eh?"
Charlie iba a responderle. Sin embargo, sus preocupaciones ahora estaban concentrados más en Alastor que en cualquier otra cosa. Por lo que, en lugar de seguir con la pelea, acudió a comprobar el estado del overlord.
Viendo que ya no le prestaba atención alguna, Lucifer negó con la cabeza. Y sin perder el feo carisma de su rostro, dijo:
- "¿Qué se siente al perder algo que amas, Charlotte?" - frunce el ceño - "Duele... ¿Verdad?"
Esta, ignorando sus palabras, se agachó frente a Alastor y trató de ver cómo estaba.
Lucifer, pasivo ante esa situación, añadió:
- "Ya me he cansado de jugar a las batallitas contigo, manzanita..." - alza la mirada hacia el cielo - "Ahora voy a hacer lo que tendría que haber hecho hace mucho tiempo..." - despliega sus cuatro alas - "Voy a destruir este mundo..."
Dicho y hecho, el rey alzó el vuelo. Yendo directo al cielo.
¿Pero por qué? ¿Qué pretendía hacer a tal altura?
Cuando hubo ascendido hacia arriba, Charlie, quien en esos momentos ya no sabía cómo parar todo aquello, puso al cuerpo de Alastor boca arriba.
Para su asombro, este abrió los ojos lentamente. Y todavía respiraba. Pero le sangraba la frente. Y del vientre le estaba comenzando a salir sangre. La cual tenía su traje de un oscuro escarlata.
- Cha... Charlie... - murmuró este, con voz débil - E... ¿Estás bi...?
- ¡IMBÉCIL! - le gritó esta, muy enfadada y asustada a la vez. Callando sus palabras - ¡Te dije que te marcharas con los demás...! - aprieta los puños - ¿¡Por qué no me hiciste caso!? ¡Joder...!
Alastor, intentando no perder el sentido, le contestó en un tono más bajo que el anterior:
- So... Sólo quería salvarte... - un dolor punzante comenzó a crecer en su interior - E... Eres la esperanza de todos... ¿Recuerdas?
Tras sus palabras, esta, moviendo la cabeza con gesto negativo, le chilló:
- ¡Pero eso no significa que lo pagueis con vuestras vidas...! - se lleva las manos a la sien - ¡Estoy harta de que os maten por mi culpa! - comienza a llorar - ¿¡Por qué!? - levanta su vista al cielo - ¿¡Por qué todos tienen que morir!? ¡Dios mío...!
Se produjo un tenso silencio en el ambiente.
Al fondo, Blitzo y Moxie seguían peleando brutalmente. A muerte súbita. Pero éstos no les prestaron atención.
Alastor, apenado por ver a la princesa tan desesperada, comprendiendo tristemente sus sentimientos, levantó su brazo derecho y le acarició la mejilla a esta con dulzura. Llamándole entonces la atención.
- Charlie... - murmuró. Ahora sin apenas fuerza en la voz.
Ella, todavía sin dejar de llorar, tomó la mano de este y la pegó aún más en su carita.
- De... Debes de seguir adelante... - prosiguió - No... No dejes que nuestras pérdidas te detengan... - entrecierra los ojos - Sa... Salvalos a todos...
- No... No puedo... - le contestó esta. Con lágrimas humedeciendo su rostro - Si... Sin tí no soy nada... - suelta un suspiro triste - No puedo continuar viviendo si tú no estás a mi lado... - pega más su mano contra su mejilla - Te necesito...
Mientras tanto, arriba, en lo más alto del cielo, Lucifer acababa de extraer su lanza angelical. La cual la tenía alzada hacia arriba.
En pocos segundos, en la punta de dicha lanza, comenzó a formarse una bola de energía blanca. Que crecía más y más a una rapidez increíble. Hasta alcanzar el tamaño de una cúpula.
- "Muy pronto..." - dijo Lucifer muy satisfecho - "Seréis reducidos a cenizas..."
Abajo, Charlie y Alastor pudieron ver lo que estaba haciendo ese monstruo.
En un instante, un velo blanco cubrió los alrededores. Y las ondas de energía de la esfera blanca hizo que se levantara el aire. Levantando el polvo.
*
En el otro lado de la orilla, Devilon y los demás habían logrado reunirse junto con Miriam y el resto de pecadores. Pero nada más reencontrarse, todos alzaron las miradas en dirección al cielo. Observando la misteriosa esfera que estaba creciendo ahí arriba.
- ¿Qué es eso? - murmuró Octavia. Quien se encontraba abrazada a Devilon. Temerosa por el peligro que se avecinaba.
- No lo sé... - le contestó su marido.
Entre los que miraban el espectáculo, Miriam, llevándose una mano al pecho, dijo para sí:
- Charlie... - un pensamiento oscuro nubló su mente - Oh, no...
*
El caos era inminente.
Dentro de poco, si nadie hacía nada, el infierno sería destruido por completo.
No comprendían ni Alastor ni Charlie por qué buscaba ese loco destruirlo todo de repente. Quizás era porque detestaba ese lugar. Y querría destruirlo para demostrarle su poder a Dios.
Viendo lo que estaba a punto de ocurrir, el demonio radio, sintiendo cómo su vista se volvía borrosa más y más, miró a su princesa y le dijo:
- Vete...
- ¿Qué...? - lo miró incrédula.
- Deten a ese ruin... - tose un par de veces y continúa - No dejes que se salga con la suya...
- Pe... Pero... - clava su mirada en él preocupada - Tú...
