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Capitulo 66 - La maduración de Charlie

👆 Esta canción sonará en una de las escenas de este episodio. Tranquilos, que os avisaré en el texto cuándo la tenéis que poner ;)

El choque entre ambos bandos guerreros fue como el disparo de un cañonazo en el aire.

Algunos murieron en el acto tras el golpe. Otros lograron resistir. Entre ellos, Devilon y los demás que trataban de defender a los suyos.

A partir de ahí, se desató la encarnizada batalla. Pero no todos estaban presentes en esa lucha.

Charlie tenía que darse prisa. Si no hacía nada por poner a salvo a los pecadores más débiles, entonces podría caber la posibilidad de que fueran a por ellos. Y no quería eso. Stolas confiaba en ella. Debía de cumplir sus órdenes.

Decidida a sacarlos de allí, la princesa, colocándose frente a la orilla de sangre, levantó las manos hacia arriba. Agarrando el tridente con la derecha.

Los que iban con ella, entre ellos Octavia, Miriam y Charles, la miraban con caras de extrañeza. ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué de repente ponía esa pose tan rara?

De pronto, tras pasar unos diez cortos segundos, el cielo comenzó a oscurecerse. Como si fuera a dar paso a una lluvia de tormenta. Oscureciendo el lugar.

Hasta que de repente, sucedió algo extraordinario que a cualquiera hubiera dejado con la piel de gallina.

Una vez las nubes negras hubieron cubierto por completo el cielo, Charlie, cerrando los ojos y respirando con mucha relajación, posó las yemas de sus dedos sobre su arma celestial. Sintiendo el equilibrio del universo bajo sus pies. Cada vez que tocaba dicha arma notaba una especie de corriente recorriendo su cuerpo.

Entonces, a una velocidad algo lenta, golpeó violentamente la orilla con las agujas puntiagudas del tridente.

Tras hacerlo, el mar, que en un principio no era más que un tranquilo oleaje espumoso, comenzara a separarse. Formando una apertura de varios metros de anchura. Abriendo un camino que conducía al otro lado de la orilla. A las puertas del paraíso.

Los presentes estaban que no se lo creían. Era increíble lo poderosa que se había vuelto la joven con tan solo un arma regalada por los ángeles. No había nada que la parase.

Cuando el mar se hubo abierto del todo, Charlie, sin necesidad de hablar, les hizo un gesto para que entraran a la apertura. Y eso iba a resultar complicado. Pues ellos no se fiaban de lo que pudiera pasar en mitad de aquellas aguas levantadas.

Por suerte, hubo un tipo que se ofreció voluntario para demostrar que no tenía miedo alguno. Y ese fue Charles.

El apuesto demonio de cabellos rubios se dirigió hacia el mar. Lo que hizo que los demás lo miraran sorprendidos. Pues no parecía asustado como ellos.

Antes de entrar, este se giró a Charlie y le sonrió. Eso sólo podía significar una cosa. Que la desconfianza que desde siempre mostró hacia ella se había extinguido. Y eso hizo que la princesa sintiera un gran afecto por él en esos momentos.

Los restantes, dándose cuenta de que no podían andarse con los temores que los paralizaban, imitaron a Charles. Y se dirigieron en fila india hacia el camino que formaban las aguas. Intentando no mirar atrás. Pues algunos de sus seres queridos estaban luchando contra los enemigos. Y no sabían si lograrían regresar con ellos después.

La única que no fue con ellos fue Charlie. Que se quedó donde estaba.

Miriam, al ver que no los acompañaba, hizo ademán de ir a su lado. Sin embargo, Charlie le hizo un gesto con la cabeza. Negándole que no se quedara con ella y que siguiera adelante. Cosa que la hizo detener sus intenciones.

- Charlie... - murmuró - ¿Qué pretendes hacer?

Por suerte, Octavia, la cual no hacía más que pensar en Devilon y en su padre, armándose de valor, agarró a la pobre Miriam de los hombros y la condujo al interior del mar.

- Tranquila... - le dijo por lo bajo. Al ver lo preocupada que estaba por su hermana - Ella estará bien...

Las dos se adentraron, junto con el resto, a aquél oscuro camino. Hasta que se fundieron en la penumbra. Alejándose del peligro.

Después de que los perdiera de vista, Charlie suspiró aliviada. Esperaba que llegaran a tiempo. Antes de que las puertas del mar se cerraran. No podría mantenerlo así durante demasiado tiempo. Más o menos tenían una hora de tiempo para cruzarlo.

Por desgracia, apenas hubo visto cómo los suyos se hubieron marchado, cuando alguien la agarró por detrás. Despertandola de su dulce alivio.

Ese alguien la arrojó hacia adelante. Tirándola al suelo. Golpeándole la espalda con fuerza contra la tierra.

Esta, blandiendo todavía su tridente, vio a la persona que le acababa de atacar. Pensando que sería Lucifer o alguno de los overlords o seguidores suyos.

Su rostro palideció. Era Alastor.

Los ojos rojos de este brillaban con fuerza. Y sus fauces afiladas mostraban una sonrisa desencajada que daba escalofríos. Al mismo tiempo que sus extremidades se habían alargado.

La luz roja del collar de metal de su cuello no paraba de parpadear. Lo estaba controlando.

- Voy a matarte... - le dijo con una voz grave horrible. Regalándole una mueca malvada. La misma que ponía cuando atacaba a sus víctimas - Perra inmunda...

Alzó las garras de su mano derecha. Dispuesto a abrirla en canal y devorarla. Sin tener ni idea de lo que estaba haciendo. Pues su verdadero yo, el que ahora se encontraba atrapado en su cabeza, no quería hacer daño a la pobre mujer.

Charlie podría haberlo atacado en esos momentos con su arma. Hiriéndolo por el costado. Sin embargo, no pudo. Le estaba pasando como cuando mataron a Angel Dust. Le era imposible reaccionar. El ver a quien hace unos días fue su amante deseando acabar con ella le hacía sentir un dolor profundo. Al mismo tiempo que un terror interno. Que evitaba que reaccionara.

Alastor, al ver que no se movía, sonrió en plan malévolo e hizo el gesto de clavar su zarpa en las carnes de ella.

Pero antes de que pudiera cometer tal acción...

¡ZAS!

Una figura negra se interpuso entre Charlie y él. Y con un movimiento rápido, le golpeó en la cara a este con lo que parecía ser el puño de dicho personaje misterioso. Evitando que la matara.

Sorprendida por la repentina aparición, Charlie, temblando por lo mal que lo había pasado, alzó su vista hacia aquella persona o criatura que la había salvado de la muerte.

Y cuando la hubo visto, sintió cómo el corazón le latía a mil por hora de la impresión.

Vaggie, en su forma habitual de demonio (pero con sus alas y sus garras de ángel perdonado), miraba con el ceño fruncido al demonio radio. Mientras un aura de poder la rodeaba. Levantando su plateada melena al viento.

- A mi Charlie no la toques, c##### hijo de p####... - gruñó esta. Con gesto de valentía. Al mismo tiempo que un sonido como de interferencias callaban las palabras malsonantes que decía.

- ¡TÚ! - exclamó Alastor. Llevándose una mano al mentón. Dolorido por el golpe.

- Vaggie... - murmuró Charlie. Con los ojos brillantes de la emoción. Llevándose una mano al pecho. Se había re olvidado de su pareja. Hacía meses que no volvía a verla. Y ahora, tras su aparición, no sabía cómo expresar su alegría por su regreso.

Antes de que pudiera la joven polilla hablarle a su querida princesa, del cielo aterrizó otra persona. Colocándose no muy lejos de donde estaban las dos chicas.

Dicha criatura era de pelaje rosado y esponjoso. Tenía unas alas hermosas e inmensas. Además, estaba dotada de cuatro brazos. Y uno de sus ojos era negro y profundo. Con una pupila dilatada roja.

- No... - dijo Charlie. Tapándose los labios por la impresión - No puede ser...

Angel Dust, ahora convertido en un ángel de encantadora belleza, miró a la princesa con una cara sonriente.

Cherri Bomb, la cual lo estaba viendo todo desde el campo de batalla, al ver a su amigo con esa forma angelical, por poco estuvo de desmayarse.

- ¡Anthony! - exclamó. A punto de echarse a llorar. Debía de estar soñando.

Este, girándose a su querida amiga, con lágrimas en los ojos, dijo con una voz suave y aterciopelada:

- Hola, Cherri... - esconde sus alas tras su espalda - Te he echado mucho de menos...

No podía ser. Se supone que lo mataron los ángeles exterminadores. ¿Cómo es que ahora era una criatura celestial? ¿Qué es lo que había pasado? ¿Sería el de verdad o a lo mejor era otro ser que se parecía a él? Era imposible. Debería de haber caído al limbo. Como todos los demonios que fallecen.

