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Capitulo 44 - Alastor se da un baño

Apenas habían pasado dos días tras la visita inesperada de Vaggie, ahora convertida en un ángel, a los aposentos de Charlie, cuando en el hotel Hazbin se estaba planeando celebrar una fiesta en honor a los casi cien huéspedes que se habían instalado allí.

Entre los nuevos que llegaron durante ese corto periodo de tiempo, no se trataban de pecadores plebeyos. Sino de demonios normales. Aunque eso no significaba que pertenecieran a la casta alta del infierno.

Los que se habían incorporado fueron apenas tres tipos: Blueberry (un demonio ciervo muy parecido a Alastor pero de color azul y muy tímido), Baxter (un demonio pez avisal bastante enano), y Crymini (una mujer hiena un poco rebelde pero que busca ayudar a los demás a pesar de su fuerte carácter).

Todos ellos fueron guiados por Alastor al hotel Hazbin.

Según él, acudieron a su presencia. Comentándole que vieron el anuncio de la pancarta que instaló en la autovía y que estaban interesados en formar parte del proyecto de la princesa.

Ellos parecían muy simpáticos. El caso fue que se adaptaron muy rápido a las nuevas condiciones que tenían que seguir en su nuevo alojamiento. Incluso Nifty pareció encariñarse bastante con Baxter muy rápido. Pues tenían muchas cosas en común.

La cosa iba sobre ruedas. Y Charlie no sabía cómo agradecerle a su socio lo bien que se había portado esos últimos días.

Pero se le quitaron las ganas de hacerlo cuando llegó el día de la fiesta que tenían pensado hacer. Como celebración de lo bien que estaba resultando la idea de salvar a demonios indefensos de las purgas.

Sucedió una estupidez.

Charlie se encontraba en su cuarto. Tumbada sobre su cama. Apuntando nuevas ideas para el hotel. Aunque a veces se le venía a la mente la figura celestial de Vaggie advirtiéndole sobre que tenía que dejar su proyecto para salvar su vida. Recuerdo que trataba de ignorar para que no le afectara en su trabajo.

Hasta que, después de un rato descartando posibles nuevas reformas y planes innecesarios (cubriendo el suelo de la habitación con una exagerada montaña de bolas de papel), unas voces provenientes del corredor llegaron a sus oídos.

Parecía una discusión. Y los que se estaban peleando los reconoció sin necesidad de ir a ver quiénes eran.

Devilon y Alastor.

Muy rápido, Charlie saltó de su alcoba y fue corriendo escaleras abajo hacia donde se encontraban ese par. Temerosa de que terminaran peleándose en plan violento.

Cuando llegó, los pilló a los dos encarándose el uno con el otro.

- ¡Deberías de darte un baño, Otaku de mierda...! - gritaba Devilon - ¡Apestas tanto a alquitrán que a cualquiera de la fiesta se le caería el pelo nada más olerte...!

- ¡Si os molesta mi olor, no es mi problema! ¡Niñato! - le renegaba Alastor. Inclinándose hacia él con las pupilas dilatadas de rabia - ¡Yo no tengo la culpa de que personas tan quisquillosas como tú me den la lata por estupideces...!

Viendo que la discusión iba a peor, Charlie se acercó corriendo para intervenir. Con la intención de arreglar las cosas.

- Chicos, chicos... ¿Qué pasa? ¿Por qué os peleais?

Éstos se giraron a ella. Sorprendidos de que hubiera aparecido de repente allí.

- Ah... Charlie... - murmuró Devilon. Tratando de parecer calmado - No es nada... Sólo que a mister mofeta... - señala a Alastor con discriminación - Se la suda bañarse...

A Alastor no pareció gustarle el mote con el que lo denominó el chico. Pero como estaba Charlie delante, se bajó los humos para evitar otro escándalo.

Devilon continuó hablando a su amiga sobre el problema.

- Ya le he dicho por activa y por pasiva que se de un baño para esta noche... - se cruza de hombros y mira por el rabillo del ojo al siniestro demonio. Con cara de odio - Pero no me hace ni puñetero caso...

A Charlie le dolió que Alastor se comportara de repente de esa manera tan huraña. Aún después de las cosas buenas que había hecho por el hotel durante aquéllas semanas.

Así que, viendo que a Devilon no lo escuchaba, decidió hablar con él por las buenas.

- Alastor... - dijo esta. Con mucha amabilidad - Por favor... ¿Serías tan amable de darte un baño...? - le sonríe dulcemente - ¿Aunque sea por mí?

En un principio creyó que le haría caso. Pues parecía como que le resultó a él correcta su actitud. Aparte de que seguramente no querría volver a verla enfadada.

