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Capítulo 63 - Asalto al hotel Hazbin

- ¡LOS OVERLORDS SE HAN LLEVADO A CHARLIE!

La fuerza con la que entró Devilon al hotel Hazbin gritando aquella frase hizo que algunos de los huéspedes, entre ellos Cherri Bomb, se sobresaltaran. Pensando que se trataba de algún asaltante. Pero no. No era el caso.

La primera en acudir a su reencuentro fue su esposa. Octavia. La cual le ayudó a que se sentara en el sofá del salón central. Acariciándole la espalda para que se tranquilizara.

El joven demonio, sin dejar de jadear por la carrera que se había pegado para llegar lo más rápido que pudo allí, después de tomar un poco el aire, mirando a los que acababan de bajar con las pupilas dilatadas de terror, ahora más pausado, dijo:

- La han prendido... - agachó la cabeza con tristeza - Ellos se la han llevado... - se lleva una mano a la sien - Y Alastor nos ha defraudado... Él tenía planeado que ésto sucediera...

Lo último que dijo hizo que algunos de los presentes soltaran un murmullo. Incluidos Nifty y Husk. Quienes se quedaron boquiabiertos por esa noticia.

- ¿Y Angel? - le preguntó Cherri. Muy preocupada - ¿No iba con vosotros?

- Se quedó atrás... - le contestó este. Sin despegar la vista del suelo - Cuando llegaron los overlords se fue huyendo al bosque muy asustado... Desconozco dónde se encontrará ahora...

Las palabras del angustiado Devilon fueron tan preocupantes que hizo que todos los que se encontraban allí se callaran. Sumidos en el silencio por el miedo.

Ahora resulta que Alastor los traicionó. Y que Charlie, la elegida para liberarlos, estaba en manos de los demonios poderosos. Eso sólo podía significar una cosa.

Que estaban condenados.

*
Entre tanto, en el despacho de un edificio medio abandonado de la destrozada ciudad infernal, Moxie trataba de deshacerse de las ataduras que lo tenían inmovilizado en la silla.

Conforme intentaba por todos los medios escapar, escuchaba el "tik tak" de la bomba que tenía apoyada en su entrepierna. Sólo le quedaban cinco minutos para salir de la habitación antes de que todo saliera volando por los aires.

- Mierda... - murmuró entre dientes. Sintiendo cómo una gota de sudor le descendía por la frente - Ahora cómo salgo de aquí...

Como veía que el tiempo se le echaba encima y que no había forma de quitarse las cuerdas de encima, tuvo que recurrir a otra idea más arriesgada pero rápida si no deseaba morir reducido a polvo.

A sus espaldas había un ventanal que daba a la calle.

Recordó que debajo de la misma, ahí fuera, había unos toldos. Si se tiraba por ahí, no sufriría ninguna lesión.

Así que, decidido a salvarse el pellejo a él mismo, dando un bote, logró retirarse la bomba de su lado. Tirándola al suelo a un lado.

Acto seguido, concentrándose mucho en lo que iba a hacer, repitió la misma acción. Pero esta vez hacia atrás. Dirigiéndose al lugar por donde quería saltar.

Apenas pasaron tres minutos y medio de saltito tras saltito, cuando por fin su espalda dio con el cristal de la ventana.

Ahora sólo tenía que dar el gran golpe y saltar al vacío.

Con valentía, sabiendo que el reloj de la bomba le amenazaba con que sólo tenía diez segundos de tiempo, cerrando los ojos con fuerza, golpeó la ventana con la espalda de la silla un par de veces seguidas. Una tercera. Una cuarta. Una quinta. Sexta...

Hasta que a la séptima...

¡CRASS!

El cristal cedió y se rompió en mil pedazos.

Suspirando triunfal, sin pensárselo dos veces, se inclinó para alante. Poniéndose en pie de puntillas sobre sus pequeñas patas. Aún teniendo la silla pegada a él. Y después, de golpe, dio un salto hacia atrás. Y calló al vacío.

Apenas hubo saltado, cuando la potente bomba estalló en un haz de luz anaranjada. Llevándose a su paso toda la sala de estudio. Convirtiéndola en escombros y en chispas.

Por suerte, a nuestro pequeño amigo no le alcanzó la onda expansiva por los pelos.

Su cuerpo chocó contra uno de los toldos de abajo. Evitando así que se hiciera daño. Sin embargo, tras caer sobre él, lo terminó rompiendo por la esquina izquierda. Causando así que se inclinara de lado y que callera rodando como una croqueta hacia el suelo.

Tras recobrar un poco el sentido, Moxie, aún incrédulo por lo que había hecho, se dio cuenta de que la silla en la que estaba pegado se había roto por la caída. Con lo cual, las cuerdas ya no lo sujetaban. Era libre de nuevo. Gracias al cielo.

Se puso en pie un poco mareado. Le temblaban las piernas y estaba sudando a mares del susto. Se retiró de un tirón la cinta adhesiva de la boca. Soltando un gran suspiro tras hacerlo. Volviendo a respirar con normalidad.

Entonces, sin olvidarse de lo que le dijo el asqueroso de su ex jefe, sabiendo que su esposa corría un gran peligro, se dirigió corriendo al hotel Hazbin. Esperando que no hubiera pasado nada durante aquel rato en el que estuvo encerrado.

*
Por desgracia, Moxie se hizo esperanzas demasiado pronto.

Justo acababa de huir de lo que podría haber sido su segunda muerte, cuando en las calles desiertas de la ciudad, no muy lejos de donde se encontraban Devilon y los demás, un grupo bastante siniestro se estaba dirigiendo hacia el hotel. Siguiendo las órdenes de Frederick.

Dicho grupo era encabezado por Loona. Quien, sintiendo cómo la noche caía sobre ella, sonriendo con malicia, aulló a la luna. Jamás había se había sentido tan viva. Era llegar la oscuridad y ya se olvidaba de todos sus problemas.

Tras su fuerte aullido, los componentes del equipo, entre ellos su amado Vortex, la presentadora del 666 y (como no), el mercenario Striker, se pusieron en posición. Y comenzaron a caminar. Cruzando las calles con aire de temerosos.

La razón por la que la joven loba había aullado no era sólo para hacer una señal a sus acompañantes. Sino para llamar a sus amigos...

La manada.

Durante el camino, Loona, que en esos momentos se creía la reina del infierno, se pasó la lengua por sus afilados colmillos muy orgullosa. Y como era de esperar, se puso a cantar. Animando así al personal.

👆 Canción que canta Loona

LOONA
Nadie me atrapa a menos que quiera que me atrapen...
Estoy bailando en las sombras, no hay correa cuando camino...
Es genial sentirse invencible, es genial sentirse vivo...
Mi apetito es insaciable, no hay ningún lugar donde puedan esconderse...

Durante su cantar, de las sombras de la oscura noche comenzaron a salir otros demonios. Acudiendo a la llamada de Loona. Siguiéndola como un rebaño a su pastor. Uniéndose al grupo rebelde.

Todos aquellos que acababan de llegar compartían algo en común. Que eran lobos.

Prosiguieron su camino sin pararse en ningún momento. Sin dejar de cantar. Asustando a algunos pecadores que se encontraban escondidos en sus casas. Observándolos con temor. Preguntándose adónde irían.

LOONA
Nuestra libertad no depende de ellos, solo depende de nosotros...

DEMONIOS
¡Nosotros!

LOONA
Soy el alfa, soy el líder, soy en quien confiar...

DEMONIOS
¡Confiar!

LOONA
Juntos hacemos lo que sea necesario, estamos en este paquete de por vida...

LOBOS
Aowwww...

LOONA
Somos lobos, somos dueños de la noche...

TODOS
Oh, somos dueños de lo que tenemos, oh, somos dueños de la noche
¡Oh, somos dueños de lo que tenemos (Awoo), somos dueños de la noche!
Lo único que es peor que nuestro ladrido es nuestro mordisco...
¡Oh, somos dueños de lo que tenemos (Awoo), somos dueños de la noche!

En mitad del número musical (una escena muy similar a la parte de los hombres lobo de la película Zombies 2), Vortex apareció cerca de Loona. Trotando por los techos de los edificios al igual que los demás lobos. Entonando la siguiente estrofa.

VORTEX
Estoy captando el olor, parece que estamos en el camino correcto...
La luz de la luna está en los tejados, el viento está a nuestras espaldas...
Vivimos en las sombras, vivimos para la persecución...
Nuestro legado está en nuestra mira, así que aceleremos el ritmo...

A la canción también se unió Blitzo. El cual iba montado en su furgoneta de la empresa. Ansioso por dar inicio a la cacería. Observando por el rabillo del ojo, desde la carretera, a su hija muy orgulloso.

BLITZO
Estamos en una búsqueda para encontrar el poder que está dentro de nosotros...

DEMONIOS
¡Nosotros!

BLITZO
Ella es la alfa, ella es la líder, ella es en quien confiar...

DEMONIOS
¡Confiar!

BLITZO
Juntos hacemos lo que sea necesario, estamos en este paquete de por vida...

LOBOS
Aowwwww...

LOONA Y LOS LOBOS
Somos lobos, somos dueños de la noche

TODOS
Oh, somos dueños de lo que tenemos, oh, somos dueños de la noche...
¡Oh, somos dueños de lo que tenemos (Awoo), somos dueños de la noche!
Lo único que es peor que nuestro ladrido es nuestro mordisco
¡Oh, somos dueños de lo que tenemos (Awoo), somos dueños de la noche!

