Capitulo 31 - Canción de Alastor
Charlie y los plebeyos llegaron al barrio pobre de la ciudad. El cual consistía en una serie de chabolas pegadas las unas con las otras.
Miriam la guió hacia la casita en la que se alojaba con su hermano. La cual era muy pequeña y con apenas espacio en su interior.
Cuando la invitó a pasar, los demás se quedaron a esperar a que salieran fuera. Con ansias de que comentara algo acerca de la liberación.
El interior de la pequeña casita apenas llegaba a los tres metros cuadrados. En ella sólo había dos amacas instaladas en el suelo, dos taburetes y un marco en la pared. Nada más.
A la princesa le dio lastima el ver eso. Con lo bien que se había criado ella en palacio, en medio de tantos lujos y placeres que los ricos sólo podían consentirse, sin tener la más mínima idea de que gran parte de sus súbditos se estaban muriendo de hambre ahí fuera.
El pensar en eso hizo que se le saltara alguna que otra lágrima. Sintiéndose culpable de lo mal que lo estaban pasando.
Charles, que pudo darse cuenta de su pesar, sin mostrar apenas sentimientos hacia ella, le posó una mano sobre su hombro y le susurró para que Miriam no lo oyera:
- No es culpa tuya...
La humilde muchacha, ausente de lo que se estaba cociendo entre los dos hermanos, descolgó el único marco que tenían en la pared y fue a entregárselo a Charlie para que lo viera.
Pero apenas estuvo a punto de hacerlo cuando Charlie, como si le hubiera leído el pensamiento, le preguntó:
- ¿Quien era mi padre?
Miriam, retirándose el cabello de la cara con gesto triste, le ofreció el marco que quería enseñarle. Como repuesta a su pregunta.
Tras tenerlo entre sus manos, se dio cuenta de que lo que había en él no era una fotografía o un autorretrato. Sino una pluma.
Una pluma blanca, de aspecto impecable, bastante grande y hermosa. Brillante y bonita.
Tras haberla observado detenidamente, aún con cara de duda, sin comprender lo que querían decirle con eso, Charles, mirando hacia otro, lado cruzándose de hombros, le explicó:
- Nuestro padre era y es uno de los ángeles más importantes del ejército celestial de Dios... - tras decir ese nombre, Miriam, con temor, le hizo un gesto para que se callara. Y éste se autocorrijió a sí mismo - Ejem... Quiero decir... El "quien tú ya sabes..." El inombrable... - se humedeció los labios nervioso - Su nombre es Gabriel... Y es de los más jóvenes de sus hermanos... Un gran soldado...
Miriam cortó a su hermano. Prosiguiendo con lo que le estaba contando este.
- Él se enamoró de madre en una ocasión en la que descendió al infierno sin permiso... - sus mejillas se ruborizaron por vergüenza - Intimaban en secreto... Hasta que un día dejó de visitarla por causas relacionadas con sus hermanos y "el quien tú ya sabes..." - puso cara triste - Pero de su relación nacimos nosotros... - toma de los hombros a la princesa. La cual no hacía más que mirar el marco mientras los escuchaba. Hasta que el gesto de Miriam hizo que alzara la mirada - Y tú, Charlie... Nosotros tres fuimos fruto de su amor...
Charlie la miró maravillada. O sea que era hija de un ángel de verdad que aún seguía ahí arriba en los cielos. No de un ángel caído como lo era Lucifer. Ahora todo tenía sentido.
- Pero entonces... - dudó un momento - ¿Qué fue de madre? - sus ojos brillaron de esperanza - ¿Está con vosotros?
- Madre murió a causa de lo mal que le sintió el alejarte de su lado por tu propia salvación... - añadió Charles fríamente.
A esta se le puso cara de espanto nada más escuchar eso. Creía que su verdadera madre, la mujer que aparecía en sus sueños, seguía viva.
- ¡Hermano! - le gritó Miriam. Molesta porque hubiera soltado esa información de esa manera tan directa.