- Tras mi muerte, mi alma fue perdonada... - dijo este. Como si hubiera leído el pensamiento de Charlie y el de su mejor amiga - Así que me trasladaron al paraíso... - sus mejillas se sonrojaron un poco - Por mis buenas acciones en el infierno...

- Pero eso no quitaba que no siguiera ligando ahí arriba... - añadió Vaggie. En plan chistoso. Señalando a su amigo con el dedo índice - En eso él no ha cambiado para nada...

- Oye... - le contestó este. Cruzándose de hombros molesto - Yo no tengo la culpa de que los ángeles estén tan cañones...

Por desgracia, la situación amistosa fue interrumpida por el malvado demonio radio. El cual, furioso por la aparición de esos dos, exclamó:

- ¡INÚTILES! - se dirige hacia ellos con cara de pocos amigos - ¡NO OS INTERPONGAIS EN MI CAMINO!

Angel Dust y Vaggie, poniéndose en posición de ataque, escudando a la incrédula princesa, le respondieron a la vez:

- ¡No consentiremos que le pongas una mano encima, gusano! - se preparan para la pelea. Muy seguros de ellos mismos - ¡Antes tendrás que vencernos!

El poseído overlord, pasándose la lengua por sus afilados colmillos, inclinó la cabeza a un lado, provocando un chasquido, y les contestó decidido:

- Muy bien...

Entonces, se lanzaron a por él. Enzarzandose en un peligroso combate a muerte. En el que los niveles de fuerza estaban demasiado igualados.

Charlie contempló la escena. Todavía paralizada por el miedo y la sorpresa. ¿Cómo es que estaban allí? ¿Quién o quiénes los habían dejado bajar al inframundo? ¿Habrían sido los ángeles o se habrían escapado sin permiso por su cuenta?

- ¡Charlie! - le gritó Angel. Mientras forcejeaba con Alastor. Intentando quitarse de encima el tentáculo con el que le estaba rodeando el cuello - ¡No te preocupes por nosotros! ¡Vete!

Esta, observando la pelea preocupada y enfadada a su vez con ella misma por no ser capaz de pelear como los demás, hizo caso a las palabras del arácnido demonio. Y fue a esconderse. Olvidándose entonces de que acababa de dejar a Miriam y a los pecadores restantes sólos en medio del mar.

Si el mar se cerraba antes de tiempo, morirían ahogados.

- Joder... - se dijo a ella misma. Muy frustrada - Espero que logren llegar a tiempo al otro lado...

Mientras buscaba un sitio donde mantenerse alejada de la pelea, Devilon y compañía luchaban como podían contra los enemigos.

Por un lado, Millie y Moxie se toparon con Loona. La cual, tras verlos, sujetando con fuerza su arma para disparar contra el frente, les dijo:

- No creí que seguiríais vivos después de lo de la otra noche... - sonríe en plan forzado - ¡Pensé que os había matado el dichoso ángel de la muerte!

- ¡Logramos sobrevivir! - le soltó Millie por alto. Tras degollar el cuello de un demonio que casi le da un puñetazo - ¡Es lo que tiene el habernos aliado con esa rubia de bote!

Loona, después de haber lanzado un disparo contra el bando enemigo con su bazoka, causando que unos cuantos carros ardieran en llamas y cayeran al suelo, le contestó satisfecha:

- Ya veo... - se vuelve a ella y le señala el ojo del parche - Ahora entiendo el por qué de tu amor por esos necios...

Su comentario burlón hizo que a la ex mercenaria se le hinchara una vena en la frente por la rabia que le dió. Parece que, a pesar de todo lo vivido, la loba no parecía arrepentida por lo que hizo en el hotel Hazbin.

- ¡Ahora no, chicas! - las interrumpió Moxie. El cual logró derribar con su pistola a tres tipos que intentaron avalanzarse sobre los tres - ¡Debemos de permanecer unidos si no queremos morir!

Acto seguido, olvidándose entonces de la conversación, los tres prosiguieron con la pelea. Cubriendose las espaldas unos a otros. Formaban un gran equipo. A pesar de que ya no compartían una amistad tan cercana como en tiempos pasados. Cuando trabajaban en la empresa IMP.

Por otro lado, Devilon, en mitad del campo de batalla, tuvo un encontronazo repentino con Vox. Chocandose con él en mitad de la carrera.

El sádico demonio futurista tenía la pantalla de su rostro más destrozada que antes. Le faltaba el pedazo de la esquina derecha. Parecía ser que alguno de los pecadores buenos lo había golpeado o propinado un ataque. Y le chisporroteaba la parte dañada.

Los dos se miraron durante unos segundos. Preguntándose si era mejor atacarse o pasar de largo. Pues eran amigos. Y tenían un acuerdo de no pelearse por haberse salvado el pellejo anteriormente.

Con lo cual, al final decidieron no atacarse. Y se dirigieron a otro lado. Vox fue en dirección hacia su grupo para defender. Y Devilon regresó al lado de su hermano Henry para echarle una mano.

El enfrentamiento parecía estar siendo ganado por el equipo de Charlie. Los cuales no lo estaban haciendo nada mal para no ser la mayoría de ellos guerreros profesionales. Tenían el triunfo asegurado. Y eso los animó durante los siguientes minutos.

Sin embargo, antes de que pudieran ver cerca la victoria que estaban consiguiendo, los overlords contraatacaron de manera sorprendente. Debilitando de un plumazo a Devilon y los demás luchadores. Matando a algún que otro.

Millie y Moxie fueron atrapados de sopetón por Blitzo. Quien, tras tenerlos bien agarrados del cuello, se puso a estrangularlos sin piedad. Riendose como una loca.

Loona trató de ir a salvarlos. Pero Sir Pentius la detuvo. Y la logró inmovilizar con sus cadenas. Dispuesto a torturarla hasta la muerte. Aunque, en el fondo, lo único que estaba haciendo era seguir la corriente a Lucifer y los suyos para hacerse el importante.

Alastor consiguió atrapar con mucha facilidad a Cherri Bomb, Angel Dust y Vaggie. Con ayuda de sus tentáculos viscosos. Asfixiándolos y tapándoles la boca.

Todo se había tornado a un caos terrible. Ahora los enemigos eran los que iban ganando ventaja.

Charlie, escondida tras una roca, contempló el panorama muy asustada. Sin saber cómo actuar.

Tenía que hacer algo. Eran sus amigos. No podía continuar escondiéndose como una cría del peligro. Además, la profecía la escogió a ella por algo. Tenía que madurar de una vez y dejar de tener miedo. Porque esa no era la solución.

Siempre había prescindido de los demás para que la protegieran de los problemas. Ahora era ella la que tenía que protegerlos a todos de la muerte. Era la única que podría detener a esa panda de necios. Su poder podría ser incluso superior al de Lucifer o Alastor.

En medio de aquel caos, sus ojos dieron con Lucifer. El cual estaba dándole una buena golpiza a Devilon. Hiriéndolo gravemente. Propinandole fuertes patadas.

- No... - murmuró con lágrimas en los ojos. Tragando saliva. Pero entonces negó con la cabeza. Y dejó a un lado sus temores tontos - Tengo que luchar... - agarra su tridente medio temblando - Soy la hija del arcángel Gabriel... - se pone en pie y sale de su escondite de un salto - ¡Soy la princesa del infierno!

Corre a toda prisa al rescate de su amigo. Tratando de mantener la sangre fría y no caer en los temores que tenía en la cabeza dándole vueltas.

Cuando hubo llegado cerca de donde estaban, ésta, alzando su arma, siendo lo más valerosa que pudo, exclamó:

- ¡Déjalo en paz! ¡Maldito perro sarnoso!

Tuvo el intento de clavarle el tridente en la espalda. A pesar de que le diera algo de pena hacerlo. Pues todavía lo seguía considerando como su padre. En lo más profundo de su corazón.

Pero antes de que pudiera lograr herirlo por detrás, Lucifer, de golpe, se volvió hacia ella.

Lo siguiente sucedió tan rápido que ni a Charlie le dio tiempo a reaccionar. Y menos aún a darse cuenta de lo que acababa de hacerle su adversario.

La rodilla del malvado rey de los demonios se hundió en el vientre de esta. Causando que un dolor agudo le recorriera las tripas.

Luego, su visión se volvió blanca por unos tres segundos. Y cuando pudo volver a ver con claridad lo que le rodeaba, sintió un amargo sabor a metal en su boca. Húmedo y denso.

Dolorida, se arrodilló al suelo. Llevándose las manos a su vientre. Soltando el tridente.

Era la primera vez que recibía un ataque tan brusco. Ni siquiera la reportera del 666 la había pegado tan fuerte cuando se peleó con ella en aquella ocasión chistosa.

- Argh... - gruñía malherida. Mientras un sudor ardiente le mojaba la frente. Al mismo tiempo que notaba cómo la cabeza le daba vueltas y vueltas como una peonza - Argh...

