Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo 32 - Separados por las castas

Los rumores de la libertadora de los pecadores se expandió por toda Hell City más rápido que cualquier chismorreo de los que las marujonas se cuchicheaban en los balcones.

Muchos de los demonios que formaban parte de la casta de los más o menos adinerados se enteraron de los rumores provenientes de las lenguas de los plebeyos. Haciéndoles creer, a algunos de ellos, que a lo mejor era cierto.

Y entre esos pocos ricachones de los que se enteraron de eso y lo tomaron como una amenaza que podría cumplirse estaban Stolas y Stella.

Apenas acababa de finalizar la semana cumpleañera de Lucifer, y ya muchos comentaban lo de la elegida de la profecía.

Eso al matrimonio principesco los ponía muy nerviosos. Ya conocían la historia de lo sucedido con el asesinato de esos pobres niños. Gracias a que sus padres, los cuales lo vivieron, se lo contaron. Pero no llegaron a pensar que ese tema volvería a renacer de nuevo en las bocas de la gente.

La tarde del lunes, mientras la familia búho cenaba algo nerviosa (Stolas y Stella eran los únicos preocupados), les llegó en manos de uno de sus criados una carta de sello rojo bastante extraña. La cual la tomó la enfadosa noble sin ganas. Y la abrió para ver de qué se trataba.

Sus ojos brillaron nada más leerla. Gesto que a Stolas llamó la atención. Pues no era normal en ella ponerse en ese plan.

- ¿Sucede algo, Stella? - le preguntó.

Esta, alzando su mirada hacia él, se levantó de su silla y se acercó a él con prisa.

Al estar a su lado, empezó a explicarle, por bajo para que no la escuchara su hija, lo que supuestamente acababa de leer en la carta. Y conforme avanzaba contándoselo, al demonio lechuza se le comenzó a palidecer el rostro.

Octavia estaba en otras cosas. Por lo que apenas se dio cuenta de lo que hablaban sus padres.

No tocó su plato en ningún momento. No hacía más que pensar en Devilon.

Desde que desapareció de su presencia el otro día, sin despedirse ni nada, se ha mantenido bastante melancólica desde entonces. Sin saber por qué la dejó plantada de esa manera.

Esperaba que pudieran pasar el día juntos. Pero por culpa de su repentina desaparición y de la llamada de su madre, sus planes se le fueron a la basura.

Aparte de eso, en los demás días no contestó a sus mensajes. Y tampoco respondía a sus llamadas. ¿Qué bicho le había picado? Se preguntaba frustrada. ¿Por qué la ignoraba de esa manera?

Pero sus confusos pensamientos fueron interrumpidos por los gritos de Stolas. El cual le arrebató la supuesta carta misteriosa a su mujer y la destrozó con sus propias manos. Haciéndola pedazos. Gritando:

- ¡No consentiré que ningún cerdo malnacido proponga matrimonio a mi hija...! - fulmina a la impactada Stella con la mirada - Y menos un overlord mama huevos...

Tras ese gesto brusco, el príncipe se levantó de la mesa comedor. Tirando algunos de sus cubiertos al suelo. Y abandonó la sala. Murmurando antes de marcharse:

- Me voy a jugar con Blitz... Ya no te soporto...

Dio un fuerte portazo. Sobresaltando a las dos.

A Octavia no le fue necesario preguntarle a su madre qué había pasado. Porque esa situación ya se había repetido otras veces. Sólo que quitando la parte en la que Stolas se enfadaba. Eso ya era una novedad.

Stella se ha dedicado, desde que su joven hija cumplió los dieciocho años, a intentar buscarle un marido para casarla. Y así unir sus lazos con otra familia. Pero le estaba resultando imposible. Pues muchos no estaban interesados en querer ser yernos de un salido como lo era su marido. Quien en algún momento sería capaz de asaltarlos para acosarlos o algo así.

Ella, al igual que su padre, tampoco quería que la casaran con cualquier noble adinerado. No buscaba el poder. Sino el amor verdadero. Además de que no le parecía bueno terminar como su madre. Casada con un prostituto que le ponía los cuernos con alguien cada vez que se le antojaba.