- No... No importa... - murmuró la princesa en plan amargado. Negando con la cabeza - Necesitaba saber también eso... - un torrente de lágrimas comenzó a humedecer sus mejillas - Necesitaba...
Rompió a llorar desconsoladamente. Sin poder evitar las emociones que le estaban destrozando por dentro. Arrodillándose en el suelo. Sin soltar el marco.
Rápidamente Miriam fue a abrazarla. Pero Charles, debido a su orgullo, se mantuvo distante a ellas.
Tras un rato en el que la estuvo tranquilizando, Charlie, dándole las gracias a su hermana por su apoyo hacia ella, se incorporó con gesto valiente. Y dijo:
- A... Ahora que he descubierto quién soy realmente... - se seca los ojos con la manga de su traje - E... Estoy dispuesta a ayudaros... - camina hacia grandes pasos hacia la salida - No pienso rendirme en mi meta... - sonríe - Haré que os den la liberación...
Tras salir a fuera, todos los plebeyos, salvo Angel Dust, Millie y Moxie, quienes simplemente se mostraron complacidos al verla, rompieron en aplausos y vitoreos. Denominandola como la elegida. La liberadora. Incluso alguno que otro la apodó con el nombre "mesías". Cosa un poco más exagerada.
Charlie, observándolos con valor, alzó su mano, cerrada en forma de puño, hacia arriba. Y gritó:
- ¡Juro que os salvaré a todos!
Su público saltó de alegría. Dando brincos y aplaudiendo felices sus palabras. Alabandola como a una diosa. Cosa que Charlie al principio vio innecesario. Pero al ver que no la despreciaban como hacían los demás pecadores de la ciudad, pues la llenó de orgullo.
Esa maravillosa escena estaba siendo presenciada por Alastor. A lo lejos. Desde una colina situada en una zona cercana a la entrada del pequeño pueblo. Sentado sobre una roca en plan pensativo.
Hace un momento estaba frente a la ventana de la chabola de Miriam y Charles. Escuchando atentamente todo lo relacionado con el verdadero pasado de la princesa. Qué información tan suculenta para sus oídos.
Sólo que, como por poco lo descubren, tuvo que teletransportarse lejos de sus miradas. A un lugar apartado. De ese modo, no sabrían nunca que los habría estado espiando.
Ver desde la distancia a esa gran multitud dándole las gracias a esa pequeña demonio hizo que se quedara casi boquiabierto. En la vida había visto nada igual. Y tampoco pensaba que alguien como ella llegaría a unir a tantos seguidores en un sólo día.
Se esperaba que la vería fracasar. Siendo humillada y mofada por todos como en otras ocasiones anteriores tan divertidas. Pero no que ocurriera esa estupidez. Las cosas no estaban saliendo como él quería.
Incrédulo y a la vez frustrado por lo que veían sus grandes ojos, con rabia porque esa mujer se estuviera saliendo con la suya, comenzó a cantar. Haciendo como que hablaba con Charlie desde la distancia. Expresando su opinión hacia lo que estaba pasando.
ALASTOR
Mi mente clara está...
Por fin descubrí donde todos vamos a parar...
Si quieres desnudar
Al hombre del mito, verás, sólo al hombre quedar...
Se levanta de un salto de la roca e inclina su mirada hacia el pueblecito. Donde los plebeyos se acercaban a la princesa con admiración. Haciéndole preguntas y dándole las gracias por que hubiera venido. Cosa que al demonio radio le dio mucha rabia.
ALASTOR
¡Charlotte!
Si empiezas a creer
Lo que dicen de ti
Ya crees de verdad en tu divinidad
Todas tus ideas
De nada servirán
Porque sólo importa
Tu personalidad...
Camina en dirección a las montañas. Lugar en el que podría asomarse a observar lo que ocurría ahí abajo sin que lo descubrieran con facilidad. Mientras proseguía con su cantar desesperado.
