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Capítulo 59 - Te pertenezco

ADVERTENCIA: +18

La fiesta continuó con el mejor de los ánimos hasta bien marcadas las tres de la madrugada.

La causa por la que no duró hasta el amanecer fue porque las bebidas alcohólicas que sirvieron (y otras cosas), dejaron a los huéspedes hechos polvo. Por lo que decidieron dar por finalizado el festejo e irse a dormir.

Devilon y Octavia fueron los primeros en hacerlo. Probablemente porque estaban deseosos por intimar en su dormitorio correspondiente y tener a solas una noche romántica para rematar la velada.

Los demás marcharon uno por uno a sus aposentos. Tambaleándose y con un dolor de cabeza terrible. A saber qué fue lo que metió Angel Dust en las bebidas para que se sintieran así.

Ya cuando la mayoría de la gente hubo abandonado el salón central, Charlie fue la que más se retrasó en dirigirse a su cuarto.

Estaba recogiendo sin ayuda de nadie el desorden que había dejado el festejo. Fue bastante rápida en dejar todo más o menos en condiciones. La causa de su prisa no era porque deseara ir a descansar. Sino porque temía que Alastor se presentara donde ella estaba antes de que terminara. Y eso era lo que menos deseaba.

Después de haber despejado el salón central de basura y otros desperdicios, Charlie subió las escaleras en dirección a su habitación. Con ganas de recostarse en la cama y esconderse bajo las sábanas para estar sola consigo misma.

Cruzó el pasillo de la planta donde se encontraba su cuarto. Estaba un tanto oscuro. Sólo unas velas blancas a los lados lo iluminaban. Pero apenas ofrecían luz suficiente. Dándole al corredor un aspecto macabro.

Se dio un poco de prisa en llegar. Cuando de pronto, al fondo, apareció una figura bajita y algo hancha tambaleándose como un zombie.

Era el anciano jefe de los plebeyos. El cual, sin ser capaz de mantener el equilibrio y soltando graves eructos, murmuró:

- ¿Quien anda ahí? - alza los brazos - Moza... Si eres una moza... Ven aquí... Que quiero tocarte...

- Mierda... - murmuró Charlie. Aterrada por el viejo borracho. Si no se escondía pronto iría a por ella y probablemente le metería mano.

Viendo que el anciano se estaba acercando, como no sabía dónde meterse para evitar que la descubriera, terminó blandiendo el pomo de la primera puerta que dió. Y sin pensárselo dos veces se metió para dentro. Esperando que no hubiera nadie instalado en ella.

Se había escondido en la habitación 113.

Tras estar ahí escondidas, a salvo, escuchó a través de ella cómo los pasos del viejo se alejaban. Hasta que por fin desaparecieron en la distancia. Dejando todo el pasillo en silencio.

- Ufff... - suspiró Charlie aliviada. Apoyando su espalda contra la puerta. Pasándose la mano por la sien - Qué poco ha faltado...

Pero justo fue decir eso, cuando una voz siniestra, proveniente de la oscuridad de aquella extraña habitación, le contestó:

- Súper poco...

Esta, sintiendo cómo se le helaba la sangre por semejante voz, se quedó paralizada. Sin moverse del sitio. Y sus ojos se dirigieron hacia donde habían emanado esas palabras.

Conforme lo hacía, unos sonidos metálicos algo apagados comenzaron a resonar. Al mismo tiempo que el techo del cuarto y todo su alrededor fue cubierto por un manto de luces rojas. Tiñiendose por completo. Dándole el aspecto de un dormitorio de prostíbulo.

En un primer momento Charlie se asustó. Preguntándose quién sería el ocupante de aquella habitación. Pero en pocos segundos dejó de tener miedo cuando dio con el responsable de esos sonidos y esas luces.

Al fondo, frente a sus ojos, sentado sobre su alcoba con las manos entrelazadas y la mirada perdida, Alastor la acechaba en la oscuridad. Como un depredador a su presa. Manteniendo en su rostro su sonrisa permanente que daba escalofríos. Haciendo que su expresión fuera enigmática. Como otras veces.

- Vaya, princesa... - le dijo con un tono sombrío. Entrecerrando sus brillantes ojos - ¿No te enseñaron que entrar en habitaciones ajenas...? - su sonrisa se ensanchó - ¿...es de muy mala educación?

Esta no supo qué decir al respecto. Jamás había visitado la habitación de Alastor. Él no tenía por norma dejar que la gente fuera a hablar con él allí. Era algo que no permitía. Y ahora ella había cruzado esa línea. Probablemente se sentiría molesto.

Además, de seguro que lo había despertado. No es que él llevara puesta su ropa de dormir habitual. Seguía vistiendo su traje. Pero sin llevar su inconfundible chaqueta. Sólo que tenía el pelo alborotado. Y su cara mostraba cansancio.

Por lo que Charlie, sintiéndose un poco avergonzada, murmuró:

- Lo siento, Al... - se incorpora - Ya me iba...

Justo estuvo de girar el pomo de la puerta, cuando la voz hipnótica de Alastor la detuvo en seco.

- ¿Cuánto tiempo piensas en ignorarme, querida?

Se quedó congelada. Preguntándose a qué venía esa tontería ahora.

Entonces se giró a él y le contestó:

- ¿Por qué dices eso, Al?

Este, poniendo cara triste, haciendo que su sonrisa decreciera, gesto que a Charlie le llamó la atención, pues nunca lo había visto de ese modo, le dijo:

- No podemos continuar así, Charlie... - clava su mirada en el suelo - Me es imposible evitarte aún sabiendo lo mucho que te aprecio... - suelta un delicado suspiro - Podemos ser amigos sin necesidad de sentirnos incómodos... ¿Sabes?

La cara de Charlie se apagó tras escuchar al pobre overlord. Era cierto. El que estuvieran evitándose cada dos por tres no arreglaría las cosas entre ellos. Sólo las empeoraría.

Pero... ¿Por qué les costaba tanto olvidar un simple y estúpido beso que no significó nada?

Apenada, Charlie, sin miedo alguno, caminó hacia Alastor y seguidamente, se sentó sobre la cama junto a él. Haciendo que este la mirara por el rabillo del ojo un tanto sorprendido.

En ese momento, la joven se dio cuenta de que Alastor tenía encendido un viejo tocadiscos. Del cual resonaba en lo bajo el tema "Put your head in my shoulder". De Paul Anka. Una canción que no llegaba a ser de los años veinte. Quizás al overlord le hubiera dado por las baladas superiores a su año de vida.

- Al... - murmuró esta. Pero sin mirarle a la cara - Perdoname. Pero... Yo... - apoya el mentón sobre sus rodillas - No... No puedo estar contigo... Lucifer nos descubriría juntos y... - era la primera vez que llamaba a su padre por su nombre original. Quizás porque ya había asumido que ya no era parte de su familia - Tu... Tu vida correría peligro por mi culpa...

Alastor, asintiendo con la cabeza tristemente, le contestó:

- Supongo... - se queda cabizbajo. En plan melancólico. Como un adolescente deprimido - Que tienes razón...

Esta, mirándole con cara de pena, quiso darle una palmadita en el hombro para que no estuviera así de mal. Pero el pensamiento de que podría tensar la situación si lo hacía, causó que se detuviera.

Entonces escondió su linda cara entre sus rodillas. Nerviosa por no saber cómo contestar a su amigo en esos momentos. De qué forma podría arreglar las cosas con él para no hacerle daño.

Sin embargo, el siniestro overlord, volviendo a mirarla con ojos penetrantes, posó su mano sobre el mentón de esta y la giró hacia él. Diciéndole en un tono más suave que antes:

- Pero mi amor por tí es mil veces superior que las normas de un rey chalado... - sus ojos brillaron más intensamente. Como dos luces de neón - Y si por casualidad alguien se atreve a ir a por ti o a por mí... - frunce el ceño - Lo mataré...

Tras lo que dijo, Charlie abrió los ojos como platos. Maravillada por sus palabras. Dándose cuenta de que él la amaba más que cualquier cosa. No le hizo falta ninguna prueba de que eso era verdad o no. Su mirada valía más que mil palabras.

En aquel instante, el toca discos cambió de canción tras terminar la anterior. Pinchando el popular tema romántico "Stay by me". De Ben. E. King.

Viendo la tensión amorosa que se estaba montando en el ambiente, la pobre princesa, un tanto nerviosa, fingió reírse un poco. E incorporándose de la cama lentamente, murmuró:

- Jeje... Qué raro... Parece que Nifty me está llamando desde el otro lado... Jejeje... - mintió. Temerosa de que esa situación llegara a algo más que una simple charla de conciliación entre amigos.

Por suerte, Alastor logró detenerla antes de que pudiera largarse de la habitación. Agarrándola del brazo sin necesidad de hacerlo con fuerza.

- Charlie... - dijo medio susurrando - Por favor... - se incorporó hacia ella - No te vayas...

Esta se quedó inmóvil tras sentir cómo la mano del overlord le sujetaba del brazo. Viendo que su intención de escapar había sido fallida.

Entonces, sintiendo cómo su corazón palpitaba con más fuerza, Alastor la acercó a su lado. Sin ser capaz de contenerse. Olvidándose de su maldito orgullo.

Y la besó en los labios.

Si Charlie hubiera recibido ese impacto anteriormente, le habría propinado un guantazo como respuesta. Pero al tratarse de esa situación, tan llena de romanticismo y de deseo, además de que se sentía muy enamorada de él, lo terminó aceptando.

Dejándose llevar, esta le acarició el cabello a su querido amigo. Pegándose más a su lado. Mientras que él, guiado por su instinto, pasó sus manos por la espalda de la joven. Hasta terminar tocándole las nalgas. Y seguidamente los muslos.

Debido a que estaban sentados, Charlie posó su pierna derecha sobre la de este. Y la izquierda la utilizó para llegar correctamente a la altura de Alastor. Al ser muy alto y ella muy bajita, le costaba trabajo besarle. Y tras estar más o menos a su altura, le rodeó el cuello con los brazos y lo siguió besando.

Estuvieron así durante unos quince segundos. Hasta que terminaron despegando sus labios. Jadeando con deseo y mirándose fijamente. Dejando un rastro de babas entre sus lenguas. Tenían la sensación de que la temperatura ambiente estaba subiendo más y más.

Tras un tenso silencio en el que solamente se escuchaban los jadeos de ambos, Charlie, sonrojada, le dijo:

- No podía dejar de pensar en ti...

Y este, mirándola enamorado, le contestó:

- Yo tampoco...

Entonces retomaron de nuevo el besuqueo. Sin ser capaces de detenerse. Abrazándose y acariciándose con deseo y mucho cariño.

Sin embargo, en plena situación, la muchacha notó que Alastor la estaba inclinando hacia la cama lentamente. Con lo cual, un temor interno la hizo pausar sus deseos. Y apoyando las manos sobre los hombros de este para frenar sus intenciones, le contestó:

- U... Un momento... - respiraba de manera exagerada - No... No creo que... Ésto... Yo...

Pero Alastor, mirándola, hipnotizado por su belleza, posando sus manos sobre las suaves mejillas de la joven, le respondió:

- Acaso... - le besa delicadamente el cuello. Haciendo que la piel de esta se erizara por el placer - ¿Me temes?

- Ah... - gimió. Tratando de frenar como podía sus pasiones por tal de no acabar en un compromiso.

Pero al final, esta, ruborizada y suspirando por lo cerca que estaba él, tan atractivo como siempre, se mordió el labio inferior y le respondió:

- No... No te tengo miedo...

Tras su respuesta, Alastor, sin ser capaz de detener sus deseos amorosos, acorraló a la joven de manera brusca. Tumbandola contra la cama. Y tras estar sobre ella, murmuró medio jadeando:

- No te arrepentirás, querida... - se incorpora un poco. Poniendose de rodillas frente a ella - Te haré sentir como la primera vez...

Sus palabras hicieron que esta, a pesar de la tensa situación, soltara una delicada risita. Lo que hizo que este la mirara extrañado.

- ¿Primera vez? - dijo. Sin dejar de reírse en plan atontada. Al mismo tiempo que suspiraba un poco excitada - Al... - le sonríe - Soy virgen... - lo mira fascinada - Igual que tú...

Eso último hizo que Alastor se quedara boquiabierto. Sin saber si se estaba quedando con él o si verdaderamente le estaba diciendo la verdad.

Al ver que no decía nada, esta, incorporándose hacia él, le explicó un poco pausada:

- Con Seviathan no tuve oportunidad... Y con Vaggie me era imposible... Siempre me ponía una escusa para no hacerlo...

Tras su explicación, el overlord se quedó un momento en plan pensativo. Recordando las veces que vio a Charlie con la gruñona de Vagatha. Ahora comprendía la escasa química que había entre ellas. No llevaban una relación demasiado llevadera, parecía ser.

Así que, después de comprender la explicación de la chica, este le sonrió en plan sensual. Y le preguntó:

- ¿Su majestad me permite entonces quererla esta noche?

Charlie, apartando la mirada para otro lado medio riendose, le contestó:

- Sólo si dejas que te toque...

Alastor dudó al principio en lo que le pidió ella. No le gustaba que le tocaran. Y menos si se encontraba desnudo. Le daba mucha incomodidad. Aparte de que todavía desconocía el qué se sentía al tener sexo con alguien.

Sin embargo, al tratarse de Charlie, sabiendo que con ella se encontraría bien, sonrió y le dijo sin remordimientos:

- Tienes todo el derecho...

Con lo cual, nada más decir eso, Charlie se abalanzó a su cuello y lo abrazó con ternura.

Para la sorpresa de Alastor, la joven rompió a llorar en su hombro. Seguramente porque estaba recordando cosas que le habían pasado durante aquellos días. El conocer su pasado, la esclavitud en el infierno, el anciano al que asesinó sin quererlo, la terquedad de su padre adoptivo... Y ahora el haberse enamorado de un overlord poderoso y temerario. Aunque ésto último le dio un poco igual.

Este le acarició la cabecita dulcemente. Susurrándole:

- Shhhh... Ya está... - le besa la frente. Abrazándose a ella - Todo saldrá bien... No pasa nada...

Acto seguido, la cara de Alastor terminó ocultándose en los cabellos rubios de la chica. Llevado por el sentimiento. Triste porque la pobre llorara así. Le dolía verla tan deprimida.

Cada mordida que le daba en el cuello, a Charlie la tranquilizaba más y más. Haciéndola sentir mejor. Esfumando los malos pensamientos de su mente. Suspirando enamorada y al mismo tiempo calmada.

Rápidamente, ella fue en busca de sus labios.

Se besaron apasionadamente. Dándose un abrazo caliente.

Conforme se besaban, Alastor, teniendo el deseo de querer probar el cuerpo de Charlie, llevó sus manos hacia el vestido de ella. Y se lo fue retirando poco a poco. Gesto que ella no le prohibió. Y prosiguieron con el proceso. Sin importarles que alguno de los huéspedes del hotel los escucharan.

Cuando la hubo vuelto a tumbar sobre la cama, esta vez con más cuidado que antes, el overlord vio los pechos de la joven al descubierto. No se los imaginaba así. Creía recordarlos más pequeños. Aunque también era cierto que él no mostró interés en cómo de grandes tenía las tetas la dulce princesa del infierno.

Para su asombro, a pesar de que no eran nada del otro mundo, las encontró muy bonitas. Y excitado, tuvo el impulso de tocarlas. Pero con cuidado. Evitando no clavar sus garras sobre la carne de su amada.

Tras tenerlas sujetas entre sus dedos, pegó su cara contra ellas. Y comenzó a chuparlas. Pasando la lengua por una y después por la otra. Mientras sentía el rubor en sus mejillas.

- Ju ju ju ju... - rió Charlie sonrojada. Le hacía cosquillas lo que le estaba haciendo. No se molestó. Al revés. Le estaba satisfaciendo - Eres como un bebé...

- Ah... Charlie... - murmuró este. Sin dejar de besarle los pechos. Estrujandolos contra su cara. Llevado por el deseo y el amor - Eres tan suave y... Tan perfecta...

Sin soltarle sus pequeños pechos, fue descendiendo su lengua hasta su vientre. Besando su cuerpo de forma desenfrenada. Como si estuviera saboreando un dulce amargo. Hasta que llegó a sus piernas. Tan delicadas y blancas como la leche.

Con cuidado, agarró la pierna izquierda y le comenzó a dar mordidas en el muslo lentamente. Haciendo que esta soltara algún que otro gemido. Sintiendo cómo el deseo insaciable se apoderaba de ella.

Acto seguido, el excitado overlord le retiró por completo el vestido de su lindo cuerpecito. Dejándola completamente desnuda. Entonces, sintiendo un calor placentero por todas partes que lo estaba sofocando, casi sudando, se comenzó a desvestir lo más rápido que pudo.

Primero se quitó la camisa. Dejando al descubierto su delgado torso. Todo cubierto de feas cicatrices. Marcas de lo que supuestamente le causó la muerte en el mundo de los vivos.

Charlie lo ayudó a retirarse los pantalones. Y ahí pudo darse cuenta que sus piernas también estaban cubiertas de cicatrices. Toda su piel la tenía por completo con marcas de arañazos. Era algo muy desagradable de ver. Pero a ella no le dio importancia. Igualmente, le gustó. Resultandole encantador y sexy a la vez a simple vista.

Tras estar los dos completamente desnudos, Charlie, mirando a su amado sonrojada, le extendió la mano y le dijo:

- Ven aquí... - sonríe - Alastor...

Este, devolviéndole la sonrisa un poco avergonzado, tomó su mano y se dejó caer sobre ella. Dispuesto a darle todo el cariño que tanto deseaba regalarle aquella noche.

