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Capitulo 46 - Poderes bloqueados

- ¡Oh, no...! - gritó Charlie. Desesperada por lo que había hecho - ¿¡Qué he hecho...!? - se vuelve a su magullado acompañante - ¡Alastor...!

El demonio radio, medio cojeando, acudió a su llamada. Parecía haberse caído no muy lejos de donde ella había impactado.

Tras el fallido teletransporte de Charlie, los dos habían terminado atrapados en una de las lunas del infierno. Y a causa del choque, ambos habían sufrido heridas algo leves. Y sus prendas se habían hecho jirones.

La pobre, muy preocupada y asustada a la vez, fue a inspeccionar la zona.

Un amplio e infinito desierto de arena, deshabitado y silencioso, se levantaba ante ellos. Dejando ver sus blancas dunas y su gran variedad de rocas y cactus extraños.

- No... - se lamentó Charlie - No puede ser... - se miró las manos - He consumido mi fuerza en el teletransporte... - agachó la cabeza - Ya no podremos volver a casa... - se abraza a ella misma - En una superficie como lo es la de esta luna mis poderes no funcionan...

A pesar de la horrible situación, a Alastor parecía importarle poco. Además, todavía no se le había pasado el enfado por la discusión de antes.

- Nos hemos metido en este lío por tu culpa... - le dijo molesto. Manteniendo un estado de frialdad ridículo que no venía a cuento - De no ser por ti, ahora no estaría atrapado aquí contigo...

La princesa, volviéndose a él, le dijo con un tono tan sereno que este no se esperaba:

- Ahora no, Alastor... - puso cara de tristeza - No quiero seguir discutiendo más... - dio un suspiro - Porque ya no vale la pena...

La cara de Alastor cambió por completo tras escucharla. Pues si ahora estaban atrapados para siempre allí, lo más seguro es que morirían de sed. Incluso si sobrevivieran, tendrían que convivir juntos hasta el final. No lo había pensado.

En medio de aquel silencio, Charlie, dándole la espalda a su amigo, le comentó:

- He sido muy idiota, Al... - se cruza de hombros - Lo de la otra noche... Que sepas que estaba mintiendo a Nifty sobre lo que te dije en la fiesta... No iba en serio... Sólo se lo solté de esa manera porque...

- ¿Por qué...? - quiso saber Alastor. El cual ya parecía querer escucharla por fin.

- Porque... - carraspeó un momento nerviosa y prosiguió - Porque ella pensaba que estábamos enamorados...

Eso último hizo que a Alastor se le ruborizaran las mejillas por unos segundos. Era la primera vez que le ocurría.

Aparte de eso, le dio vergüenza la imaginación infantil de su querida Nifty. Ahora ya comprendía la causa de que Charlie mintiera.

Ella también se ruborizó. Pero al estar de espaldas, este no la vio. Y viceversa.

- Pe... Pero yo no dije eso con la intención de hacerte daño, Al... - prosiguió - Estoy muy contenta de lo bien que te has portado estos últimos días... Me ayudaste a ofrecer un techo a mis nuevos huéspedes... Actualizaste el hotel... Atraiste a más personas para ampliar el número de clientes... Y anoche dejaste todo tu orgullo para estar con nosotros...

- Charlie... - murmuró Alastor. Fascinado por sus lindas palabras. Haciendo que por otro lado se sintiera culpable por lo mal que le había hablado antes.

Entonces, sabiendo que no arreglaba nada estando callado, el orgulloso overlord se armó de valor y le contestó con mucha sinceridad:

- Perdona...

Esta, que lo había escuchado, se giró lentamente hacia él. Le miró con una cara alegre pero triste a la vez. Y le dijo:

- Estamos en paz...

Los dos se intercambiaron unas tiernas miradas. Satisfechos de que todo se hubiera solucionado entre ellos y que hubieran hecho las paces.

Pero el momento amistoso fue interrumpido por el silbido del viento del inóspito lugar. Recordándoles que estaban condenados a vivir allí para siempre.

Tras volver a observar de nuevo las blancas dunas, Charlie, apenada porque, por su culpa, hubieran terminado allí atrapados, miró a su amigo y le dijo:

- No podemos salir, Al... - unas lágrimas le descendieron por sus mejillas - Jamás conseguiremos escapar de aquí... - se puso a sollozar - Y todo por mi culpa...

La pobre empezó a llorar. Sintiéndose muy mal por haber metido a Alastor y a ella misma en aquel lío por semejante accidente.

El overlord la miró con gesto de empatía. Por alguna razón le daba pena ver a la princesa así. Cosa algo impropia en su persona. Ya que él no sentía compasión por nadie.

Pero es que cada vez que veía a esa bella criatura...

Esa cara de ángel...