Pero para su asombro, Alastor, poniendo cara de pícaro, se inclinó a ella y le contestó:

- ¡JA...! No...

Acto seguido, se dio media vuelta y se dirigió a la salida del corredor en dirección a las escaleras. Mientras decía muy despreocupado:

- Bueno. Me voy a echarme un rato... ¡Buenas tardes, dulzuras!

Entonces el demonio radio salió de allí. Dejando a los dos amigos sólos.

- Grrr... Cabrón... - gruñó Devilon. Frunciendo el ceño.

- ¡Alastor! - le reclamó Charlie muy molesta.

Pero el joven chaval la detuvo.

- Déjalo, Charlie... Es un idiota... Ya me ocuparé yo de poner ambientadores por todo el hotel...

Pero ellos no eran conscientes de que Alastor, después de subir las escaleras en dirección a su habitación, pareció mostrarse arrepentido por haberle hecho ese feo a la princesa. No por temor. Esta vez por lastima.

Increíble... Se estaba sentando mal por algo que había hecho.

Recordó entonces la noche en la que ella lo salvó de morir. ¿No podría poner de su parte por alguien aunque sea una vez en la vida? ¿Incluso ahora que nada importaba? Ya que estaba muerto...

La sombra de este apareció a su lado. Y le hizo un gesto de desaprobación con la cabeza. Agachando las orejas en plan adorable.

- Agh... Venga ya... - renegó avergonzado. Mirando a su compañera incrédulo - ¿Tú también?

*
Unas horas antes de la fiesta, cuando Nifty, en compañía de Baxter, estaban preparando todo lo adecuado para la ocasión en el salón central (platos, cubiertos, barrer el suelo y demás), donde tendría lugar el banquete y el baile, Alastor no estaba (como todos pensaban), en su cuarto remolineando.

Sin que nadie se diera cuenta, y menos Angel Dust, salió en albornoz al largo pasillo. Y de puntillas, se dirigió al baño que compartía con Husk. El cual se encontraba al fondo de la habitación donde dormía.

Nada más llegar, se metió en el baño de un salto y cerró la puerta tras de sí con cuidado. Con miedo a que sonara un portazo. Y echó el pestillo. Por si acaso Husk u otra persona venía.

Por fin dentro, se quedó un momento en silencio. Mirando la reluciente y blanca bañera frente a él.

Un sentimiento de aborrecimiento cruzó por su mente. Preguntándose qué hacía allí y qué estaba haciendo.

Pero al instante, la imagen de la cara decepcionada de Charlie le inundó el cerebro. Proyectándose en su imaginación.

- Tsk... - hizo un chasquido con la lengua muy frustrado - Acabemos con ésto de una vez...

Se quitó su albornoz. Quedándose completamente desnudo. Dejando al descubierto su cuerpo cubierto de feas cicatrices. Marcas provocadas por los que le causaron la muerte...

Esos perros malnacidos...

Abrió el grifo. En la dirección del agua caliente. Inundando el baño en una espesa niebla de vapor. Y cuando se hubo llenado la bañera por completo, poco a poco, se fue metiendo dentro de ella.

Cuando estuvo inmerso en el agua trasparente, sintiendo algo de gusto al notar esa cálida sensación, chasqueó los dedos. Y como por arte de magia, apareció en la encimera del lavabo una vieja radio. De la cual comenzó a sonar música de los años veinte.

Acto seguido, alargó el brazo y tomó de un toallero que estaba a su lado una especie de trapo gris cuyo tacto era algo rasposo. Con el que, muy suavemente, se fue frotando la piel para asearse.

Entre tanto, silbaba la melodía del armatoste que se había instalado para estar distraído mientras se eliminaba la roña del cuerpo.

Pero apenas acababa de lograr tener un ambiente en condiciones, como el de sus viejos tiempos, cuando su vieja radio pasó de trasmitir música a hacer sonidos raros y metálicos.

Sonidos que pasaron de silbidos a voces.

Voces fantasmales que inundaron el baño en una profunda oscuridad.

- Oye, tú... Chico de alquitrán... - decían aquellas voces escalofriantes - Sucia escoria... ¿Dándote un baño?

Tras oírlas, Alastor comenzó a asustarse. Todo su alrededor había cambiado. No era más que una masa negra y profunda que lo inundaba todo. Y las palabras provenientes de la radio cada vez se volvían más intensas conforme hablaban.

- Eso... Frotate esa suciedad negra que te colorea tu piel... - proseguían las frías voces - Haber si de esa forma dejas de parecer un monstruo...

- Ah... - murmuró. Sintiéndose acorralado por la oscuridad y esos gritos.

- Los hombres de chocolate como tú... - el tono se fue intensificando más y más - Deberían de ser devorados por los lobos...

- No... - se tapó las orejas muy aterrado. Su sonrisa permanente pareció extinguirse en segundos - Basta...

- ¡Muere, engendro asqueroso! - los gritos metálicos resonaron por toda la sala. Rebotando en las paredes - ¡Sirve de comida a los perros!

- Ngh... - se tapó las orejas. Cubriendose con los brazos el rostro - Parad...

Si Charlie lo hubiera visto en esos momentos, creería que habría vuelto a ser un niño. Con esa actitud lo parecía. Un crío inseguro y débil como cualquier otro. Refugiándose en él mismo. Sufriendo el acoso de sus compañeros de clase.

- ¡Monstruo! ¡Monstruo! ¡Monstruo! ¡Monstruo! ¡Monstruo! ¡Monstruo! ¡Monstruo...!

- ¡Ya está bien! - gritó con todas sus fuerzas. Sin dejar de cubrirse los oídos.

Pero justo acababa de dar esa orden desesperado, cuando las voces fantasmales se callaron de golpe.

Todavía con temor, miró a su alrededor.

La oscuridad había desaparecido. El baño volvía a ser visible para sus ojos.

Sobre la encimera, su sombra se encontraba al lado de la escandalosa radio poseída. La cual la acababa de apagar para que su amigo no sufriera más.

Al ver que todo había vuelto a la normalidad por fin, el asustado Alastor, sabiendo que esos sonidos eran en realidad grabaciones espectrales de aquellos cazadores que lo mataron en vida por el color de su piel (un recuerdo fantasmal que a menudo lo visitaba para hacerle sufrir como castigo por sus pecados), escondió la cara entre sus rodillas. Y abrazándose a él mismo, se puso a sollozar en silencio.

Hasta ahora no había reaccionado así a esas grabaciones horribles que lo acechaban. Pero ya había llegado a un límite en el que no podía soportarlo más.

Esperaba que nadie lo pillara en esa situación. Era vergonzosa. Él. El demonio radio. Llorando como un mocoso asustado de párvulos.

Su sombra, triste por lo mal que se encontraba el pobre, fue volando a hacerle compañía. Y para consolarlo, lo abrazó rodeándole el cuello y le dio un par de besos en la cabeza. Haciendo que su débil llanto cesara al instante.

- Arf... - suspiró aliviado - A veces esa pesadilla regresa para torturarme de nuevo... - mira a su compañera con cara triste. Pero satisfecho - Tienes razón... Creo que me vendrá mejor un poco de silencio...

La sombra, viendo que su dueño ya se encontraba mejor, se retiró de encima suya y se dirigió flotando al fondo de la habitación.

- Gracias, mi viejo amigo... - le agradeció Alastor. Alagado por sus servicios.

Entonces, intentando olvidarse de lo ocurrido, regresó a sus intentos de lavarse el cuerpo para estar listo para la ocasión.

Aprovechando la situación, por tal de animarlo, Sombra chasqueó los dedos y se volatilizó en una luz gris. Y acto seguido, tras un pequeño haz de luz, su forma habitual cambió. Pasando de ser la viva imagen de Alastor a la alegre silueta de Charlie.

Tras verla, al demonio radio le volvió al rostro su inconfundible sonrisa.

- Je je... - rió con algo de frialdad - Es por ella por quien estoy haciendo esto... ¿No?

Sombra, mirándole con cara simpática, hizo aparecer en sus manos unos banderines. Con los que le comenzó a dar apoyo para que consiga lavarse a tiempo. Dándole a entender la respuesta a su pregunta.

- Bueno... - volvió su mirada a su limpieza personal - Es algo obvio...

*

A la noche, todos los huéspedes se encontraban en el salón central del hotel. Tomando copas de vino en el mini bar. Degustando ricos platos y charlando con los presentes.

Angel Dust tonteaba con el gruñón de Husk muy felizmente.

Charlie estaba hablando con Devilon y Nifty. Los cuales (sobre todo este primero), iban muy elegantes.

La princesa también iba muy guapa. Con un vestido de terciopelo negro que le favorecía su figura. Y extensiones en su lisa cabellera rubia.

Devilon casi se sonroja la primera vez que la vio así vestida. Pero decidió guardar sus modales de adolescente mirón.

En pleno ambiente fiestero, una voz familiar irrumpió en la sala.

- Vaya, vaya, vaya...

Todos se volvieron a aquella voz.

Alastor, con sus mejores galas, mostraba un aspecto aseado y oloroso ante las miradas de los presentes.

Vestía un traje negro que lo hacía parecer bastante más guapo de lo habitual. Su pelo estaba recogido por una coleta. Y llevaba unas pequeñas gafas sobre su ganchuda nariz.

Un resultado impecable. Hasta a Devilon y a Nifty por poco se les estuvo de caer la baba de la impresión que se llevaron.