Por lo alto, la risa macabra de Lucifer llegó a los oídos de la joven. Parecía satisfecho por lo que le había hecho. Eso demostraba que su compasión por ella ya era inexistente.

Devilon, el cual estaba malherido por la paliza, trató de hablar. Pero estaba demasiado débil como para intentar decir o hacer algo. Era incapaz de moverse.

- Ju ju ju ju ju... Qué patéticos sois... - murmuró Lucifer con gesto orgulloso. Clavando su mirada en Charlie. Olvidándose entonces del muchacho - ¿Y tú te consideras la reina de los demonios? - pone una horrenda mueca de burla - No eres más que una estúpida niña asustada...

Se va dirigiendo a grandes pasos hacia ella. Retirándose con delicadeza el polvo de su traje.

- Charlie... - murmuró Devilon. Alzando el brazo hacia ella. Viendo que ese despiadado iba a su lado - No...

La pobre demonio, todavía dolorida por el golpe, escupiendo un hilo de sangre acompañado por una tos seca, alzó la mirada hacia los ojos profundos de el quien ahora estaba frente a su presencia.

El tipo que estuvo cuidando de ella desde que era un bebé. El que le consintió a Lilith adoptarla. El que la despreció durante el resto de su vida. Sin mostrar jamás compasión por ella.

Tras observarla durante unos segundos, este, arrodillándose con la pierna derecha para llegar a su altura, le sonrió y le susurró con una voz suave:

- Conque al fin te revelas contra tu viejo... ¿Eh? ¿Manzanita? - le levanta el mentón con brusquedad. La barbilla de la joven estaba manchada de sangre. Y sus ojos llorosos reclamaban piedad - ¿Y tú eres la elegida de la profecía? - arquea las cejas en plan sarcástico - Está claro que los dioses se equivocaron al elegirte...

Le suelta con desprecio la barbilla. Haciendo que se cayera de frente contra el suelo. Magullada y paralizada por el miedo.

Al verla así, Lucifer, ahora más animado que los otros días, se dispuso a darle una golpiza. Tal y como hizo antes con Devilon. Pero esta vez no dudaría en acabar con su vida lo más pronto posible.

Sin embargo, antes de que pudiera ponerle la mano encima, alguien o algo le golpeó en la cara. Fue como si le arrojaran una piedra.

Este dio varios pasos hacia atrás medio noqueado. Llevándose una mano a su mejilla.

Furioso por la interrupción, miró hacia aquella persona que acababa de asestarle el golpe. Esperando que no se tratara de Alastor. Temiendo que hubiera podido liberarse del control al que lo había sometido.

Para su alivio, no era él. Pero por otro lado, se quedó patidifuso al ver quién era el defensor.

Stolas, rodeado de un aura púrpura, con los ojos brillantes y centelleantes, observaba a Lucifer con gesto de valentía. Alzando los puños en señal de enfrentamiento.

En una zona apartada de donde estaban éstos, Blitzo contemplaba la escena muy atento. La intervención heroica de su amante lo había dejado a cuadros. Pero igualmente, seguía teniendo a Millie y a Moxie inmovilizados entre sus brazos para que no huyeran de su agarre.

- ¡Ya basta, majestad! - exclamó Stolas. Imponente - ¡Esta mujer no te ha hecho nada malo! ¡Sólo porque hubiera recurrido a medidas extremas con los tuyos no significa que sea culpable! - entrecierra los ojos - ¡El único asesino que hay aquí eres tú! ¡Lo único que tenías que hacer para parar las plagas era dejar marchar a ella y a su gente...! - inclina la cabeza disgustado - Pero no lo hiciste...

Charlie se incorporó lentamente al ver cómo aquel demonio que apenas conocía intervenía en su ayuda. No se esperaba que la protegiera... ¿Por qué hacía eso? Si era un overlord...

- No voy a consentirte que le hagas daño a esta dulce criatura... - añadió. Poniéndose en posición de ataque - ¡Pienso derrotarte sea como sea! ¡Aunque tenga que dar mi vida por ello!

Para el asombro del valeroso demonio búho, Lucifer no pareció para nada temeroso ni sorprendido. De hecho, su sonrisa se ensanchó tras sus últimas palabras. Y sus ojos estaban clavados en algo que estaba por encima de la cabeza de Stolas. Lo cual le resultó extraño a este.

No sabía el por qué. Quizás es que no se sentía intimidado por su poder. Debido a que no le superaba en nivel de fuerza.

Pero a los pocos segundos, nuestro querido amigo comprendió a qué venía de repente esa actitud tan tranquila por parte de malvado rey.

Una sombra oscura, con forma de demonio alado, se dibujó a los pies de Stolas. Cubriendo su cuerpo con un velo negro. Lo que hizo que dejara de mostrar valor. Perdiendo la energía que concentraba de un zarpazo.

- ¡Stolas! - exclamó Blitzo desde la lejanía. Soltando bruscamente a la pareja de ex mercenarios. Dando un salto y agitando los brazos en plan exagerado - ¡Cuidado...! ¡Detrás de tí!

Tras escucharle, este hizo el gesto de voltear para ver a ese monstruo que tenía a sus espaldas.

- ¡Argh...! - gritó Charlie. La cual también vio al quien Stolas tenía detrás. Levantándose de un salto del suelo. Intentando avisar al pobre - ¡No...!

Por desgracia, ya era demasiado tarde.

La lanza del ángel exterminador atravesó el delgado cuerpo de Stolas. Su sangre, negra como la tinta, brotó de su pecho. Manchando las telas de su lujoso traje.

- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! - gritó Blitzo desesperado. Llevándose las manos a la nuca. Sin creerse lo que estaba viendo.

Algunos de los presentes, entre ellos Henry y Devilon, que habían conseguido recuperarse juntos de sus heridas, se giraron a ver tal acto vandálico.

Millie y Moxie también observaron la escena. Horrorizados por el brutal ataque que había recibido el amante de su ex jefe.

- Ah... - Charlie, incrédula por lo que estaba viendo, observó cómo herían al pobre demonio. Había acudido para echarle una mano. Se acababa de arriesgar por ella - Tsk...

Stolas, tras el ataque mortal recibido, con la boca ensangrentada y el rostro pálido, cayó desplomado al suelo. Mientras su atacante reía entre dientes por su hazaña cometida.

Lucifer contempló al moribundo overlord con satisfacción. Derrotado como si nada por la espalda.

Se produjo un terrible silencio en el campo de batalla. Sólo el sonido del mar abierto de par en par era lo único que envolvía el ambiente.

Todos, incluso los del bando enemigo, dejaron de pelear para ver aquello.

En mitad de aquel trágico momento, Stolas, medio moribundo, con sangre brotandole de la boca, giró su cabeza lentamente hacia Charlie. La cual estaba petrificada mirándole. Sin saber qué hacer. Y le dijo con una voz apagada:

- Charlie... Escúchame...

- Ah... - esta abrió los ojos como platos al ver que le estaba hablando. Intentando no perder los nervios por la situación.

- No es pecado pelear por la justicia... - le dijo. Muy seriamente. Pero sumido en el dolor - Al contrario. Eso es una buena obra... - suelta un pequeño sollozo y continúa - Recuerda que existen oponentes... Que jamás se entenderán con las palabras...

Los presentes parecieron estar apenados por aquel overlord. A pesar de que algunos no iban a su favor. Pues les había resultado conmovedor que hubiera ido a ayudar a la pequeña princesa. En el fondo no era malo.

- Solamente... - añade. Con un tono más bajo y débil que el anterior - Tienes que desatar la furia que se encuentra en tu espíritu...

- Pe... Pero... - trató de decir esta. Pero no pudo. El rostro triste de aquel demonio de buen corazón la estaba dejando sin palabras. Como si sintiera una aguja clavándose profundamente en su pecho - Yo...

- Entiendo cómo te sientes... - continúa. Mientras sus ojos se iban poniendo vidriosos - Pero... - intenta retener las lágrimas - Ya no tienes por qué seguir soportandolo...

Al ver la situación, Lucifer, sin perder la sonrisa de su cara, soltó una malvada risita por lo bajo. Y acto seguido, se fue acercando hacia el cuerpo de Stolas. Con aire de presumido. Mientras iba diciendo en plan pausado:

- Eso fue un gran consejo, joven príncipe... - frunce el ceño - Pero deja que te diga una cosa...

Apenas hubo llegado a donde estaba, cuando se inclina hacia él y le dice:

- La justicia siempre pierde contra el mal...

Stolas no escuchó lo que dijo el rey en ningún momento. Ignoró por completo su presencia. A la única a la quien miraba era a Charlie. La luz y esperanza para salvar a los pecadores liberados.

Con lo cual, sabiendo que estaba al borde de morir, le regaló una triste sonrisa a la joven. Gesto que a esta le dolió mucho. Entonces, lanzándole una mirada de admiración, le dijo:

- Charlie... - su voz se iba apagando poco a poco - Protege a los tuyos... No dejes que nada ni nadie les haga daño... Guialos hasta el hermoso paraíso...

- Stolas... - murmuró Devilon desde el otro lado. Incrédulo por la actitud de su suegro. No tenía ni idea de que ese tipo tan baboso tuviera una parte tierna. Pensaba que sólo era bueno con su familia. Pero no con otras personas. En este caso, la princesa...

Antes de que su visión se volviera borrosa, Stolas logró decirle a la chica lo último que más deseaba que hiciera por él en su lugar:

- Y asegúrate... - de sus ojos comenzaron a brotar lágrimas desordenadas. Ya no podía soportar tanto dolor - De que mi Octavia esté a salvo... - solloza destrozado - Mi querida hija...

- Ah... - ante lo último que dijo, Charlie comprendió por qué la había salvado. Quería que protegiera a su hija. Y a los demás. Además de que era la única demonio que podía hacerle frente a Lucifer. Pues era medio ángel. La sangre del arcángel Gabriel corría por sus venas - Tsk...

Stolas, en medio de su llanto, logró sonreírle por última vez a esta. Y alzando el brazo hacia ella con coste, como si intentara ir a su lado para abrazarla, soltó sus últimas palabras.

- Te lo encargo...

¡CRAC!

El pie de Lucifer golpeó con fuerza el cuello del pobre overlord. Matándolo en el acto. Callándolo para siempre.

- ¡Ah...! - exclamó Charlie. Viendo a cámara lenta cómo su padre mataba a su amigo. Aplastandole el cuello con una fuerte pisada. Partiéndoselo.

Blitzo se quedó arrodillado en el suelo tras lo ocurrido. En estado de shock.

Millie y Moxie miraron el momento con las caras pálidas de horror.

En cuanto al resto, alguno que otro soltó una exclamación. Entre ellos Devilon. Ahora cómo le iba a explicar a su mujer que a su papá lo habían matado.

Tras la hazaña cometida, Lucifer, sonriendo con malicia, miró al ahora muerto Stolas. Y entrecerrando los ojos, murmuró:

- Siempre fuiste un inútil... Asqueroso imp de pacotilla...

*Darle play a la canción*

De repente, Charlie, impactada por lo que le había hecho su padre a aquél pecador, notó como si algo se rompiera dentro de ella. Como si una pequeña parte de su alma, el carácter infantil y aniñado con el que siempre vivió, se estuviera desmoronando poco a poco.

Entonces, en su imaginación, en lo más profundo de su subconsciente, vio a un pájaro. Un pajarito pequeño e inofensivo. Dorado y hermoso. Inocente y bueno. El cual recibía, durante su vuelo de regreso al nido, un disparo.

Una bala que lo atraviesa desde el pecho hasta la espalda y lo derriba.

Ese pájaro representaba la inmadurez de Charlie. Y su muerte significaba que esa actitud infantil la acababa de perder. Ahora era la madurez la que ocupaba su lugar en el interior de su alma. La Charlie inocente y asustada había desaparecido.

Había cambiado.

La muerte de Stolas la había hecho recapacitar. Tenía que dejar de estar asustada y ser valiente para proteger a los suyos.

Tras aquella imagen figurativa, una energía increíble comenzó a crecer en su interior. Desatando algo que llevaba durante mucho tiempo guardando. Intentando no liberar bajo ninguna circunstancia.

Su gran poder demoníaco.

Entonces, clavando su mirada en el cadáver de Stolas, un demonio al que ojalá hubiese conocido mucho más antes, la ira se apoderó de ella. De una forma descomunal. Como nunca antes. Y como si algo la acabara de poseer, apretó los puños y pegó un grito de rabia.

- ¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAAA!

Una onda expansiva que emanó del cuerpo de Charlie hizo temblar el suelo. Levantando el polvo y agrietando la tierra. Produciendo unos rugidos como los de un dragón hambriento.

Al mismo tiempo, una luz ensordecedora, blanca y amarillenta, cubrió a la chica por completo. Iluminando gran parte del campo de batalla.

Lucifer al poco estuvo de caerse por el repentino estallido. Pero logró mantener el equilibrio. Y se tapó los ojos para evitar quedarse ciego por culpa de aquella luz.

En cuanto a los observadores que se encontraban alejados de la zona, tuvieron que agacharse o agarrarse a lo que pudieran para no salir volando.

Los amigos de la chica no daban crédito a lo que estaba pasando. ¿Cómo podía haber despertado tal poderosa fuerza dentro de ella? ¿Y en tan sólo unos segundos?

Moxie, abrazando a Millie para protegerla del fuerte seísmo, pudo sentir, con sus instintos demoníacos, la energía que estaba creciendo en Charlie. Y para su asombro, estaba alcanzando unos límites inescrutables que a cualquiera intimidaría.

- "Por todos los demonios..." - pensó para sí - "¿Qué clase de criatura es ella?"

Vox también contemplaba la escena. Boquiabierto. Nunca llegó a esperarse que esa mocosa tuviera tanta energía escondida. Según lo que vio el otro día, cuando Verosika casi la mata, no mostraba ser poderosa porque siempre tenía miedo. Y el miedo evitaba que peleara. Ahora parecía ser que se estaba armando de valor contra su padre.

Angel Dust y Vaggie, inmovilizados en el suelo por los tentáculos de Alastor, desde donde estaban, presenciaron cómo la mujer alegre que conocían de siempre ardía en la furia. Hasta ahora no la habían visto expulsar su verdadero poder. Y menos aún teniendo ese berrinche tan fuerte.

Alastor, el cual se distrajo viendo a Charlie, terminó soltando a sus tres presas poco a poco. Pero éstos no huyeron al instante porque estaban concentrados mirando la escena.

En esos momentos, el demonio radio, que todavía seguía estando controlado por Lucifer, pareció tener todavía parte de su verdadero yo medio despierto en su cerebro. Por lo que, con los ojos muy abiertos, detectó a su amada princesa. Cuya fuerza de combate estaba incluso superando la suya.

- Charlie... - murmuró estupefacto.

Cuando la luz que iluminaba a la furiosa demonia se hubo medio apagado, Lucifer pudo retirarse el brazo de los ojos. Para descubrir, acto seguido, una sorpresa que lo dejó sin palabras.

El aspecto de la princesa había cambiado por completo.

Su forma demoníaca aparentaba ser la misma. Pero era muy distinta a la que ella se transformaba normalmente.

Su cabello ahora era plateado y brillante. Además de algo puntiagudo. Sus cuernos eran negros. Sus uñas eran más largas y afiladas que antes. Y sus grandes ojos, llenos de lágrimas, ahora tenían las pupilas doradas. Como los ángeles del paraíso.

Pero esos detalles no fueron las causas que atemorizaron al rey.

De la espalda de la chica habían salido un par de alas blancas de bello plumaje. Grandes y hermosas. Como las de un águila. Embelleciendo su figura.

A simple vista, parecía un ángel exterminador. Pero de gran belleza. Como un pavo real. Todo lo contrario a esos despiadados monstruos.

Los que observaban ahogaron un grito. Pensando que se había transformado en una de esas criaturas que salían a matar durante las purgas.

Lucifer, con la boca abierta, contempló la gran transformación de su hija.

No podía ser. Había logrado alcanzar la fase angelical.

*
En el cielo, todos los ángeles y perdonados estaban viendo la pelea desde una pantalla olograma instalada en el cielo.

Nada más ver lo que había hecho Charlie, se produjo un silencio sepulcral en la plaza. No era normal que un demonio pudiera transformarse en un ángel. Eso era imposible. A no ser que...

Gabriel, el cual estaba situado en el centro de la calle, miraba a su hija con gesto de asombro. Al mismo tiempo que muy preocupado. No sabía si esa fuerza sería necesaria para acabar con Lucifer.

- Es increíble... - murmuró. Llevándose una mano al pecho. Medio conmocionado - Mi pequeña...

*
Charlie, ahora transformada en un ángel fuerte y decidido a luchar, se retiró las lágrimas de sus ojos moviendo la cabeza un par de veces. Y cuando tuvo la vista despejada, clavando su mirada en su odioso padre, se lanzó en picado hacia él. Con la intención de matarlo por lo que había hecho.

Al ver el peligro que se avecinaba, Lucifer, ahora aterrado por lo que pudiera hacerle esa criatura mestiza, se giró rápidamente a sus ángeles exterminadores. Los cuales eran cuatro. Y les ordenó:

- ¡No os quedéis ahí, panda de maricas! - señala con el dedo a Charlie - ¡Matarla!

Éstos, también asustados igual que él, asintieron. Y se lanzaron a por ella. Rodeándola para que no escapara. Alzando sus lanzas.

- ¡Charlie! - exclamó Moxie. Dando un paso hacia delante. Preocupado por lo que pudieran hacerle a su amiga.

Pero cuando los sádicos monstruos hicieron el gesto de atravesarla, esta, con mucha facilidad, los esquivó de un salto. Y seguidamente, a uno de ellos lo golpeó con el puño en la cadera...

Y lo terminó partiendo en dos.

- Uah... - murmuraron Angel Dust y Vaggie a la vez. No era posible. Acababa de matar a ese bicho así como si nada. Sin piedad y sin dificultad alguna.

Tras haber derribado a su oponente, Charlie, con una seriedad congelada en su rostro que daba miedo, fue directa hacia los que quedaban por derrotar del grupo de ángeles exterminadores. Y sin piedad.

A uno le arrancó la cabeza de una patada. A otro le atravesó el pecho con el brazo. Y al último que quedaba, que trató de escapar aterrado, le aplastó el cráneo con el puño. Reventandolo con fuerza.

Viendo que los ángeles exterminadores no habían servido para nada, Lucifer, volviéndose hacia los suyos, que en esos momentos sólo eran simples espectadores, y exclamó:

- ¡Sir Pentius! ¡Frederick! ¡Vox!

Los tres se sobresaltaron tras escucharle.

Pentius fue el que más se asustó. De hecho, tras oír a su jefe, soltó de inmediato a Loona sin querer. La cual terminó huyendo a cuatro patas. Dirigiéndose junto a Vortex despavorida. Que estaba escondido tras una roca al fondo.

- ¡Ir a por ella! - les ordenó. Con los ojos inyectados en sangre de la rabia - ¡Destruirla, cabrones!

Al principio vacilaron un momento. Pues no sabían a qué se enfrentarían. Si Charlie se trataba de una deidad con un poder superior a ellos probablemente estarían perdidos.

Pero al final no tuvieron más remedio que obedecer al rey. Y se lanzaron a por ella.

Frederick fue el primero. Era el que más ganas tenía de acabar con la chica. No como los otros dos. Que parecían no querer hacerle daño.

Cuando estuvo frente a ella, se dispuso a darle un puñetazo ardiente.

Pero sus intenciones fueron en vano. Pues no duró demasiado tiempo.

Charlie, con un ataque de arcoiris luminiscente, lo convirtió en polvo en un pis pas. Aterrando así a sus otros atacantes. Los cuales frenaron sus intenciones de luchar al ver cómo mataba a Frederick. Uno de los overlords más fuertes del infierno.

Las que no se cortaron ni un pelo a la hora de ir a por ella fueron Helsa y su madre. Las siguientes en atacar. No porque matara a Frederick. Sino por pura maldad. Nada más.

Aunque, como ya os imaginaréis, duraron muy poquito las dos mujeres.

Cuando Helsa hizo el gesto de arañar a la princesa, esta, sin inmutarse, le golpeó la cabeza con la rodilla violentamente. Haciendo que perdiera el sentido. Y después de que hubiera caído al suelo desmayada, sin piedad, le aplastó el cráneo con el pie. Manchando su chaqueta rosada con la sangre de la joven overlord.

- "Nunca me caíste bien..." - pensó Charlie para sus adentros. Satisfecha por su acción.

Bethesa, al ver lo que había hecho la fuerte demonio a su consentida niña, ida de cólera, fue a por ella con las garras en alto.

Charlie tuvo la mala suerte de que las zarpas de la mano derecha de la demonio le arañaran el brazo izquierdo. Hiriéndola. Lo que hizo que soltara un sollozo de dolor.

Pero antes de que Bethesa pudiera asestarle otro zarpazo, Charlie, con los dientes apretados, logró dar con su tridente. Tanteando en el suelo con su brazo bueno. Y cuando lo hubo blandido nuevamente, se lo terminó clavando a la dama en el pecho. Atravesandola limpiamente. Acabando con ella en un santiamén.

Los atacantes que quedaban no sabían qué hacer al respecto. Estaban petrificados. Congelados de puro terror. Nunca llegaron a creer que la princesa sería tan sádica con sus oponentes. Podría decirse que su forma demoníaca era su cara malvada y despiadada. Por así decirlo.

Sir Pentius se hizo pipí encima del miedo. Y sin querer entrar en la pelea, salió corriendo. Serpenteando lejos de ella. Escondiéndose detrás de Millie y Moxie. Que no dejaban de mirar a la chica estupefactos.

Vox, en cambio, en vez de asustarse como el otro idiota, simplemente negó con la cabeza. En señal de rendición. Entonces dio media vuelta y se alejó de allí. Yéndose junto con los suyos. Quienes no hacían más que observar empanados.

Tras haber derrotado tan fácilmente al equipo de atacantes, con las manos ensangrentadas, Charlie se giró hacia un incrédulo Lucifer. El cual no dejaba de temblar por el miedo. Y señalándolo con el dedo, le dijo en plan desafiante:

- No uses a tu sucia tripulación para que te defienda, Lucifer... - se quita la chaqueta manchada de sangre de su traje y la arroja a un lado. Dejando al descubierto su camiseta de tirantas blanca - Lucha conmigo y sé un hombre por una vez en tu vida...

Este, furioso por lo que le estaba diciendo, iba a contestarle con unas cuantas barbaridades. Hasta que no pudiera abrir la boca.

Pero antes de que fuera a decirle algo, se le pasó por la cabeza una idea para acabar con ella con facilidad. Y esa idea hizo que regresara a su estado de orgulloso tranquilo. Lo que en un principio extraño a la princesa.

- Ju ju ju... - río - Ahora vas a saber lo que es bueno, manzanita...

Entonces, poniendo sus dedos índice y pulgar sobre sus labios, pegó un agudo silbido.

Tras hacerlo, Alastor, que en aquellos momentos estaba entre que volvía y no volvía de su estado de locura, tras escuchar la llamada de su amo, no se lo pensó dos veces. Soltó a Anthony, Vaggie y Cherri. Tirándolos al suelo de forma descuidada. Y fue directo hacia él. Como un perro obedece a su amo.

Cuando llegó a su lado, Charlie, todavía muy seria, comprendió adónde quería llegar su padre con eso. Pretendía jugar con sus sentimientos. Para así hacer que bajara su nivel de energía y acabar con ella así de fácil.

- Acaba con ella... - le ordena Lucifer a su poderoso siervo. Posando sus manos sobre las mejillas de este - No dejes ni rastro de su existencia...

- Sí... Mi rey... - le respondió este. Mostrándole su mandíbula desencajada.

Acto seguido, el demonio radio, sin ser consciente de sus intenciones, pegó un alarido metálico. Y se lanzó hacia la princesa.

Esta, mirándolo con gesto de valentía, se dijo a ella misma para no caer en la perdición:

- "Él ya es historia en tu corazón..." - se niega rotundamente - "Ahora no es más que un monstruo..."

Entonces, manteniendo la sangre fría, accedió a su enfrentamiento. Y se dirigió hacia él con el puño en alto. Prometiendose que no tendría piedad con él.

Los dos se enzarzaron en un violento forcejeo. En el que los niveles de fuerza estaban casi igualados. Pero Charlie llevaba una ventaja mayor.

En medio de la pelea, Alastor le propinó un puñetazo a esta en la cara que al poco estuvo de noquearla. Pero a pesar del fuerte golpe, ella se mantuvo firme. Y aunque le había roto la ceja izquierda y que de su labio inferior brotaba sangre, continuó peleando sin pausa.

A continuación, Charlie logró asestarle un ataque a bocajarro a su adversario. Derribandolo y alejándolo de ella. Parecía ser que lo estaba superando con creces.

Pero Alastor, ido de cólera, volvió a contraatacar. Pero esta vez con su nuevo poder. El que aprendió la noche en la que casi matan a Charlie en la hoguera.

De su espalda salieron unos tentáculos invisibles en forma de manos. Cosa que llamó la atención a esta. Pues jamás había visto nada igual.

Dichos tentáculos, alargados y delgados, fueron lanzados hacia ella. Para descuartizarla viva.

Por suerte, ella logró esquivarlos de un salto. Pero eso no evitó que uno de ellos le rozara su cuerno derecho. El cual fue rebanado por aquel ataque fantasmal.

Aunque eso no la hirió gravemente, Charlie supo en esos instantes qué era lo que hacían esos tentáculos. Si alguno llegaba a tocarla, la mutilaría limpiamente.

Alastor repitió la acción. Pero ella era muy ágil. Por lo que no consiguió hacerle daño. Sólo algún que otro corte en el hombro derecho y en las piernas.

- ¡Maldita zorra! - rugió. Avalanzandose sobre ella - ¡Muere!

Pero esta, antes de que pudiera devorarla, le lanzó una onda de arcoiris que le golpeó en la cara. Logrando así frenar sus intenciones. Apartándolo de su trayectoria.

- ¡Eso es, Charlie! - la animaba Moxie desde lejos. Ahora más tranquilo por ver qué podía defenderse con facilidad y sin necesidad de que la ayudaran - ¡Demuéstrale de lo que eres capaz!

Al ver que le era imposible acabar con su objetivo, al demonio radio se le ocurrió otra táctica para derrotarla de una vez.

Con sus sombras formó unos oscuros tentáculos. Los cuales fueron en dirección hacia Charlie.

Esta hizo ademán de esquivarlos. Tirándose rodando por el suelo.

En el primer movimiento, consiguió evitar que la atraparan. Por suerte.

Sin embargo, en el siguiente intento, uno de los tentáculos logró agarrarla del pie. Y la terminó arrastrando hacia su presencia.

El resto de tentáculos la inmovilizó. Agarrándola de pies y manos. Atrapandola finalmente.

- ¡No! ¡Charlotte...! - exclamó Devilon. A punto de dirigirse a salvarla. Pero su hermano lo detuvo. Agarrándolo del brazo con fuerza.

Cuando la hubo tenido completamente atrapada, Alastor la atrajo hacia él. Sin soltarla. Y mirándola con esas cuencas negros que lloraban sangre oscura, le dijo con frialdad:

- Siempre fuiste una patética... ¿Lo sabías? - inclina la cabeza a un lado - Me fue muy fácil engañarte... Y tú como una tonta pensaste que te amaba de verdad...

Sus crueles palabras hicieron que a Charlie se le humedecieran los ojos. Aunque siguiera manteniendo su fría seriedad.

- Vaya ilusa estás hecha... - continuó - ¿Acaso creías que yo, el demonio radio, soy alguien capaz de amar a alguien? - aprieta sus dientes - Es obvio que no...

Levantó su zarpa derecha. Dispuesto a matar a la pobre Charlie. La cual, no lo soportó más. Y se derrumbó. Mostrando así sus sentimientos de dolor por las palabras de este.

Estaba claro que todo cuanto dijo iba en serio. No la quería realmente. Sólo era una pieza de su juego. Nada más. Y todo ese tiempo pensando que había conseguido que sintiera amor. Que se había convertido en una persona mejor. Estaba equivocada.

Ya no le importaba morir. Sólo quería que todo eso acabara de una vez. Tantas muertes que había presenciado y tanto dolor en su corazón la habían debilitado por completo. En ese sentido, Lucifer había hecho una perfecta estrategia para acabar con ella.

Ya todo había terminado. Era hora de que la mataran y se acabó.

Pero antes de que Alastor pudiera acabar con la vida de esta, de repente, este sintió una presión fuerte dentro de su cerebro. Al mismo tiempo que un potente chirrido. Lo que evitó que hiciera daño a la pobre princesa.

Al instante, sus tentáculos la soltaron. Dejándola libre de nuevo. Y se llevó las manos a la cabeza. Preso del potente dolor que estaba sintiendo en esos momentos.

- ¡Aaaaaaaargh! - gritaba. Arrodillándose en el suelo - ¡Aaaargh...! Mi cabeza...

Charlie lo miró sorprendida. ¿Qué le estaba pasando?

En medio de sus gritos, este, medio controlado por su verdadero yo en esos instantes, logró decir medio murmurando:

- Argh... ¡Charlie...! - le lanza una mirada de preocupación. Agarrándose el pelo con fuerza - Argh... ¡Huye...! - arruga la cara. Sudando a mares por la potente presión - No... ¡No te acerques a mí...! ¡Vete!

Al ver que estaba volviendo a ser el mismo, Lucifer, con un mando que se sacó del traje, apretó un botón. Lo que hizo que una descarga de rayos rojos emanara del collar que llevaba puesto Alastor. Electrocutándolo para que volviera a estar poseído de nuevo.

- ¡Aaaargh! - la sacudida eléctrica que le propinó Lucifer hizo que dejara de musitar y que volviera a estar bajo su control otra vez. Retornando nuevamente a su actitud maquiavélica - Pienso acabar con la princesa... - mueve la cabeza dolorido - Mi... Mi amo me lo ha ordenado...

Charlie pudo darse cuenta de eso. Entonces comprendió que su amado no estaba actuando como debería. Que sólo era la marioneta manipuladora del rey para herir sus sentimientos.

En un principio se dispuso a ponerse en posición de defensa para luchar de nuevo contra él. Pues no tendría otra opción. Sin embargo, hubo algo que la frenó a la hora de hacerlo.

En el traje de Alastor, alrededor de su cuello, asomaba una cadena de oro brillante.

Rápidamente, reconoció aquella joya. Era el collar que le regaló por Navidad hace ya tiempo. Cuando todavía estaba de noviazgo con Vaggie.

Si lo llevaba puesto no creía que fuera porque le agradara llevarlo o simplemente porque quería parecer que le gustaba delante de ella. Al contrario. Eso significaba que la amaba de verdad. Que todo cuanto dijo después de lo sucedido en el hotel Hazbin no era una mentira.

Es probable que sí fuera cierto que antes hubiera planeado secuestrarla. Pero si decía sentirse arrepentido por eso que trató de hacer era porque se había enamorado de ella. Y la amaba. Según él, el amor que ella le regaló desde el principio lo hizo cambiar. Lo redimió...

En el fondo, Charlie lo seguía amando con toda su alma. Pero el miedo y la desesperación por perder a Angel Dust y a gran parte de sus huéspedes la cegó por completo. Poniendo a los suyos como prioridad antes que a Alastor y sus súplicas.

Si peleaba con él sería una lucha que terminaría en desgracia. Tendría que matarlo en ese caso. O él acabar con ella. Y eso no era lo que quería.

A no ser que intentara hacerlo entrar en razón de alguna manera. Que su verdadero yo lograra regresar de nuevo a su mente para devolverle la cordura que le quedaba...

- Alastor... - murmuró esta. Con lágrimas en los ojos - No puedo matarte... - frunce el ceño - ¡Pero no consentiré que ese cabrón te siga manipulando!

Entonces, decidida a realizar lo que estaba dispuesta a hacer, corrió al lado del endiablado overlord. Alzando los brazos. Como si fuera a abrazarlo.

Alastor, sin dejar de pegar alaridos por la potente descarga del collar que lo controlaba, al ver que la princesa se aproximaba a él, hizo ademán de atacarla. Extrayendo su báculo de detrás de él.

Sin embargo, para su asombro, ella no le atacó como anteriormente. Sino que lo abrazó. Avalanzandose sobre su cuello. Rodeándolo con sus brazos tiernamente.

- ¿Pero qué hace? - murmuró Vaggie. Sin comprender por qué Charlie acababa de abrazar a ese miserable idiota. ¿No estaría pensando en detenerlo así por las buenas?

Charlie, pegándose con fuerza a su amado, exclamó:

- ¡Alastor! ¡Sé que sigues ahí! - aprieta los párpados - ¡Por favor! ¡Si me estás escuchando...! - apoya su cabeza en el hombro de este - ¡Regresa...! ¡Vuelve conmigo!

Por desgracia, al demonio radio le era imposible reconocerla. El control de Lucifer al que lo estaban sometiendo era demasiado fuerte. Con lo cual, desgraciadamente, no la escuchó.

Sus zarpas agarraron los brazos de la chica. Y fue hundiendo sus uñas en ellos poco a poco. Mientras gritaba en plan sicópata. Riendo como un tarado.

- ¡Charlie! ¿¡Qué haces!? - exclamó Moxie. Sin creerse que su amiga se estuviera dejando vencer de esa forma tan estúpida - ¡Pelea...! ¡Te va a matar!

Pero ella no hizo nada por defenderse. Sólo hizo lo siguiente.

Levantó la mirada hacia el rostro del demonio radio. Un rostro escalofriante, pero que a ella le parecía lo más hermoso del mundo. Y a pesar del dolor que estaba sintiendo en sus carnes, le sonrió dulcemente y le dijo:

- Al... Te necesito... - se pone a llorar - Por favor... Vuelve a ser el mismo... Vuelve a ser el hombre encantador del que me enamoré...

Este continuaba igual. Sin hacerle caso a sus tristes plegarias.

- Te lo suplico... - continuó. No iba a darse por vencida tan fácilmente - Quiero que vuelvas... - lo agarra con fuerza del traje. Atrayéndolo más a su lado - Te quiero...

- ¡De nada servirán tus cursiladas, manzanita! - exclamó Lucifer desde donde estaba. Con el mando controlador en mano - ¡Alastor! ¡Acaba con ella ya!

- Sí, mi rey... - murmuró este. Poniendo una mueca malvada.

Pero antes de que pudiera cumplir la orden de su amo, sucedió algo inesperado que nadie llegó a pensar que sucedería.