Era como si le cambiara todo del revés. Con una fuerza que ningún otro humano ni demonio en su vida había logrado.

¿Se estaría comenzando a enamorar?

Sin embargo, retiró de golpe esos pensamientos tontos. Y con tal de ayudar a la chica, se puso a buscar a una solución frente a ese problema.

Entonces, tras un rato pensando en cómo saldrían de allí, se le ocurrió una idea.

Era muy arriesgada. Pero serviría para poder salir de esa maldita luna inhabitada.

- Charlie... - la llamó - Yo...

Esta dejó de llorar. Y lo miró con gesto de duda. Esperando a que le dijera algo.

El overlord, muy seguro de sí mismo, se acercó a ella a grandes pasos. Posó su mano sobre su hombro y le dijo:

- No sé si esto servirá para sacarnos de aquí... - frunció el ceño - Pero no creo que tengamos otra alternativa...

- Al... - murmuró Charlie. Preguntándose qué idea se le habría ocurrido al muy ingenuo - ¿Qué...?

La mano libre de Alastor se cerró en forma de puño. Y acto seguido, de ella comenzó a emanar sangre. Al mismo tiempo que sus ojos se tornaban de un rojo fuerte muy brillante.

De su boca comenzaron a salir ruidos estridentes de interferencias de radio. Mientras un aura rosada comenzaba a cubrir a ambos. En forma de torbellino.

Era tal la fuerza que estaba concentrando, que hasta la tierra del suelo comenzó a temblar con fuerza. Asustando a varios ratones de campo que correteaban por ahí cerca.

Charlie, al ver aquél misterioso manto cálido que los estaba rodeando, haciendo que el paisaje del desierto desapareciera por completo delante de sus ojos, muy asustada, se abrazó a su amigo. Y este, sin molestia alguna, la atrajo hacia él. Rodeándole la cintura. Seguramente con la intención de que esta no se perdiera en el extraño teletransporte que estaba realizando.

Durante el resto del proceso, la chica se mantuvo con los ojos bien cerrados. Por lo que no pudo ver lo que estaba pasando a su alrededor. Lo único que pudo percibir fueron los horribles chirridos de Alastor y el calor que desprendía su delgado cuerpo. Era como estar pegado a una estufa.

Esa situación extraña duró casi veinte estresantes segundos. Hasta que, después de que transcurriera ese corto tiempo, los sonidos molestos se desvanecieron. El cuerpo de Alastor dejó de arder. Y el silbido del viento que danzaba por las dunas de la luna fue sustituido por el lindo cantar de unos pájaros.

- ¿Ummmm...? - murmuró Charlie. Abriendo sus ojos lentamente. Sin todavía soltarse de su amigo - ¿Dónde estamos?

- Mira a tu alrededor, querida... - le dijo Alastor. Acariciándole la cabecita con cariño para que no tuviera miedo.

Esta notó cómo una delicada brisa le dio una caricia en sus olluelos. Al mismo tiempo que una luz blanca le cegó un poco la vista.

Después de que sus ojos se acostumbraran a aquella luz, pudo ver en qué lugar estaban ahora. Y se llevó una gran sorpresa.

Un jardín verde muy bonito, rodeado de ondulados árboles, flores y pajaritos revoloteando para todos lados...

Estaban en la parte trasera del hotel Hazbin.

- ¿Esto es...? - fue diciendo Charlie. Sin creerse que hubieran vuelto a casa - ¿La parte de atrás del hotel?

- Exactamente... - dijo Alastor. Con un tono de cansancio en su voz. Parecía ser que había empleado gran parte de su energía para lograr salir del satélite.

- Entonces... - se vuelve a mirarle. Con los ojos brillantes de la emoción - Regresamos a casa...

- Sí, cariño... - murmuró. Aliviado de que hubiera conseguido teletransportarse. Al mismo tiempo que se alegraba de la impresión de la princesa - Sanos y salvos...

Después de comprobar un par de veces que verdaderamente era real lo que estaba viendo y que no se trataban de visiones, Charlie dio saltos de alegría. Como una niña pequeña. Sin dejar de reír.

Acto seguido, posó sus manos sobre las mejillas de Alastor. Causando que este se quedara un poco pillado. Ya que no le gustaba el contacto físico. Pero como la veía muy contenta, pasó por alto el que lo tocara. Y le siguió la corriente.

- Ja ja ja... - reía Charlie. Muy feliz. Agradecida de que su amigo hubiera podido ayudarla - ¡No puedo creer que nos hayas salvado, Al...! ¡Logramos salir!

- ¡Con vida, cariño! - le contestó este. También sonriendo como ella. Rodeándole la cintura con sus manos y riendo con ella - "Nunca llegué a pensar que lo conseguiría..." - pensó para sus adentros - "Charlie..."