- Yo ya no puedo seguir, cariño... - le sonríe - He cumplido con mi deber...
Tras escuchar aquello, Charlie se derrumbó en silencio. Sin todavía soltarle la mano.
- No... No... - aprieta los párpados con rabia... - No puedo... ¡No quiero! - da un golpe con su puño libre en el suelo. Produciendo un golpe seco - ¡No puedo seguir viviendo si tú no...!
- Hey... - le acaricia la cara con ternura. Apenado por su angustia - No... No llores... - la mira con gesto tranquilizador. Sin perder el carisma a pesar de la situación - Va... Vamos... Ve...
- ¡No puedo! - le dijo. Sin alejarse de su lado - No... ¡No pienso dejarte!
La bola de energía cada vez era más grande. El aire golpeaba la tierra con más intensidad.
- Por favor... - ya no tenía apenas fuerzas para seguir hablando. El dolor que sentía le estaba destrozando - Ve a detenerlo... - frunce el ceño por el cansancio - Y... Y pase lo que pase... - suspira en plan exagerado - No... No temas por mí...
La desesperada joven no sabía qué hacer. En esos instantes no deseaba ir a ningún sitio. Quería quedarse con su amado hasta que expirara. Y ya luego que el destino cumpla con los deseos de Lucifer.
Pero por otra parte, eso no era lo correcto.
Había muchas vidas en juego. Entre ellos sus hermanos. Y no podía abandonarlos a su suerte por puro egoísmo.
Alastor tenía razón.
Debía de seguir adelante pese a las calamidades.
Lo único es que...
Era tan complicado.
- Charlie... - el pobre overlord estaba a punto de perder su último aliento - Yo... Argh... - un fino hilo de sangre le brotó de sus labios - Siempre... - medio cierra los ojos poco a poco - Te... Te estaré agradecido...
Charlie, intentando no perder el rumbo por ver a su querido amante muriéndose en sus brazos, se mantuvo firme ante la situación.
Entonces, dándose cuenta de que no servía de nada seguir lamentándose, todavía medio llorando, se inclinó hacia el moribundo Alastor y le dio un delicado beso en la comisura de sus labios. Susurrándole seguidamente:
- Snif... Te quiero...
Y este, antes de cerrar los ojos completamente, mientras unas lágrimas comenzaban a derramarse por sus mejillas, logró responderle en medio de tanto dolor:
- Y... - sonríe con tristeza - Y yo a tí...
Pero el momento tierno no duró mucho.
La tierra comenzó a temblar. Llamando la atención entonces de la princesa. Quien al poco estuvo de caerse de espaldas.
Acto seguido, intentando no perder la cordura, se incorporó como pudo del suelo y alzó la vista hacia arriba. Con gesto de valentía.
- "Vale..." - se dijo a ella misma - "Tú puedes..." - se retira los cabellos de la cara. Evitando mirar el cadáver de Alastor. Quien ya posiblemente habría muerto - "Vamos allá..." - mira hacia el cielo - "¡Detengamos a ese mamón!"
Todavía con lágrimas en los ojos, armándose de valor lo mejor que pudo, desplegó sus blancas alas y alzó el vuelo. Dejando atrás a lo que más le importaba en la vida. Ahí abandonado.
En pleno aleteo, extrajo su tridente de la nada. Haciéndolo aparecer en su mano.
- No pienso rendirme... - murmuró con valor - ¡Pienso salvarlos a todos!
*
Entre tanto, en el cielo...
- ¡Maldita sea, hermano...! - exclamó Gabriel. Dándole un empujón a Miguel en el pecho - ¡Por tu culpa ha caído ese pobre pecador...!
Este, manteniendo la compostura de caballero tranquilo, se cruzó de hombros y le contestó:
- No tenemos autorización para bajar al cielo... - blande su lanza. En señal de advertencia - Padre nos castigaría si lo hiciéramos...
- Pe... Pero... - mira de nuevo a la pantalla del cielo. Donde podía verse cómo Charlie ascendía en dirección hacia Lucifer - No... No podemos permitir que ella luche sola... - se da la vuelta en dirección al palacio de Dios - Te... ¡Tengo que ir a hablar con papá!
Alza el vuelo.
- ¡GABRIEL! - le reclamó Miguel. Pero no le hizo ni caso.
Sin embargo, apenas hubo ascendido unos metros, cuando frente a él aparecieron tres querubines. Los cuales lo detuvieron. Cortándole el paso.
Entre ellos, Deerie, el cual lideraba al grupo, lo miró con una sonrisa un tanto forzada. Como de costumbre. No solía mirar bien a los ángeles. Y menos aún a los que ocupaban un puesto superior en el ejército celestial. Como lo era él.
Al ver que no lo dejaban pasar, Miguel les chilló desesperado:
- ¡Apartad! ¡Debo de ir a avisar a padre!
Deerie, mirándolo con gesto de desaprobación, negó con la cabeza y le contestó con un tono chillón insoportable:
- Mmmm... Los dioses no eligieron a Charlie por pura coincidencia... ¿Sabes, mi buen amigo?
- Que... ¿Qué? - no comprendía nada. De seguro que lo estaba haciendo perder el tiempo a propósito por alguna razón - ¿De qué hablas, enano?
- Mmmm... - junta las patas en plan pensativo - Que en tu mano no está salvarla... - le pone ojitos tiernos - Ella deberá de luchar sola... Además... Según mis predicciones... - le regala una mueca bastante tonta - Ella podría...
Pero no termina la frase. Sino que se tapa la boca. Sin perder su aire humorístico.
Eso último despertó la curiosidad del ángel. Quien en esos momentos comenzó a sentir un miedo interno.
- Po... ¿¡Podría qué!? - lo miró con los ojos muy abiertos del impacto. Imaginándose a su hija derrotada en el campo de batalla - Mo... ¿Morir?
Ante su pregunta, Deerie, inclinando la cabeza, le respondió con voz temblorosa:
- Sí... Emmmm... No... Emmmm... Sí...
- ¿Que sí? - se quedó de piedra.
- Emmmm... No...
Ya no lo pudo aguantar más.
- ¡HIJOS DE PERRA! - hizo ademán de agarrar al dichoso reno querubín del pescuezo - ¡DEJAR YA DE TOMARME EL PELO!
Pero tanto este como sus acompañantes se alejaron de su lado volando. Sin dejar de reír por lo bajo. Cosa bastante sospechosa.
Gabriel trató de ir tras ellos para darles un buen escarmiento.
Hasta que, muy rápidamente, Miguel lo agarró del brazo para detenerlo.
- Ya está bien, hermano... - le dijo en tono sereno - Si sigues así, te meterás en graves problemas...
Gabriel, agachando la cabeza, sintiéndose mal por no poder hacer nada por su hija, murmuró:
- Esos tres saben lo que le pasará a Charlie... - lo mira con cara de preocupación - ¿Por qué no me lo quieren contar?
Este, llevándoselo de vuelta a la plaza central con cuidado, pero sin dejar de agarrarlo con fuerza por si acaso oponía resistencia, le contestó:
- No podemos reescribir el destino, Gabi... - le sonríe con gesto de superioridad - ¿Nunca te lo han dicho?
Entre tanto, en la pantalla plateada del cielo podía verse a Charlie frente a un Lucifer ido de cólera. Cuya bola de energía ya había alcanzado un tamaño extremadamente grande. Como la de una luna.
No había nada que pudiera hacer ella. Era imposible que detuviera eso.
*
Desde el otro lado del mar abierto, Devilon y los demás contemplaban la esfera brillante del cielo. No sabían qué era. Pero lo que sí tenían claro es que no parecía ser nada bueno.
Asustados, sabiendo que se avecinaba algo muy peligroso que probablemente acabaría con sus vidas, se abrazaron unos a otros.
Nifty con Baxter. Angel con Husk. Devilon con Octavia. Cherri Bomb con Vaggie. Charles con su hermana Miriam.
Loona fue la única que no formó parte del círculo de unidad. Se quedó apartada del grupo de brazos cruzados. Mirando al cielo con su único ojo medio cerrado. Sin perder la seriedad. Preguntándose qué pasaría de ahora en adelante.
En medio del panorama, una desesperada Millie, con su adormilada hija atada a su espalda, buscaba a su marido entre los presentes. No se había dado cuenta de su desaparición hasta ese momento. Y lo que más le sorprendió es que Alastor tampoco estaba allí. Eso sólo podía significar una cosa.
Que habían acudido a ayudar a Charlie.
- ¡Mierda! - maldijo muy preocupada - ¡Moxie! ¿¡Por qué!?
*
En lo más alto del cielo, Charlie, agotada y dolorida de tanto pelear, lanzó una mirada de rivalidad a Lucifer. El cual se la devolvió con una amplia sonrisa de satisfacción.
- "¿Crees que puedes detenerme?" - le dijo este. Agarrando con más fuerza la lanza - "Es el fin para todos vosotros..."
- ¡De eso nada! - exclamó ella. Blandiendo su tridente - ¡Voy a detener tu ataque! ¡Y no pienso permitir que hagas daño a más gente!
- "Bueno..." - frunce el ceño molesto - "Si prefieres arriesgarte..."
Entonces, sintiendo cómo una enorme energía se concentraba en su esfera de energía, Lucifer, seguro de sí mismo, hizo ademán de bajar la lanza. Y así acabar de un plumazo con todo aquel mundo que creó su padre para él y los pobres condenados.
Pero antes de eso, miró por última vez a Charlie. La hija de su hermano pequeño. El arcángel Gabriel. Y por lo tanto, su sobrina.
Con una mueca malvada, deseoso de terminar de una vez con su trabajo, le soltó a esta con malicia:
- "Saluda a tu querido amado de mi parte..."
Y bajó la lanza lentamente. Ya que la energía era demasiado pesada como para soltarla de golpe.
*
Entre tanto, en el cielo...
- ¡Por favor, Miguel! - exclamó Gabriel. Ante la mirada amenazante de su hermano - ¡Ésto es un caso de extrema urgencia! - aprieta los puños - ¡Si no ayudamos a Charlie, moriremos!
Pero Miguel, apuntándole al cuello con su lanza de oro, regalándole una sonrisa horrenda, le contestó:
- Lo siento... Pero no puedo hacerlo...
- ¿¡Cómo que...!? - Gabriel no comprendía nada. Era imposible que Dios no les permitiera actuar ahora. Era una situación en la que sus vidas corrían un grave peligro - ¿¡Como es que no puedes permitirlo!? - señala con el dedo la pantalla - ¡Lucifer está a punto de destruir el infierno! ¡Y es probable que después venga aquí a por nosotros!
Miguel, sin perder el carisma de su rostro angelical, lo cual le hacía parecer más un demonio que una deidad celestial, murmuró medio cabizbajo:
- Hice un pacto...
Ante lo que dijo, Gabriel abrió los ojos como platos.
- ¿Qué?
El resto de almas y ángeles presentes también lo escucharon. Y se quedaron mirándolo con extrañeza.
Viendo que todo el mundo lo miraba, el misterioso y siniestro ángel, sin bajar el arma a su hermano, explicó de forma pausada:
- Hace ya mucho tiempo... - pone una mueca traviesa - Tras el nacimiento de Charlie... Descubrí que esa cría, en un futuro, se convertiría en una amenaza para todos... Tanto para los pecadores como para nosotros y Dios nuestro padre...
Los demás se miraron unos a otros sin comprender nada.
- Así que... - prosiguió - Bajé al infierno para matarla... Y acabar con ésto... - frunce el ceño con aire furioso - Sin embargo... Cuando esa noche bajé al infierno... Y llegué donde reposaba la pequeña en su cuna... - aprieta su puño libre - Cuando le lancé mi ataque... No le hizo ningún efecto... Rebotó en ella... Y me golpeó a mí...
Gabriel no sé creía lo que estaba escuchando. ¿Insinúa que trató de acabar con Charlie desde el principio?
- Caí derrotado por mi propio ataque... - continuó hablando - Lo que me dio a entender que ya era demasiado tarde para quitarle la vida... - suspira intranquilo - Así que... - alza la cabeza hacia el confundido Gabriel - Después de que se liara toda esa parafernalia en el infierno con que si la elegida iba a venir y tal y cual... - vuelve a sonreír - Hice un pacto con una overlord...
- Cu... ¿Cuál? - murmuró Gabriel nervioso.
- Demonika...
Tras pronunciar aquel nombre, todos los de alrededor soltaron una exclamación.
- Sí... - prosiguió - La que gobernaba el infierno antes de que Lucifer fuera desterrado allí... La demonio más poderosa de todos los overlords y demonios de todas las dinastías... - mira a su hermano. El cual estaba casi boquiabierto - La liberé del sello en el que nuestro hermano la encerró... Y le pedí que matara a Charlie a cambio de que me otorgara ser el rey del paraíso... Destronando a nuestro padre...
Todos se quedaron a cuadros por lo que estaba diciendo. Era increíble. Nunca llegaron a pensar que el ángel más querido de Dios tuviera planeado todo aquel plan tan malvado.
- Ella puede viajar a través del tiempo... - continuó - Y sólo ataca cuando las circunstancias lo permiten, según me dijo... - fulmina a Gabriel con la mirada - Es probable que tu hija logre vencer a nuestro hermano... Sin embargo... - sonríe de oreja a oreja - Ji ji ji ji... No importa cómo de bien termine esta historia... Pues Demonika logrará que el final sea como yo quiero... - su cara se torna a oscuro. Como la de un demonio - Con la perra de tu hija muerta...
Algunos murmuraron cosas con respecto a lo que acababa de decir. Otros pusieron caras de asombro y de miedo a la vez.
Pero ninguna de las emociones que sintieron los presentes se comparaban con la de Gabriel.
Estaba disgustado. Pero a la vez furioso. Él amó a su hermano desde siempre. Confío en él para todo. Pero ahora resulta que él en realidad lo estuvo engañando durante todo ese tiempo. Con la intención de acabar con su hija y hacerse con el poder del cielo. ¿Por qué? ¿Por qué lo defraudaba de esa forma? ¿De donde nacía tanto desprecio y venganza?
Al ver que no decía nada, Miguel, ahora más satisfecho que nunca, puso cara de niño macarra, y le dijo con gesto de chulería:
- Lo siento hermanito, pero... - su voz se tornó a grave y su cara pasó de simpática a oscura. Simulando ser un ángel exterminador - Estoy harto de que seas el preferido de papá... - hizo ademán de clavarle su lanza en el cuello - Muéret...
¡CLONC!
Pero antes de que pudiera hacerle daño, uno de los ángeles presentes, Margarita, golpeó a Miguel en la cabeza con un jarrón de oro que habría pillado de por ahí. Causando que se desplomara contra el suelo. Perdiendo el conocimiento.
Gabriel por poco estuvo de sufrir un infarto tras aquella acción repentina. No se llegó a esperar que su otro hermano, Margarita, un ángel de género fluido muy asustadizo, llegara a hacer eso. Creyó por un segundo que estaba en contra de lo que quería hacer. Que estaba del lado de Miguel. Pero parecía ser que se equivocaba.
- He... Hermano... - murmuró Gabriel, impresionado - Pero... ¿Por qué lo has...?
Este le negó con la cabeza en plan exagerado y le gritó muy nervioso:
- ¡No pierdas más el tiempo! - le señala con el dedo la pantalla del cielo - ¡Ayúdala!
El pobre Gabriel, sintiendo en esos momentos algo de afecto y a la vez confusión por Margarita, rápidamente, se volvió a mirar de nuevo a Charlie a través de dicha pantalla. Viéndola enfrentarse a Lucifer sola. Sin nadie que la protegiera del inminente caos que estaba por venir.
Decidido a intervenir fuera como fuese, este, olvidándose por completo de sus temores en cuanto a lo que podría pasar si incumplía las normas de Dios, se llevó los dedos anular y corazón a la frente. Y apenas fue tocarse la sien, cuando su cuerpo se teletransportó. Desapareciendo de las miradas de los presentes. Quienes se quedaron boquiabiertos.
*
La bola de energía del poderoso Lucifer pronto caería a la tierra infernal. Arrasandolo todo a su paso. Dando paso al apocalipsis total.
Charlie creyó en un principio que podría. Que lo tenía controlado para ganarle. Que su deidad la salvaría de ese apuro gracias a que tenía el gran tridente que le regalaron entre sus manos. Pero no hubo respuesta. No sintió la fuerza celestial correr por sus venas. No emanó ninguna serpiente u otra criatura de su arma para ayudarla. Sólo hubo dolor y miedo en su corazón.
Lo tenía perdido. Todo iba a terminar. Era imposible que ella, por muy elegida que fuera en la profecía o por muy poderosa que fuera, lograra detener aquello que se le venía encima.
No podía salvar a la gente que quería. Y eso la llenaba de una tristeza profunda.
Después de tantos acontecimientos que había vivido desde la apertura de aquel hotel, había aprendido muchas cosas. Entre ellas lo importante que es la amistad y el cariño de la gente. Además de que en el mundo no sólo existe gente mala. También lo hay maravillosa.
Ha crecido mucho desde entonces. Y no se arrepiente de nada. Ha cumplido con su deber. Proteger a los suyos y darles un buen hogar. Ha llegado muy lejos a pesar de todo.
Pero en ese momento no estaba en su mano salvar su mundo. Moriría ella con el resto. Y sus esfuerzos serían en vano.
Sin embargo, antes de que la triste joven siguiera castigándose por no poder ser capaz de detener a Lucifer, una voz más suave que el terciopelo llegó a sus oídos.
- "Morningstar..."
- ¿Mmm? - murmuró. Alzando la cabeza hacia el oscuro cielo sobresaltada. Sin soltar su arma de entre sus manos.
De pronto, de aquel fondo negro infinito con nubes escarlatas, resurgió una luz blanca. Brillante y potente. La cual hizo que la princesa se tapara la vista con la mano libre. Pero sin perder la atención hacia aquella misteriosa aparición.
Tras aquella luz, de ella apareció una figura con forma de criatura alada. De grandes alas y alta estatura.
Lucifer pareció darse cuenta de la llegada del nuevo rival. Ya que detuvo su ataque un momento para comprobar quien era.
El desconocido ser fue descendiendo con delicadeza de los cielos. Yendo en dirección al lado de Charlie. Y cuanto más cerca estaba, ella fue descubriendo poco a poco los rasgos que escondían aquel ser.
Por cada arista que la joven demonio iba descubriendo del rostro de aquel personaje, sentía cómo el corazón le latía con más fuerza en su pecho. Porque no era capaz de creerse lo que estaba viendo.
Era como si lo hubiera visto antes. Hace ya muchos años (o incluso siglos). Hasta lo recordaba de habérselo encontrado en algún sueño. Uno de esos raros sueños que se le repetían noche tras noche cuando era una niña. Y de los que luego no recordaba apenas detalles de ellos. Sólo imágenes borrosas.
Ahora, sus recuerdos se estaban aclarando. Y esa imagen que siempre vio borrosa en sus recuerdos estaba volviendo a obtener de nuevo claridad y color en el interior de sus pensamientos.
Piel blanca, olluelos rosados, pupilas doradas, cabellos rubios, hermosa belleza...
Era él. El arcángel mensajero de Dios. Una de las criaturas celestiales más populares de la historia.
Gabriel. Su verdadero y más lejano padre.
- Papá... - fue lo único que salió de los labios de Charlie después de que la criatura apareciera detrás de ella. Mirándola muy seriamente.
- Hermano... - murmuró Lucifer. Sorprendido por su aparición. Se suponía que los arcángeles no podían bajar a los infiernos salvo por autorización del propio Dios... - "¿Lo habrá mandado él?"
Pero Gabriel hizo caso omiso a la presencia de su hermano traidor. Lo único que hizo fue acercarse a Charlie. Y con mucha delicadeza, posó sus manos sobre los hombros de esta, mirándola con aire sereno. Y comenzó a hablar con ella. Por primera vez después de tanto tiempo sin volver a verla de nuevo.
- No te des por vencida tan fácilmente, Charlotte...
- Ah... - era incapaz de hablar. No sé creía que su verdadero padre, el ángel que aparecía en sus sueños cuando era pequeña, estuviera allí a su lado. Acudiendo a su ayuda.
- Reúnes en tí todo el poder de tus ancestros del cielo y una fuerza demoníaca colosal... - le fue diciendo. Mostrando entonces una pequeña sonrisa en sus finos labios - Eres invencible ante cualquier obstáculo...
Sus palabras eran muy conmovedoras. Sin embargo, por mucho que la apoyara, Charlie no se sentía incapaz de seguir luchando.
- Pero... Papá... - se mira el brazo con el que no sujetaba el tridente. Le sangraba mucho. Apenas lo podía mover - Estoy lastimada de un brazo... - se vuelve a su padre con gesto de desánimo - No... No podré...
- No te preocupes... - le contesta este, con un tono tranquilizador en su voz - Porque yo estaré aquí para ayudarte... - le acaricia los hombros con gesto de consuelo - Tú sólo concentra todo tu poder en el brazo que todavía no tienes herido...
Viendo que no hacían más que parlotear, Lucifer, a pesar de que temía a la presencia de su hermano, no se dio por vencido. E hizo ademán de retomar su ataque destructivo.
Pero antes de que la bola de energía fuera lanzada por él hacia abajo, Gabriel, sabiendo el peligro que se avecinaba, agarró la mano con la que Charlie sujetaba el tridente. Y de sopetón se lo arrebató. Tirándolo al vacío.
Tras aquel gesto, Charlie miró a su padre boquiabierta. Sin comprender por qué lo había hecho. Era lo único que tenía para defenderse.
- Despréndete de tu arma... - le dijo este. Mirándola más serio que antes - Y ataca a Lucifer con el poder del arcoiris... - le agarra el brazo bueno y se lo levanta. Como si se lo estuviera inspeccionando - Esa energía celestial que se concentra en el interior de tu espíritu... - le vuelve a sonreír - Usa tus manos, Charlotte...
- Ah... - no entendía. Ahora resulta que para vencer a Lucifer tenía que usar el poder del arcoiris. Ataque que apenas usó a lo largo de su vida. Ya que no lo consideraba muy eficaz contra los demonios - Pe... Pero...
- Debes de confiar en tus poderes y en tí misma... - vuelve a posar sus dedos sobre los hombros de ella - Ya que eres el demonio más poderoso del infierno... ¿Oíste? - le regala una mirada de complicidad. Al mismo tiempo que de paternidad. Se notaba que estaba emocionado por volver a verla - Ningún overlord llega a superarte... - sonríe con ternura - Hija mía...
- Papá... - sus palabras dejaron sin argumentos a la princesa. Nunca llegó a creer que su verdadero padre era un hombre con un corazón de oro. La antítesis exacta de Lucifer.
Tras un corto silencio en el que sólo hubo intercambio de miradas entre padre e hija, al final, Charlie, ahora sintiéndose mejor tras los ánimos del arcángel, suspiró y dijo con firmeza:
- Está bien... - vuelve a ponerse seria. En señal de combate - Lo haré...
- Lo haremos juntos... - añadió este con dulzura. Manteniéndose detrás de ella. Como si la estuviera socorriendo del peligro - Tú sólo concentra todo tu poder...
- Ockey... - le contestó esta, volviendo a su estado de guerrera valiente.
Era la primera vez que alguien era optimista con ella. Las palabras de Gabriel habían logrado animarla para que siguiera luchando. Hacía tiempo que buscaba que alguien le dijera cosas buenas y que no la menospreciara. Como muchos otros habían hecho con ella antes. A lo largo de su vida.
Viendo que ese insensato se había unido a su joven rival, Lucifer, furioso pero satisfecho a la vez porque sabía que no podrían detener su ataque, lanzó con todas sus fuerzas la pesada bola de energía contra ellos.
Y cayó...
*
Un aire exagerado se levantó. Una luz blanca cegadora cubrió el terreno. La apocalipsis estaba a punto de dar inicio.
Devilon y compañía tuvieron que arrodillarse al suelo. Abrazándose unos a otros. Asustados por lo que estaba pasando.
- ¿¡Qué podemos hacer!? - gritó Millie desesperada. Agarrada a la capa negra de Devilon.
- ¿¡Dónde coño está Alastor!? - aulló Angel Dust. Sin soltar a Husk en ningún momento.
Sólo hubo una única persona del grupo que no se inmutó ni en los temblores de la tierra ni en el potente resplandor.
Miriam, en mitad de aquel desmadre, miraba con sus grandes ojos hacia donde ahora Charlie y Gabriel se encontraban.
Sus instintos demoníacos, tras detectar la energía de ambos, hizo que se quedara paralizada. Como si acabara de tener un terrible deja bu.
De pronto, miles de imágenes extrañas de ángeles y demonios luchando unos contra otros pasaron por su cabeza. Y mientras todo aquello iba cruzando por su mente, sus pupilas, negras como el carbón, se tornaron al rojo escarlata.
Una débil aura rojiza cubrió su cuerpo. Al mismo tiempo que sus cortos cabellos rubios se levantaban por la delicada energía que emanaba de ella.
Los demás no se dieron cuenta de lo que le pasaba porque estaban muy asustados como para centrarse en otra cosa. Sólo su hermano, Charles, la descubrió de ese modo. Hasta ahora no la había visto así. Incluso le dio algo de miedo.
Hizo ademán de ir a ver qué le pasaba. Pero justo se estaba dirigiendo a su lado, cuando ella, apretando los dientes, levantó la mano derecha hacia arriba. Y gritó con todas sus fuerzas:
- ¡TE OFREZCO MI PODER!
El aura que la rodeaba ascendió como una flecha hacia el cielo desde su mano. Y entonces, en tan sólo tres segundos, desapareció de alrededor suya.
Acto seguido, la joven, tras soltar un suspiro apagado, se desmayó. Cayendo en los brazos de su hermano. El cual acudió a ayudarla a tiempo antes de que se desplomara contra el suelo.
- Miriam... - murmuró incrédulo - Has... ¿Has dado parte de tu poder a...?
*
La llama de energía rojiza ascendió hasta donde estaba Charlie y la rodeó. Dándole una energía superior a la que tenía.
- ¡Ah...! - gritó esta. Tras sentir la punzada de aquel poder en su cuerpo.
De pronto, su cansancio se desvaneció por completo de su cuerpo. Sintiéndose más viva que nunca. Perdiendo entonces el dolor que la estaba consumiendo.
No se dio ni cuenta. Pero las pupilas de sus ojos pasaron de ser negros a rojos. Tal y como le había pasado antes a su hermana. Y su nivel de fuerza estaba creciendo de forma increíble.
- Charlie... - murmuró Gabriel. Tras ver cómo aquel poder la poseía por completo.
Lucifer también pudo notar aquella fuerza. Pero de todos modos, no sintió temor alguno. Estaba seguro que esos dos mentecatos no podrían con su ataque por muy poderosos que fueran. Era demasiado pesado para ellos.
Ahora más segura de sí misma, Charlie, clavando su vista en la bola de energía que estaba a punto de chocar contra el infierno, levantó la mano que su padre tenía tomada. Y seguidamente, se comenzó a formar en ella una pequeña esfera anaranjada. Rodeada de un aura celeste.
Fusión del poder de Gabriel con el de ella.
Los dos concentraron toda sus energías en la realización de ese ataque. Esperanzados de que todo saliera bien.
En tan sólo diez segundos, la esfera de ambos pegó un exagerado estirón. Llegando a alcanzar el tamaño de la de Lucifer. Sólo que no era blanca. Sino de un color rojo potente. Rodeada por unas llamas azuladas.
Charlie, ahora con su brazo completamente alzado hacia el cielo, aguantando aquella energía lo máximo posible, pudo ver un momento a su padre. El cual, regalándole energía a través de su mano entrelazada con la de ella, le sonrió y le dijo:
- Buen trabajo, Morningstar... - le sonríe complacido - Estoy muy orgulloso de ti...
Ella, que desconocía el motivo de por qué la denominaba así, quiso preguntárselo. Pero este, antes de que lo hiciera, añadió:
- Tu madre y yo te pusimos ese nombre... "Estrella de la mañana..." - la mira con los ojos brillantes - Eso es lo que eres... Charlie... - se le ilumina el rostro con una ligera sonrisa - Nuestra estrella...
Tras sus encantadoras palabras, esta, sintiendo muchas cosas que le estaban haciendo entender todo cuanto había vivido a lo largo de aquella aventura, tantas dudas sin resolver, unas lágrimas brotaron de sus ojos rojos. Al mismo tiempo que sonreía con el rostro medio forzado. Ya que la energía que aguantaba pesaba mucho.
Entonces, antes de volver la vista hacia el enemigo, murmuró conmovida:
- Te amo, papá...
La bola de energía, ahora gigante y hermosa, creada por las manos de un demonio mestizo y de un ángel bondadoso, ya estaba lista para ser lanzada.
Padre e hija, decididos a destruir a un orgulloso Lucifer que de momento no sentía ningún miedo, levantaron la esfera juntos. En dirección hacia la esfera celeste que estaba a punto de impactar contra el infierno.
*
Desde donde Devilon y los demás estaban, podía verse la luz rojiza de la esfera de Charlie.
- ¿Qué leches...? - dijo Charles por lo bajo. Sintiendo la poderosa energía proveniente de aquel lugar. Era incalculable.
Miriam, la cual estaba en los brazos de este, medio abrió los ojos y murmuró muy débil:
- Hermana...
*
Sin temor alguno, Charlie y Gabriel, mirando con gesto de valentía hacia aquel poderoso ataque exterminador que se les venía encima, se pusieron en posición de lanzamiento. Alzando un poco más los brazos.
- ¡Espera un poco, Charlotte! - gritó Gabriel - ¡Si la lanzamos ahora, ambas energías colisionarán y harán estallar todo por los aires! - le agarra el hombro con su mano libre - ¡Hay que elevar el nivel de poder un punto más!
- De... ¡De acuerdo! - le contestó esta. Sintiendo un terrible dolor en el brazo con el que aguantaba la esfera. Le daba la sensación de que unos bichos se lo estaban devorando por dentro.
Pero el ataque de Lucifer ya estaba muy cerca. A unos pocos centímetros de la tierra. Si seguían esperando, luego sería demasiado tarde.
Los temblores eran más violentos. El aire soplaba más fuerte. El mar de sangre que formaba el camino en dirección hacia el otro extremo de la orilla se estaba medio desbordando por los lados. Formando un exagerado oleaje.
Viendo ese panorama, a Lucifer se le formó una sonrisa de oreja a oreja en su boca.
- Ju ju ju... - río en plan malicioso - "¿Quien podrá detenerme ahora?"
En medio de aquel desastre, Charlie, que pudo notar cómo algo húmedo con olor a metal le descendía por su dolorido brazo, cerrando los ojos con fuerza, exclamó dolorida:
- ¡Papá! ¡No puedo...! - arruga la cara con fuerza. Intentando soportar lo más que podía el peso de la esfera - ¡Me duele!
- ¡Sólo un poco más, Charlie! - le gritó este, con un poco de severidad. Sin soltarle el hombro - ¡Aguanta!
El ataque de Lucifer ya casi había alcanzado la tierra. En tan sólo dos segundos chocaría contra ella y lo destruiría todo a su paso. Y ya estaría entonces perdida la batalla.
Después de que destruyera aquel lugar, el rey de los demonios tenía planeado dirigirse al paraíso y asesinar a todos su hermanos. Los que formaron parte de su expulsión. Y luego, con su gran poder, acabaría con la vida de su padre. El gran Dios. Como venganza por haberlo echado de su hogar. Entonces se proclamaría rey del cielo. Y todo cuanto le rodeara estaría bajo su poder.
De sólo pensarlo, a Lucifer se le iluminó el rojo de sus ojos.
- "Muy pronto..." - se dijo a si mismo - "El mundo entero será mío..."
Ya nada podría detenerlo. Estaba claro que la victoria ya la tenía más que ganada.
Sin embargo, fue sólo pensar ésto, cuando de repente...
- ¡AHORA! - gritó Gabriel.
Tras su orden, Charlie, como si hubiera escuchado un pistoletazo de salida en su oído, frunció el ceño e hizo descender el brazo con todas sus fuerzas contra la esfera de energía de Lucifer.
La bola llameante de Gabriel y ella chocó contra el ataque enemigo. Produciendo un sonido estridente. Acompañado de una ráfaga de luz y de un fuerte viento que al poco estuvo de hacer que Charlie fuera arrastrada para atrás.
De forma milagrosa, el ataque de padre e hija resultó ser más fuerte que el de Lucifer. Con lo cual, con mucha facilidad, logró atravesar la esfera celeste. Haciéndola estallar en mil pedazos. Abriéndose paso hasta donde se encontraba el ahora perdido rey de los demonios.
- No... - murmura incrédulo - ¡Noooo...!
Era imposible que escapara. Estaba acorralado.
La potente bola llameante lo atrapó de golpe. Cubriéndolo en llamas. Y lo llevó en dirección hacia arriba. Destrozándolo poco a poco.
- ¡Aaargh! - gritó Charlie. Sin creerse que acabara de acertar en su ataque. Además de que no sabía si preocuparse o no porque Lucifer, el que en un pasado fue su malvado padre, estuviera sido consumido por las llamas celestiales en esos momentos. Teniendo una muerte lenta.
A pesar de lo alto que estaba en el cielo, a los oídos de la princesa llegaron los gritos de dolor de Lucifer. El cual, antes de que fuera destruido por completo, exclamó:
- ¡MALDICIÓOOOOOOOOOOOOOOOOON!
Tras aquel grito, la bola de energía, desde lo más alto del cielo, estalló en un fuerte haz de luz anaranjada. Hasta que se desvaneció por completo. Desapareciendo para siempre. Dando paso a un repentino silencio. El cual, para nuestra protagonista, fue como música para sus oídos.
*
En el otro lado de la orilla, Devilon y los demás vieron todo lo sucedido. Y nada más ver cómo aquel ataque misterioso acababa de frenar la bola de energía que podría haber destruido todo el infierno y haber acabado con la vida de todos ellos, no supieron lo que decir.
De repente, todo volvió a estar en calma. El aire cesó. Los temblores desaparecieron.
Todo había terminado.
El equipo suspiró aliviado. Eso significaba que Charlie había logrado vencer al enemigo.
Ahora... ¿Seguiría viva?
Devilon seguía sin sentir su fuerza. Lo cual le preocupaba un poco. Si no la sentía, probablemente o estaría inconsciente o quizás...
En medio del silencio, Miriam, quien hace unos minutos estaba medio inconsciente en los brazos de su hermano, se puso en pie de un salto. Dándole una patada en la cara sin quererlo a Charles. Y con mucha alegría, dando saltos como una niña, ante las miradas incrédulas de los presentes, gritó:.
- ¡HURRA! ¡HURRA! ¡HURRA! - se gira a los demás - ¡CHARLIE HA GANADO!
- Argh... Sí... - dijo Charles medio dolorido por el golpe - Pero me duele la cara...
*
Entre tanto, en lo alto del cielo, una Charlie agotada y dolorida intentaba comprender lo que acababa de ocurrir en aquellos instantes.
Era increíble. Lucifer. El rey de los demonios. Su padre. El que la estuvo criando desde que nació. El temor de todos los pecadores. El ser más poderoso del inframundo...
Lo había derrotado.
Eliminando su existencia de la faz de la tierra.
A pesar de que se había hecho con la victoria, salvandolos a todos, sintió una pequeña punzada en su corazón. Pues a él, a pesar de lo mucho que había hecho, lo seguía considerando su figura paterna. Todavía le tenía algo de cariño. Y especialmente después de haberlo visto en el palacio. Llorando por la muerte de su único hijo...
De pronto, su vista se fue tornando a negro. Las fuerzas ya no le contestaban. Estaba derrotada.
A tientas, hizo ademán de buscar a Gabriel. Intentando darse la vuelta. Quería abrazarlo. Darle las gracias por haberla ayudado. Contarle muchas cosas.
- Argh... - giró la cabeza a sus espaldas. Con la esperanza de que el humilde arcángel aún siguiera con ella a su lado - Pa... Papá...
Sin embargo, antes de que pudiera hacerlo, su mente desconectó por completo del mundo real. Llevándola a un abismo oscuro.
Y se terminó desmayando...
...y hasta aquí el episodio. Lamento la larguísima tardanza. Debido al trabajo y a otras cosas he estado muy ocupada últimamente. Pero al fin logré daros este gran capítulo (muy largo, es cierto 😅).
Nos estamos acercando al gran final. Pero eso no significa que tras esta historia todo termine. Le seguirán dos precuelas cuyos primeros capítulos ya están publicados para su disfrute 😋(no publicaré más de ellas hasta que esta la haya terminado oficialmente). Servirán para explicar pequeños detalles de la trama principal y entretener con otras magníficas aventuras. En las que los mercenarios de la empresa IMP y el querido Angel Dust tendrán todo el protagonismo del mundo (y ya no digo más sobre ellas 🤣).
Espero que os esté gustando mi fanfic. Y que todo cuanto vaya a ocurrir en él sea de vuestro agrado.
Hasta entonces...
Seguir sintonizados... 😈
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