Entrelazaron sus manos. Al mismo tiempo que se besaban de forma pausada. Después, el overlord, murmurando el nombre de la chica por cada beso que le daba, comenzó a hacer movimientos lentos sobre ella. Descubriendo entonces qué era lo que se sentía en el proceso sexual. Y viceversa.

En un principio, Charlie sintió un delicado dolor entre sus piernas. Un tanto desagradable. Pero al final, tras esa molestia que sólo le duró dos segundos lentos, sintiendo el cuerpo ardiente de su amante pegándose contra el de ella, el placer comenzó a crecer en su interior. Hasta tal punto que le resultó muy satisfactorio y gustoso. Haciéndola sentir muy bien.

Alastor también notó cómo esa sensación iba ardiendo con más intensidad en su entrepierna. Logrando que deseara con más sentimiento a la princesa.

Con lo cual, llenos de deseo sexual, incapaces de detenerse, los dos enamorados empezaron a gemir con más fuerza por cada movimiento que daban. Y los sonidos del rechinar de la cama se iban volviendo más rápidos y exagerados.

- A... Al... - trató de decir Charlie. Pasando sus manos por la espalda rasposa de este.

- Arf... - jadeó Alastor. Dando pie a que los dos se pusieran a gritar de placer. Sin poder callar sus voces. Haciendo movimientos más y más rápidos.

- Ah...

- Ah...

- ¡Ah...!

- ¡Ah...!

- ¡Aaaah...!

Se aferraron más el uno al otro. Entrelazando sus cuerpos. Los cuales estaban cubiertos por el manto rojizo de las luces provenientes de los ojos de Alastor. Que se intensificaban más cuanto más excitado se sentía él.

Gritaron con bastante intensidad. Sin ser conscientes de que cualquiera de los huéspedes los podrían oír. Pero estaban tan hipnotizados por el deseo amoroso que ignoraron el hecho de que otras personas dormían en ese hotel. Y que podrían despertar en cualquier momento.

En pleno proceso sexual, Charlie echó la cabeza para atrás. Rodeando la cintura de su amado con la pierna izquierda. Acariciándole la piel. Pasando sus manos por sus feas cicatrices.

- "Este sentimiento..." - pensó Alastor para sus adentros. Sin dejar de moverse sobre su querida princesa. Quien no dejaba de mirarle fascinada - "Este deseo insaciable..."

Esta, sin dejar de jadear, queriendo cambiar de posición para disfrutar más del placer, empujó a Alastor de espaldas contra la cama.

Cuando lo tubo boca arriba, ella se puso sobre él. Y al igual que hizo este anteriormente, sólo que ahora estaba con su cadera pegada a la de Alastor, comenzó a moverse sobre él. Haciendo regulares círculos. Como si estuviera cabalgando. Causando que la cama volviera a chirriar.

- ¡Mmmm...! ¡Mmmmm...! - gimió Charlie. Apretando los labios para evitar no gritar demasiado fuerte. Echando la cabeza hacia arriba. Sintiendo cómo la placentera presión crecía entre sus piernas - Mmmm... Aaaah...

- ¡Charlie...! - exclamó su nombre este. Mirándola enamorado y ardiente de deseo. Posando sus manos en la cintura de esta - Ah...

Ambos se lanzaron unas miradas fulminantes.

Entonces, Alastor, incorporándose, la volvió a besar. Abrazándose a ella. Oliendo el dulce aroma de sus sedosos cabellos. Acariciándole las mejillas.

Charlie, llevada por el deseo, llevó la cabeza de Alastor contra su pecho. Mientras continuaba moviendo sus caderas sobre las de él. Gritando de placer.

Este, rozando su lengua por los pechos de esta, al mismo tiempo que pasaba sus manos por sus nalgas para atraerla más hacia él, pensó para sí muy enamorado:

- "Cada parte de tí me domina totalmente..."

Ambos terminaron cayendose nuevamente sobre el colchón. Uno encima de otro. Y sin dejar de besarse y regalarse dulces mordidas, el overlord le susurró:

- Te quiero...

Y ella le contestó:

- ¡Mmmm...! Sí... - pega su frente contra la suya - Yo a ti también...

Entonces se terminaron envolviendo en la oscuridad de la noche. Deseando detener el tiempo para que aquella velada romántica nunca terminara. Que durase siempre. Para siempre.

Al fin lograron estar sólos. Dejando atrás aquello que les impedía amarse. Compartiendo juntos un candente momento. Escondiéndose de las sombras que no aceptaban que se quisieran. Huyendo de todo lo demás.

- "Toda mi existencia..." - dijo para sí Alastor. Antes de que la noche intensa lo sumiera en un profundo sueño - "Te pertenece a tí..."

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