Capítulo 61 - Siempre a tu lado
Tras el estallido de ira de Alastor por ver cómo acababan con la vida de Charlie delante de él, dejando el cuerpo de la pobre chica en el suelo con cuidado, fue como una flecha directo hacia Frederick. Dispuesto a acabar con su vida. Gritando ido de cólera:
- ¡Miserableeeee...!
Justo cuando iba a atacarle, Frederick, sin miedo, le asestó, con mucha facilidad, un puñetazo en la cara. Hundiendo su puño en la mejilla de este.
Sin embargo, el demonio radio no se inmutó al golpe. Y logró resistir el ataque. Yendo con fuerza para alante. Haciendo que su rival se quedara estupefacto.
- ¿¡Pero qué...!? - exclamó. Dando un paso atrás temeroso de lo siguiente que le iba a hacer.
Como era de esperar, Alastor se la devolvió con una fuerza increíble. Dándole un puñetazo tras otro. Sin parar en ningún momento. Propinándole una buena paliza enrabiado.
Tras los golpes a bocajarro que le ofreció, le dio una buena patada en el estómago que hizo que saliera disparado hacia el otro lado del jardín del hotel. Rozando sus piernas contra el suelo. Levantando tierra a su paso.
Seviathan y Helsa contemplaron la pelea impactados. No se esperaban que ese tipo llegara a dejar para el arrastre a su padre.
- ¡Es increíble...! - exclamó el joven overlord. Llevándose las manos a la cabeza muy sorprendido - ¡Parece que el señor Alastor finalmente a superado a papá!
Por suerte, Frederick logró frenar la fuerza que lo había empujado hacia allí. Tosiendo por la tierra que tenía en la cara y dolorido por el palizón que le había dado en tan sólo unos segundos.
Pero apenas tuvo tiempo para relajarse y tomar aire.
Su oponente, pegando un grito de guerra, fue lanzado hacia él. Con los ojos encendidos de furia. Entonces, levantando el puño derecho, el cual ardió en una llama rojiza, fue a realizar su siguiente ataque.
Y el último que hizo para Frederick.
Al ver que venía hacia él, este trató de hacer todo lo posible por evitarlo. Echándose a un lado un poco. Intentando esquivarlo. Pero su atacante venía demasiado rápido. Y le dolía mucho todo el cuerpo. No podía apenas moverse.
- ¡Papá! - exclamó Seviathan. Sin moverse de donde estaba - ¡Cuidado!
- Ah... - murmuró Frederick. Desesperado y débil. Viendo cómo el furioso demonio radio se dirigía disparado hacia él - E... Espera, tío...
¡ZAS!
El brazo de Alastor, a una velocidad impresionante, atravesó el cuerpo del odioso Frederick. Cruzando su vientre y saliendo por la espalda. Unos chorros exagerados de sangre negra brotaron de la apertura en un instante. Manchando la cara del enfadado overlord.
Le había dado de lleno. Propinándole el golpe de gracia.
- Argh... - murmuró dolorido. Sintiendo cómo todo su campo de visión era cubierto por unas luces de colores. Al mismo tiempo que de sus fauces emanaba sangre en plan exagerado - Te... Te...
- Grrr... - gruñó Alastor. Quitándoselo poco a poco de encima con el brazo libre. Empujándolo en el hombro. Sintiendo una amarga satisfacción por lo que había hecho.
- Tengo... - echó la cabeza hacia atrás medio muerto - Frío...
Su cuerpo calló desplomado en el suelo como un saco de patatas. Ante la presencia de su atacante. Quien sonrió con cara maliciosa tras verlo tirado ahí. Sufriendo y asustado por el peligro que corría su vida en esos momentos.
Seviathan y Helsa no dijeron nada cuando vieron a su padre atravesado. Estaban muy impactados. Congelados por el temor y a su vez por ver cómo mataban lentamente a Frederick. Aparte de que no sabían si echar a correr para evitar que a ellos también les hiciera daño ese loco.
Tras dejarlo ahí tirado, por un pequeño rato retorciéndose de dolor, sangrando a chorro tieso, Alastor le dio la vuelta con el pie. Poniéndolo boca arriba. Y tras tenerlo en esa posición, mirándolo con una exagerada sonrisa, le dijo en un tono muy serio:
- ¿Qué se siente al morir lentamente? - arquea las cejas - Duele... ¿Verdad?
Frederick pareció soltarle varias maldiciones. Pues por su cara sudorosa, parecía mostrar un terrible enfado. Pero debido a que sus palabras eran ahogadas por la sangre que salía de su boca, pues apenas se escuchó claramente lo que dijo.
- Me la trae floja el que tengas familia, Frederick... - le añadió. Frunciendo el ceño - Vas a pagar por lo que has hecho... Y jamás te lo pienso perdonar por mucho que me llores... - abre la palma de su mano derecha hacia él - Muere...
De su zarpa comenzó a crecer una esfera de color rojo. Similar al ataque que hizo Frederick antes. Hiriendo a la pobre Charlie mortalmente.
Viendo que la muerte le iba a caer encima como un rayo, el herido overlord le suplicó medio musitando que no lo matara. Que estaba arrepentido. Que haría cualquier cosa por él como recompensa por su terrible fechoría. Pero claro está, este hizo oídos sordos a sus ruegos desconsolados. Y continuó con su acción de acabar con él de una vez por todas. Sin tener piedad alguna.
Entonces, comprendiendo que no podía hacer nada por detenerlo, cerró los ojos con fuerza. Deseando que acabara con su vida de una vez para dejar de sufrir tanto dolor en su interior.
Sin embargo, apenas Alastor tuvo el intento de cometer aquel acto de asesinato con mano dura, cuando de repente...
- ¡Alastor...! ¡Para!
Alguien lo abrazó por detrás. Rodeándole la cintura. Al mismo tiempo que le gritaba aquellas palabras.
Este, deteniendo bruscamente sus intenciones, miró por el rabillo del ojo al quien fuera que lo había interrumpido.
Por poco estuvo de darle un vuelco al corazón.
Era Charlie.
Estaba viva. Con algunos rasguños en su blanca piel por el ataque. Pero estaba viva. Era increíble. No había muerto a ese ataque. Sólo había perdido el sentido.
¿Pero cómo podía ser posible que esa fuerza descomunal no hubiera acabado con su vida? Si era bastante superior al nivel de fuerza que ella tenía... ¿O tal vez no?
- Charlie... - murmuró Alastor. Incrédulo de lo que estaba viendo. Medio sonriendo un poco por lo emocionado que estaba - Estás... Estás viva...
Ella, abrazándolo con más fuerza, poniendo cara de pena, medio llorando, murmuró:
- Por favor... - pegó su cara contra su espalda. Reteniendo sus lágrimas - Para...
Este, sabiendo que estaba tratando de evitar que matara a ese desgraciado, al principio no quiso hacerlo. Pues antes la había intentado matar.
Pero entonces, recordó al instante una frase que solía decirle su difunta madre cuando él no era más que un crío de ocho años: el mal engendra el mal.
Primero echó un vistazo al moribundo Frederick. Quien ya tenía un buen charco de sangre bajo su espalda. Luego miró a Charlie. Esa cara de ángel que tanto le cautivaba el corazón...
Entonces, soltando un débil suspiro, vaciando sus malas presiones de su interior, terminó relajándose por completo. Y al final, cerró su zarpa y la retiró.
Tras su gesto, Frederick se quedó sin palabras. Intentando aguantar el fuerte dolor que se concentraba en su destrozado estómago.
Al ver que no había proseguido con la acción de matar al maldito overlord, Charlie le sonrió con dulzura. Con gesto adorable.
Este se volvió a ella para mirarla. Contento de que estuviese bien. Deseando abrazarla para volver a sentir su calor.
Por desgracia, la linda situación fue interrumpida repentinamente por la malvada Helsa. La cual, como venganza por herir a su padre, furiosa de que la princesa no hubiera muerto realmente, agarró del pescuezo a Charlie. Separándola de Alastor.
Tras tenerla agarrada, apretándole el cuello para ahogarla, sonrió y le dijo:
- Volvemos a vernos, ricura... - la eleva a la altura de sus ojos - Siempre te he despreciado, maldito monstruo... Desde que decidiste poner un pie en nuestra familia...
La pobre Charlie, meneando las piernas en plan exagerado, se transformó en un pis pas en su forma demoníaca. Y frunciendo el ceño, le gruñó a la endiablada dama con una voz poco simpática:
- No es culpa mía... - abre hacia arriba su mano derecha. Poniéndola en forma de gancho - Que tu hermano fuera un cabrón hijo de perra...
Entonces, así de repente, de la palma de la princesa se encendió una exagerada bola de fuego. Brillante y chisporroteante. Pero eso pareció ser que a Helsa no le intimidó para nada. La cual, tras ver aquello, le dijo:
- Idiota... - le sonríe más exageradamente. Estrangulándola con más fuerza - El fuego no afecta a los demonios... No podrás derrotarme con un simple ataque de mierda como ese...
- ¡Nnnngh...! - aulló de dolor Charlie entre dientes. Le estaba apretando demasiado fuerte. Si seguía así, le partiría el cuello.
Intentó deshacerse de su agarre. Pero le era imposible. La tenía muy bien sujeta. Aparte de que sus fuerzas no le respondían.
Helsa, soltando una risita divertida, feliz de que viera sufrir a esa tonta entre sus garras, alzando su zarpa libre, le respondió:
- Vas a desear no haber nacido, comadreja irritante... - extiende sus garras - Voy a abrirte en ca...
¡PUM!
De sopetón, un objeto bien duro le golpeó en la parte de atrás de la cabeza. Haciéndole perder el sentido y que soltara a la princesa. Cayendo desmayada al suelo.
Charlie, tras liberarse del agarre de esa bruja loca, llevándose una mano al cuello dolorida y tosiendo varias veces por la asfixia, miró débilmente al quien había atacado a su agresora.
Alastor, con báculo en mano, miró a su querida amiga con el rostro tenso. Esperando que nadie más tratara de atacarles. Mientras unos tentáculos negros serpenteaban detrás de él.
Acababa de noquear a la endiablada overlord golpeándole la nuca con aquel ataque macabro. Sin necesidad de matarla.
Al ver que las cosas estaban empeorando para su familia, Seviathan corrió en dirección a su hermana. Horrorizado y asustado a la vez. Temiendo que se quedara sólo y luego tuviera que contarle el drama a su odiosa madre.
En pleno camino, cuando hubo llegado a donde su padre y su hermana yacían debilitados, debido a que se topó con Charlie, tras verla, le agarró con fuerza del cabello. Arrastrándola hacia su presencia con bastante facilidad. Y zarandeándola furioso, le chilló:
- ¡Puta zorra de mierda! ¡Mira lo que has conseguido que pase...! ¡No sólo haces que Dios nos castigue, sino que encima la das con nosotros! - alza su mano libre para darle una bofetada - ¡Te voy a...!
Pero antes de que pudiera hacerle nada, Alastor lo agarró del cuello bruscamente. Levantándolo del suelo. Acercándolo a él. Mirándolo fijamente con sus pupilas dilatadas y profundas. Lo cual hizo que el muchacho palideciera.
Entonces, tras tenerlo a su altura, el demonio radio le dijo con una voz metálica escalofriante:
- Largo de aquí...
Y acto seguido, lo soltó. Arrojándolo al suelo con fuerza.
El asustado Seviathan, viendo que no le quedaba otra que huir, se incorporó y fue en dirección a su hermana.
La logró reanimar un poco. Pero como a esta le resultaba imposible caminar sin problemas, este la ayudó. Apoyando su brazo derecho sobre sus hombros.
Luego se dirigió a su padre. Quien todavía seguía vivo. Así que, con cuidado, lo levantó del suelo. Agarrándolo de la misma forma que su hermana.
Entonces se dispuso a marcharse. Pero antes de que pudiera desaparecer de allí, Alastor, con desgana, chasqueó los dedos. Y en un abrir y cerrar de ojos, tras un pequeño "chass", la herida de Frederick se cerró. Curándose. Dejando de sangrar.
Tras lo que había hecho el asesino, Seviathan, incrédulo, se giró para verle por última vez. Cosa que hizo que el sonriente overlord, apartando la mirada, le contestara:
- No me mires con condescendencia... - hace un gesto con la mano. En señal de que se esfumaran de su vista de una vez y que se dejaran de rollos - Marchaos...
Al final, Seviathan, cargando con su familia, dejó de quedarse ahí parado. Y aminoró la marcha. Largandose por donde había venido. Con la cabeza gacha y dando largos pasos.
Al poco rato, las tres figuras tambaleantes desaparecieron en la distancia. Dejando a los dos demonios sólos. Dando paso al silbido de la brisa mañanera.
Cuando hubieron desaparecido en la distancia, Alastor se giró a Charlie con una cara ahora amistosa. Tranquilo de que el peligro hubiera pasado.
Esta, todavía en el suelo, lo miró con los ojos brillantes. Fascinada de que hubiera hecho el gesto de curar a ese pecador miserable. Algo muy poco normal en él. Y no pudiendo contenerse, se levantó de un bote. Y corriendo hacia él con los brazos abiertos, exclamó aliviada:
- ¡Alastor!
Este, al ver que se dirigía a él, también alzando sus delgados brazos para recibirla, murmuró emocionado:
- Charlie...
La pobre, feliz de que todo hubiera salido bien y que él no hubiera resultado herido, se abalanzó sobre su cuello. Rodeándolo con sus brazos. Dándole un buen achuchón. Haciendo que se cayera al suelo de espaldas.
Los dos se abrazaron tiernamente. Se besaron y se dieron delicadas caricias. Y soltaron adorables risitas por haberse puesto tan empalagosos de repente.
Estuvieron así durante un rato. Sin tener a nadie que los observaran. Quizás los huéspedes estaban tan distraídos dentro del hotel Hazbin que no habían escuchado ni los gritos de pánico ni tampoco las explosiones. Fue algo muy extraño.
En medio de tantos cariñitos, Alastor, restregando su mejilla contra la de Charlie como un gatito, le susurró:
- Jamás pienso abandonarte... - le besó la frente. Al mismo tiempo que con sus manos le acariciaba la carita - Siempre estaré a tu lado... - escondió su rostro en el hombro de esta - Te quiero...
A Charlie le impactó un poco lo último que dijo.
Lo que le estaba confesando era que él no marcharía al paraíso con los demás cuando llegara la hora de marchar hacia allí. Sino que se quedaría con ella en el infierno. Pasando los últimos días que quedaban hasta el juicio final juntos.
Lo cierto era que ella no podía cruzar el paraíso. Pues como era una mestiza, aparte de formar parte de la dinastía Magne, se le tenía prohibida la entrada. Sólo podían acceder a él pecadores sin culpa. Como Moxie, Miriam, Angel Dust y el resto. Pero otros como Alastor, que era un overlord, al igual que ella, jamás le permitirían los ángeles que entrara. A no ser que hiciera una súper muy buena acción a última hora.
Con lo cual, de ahí a que él dijera eso.
Por un lado, a Charlie no le gustó que le soltara ese rollo estúpido. Pues ella no quería que muriera a su lado. Sino que estuviera a salvo en el cielo con todos los demás. Pero por otro, le cautivó el hecho de que deseara hacerle compañía. En vez de dejarla sola ahí abajo. Sin nadie con quien contar.
Si se paraba a pensarlo, tenerlo a su lado hasta el fin del mundo sería como estar en el paraíso. Podrían intimar a solas y pasarían buenos ratos. Aprovechando el momento. Sin preocuparse por nada. Abrazándose y dándose cariño. Sintiéndose protegidos de las sombras que acechaban en la oscuridad.
El imaginarse eso hizo que Charlie se sintiera más tranquila. Olvidándose de sus miedos por lo que podría ocurrir.
Entonces, acariciándole el cabello a Alastor, besándole apasionadamente en los labios, le susurró enternecida:
- Sí... - escondió su rostro en el hombro de este - Estaremos juntos para siempre...
*
Charlie y Alastor regresaron de vuelta al hotel unos minutos después. Un poco hechos polvo por lo sucedido anteriormente. Tuvieron que poner como escusa a sus amigos, quienes se sorprendieron al verles con ese aspecto tan preocupante, que se cayeron por una zanja y que les costó horrores salir de ella.
A la hora del almuerzo, antes de que los huéspedes se sentaran a la mesa para recibir sus suculentos platos, la princesa, ahora lavada y vestida con ropa limpia, fue por curiosidad a ver lo que estaba haciendo Alastor en la cocina.
Nada más entrar a verle, le llegó un olor suculento que le hizo suspirar. ¿Qué estaría preparando? Fuera lo que fuese, seguro que estaba delicioso.
Se lo encontró frente a la vitrocerámica. Dándole vueltas en la sartén, con dos artilugios de cocina, a una especie de sustancia gomosa de tono amarillento. La cual iba acompañada de unos condimentos extraños.
Llevaba un mandil rosado. Y sonreía satisfecho mientras realizaba tal trabajo gastronómico.
Cuando ella, muy curiosa, se hubo acercado a ver qué era eso que cocinaba, Alastor, sin volverse, dijo:
- Eres la primera en presenciar cómo preparo mi plato estrella, querida...
Esta, mirándole más a él que a aquella sustancia en sí, le preguntó con una voz un poco atontada:
- ¿De qué se trata?
Sin perder la vista de la sartén, Alastor, poniendo cara de orgulloso, le contestó:
- Jambalaya... - se pasa la lengua por sus afilados dientes - Mi plato favorito... Y una especialidad de un servidor...
Charlie soltó una tímida risita por cómo lo había dicho. Tan creído y confiado como siempre. Y así sin más, este se puso a contarle los pasos que había que seguir para realizar tan delicioso manjar.
- Primero se añade ésto...
- Ajá... - asintió. Mirando al overlord con cara de tontorrona. Sin en ningún momento quitarle los ojos de encima.
- Luego se hace lo siguiente...
- Mmmm... Entiendo...
- ¡Y para darle el punto y final...!
- ¿Sí?
- Se remueve cuidadosamente y...
- Dime...
- Se deja reposar...
Tras su breve explicación, sin apenas haberle prestado atención a lo que le había dicho, Charlie, sonriendo enamorada, asintió con la cabeza.
Acto seguido, bastante desinteresada en lo que le acababa de contar, le rodeó el brazo con sus manos y apoyó su cabeza en el hombro de este. Soltando un delicado suspiro ruborizada. Sintiéndose agusto a su lado.
Alastor, mirándola por el rabillo del ojo, comprendiendo que lo único que le interesaba a ella era estar con él, sonrió fascinado. Sintiendo un delicado cosquilleo en su corazón. Y sus mejillas se sonrojaron.
La escenita romántica fue presenciada a escondidas por Nifty. La cual se acababa de asomar curiosa por la puerta entornada de la cocina. Y tras descubrir entonces que esos dos se habían enamorado perdidamente, sonrió con satisfacción. Murmurando para sus adentros:
- ¡Lo sabía...! ¡Sabía que se gustaban de verdad!
*
CONTENIDO EXTRA
El amor de Cherri Bomb:
Entre tanto, en el salón central, Miriam y Cherri Bomb charlaban amistosamente. Lanzándose unas miradas un tanto encantadoras. Hasta que en plena conversación, la primera de ellas tuvo que retirarse a sus aposentos. Antes de volver a bajar para la hora de la comida.
Cuando se hubo marchado, Cherri la siguió con la mirada hasta que la perdió de vista. Poniendo cara de deseo.
Sin embargo, al momento, Sir Pentius apareció en la sala. Asomándose por la puerta de la entrada. Murmurando en plan divertido:
- Bueno, bueno, bueno... - sonrió con gesto de burla - Vaya cortejo lésssbico he presenciado...
Esta, volviéndose hacia él, le contestó un poco molesta:
- ¿De qué coño hablas, estúpido?
Pentius, acercándose a ella, le dijo:
- Oh... Venga... No me mientasss, Cherri... Las dosss hacéisss muy buena pareja... - le guiña un ojo - Soisss muy compatibles... Y os gustaisss por ello...
- ¡Anda ya...! - exclamó sonrojada - ¡Ambas somos muy diferentes! ¡Y si eso que dices es así...! ¡Que por cierto, no lo será jamás...! - se cruzó de brazos - ¡No funcionaría!
Tras sus palabras, Pentius se rió y le respondió seriamente:
- Ambas lo tenéisss todo... Sois fuertesss, valientesss... - entrecierra los ojos - Las dos estáis bien buenasss... - pone postura de chulito. Mirándose las uñas en plan afeminado - Soy gay. Pero no ciego...
Cherri, observándole un tanto sorprendida de su orientación sexual, dio un suspiro. Y señalándole con el dedo un par de veces, le contestó:
- Miriam es la típica mujer que a cualquiera que estuviera con ella le gustaría presentarsela a sus padres... - pone una mueca rebelde - Sin embargo... Yo soy de las que busco para mi persona a un exorcismo... - le saca la lengua - No a un corderito...
- Ajá... - asintió este. Algo pasivo - Eso ya lo veremosss, nena...
En ese momento, la conversación entre amigos fue interrumpida por Henry. El cual los llamó para que se dirigieran a almorzar. Y los dos, haciéndole caso, marcharon hacia el salón comedor. Con ganas de degustar algo de comida. Olvidándose por completo de lo que habían estado hablando.
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A partir de aquel día tan movidito, las cosas empezaron a torcerse para nuestros amigos de ahí en adelante. Sucediendo una serie de acontecimientos que provocarían unos terribles cambios entre los huéspedes. Dando pie a un terrible drama que provocaría que Charlie perdiera la sonrisa y su viva alegría.
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