El problema era que el hombre al que amaba era un plebeyo. No pertenecían a la misma clase social. Eran la antítesis. Ella era hija de la realeza. Él era hijo de esclavos. Imposible que la sociedad en la que estaban les permitieran casarse.

De hecho, todavía no les ha dicho a sus padres lo que siente por ese muchacho. No por el simple detalle de las castas y esas estupideces. Sino porque Stolas lo detestaba.

Las veces en las que los veía de niños jugando por el parque del castillo, él echaba al pequeño Devilon de allí a patadas. Alejándolo de su hija. Llamándole de todo menos guapo. Incluso en una ocasión Blitzo tuvo que acudir porque el muy violento intentó darle una paliza. Debido a que había roto sin querer un jarrón de su salón.

Stolas detestaba a la plebe. Y eso Octavia lo sabía. Pero mira como no odiaba a su amante. Un mercenario de la clase baja del infierno...

Era super injusto.

Su madre, en cambio, sí soportaba la presencia de Devilon. Siempre y cuando no buscara flirtear con su hija ni nada relacionado con el amor.

Así que lo tenía imposible con ambos.

A veces soñaba que su amado amigo la rescataba de allí. Y se la llevaba lejos de las gentes. Como los amantes de las películas románticas que a menudo veía con sus amigas... O las amigas que tenía antes.

Estaba harta de vivir así. Día tras día escuchando a sus padres pelearse por chorradas. Con Devilon todo era distinto. Era paz y tranquilidad.

Apenas Stolas había salido del castillo, cuando su esposa, molesta por lo insoportable que se había puesto con ella, se cruzó de hombros refunfuñando.

Entonces se giró a Octavia y le dijo:

- Voy a echarme una siesta... - le da la espalda y se dirige a la salida de la sala comedor - Estoy agotada...

Al final, la chica, como siempre, se quedó sola en la mesa. Sin nadie que la acompañara...

Cuanto deseaba en esos momentos que Devilon estuviera a su lado para abrazarla y consolarla. Haciéndola sentir bien.

*
Y hablando de Devilon...

Aquella tarde se encontraba en el terrado de la empresa IMP. Contemplando el cielo pensativo. Mientras las negras nubes se apartaban para dar paso a la luz de la eterna luna infernal.

Blitzo, Loona y su hermano no estaban.

El primero se había ido con Stolas después de que recibiera una llamada urgente suya. La segunda había salido a dar una vuelta. Y el tercero había quedado con "un amigo" para tomar algo por ahí.

Lo habían dejado al cuidado del edificio. Y como él no tenía otra cosa mejor que hacer salvo mirar a las musarañas, pues prefirieron aprovechar todos que se quedaba para irse de juerga por la ciudad.

No soportaba que cada vez que iba a visitarles lo trataban de raro. Aunque eso era normal. Teniendo en cuenta que él era un chico bueno y simpático que detestaba el matar por dinero y el acostarse con hombres casados para aprovecharse de ellos.

Le gustaría conocer a otras personas que pensarán igual que él desde esa perspectiva. Alguien como su hermano. Que también era un chaval que luchaba por la justicia.

Alguien como...

- ¡Octavia! - exclamó. Dándose una palmada en la frente. Con los ojos muy abiertos. Se había olvidado por completo de ella durante esos días. Había estado tan ocupado evitando a Blitzo que no se había acordado. La dejó plantada la última vez que la vio. Seguramente estaría muy molesta con él - Te... ¡Tengo que ir a verla!

De un salto, bajó del terrado de la empresa IMP. Cayendo en el suelo de puntillas. Y acto seguido se marchó corriendo en dirección hacia el castillo de la familia de su querida amiga. Olvidándose de que tenía que cuidar del hogar.

Esperaba que Stolas no estuviera allí. Que tanto él como Blitzo se hubieran alojado en otro lugar para intimar. Aparte de que rezaba por que ella estuviera allí. En casa. Sin estar acompañada por nadie.

Así podrían estar juntos aunque fuera sólo por unos minutos.





Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro