Capitulo 48 - Es más que amor
Alastor se llevó a Charlie a una zona aparte para consolarla y evitar que no se pusiera triste por lo ocurrido.
Entre tanto, Devilon descubrió que esos leprosos no eran enfermos de verdad. Eran en realidad los esclavos de la overlord Rosie. Quienes habían sido enviados por ella para intentar matar a la princesa con la escusa de que eran leprosos.
Ésto lo sabía gracias a las influencias de Vox. Conocía a todos los demonios poderosos. Y esa dama en cuestión era de la que más sabía.
Una arpía caníbal que se dedica a cometer altercados con las almas que esclaviza.
En cuanto a lo de los mercaderes, Devilon se ocupó de echarle la bronca a Angel Dust. Por haber desencadenado semejante escándalo en el hotel. Reproche que terminó en discusión y con el rebelde demonio arácnido encerrándose en su cuarto.
Lo que Devilon no comprendía era la causa que le llevó a Angel a atraer a tantos mercaderes al hotel. No se lo quiso explicar.
Apenas transcurrieron unas horas después de lo sucedido cuando, a la tarde, Alastor regresó al hogar. Llevando a la pobre princesa entre sus brazos. Sin importarle que ella apoyara su cabeza sobre su hombro. Agotada de todo lo que había pasado aquella mañana.
Cuando llegaron, no había nadie en el corredor ni en el salón central. Estaba todo desierto. Como si hubieran desaparecido todos. Seguramente se encontrarían en sus habitaciones, pensaron.
El overlord cruzó el pasillo y subió las escaleras. Con sigilo y a paso ligero.
Entró en la habitación de Charlie. Abriendo la puerta con cuidado. Cerrándola tras de sí lentamente.
Tenía la intención de dejar a su amiga en la alcoba. Para que pudiera descansar.
Apenas acababa de entrar al cuarto, cuando Alastor, para la sorpresa de la cansada Charlie, se puso a cantarle. Mientras se disponía a dirigirse a su lecho. Donde la colocaría para que pudiera dormir tranquila.
ALASTOR
Basta ya de angustias...
Deja los problemas...
Olvida las penas...
La acuesta sobre la cama con un cuidado encantador. De tal modo que la chica, con los ojos medio cerrados, lo mira sonriendo dulcemente.
ALASTOR
Yo se que nada va a pasar...
Todo estará en paz...
Charlie, asintiendo con la mirada, agradecida por su educado gesto, le afirma sus palabras. A partir de un delicado canto.
CHARLIE
Esta noche debo descansar...
Pues el mundo sin mi seguirá...
Este, regalándole una sonrisa amigable, le retira el cabello de la cara y le acaricia la mejilla izquierda un par de veces.
Después, toma las sábanas de la cama y cubre a la muchacha con ellas. Para que no pasara frío durante su tiempo de descanso.
¿A qué venía de repente ese cariño hacia ella? Si hace apenas unos meses la odiaba... ¿Qué era ese sentimiento tan extraño?
ALASTOR
Duerme bien, duerme bien...
Con el sueño podrás olvidar...
Apenas fue terminar de cantar, cuando la joven cerró los ojos. Quedándose completamente dormida. Sin perder la sonrisa.
Ese rostro encantador hizo que al overlord se le ablandara el corazón... ¿Por qué?
Al ver que ya había cumplido con sus servicios, Alastor se dispuso a retirarse. Sin embargo, antes de hacerlo, hizo algo de lo que luego se arrepintió de haberlo hecho mil veces.
Aprovechando que no había nadie (además de que la dulce muchacha estaba sumida en un profundo sueño), se inclinó lentamente hacia Charlie.
Y le dio un delicado beso en la frente.
- "Amigo..." - oyó en el interior de su cabeza - "¿Qué haces?" - pero ignoró la voz. Pues sólo con mirar a Charlie estaba más que satisfecho.
Salió de la habitación sigilosamente. Para no despertarla. Y nada más abandonarla, después de que cerrara la puerta, la joven demonio, quien se había hecho la dormida, entre abrió los párpados y se ruborizó muy feliz. Sintiendo una profunda paz en su corazón.
Ya en el pasillo, Alastor se fue dirigiendo a sus aposentos. Pero durante el trayecto, fue cantando, en un tono muy suave, lo que le estaba rondando por la cabeza con respecto a sus sentimientos en esos momentos. Muy confuso por lo que había hecho. Reflexionando sobre lo que le pasaba. Conversando consigo mismo en voz alta.
ALASTOR
Yo no se como amarle...