- Wow... - murmuró Nifty. Poniendo cara de sorpresa - Señor Alastor... Usted...

Charlie no podía creerse lo que estaba viendo.

Al fin, Alastor había hecho algo bueno. Había puesto de su parte. Por ella...

- ¡OH MY GOSH! - dijo esta. Con los ojos iluminados de lo maravillada que estaba.

Se dirigió hacia él. Sin ser capaz de perder su sonrisa de alegría. Estaba tan contenta. Aunque no sólo era el motivo de su felicidad el que el overlord la hubiera escuchado. El caso era que lo estaba comenzando a ver atractivo.

Con ese aspecto tan cuidado y aseado parecía otro.

- ¡Qué maravilla, Al...! ¡Mírate! - decía Charlie. Mirándole detenidamente - Tu traje... Tu peinado... Esas gafas... - se lleva las manos al pecho - ¡Estás magnífico!

- Qué... ¿Ésta cosa vieja? - le contestó este. Tratando de quitarle importancia al asunto - Para mí no significa nada en especial... Aunque... - agita la mano exageradamente - Acepto los elogios...

Para la impresión de Alastor, Charlie, dando un paso adelante, le dio un pequeño abrazo. Haciendo que vacilara molesto. No le gustaba en absoluto el contacto físico.

- ¡Pero lo has hecho! - dijo esta muy alegremente - ¡Pusiste de tu parte, Al...! - suspira agradecida - Por mí...

- Charlotte... - murmuró Alastor. Incrédulo por la reacción de la chica ante lo que había hecho ¿Por qué se sorprendía tanto?

- Saliste de tu estado de confort... - le fue diciendo - Para reunirte con nosotros... Y estar en compañía... - alzó su cabeza para mirarlo - Y aunque mañana vuelvas a ser el mismo de siempre...

Alastor también la miró. Y por un segundo pareció que su sonrisa se desvaneció de nuevo de su rostro.

No lo comprendía. Pero la dulce actitud de esa chica hacia él lo dejaba estupefacto. Era una sensación muy extraña que jamás había sentido.

- Aunque... - prosiguió - Regreses de nuevo a tu rutina... - le sonríe - Estoy muy orgullosa de ti, Al...

Tras sus palabras, Alastor, enternecido, le devolvió la sonrisa.

- Bueno... - murmuró este. Inclinándose hacia ella con gesto de caballerosidad - ¿Tú no eres una dulzura?

- ¿Deberíamos de dar comienzo a la fiesta? - le preguntó ella muy decidida. Cambiando de tema.

- Por supuesto...

- ¡Genial!

Entonces, antes de que se alejara de su lado, Charlie le regaló a Alastor un delicado y rápido beso en la mejilla. Gesto que hizo que él se quedara a cuadros y con los ojos muy abiertos. Perdiendo los papeles de un zarpazo.

No se lo esperaba para nada.

Acto seguido, la chica se volvió a sus huéspedes. Y con mucha energía, exclamó:

- ¡Demos comienzo a esta fiesta!

- ¡Wooooooh! - gritaron todos.

Entre tanto, Alastor se quedó quieto donde lo había dejado Charlie.

Posando su mano en la mejilla besada. Sintiendo un zumbido en su interior. Al mismo tiempo que notaba como si mil mariposas revolotearan en el interior de su estómago.

¿Qué era esa sensación tan rara? ¿Fiebre quizás?

Sombra, detrás de él, dio saltos de la emoción. Contento de que a su dueño le hubiese salido el plan perfecto.

En medio de la situación atontada en la que se encontraba el confuso overlord, Baxter, el cual lo había visto todo, se acercó a él y le dijo:

- ¿Te ha besado? - hizo una mueca de asco - Y eso que no es tu madre...
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Bromas de Moxie (parte 3):

Suena el teléfono...

¡RING! ¡RING!

Husk (descuelga): Hotel Hazbin. La casa donde nació la sodoma y la gomorra...

Moxie (en compañía de Millie) (llamando desde la cocina): Señor Topocho... Y el nombre... Donpi...

Husk: Eh... Un segundo... (le grita el nombre a los huéspedes en medio de la fiesta) El señor Topocho... ¡Donpi Topocho...! ¿¡No hay por aquí ningún Donpi Topocho!?

Huéspedes: JA JA JA JA JA JA JA JA JA JAJA JA JA JA JA...

Husk (incrédulo): "Donpi Topocho..." (grita al teléfono furioso): ¡Escucha, maldito feto mal parido...! ¡Como te pille te voy a dar allí donde el sol nunca brilla! ¡Y luego te llenaré el culo de alquitrán...!

Millie y Moxie (desde el otro lado): ¡JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA JA...!

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