Estuvieron así durante un rato. Contentos de por fin haber vuelto a casa.

Pero de pronto, la princesa dejó de hacerse la infantil. Deteniendo sus ansias de felicidad. Y sonriendo dulcemente al overlord, acariciándole las mejillas en plan cariñoso, le dijo:

- Gracias... - sus ojos comenzaron a brillar. Dándole un aspecto adorable que la embellecia más - Por todo...

Alastor asintió sin decir palabra. Sintiéndose hipnotizado por aquella mirada tan encantadora.

Era tan dulce y tan guapa...

Se suponía que no le gustaba nadie. Pero con ella era distinto. Le era imposible evitar contemplar a aquella joven. Era perfecta. Su estatura, su forma de ser... Lo tenía todo.

A lo mejor Rosie tenía razón. A lo mejor era cierto. Y le gustaba esa mujer más de lo que él pensaba.

Pero... ¿Sentiría lo mismo ella por él?

Charlie clavó sus ojos en los de Alastor. Sintiendo cómo se le ruborizaban las mejillas. Pues le daba un poco de vergüenza el haber estado tan pegada a él.

Aunque, por otro lado, no se sentía incómoda estando a su lado. De hecho, notaba más comodidad. Su compañía le hacía sentirse más segura. Protegida. Y eso le gustaba.

También era que a veces lo veía atractivo. Especialmente aquella vez en la que bailaron juntos. Hace ya muchos meses atrás.

Cuando tuvieron contacto físico por primera vez.

Esa ocasión hubo una especie de química entre ellos. Y eso se notaba mucho. Ambos lo sabían.

Mientras aquellos recuerdos pasaban por la mente de la chica fugazmente, Alastor y ella se miraron a los ojos. Y en ese preciso instante, algo pasó entre ellos. Una situación extraña que no comprendían. Pero que les estaba comenzando a gustar.

Entonces, Charlie, incapaz de apartar la mirada, murmuró:

- ¿Cómo...? - se fue acercando a él lentamente - ¿Puedo agradecerte lo que has hecho?

Alastor, sin saber lo que estaba haciendo, rodeó a la joven con sus brazos. Y dejándose llevar por el momento, hizo el gesto de inclinarse hacia ella. Sintiendo cómo el tiempo se detenía.

- "Idiota... ¿Qué haces?" - le decía una voz fantasmal en su cerebro - "¡Mantente alejado de tus malditas tentaciones...!" - pero el overlord ignoró aquella vocecilla. Pues la carita de Charlie lo estaba hipnotizando por completo.

Ambos hicieron el gesto de besarse en los labios. Sin preocuparse de las consecuencias que podrían pasar si llegaban a algo más que amigos. Olvidándose por completo de aquellos detalles que retenían sus deseos amorosos. Como por ejemplo, que uno era un overlord. Y que la otra tenía novia.

Eso ya no existía en sus mentes. Se habían esfumado como por arte de magia. Ya no había marcha atrás.

Sin embargo, apenas estuvieron a punto de darse un beso, cuando a los oídos de ambos llegó un tremendo alboroto. Proveniente de la parte delantera del hotel.

Parecía una multitud de comerciantes reunidos.

- Eh... - murmuró Charlie. Tras escuchar dicho barullo. Quedándose congelada en la acción que estaba haciendo - ¿Oyes eso?

Alastor, también frenando su intento de besarla, apartó la cara y alzó la cabeza en dirección al lugar de donde provenía ese ruido.

- Parece provenir de la entrada...

Esta miró hacia esa dirección.

- Pero... - dijo medio susurrando. Le estaba dando corte el pensar que si no hubiera sido por aquella distracción, probablemente se habría besado con el demonio radio. Allí a solas - ¿Qué estarán haciendo?

Su amigo no dijo nada. Simplemente la volvió a mirar. Incapaz de olvidarse de lo que podría haber ocurrido entre ellos de no haber sido por esa tontería.

Pero Charlie, intentando olvidarse de lo que trataron de hacer en apenas unos segundos atrás, volvió a la normalidad de golpe. Lo primero de todo eran sus huéspedes. Y eso que se escuchaban no eran ni los plebeyos ni Angel Dust y los demás.

Estaba pasando algo. Y seguramente habían aprovechado que ella no estaba para hacer algo incorrecto. Tenía que ir a poner orden.

- Disculpa... - le dijo a Alastor - Tengo que ir...

- Espera... - murmuró este. Tratando de detenerla. Agarrándola del brazo.

Pero no pudo hacerlo. Se le escapó entre sus dedos.

La chica se fue corriendo en dirección a la entrada del hotel. Esperando que no se encontrara con una barbaridad. Mientras Alastor la seguía con la mirada. Sintiendo una pequeña punzada en el pecho al ver que se alejaba.

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