Ni que hacer, como hablarle...
Ella cambió algo en mi...
Ya no soy el mismo... Soy otro hombre...
Desde que ella me miró...
Él no se dio cuenta. Pero Nifty, la cual se había quedado hasta tarde limpiando, lo descubrió cantando. Lo que hizo que se quedara tras un muro para que no la viera. Escuchando los sentimientos de su amo.
ALASTOR
No comprendo qué me pasa...
Me emociono con verla...
Se que es una mujer más...
Y he tenido tantas, que rechazé...
Que es una mujer más, solo una más...
En pleno camino, Alastor cambió de dirección. Y se dirigió al balcón de la planta. Con la intención de tomar un poco el aire.
Nada más salir al exterior, contempló el cielo de la tarde. El cual ya se estaba tornando a rosa. Y mientras lo observaba, continuaba con su dulce canto. Hablando con alguien invisible que parecía estar a su lado.
ALASTOR
Quisiera llorar, quisiera gritar...
Hablarle de amor y tengo temor...
Nunca pensé llegar a sentir un amor así...
Puso una cara un poco triste. Apoyó sus codos en el barrote del balcón. Sujetándose el mentón con las manos. En plan melancólico.
ALASTOR
Es casi divertido pensar en lo que he sido...
Odié al amor, lo detesté...
Miedo da creer y no comprender...
Lo que ella despertó dentro de mí...
Nunca pensé llegar a sentir un sentimiento así...
Nifty lo observaba desde dentro. Agudizando el oído para escuchar lo que cantaba.
ALASTOR
Si... Si me dice que me quiere... Yo no se lo que haría...
Ni llorar, ni sonreir...
Tal vez huir, solo por temor...
Este se acarició la sien cansado. Preguntándose por qué de repente esos sentimientos amorosos se estaban apoderando de él.
Su sombra apareció detrás de él. Escuchando atentamente lo que murmuraba. Siendo consciente de lo que le ocurría. Y para que no se sintiera tan triste, le acarició los hombros. Gesto que su dueño aceptó sin molestia alguna. Pero eso no hizo que se olvidara del asunto.
ALASTOR
¿Qué es lo que siento yo?
Es más que amor, es más que amor, es más que amor...
¿Sería cierto? ¿Se estaría empezando a enamorar? ¿O simplemente se estaba volviendo loco?
*
Pero en el cielo las cosas no estaba siendo para nada agradables como la situación de nuestros protagonistas en el infierno.
No sólo los ángeles estaban algo alterados por la aparición de Azazel Magne en el palacio de Lucifer. Sino que Vaggie, presa por alguna causa desconocida, en una habitación oscura, encadenada de pies y manos, estaba siendo obligada por los siniestros querubines que la encerraron a hacer cosas que ella no quería. De lo contrario, la matarían.
En esta ocasión, los tres polizones le estaban escupiendo lo inútil que era y lo mal que hacía su trabajo.
- A ver si te enteras, condenada... - le dijo uno de los tres - El otro día te llevamos al infierno no para que persuadieras a tu novia. Sino para que la mataras... - le da un tirón a una de sus cadenas. Haciendo que tropezara - ¿Tan difícil te resulta?
Esta, mirándoles con el ceño fruncido, les gruñó:
- Yo jamás le haría algo así... A mi Charlie no...
- Ay... El amor... - dijo otro de los querubines - Sólo ablanda a los mortales... Jajajajaja...
El que parecía ser el cabecilla del equipo, le agarró con fuerza del mentón a Vaggie. Y obligándola a mirarle, le dijo con una sonrisa diabólica:
- Me importa un pimiento que la ames, lindura... - le aprieta más fuerte - Esta noche mismo te ocuparás de matarla... ¿Entendido?
Los otros dos se rieron con malicia ante la horrible situación. Dispuestos a que su nueva esclava siguiera el plan de asesinato.
Para quienes no lo sepáis, esos querubines fueron los que quedaron atrapados en el infierno. Después de que Blitzo y sus compañeros trataran de acabar con ellos. Pero gracias a su astucia, lograron colarse en el paraíso de nuevo. Haciéndose pasar por otros angelitos buenos. Con la intención de cumplir con su venganza.
En esta ocasión, tras descubrir que una demonio buena, tal y como decía la profecía de Deerie, estaba ablandando a los pecadores, ellos querían por todos los medios detenerla. Y para ello, empleaban a Vaggie, la persona más cercana a Charlie, para intentar asesinarla.
La causa por la que ellos no lo hacían era porque preferían que, por si acaso, pillaran a Vaggie incumpliendo las normas antes que a ellos. Así, si los descubrían, a ellos no les caería el castigo. Sino a la salvadoreña.
Con lo cual, lo tenían más que fácil.
Ahora bien. ¿Sería capaz Vagatha de cometer tal horrible acto? ¿Cumpliría la orden de esos idiotas o preferirá morir antes que hacerles caso?
Igualmente, ella también tenía otros planes secretos en mente.
- "Muy bien..." - se dijo a ella misma. Mientras los tres querubines se burlaban de ella - "En cuanto descienda a los infiernos avisaré a Charlie... Sin importarme lo que me pase"
Y así, esperando a que anocheciera, los querubines y por otro lado, la ángel Vaggie, se prepararon para realizar la acción.
*
La empresa IMP, como de costumbre, se encontraba vacía y sin ningún alma. Exceptuando a la huraña de Loona. Quien se había quedado vigilando el hogar mientras Blitzo iba a ajustar cuentas con alguien de la calle.
Desde que Millie y Moxie abandonaron la empresa para irse al hotel Hazbin, las cosas habían cambiado mucho en el trabajo. Apenas tenían clientela. Y no ganaban demasiado dinero como antes.
Habían vuelto a los viejos tiempos. Esos días en los que no conseguían avanzar en sus intentos de salvar la imagen de la empresa. Todo un desastre.
El encantador matrimonio era el alma viva del personal. ¿Por qué habían renunciado a sus puestos de trabajo? ¿Tan mal se sentían allí? Con lo mucho que se habían divertido juntos...
Por otro lado, Loona comprendía los sentimientos del dulce Moxie. El pobre había estado presionado por Blitzo durante todo ese tiempo del pasado para obligarlo a matar a inocentes. Cosa que él a veces se negaba a hacer.
El caso de Millie era distinto. Ella era como los demás del equipo. Le encantaba matar y estaba loca de atar. Pero el amor que sentía por su marido era mil veces superior a su locura asesina. Por lo que decidió también dejar la empresa. Con el único fin de tomar ejemplo como buena esposa.
- Arf... - refunfuñó Loona. Acordándose de aquellas chorradas que la ponían de muy mal humor. Sin dejar de mirar con atención la azulada pantalla de su inseparable móvil - ¿Soy yo...? ¿O el mundo se ha vuelto más loco de lo que ya está...?
Apenas hubo dicho eso, cuando así sin más, el teléfono de su escritorio comenzó a vibrar. Lo que hizo que la loba se sorprendiera.
Ya habían pasado dos años desde la última llamada que tuvieron. ¿Sería un cliente? Ella esperaba que lo fuera.
Mientras no se tratara de una llamada equivocada o de Blitzo pidiendo ayuda porque se había quedado atascado en el inodoro de un servicio público... Todo bien.
Esta agarró el teléfono rápidamente. Y llevándoselo a la oreja, todavía expresando impresión en su cara alargada, dijo, con su misma voz de pasota que siempre empleaba:
- Hola... Empresa IMP... ¿En qué puedo ayudarle, so zorra?
- ¡Loona...! - una voz familiar de tono femenino resonó desde el otro lado - ¡Loona...! ¿Me oyes?
Al principio, la mercenaria se quedó un momento en silencio. Dudando en si colgar o en si responder a la que sea que parecía saber su nombre.
Pero entonces, lo siguiente que le soltó esa desconocida la hizo salir de dudas de un zarpazo.
- ¡Soy yo...! - exclamó - ¡Octavia!
- Vi... ¿Via? - sus orejas se levantaron después de saber quién era - Joder, tía... ¿Qué haces llamándome? Blitzo me tiene prohibido hablar con aquellos que no sean clientes... - entrecierra los ojos - A no ser que tú desees algo en relación a un asesinato, cariño...
- ¡No, Loona, no...! ¡Ésto es distinto! - su voz parecía temblorosa - ¡Necesito que me ayudes en una cosa...! - traga saliva y prosigue - ¡Ni tu jefe ni mi padre lo deben de saber!
La loba, arqueando las cejas en plan curioso, sonrió divertida. Pues le hacía reír que la hija del folla amigos de su padre adoptivo acudiera desesperadamente a pedirle ayuda a ella. Sólo y exclusivamente a ella.
Entonces, queriendo saber cuál sería lo que había movido a la joven Octavia a acudir a sus servicios, pasándose la lengua por sus afilados colmillos, le contestó:
- De acuerdo... - se recostó en su silla - Te escucho...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro