Capitulo 6 - Los overlords
- ¡Divididu! ¡Divididu! ¡Cuando mueras serás tú!
Una chica de apenas doce años los sobresaltó pronunciando aquella frase sin sentido con el rostro pálido y un tono con algo de nerviosismo.
Tras escucharla, todos abrieron los ojos como platos. Y así de forma muy directa salieron corriendo en dirección a sus casas. Escondiéndose rápidamente.
Esa era una señal que tenían ellos para cuando los overlords llegaban al pueblo a ver lo que hacían. Normalmente no iban para charlar amistosamente con ellos. Sino para hacerles cosas horribles. Y si se enteraban de que se acababan de burlar de ellos disfrazándose en plan satírico se los cargarían a todos de golpe.
Cherri, que no sabía lo que estaba pasando, fue conducida por Mimfy, Miriam y Charles al interior de la casa del alcalde. El cual, tras haber escuchado la señal de peligro de su nieta, permitió que entraran algunos a su morada para esconderse.
El único que faltó en la calle sin saber adónde ir fue el que iba disfrazado de Alastor. Quien se encontraba desorientado. Y no parecía que los demás tuvieran el valor de salir a ayudarle.
Estuvo a punto de abrir una de las casas que tenía más cerca para esconderse. Pero antes de que pudiera lograr entrar y salvarse del peligro, una cuerda roja lo atrapó al vuelo. Atándolo e inmovilizandolo. Haciéndole caer al suelo.
Tras haberse quedado atrapado entre esas cuerdas, de la oscuridad del callejón de al fondo surgió una chica bajita de piel negra y cabellos rosados recogidos por dos coletas. Parecía una muñeca.
- Oh... - murmuró el pobre - Mierda...
Era Velvet. Una del grupo de los overlords. La más pirada, caprichosa e infantil del infierno. Y por supuesto, la más joven de los de su casta.
Esta, mientras se acercaba a su víctima, no hacía más que darle a las teclas de su inseparable móvil. Y tras responder a varios usuarios amigos suyos, alzó la vista. Y dijo con una voz aterciopelada pero intimidante:
- Vaya, vaya, vaya... ¿Pero qué tenemos aquí?
A través de la ventana que daba al despacho del alcalde, Cherri Bomb y compañía observaron la escena atentamente.
Cuando la enana estuvo frente a él, se inclinó hacia sus ojos para verlo mejor. Y sonriéndole con malicia, le susurró en un plan simpático que resultó muy odioso:
- Qué gracioso vas... - le toma parte de la tela de su túnica vieja - ¿Dónde te lo has comprado?
- Ummm... Eeemmm... - estaba tan asustado que no le salían las palabras de la boca.
- ¿"Ummm Eeemmm"? - le respondió. Poniendo una cara de sorpresa más falsa que un Buda de plástico - No me suena de nada... ¿Es el nombre de un orgasmo que tuviste o qué?
Pero antes de que continuara con su absurdo diálogo, cuya finalidad consistía en atemorizar al secuestrado, una voz metálica irrumpió en escena. Murmurando:
- Buena puntería, cariño...
De la oscuridad surgió otro personaje. El cual, nada más verlo el chaval disfrazado, por poco estuvo de darle un vuelco al corazón.
El que acababa de llegar era Valentino. El proxeneta más popular y sádico de la ciudad infernal. Sus incontables crímenes eran incontables. Y manejaba todos los negocios de la prostitución que había montados en la metrópolis. Las veces que alguien se lo ha encontrado o ha intentado burlarse de él no ha acabado muy bien, que digamos.
Nada más estar lo bastante cerca del muchacho, el arácnido demonio miró atentamente a su víctima. Y mostrando una sonrisa macabra de oreja a oreja que daba escalofríos, dijo:
- Interesante... Una moda muy extraña para mí gusto. Pero... - pasa su dedo por la máscara que llevaba puesta este - Eso no quita que no sea jodidamente original la idea...
Con un movimiento rápido le quitó su antifaz del rostro y lo arrojó hacia Velvet. La cual lo agarró al vuelo. Y tras tenerla entre sus dedos, soltó una risita infantil.
Tras descubrir la verdadera identidad del aterrado plebeyo, Val entrecerró los ojos y le susurró:
- ¿Por qué ibas vestido de esa forma, querido?
El chico trató de hablar. Pero no le salían las palabras de la boca por mucho que lo intentara.
- Vamos... Contesta a mi pregunta...
Este, tragando saliva, le respondió medio tartamudeando:
- So... Sólo es... estaba... Pa... pasándolo bien... A... a mi rollo...
- Entiendo... - clavó su mirada en sus ojos llorosos - ¿Y de quien ibas vestido, si se puede saber?
No sabía qué inventarse para que no le hiciera daño. Pero de todas formas, los tipos como ese y el resto de los overlords no eran gente pacífica que perdonara por mucho que le rogaran. Ante cualquier chorrada, recurrían a la violencia.
- De... De ve... - apretó los labios muy nervioso - De veterano...
- Oh... - su sonrisa se ensanchó - ¿Ah, sí?
- Sssh... - estaba a punto de echarse a llorar por el miedo que se estaba apoderando de él - Sí...
- Vaya...
Posó su mano sobre la mejilla del chico y se la acarició suavemente. Poniéndolo más nervioso de lo que estaba. Y justo cuando parecía que sus miedos se estaban apagando, el arácnido proxeneta lo agarró por debajo de la barbilla con fuerza y le levantó el mentón de golpe. Haciendo que le mirara a la cara.
- No sabes lo perra que me ponen los carnositos cándidos como tú...
A este por poco estuvo de darle un infarto. No se esperaba que le saltara de ese modo de repente.
- Si fuera por mí... - murmuró con una voz menos agradable - Te follaría vivo ahora mismo... - se pasa la lengua por sus afiliados colmillos - Hasta dejarte completamente seco... - le lanza una mirada deseosa - Y luego cortaría tu cadáver en pedazos... - muy velozmente, su mano pasa de su mejilla a la entrepierna. Y se la agarra con fuerza. Provocando que el pobre arrugara la cara de dolor - Dejando sólo el pene... Como recuerdo de que me cepillé a otro tío cojonudo...
- ¡Iiiigh...! - gritó entre dientes el chico. Le estaba apretando mucho los testículos.
- Pero... - le suelta lentamente - Hoy me pillas de buen humor... - se gira un momento a ver a Velvet, la cual estaba distraída probándose la máscara, y luego se volvió de nuevo a él - Es el cumpleaños de su majestad... Aparte de que mi niña... - señala a Velvet con el dedo pulgar - Está aquí... Así que... - esconde los colmillos y pone una cara amable que al joven asustado no le gustó ni un pelo - Eres un afortunado... - le da una palmadita en el hombro que le hizo temblar por todo el cuerpo - Que tengas un buen día, chavalín...
El chico, viendo entonces que no iba a hacerle daño, todavía tenso por la situación, a punto de que se le saltaran las lágrimas, murmuró:
- Gra... Gracias...
El proxeneta, sin devolverle la palabra a este, se puso de nuevo en pie y se dirigió al lado de la chica. La cual se había puesto la fea máscara sobre su rostro. Y no hacía más que posturear y reírse como una canija de seis años malcriada.
Cuando estuvieron los dos juntos, Velvet le agarró del brazo a su amigo y se dirigieron hacia el callejón oscuro de donde habían salido antes.
Mientras se alejaban parloteando animadamente, el pobre chico se terminó derrumbando. Se dejó caer en el suelo y rompió a llorar. No se creía todavía que esos miserables lo hubieran dejado vivir. Por un momento pensó que aquel iba a ser su final. Pero se alegraba de que hubiera tenido suerte y no se lo hubieran cargado. Al menos tuvieron compasión.
Pero, por desgracia, se calmó demasiado pronto.
Antes de que doblaran la esquina, Valentino extrajo de su traje una mini bomba. Muy similar a las que utilizaba Cherri Bomb. Sólo que esta no era roja. Sino de color violeta y con forma de corazón. Entonces, con una mueca malvada en su rostro (al igual que Velvet, la cual contempló lo que iba a pasar con una sonrisa de oreja a oreja), este se la terminó lanzando a su víctima. A la cual no le dio tiempo ni a reaccionar.
BOOOOOOOOOOOOOM
Una explosión de humo púrpura iluminó el pobre barrio. Expandiéndose por todas partes. Cubriéndolo todo en una espesa capa de polvo pestilente.
Los que se encontraban escondidos en sus casas se quedaron patidifusos ante aquella impactante escena. Preguntándose si repetiría la misma acción de nuevo ese retaco, pero esta vez haciendo estallar alguna de las chabolas de los alrededores. O incluso la del alcalde.
El chaval llorica, que hace un momento se lo estaba pasando bien con sus amigos, había sido reducido a un montón de cenizas que se fueron volando con la brisa del viento. Desapareciendo para siempre.
Valentino y Velvet soltaron unas macabras carcajadas que hicieron que a los espectadores de tal masacre se les helara la sangre del miedo. Quedándose sin poder apartar la vista de lo sucedido. Fue terrible. Pero lo más triste era que no se trataba de la primera ni de la segunda vez que pasaba. Ya había ocurrido eso otras veces. Pero ya había pasado un tiempo en el que no se había vuelto a acercar por ahí otro overlord con ganas de montar una buena bronca. Motivo por el que los tristes plebeyos habían bajado demasiado la guardia. Pensando que no volvería a ocurrir.
Pues, como bien se habían dado cuenta en ese preciso instante, se equivocaban.
Tras una serie de chistes malos que soltaron ese par de necios, el siniestro proxeneta le pasó el brazo por los hombros a su amiguita y le dijo:
- Vámonos, ricura... Vox nos estará esperando...
Esta soltó una risita algo tonta. Y asintiendo con la cabeza alegremente, recolocándose su nueva máscara en la cara, siguió a su inseparable acompañante y se largaron de allí. Dejando a su paso un rastro de polvareda morada que se estaba comenzando a extinguir poco a poco.
Después de que ese par de figuras hubieran desaparecido de la calle, varias caras de algunos de los que se refugiaban en sus chabolas se asomaron por las ventanas. Temblando y con los ojos abiertos como platos.
En la casa del alcalde, donde Cherri y los dos hermanos (en compañía del viejo y de otros cuantos demonios que se habían escondido con ellos), se encontraban, un tipo de al fondo de la sala murmuró:
- Pobre Ricky...
Sin embargo, el chico de la cicatriz, el cual también estaba ahí dentro, cruzándose de hombros, le contestó:
- Bah... No era más que un salido pederasta... Un enfermo... Pertenecía antes a la clase media... Lo llevaron aquí por enseñársela a un niño de doce años...
- Oh...
*
Rosie era una de las overlords con más prestigio de todas las de su clase. Le tenían miedo los demás demonios por ser una caníbal despiadada que devoraba a aquellos que se les ocurría hablar mal sobre ella o simplemente porque se le antojaba saborear la sangre fresca de cualquiera que se topara con ella en noches oscuras.
Era la mejor amiga de Alastor. Y ese día, los dos estaban en un café de la ciudad comentando asuntos del día a día. Por esa razón, este último se había ido temprano del hotel Hazbin. Quería estar un rato a solas con aquella fría damisela para hablar sobre una cosa que tenía entre manos.
Se encontraban en una inmensa terraza (vacía por completo a causa de que ellos les habían ordenado con bastante genio a los demás clientes que estaban allí comiendo que se largaran inmediatamente), donde se podía contemplar con bastante claridad a los demonios esclavos trabajando en las obras dedicadas a Satanás. Y para la pareja de asesinos, esas imágenes crueles eran un gran espectáculo para sus ojos.
- Dime, querido... - le dijo esta con amabilidad. Mientras le daba un pequeño sorbo a su taza de café - ¿Cómo te va en esa vida infernal a la que te has esposado recientemente?
Alastor, que se había distraído un poco viendo a uno de los que trabajaban en las obras siendo golpeado por uno de los guardias, le contestó:
- Ay, Rose... ¿Qué te puedo decir? La hija de Lucifer no es más que una niña malcriada que todavía no ha madurado en absoluto... - suelta una risita estúpida y prosigue - Piensa que la redención es posible... Pero está equivocada... - vuelve su vista a los esclavos de las obras. Quienes no hacían más que quejarse de los latigazos que les daban sus capataces - ¿Acaso no se ha preguntado en qué lugar nos encontramos?
Tras sus palabras, la mujer asiente con la cabeza. Y le dice:
- Pues sí, Al... La princesa no comprende que esta tierra hostil fue creada por "el que tú ya sabes" para encerrar a aquellos que pecaron en vida... No por pura diversión... - le sonríe - Si piensa que puede convertir este antro en el paraíso dos...
- ¡Ja ja...! Está muy equivocada... - le interrumpió. Quitándole de un zarpazo las palabras de la boca.
- Pero... - clava su mirada en él. Ahora con un aire más serio - ¿Qué pretendes ayudando a esa estúpida tonta?
Y este, entrecerrando los ojos, como si aquella pregunta lo hubiera molestado, le respondió con un tono de frialdad en su voz que a ella le hizo pensar en muchas cosas:
- Si consigo que ella me lleve hasta él... - hace un gesto con los dedos en plan idiota - "El todopoderoso..." - se cruza de hombros - Será mi gran oportunidad para darle fin a su reinado...
Eso último que dijo hizo que Rosie por poco se atragantara con su bebida.
- ¿Cómo has dicho?
La impresión que se llevó la mujer hizo que Alastor se sintiera bastante superior. Entonces, acentuando su permanente sonrisa, le explicó con lentas palabras:
- Voy a derrocar a ese desagradecido al que todos alaban como a un héroe... Luego haré lo mismo con Lucifer... Y convertiré el paraíso en un lugar en donde yo mismo impondré mis leyes... Y donde nosotros los overlords seremos los dueños de todo cuanto nos rodea... Piénsalo, Rosie... - señala con la cabeza a los esclavos - ¿No crees que nosotros podríamos ser algo más que simples súbditos de un afeminado charlatán? - esta no le respondió. Estaba estupefacta por lo que le estaba contando - Además... - sus ojos rojos brillaron como dos luces de neón - En cuanto al destino de la familia real... Les haré correr la misma suerte que a los miembros de la familia Romanov en su momento... - pone una cara siniestra - Acabaré con cada uno de ellos con mis propias manos... Con el rey... La reina... - da un golpe no muy fuerte en la mesa con el puño. Haciendo que Rosie volviera de su enpanamiento - Y claro está... La mocosa de la princesa...
Las palabras del loco sicópata eran tan aterradoras que hasta a la overlord la dejó impactada. No creía que su mejor amigo maquinara ese plan tan macabro. Pero por otro lado, ella también le tenía mucho odio a Lucifer y a Dios. E iba a responderle en cuanto a lo que le acababa de contar. Cuando una ridiculez del destino la interrumpió.
Apenas iba a comentarle a este su opinión, cuando de la nada aparecieron dos demonios corriendo a una exagerada velocidad. Y uno de ellos, el cual tenía la lengua afuera, le arrebató a esta su inseparable sombrero de la cabeza y se lo llevó con él.
Tras hacer esa acción, sin frenar el paso, los dos mequetrefes se dijeron el uno al otro sin dejar de reír por lo que habían hecho:
- ¡Ja ja ja! ¡Le he mangado el sombrero a esa vieja chocha!
- ¡Mira que eres básico!
Esa pareja de demonios eran Blitzo y Loona. El primero fue el que le había quitado el sombrero a la overlord. Mientras que la otra simplemente le estaba siguiendo la corriente para pasar el rato. Ese par eran unos mercenarios de la empresa I.M.P. Empresa en la que anteriormente trabajaban Millie y Moxie. Hasta que decidieron abandonar sus puestos de trabajo para redimirse en el hotel de Charlie y así dejar de matar.
Alastor y Rosie, con caras de sorpresa, se quedaron mirando a esos dos. Lo cuales se alejaron de la terraza del restaurante. Dando botes de un edificio a otro. Haciéndoles cortes de manga y tratando de sacarles los colores. A pesar de que a los plebeyos como ellos no les tenían permitido mofarse de aquellos que estuvieran en una casta superior. Como lo eran la ahora sorprendida pareja de overlords.
Cuando hubieron desaparecido en la distancia, Rosie, girándose a su amigo con una mueca de rabia en su rostro de sonrisa permanente, le dijo:
- ¿Qué te parece si iniciamos nuestra cacería rutinaria a partir de ya?
Y este, sonriendo con malicia, le contestó:
- Nada me gustaría más, cariño...
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