Capítulo 62 - El levantamiento
AVISO: los siguientes episodios (incluido este), serán los más largos de este fanfic.
Espero que lo disfrutéis ;)
La masacre en la ciudad fue terrible. Miles de vidas perdidas. Entre ellas algunos overlords del círculo (como Stella, por ejemplo). Aparte de algún que otro pecador sin causa. Como el chófer que tuvo relaciones con Angel Dust anteriormente, las trabajadoras de Valentino o los padres de Millie. Todos ellos o murieron por las plagas o la lluvia de fuego los calcinó.
Ésto supuso a que los overlords restantes y otros supervivientes, furiosos por lo sucedido, se reunieran una tarde. Sin avisar a Lucifer. Ya que a él no le correspondía la causa por la que se reunían.
El lugar de reencuentro fue en el palacio de Stolas. Ahora medio derruido por los incendios de la lluvia de fuego. Sentados en torno a una mesa redonda.
Todos los presentes, algunos con heridas y picaduras, estaban que echaban pestes. Deseaban con todas sus ansias acabar de una vez con aquella tortura que parecía no tener fin.
- ¡Esa puta engreída...! - exclamó Valentino. Apretando los dientes - ¿¡Quien coño se ha creído que es!?
- ¡No sólo nos molesta con sus discursos de mierda..! - añadió la presentadora del 666. La cual estaba manca de uno de sus brazos y parte de su pelo estaba medio quemado - ¡Si no que encima la paga con nosotros! - da un fuerte golpe en la mesa con furia - ¡Hay que acabar con ella!
- ¡Estoy de acuerdo! - asintió Velvet. La cual había perdido el ojo izquierdo - ¡Hay que machacarla hasta la muerte...!
- ¡Y con Alastor también! - chilló Helsa. Soltando espumarajos por la boca - ¡El quien se folla a esa perra pasará sin piedad por nuestro corredor de la muerte también!
- Yo que tú me tranquilizaría un poco, querida... - murmuró Rosie muy serena. Dando un delicado sorbo a su mugrosa taza de té - Los celos no están permitidos en esta reunión...
- Ce... ¿¡Celos!?
Pero entonces una voz atronadora los mandó callar de golpe. Chillando:
- ¡SILENCIO!
Todos cerraron el pico. Girándose hacia aquel reclamo.
Frederick, soltando un suspiro tras el grito, entrelazó sus manos algo nervioso y les explicó:
- Estoy de acuerdo en lo que decís... Por eso necesito que me escuchéis... - carraspea un poco y continúa - Esta misma noche vamos a vengar a todos nuestros caídos... Para ello... - sonríe en plan malicioso - He ideado un plan que creo que funcionará...
Tras su explicación, los demás, mirándole con caras curiosas, le preguntaron a la vez:
- ¿Y cómo va a ser?
Este, satisfecho de que les hubiese llamado la atención su propuesta, se levantó de su asiento y se acercó a dos de los que estaban sentados allí con ellos.
Se trataban de Blitzo y Loona. Los cuales fueron de los pocos que no sufrió graves lesiones. Pero igualmente, se notaba que lo habían pasado muy mal durante aquellos días. Habían perdido su casa. No tenían un techo en el que vivir. Y apenas tenían comida que llevarse a la boca. Estaban sumidos en la pobreza.
Cuando el overlord se acercó a ellos, Blitzo, mirándolo con un poco de temor, le preguntó:
- ¿Qué quiere de nosotros, chupa penes?
Este, sin molestarse por sus palabras, puso delante de la mesa, frente a sus narices, una bolsa llena de lo que parecían ser monedas de oro. Lo que hizo que ambos se quedaran boquiabiertos. Y seguidamente, regalándoles una mueca malvada, les dijo:
- Si esta noche lográis matar a todos los huéspedes de ese puto hotelucho... - se inclina hacia ellos - Y cuando digo a todos es "a todos..." - en plena conversación, Stolas le hace a este un gesto de negación - ¡Oh...! Exceptuando a Octavia. Claro... - entrecierra los ojos con malicia - Ésta será vuestra magnífica recompensa... - le extiende la mano caballerosamente - ¿Aceptas el trato, muchacho?
Blitzo al principio dudó en si darle la mano o no. Pues le incomodaba el hecho de que tuviera que matar a unos pobres inocentes que no habían hecho nada malo. Pero entonces recordó que con ellos estaban Devilon, Millie y Moxie. Los que lo dejaron tirado en el pasado. Dejándolo sólo a su suerte. Hundiendo su negocio.
Así que, al final, sonrió orgulloso y le estrechó la mano. Diciendo muy seguro de sí mismo:
- El precio es justo, mi compadre... - le asiente con la cabeza - Esta noche lo único que quedarán de esos cabrones serán los pelos chamuscados de sus cojones... - mira al preocupado Stolas por el rabillo del ojo - ¡Ah...! Y traeremos a la pequeña Vía de vuelta con su padre. Por supuesto...
Loona miró a este un poco estupefacta. No deseaba para nada el hacer daño a esa pobre gente que no habían cometido ningún delito. Y menos a sus viejos amigos por mucho que los odiaran. Seguían siendo parte de la familia. Al menos para ella.
Pero eso a Blitzo parecía importarle poco.
- No te fallaré, mi buen señor... - se levantó del asiento y agarró a su compañera de la pata con fuerza - Loona y yo acabaremos con ellos...
Dicho y hecho, salieron los dos de la sala. Tropezando por las escaleras antes de bajar al piso. Haciendo que alguno que otro se llevara una mano a la cara. Pensando que esos eran los más inútiles para aquel trabajo.
Cuando se hubieron largado los mercenarios locos, Frederick, dirigiéndose a los demás, les fue dando órdenes uno por uno en plan sargento militar. Indicándoles cómo iría la cosa.
- ¡Los que no formen parte de los overlords iréis con esos mercenarios idiotas a masacrar el hotel...! - mira a los que faltaban - ¡Los demás...! Venid conmigo... - frunce el ceño - Nosotros nos ocuparemos de la princesita...
Y así, la operación levantamiento dio comienzo aquel frío anochecer.
*
Lo había planeado maravillosamente el plan. Frederick, gracias a las cámaras ocultas del cuartel general del rey, pudo saber cómo estaban colocados los peones que tenía que eliminar del tablero aquella noche infernal.
Charlie no se encontraba en esa ocasión en el hotel Hazbin vigilando a los huéspedes. Y Alastor, Angel Dust y Devilon tampoco.
El equipo se había ido a hacer una pequeña escursión al monte calavera. Allí estaban tratando de buscar alguna señal relacionada con Dios o con los ángeles. Pero tras un buen rato caminando, no encontraron nada.
La razón era porque Charlie deseaba hablar con las deidades del cielo de alguna manera. Pues pretendía con esas que parasen los castigos. Que ya eran suficientes.
Tras una larga tarde de búsqueda, el grupo decidió darse un descanso. Esperando que no tuvieran que seguir así hasta el amanecer.
Angel y Devilon se recostaron bajo la sombra de un gran árbol de frondosa copa. Mientras que Alastor y Charlie se subieron a una de las ramas más altas de dicho árbol. Recostandose sobre ella. Observando juntos las vistas de la destrozada Hell City. Parecía como si una bomba hubiera caído sobre ella. Una maqueta totalmente destrozada. Era terrible.
- Mira, Al... - murmuró Charlie. Con lágrimas en los ojos al ver el desolador paisaje - Mi hogar... Todo cuanto quise desde que era pequeña... Ahora... - agacha la cabeza muy triste - Arrasado por la cólera de Dios... - comienza a sollozar - Todo es por mi culpa... Si hubiera logrado convencer a los ángeles para que no lo hicieran... Ésto no habría ocurrido...
Alastor, al verla así de triste, apenado por su dolor, posó su dedo índice bajo el mentón de esta. Y giró su linda carita hacia él.
- Nada de ésto es culpa tuya, cariño... - le dijo con toda la sinceridad del mundo - Tu padre ha escogido ésto... El dejar que se hundan los suyos antes que salvarlos a todos... - le sonríe - No tienes por qué tener miedo ante esta situación... Porque yo siempre estaré a tu lado... Protegiéndote de todo aquel que trate de hacerte daño... - le acaricia la mejilla delicadamente... - Charlie...
Esta, llevada por sus sentimientos, sonrió medio llorando y le contestó:
- Eres lo único que tengo en esta vida, Al... - se recuesta a su lado. Pegando su frente contra la de él - Perdí a Vaggie... No quiero perderte a tí también...
Alastor, algo entristecido por lo que decía su amada, y aún sabiendo que anteriormente mandó a unos mercenarios a que la secuestraran para matarla, se incorporó y se puso encima de ella. Y mirándola con ojitos tiernos, le susurró:
- Tú nunca me perderás, querida... Yo no pienso irme a ninguna parte... Jamás me separaré de tu lado - se va acercando a sus labios. Sintiendo cómo las pulsaciones de su corazón iban acelerando cuanto más se inclinaba hacia ella - Te quiero...
- Y yo a tí...
Los dos se dieron un beso apasionado. Dejándose llevar por el momento. Entrelazando sus manos y dándose caricias. Siendo envueltos por el manto de la joven noche. Que estaba oscureciendo el cielo poco a poco. Conforme el sol se escondía en el horizonte. Acentuando el romanticismo en aquel lugar.
Por desgracia, los dos enamorados no tenían ni idea de que unos forasteros estaban acercándose hacia donde estaban. Con antorchas en mano. Dispuestos a acabar con ellos.
Aunque todavía estaban muy lejos de su destino, los overlords no tardarían en llegar. Sabían donde estaban. Y no se cortarían ni un pelo con ninguno de ellos. Ni siquiera con Alastor.
*
Entre tanto, no muy lejos de la casa de Stolas, el pequeño Moxie se paseaba distraído por la calle. En solitario. Masticando algo de chicle con sabor a tripas de vaca en su boca.
Había salido un momento del hotel Hazbin sin permiso para tomar el aire. Y como Millie estaba muy distraída cuidando de Panis pues se marchó él sólo.
Llevaba días aislado en ese antro. Necesitaba respirar un poco de aire puro para despejarse y sentirse mejor. Era muy duro ser padre. Quería disfrutar de buena tranquilidad aunque sea por unos diez minutos regalados.
Sin embargo, su agradable paseo duró más poco que el flash de una cámara.
Apenas hubo cruzado los pasos de peatones en dirección a la acera que daba a la tienda de Rosie, cuando el rugido de una furgoneta hizo que girara en redondo.
Dicho vehículo, de color negro y rojo, frenó justo enfrente de él. Levantando un poco de polvo y de piedrecitas de la carretera. Y nada más verlo más de cerca, a Moxie estuvo de darle un paro cardíaco.
En la carrocería de aquella furgoneta ponía en letras mayúsculas, escritas con pintura blanca: IMP.
La ventanilla del asiento conductor fue bajándose lentamente. Produciendo un delicado chirrido. Y tras ella, una cara conocida para el inocente ex mercenario le sonrió.
- Hola, Moxie... - murmuró Blitzo. Mirándolo con ojos penetrantes.
El pobre, dándose cuenta entonces que había bajado la guardia demasiado pronto, metiendo la pata hasta el fondo al haber salido sólo y sin avisar a nadie, dio unos pasos hacia atrás. Diciendo asustado:
- Padre nuestro... Que estás en el cielo...
Blitzo, para asustarlo más, se puso a cantar en plan triunfal.
- Lastima, pequeño... No puedes escaparte...
- ¡Aaaaaaaaaaaaah! - gritó Moxie. Dándose la vuelta para echar a correr.
Por desgracia, Loona le cortó el paso. Y terminó atrapandolo. Agarrándolo de las patas traseras y arrastrándolo hacia la furgoneta.
Lo terminó arrojando en el maletero con brusquedad. Mientras el alegre mercenario seguía canturreando.
- Qué rico seré... Pu pu ru pu ru... Voy a ser el demonio más rico del infierno... ¡TA- CHIN!
- ¡Cierra la puta boca, Blitz! - le rugió Loona muy enfadada - ¡Y ahora arranca de una vez!
La furgoneta comenzó a moverse a una velocidad exagerada. Soltando rugidos ahogados cada vez que iba más deprisa.
Cuando Moxie abrió los ojos, aturdido por el golpe en la cabeza que se había llevado tras ser arrojado dentro del maletero, en medio de la oscuridad se topó con un cadáver que tenían ahí metido.
Al instante, reconoció al fiambre. Era Wally Wackford. El mercader ambulante. Ese que los ayudó la vez que conocieron a los querubines. El que hizo que Charlie recordara su pasado. ¿Pero por qué razón lo habían matado?
En el centro de su arrugada frente, el agujero de la bala todavía le seguía sangrando. Como las gotas de un grifo medio cerrado.
Tras verlo, Moxie no pudo evitar pegar un grito de pánico.
- ¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA...!
*
Mientras, en el bosque del monte calavera, Alastor, con Charlie entre sus brazos, descendió del árbol donde antes se estuvieron besando. Sin preocuparse por nada. Ni por lo que estaba por venir.
Los dos no hacían más que mirarse en plan enamorados y riendose como unos auténticos empalagosos.
Tras pisar el suelo, la dulce princesa, agarrando con cariño el brazo de su novio, le dijo:
- Mejor volvamos al hotel... - suspira cansada - Estoy bastante agotada...
- Como desees, querida... - le contestó este. Rodeándole la cintura con la mano.
En la otra cara del árbol, Devilon y Angel Dust dormían plácidamente bajo la sombra de la inmensa copa. Uno separado del otro. Agotados de tanto caminar. Y la pareja hizo el gesto de dirigirse a ellos para despertarlos.
Pero justo en ese momento, escondidos tras una serie de arbustos no muy alejados de donde estaban esos cuatro, los overlords, encabezados por Seviathan, los acechaban. Preparándose para el ataque.
Por bajo, el joven overlord entonó una indicación. Para que el grupo que iba con él lo escuchara.
SEVIATHAN
Ella ahí... Y sus amigos duermen...
Apenas hubo dicho eso, cuando los agudos sentidos de Alastor captaron que algo no iba bien.
Sentía un conjunto de energías que estaban muy cerca de donde estaban. Como si estuvieran escondidas entre los árboles. Preparándose para el ataque.
Cuando hubo sentido esas presencias misteriosas, este, mirando para todos lados, iba a advertirle a Charlie del peligro.
Pero antes de que pudiera decirle algo, de repente, unas cadenas oscuras salieron de entre los arbustos. Y fueron directas a la pareja.
Muy rápidamente, captando al instante lo que se avecinaba, Alastor empujó a su querida princesa. Echandola a un lado para evitar que la atraparan los que fueran que estuviesen realizando ese ataque sorpresa.
Como era de esperar, las fuertes cadenas ataron el cuerpo del overlord. Quien fue lanzado por ellas en el aire. Estanpandolo contra el suelo seguidamente. Dándole de lleno en la espalda.
- ¡Al! - gritó Charlie. Incorporándose del suelo. Asustada por lo que acababa de ocurrir. ¿Pero quién era el responsable de aquel ataque?
Al momento, de los arbustos comenzaron a salir unas sombras alargadas con ojos brillantes de diferentes colores. Daban bastante miedo. No se podía saber qué eran exactamente. Si demonios o si monstruos del monte calavera.
De entre aquellas criaturas se acercó una. La cual se dejó ver a la luz de la luna infernal.
Tras descubrir su identidad, Charlie ahogó un grito. Era Seviathan.
Este, con las cadenas de antes sujetadas con su mano izquierda, se dirigió con gesto de superioridad al ahora atado y desalmado Alastor. Y sonriéndole con malicia, le dijo:
- Fíjate cómo ha quedado el demonio más temible del infierno... - suelta una risa malvada - Cazado y capturado como un simple venado salvaje... - se echa a reír - Qué patético...
- Al menos... - le soltó este con un poco de coste. Debido a las fuertes cadenas que lo tenían inmovilizado - Yo no salgo corriendo como una niñita asustada cuando se avecina el peligro... - arquea las cejas en plan burla - ¿No crees, amigo mío?
Seviathan, tras escucharle, muy molesto, apretó más el nudo de las cadenas. Haciendo que este pegara un alarido de dolor. Retorciéndose y doblando la columna hacia atrás.
- ¡No me toques las pelotas, Alastor! - le gritó. Apoyando su pie sobre la cabeza de este. Causando que soltara un murmullo dolorido - ¡Ahora se te acabó la racha! - le regala una mueca escalofriante - ¡Y no te preocupes...! - se pone a darle patadas en las costillas con todas sus fuerzas. Una tras otra - ¡Yo me encargaré de tu querida Charlotte...!
- ¡No...! - masculló Alastor entre dientes. Sintiendo cómo la paliza del joven overlord le iba destrozando por dentro. Humillando su orgullo - Hijo de perra...
Sin embargo, antes de que Seviathan pudiera continuar dándole la paliza del siglo, a su espalda se abalanzó una furiosa y endemoniada Charlie. Mordiéndole el hombro izquierdo con sus pequeños colmillos.
- ¡Aaargh...! - chilló este. Soltando las cadenas con las que sujetaba a su rival.
La chica, transformada en su forma demoníaca, no dejó de hundir sus dientes en su carne hasta que se hubo alejado lo suficiente de Alastor.
El herido Seviathan, sintiendo cómo su sangre caliente le manchaba su verdoso traje, logró agarrar a la estresante alimaña del pelo. Y de un tirón se la retiró de encima. Arrojándola al suelo.
- ¡Puta zorra! - exclamó. Intentando sacar la pistola que llevaba colgada en su cinturón por si sucedía una emergencia como aquella - ¡Voy a matarte!
Pero Charlie, poniéndose a cuatro patas y gruñendole a este, simulando ser un chucho furioso, repitió la acción de antes. Lanzándose a su cuello.
Angel Dust y Devilon terminaron despertando del sueño. Debido al jaleo que se estaba montando ahí en el solar. Y cuando llegaron corriendo a ver qué pasaba, no supieron si intervenir o no a aquella pelea. Era lo más salvaje que habían visto en su vida. Por un momento creyeron que la demonio enfadada era otra persona salvo Charlie.
Al final, el confuso Seviathan, que no comprendía de dónde había sacado ese genio la dichosa niñata, cayó de espaldas contra el suelo. Sin ser capaz de blandir su pistola.
Charlie, sin tener piedad en ningún momento, incapaz de controlar su ira, comenzó a golpear con los puños la cara de su ex novio. Como si de un simple saco de boxeo se tratara. Mientras pegaba agudos rugidos de furia. Con los ojos encendidos.
Por suerte, el atormentado overlord le propinó a esta una fuerte bofetada en la cara. Retirándosela de encima suya de un zarpazo. Y tras lograr levantarse, sintiendo un amargo sabor a metal en su boca, tomó su pistola. Y apuntando hacia ella, sonriendo en plan forzado, le dijo un poco aturdido:
- Que te jodan, guarra malnacida...
Pero antes de que pudiera acabar con ella, Alastor logró detenerlo. Agarrándolo del cuello y levantándolo del suelo como una marioneta de madera.
Elevándolo a su altura, lo apoyó contra un árbol. Donde comenzó a apretarle más la garganta. Asfixiándolo y consiguiendo que soltara el arma.
Parecía ser que tenía intenciones está vez de matarlo. No de dejarlo inconsciente como la otra vez.
Sintiendo cómo la muerte se le avecinaba, Seviathan, agitando las extremidades como un loco, clavó su mirada en Charlie. La cual contemplaba la escena con los ojos muy abiertos. Sin mostrar piedad. Sólo impresión. Y con toda la fuerza que pudo sacar de su voz, le gritó:
- ¡Este gilipollas te ha engañado, Charlie...! - tensa la cara medio asfixiado. Perdiendo poco a poco el aire - ¡Te ha utilizado durante todo este tiempo...! ¡Sólo quería entregarte a los overlords! ¡Él no te quiere!
- ¿Qué? - murmuró Charlie. Poniendo cara de incredulidad. Pero al instante, frunció el ceño con sospecha - Mientes... Estas mintiendo...
- ¡Es la verdad, joder...! - de sus ojos comenzaron a brotar un torrente de lágrimas. Estaba muy asustado - ¡Mi padre y los demás llegaron a un acuerdo con él...! ¡Nos dijo que su plan era acabar contigo y con tu familia...! - se le estaba gastando el aire de los pulmones - Argh...
Sus palabras hicieron que esta pusiera cara de sorpresa. Pues si se lo estaba diciendo de esa manera tan desesperada a lo mejor era porque podría ser cierto lo que trataba de contarle.
A pesar de que ya no le quedaban fuerzas, el lastimado Seviathan, el cual empezó a ver cómo todo se iba volviendo blanco en su campo de visión, continuó gritandole la verdad. Sin importarle que muriera en el intento.
- ¡Yo no buscaba hacerte daño...! - no dejaba de lloriquear - ¡Mi padre fue quien me obligó...! ¡Siguió las normas de Alastor y me mandó cumplirlas...! - da una última verdad antes de que su vida se la arrebataran de un zarpazo - ¡Ahora yo pretendía acabar con él antes de que fuera demasiado tarde...! ¡Porque esta noche él pretendía entregarte a Lucifer...! - aprieta los párpados con fuerza. Sintiendo un agudo dolor en su cuello - ¡CHARLIE...!
Con un movimiento rápido, Alastor le giró la cabeza a Seviathan. Rompiendo el cuello de un tirón. Matándolo en el acto.
- Maldito... - gruñó este furioso. Había tratado de decirle la verdad a Charlie. Y encima, a pesar de que lo había matado, había conseguido desvelar lo que escondía.
Arrojó su cuerpo a un lado. Tirándolo al suelo como un simple desecho.
Y así fue como murió el overlord más joven del círculo de los poderosos. A manos de un asesino.
El grupo que estaba escondido se quedó de piedra tras ser testigos de su muerte. Y más aún Frederick. El cual, en su cuartel de investigación, presenció, a través de las pantallas de las cámaras de seguridad del monte calavera, cómo acababan con la vida de su hijo. En un abrir y cerrar de ojos.
Angel Dust y Devilon miraron desde lejos a Alastor con caras de espanto. Sin creerse lo que habían visto.
Tras lo sucedido, el demonio radio, suspirando cansado por la pelea, se giró lentamente hacia una persona en cuestión que no dejaba de mirarle en plan pasmado.
Charlie, algo aterrada por lo que había pasado en esos momentos, sin moverse de donde estaba, le dijo a este muy seriamente:
- ¿Era cierto lo que él ha dicho? - vuelve a su forma normal. Al mismo tiempo que sus ojos se iban poniendo vidriosos - ¿Me has estado utilizando durante todo este tiempo?
Tras su pregunta, Alastor miró para otro lado. Sin saber bien qué contestarle. Estaba acorralado. Ya no podía retroceder hacia atrás para arreglar las cosas. Si no hubiera sido por el maldito bocazas...
- Dime la verdad... - le insistió esta. Sin necesidad de alzar la voz. Mientras le temblaba el labio inferior por los miles de pensamientos que le estaban pasando por su mente - ¿Pretendías acabar conmigo, Al?
Alastor, viendo que no tenía otra alternativa, terminó contándole todo. Sin embargo, se lo confesó de una forma que a cualquiera le hubiera enternecido.
- En un principio sí lo quise hacer... - se va acercando a ella - Deseaba el poder... La avaricia... Causar terror por las calles de la ciudad... Ser el overlord más prestigioso del inframundo... - agacha la cabeza - Pero hubo algo que evitó que lo hiciera... Algo mejor que cualquiera de esas chorradas que ansiaba tener... - levanta la mirada medio sonriendo - Me enamoré...
Los demás overlords escondidos escucharon con atención lo que decía. Olvidándose por completo del fallecido Seviathan.
- Me enamoré del hotel... Me enamoré del ambiente que lo rodeaba... Su gente, sus grandes fiestas... Sus costumbres... - tras estar frente a ella, la miró con ojitos tiernos - Y me enamoré de ti...
Velvet y Rosie, desde su escondite, soltaron un cursi murmullo. Enternecidas por sus lindas palabras.
Stolas y Valentino, por otra parte, bufaron asqueados por esas cursiladas. No se imaginaban que ese tipo llegaría a ponerse en ese plan. Y eso que era un anti romántico. Estaba claro que se equivocaban.
- Te terminaste convirtiendo en el centro de mi universo... - prosiguió. Diciendo la verdad absoluta sobre su amor por ella - Y me redimiste con tu compañía... Cambiando todo de mí... - le sonríe con dulzura - Estoy rehabilitado, Charlie... Y todo gracias a que me enamoré de tí... - alza sus brazos hacia ella para abrazarla de nuevo - Mi querida...
Pero la princesa, para el asombro de Alastor, se alejó de su abrazo. Impidiendo que la tocara. Poniendo cara de decepción y negando con la cabeza rotundamente. Como si no se creyera lo que le estaba diciendo.
- Charlie... - no se esperaba que su reacción fuera de esa manera - Espera... Yo...
- Confíe en ti... - murmuró esta. Medio llorando. Huyendo de su lado. Dando pequeños pasos hacia atrás.
Devilon y Angel Dust también parecieron empezar a mirarlo mal a él. Con mucho odio. Cruzándose de hombros y gruñendo maldiciones para sus adentros. Deseando intervenir para atacarlo y alejarlo de la chica. Con tal de evitar que la ablandara.
Los que estaban escondidos, entre ellos Stolas y Valentino, comenzaron a reírse por bajo. Viendo que la cosa se comenzaba a tensar.
- Charlie... - repitió Alastor. Desesperado en que no empezara a odiarlo. Intentando hacerla entrar en razón - Por favor... - posa sus manos sobre los hombros de esta - Escúchame...
Pero Charlie, muy enfadada y triste, retira bruscamente sus manos de encima suya y le grita con lágrimas en los ojos:
- ¡Confíe en tí! - le da un empujón. Alejándolo de su lado - ¡Me has engañado...! ¡Te has aprovechado de lo que sentía por ti para salirte con la tuya!
- ¡Eso no es verdad! - exclamó este. Yendo de nuevo a su lado - ¡Te equivocas...! - alarga sus brazos hacia ella - ¡Yo jamás quise entregarte a...!
- ¡No me toques! - le aparta de su lado. Dándole otro empujón - ¡Maldito hijo de puta!
- Ooooh... - auyaron los overlords tras las palabras de la chica. Con caras de bacilones. Señalando a Alastor con gesto de burla. Y comenzaron a reírse por lo alto. Como si estuvieran presenciando un monólogo - Jajajajajajajajajajajajaja...
- ¡Charlie! - insistió este. Volviendo de nuevo a dirigirse a ella. Ignorando a los otros que se estaban riendo - Por favor... ¡Yo te quiero...!
Pero esta, tras escuchar aquella frase romántica, le propinó un bofetón en la cara que lo calló por completo. Haciendo que se tropezara de espaldas al suelo embarrado.
Tras sacudir la cabeza dolorido por el noqueo, el destrozado Alastor levantó la mirada hacia ella. La cual lo observaba muy atentamente. Transformada en su forma demoníaca. Y apretando los puños, le dijo esta con voz temblorosa:
- Vuelve a decirme eso... - sus ojos se encendieron con gesto de furia. Pero nublados por las lágrimas - Y te mato aquí mismo... ¿Me oyes?
Al final, Devilon acudió a la dolorosa escena de desamor. Y extrayendo su inseparable lanza de detrás de su espalda, agarró al overlord de la cabeza y lo apuntó con ella. Gruñendo entre dientes:
- Traidor hijo de perra... - lo inmoviliza contra el suelo - Nos has engañado... Ya me lo imaginaba...
Angel Dust también fue a unirse al reproche de odio contra el overlord. Escupiendole en la cara y haciéndole un corte de manga muy molesto. Gruñendole disgustado:
- Puto mamón...
Charlie no hizo nada al respecto para que lo dejaran en paz. Se quedó donde estaba. Mirándolo todavía con mucho odio. Gesto que hizo que se le partiera el corazón a Alastor.
Y en ese preciso instante, se comenzó a culpar a sí mismo de lo que había tratado de hacer anteriormente. Antes de que se enamorara perdidamente de Charlie.
Había sido un gran estúpido. Un egoísta egocéntrico.
Ahora todo cuanto le pasara le daba igual. Acababa de perder el afecto de su dulce amada para siempre. Lo único que le daba una razón para no matar y sentirse a salvo de los que le hacían daño.
Pero antes de que Devilon y Angel Dust pudieran continuar culpandolo de sus intenciones ridículas y de sus mentiras, las figuras macabras de los overlords mirones comenzaron a salir poco a poco de sus escondites. Como si fueran a socorrerlo o algo así.
Nada más verlas, Charlie, mirando por última vez al odioso Alastor por el rabillo del ojo, el cual le lanzó una mirada de culpa, murmuró una frase melodiosa y triste. Sin todavía retener sus lágrimas.
CHARLIE
Alastor... Con tu aprecio me traicionas...
Viendo que se avecinaba el peligro, Devilon, temeroso, sin soltar todavía al temerario del demonio radio, comenzó a cantar. Dirigiéndose a la princesa.
DEVILON
Cuéntame, di que vamos a hacer, cuéntame...
Los overlords los fueron rodeando.
DEVILON
Cuéntame di que vamos a hacer...
O noo...
Al ver el peligro que estaba por llegar, los dos demonios, fieles a su amiga, le entonaron que estarían dispuestos a protegerla si era necesario.
DEVILON
Oh alteza, yo luchare, luchare por ti...
ANGEL DUST
Yo luchare por ti, oh Charlie yo te defenderé...
DEVILON
Oh yo te defenderé, oh alteza yo te defenderé...
ANGEL DUST
Oh Charlotte yo te defenderé...
Pero Charlie, retirándose las lágrimas de sus mejillas, les negó con la cabeza. Y poniéndose sería con ellos, les cantó lo siguiente.
CHARLIE
¿Por que queréis luchar? Guarda pronto esa lanza...
La mayor parte de la canción iba especialmente dirigida a Devilon. Ya que él era el más fuerte de los pecadores plebeyos que estaban de su lado. Y sabía que él era el adecuado para mantener a salvo a los demás. Con lo cual, se acercó a su lado y le comenzó a explicar cantando lo que tenía que hacer.
CHARLIE
Todo ya va a terminar...
Las luchas engendran luchas...
Y tu misión sera proteger...
Tras decirle eso, de repente, las sombras que los rodeaban comenzaron a dejarse ver. Una por una. Y cuando sus caras hubieran sido desenmascaradas de la oscuridad que los ocultaban, empezaron a cantar en plan amenazador. Haciendo que los tres amigos se estremecieran de temor.
HELSA
Dime Charlotte que vas a hacer...
STOLAS
Luchar piensas por el poder...
VELVET
Estas sola y tienes temor...
VALENTINO
Cuál ha sido tu gran error...
Al ver a aquél numeroso grupo rodeándolos, Angel Dust, temiendo que Valentino estuviera con esa gente, se olvidó por completo de sus amigos. Y echó a correr por el sendero que conducía a la salida del bosque. Dejando atrás el solar. Abandonando a su suerte a Charlie y a Devilon.
Entre tanto, la canción que entonaban los overlords continuó. Mientras se iban acercando en dirección a la pobre princesa.
ROSIE
Tu carrera terminará...
OVERLORD 6 (nombre desconocido)
Y tu nombre se borrará...
OVERLORD 7 (nombre desconocido)
¿Cómo ves lo que ha de venir?
OVERLORD 8 (nombre desconocido)
¿Los tuyos no te han de servir?
Acto seguido, todos ellos fueron en manada a por ella. Extrayendo de sus trajes, algunos de ellos, unas cuerdas. Tenían la intención de prenderla.
Devilon, viendo que se acercaban, al final soltó a Alastor. Y asustado por la presencia de tantos demonios poderosos, se arrinconó en el árbol. Esperando a que fueran también a atarlo y a llevárselo.
Sin embargo, a él no le tocaron ni un pelo. Pasaron de su presencia como si no estuviera allí.
Rodearon a Charlie. La cual no hizo nada por defenderse. Pues se sentía muy mal por haberse dado cuenta de las mentiras de Alastor. Recordando los momentos románticos que pasaron juntos. Impactada de que todo aquello hubiera sido una simple obra de teatro llana y montada. Para ganarse su confianza y que no sospechara de él.
Tenía el corazón roto.
OVERLORDS
Vamos, pues a ver a Frederick
Vamos no tengas temor
Te dará la pena mayor
Y por fin todo acabará
Los overlords la terminaron atando de pies y manos. Quitándole la chaqueta rosa de su traje para dejarla como una pobre vagabunda. Tapándole la boca con un pañuelo blanco por si intentaba pedir ayuda. Pero la cosa no quedó así.
Tras tenerla bien inmovilizada, la fueron escoltando en dirección a la salida del bosque. Marchando de nuevo hacia la casa de Stolas. Decididos a proseguir con el plan.
En pleno camino, una serie de plebeyos, los cuales habían estado ahí todo el tiempo observando lo que pasaba, se acercaron a la escena. Y asomándose entre los overlords, intentaron interrogar a Charlie sobre lo que estaba pasando.
PECADOR 1
Vamos, Charlie, tienes que ceder...
PECADOR 2
Dinos que es lo que vas a hacer...
PECADOR 3
A tus gentes convencerás...
PECADORA 4
Y al final te salvarán...
Sin embargo, ella hizo oídos sordos a lo que le fueron diciendo durante el camino de regreso a la ciudad. Lo único que tenía ahora comiéndole el cerebro eran los supuestos engaños de Alastor hacia ella.
Todo ese tiempo creyéndose sus lindas palabras... Que la quería... Y resulta que no era real. ¿Como había podido caer tan fácilmente en su red? ¿Pero cómo se le ocurrió confiar en ese endiablado overlord?
PECADOR 1
Dime Charlotte que vas a hacer...
PECADOR 2
Luchar piensas por el poder...
PECADOR 3
Estas sola y tienes temor...
PECADORA 4
¿Cuál ha sido tu gran error?
En cuanto a Devilon, lo único que se le ocurrió en esa situación tan peligrosa fue hacer lo mismo que Angel Dust. Huir. Pero no en dirección a ninguna parte. Sino al hotel Hazbin. Con la intención de pedir ayuda a su hermano y a los demás huéspedes. Para de alguna manera salvar a Charlie de esos mentecatos antes de que fuera demasiado tarde.
Por otro lado, Alastor, viendo cómo los suyos se llevaban a su querida princesa, los comenzó a perseguir como un loco. Moviendo las piernas lo más rápido que podía. Gritando en medio de la carrera:
- ¡Dejarla en paz...! ¡He cometido un error...!
Entre tanto, la marcha de los overlords con Charlie prisionera continuaba.
OVERLORDS
Vamos, pues a ver a Frederick
Vamos no tengas temor
Te dará la pena mayor
Y por fin todo acabará
En medio de la estrofa, el grupo entonó unas frases de victoria. Dando saltos y alzando las antorchas con las que iluminaban el sendero.
OVERLORDS
Ya esta presa... La tenemos
Ya esta presa... La tenemos
Ya esta presa... La tenemos
Ya esta presa... La tenemos
Ya la tenemos, la hemos prendido...
En plena fiesta de triunfo, apareció en medio del camino una figura alta y delgada de varios brazos alargados.
Al instante, los presentes lo reconocieron. Era Frederick.
Había ido a toda prisa al lugar para hablar con ellos. ¿Pero por qué?
Este, sin decir palabra, se abrió paso entre los miembros del grupo para encontrarse con la arrestada.
Lo que le impresionó a Charlie de ese tipo, nada más verlo, fue que, para haber perdido a su hijo, no parecía importarle demasiado. Se le notaba muy tranquilo. Quizás, pensó ella, todavía no se había dado cuenta de su muerte. Pues él no estaba allí cuando pasó... ¿O quizás sí?
Alastor apareció también allí. Jadeando y sudando. Agotado de tanto correr. Pero ninguno hizo caso a su presencia. Estaban muy atentos en Charlie y en el padre de Seviathan.
Nada más estar frente a ella, Frederick, cruzándose de hombros seriamente, le cantó lo siguiente. Con una voz grave que hipnotizaba nada más oírla.
FREDERICK
Charlie tienes que dar cuenta...
De una grave acusación...
Di si es cierto eso que dicen...
¡Que eres la hija de Gabriel!
Esta, con la mirada perdida en un punto fijo del espacio de su campo de visión, sin mostrar interés por el tema, le contestó débilmente...
CHARLIE
Tú lo dices...
Tú dices quien soy...
Tras su respuesta, Frederick, asintiendo con la cabeza como si le acabara de soltar un dato curioso sin importancia, se giró a los suyos. Con una sonrisa simpática. Y les entonó muy relajado...
FREDERICK
Ya lo oísteis caballeros...
¿Qué más pruebas necesitáis?
Acto seguido, dándose cuenta de que Alastor estaba presente, se dirigió a él a grandes pasos. Y dándole unas suaves palmaditas en la espalda, le agradeció feliz que hubiera traído a la princesa a la trampa. Haciendo que Charlie se sintiera peor.
FREDERICK
Alastor gracias por la entrega...
¡Quédate y la verás sangrar!
Sin embargo, el enamorado, negando con la cabeza rotundamente, se retiró del lado del despiadado Frederick. Quitándose su brazo de encima. Y poniendose en modo defensa frente a Charlie, cantó lo siguiente.
ALASTOR
No... Cometí un error...
Ella no ha hecho nada malo...
Es una mujer justa y sin pecados...
Dejarla marchar...
Tras lo que entonó, los overlords se echaron a reír. También lo hicieron los plebeyos que los miraban. Con tal de seguir la corriente.
Frederick, en cambio, se pasó la lengua por sus afilados colmillos con gesto de desaprobación.
FREDERICK
Vaya... Nunca llegué a pensar, demonio radio...
Que terminarías enamorandote de alguien...
Y que ese alguien fuera la libertadora despreciable...
A pesar de que se sentía amenazado por los propios de su casta, alumbrándolo con antorchas, lanzándole miradas de odio, Alastor no se movió del sitio. Sólo quería proteger a su Charlie. Quien por cierto no pareció maravillarse por su heroico gesto. Sólo apartó la vista hacia otro lado para evitar mirarle.
ALASTOR
Por encima de mi cadáver...
Antes tendréis que pasar...
Si la deseáis matar...
Hubo un pequeño silencio en el ambiente. Dando paso al dulce canto de los grillos nocturnos. Que ya habían salido para dar su concierto matutino. Dándole la bienvenida a la fría noche.
Pero a los seis segundos fue interrumpido por Frederick. El cual, cruzándose de hombros, le dijo al valiente overlord:
- Mmmm... En ese caso...
Entonces chasqueó los dedos. Y seguidamente, Rosie y tres overlords de género femenino que constituían el grupo, se lanzaron hacia Alastor rápidamente. Y lo terminaron agarrando con fuerza de los brazos para que no tratara de escapar. Arrastrándolo lejos de Charlie. Retirándolo de la multitud que rodeaba a la joven.
- Lleváoslo a lo más alto del monte calavera... - les ordenó a aquellas mujeres caníbales - Quiero verlo crucificado antes del amanecer...
Las cuatro damas sonrientes asintieron.
- ¡Rosie...! - exclamó Alastor a su amiga. La cual parecía estar de acuerdo con las órdenes de ese loco - ¿¡Pero qué estás haciendo!? - no se creía que le estuviera defraudando de esa manera tan cruel - ¡Soy tu amigo...!
- Ya no, querido... - le contestó esta. Sonriéndole con maldad. Dándole una palmadita cariñosa en la mejilla izquierda - Ya no...
Esta y las otras overlords que iban con ella arrastraron al impactado demonio radio hacia donde les había indicado Frederick. Alejándose del lugar.
Y por otra parte, los demás se llevaron a la atada Charlie en dirección a la casa de Stolas. Con la intención de ponerse de acuerdo en qué harían con ella. Eran tantas las torturas que se les pasaban por el cerebro que cualquiera de ellas podría valer.
Mientras descendían cuesta abajo, siguieron cantando felizmente. Triunfales porque hubieran logrado prender a la malhechora.
OVERLORDS
Ya esta presa... La tenemos
Ya esta presa... La tenemos
Ya esta presa La tenemos
Ya esta presa... La tenemos
¡Viva Lucifer!
¡Viva Lucifer!
¡Viva Lucifer!
¡Viva Lucifer!
*
Entre tanto, Moxie se encontraba atado a una silla. Con la boca tapada con cinta adhesiva para que no pudiera gritar auxilio.
Miró a su alrededor algo asustado.
La sala en la que ahora estaba, a pesar de que se encontraba a oscuras, la reconoció a los pocos segundos. Era el despacho de Blitzo. Lugar en el que anteriormente se reunían su mujer y él con el resto del equipo para idear los planes para matar a las víctimas que les mandaban sus clientes matar.
En la pizarra de al fondo podían leerse los sucesos que estuvieron ocurriendo durante su ausencia. Y en la mayoría de ellos ponían que poco a poco la empresa se estaba yendo a pique. Finalizando todas esas notas con unos dibujos horripilantes en los que podían verse a él y a Millie colgados de una soga. Y al lado de ellos, una frase escalofriante escrita en letras mayúsculas rojas: "MATAR A MOXIE".
Nada más leerla, el asiento del escritorio frente a él, el cual se encontraba de espaldas, se dio la vuelta de golpe. Haciendo un delicado chirrido.
En él, sentado en pose de superioridad, iluminandosele sus ojos amarillos de pitón en la oscuridad, sonriendo con malicia, agitando su cola de demonio como un perrito feliz, estaba Blitzo. Y por su actitud, parecía satisfecho con la jugada que le había hecho al joven ex mercenario.
- ¿Qué tal, perra? - le dijo fríamente. Sacándole la lengua - ¿Por casualidad ibas a alguna parte a meneartela?
Moxie, mirándole con temor, trató de moverse. Pero le fue imposible. Lo que hizo que el chiflado Blitz se echara a reír en plan exagerado. Dando con el puño a la mesa.
- Idiota... - se incorporó de su asiento en plan relajado - Es imposible que escapes de mí... De nada te servirá resistirte... Y menos pedir ayuda... Jajaja...
Se fue acercando a él a pequeños pasos. Mientras el pobre trataba de deshacerse de sus ataduras. Asustado por lo que pudiera hacerle su ex jefe. Podría llegar o a matarlo o a violarlo. Y si tuviera que escoger entre esas dos, no se quedaría con ninguna opción.
- ¿Sabes? - prosiguió - No tienes ni idea de lo afortunado que eres al haberte encontrado conmigo... ¿Comprendes el por qué?
Moxie lo miró con gesto de incomprensión. Lo que tomó este como una respuesta clara a su pregunta. Y continuó hablandole.
- Jajaja... Pues porque ésta noche, antes de que amanezca... - se inclina hacia él. Fulminandolo con la mirada - Tu querida Millie y los demás pecadores... - sonríe en plan exagerado - Estarán muertos bajo los escombros de ese hotel de mierda en el que se encuentran...
Tras lo que le dijo, la cara de Moxie palideció. Pasándosele por la cabeza muchas cosas malas que podrían ocurrir. Comprendiendo entonces que las siguientes víctimas que le habían encomendado a Blitz que matara era a esa pobre gente. Incluida su esposa.
Pero... ¿Por qué lo había secuestrado si él formaba parte de ese grupo de personas que tenía que asesinar el mercenario? ¿No debería de haber acabado con él en el acto?
Por suerte, Blitz, que pareció como si estuviera leyendo sus pensamientos, le aclaró las dudas en un momento.
- Bueno... - arquea las cejas - No te preocupes, mi dulce diablillo... - mete su mano en el bolsillo de su traje negro y deshilachado - Pronto se reunirá contigo tu querida esposa...
Extrae de su traje una especie de cilindro plateado. El cual tenía unos cables que sobresalían por los lados. Y en el centro tenía un reloj digital de números luminosos rojos. Que por cada segundo que pasaba hacía un sonido de tik tak.
Entonces Moxie supo lo que era ese chisme misterioso. Y no pudo evitar pegar un grito ahogado.
Era una bomba.
Blitzo, pareciendo disfrutar del momento, colocó el artilugio entre las piernas del enano diablillo y le susurró con voz seductora:
- Te la dejo aquí... Así lo primero que se chamuscará de tu cuerpo será tu pene... - da una palmada con las manos - En fin, querido... Yo me voy... - se da media vuelta - Ha sido un honor hablar contigo... Me gustaría quedarme más rato. Pero tengo que ir a exterminar a unas ratas de un hotelito de las afueras. Así que...
En pleno intento de tratar de liberarse de las cuerdas que lo tenían atado, Moxie consiguió despegarse la cinta adhesiva de la boca. Utilizando la lengua como método para eliminar la fuerza del pegamento. Y tras quitársela de un soplido, meneandose en la silla con mucha furia, le gritó al alegre mercenario:
- ¡Hijo de la gran puta! ¡Cabrón de mierda...! - cierra los ojos con fuerza. A punto de estallar por lo furioso que estaba - ¡No conseguirás salirte con la tuya! ¡Alastor acabará contigo!
Pero Blitz ignoró sus gritos enrabiados. Sin temer en absoluto a sus valientes advertencias.
Tomó su inseparable fusil colgado frente a la entrada. Se lo cargó con cuidado sobre su espalda. Y antes de marcharse, se giró a este. Y enseñándole la peineta, se despidió de él con gesto de burla. Diciéndole en plan ordinario:
- Hasta la vista, guarra... Que te vaya bien en el más allá...
Y acto seguido, salió de allí de un salto. Cerrando la puerta tras de sí. Dando un fuerte portazo. Riéndose a carcajadas por el camino.
- Grrrr... - ahora Moxie si que estaba perdido de verdad. Según la bomba de relojería, sólo le faltaban diez minutos de vida. ¿Qué podría hacer para escapar? ¿Cómo saldría de allí? Lo único que se le ocurrió hacer, ante esa situación, fue pedir ayuda. Gritando el primer nombre que se le vino a la mente - ¡Charlie...!
*
Por desgracia Charlie no estaba en esos momentos cerca de donde tenían encerrado al pobre muchacho para escuchar sus alaridos de socorro.
Los overlords se suponían que la iban a llevar en dirección a la casa de Stolas. Sin embargo, tras una llamada de alguien que la princesa desconocía, cambiaron el rumbo. Marchando a otra zona.
Cruzaron una calle de edificios destrozados y medio quemados. Recubierto de cenizas y de una humareda gris que lo nublaba todo.
Bajo sus pies, Charlie notaba que estaban pisando algo duro que crujía conforme pasaban por encima. Y cuando agachó la cabeza para comprobar qué era, pensando que serían ramas de árboles caídos, casi estuvo de desmayarse.
Eran cuerpos de gente. Carbonizados y podridos. Estaban cruzando por un camino en el que cientos de cuerpos yacían esparcidos por las calles. Todos ellos con caras de espanto congeladas.
Probablemente los overlords pretendían asustar a Charlie para dejarla como una asesina por aliarse con las fuerzas celestiales. Y claro está, lo estaban consiguiendo.
Tras dejar atrás aquella zona desolada, llegaron a una especie de club nocturno destartalado. En cuyo letrero medio iluminado se podía leer el nombre del local: "Valentino & Vox Club".
Supuestamente, ese era el lugar en el que el dichoso proxeneta mostraba los cuerpos de sus empleadas más perfectas y destacadas. Entre ellas Angel Dust, por ejemplo. Pero ahora se había convertido en un nido de cucarachas que se había quedado obsoleto.
- "¿Por qué me habrán traído aquí?" - se preguntó Charlie. Todavía sin olvidarse de aquellos cadáveres destrozados que había pisado como si fueran basura.
Tras entrar al lugar, oscuro y bastante desordenado, llegaron a una habitación bastante inmensa. En cuyo centro había un escenario con una barra de estriptis brillante.
Aquel escenario era donde Angel Dust, en sus tiempos de mayor fama, danzaba para su jefe. Entregando su pasión al público.
Frente a dicho escenario, sentado sobre un asiento de terciopelo púrpura de brazos cruzados, con dos calaveras putrefactas a cada lado (supuestamente pertenecerían a dos de las empleadas fallecidas de Valentino), el rostro luminiscente de Vox miraba a los recién llegados con una mueca horrenda de alegría.
Entonces, haciendo rodar por el suelo a uno de los cráneos que tenía, causando que los ahora allí presentes, salvo la presa, se echaran a reír, se levantó de su sitio. Y comenzó a cantar en tono de misterio. Dando lentos pasos hacia ellos. Sin perder de vista a la princesa.
VOX
¿Quién es y qué hace aquí...?
¿Esta pobre desgraciada?
¿Quién es la acusada?
Ante su pregunta, Stolas, agarrando a Charlie por las cuerdas que le inmovilizaban las muñecas, la mostró ante él. Poniéndola de rodillas de una patada en el trasero.
STOLAS
Una tal Charlie... Dicen que es reina...
Vox, observando de arriba a abajo a la joven demonio, fingiendo estar sorprendido por su presencia, se agachó a ella.
Era la primera vez que la tenía tan cerca de sus ojos. No la recordaba tan hermosa. Por algo se rumoreaba que Alastor cayó rendido a sus encantos.
Y le cantó lo siguiente. Con una voz metálica muy suave.
VOX
Oh... Con que tú eres la dulce Charlotte...
La que arma tantos líos...
La agarra del mentón. Haciendo que levantara la mirada hacia él con brusquedad. Ya que esta se negaba a mirarlo.
VOX
Te llaman reina de los demonios...
Ya sé que eres popular... ¿Pero eres reina, reina de verdad?
Charlie, sintiendo los fríos dedos de ese monstruo sobre su cara, a pesar de lo amenazada que se sentía, sin mostrar ni temor ni tampoco atención a su pregunta, sin importarle de que tuviera la boca tapada, logró contestar lo siguiente:
- Tú lo dices... - frunce el ceño con algo de coste. Mirando hacia otro lado - Yo lo soy...
Ante lo que dijo, Vox, quedándose completamente a cuadros, le soltó la cabeza de golpe. Y se incorporó de su inclinación rápidamente. Descontento con sus palabras.
VOX
¿Qué quieres demostrar?
Esa no es respuesta...
No quieres admitir...
Que tal vez puedas morir...
Para la sorpresa del overlord, la palabra "morir" no incomodó en lo más mínimo a la joven. Ni se inmutó. Sólo agachó la mirada hacia el suelo. Todavía destrozada por el desamor con Alastor y por la gente muerta que había visto en la calle. Resultado del castigo que aceptó que impusieran los de arriba.
Con lo cual, Vox, sorprendido por su actitud pasiva, se cruzó de brazos y se giró a sus amigos. Quienes no dejaban de reírse de la lastimada chica.
VOX
¿Habéis visto de verdad?
Me asombra su tranquilidad...
Qué singular... Jajaja... No quiere hablar... Jajaja...
Los demás se echaron a reír por sus comentarios satíricos hacia ella. Señalándola e insultándola por lo bajo.
Lo mismo hicieron los plebeyos que los siguieron hasta allí. Los cuales, para no quedar mal delante de los overlords, también se pusieron a burlarse de ella. Fingiendo divertirse.
En medio de las risas, Vox, volviendo a inclinarse hacia Charlie, sin necesidad de que le alzara de nuevo el mentón, le comentó cantando lo siguiente...
VOX
El infierno es tu región y no es de mi jurisdicción...
No soy tu juez... Jajaja...
Se pone de nuevo en pie. Sin dejar de reír. Al mismo tiempo que esta levantaba la cabeza nuevamente. Pues le estaban llamando la atención sus palabras. ¿Qué pretendía decir con eso?
Entonces, este, dándole la espalda, recolocandose bien la pajarita roja de su traje, terminó su discurso con la siguiente frase melodiosa.
VOX
¡Lucifer es...! Jajajajaja...
Eso hizo que esta abriera los ojos como platos. Sintiendo un sudor frío en la espalda. Incorporándose del suelo lentamente. Mirando a los presentes con un temor mayor al de antes.
Pretendían que la llevaran ante su padre para que él escogiera el destino que ella tendría como castigo. Si vivir o morir. Y conociéndolo, sabiendo lo furioso que estaba por los ataques de los ángeles hacia su ciudad, de seguro que para ella escogería la segunda opción.
Después de todo, ya no la consideraba su hija.
Aprovechando que se estaba asustando, los overlords que la llevaron hasta allí y los plebeyos, uniéndose los unos con los otros en forma de masa, se fueron acercando a esta. Mientras le cantaban una estrofa similar a la canción que entonó con sus seguidores la vez en la que salieron a la calle sin miedo a imponer su idea de la redención.
OVERLORDS
Hosana ey
Sanan sana sana oh
Sana ey sana oh
Charlotte...
Conforme se acercaban, esta retrocedía. Temblando como una hoja y sin saber adónde ir. Incrédula de que esos plebeyos que estaban allí, los cuales anteriormente la apoyaron para el tema de la redención junto con los demás, ahora estuvieran del lado de los overlords. Acorralandola. Burlándose de ella.
¿Y ahora qué podía hacer?
OVERLORDS
Puedes explicar si este es tu final...
Si viniste solo para morir...
Al poco estuvo de que le diera un ataque de nervios a Charlie, cuando por detrás, para su sorpresa, otra cara conocida que ya había visto antes la atrapó. Ahogandola con el brazo.
Era Sir Pentius.
¿Pero qué estaba haciendo? ¿Por qué de pronto todos se ponían en su contra?
Mientras se la llevaba a otro lado asfixiándola, los overlords y los plebeyos la miraron con gesto triunfal. Disfrutando de su terrible sufrimiento.
Antes de que la pobre perdiera el sentido, volviéndose su vista oscura, pudo escuchar la voz serpenteante de Pentius. Susurrándole al oído:
- Lo siento...
Y entonces, perdiendo el aire por completo, se terminó desmayando.
Lucifer, aquella noche, se alzaría como ganador a la batalla contra los ángeles de Dios.
*
- Mmmm... Miriam... - murmuró Cherri. Tras incorporarse de la cama. Completamente desnuda - ¿Por casualidad has visto a Pentius por algún lado?
- Eeeeh... - la joven, arropada entre las sábanas como una oruga, trataba de espabilarse. Acababa de despertar del sueño - No... No lo sé... No lo he visto...
- Agh... - gruñó esta. Mientras se iba poniendo sus leyins negros con un poco de trabajo - El muy mierdoso habrá vuelto a esconderse en el cobertizo con Blueberry para comerse las galletas... Como la última vez...
Las dos estaban compartiendo el mismo dormitorio. Habían hecho el amor hace apenas treinta minutos atrás. Y les había sentado muy bien.
Los demás no sabían nada sobre su relación. Pues les daba vergüenza admitir que se gustaban. Pero la rebelde terrorista estaba ansiosa por contarle a su amigo reptil, y a Angel Dust cuando volviera de la expedición, que había logrado ligarse a la chica que le gustaba.
Mientras se cambiaba, Miriam, medio sonrojada, la observó sin evitar el suspirar de amor. Diciéndole:
- No sabía que tuvieras un lado romántico, Cherri Bomb...
Esta, tras ponerse bien su camiseta de tirantes, se giró a ella. Y con cara traviesa, le contestó:
- Y yo no sabía que fueras una fiera en el catre... - le saca la lengua - Dulce corderito...
Las dos se echaron a reír por lo bajo. Pero al instante se mandaron callar. Intentando que nadie del hotel las oyera.
Se despidieron con la mano. Y tras la cordial despedida, Cherri salió de la habitación. En dirección a la suya correspondiente. Cruzando el pasillo muy feliz.
Lo normal que le pasa a cualquiera tras tener una romántica tarde de sexo con alguien que le mola mucho.
Pero apenas estuvo a punto de tocar el pomo de la puerta de su supuesto cuarto, cuando un estruendo proveniente de abajo la sobresaltó.
Fue tan potente el estridente sonido que algunos de los huéspedes que aguardaban en sus habitaciones fueron escaleras abajo a ver qué había pasado. Preocupados en si se trataba de algún accidente.
Cherri, preguntándose qué había sido eso, fue junto con los demás a la planta baja. Esperando que no fuera algún asaltante.
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