Charlie, poniéndose de puntillas, atrajo a su amado hacia ella...

Y lo besó dulcemente en los labios. En esos labios casi inexistentes en esa mandíbula torcida.

Eso hizo que el demonio radio se quedara congelado. Parando así sus intentos de acabar con ella. Dejando de apretarle los brazos. Callando sus gritos.

Los presentes contemplaron la escena sin comprender nada. ¿Acaso lo estaba distrayendo?

En medio del beso, el aspecto de Alastor comenzó a cambiar lentamente.

Sus extremidades volvieron a estar igual que antes. Su rostro dejó de ser horrendo y regresó a su estado normal. Y sus ojos ya no eran dos cuencas negras vacías que lloraban sangre negra. Habían vuelto a ser dos pupilas rojas luminosas. Las cuales expresaban impresión.

De pronto, se produjo un chasquido.

El collar que le rodeaba el cuello acababa de abrirse. Cayendo al suelo. Y su luz roja intermitente se había apagado.

Ya no estaba bajo el control de Lucifer.

Había vuelto a ser el mismo.

Tras volver en sí, Alastor miró a su Charlie. La cual seguía besándolo dulcemente. Entonces, llevado por el sentimiento, aceptó el beso. Feliz de que hubiera podido liberarlo de su posesión infernal.

Al ver aquello, Lucifer trató de pulsar el botón de su mando varias veces. Pero lo único que consiguió fue que el chisme produjera un cortocircuito. Rompiéndose al instante. Explotando y haciéndose añicos entre sus manos.

- ¡Mierda! - exclamó frustrado - ¡Joder...!

Los dos enamorados se besaron apasionadamente. Ignorando la presencia de los demás. Era como si el tiempo se hubiera detenido de repente.

Al poco rato, Charlie despegó sus labios de los de él. Y mirándolo fijamente, con lágrimas en los ojos, murmuró preocupada:

- Al... - suspira - ¿Estás bien?

Este no le contestó. Sino que la calló con un fuerte abrazo que al principio no se esperó ella para nada. Pero que después terminó aceptándolo cautivada. El sentir de nuevo su calor la hizo estar más segura que antes. Dejando de tener ese miedo desgarrador que hace unos minutos la estaba destrozando por dentro.

No fue capaz de sonreír de la emoción. Estaba tan tan desesperada que le era imposible mostrar alegría por haber logrado que su amado volviera en sí.

A pesar de todo lo desagradable, aliviada de que fuera el mismo otra vez, sin estar bajo el control de las cuerdas de Lucifer, apoyó su cabeza sobre el hombro de este. Mientras unas lágrimas le recorrían las mejillas.

- Charlie... - murmuró Alastor. Acariciándole delicadamente sus lisos cabellos dorados. Todavía temblando por lo mucho que había sufrido durante la maldición que lo poseyó por completo. Hasta tal punto de que por poco le quita la vida a lo que más quería. De sólo pensarlo, también se echó a llorar. Imaginándose qué tragedia habría sucedido si Charlie no hubiera intervenido para detenerlo - ¿Cómo has podido hacer algo tan estúpido?

- Ya sabía que no eras tú... - le contestó esta. Aferrándose más a él - El Alastor que conocí no era así... - suelta un sollozo angustiada - Eres el ser más increíble que he conocido...

Sus últimas palabras fueron suficientes para convencer al overlord. Quien, sin dejar de llorar lágrimas negras que le afeaban el rostro, incrédulo de que ella hubiera vuelto a su lado para salvarlo de la locura, le besó la cabecita con dulzura y le dijo con voz apagada:

- Permaneceré en el infierno a tu lado... No mataré a nadie salvo si tú me lo pides... - intenta retener su triste llanto - Y lo haré por tí... - apoya su frente contra la de ella - Sólo por tí...

- A... Alastor...

Lo besó con fuerza. Rodeándole el cuello con los brazos. Cautivada por volver a sentir los cálidos labios de este. Sus delgadas manos acariciando su delicado cuerpo. Su presencia que tanto le confortaba.

Le había echado tanto de menos...

Debido a que no llegaba demasiado a su altura para besarlo, Alastor la tomó en brazos. Atrayéndola a su lado. Sin dejar de regalarle cariñosos besos. Olvidándose del ambiente de guerra que los rodeaba.

- Te amo... - murmuró Charlie. En medio del besuqueo. Con las mejillas sonrosadas - Perdoname... - le acaricia la nuca suavemente - Te amo...

- No... - le negó este. Sin en ningún momento soltarla ni dejar de besarla - Fui un tonto... Un estúpido... - sus ojos dejaron de llorar al instante. Porque ya se sentía bien al volver a tener a su querida princesa con él. Entre sus brazos - Te quiero mucho...

- Y yo también...

El momento romántico fue presenciado por los demás. Quienes parecieron sorprendidos por el resultado de la estrategia que había empleado la princesa para detener al overlord.

Entre ellos, una Vaggie triste observaba cómo la quien en el pasado era su novia abrazaba a ese don nadie cascarrabias.

Por un lado sintió lástima. Porque Charlie ya no estaba enamorada de ella como antes. Pero por otro lado, lo único que quería era que fuera feliz. Por lo que, quedándose con eso, retiró su lastima a un lado y sonrió con melancolía.

Apenas estaban murmurandose cosas bonitas el par de tortolitos, cuando Lucifer, muy enfadado porque no se hubiera salido con la suya, los interrumpió. Exclamando desde donde estaba:

- ¡No hay otra cosa que tolere menos que los finales felices...! - saca de detrás de su espalda una lanza plateada. Similar a la de los ángeles exterminadores. Pero con la punta de oro - ¡Supongo que no tendré más remedio que mataros a los dos con mis propias manos!

Al ver que se acercaba a ellos, Alastor puso a Charlie detrás de él. Con la intención de protegerla. Y aunque ella hizo ademán de decirle que no necesitaba su protección, al final se lo calló. No era el momento. Aparte de que le gustaba cuando se preocupaba por ella.

- ¡Ya me tenéis harto! - continuó - ¡He intentado controlarme...! ¡Permitir que los demás luchen por mí...! - sonríe fríamente - Ju ju ju... Pero eso sólo lo he hecho para probar la fuerza de mi manzanita... - entrecierra los ojos - Ahora os demostraré qué es el poder angelical verdadero...

O sea que era eso. Lo de ordenar a sus siervos a que atacaran a Charlie sólo era una prueba para comprobar cómo luchaba. Una especie de examen. Y de ese modo adivinaría las respuestas. Para acabar con ella con facilidad.

- "Cerdo miserable..." - pensó la princesa para sus adentros - "Ha usado a los suyos como cebo para comprobar cómo peleo..."

Cuando Lucifer estuvo frente a ellos, manteniendo las distancias, parándose a un metro de ellos, se colocó muy recto. Entonces, con la lanza levantada hacia arriba, comenzó a pronunciar una maldición. Empleando un lenguaje satánico que ni Alastor ni Charlie lograron entender.

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Al poco rato, el cielo anaranjado se tornó a rojo sangre. Y los ojos del rey se volvieron blancos. Dándole un aspecto macabro. Al mismo tiempo que una melodía tenebrosa resonó por los alrededores. Parecía provenir de algún lugar de la tierra.

Acto seguido, unos símbolos misteriosos de aura celeste cubrieron el cuerpo del ángel demonio. Iluminandose más y más. Y después, ocurrió algo que a los presentes horrorizó. Dejándoles marcada esa imagen de por vida.

El aspecto de Lucifer comenzó a cambiar. Su piel, blanca y delicada como la porcelana, se arrugó y marchitó como una rosa. Pasando a un tono de color negro carbonizado. Afeandolo más y más.

Del mismo modo, sus cabellos rubios se tiñeron de gris. De su cabeza crecieron unos cuernos de carnero. Y sus garras y extremidades se alargaron de manera exagerada. Haciéndolo parecer mucho más alto que antes. Ya no parecía un enano pomposo.

Antes de que alcanzara su forma demoníaca completa, de su espalda resurgieron unas alas. Un par de alas a cada lado. Grandiosas e intimidantes. De plumaje negro. Similares a las de un cóndor.

Y para finalizar, sus ojos dejaron de mostrar unas pupilas negras y pequeñas a ser blancos completamente. Parecían dos diamantes de cristal. Pero uno de ellos era distinto al otro. El derecho. Tenía forma de X. Como las que tenían los ángeles exterminadores.

Así que, pensó Charlie impactada, esa es su verdadera forma. La de un ángel caído. El aspecto que Dios le dio tras desterrarlo del cielo. Despojándolo de sus poderes y de su belleza angelical.

Fue tal el terror que causaba esa figura a simple vista que hasta Alastor pareció tener miedo. Y eso que lo único que le asustaba eran los perros. Pero esa cosa le aterraba más aún.

Tras haberse transformado, Lucifer (o más bien Lucifer.Exe), soltó un rugido de fiera. Y alzó sus grandes alas. Con las cuales, tras moverlas al frente, atizó con una fuerte bofetada de aire a Alastor y a Charlie. Tirándolos al suelo.

- ¡JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA! - río la tenebrosa criatura. Con una voz muy grave y rasposa - ¿¡QUÉ OS PARECE MI AUTÉNTICA FORMA!?

Alastor y Charlie, tirados en el suelo, uno al lado del otro, observaron temerosos a la nueva versión del rey de los demonios. No sabían que podía metamorfosear a tal feo monstruo. Aunque, teniendo en cuenta que el todopoderoso le arrebató la belleza, no era raro que su auténtico se viera así.

El atemorizado overlord tenía a su princesa protegida entre sus brazos. Tras el derribo que les hizo Lucifer, él la mantuvo a su lado para que no sufriera ningún daño. Aunque sabía que ella, debido a cómo se sentía ahora por la muerte de Stolas, no deseaba para nada que la protegieran.

Rápidamente, Lucifer.EXE, clavando sus ojos profundos en los dos amantes, alzó una de sus alas, la cual tenía una uña venenosa afilada en la punta, e hizo ademán de clavarsela a ellos.

Por suerte, estos se apartaron a tiempo de la trayectoria. Antes de que lograra herirlos. Echándose a un lado. Rodando por el suelo. Uno por la derecha y otro por la izquierda. Separándose.

Acto seguido, la bestia volvió a hacer el mismo gesto. Pero esta vez fue directo a por Charlie solamente. Su único objetivo. Lo único que quería era matarla.

Pero antes de que pudiera hacerlo, Alastor intervino. Golpeando el ala del monstruo con la energía de su báculo. Logrando así que retrocediera. Con parte de su plumaje medio chamuscado.

- ¡Aléjate de ella! - exclamó con valentía - ¡Si deseas matar a alguien...! - da un paso al frente - ¡Intenta matarme a mí si eres capaz!

Lucifer.EXE lo miró en plan desafiante. Molesto porque lo estuviera interrumpiendo en sus intentos de acabar con la joven. Le repudiaba que ahora, por el simple hecho de que la amaba, estuviera dando su vida.

Los dos poderosos oponentes hubieran iniciado una batalla en esos instantes si no hubiera sido porque Charlie intervino en la situación. Poniéndose frente al demonio radio.

- ¡Alastor! ¡No! - le gritó muy seria. Frenándole. Con los brazos en alto - ¡Ésta no es tu guerra!

- Cha... Charlie... - murmuró incrédulo. No esperaba que lo detuviera.

- ¡No consentiré que pelees por mí! - le siguió diciendo. Con esa actitud fría. Todo lo contrario a la alegría que desbordaba en el pasado su antigua yo - ¡No eres el rival de Lucifer...! - se señala con el dedo índice. Golpeandose el pecho - ¡Soy yo!

- Pero... - no comprendía a qué venía eso de pronto - ¡Es demasiado fuerte para ti! ¡Si luchas con él, te matará!

- ¡También te supera a tí, tonto! - le gritó frustrada. Encarandosele - Y es probable que yo sea más débil que él... ¡Pero recuerda que soy una mestiza como lo es él! - niega con la cabeza - Además... ¡No quiero que te haga daño!

- ¡Pues yo no pienso dejarte sola! - le soltó. Sin hacer caso a las palabras de la chica - ¡Lucharé a tu lado!

- ¡NO! - sus ojos se llenaron de pequeñas lágrimas - ¡Estoy harta de que os arriesgeis por mí...! ¡Ya he tenido suficiente con perder a Anthony y a Stolas por la misma causa! - le señala con el dedo - ¡Y no estoy dispuesta a perderte a tí también! - lo mira con el ceño fruncido - ¡Ahora vete...! ¡Llévate a Devilon y a los demás al otro lado! - le indica con la cabeza las puertas del mar abierto - ¡Y asegúrate de que lleguen hasta allí sanos y salvos!

Alastor comprendía los motivos que llevaban a Charlie a quedarse sola a pelear. Pero no podía aceptar su orden. Pues no estaba dispuesto a dejarla peleando con aquel monstruo.

- No, Charlie... - le niega rotundamente. Haciendo que esta se pusiera más nerviosa - ¡NO LO HARÉ!

Entonces, Charlie, furiosa porque no le hiciera caso, le dio un empujón. Echándolo hacia atrás. Y repitió la acción una y otra vez. Hasta que logró llevarlo de cara al mar. Propinandole patadas en el trasero.

- ¡Pollino! ¡Cara pollino! - le gritaba Charlie en plan infantil. Bastante molesta porque no le hiciera caso - ¡No me seas cabezón y lárgate!

Al final Alastor no dijo nada más. No tenía más remedio que hacerle caso. Aunque no deseara dejarla allí sola.

Sin embargo, a pesar de lo furiosa que estaba, eso no quitó que se riera por lo bajo. Pues le gustaba la forma en la que expresaba su ira. Cada vez que se enfadaba con él lo llamaba así. Con ese mote chistoso.

Cuando Charlie hubo logrado que el testarudo de Alastor entrara al mar, se volvió a los suyos. Que todavía seguían ahí mirando. Y les indicó:

- ¡Id con él ahora mismo! - se cruza de hombros - ¡Marchaos!

Devilon y Moxie parecieron vacilar un poco ante su orden. Preocupados de lo que pudiera pasarle a ella mientras ellos no estaban. Pero como no querían que los echase de allí a base de golpizas como a Alastor, al final le hicieron caso.

Los del bando de Charlie marcharon al interior del mar en fila india. Desapareciendo en la distancia. Sin que el rey hiciera nada por detenerlos.

Algunos del equipo de Lucifer, como Sir Pentius y Vox, fueron con ellos. Dando a entender que ya no estaban del lado de su jefe.

En cuanto a los que se quedaron, entre ellos un Blitzo todavía impactado por la muerte de Stolas, no sabían qué hacer. Si continuar ayudando al demonio alfa o si marcharse con los demás hacia el paraíso.

Pero Lucifer.EXE, como no quería a nadie allí presente salvo a su hija, supo bien qué hacer con esos demonios que lo estuvieron ayudando durante la pelea.

Hizo unos movimientos circulares con el dedo corazón hacia arriba. Lo que hizo aparecer unas sombras en forma de alargados tentáculos en el suelo (similar al poder de Alastor). Alrededor de los demonios restantes que quedaban de su ejército.

Entonces, cerró el puño rápidamente.

Al mismo tiempo que lo hubo cerrado, los tentáculos negros atravesaron con violencia los cuerpos de aquellos demonios. Matándolos en el acto.

El único que logró sobrevivir a ese ataque siniestro fue Blitzo. Que había conseguido esconderse tras una roca antes de que Lucifer atacara al equipo.

Después de su sanguinaria acción, el rey se miró las garras en plan presumido. Y murmuró:

- No habéis cumplido con lo que os ordené... - sonríe - No acabasteis con los pecadores... - se vuelve a Charlie - No son más que peones... - arquea las cejas - ¿No es así, "manzanita"?

Esta, tras ver cómo ese engendro mataba a aquellos guerreros, frunció el ceño e hizo aparecer un aura dorada de poder alrededor de su cuerpo. Lo cual era la señal de que estaba preparada para pelear. Y eso a Lucifer.EXE hizo que se le iluminaran los ojos de la impresión.

- No voy a consentir que Stolas y esa gente hayan muerto en vano... - dijo Charlie. Mostrándole una mirada fría y llena de odio a su oponente - Pienso vengarme de todos... - da un paso al frente - ¡Acabaré contigo!

Lucifer.EXE, sorprendido por la osadía de su hija, la niña que siempre lloraba por todo, ensanchó su fea sonrisa y le respondió con orgullo:

- Eso ya lo veremos... - un aura rojiza iluminó su cuerpo. Al mismo tiempo que unas venas se transparentaban debajo de su piel - No te preocupes, manzanita... Dentro de poco estarás bajo una cruz...

Los dos rivales se pusieron en posición. Listos para dar inicio a una batalla cuya victoria marcaría un hito en la historia de los ángeles y los demonios.

¿Quién ganará el gran enfrentamiento?

Muy pronto lo sabremos...

¡Y hasta aquí este capítulo! Lamento mucho la tardanza. He estado últimamente muy ocupada. Y los últimos capítulos de este fanfic son más largos que los anteriores y me cuesta bastante hacerlos. Pero espero que los estén disfrutando mucho y que de momento esté siendo la trama de vuestro agrado 😁

Nos estamos acercando al final de esta historia. Así que permanecer atentos si no os queréis perder los destinos que les esperan a Charlie y a los demás protagonistas.

Seguir sintonizados... 😈🔥

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