Capitulo 47 - Los mercaderes
El número de personas que había en la entrada del hotel era increíble.
Cualquiera hubiera pensado que se trataba de una manifestación o una especie de boicot. Pero no.
Eran un conjunto de comerciantes. Apiñados unos con otros. Instalados allí con sus carritos y sus casetas. Vendiendo de todo. Desde joyas preciosas (aparentemente falsas), hasta esclavos sexuales y toda clase de drogas. Cada uno anunciando a voz en grito lo que exponían al público.
En medio de la concentración, la confusa Charlie dio con Devilon. El cual parecía intentar hablar con esos extraños para que se largaran. Pero hiciera lo que hiciera, no le hacían ni caso.
Ese grupo de mercaderes ya los conocía ella de haberlos visto antes. Eran los que vivían en el barrio peligroso de la ciudad. Auténticos estafadores. Cuatreros y asesinos que ganaban dinero con esos sucios negocios. En las noticias siempre los mencionaban. Salían en la primera plana de los periódicos por los actos ilegales que cometían.
¿Qué hacían allí? ¿Por qué se habían puesto alrededor del hotel sin permiso? ¿Acaso en la ciudad no había más sitio o qué?
Mientras Charlie se hacía esas preguntas, la masa de gente se puso a cantar a la vez su publicidad. Con la intención de atraer a los huéspedes y así hacerlos pecar. Tentándoles a que cayeran en la estafa.
COMERCIANTES
Dame más, yo te ofrezco más
Ven a mí, vé lo que hay aquí
Por un céntimo lo mejor.
Doy mi vida al mejor postor.
Entre los comerciantes, Charlie descubrió a Wally Wackford. Quien exponía una serie de cachivaches antiguos bastante llamativos e interesantes. Mostrandolos ante los ojos de Nifty. La cual se había acercado curiosa a ver lo que estaba pasando fuera. Hipnotizada por lo que ofrecían aquellas personas.
COMERCIANTES
Dame más, yo te ofrezco más
Ven a mí, ve lo que hay aquí
Por un céntimo lo mejor.
Doy mi vida al mejor postor.
Angel Dust, en compañía de su amiga Cherri Bomb, se dirigieron con caras de asombro hacia la caseta del camello. Tomando nota en sus mentes sobre la droga que podrían comprarle al viejo señor.
COMERCIANTES
Comprame lo que tengo aquí
Es mejor que lo que hay allí,
Yo te ofrezco un saldo mayor
Más barato y más tentador.
Varios de los huéspedes, viendo que los demás se paraban a contemplar lo que tenían para el público las casetas de los comerciantes, también decidieron acoplarse para comprar algo. A pesar de que lo que vendían esos malhechores no eran cosas buenas.
COMERCIANTES
Dame más, yo te ofrezco más
Ven a mí, ve lo que hay aquí
Por un céntimo lo mejor.
Doy mi vida al mejor postor.
Nadie se dio cuenta. Pero Blitzo, junto a Loona, estaba al acecho detrás de una de las casetas. Agarrando un saco de papas entre sus manos.
Acababa de captar a su víctima.
La princesa estaba paralizada en medio de aquel barullo. Con la mirada perdida y el rostro pálido. Parecía desesperada y a la vez tensa.
- Allí está... - le señaló este a la astuta loba - La zorra que tenemos que raptar...
Loona, mostrándole a su jefe una sonrisa torcida, le susurró:
- Atrapemos a esa guarra...
Los dos, poniéndose en posición, se prepararon para la operación secuestro. Esperando que ninguno de los presentes se diera cuenta de lo que iban a hacer.
COMERCIANTES
Dame más, yo te ofrezco más
Ven a mí, ve lo que hay aquí
Por un céntimo lo mejor.
Doy mi vida al mejor postor.
Pero apenas el par de mercenarios tuvo el intento de dirigirse con sigilo hacia ella, cuando una repentina sorpresa hizo que se estropeara su plan.
Charlie, tras un rato viendo el vergonzoso panorama, no pudo soportar que delante de sus narices estuviera ocurriendo aquello.
Entonces, tornándose sus ojos a rojo sangre, siendo envuelta por unas llamas centelleantes, dio una voz. Haciendo que la multitud dejara de hacer lo que estaban haciendo. Volviéndose hacia ella bruscamente.
CHARLIE
¡Mi hotel es para redenciones...!
¡Y no una cueva de ladrones!
Acto seguido, se dirigió a grandes pasos en dirección a los comerciantes. Y así sin más, se puso a volcar con violencia los puestos y casetas que pillaba a su paso. Una tras otra. Llena de cólera.
A partir de ahí, la situación pasó de civilizada a jaleosa. Más de la que ya estaba antes. Desencadenandose el caos.
La multitud echó a correr. Dispersándose por todos lados. Asustada por la endiablada mujer. Abandonando sus pertenencias. Por miedo a que les hicieran daño.
Wally Wackford tuvo que escapar como el resto. No sabía que Charlie estaría allí. Pensaba que se había largado a hacer algún recado. Tal y como le dijo Angel Dust...
Pero conforme corría, un sentimiento de adrenalina le recorrió la espalda. Y una sonrisa de oreja a oreja se le formó en la cara.
- Ésta mujer es increíble... - dijo para sus adentros - Megara... Tu hija es grande...
Entre tanto, Charlie continuaba volcando y destrozando los puestos instalados frente al hotel Hazbin. Furiosa e ida de la cabeza.
CHARLIE
¡Fuera, fuera!
Angel Dust y el resto de huéspedes no huyeron como los demás. Lo único que hicieron fue quedarse inmóviles. En medio del follón. Sorprendidos por la reacción de la joven. No se esperaban que apareciera en esos momentos. Ni tampoco que reaccionara así.
Parecía más un monstruo que una joven santurrona. Se estaba comportando como cualquier pecador.
Como un demonio.
Blitzo y Loona no pudieron ir a capturarla. La multitud los empujó. Alejándoles del objetivo. Aparte de que se estremecieron tras ver la increíble transformación de la muchacha. Basándose en las explicaciones de Alastor, creían que era inofensiva. Pero estaban equivocados.
CHARLIE
¡Fueeeeeeeraaaaaaaa...!
Cuando hubo tumbado todas las casetas, destrozando los objetos que tenían expuestos en sus estantes, y los comerciantes ya se habían largado lejos de allí, cayó de rodillas en el suelo. Temblando y suspirando intranquila. Incrédula de que esa ira descontrolada se hubiera apoderado de ella.
En plena tensión, disgustada porque algunos de sus huéspedes hubieran acudido a esos mercaderes ladrones por el simple capricho de conseguir cosas que les perjudicarían, con una mano en el pecho, cantó dolorida lo siguiente...
CHARLIE
Mi tiempo se cumplió...
Casi terminó...
Pienso en estos mis tres años...
Y parece que son mil...
El primero en acercarse a ella para tranquilizarla fue Angel. Ya que él había sido el culpable de que hubieran aparecido esos desconocidos a vender sus cosas. Lo había hecho por tal de conseguir droga. Diciéndole a su camello que fuera al hotel a venderle algo de polvo de ángel. Pero su plan se le había ido de las manos. Y el idiota del traficante había llamado al resto de los demás mercaderes para que vinieran también.
Tras estar a su lado, este trató de decírselo. Pero Charlie, sin levantar la cabeza, lo interrumpió. Murmurando:
- ¿Los has llamado tú?
Angel Dust, sorprendido de que hubiera adivinado, sin ni siquiera contárselo, lo que había hecho, se quedó unos segundos en silencio. Mirándola enmudecido. Hasta que, intentando ser comprensivo con ella, posó su mano en su hombro.
- Charlie... - le dijo. Con gesto de arrepentimiento - Escucha... Yo no quería que...
Pero esta le apartó el brazo de encima suya. Gritandole:
- ¡No me toques!
Justo en ese momento, apenas el joven transexual se hubo alejado tres pasos de su amiga, sobresaltado por su repentino grito, cuando de pronto, de la nada, aparecieron una masa de gente. Numerosa y lenta.
Los presentes se giraron a ver a los supuestos recién llegados.
¿Quienes serían? Se preguntaron.
El grupo estaba compuesto por una serie de demonios cuyos aspectos no eran para nada sanos.
Algunos se arrastraban por el suelo. Con heridas por todo el cuerpo y exageradamente delgados. Otros tenían la piel despellejada y los ojos inyectados en sangre. No parecían ser los comerciantes de antes.
Eran otros.
- Leprosos... - murmuró Angel Dust. El cual, aterrado por la aparición de esos tipos con apariencia de zombies, se alejó del lado de su amiga. Dirigiéndose a la entrada del hotel para esconderse.
Los demás huéspedes, salvo Devilon, se dirigieron al interior del edificio. Sin preocuparse por lo que le pasaría a Charlie. Aunque tampoco tenían que temer por lo que le ocurriera. Pues ella era un demonio inmortal (entre comillas).
La princesa, incorporándose rápidamente del suelo, vio cómo esos enfermos se echaban encima suya. Mientras le regalaban un canto de súplica para que los ayudaran.
ENFERMOS Y LEPROSOS
Mírame, yo no puedo ver.
Llévame, que no puedo andar.
Sé que tú me puedes curar.
Dame aliento, no puedo hablar.
Los enfermos la rodearon. Y como si de una muñeca de trapo se tratara, le comenzaron a dar tirones y a menearla. Agarrándola del pelo. Rasgandole la ropa con las uñas.
ENFERMOS Y LEPROSOS
Sé que tú lo sabes hacer.
Un milagro de tú poder.
Haz que yo deje de sufrir
No me dejes, Charlotte, morir.
Angel Dust, al ver a la chica siendo engullida por esa masa de enfermos, no fue capaz de seguir con sus intentos de esconderse en el hotel con los demás. Se dio la vuelta. Y gritó:
- ¡Charlie! ¡No...!
Devilon, preocupado por lo que pudiera pasarle a la princesa, trató de buscar una solución para ayudarla. Pero eran demasiados. Si se acercaban, podrían pegarles una enfermedad. Y se convertirían en leprosos.
ENFERMOS Y LEPROSOS
Charlie, si quieres, tu podrás...
Charlie, si quieres, tu podrás...
En medio de tanto tirón y agarre, Charlie intentó calmarles. Suplicándoles que pararan. Que la dejaran marchar.
CHARLIE
¡Sois demasiados, no puedo!
No me empujéis...
No soy nada, ni nadie...
Pero estos no prestaron atención a sus palabras. Y continuaron haciéndole daño. Desesperados por que los sanaran a todos de sus enfermedades terminales. Hartos de sufrir tanto dolor.
Angel y Devilon no se movieron de donde estaban. Se quedaron mirando el horrible espectáculo. Sin saber qué hacer para ayudarla. Al mismo tiempo que se preguntaban: "¿De dónde habrá salido tanto leproso?"
Pero apenas la masa de enfermos había devorado por completo a la chica, cuando de repente...
¡CHASSSS!
Un destello de luz rojiza alumbró todo. Haciendo que el grupo de leprosos se alejara de golpe de encima de la princesa. Dejándola en paz.
Entonces, a escena se presentó un Alastor con la cara ennegrecida y las pupilas dilatadas. El cual, nada más llegar, escudando a la herida Charlie, gritó a todo pulmón a aquellos tipos moribundos:
- ¡SALVAOS VOSOTROS!
Acto seguido, unas sombras negras monstruosas aparecieron de la nada. Resurgiendo del suelo. A través de unos vórtices que se abrieron en la tierra.
Dichas sombras, negras como el carbón y de ojos blancos y brillantes, atraparon a cada uno de los leprosos con sus alargados tentáculos. Ahogandoles y asfixiandoles. Arrastrándolos a la oscuridad de donde habían venido. Ocultándose nuevamente en sus respectivos vórtices. Esfumandose en el acto.
En medio de ese número fantasmal, el despiadado overlord cargó a Charlie entre sus brazos (la cual tenía la ropa manchada de la sangre de esos enfermos), y se la llevó de allí. Caminando muy tranquilo y sin dejar de sonreír.
Mientras, la asustada princesa, tratando de mantener la calma, veía cómo esos monstruos, invocados por Alastor, arrastraban a esos pecadores a un abismo del que no saldrían jamás. Sintiendo un pequeño miedo interno al ver aquella masacre en cadena.
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