Éstos no se dieron cuenta porque estaban muy distraídos en la acción que iban a cometer. Pero Moxie, escondido tras un edificio derruido, contempló al grupo de asesinos. Y sabiendo lo que pretendían hacer, intentando no perder los nervios, con mucho cuidado, trató de adelantarlos a escondidas como pudo. Yendo en dirección al hotel a través de un atajo más corto que el conocía. De ese modo llegaría más pronto que ellos.

Entre tanto, la marcha musical proseguía. Con la intrépida Loona al frente.

LOONA
Somos dueños de lo que poseemos...
La noche es nuestro hogar...
Somos dueños de lo que poseemos...

LOBOS
¡Somos dueños de la noche!

TODOS
Oh, somos dueños de lo que tenemos, oh, somos dueños de la noche
¡Oh, somos dueños de lo que tenemos (Awoo), somos dueños de la noche!
Lo único que es peor que nuestro ladrido es nuestro mordisco
¡Oh, somos dueños de lo que tenemos (Awoo), somos dueños de la noche!

No les faltaba nada para llegar. Ya habían pisado los pies de la colina en donde se encontraba el hotel Hazbin. Dentro de muy poquito abrirían sus puertas de una patada y los matarían a todos y cada uno de ellos sin piedad...

A no ser que Moxie llegara antes que ellos.

*
Charlie despertó con la vista borrosa y con un dolor de cabeza terrible. Le daba todo vueltas y tenía mucho frío. Aparte de que le costaba respirar.

La asfixia con la que la había inmovilizado Sir Pentius antes la había debilitado por completo.

Después de parpadear un par de veces y de recuperar más o menos el sentido, miró a su alrededor con algo de temor. Preguntándose adónde la habrían llevado.

Pero cuando tuvo la intención de moverse, no fue capaz de hacerlo. Porque algo se lo impedía.

Miró para abajo. Y comprendió el motivo.

Se encontraba atada de pies y manos en un grueso tronco sin copa. Con unas cuerdas fuertemente agarradas. Y eso no era lo peor de todo.

Bajo sus pies tenía amontonados en una pila un montón de pedazos de leña. Lo cual eso podía significar una cosa bastante escalofriante.

La iban a quemar en la hoguera.

Presa del pánico, esta intentó resistirse. Meneandose como una loca y agitando sus extremidades. Por desgracia, le resultaba imposible. Sus fuerzas no le respondían y la tenían muy bien atada.

En mitad del meneo se dio cuenta de que algo húmedo de color rojo le estaba cayendo de su pelo húmedo por el sudor. Entonces, en ese instante, comprendió por qué le dolía tanto el cráneo.

Llevaba puesta una corona de espinas. Similar a la de Jesucristo. Muy apretada. Dañando su piel. Haciéndole sangrar en plan exagerado por la frente.

El lugar en el que estaba asentada la hoguera era en la plaza de la ciudad. Donde todo estaba desierto. Sin ningún alma caminando por las calles.

¿Dónde estaban los overlords? ¿Y los plebeyos que iban con ellos? ¿Se habrían marchado por alguna razón?

Estaba claro que deseaban someterla a una tortura terrible en el momento en el que regresaran de donde fuese. Si eso era lo que había dado por aprobado su padre junto con los overlords, entonces ya se podía dar por muerta.

Justo se estaba preguntando la causa de su soledad, cuando de la oscuridad aparecieron una serie de figuras siniestras que la hicieron estremecer.

Eran personas. Un gran número de plebeyos y otros pecadores. Algunos de ellos heridos y magullados. Gran parte de esas caras Charlie las había conocido antes. Se habían instalado en su hotel para redimirse. Y aceptaron su propuesta. ¿Por qué ahora deseaban que muriera? ¿Qué estaba ocurriendo?

También estaban, entre aquella multitud, los overlords. Los cuales parecían ansiosos por que diera comienzo la gran hoguera. Al igual que el resto.

Todos la señalaron. Burlándose de ella e insultándola por lo bajo. Riéndose con maldad de lo que iban a hacerle.

Al poco rato, de la gran masa de gente apareció un demonio vestido de blanco. Llevando entre sus manos un cetro de oro con una manzana rojiza en la punta. Echando una peste a sangre seca mezclada con aroma de rosas frescas.

Su sonrisa diabólica dejaba paralizado a cualquiera que lo viera.

Era Lucifer.

- Vaya, vaya... Manzanita... - murmuró. Acercándose a ella sin mostrar ni el más mínimo sentimiento por la situación en la que estaba - Volvemos a vernos...

Charlie no sabía si maldecirle o si echarse a llorar por el miedo interno que tenía. Ahora resulta que su padre, el que la educó desde muy pequeña, quería verla convertida en una antorcha ardiente. No podía ser. Debía de estar teniendo una pesadilla.

Al verla tan asustada, el rey arqueó las cejas y le dijo:

- ¿Qué pasa? ¿Creías que iba a ponerme blando contigo por el simple hecho de que seas mi hija adoptiva? - se cruza de hombros en plan severo - Pues te equivocas...

Antes de que pudiera seguir hablando, una desesperada Lilith irrumpió en la escena.

- ¡Lucifer! - gritó. Iba corriendo hacia allí. Probablemente para evitar lo que querían hacerle a la joven - ¡Lucifer...! ¿¡Qué demonios estás haciendo!? - aparta a la gente a empujones para abrirse camino - ¡Lucifer!

- Lleváosla... - le ordenó muy fríamente este a Vox y Valentino. Quienes no dudaron en ningún segundo en cumplir lo que había pedido.

Agarraron a la reina por los brazos con fuerza y la arrastraron fuera de la plaza. Mientras la pobre, horrorizada por lo que pretendía hacer su marido, soltaba alaridos de súplica y se resistía para tratar de liberarse.

Los demás la contemplaron hasta que desapareció tras perderse en la distancia. Después de cruzar una esquina.

Una vez se hubo calmado la cosa, Lucifer retomó su conversación con Charlie. Esta vez con menos alegría que antes.

- Ésto es lo que pasa cuando te juntas con quien no debes... - le levanta el mentón con su reluciente cetro - El mal en el infierno es más fuerte que el bien... ¿No lo sabías?

La pobre, intentando no entrar en cólera por sus palabras y por haber visto cómo se llevaban a su madre de su presencia, mirándole con toda la valentía que pudo mostrar, le respondió:

- Padre... Lo de las plagas no ha sido más que el inicio...

Tras oírla decir eso, la multitud dejó de reírse.

- ¿De qué estás hablando? - le preguntó este. El cual pareció curioso por saber más sobre lo que acababa de confesarle.

- Mañana por la noche... - prosiguió - El ángel de la muerte descenderá al inframundo... Y matará a todos los primogénitos... Como consecuencia de tu terquedad...

Los presentes parecieron atemorizados por sus palabras. Algunos soltaron una exclamación. Otros se miraron preocupados. Si ya sus advertencias que dijo al principio se hicieron realidad, entonces esa última podría ser cierta. Los castigos impuestos por Dios y sus ángeles todavía no habían terminado.

Sin embargo, el rey no mostró miedo alguno a sus ruegos. Con lo cual, en vez de haber optado por liberarla a ella y a los suyos, simplemente soltó una risita burlona y le contestó:

- No pienso ceder a tus órdenes, manzanita... Lo único que deseo es que desaparezcas de mi vida de una vez por todas... De ese modo se acabarán los castigos... - frunce el ceño - Y tú dejarás de dar por culo a mí y a mis súbditos...

- ¡Eso no funciona así! - exclamó furiosa - ¡Lo único que conseguirás con eso es enfurecer más a los dioses!

En medio de la discusión, apareció el pequeño Azazel. Cuyo cabello estaba alborotado. Y tenía unas ojeras terribles. Era obvio que durante el episodio de las plagas no había logrado pegar ojo por las noches.

Nada más aparecer, soltando un débil bostezo, murmuró muy cansado:

- No puedo dormir, papá... - se acaricia los párpados - El castillo está muy oscuro y da miedo...

Tras verlo, Charlie se quedó boquiabierta. Era la primera vez que lo pillaba comportándose de ese modo tan tierno. No parecía el típico niñato que conoció al principio.

Lucifer, para la sorpresa de la princesa, acudió a su lado de inmediato. Tomándolo en brazos y acariciándole la cabecita muy tiernamente. Gesto que con ella jamás había tenido desde que tiene memoria. Y eso le dio mucha rabia.

- Vamos, hijo mío... - le susurró en plan tranquilizador - No pasa nada... Estaré contigo...

Al ver que pasaba de ella, esta, apretando los dientes, le chilló:

- ¡Haz caso a lo que te digo...! ¡Te estoy advirtiendo para que los salves a todos...! ¡Piensa en tu gente...! - sus lágrimas comenzaron a humedecer sus mejillas - ¡Piensa en tu hijo!

Tras escucharla decir eso, el rey, girándose a ella, mirándola con desdén, entrecerró los ojos y le contestó muy despreocupado:

- Ya lo hago, Charlotte... - le da la espalda con repugnancia - Ya lo hago...

Acto seguido, pareció susurrar a uno de los plebeyos algo. Y tras oírlo, el sujeto al quien le había hablado por bajo asintió y fue a hacer lo que supuestamente le había ordenado.

Entonces el rey se fue alejando del lugar con su hijo en brazos. En silencio y mirando al frente.

El chiquillo, mirando a Charlie por encima del hombro de su padre, le hizo un corte de manga como gesto de despedida. Sacándole la lengua. En señal de que se fastidiara.

- Grrr... - gruñó esta entre dientes - Niño cabrón...

Cuando hubieron desaparecido padre e hijo de la plaza, el tipo al quien le había susurrado Lucifer antes, acudió de nuevo al lugar con una antorcha encendida. Y muy decidido, se fue acercando a la hoguera para encenderla.

Mientras ésto sucedía, Velvet, desde lo alto de un edificio en ruinas, fue grabando el momento con su móvil. Haciendo un directo en su canal de Youtube. Donde seguramente mucha gente lo estaría viendo.

*
Rosie y las tres damas ya estaban muy cerca de la cumbre del monte calavera.

Llevaban a Alastor encadenado. Antes había hecho un intento por escapar. Así que optaron por inmovilizarlo de ese modo para que no volviera a suceder.

En mitad del camino tuvieron que pararse. Pues a Rosie le había llegado una notificación urgente de su móvil. Por lo que dejaron atado a Alastor en un grueso tronco de un árbol. Por si acaso intentaba huir o atacarlas.

Cuando esta hubo visto lo que era, su sonrisa se ensanchó. Gesto que llamó la atención de sus compañeras.

La siniestra dama, sin decir palabra, se arrodilló frente a su callado y pasivo amigo. Y le dijo:

- ¿Te gusta el entretenimiento, Al? - no dijo nada. Pero igualmente, continuó con lo que le quería decir - Pues mira esto...

Le enseñó la pantalla de su móvil. Levantándole el mentón para que dejara de estar cabizbajo. Obligándolo a ver lo que brillaba en la pequeña pantalla.

En ella podía verse a una Charlie atada a una hoguera todavía sin arder y a un sujeto con una antorcha llameante haciendo el gesto de encenderla.

Nada más contemplarlo, sus ojos se abrieron como platos.

- Charlie... - murmuró. Incorporándose de un salto. Haciendo tintinear sus cadenas - No...

*
La llama que brillaba en la antorcha del demonio anónimo era verde. Como las que vendía Wally Wackford en Loo Loo Land en tiempos del pasado. Ese tipo de fuego sí podía quemar a los pecadores del infierno. Los calcinaba en tan sólo cinco segundos. Era más potente que incluso el fuego normal del mundo humano.

Con lo cual, Charlie tenía motivos para estar asustada. Porque la muerte la tenía a la vuelta de la esquina si nadie acudía a salvarle la vida.

El plebeyo que sostenía la antorcha, mirando a la princesa con cara burlona, le sonrió fríamente y le susurró, antes de inclinar la llama hacia la leña y las matas que tenía bajo sus pies:

- Púdrete en el limbo... Zorra...

Entonces, en tan sólo unos cortos segundos, tan solo fue rozar la llama con la leña, y de inmediato, se puso a arder exageradamente. Envolviendo a Charlie en un manto de color esmeralda que terminó nublando su vista y asfixiándola.

Trató de gritar. Pero le fue imposible. El humo le estaba entrando por los pulmones. Y el calor era sofocante. Se iba a morir si nadie acudía a ayudarla. No podía hacer nada por ella misma para liberarse.

Estaba perdida.

*
Tras ver aquella horrorosa imagen a través del móvil de Rosie, Alastor pegó un grito de furia. Y como un poseso, comenzó a dar tirones para deshacerse de las cadenas que lo tenían sujeto contra el árbol. Haciendo que la overlord y sus compañeras se sobresaltaran por su semejante ataque rabioso. Retrocediendo hacia atrás a la vez.

*
En medio de la hoguera, los presentes se echaron a reír. Señalando a la princesa con gesto de burla.

Sin embargo, apenas estuvieron disfrutando del espectáculo, cuando un grito metálico, proveniente de un lugar lejano, resonó por el lugar.

Al principio, éstos se volvieron hacia insignificante grito. Pero como no fue más que un ruido de la lejanía, pues lo terminaron ignorando. Sin tener ni idea de quién era el autor de semejante chillido desesperado.

*
Alastor, sin dejar de chillar ido de cólera, terminó rompiendo de golpe sus cadenas. Liberándose así de sus ataduras. Y sin necesidad de moverse del sitio, comenzó a atacar a las mujeres malvadas con un poder que jamás había utilizado antes.

Unos tentáculos invisibles resurgieron de su espalda. Y como si de cuchillos se trataran, le revanó la cadera a una de las chicas. Matándola en el acto.

Las demás se quedaron de piedra tras ver aquel ataque. Por desgracia, aunque hicieron el gesto de escapar, no les dio tiempo a sobrevivir.

Los tentáculos fantasmales del demonio radio mutilaron por la mitad a una de ellas. Después a otra le revanó el cuello. Y a las otras dos restantes las atrapó y las estampó con fuerza contra el suelo. Reventandolas de golpe.

La única que quedó con vida de todas ellas fue Rosie. La cual, algo asustada, se aferró a un tronco cercano y contempló la masacre enmudecida.

Cuando este hubo acabado con todas ellas sin la más mínima piedad, con el rostro negro por la ira y con los ojos centelleantes de la locura que se había apoderado de él, ignorando a Rosie, se dirigió caminando colina abajo en dirección a la ciudad. Con la única intención de castigar a todos esos pecadores que habían matado a su Charlie sin piedad.

La overlord, que no sabía lo que hacer, optó por seguir a su amigo antes que quedarse donde estaba. Manteniendo las distancias con él por si acaso hacía un intento en matarla. Quería saber qué era lo que pretendía realizar ese loco. Y no deseaba para nada perdérselo.

*
Las llamas comenzaron a acercarse más a la asfixiada Charlie. La cual estaba perdiendo el sentido y apenas podía ver nada porque su visión se estaba poniendo muy borrosa.

Ese era el fin de su vida. Nunca llegó a pensar que Lucifer, el quien la cuidó y mimó durante tanto tiempo, hubiera accedido a emplear medidas extremas con ella. Creyó que no lo haría. Que sentiría compasión. Pero no fue así. Ya no la quería.

Antes de que se desmayara, la pobre soltó un último aliento. Mirando por última vez a aquellos a los que trató de ayudar en el pasado.

Si no hubiera sido tan tonta, si no hubiera confiado en la redención, si hubiera aceptado desde el principio que los pecadores no tienen arreglo... Ahora estaría viva. Y su padre no la odiaría.

Había sido una imbécil. Y ese era su castigo.

Los presentes, disfrutando de su muerte lenta, comenzaron a soltar insultos ofensivos hacia ella. Muy contentos de que sufriera.

Sin embargo, de repente...

*
Moxie logró llegar a tiempo al hotel Hazbin antes que los rebeldes que pretendían matarlos a todos.

Nada más entrar por la puerta, la cerró de golpe tras de sí. Pegando la espalda contra ella por si acaso alguno de fuera trataba de derribarla. Jadeando cansado por la caminata.

Los que se encontraban en la entrada, Devilon y los demás huéspedes, lo miraron extrañados. Sin saber por qué venía tan lanzado de la calle.

- ¿Y a ti qué te pasa? - le preguntó Cherri Bomb. Sin tener ni idea de por qué estaba tan asustado.

Este, que se preocupó un poco al ver que Millie no estaba en la sala con ellos, murmuró sin dejar de suspirar:

- Re... Rebeldes... Vienen... A... Hacia aquí...

- ¿Qué? - dijo Devilon. Alzando la cabeza alertado - ¿De qué estás hablando?

- Bli... Blitzo... - se arrodilla en el suelo agotado - Pe... Pecadores... - los mira con cara de desesperación - Vi... Vienen a... A... A matarnos...

- ¿¡Cómo!? - exclamaron todos a la vez.

Sin embargo, ya era demasiado tarde.

La puerta de la entrada cayó encima de Moxie. Chafándolo como una simple hogaza de pan. Y tras ella, con una sonrisa de oreja a oreja, apareció Striker. Con su inseparable escopeta angelical. Mirando a los estupefactos huéspedes con sus ojos amarillos de serpiente.

Tras verlos, pasándose la lengua por sus afilados colmillos, murmuró en plan sensual:

- Hora de jugar, perras...

Entonces, los huéspedes, asustados por lo que podría hacerles ese loco, salieron corriendo para salvar sus vidas. Dirigiéndose al interior del hotel. Mientras este cruzaba la entrada. Pasando por encima de la puerta derribada. Ignorando al dolorido Moxie. Quien en esos momentos, sacando la mano de debajo de la puerta, trató de decir de forma clara:

- O... Oye... A... ¿Alguien me ayuda?

Detrás de Striker aparecieron Loona, Blitzo y los demás. Quienes no dudaron en ningún momento en lanzarse a la caza de los pobres pecadores que se querían rehabilitar. Yendo tras ellos con armas en mano.

Devilon, quien fue el único que no huyó, con el fin de proteger a su mujer y a los demás, sacó su inseparable jabalina de detrás de su espalda y fue en dirección hacia los asaltantes.

Primero fue a atacar a Striker. Con el que se enzarzó en una feroz pelea. Lo que causó que se distrajera y que no pudiera detener a los demás enemigos que estaban entrando.

Blitzo, aprovechando la ocasión, dejó atrás a su compañero y fue a buscar a Octavia. Sin olvidarse de la petición de su amante Stolas. Manteniendo el arma en alto para acabar con la vida de alguna de aquellas víctimas que le cortaran el paso durante su camino por el corredor.

*
- ¡HIJOS DE PUTA!

El grito de guerra que irrumpió en la plaza hizo que Charlie se espabilara de sopetón. Levantando el mentón hacia aquella voz.

No vio nada debido a las llamas. Pero sus oídos escucharon un sonido similar al que hace un carnicero cuando corta pedazos gruesos de carne ensangrentada con su cuchillo.

Junto con aquel extraño sonido también logró oír gritos de dolor de hombres y de mujeres. Suplicando piedad y compasión. Los cuales terminaban siendo callados tras el silbido sangriento que resonaba una y otra vez. Repetidas veces.

Eso hizo que esta se quedara pálida del miedo.

¿Qué estaba pasando? ¿Había aparecido algún asesino a cometer un altercado o qué? ¿Quién era el responsable de esa masacre que estaba sucediendo allí en esos momentos? ¿Y por qué?

De pronto, apenas hubieron trascurrido quince segundos, cuando los sonidos violentos cesaron. Dando paso a un silencio sepulcral que daba escalofríos. Sólo la brisa de la noche aullaba en la plaza de la ciudad. Ni un murmullo ni un grito se escuchó más.

Acto seguido, misteriosamente, algo húmedo salpicó la hoguera. Apagando las verdosas llamas de inmediato. Empapando la cara de la enmudecida Charlie. Espabilandola con un guantazo acuoso que hizo que dejara de sentirse menos débil y asustada.

En un principio ella creyó que lo que acababan de echarle encima era agua. Pero después le vino un fuerte olor a orina que por poco hizo que soltara una arcada.

¿Se puede saber quién había sido el que le había arrojado una meada encima?

Como el fuego ya no le tapaba la vista, pudo ver claramente, a través del humo, a la persona que le había salvado la vida. Y tras darse cuenta de quién era, no pudo creerselo.

Angel Dust, con un bate de béisbol (con pinchos ensangrentados en la punta), sobre sus hombros y con un cubo gris de metal en una de sus patas derechas, miraba a la chica con aire de preocupación.

Las mejillas de este estaban manchadas de sangre oscura. Y detrás de él yacían muertos todos aquellos plebeyos que la estaban insultando hace un momento. Apilados y destrozados. Con caras congeladas de espanto.

Se supone que Charlie tendría que horrorizarse por lo que acababa de pasar. Y tenía motivos. Pero estaba tan aterrada de las últimas cosas que le habían ocurrido que le terminó dando igual. Además, esas personas la deseaban muerta. No valía la pena preocuparse por ellos.

Muy apresurado, Angel, echando su bate a un lado, fue hacia ella para retirarle las cuerdas que la sujetaban.

Mientras lo hacía, le preguntó sin detenerse:

- ¿Estás bien?

Pero ella no le contestó. Simplemente asintió con la cabeza. Con los ojos muy abiertos. Parecía estar traumatizada. Y eso su amigo lo notó. Pero no le dio importancia.

Cuando la hubo liberado, Charlie se abalanzó sobre este. Dándole un fuerte abrazo. Derrumbándose a llorar. Escondiendo su cara en el hombro del vacilante chaval.

- Gracias, Angel... - le dijo. Muy agradecida - Gracias... Estoy muy orgullosa de ti... Te quiero...

- Eh... - murmuró este. Sin atreverse a tocarla. Le repugnaban las mujeres - Sí... Sí...

Antes de que pudiera continuar con el abrazo, Angel Dust la retiró de su lado con gesto de asco. Y sujetándola por los hombros, manteniendo la seriedad, le comentó:

- No es momento de ponernos sentimentales, Charlie... - frunce el ceño. Cosa que hizo que esta dejara de llorar - Antes de que te rescatara he seguido a los overlords para buscarte... Y en el camino han comentado que habían mandado a unos tíos a asaltar el hotel...

- Que... - lo que acababa de decir este hizo que Charlie se quedara boquiabierta - ¿¡Qué!?

- ¡Tus huéspedes están en peligro! - la zarandeó con fuerza para que no perdiera los nervios - ¡Tenemos que ir a salvarlos!

Tras lo que le había soltado, esta, aterrada por lo que les pudieran hacer a Miriam y al resto, intentando no entrar en pánico, fue corriendo disparada hacia la salida de la plaza. Dispuesta a salvarlos a todos.

El intrépido demonio araña fue tras ella. Recogiendo su bate de la muerte en mitad de la carrera.

Si no se daban prisa, los imp y el resto de demonios rebeldes ya habrían terminado con su trabajo. Y todo habría sido en vano.

*
Miriam no se dio cuenta del cacao que se estaba montando en el corredor de la entrada hasta que se dio cuenta por ella misma de la manera más impactante.

Se encontraba en su habitación. Vistiéndose antes de salir con los demás. Y apenas hubo terminado, cuando comenzó a escuchar unos gritos de horror en la planta baja. Aparte de una serie de pasos que se estaban acercando al pasillo que daba a su habitación.

Sorprendida, fue en dirección a la puerta. Esperando que sólo se tratara de una broma. Pero nada más la hubo abierto, cuando la reportera del 666 apareció ante ella. La cual, con cara asesina, le dijo con una voz escalofriante:

- ¿Qué tal, guarra sarnosa?

Tras verla, Miriam no pudo evitar pegar un grito. Quedándose congelada ante aquel monstruo maquiavélico. Sin moverse del sitio.

La malvada mujer hizo el gesto de avalanzarse sobre ella para atacarla y acabar con su vida.

Por suerte, antes de que pudiera hacerlo, Cherri Bomb acudió por sorpresa al rescate. Agarrando el cuello de la reportera por detrás. Utilizando un lazo de cuerda que llevaba consigo.

En pleno forcejeo, la chica le gritó a la aterrada Miriam:

- ¡Corre! ¡Escóndete en otro sitio! ¡Yo me encargo de esta!

La pobre hizo caso a las órdenes de la quien hace apenas un par de horas fue su amante. Y salió de la habitación por la puerta. Dejándola atrás con ese bicho malvado.

En plena huída, se topó con varios de los huéspedes. Los cuales huían a todos lados. Sin saber a dónde ir.

En medio del caos resonaron en la planta baja una ráfaga de disparos. Lo que causó que la masa de gente se tapara los oídos y se desorientara aún más de lo que estaba.

Entre la multitud, Henry, el hermano de Devilon, estaba en todo lo posible por mantener a todos en calma y ayudarlos a buscar un escondite.

Al final, este guió a los que pudo a varias habitaciones. Las cuales fueron cerradas por dentro por parte de los escondidos para así evitar que alguno de los asesinos pasara.

Miriam terminó escondiéndose debajo de la cama de uno de los aposentos del pasillo.

La habitación 113.

Allí no estaba sola.

Husk, Nifty y Baxter compartían su mismo escondite. Los tres tenían las bocas tapadas. Esperando que ninguno de esos asaltantes los encontraran.

Mientras, en el corredor de la entrada, Devilon y Striker proseguían con la pelea. Pero estaban demasiado igualados.

En pleno forcejeo, el segundo le propinó un puñetazo al primero. Tirándolo al suelo. Haciendo que le sangrara la boca.

Aprovechando que lo había dejado noqueado, Striker tomó un cuchillo que llevaba colgado en su cinto y fue a abrir al muchacho en canal. Antes que dispararle en la nuca prefería darle una muerte limpia y despiadada.

Sin embargo, antes de que pudiera hacer nada, detrás de él apareció Octavia. La cual le terminó clavando la jabalina de Devilon en el hombro izquierdo. Al mismo tiempo que le daba un puñetazo tras otro en la espalda. Furiosa porque hubiera pegado a su marido.

El asesino, dando gritos de dolor, trató de quitársela de encima. Pero le era imposible. Le estaba golpeando muy fuerte. Y a causa de eso, su arma angelical se le resbaló de las manos. Cayendosele al suelo.

Devilon no se creía que Octavia se estuviera enfrentando a ese monstruo. Era increíble. Pero dejó de estar estupefacto y, viendo que lo habían dejado desalmado, fue a tientas a por la pistola de Striker.

Si se hacía con ella, podría dispararle. Y así darle el golpe de gracia.

Sin embargo, antes de que pudiera alcanzarla, un pie pequeño la golpeó. Retirándola a un lado.

Dicho sujeto que le había arrebatado el poderoso arma fue nada más y nada menos que Blitzo. El cual, tras un rato buscando a la hija de Stolas, por fin la había encontrado.

Striker, quien había logrado inmovilizar a la muchacha, al ver a su compañero, le dijo:

- Vale... Ya tenemos a la zorrona... - mira de reojo al herido Devilon - ¿Y ahora qué hacemos con este gusano insignificante?

El mercenario, sonriendo con una maldad escalofriante, para nada divertida, sacó del bolsillo de su pantalón un alargado y afilado hacha (que a saber cómo se lo había metido ahí). Y fijando su vista en el joven Devilon, murmuró:

- De este ya me ocupo yo...

Entonces, soltando un grito de guerra, fue a por él.

Devilon trató de escapar. Arrastrandose por el suelo. Pero Blitzo logró clavarle el hacha sobre la pierna izquierda. Abriéndole una herida muy dolorosa.

Octavia pareció gritar. Pero Striker le tenía la boca tapada. Así que apenas se le escuchó.

A pesar del fuerte dolor de su pierna, Devilon hizo un esfuerzo por incorporarse del suelo. Poniendose boca arriba.

Sin embargo, Blitzo se puso encima suya y comenzó a intentar clavarle su hacha en la cabeza.

El joven, sin creerse que el tipo que lo adoptó lo estuviera intentando matar, logró asestarle un puñetazo a este en la cara. Y después otro en el estómago. Causando así que soltara su arma.

Pero a pesar de todo, Blitzo no se dio por vencido. Y rodeó el cuello del muchacho con sus manos desnudas. Estrangulándolo poco a poco. Golpeando su cabeza contra el suelo repetidas veces conforme lo ahogaba.

Devilon intentó quitarse al asesino de encima. Golpeándolo en la cara. Sin embargo, sus fuerzas no le respondían. Y se estaba quedando sin aire.

Mientras lo mataba lentamente, Blitzo, sin perder la sonrisa de payaso de su feo rostro, le murmuró muy satisfecho:

- Te has follado a la hija del tipo al que le chupaba la polla... - pone cara de goloso - Ju ju ju ju ju... Estoy tan orgulloso de tí... - le aprieta más el cuello - Hijo mío...

- Argh... - no podía respirar. Sus pulmones se estaban encogiendo en su interior - Bli... - posa su mano sobre la muñeca derecha de este - Blitz... No...

A pesar de que era su hijo, Blitzo no se inmutó. Y continuó con la acción. Pues él tenía en mente que aquel que lo abandonara no era digno de vivir. Si Devilon, Millie y Moxie lo dejaron de lado anteriormente, cuanto más los necesitaba, entonces su castigo era la muerte. Ya no los consideraba parte de la familia. Sino como unas víctimas más.

Devilon ya no lo aguantaba más. Dentro de muy poquito terminaría muriendo asfixiado. Nunca creyó que moriría en manos de un hombre que lo salvó de morir de hambre en la calle cuando se quedó huérfano. Era muy doloroso el pensar aquello.

Cuando de repente...

ZAS

Un sonido seco llegó a los oídos del joven demonio. Retumbando en las paredes del corredor.

La cara de Blitzo pasó de mostrar una sonrisa de satisfacción a expresar sorpresa y a la vez empanamiento. Además, sus manos ya no agarraban con fuerza el cuello de Devilon. Habían dejado de apretarlo.

Al fondo de la sala, Striker soltó un murmullo de impresión tras el silbante sonido. A saber por qué sería. Y el herido de Devilon lo desconocía.

Pero al instante lo descubrió. Y fue algo escalofriante y grotesco de ver.

La hoja del hacha de Blitz ahora estaba clavada sobre la cabeza de este. Por eso su expresión había cambiado. ¿Pero quién le había atacado por la espalda?

Acto seguido, de sus ojos y de sus labios comenzaron a brotar unos exagerados chorros de sangre. Lo que hizo que Devilon se quedara mudo e impactado por lo que estaba viendo.

El cuerpo del mercenario cayó a un lado como un saco de papas. Desplomándose en el suelo medio muerto. Con las extremidades todavía tenblandole. Como las de una salamandra moribunda.

Tras ser derribado, Devilon, pálido como un muerto por haber visto cómo se cargaban a su odioso padre adoptivo, dio de frente con su supuesto salvador.

Moxie, dando viajes con la mirada entre Devilon y el cuerpo de su ex jefe, estaba patidifuso frente a la escena. Incrédulo de lo que acababa de hacer. Respirando frenéticamente. Sintiendo cómo se le formaba un nudo en el estómago por la tensión.

Se produjo un tenso silencio entre los cuatro miembros que había ahí presentes.

Pero Devilon, intentando no parecer traumatizado, murmuró medio tartamudeando:

- Va... Vaya... Mo... Moxie... - se fue incorporando poco a poco del suelo. Intentando llegar al lado de su pequeño amiguito - Gra... Gracias... Yo... Yo... E... ¿Estás bi...? ¿Te encuentras...?

- Tranquilo... - le contestó este. Negando con la cabeza. Aparentando estar relajado - Estoy bien... - pero fue apenas terminar de pronunciar lo último, cuando se puso a vomitar de golpe - Burp.... - estaba casi en shock. Había atacado sin piedad a su antiguo jefe y gran amigo. Nunca llegó a pensar que terminarían en una situación así.

Por otro lado, Striker, asustado por lo que había visto, soltó a Octavia bruscamente y se fue corriendo del corredor. Agarrando su escopeta de camino a las escaleras.

Al verla de nuevo a salvo, Devilon fue corriendo junto a ella. Olvidándose al instante de Blitzo.

La ayudó a levantarse y la abrazó muy asustado. Por suerte, ella supo calmarlo. Susurrándole que no pasaba nada y que todo saldría bien.

En cambio, Moxie, viendo que esos dos ya no corrían ningún peligro, todavía con el estómago medio revuelto por los nervios, fue tras Striker. Con la intención de evitar que hiciera daño a más personas del hotel. Preguntándose si Millie estaría en la planta de arriba junto con los demás.

*
No sólo en el hotel Hazbin se estaba desencadenando un caos terrible.

En la ciudad también se estaba sembrando un pánico aterrador.

Los civiles pecadores que paseaban tranquilamente por las calles desiertas, sin hacer daño a nadie, estaban siendo mutiladas por los tentáculos invisibles de Alastor. El cual, después de ver a Charlie convertida en una antorcha humeante en aquella hoguera, había perdido por completo la cordura. Y las voces de su cabeza sólo le ordenaban que los matara a todos.

- "Todos tienen la culpa..." - le decían en el interior de su cerebro - "Ellos han causado su muerte..." - cada vez resonaban con más fuerza. Dejándolo casi aturdido - "¡ACABA CON LA VIDA DE TODOS ELLOS!"

La sangre tiñó las calles de un rojo carmesí. Dejando a su paso tripas desparramadas y pedazos de brazos y de piernas.

A causa del caos que estaba montando el enfuscado overlord, Rosie, quien había logrado seguirle hasta ese lugar, se armó de valor. Y haciendo todo lo posible por parecer amable, se acercó con cuidado a las espaldas de su amigo. Aunque claro. Manteniendo una distancia de seis metros de él.

Entonces, consciente de que lo que estaba a punto de hacer podría poner en peligro su vida, tomó aire y le dijo desde donde estaba:

- Al... - este no se giró tras su llamada - Al... ¿Me escuchas? - el overlord siguió caminando como si ella no existiera - ¡Alastor! - dio tres pasos hacia alante. Desesperada porque no la estuviera escuchando - ¿¡Quieres hacer el favor de hacerme caso!? - cierra los puños molesta - ¡Deja ya de liarla par...!

La cabeza de Alastor se volvió hacia ella. Sólo para regalarle una última mirada. Antes de que su tentáculo invisible le cortara el cuello. Decapitandola viva. Callándola para siempre.

El cuerpo sin cabeza de Rosie se quedó de pie por unos segundos. Hasta que cayó contra el suelo. Arrodillándose primero antes de desplomarse completamente.

A partir de ahí, Alastor ya dejó de ser él mismo. Ya no le importaba nada en el mundo. En su corazón sólo había espacio para su amada Charlie. Y se la habían arrebatado. Sin ella nada en su vida miserable tenía sentido.

La culpa la tenían todos esos sucios pecadores. Que se aprovecharon de la bondad de la princesa para luego traicionarla. Por tanto, se merecían todos un castigo peor que el de las plagas. Morir sin piedad. Todos y cada uno de ellos. Y no tenía pensado bajo ningún concepto dejar a nadie vivo.

En mitad de su camino, Minfy, una antigua amiga suya de hace ya tiempo, al igual que hizo Rosie anteriormente, trató de calmarlo. Acudiendo a su lado. Con buenas intenciones.

- Al... ¿Estás bien? - le preguntó un tanto preocupada - Te... ¿Te ha pasado algo? - posa su mano sobre la frente de este con cuidado - ¿Estás enfer...?

Pero Alastor se la quitó de en medio mutilando su grueso cuerpo. Partiendo su cadera en dos. Destrozandola en el acto.

Las voces de su cabeza eran cada vez más fuertes. Lo estaban enloqueciendo más de lo que ya estaba.

- "Sí... ¡Sí! ¡MÁTALOS A TODOS!"

*
Millie estaba escondida dentro de un armario. Junto con su hija Panis, atada a la espalda, y otras dos chicas. Manteniendo la guardia alta por si los descubrían algunos de los asaltantes.

Llevaba entre sus manos un pequeño cuchillo. Con lo cual, si terminaban dándose cuenta de su escondite y trataban de matarlas, ella se ocuparía de defender al grupo a base de cuchilladas.

En un primer momento, tras trascurrir un buen rato, se relajaron un poco. Pues no escuchaban los pasos de nadie caminando por el pasillo. Y todo estaba en silencio.

Sin embargo, apenas hubieron dado por sentado que estaban salvo, cuando de sopetón alguien abrió las puertas del armario de par en par. Causando que se sobresaltaran las tres.

Se trataba de Loona. La cual se sorprendió mucho al ver a su antigua compañera ahí dentro. Pero como tenía órdenes de matarlos, dejó de lado sus sentimientos hacia ella y se dispuso a atacarles.

Alzó la zarpa en dirección a Millie. Pero esta agachó la cabeza y solo pudo golpearle la cara a una de las dos chicas. Reventándole el cráneo. Matándola en el acto.

La otra mujer restante se puso a chillar como una energúmena tras ver cómo se cargaban a su compañera. Y muy asustada, se agarró con fuerza del brazo de Millie. Brazo en el cual tenía sujeto el cuchillo. Y ahora que esa cobardica se lo estaba agarrando, a la ex mercenaria le era imposible atacar a la dichosa loba.

- Suéltame, estúpida... - le gruñó Millie a la chica - Intento ayudar...

Pero Loona fue directa a por ella. Empleando su bocaza para devorarlas.

Por suerte, Millie la detuvo con los pies. Tratando de mantener sus fauces lejos de ellas.

En los intentos que estaba haciendo para echarla atrás, la aterrada acompañante de Millie dio en el armario con una especie de marco de cristal. El cual lo agarró con fuerza y lo terminó rompiendo sobre la cabeza de Loona. Haciendo que retrocediera dolorida. Soltando un aullido de dolor.

Aprovechando que se había alejado, Millie y la mujer salieron del armario y se dirigieron a otro lado. Con la intención de escapar de las garras de esa bestiaja.

Por desgracia, Loona, que no le afectó demasiado el ataque de antes, como venganza, consiguió atrapar a la mujer que le había golpeado. Avalanzandose sobre ella como una leona. Y le terminó devorando las tripas. Apagando sus gritos.

Al ver aquello, la ex mercenaria, furiosa, blandió su cuchillo. Y soltando un grito de guerra, fue a atacar a Loona. Sin piedad alguna.

Alzó su arma contra ella. Dispuesta a abrirle la cabeza.

Sin embargo, la loba alzó la vista antes de que pudiera la enana hacer lo que pretendía. Y fue una mala suerte no para Millie en este caso. Sino para Loona.

La hoja afilada del cuchillo terminó hundiéndose en el globo ocular derecho de la loba. Lo que causó que sintiera un dolor punzante muy desagradable. Al mismo tiempo que la imagen que le mostraba hace unos segundos su ojo se desvaneciera. Convirtiéndose en oscuridad.

- ¡Argh...! - gritó dolorida. Llevándose una mano a su párpado. Del cual comenzó a brotar un chorro de sangre acompañado de una mucosidad amarilla que daba asco - ¡Hija de puta!

Golpeó a Millie con todas sus fuerzas en el estómago. Echandola lejos de su lado. Enviándole al otro lado del pasillo.

El cuerpo de la pequeña chocó de boca contra un espejo. Rompiendolo en mil pedazos.

Tras caer en el suelo, se mantuvo inconsciente durante un rato. Hasta que Panis, dándole palmaditas en la cabeza, consiguió reanimarla para que se levantara y no se rindiera.

Por suerte, apenas hizo el esfuerzo de incorporarse, cuando Moxie, quien casualmente pasaba por allí en busca de Striker, se topó con ella.

- ¡Millie! - exclamó. Acudiendo a socorrerla - ¡Cariño...! ¿Estás bien?

La ayudó a levantarse con cuidado. Comprobando que no estaba lesionada ni herida. Sólo tenía algunos cortes en la piel y le sangraba el labio inferior.

- ¿Quién te ha hecho daño? - le preguntó. Con cara de enfadado - ¿Quién fue?

Pero antes de que pudiera contestar a su interrogatorio, a la escena irrumpió Striker. El cual, con su reluciente arma levantada hacia ellos, les dijo en un tono suave:

- Vaya vaya... - sonríe - Mira quienes se han reunido al fin... - les lanza una mirada penetrante con sus hipnóticos ojos amarillos - La loca del coño y el viejales renacuajo...

- ¡Que te den por el culo, maricon! - le gritó Millie. Abrazando a su marido en plan esposa protectora - ¡Sea lo que sea que queráis, eso no os da el derecho a atacarnos! - le enseña el dedo corazón con rabia - ¡Dejadnos en paz y marchaos! ¡Esas personas no hacen daño a nadie!

- Oh... - arquea las cejas en plan burlón - Y lo dice la quien en el pasado se dedicaba a matar a inocentes... ¿No es así?

Eso último hizo que esta cerrara la boca de golpe. Porque le acababa de abofetear el muy idiota con una verdad verdadera.

- ¿Qué pasa? - le siguió vacilando - ¿Te he pisado en el gallo? - frunce el ceño - ¿No os dais cuenta de lo que estáis desaprovechando? Esas gentes que tratáis de proteger sólo son peones... Como esas cientos de víctimas con las que acabasteis en vuestro antiguo negocio...

Millie, sabiendo que en parte estaba en lo cierto, se arrodilló en el suelo. Cabizbaja y sin saber qué responder al respecto. Mientras que Moxie, también callado, observó al asqueroso demonio con cara de pocos amigos.

Al ver que no decían nada, Striker prosiguió con lo que quería decir. Bajando el arma en el acto.

- La redención no sirve de nada... Es sólo para gente triste... Nosotros los IMP no servimos para esas jilipolleces... - se va acercando a ellos - Los demonios fuimos creados para sembrar el mal... No para buscar lo bueno para el bien... - mira a los dos por encima del hombro - Y ya va siendo hora de que abandoneis esta vida inútil - les extiende la mano - Uniros a nosotros... - mantiene la seriedad - Y ayudarme en mi negocio de mercenarios... Será como los viejos tiempos... Pero mejor... Sin Blitzo... Sin redenciones... Sólo nosotros tres...

Ante la propuesta de Striker, Moxie, quien estaba muy en contra de acabar con vidas inocentes y que sólo mataba si era necesario (aparte de que estaba a favor de las ideas de Charlie), le negó con la cabeza rotundamente. Y le contestó:

- ¡Ni en sueños pienses que vamos a...!

Sin embargo, Millie, todavía mirando para el suelo, calló las palabras de su marido. Diciendo:

- Acepto...

Los ojos de Moxie se abrieron como platos tras oír a esta decir eso. ¿Cómo se le ocurría aceptar la propuesta de semejante loco?

- Millie... - murmuró incrédulo - ¿Qué...?

Esta, sin todavía mirar hacia arriba, dijo muy segura de sí misma:

- Iré contigo, Striker... Te ayudaré a matarlos a todos... - apoya las manos contra el suelo - Sólo quiero recuperar la vida que tanto amaba... - suelta un suspiro apagado - De la que me escapé por hacer feliz a la persona que amo...

- Mi... - Moxie estaba que no sabía qué decir al respecto. No se esperaba que dijera eso - Millie... Tú...

Entonces, sabiendo que decía la verdad, Striker, inclinándose ante ella, le extendió la pata y le respondió:

- Pues si eso es lo que deseas... - suelta una pequeña risita muy satisfecho - Ven conmigo, pequeña... - por el rabillo del ojo mira un momento a Moxie. El cual estaba que le era imposible decir palabra. No tenía papeles para arreglar el asunto y convencer a su esposa de que cambiara de opinión - Tú y yo seremos los mercenarios más temibles de la ciudad...

Millie, asintiendo con lentitud, todavía cabizbaja, manteniéndose arrodillada en el suelo, le contestó:

- Claro que sí...

Sin embargo, antes de que Striker pudiera agarrarle de la manita, esta, haciendo entonces que su marido saliera de su estado de incredulidad, añadió lo siguiente:

- Pero hay algo que me toca mucho los ovarios de todo ésto, Striker... - sonríe por lo bajo en plan rebelde - Y es que...

De golpe y porrazo, la intrépida demonio volvió a sacar su cuchillo de su pantalón y se lo clavó en el cuello a este. Dejándolo completamente fuera de juego. Exclamando tras la acción:

- ¡... matar a inocentes por la pasta es cosa de retrasados!

Ante lo que acababa de hacer, Moxie, impresionado, se le iluminó la cara. Murmurando con emoción:

- Millie... Cariño...

El impactado Striker, sintiendo cómo se le formaba un dolor terrible en su agujereada garganta, fue directo hacia la pareja furioso. En plan tambaleante.

Pero éstos lograron esquivarlo. Escabullendose de su alcance por debajo de sus piernas. Dirigiéndose a toda prisa hacia la planta de abajo. Con la intención de reencontrarse con Devilon.

Al ver que se les habían escapado de las manos, este, sabiendo que su vida corría peligro y que el plan les estaba saliendo de pena, optó entonces por el plan B que tenía previsto. Pero que no se lo llegó a comentar a sus demás compañeros.

De su chaqueta vaquera extrajo una especie de bola de cristal. La cual tenía una llama brillante dentro.

Entonces, con todas sus fuerzas, la lanzó contra la pared. Y en un abrir y cerrar de ojos una llamarada rojiza comenzó a devorar el pasillo.

Tras dicha acción, viendo cómo su campo de visión se iba volviendo borroso, soltó una última carcajada antes de caer rendido. Y seguidamente, su cuerpo se desplomó contra el suelo.

Y así murió el despiadado Striker.

Los que sobrevivieron al ataque de los asaltantes no se enteraron del incendio hasta muy tarde. Pues de los muchos que no se escondieron acudieron a ayudar a Devilon y a su hermano en la planta baja. Apareciendo en estampida. Dispuestos a contraatacar.

Entre ellos estaban Nifty, Husk y Miriam. Que se unieron a la causa. Sin temor alguno.

Lograron ayudar a Devilon. Y de hecho consiguieron echar del hotel a patadas a los asesinos restantes que quedaron.

Los últimos en huir vencidos fueron la reportera del 666, un mercader que trabajaba en Loo Loo Land y Loona. La cual, ahora ciega de un ojo, huía despavorida del lugar. Preguntándose cómo Millie había tenido la osadía de hacerle eso. Ya no era la misma desde entonces. Ahora era igual que Moxie. Otra defensora de la paz.

Cuando hubieron escapado los enemigos, Devilon y compañía cantaron victoria muy felices.

Sin embargo, la alegría les duró poco.

Rápidamente, las llamas envolvieron las plantas del hotel. Haciendo estallar las ventanas.

Los que se encontraban en el corredor huyeron a toda prisa hacia la salida. Exceptuando a Devilon y Henry. Quienes subieron en busca de huéspedes que se hubieran quedado atrapados.

*
Desde la lejanía, los habitantes de la ciudad contemplaron impresionados cómo el grandioso hotel ardía como una antorcha gigante.

Alastor pudo verlo desde donde estaba. Y no pudo evitar sentir una ira tremenda.

No sólo la daban con Charlie. Sino que también tenían previsto matar a sus amigos.

Con lo cual, pensando que todavía los causantes del incendio seguirían allí, optó por dirigirse hacia el hotel. Pensando sólo en encontrarse a aquellos que habían montado todo ese lío.

*

No tardaron demasiado tiempo los dos hermanos en bajar.

Al poco rato, salieron a reunirse con el resto. Llevando a una dolorida Cherri Bomb, agarrada por ambos brazos, sobre los hombros. La habían dejado para el arrastre esos demonios bastardos.

Tras verla, Miriam acudió para socorrerla. Esperando que sólo tuviera heridas leves.

Por otro lado, Octavia y el matrimonio de ex mercenarios se dirigieron al lado de Devilon. Aliviados de que estuviera bien a pesar de lo mucho que le habían hecho.

Sin embargo, apenas el grupo se estaba dando ánimos para intentar calmarse por lo mal que lo habían pasado, cuando un chirrido de madera estridente proveniente del hotel Hazbin hicieron que se giraran todos hacia semejante ruido.

Las esquinas del edificio acababan de ser destrozadas no por el fuego. Sino por unas cadenas de metal. Provenientes de la parte trasera. Que a saber quién las había lanzado. Lo que causó que no pudiera mantenerse en pie.

Entonces, para el horror de los pobres pecadores que se encontraban ahí presentes, el hotel ardiente comenzó a inclinarse hacia ellos. Cayendo hacia abajo poco a poco...

- Oh... Mierda... - murmuró Moxie.

Y se pusieron todos a huir de su trayectoria.

Justo en ese momento, llegaron al lugar (al fin), una desesperada Charlie y un jadeante Angel Dust. Preguntándose qué estaba ocurriendo en medio de tanto jaleo. Pensando que los asaltantes todavía seguían ahí.

Lo primero que vieron fue a los huéspedes huyendo como auténticos locos en dirección contraria a la de ellos. Y no supieron el por qué hasta que los ojos de ambos captaron cómo el gigantesco edificio en llamas estaba yendo directos hacia ellos.

Sin pensárselo dos veces, los dos corrieron despavoridos en la misma dirección que el resto. Mientras los gritos de un Devilon desesperado decían a todo pulmón a los presentes:

- ¡Corred! ¡Corred! ¡Todos a cubierto!

En mitad de la huída, dándose cuenta de que Charlie era demasiado lenta como para seguir el ritmo de los demás, Angel Dust optó por agarrarla y cargarla en brazos para que así no se quedara atrás.

Lo mismo hizo Devilon con Millie y Moxie. A los cuales los agarró por las colas y los cargó bajo sus brazos como si fueran dos garrafas.

Los que se quedaron atrás terminaron siendo aplastados por los cimientos del hotel Hazbin. Enterrados bajo los escombros.

Los que sobrevivieron, entre ellos nuestros protagonistas, sólo escucharon a sus espaldas un fuerte estruendo. Acompañado de una nube de humo gris que cubrió los alrededores. Dando paso a un paisaje triste en el que apenas se podía ver con nitidez el cielo.

Parecía una niebla espesa. Sólo que con aroma a madera quemada y a cadáveres putrefactos.

Tras el impacto, un objeto de metal que soltaba chispas salió disparado volando hacia el cielo. Y fue directo hacia la pobre Millie. La cual era de los pocos que al menos logró mantenerse en pie después de la huida.

Y dicho objeto, el cual se trataba de una de las letras que constituían el letrero del hotel, hubiera caído sobre su cabeza si no hubiera sido porque Moxie acudió a tiempo a salvarla. Tirándose con ella al suelo. Esquivando así el maldito chisme que no dejaba de soltar chispazos.

Eso estuvo cerca.

Cuando se hubieron librado de la muerte los aterrados huéspedes que quedaron, Angel Dust se terminó tropezando en la carrera. Cayendosele a Charlie de sus delgados brazos arácnidos.

La princesa cayó rodando contra el suelo. Golpeándose las costillas y rozándose las piernas. Al mismo tiempo que se manchaba por completo de tierra.

Por suerte, no sufrió ninguna lesión grave.

Cuando se hubo incorporado más o menos, contempló todo su alrededor.

El hotel Hazbin se había convertido en un montón de ceniza que el viento se iba llevando poco a poco. Ya no era el alegre paraíso de los pecadores. Ahora no era nada más que una siniestra tumba de almas en desgracia.

Algunos de los huéspedes supervivientes habían quedado para el arrastre. Entre ellos pudo ver a un demonio, el cual era el viejo jefe de los plebeyos, con las tripas al descubierto. Pegando alaridos de dolor e intentando metérselas para dentro.

Los demás simplemente o estaban malheridos o en estado de shock por lo sucedido.

En el caso de ella, estaba que se le caía el mundo encima.

Todo cuanto había logrado conseguir en su fantástico universo de fantasía ahora estaba sumido en la desesperación y el dolor.

Tal y como el infierno es en realidad.

Un lugar en el que el positivismo y las buenas acciones no servían de nada salvo para hacer el ridículo.

Ahora todo tenía sentido en la mente de la triste princesa. Lo de la profecía, seguramente, no era más que una trola por parte de los ángeles para poner a prueba hasta qué punto los demonios podrían soportar la bondad de un alma buena. Y ese fue el resultado.

Los malos siempre eran los que ganaban.

Y Charlie acababa de recibir su propia medicina por ello.

Ser un fracaso. Tal y como su padre y Alastor le dijeron anteriormente.

Se quedó petrificada. Sin dejar de explorar con la mirada el perturbador escenario. Al borde de una crisis de ansiedad.

Cuando de repente, de en medio del polvo espeso, aparecieron dos sombras aladas que la rodearon.

Charlie, tras descubrir quienes eran, al poco estuvo de sufrir un infarto.

Eran los ángeles exterminadores. Enviados por su padre.

Seguramente ellos habían sido los autores de la caída en picado del hotel Hazbin. Pues sujetaban entre sus patas unas cadenas que tintineaban al compás del aleteo de sus grandes alas.

- ¿Qué queréis? - les preguntó esta con miedo - ¿¡Por qué habéis hecho ésto!?

Pero las dos criaturas no le contestaron. E hicieron lo que la joven se temía.

Alzaron sus fuertes cadenas y las lanzaron en dirección hacia ella. Con la intención de atraparla para llevársela a Lucifer o, quien sabe, matarla.

Al darse cuenta de lo que pretendían hacer con ella, Charlie pegó un grito y se tapó la cara. Esperando a que pasara todo de una vez y que acabaran con su vida si eso era lo que querían. De ese modo, la ira de los demonios terminaría y ya nadie sufriría ningún daño.

Sin embargo, justo en el instante en el que las cadenas iban a atraparla...

- ¡Nooooooo...!

Alguien la empujó a un lado. Salvándola del ataque.

Esta, quien pudo reconocer al momento aquella voz, se levantó de un salto del suelo. Y chilló:

- ¡Angel!

El intrépido Angel Dust ahora estaba inmovilizado de pies y manos por las cadenas de los ángeles exterminadores. Los cuales parecieron mostrar asombro en sus rostros aterradores tras ver cómo esa sabandija se sacrificaba para salvar a su amiga.

Si hubiera sido Sir Pentius el quien le acabara de atrapar hubiera sido otra cosa. Pero al tratarse de esas bestias inmundas, pues el pobre demonio arácnido se quedó congelado del miedo.

Charlie no supo qué hacer. Estaba muy asustada. Y sus poderes demoníacos no le respondían. Además de que le era imposible moverse de donde estaba.

Las dos criaturas aladas, viendo que ese entrometido pecador buscaba malos rollos, fulminandolo con unas miradas llenas de odio, agarraron con fuerza las cadenas desde el otro extremo para evitar que se moviera. Y con sus manos libres, tomaron unas lanzas que llevaban consigo y las alzaron en dirección al cuerpo esponjoso del quien en un pasado lejano era la estrella porno del infierno.

Charlie intentó gritar. Suplicar que lo dejaran en paz. Pero no supo el por qué, no fue capaz de hacer nada. Sólo se limitó a contemplar la escena con los ojos muy abiertos y con el rostro pálido.

Justo los dos ángeles exterminadores hicieron el gesto de atravesarlo, cuando Angel Dust, con lágrimas en los ojos, apretando los párpados con fuerza por lo fuerte que lo tenían sujeto las cadenas, sabiendo que ese era su fin, chilló desesperado:

- ¡Charlieeeeeeeeeeee!

ZAS...

Las dos lanzas de los ángeles atravesaron limpiamente el cuerpo del pobre demonio. Una por el costado hasta salir por la cadera. Otra por la cabeza hasta terminar saliendo por el cuello.

Al momento, el traje rosado de Angel Dust se tiñó de un rojo carmesí. Y sus seis delgadas extremidades dejaron de agitarse hasta quedarse completamente quietas. De forma inerte.

Como una muñeca de trapo, el suave cuerpo del ahora muerto pecador cayó desplomado contra el suelo. A los pies de Charlie. La cual en esos momentos, tras contemplar cómo mataban a su amigo delante de ella, entró en un estado de shock. Quedándose ahí parada.

Tras haber realizado tan bárbara acción, los dos ángeles, limpiando sus armas ensangrentadas con la lengua, se giraron nuevamente hacia la princesa. Quien ya no estaba en disposición ni de hablar ni de huir.

Con lo cual, sabiendo que ya no tenía escapatoria, fueron lanzados a por ella. Alzando sus fuertes cadenas. Esperando que nadie los detuviera en sus acciones.

Sin embargo, bajaron la guardia demasiado pronto.

De repente, una criatura alargada de afiladas garras y de cornamenta exageradamente acentuada les cortó el paso. Escudando así a Charlie. Y para amenazarles para que no se acercaran a ella, les soltó un rugido de fiera que hizo que ambos personajes se echaran hacia atrás intimidados. Pues el feo rostro de aquel monstruo desconocido era horrible.

La princesa, todavía sin olvidarse de la imagen de su amigo muerto, reconoció al instante a ese demonio grandioso que la había salvado. Por desgracia, no se sintió ni alagada ni enternecida para nada por su regreso. Pues en esos momentos no deseaba verlo ni en pintura.

Un despiadado y monstruoso Alastor, soltando gruñidos hacia la pareja de ángeles, no vaciló. Y fue directo a atacarles sin piedad.

La pelea fue bastante violenta. Pero Charlie no la pudo contemplar. Pues justo estaba sucediendo el enfrentamiento, cuando Devilon, apareciendo de la nada, acudió para ver cómo estaba esta.

- ¿Estás bien? - le preguntó. Posando sus manos sobre las mejillas de la chica. Parecía ser que él no había presenciado lo ocurrido con Angel Dust - ¿Qué ha pasado?

Charlie trató de explicarle lo sucedido. Pero se encontraba tan mal que las palabras no le salían de la boca.

Los rugidos de fiera de Alastor llamaron la atención de los dos. Quienes se pusieron a ver la pelea. Manteniéndose alejados de ella.

El monstruoso demonio radio clavó sus fauces en la cabeza de uno de los ángeles. Arrancándosela de cuajo con un simple mordisco.

El otro ángel restante trató de huir. Asustado por lo que le pudiera ocurrir a su vida.

Sin embargo, Alastor no consintió su rendición tan fácilmente.

Le cortó el paso antes de que pudiera alzar el vuelo. Y cuando lo tuvo bajo su alcance, se abalanzó encima de él. Y comenzó a devorarlo vivo. Hasta que la desesperada criatura alada dejó de menearse. Dándole una muerte dolorosa.

Tras el violento espectáculo, Devilon y Charlie, quienes en esos momentos estaban abrazados, miraron al overlord con caras de terror. Preguntándose si era él de verdad o en realidad era un ente malvado que no conocían y que había acudido a ayudarles.

Ya hubo terminado con su hazaña, Alastor, relamiéndose sus colmillos, volvió a su forma original de golpe. Lo que causó que los dos jóvenes traumatizados salieran de dudas.

Acto seguido, este se volvió hacia ellos. Con cara simpática. Pero mostrando los trozos de carne de ángel que colgaban entre sus dientes.

Entonces, para su sorpresa, Charlie fue corriendo en dirección hacia donde él estaba. Con cara de preocupación y con los ojos llorosos. Lo que al desesperado Alastor le dio a entender que iba a abrazarlo por su acto heroico. Así que alzó sus brazos para recibirla. Muy feliz de que lo hubiera perdonado.

Por desgracia, tristemente, eso no fue así.

Charlie pasó de largo de su lado. Ignorando su presencia por completo. Como si no estuviera allí. Dejándolo con los brazos abiertos y con el corazón roto.

En realidad se dirigía hacia el cuerpo moribundo de Angel Dust. El cual, en medio de ese paisaje, parecía un juguete roto que ya nadie quería.

Tras llegar a su lado, se arrodilló ante él. Y dándole unas palmaditas en la espalda, le dijo:

- Angel... Angel... Por favor... Despierta...

Al momento, a la escena se presentaron los huéspedes que quedaron tras la masacre. Entre ellos Miriam, Husk, Nifty, Baxter, Millie y Moxie.

Todos ellos, tras darse cuenta de lo que había pasado, se quedaron contemplando la escena sin decir palabra.

- Anthony... - insistió esta - Por favor... No me dejes... - se lleva las manos al rostro desesperada - Por favor...

Rompió a llorar desconsoladamente. Incrédula de que hubieran matado a Angel Dust. Su primer pecador que accedió a redimirse a su hotel. Su primer mejor amigo que cambió a mejor persona.

Los demás, doloridos por la perdida, también lloraron.

Cherri Bomb se abrazó a Miriam. Muy afectada por haber visto el cadáver de su mejor amigo ahí tirado. Llorando y medio gritando:

- ¡No...! ¡No...! ¡No...!

Husk no lloró. En vez de eso se arrodilló contra el suelo. Y golpeándolo varias veces con los puños bien cerrados, comenzó a pegar gritos de furia.

Su primer amor... Había muerto.

En medio de aquel fúnebre momento, Alastor, comprendiendo que todos le echarían en culpa lo ocurrido, también dolido por la muerte de el pobre muchacho, aún sabiendo que si hubiera llegado al hotel más pronto habría podido evitar esa masacre, se fue acercando a Charlie lentamente.

Y tras haber llegado a su lado, a pesar de que los demás le estaban lanzando miradas de odio profundo, se inclinó hacia ella y le dijo:

- Charlie... - trató de ser comprensivo - Lo siento... Yo... Yo no quería...

- Vete... - le contestó esta. En medio de su triste llanto.

Sin embargo, el asesino no se dio por vencido tan fácilmente.

- Pero... - apoya su mano sobre el hombro de ella. Con gesto de consuelo - Charlie... Ésto no es lo que...

Entonces esta se levantó de un salto hacia él. Y mirándole con unos ojos rojos centelleantes llenos de lágrimas, los cuales expresaban ira y dolor, le gritó:

- ¡Veeeeteeeeee!

Alastor se quedó mudo tras la reacción de esta. Además de ver la expresión de su mirada. Ya no mostraba empatía hacia él. Ahora sólo era odio. Un odio mezclado con desprecio. La misma mirada que le regalaban día tras día los pecadores de la ciudad.

- Y no vuelvas nunca más... - le añadió. Cerrando los puños con rabia. Pero viendo que no se marchaba, se le encaró de nuevo y le chilló: - ¡Nuncaaaa!

Acto seguido, le dio la espalda. Y volvió a arrodillarse frente al cadáver de Angel Dust. Llorando de nuevo por su muerte.

Dándose cuenta de que la persona a la que tanto había amado ya no deseaba en absoluto su presencia, destrozado por el desamor, el demonio radio agachó la cabeza (al mismo tiempo que sus orejas), y se alejó, caminando, de su lado. Escapando de aquel lugar desolado.

En medio de su camino, Husk, quien en esos instantes ya no lo consideraba su viejo amigo de toda la vida, agarró con fuerza su inseparable botella y se la arrojó en la cara. Gritandole:

- ¡Largo de aquí!

Los demás también se pusieron a tirarle cosas (en este caso piedras), enrabiados. Sabiendo que por su culpa habían matado a Angel Dust y a muchos de los suyos.

Y Cherri Bomb hubiera ido a darle una buena paliza si no hubiera sido porque Miriam y su hermano Charles la sujetaron para que no empeorara la situación más de lo que ya estaba.

El entristecido Alastor no se inmutó ante esos mensajes de odio. Se lo tenía muy merecido. Por haber tratado de hacer esa estupidez con la que pretendía detener los planes de Charlie. Y por haberse portado como un egoísta con todos ellos.

Ninguno de los demás que lo abuchearon, ni siquiera la apenada princesa, se dieron cuenta. Pero tras dejar atrás el lugar y quedarse completamente sólo, el culpable overlord, aunque pareciera increíble, se puso a llorar como un niño.

Por primera vez en su larga vida inmortal. Después de tantos años eternos sin saber qué era el sentir las lágrimas cayendo por las mejillas.

Ahora ya lo sabía.

Su llanto no era debido a que ninguno de sus amigos ya no deseaba cuentas con él. Ni tampoco por lo enfadado que estaba su mejor amigo Husk y tampoco porque se hubiera cargado sin piedad a sus dos mejores amigas sin ningún tipo de justificación.

Él estaba llorando...

Porque Charlie ya no le quería.

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