ALASTOR
Oye, Charlie, sé porque te seguí
Y te pido que me escuches a mí
No lo olvides
Yo lucho por la libertad
No pensé que creerían
Que eras su nuevo "Mesías..."
Y sólo eres una libertadora
Da una patada a la tierra. Levantando polvo. Y acto seguido, volviéndose a aquella multitud de plebeyos idiotas, señala a Charlie con el dedo índice. Poniendo una cara aterradora sonriente. Mostrando su desprecio hacia aquel espectáculo tan fuera de sentido.
ALASTOR
Yo recuerdo cuando todo empezó
Te llamábamos princesa y no "Dios..."
Vuelve a su estado normal de un zarpazo. Dando un ligero suspiro para relajar los nervios. Y hace una reverencia caballerosa en dirección a la princesa. A pesar de que ella no le estaba mirando. Porque se encontraba concentrada en sus nuevos seguidores. Aparte de que él estaba escondido.
ALASTOR
Y te juro...
Que aún cuentas con mi admiración...
Eso último que cantó era cierto. Por mucho odio que le tuviera a la familia real, Charlie había sido una excepción de entre las muchas personas que lo trataron mal. Se portaba bien con él y le tenía respeto. Pero a pesar de que la admirara por sus buenas actitudes hacia su persona, eso no quitaba que quisiera traicionarla tarde o temprano.
Éste se quedó cabizbajo un momento. Recordando las palabras de Frederick en relación al pasado de ella y el plan que querían llevar a cabo los suyos para detenerla.
No sabía el por qué. Pero por otro lado le preocupaba que quisieran hacerle daño. Al mismo tiempo que a veces dudaba de su revelación hacia ella. ¿Por qué últimamente le amargaba pensar en eso? ¿No se estaría encariñando con ella sin quererlo?
Eso hizo que se le pusiera el rostro pálido. Imaginándose lo que llegaría a pasar en el hotel Hazbin si los overlords se ensalzaban contra ellos para asesinarlos. Pero eso no le impidió continuar con su cantar.
ALASTOR
Pero a tu revolución
Todos le dan otra intención
Si ven el error, te matarán...
Corrió por un largo y empinado sendero que daba a la entrada del pueblo. En medio del camino se topó con una vieja estatua de piedra del rey del infierno. Medio enterrada por la arena que lo cubría a la altura de las rodillas.
La observó detenidamente. Y se puso a fingir que hablaba con ella. Como si tuviera al padre de Charlie, el de carne y hueso, frente a él.
ALASTOR
Lucifer, tu hija es muy famosa, como ves
Lástima que sea tan popular
Si fuera heredera de la madre campesina
A nadie asustaría ni provocaría
Unos agudos silbidos y alegres vitoreos de personas hicieron que se diera la vuelta en dirección al pueblo.
Allí los plebeyos bailaban alrededor de la princesa. Alabandola como a una santa. Dándole palmadas de ánimo en la espalda.
Entre los de la multitud, Miriam le regaló un dulce abrazo a esta. Haciendo que sonriera.
- Menudo disparate... - se dijo Alastor para sus adentros. Entrecerrando los ojos - Panda de cabrones...
Se subió rápidamente a una roca cercana un tanto alta. Y volvió a reclamar el nombre de la ahora denominada libertadora de los pecadores. Cantando a todo pulmón. Con el ceño fruncido.
ALASTOR
Oye, Charlie, yo te quiero pedir
Que recuerdes que debemos vivir
Y ahora sé que la victoria
No es posible...
Niega con la cabeza en plan amargado. Recordando que los pecadores no podían ser perdonados para subir al cielo. Dato que sabía de hace siglos. Pero que la cabezona de la princesa se negaba a escuchar.
ALASTOR
Tus adeptos están ciegos
Sólo piensan en tus cielos
Te seguí para una gran misión
Y ahora todo es decepción
Se sienta sobre la roca. Contemplando a la alegre multitud sin saber qué hacer para parar ese movimiento. Si hubiera visto eso antes... Antes de que conociera a Charlie... Habría cometido una cruel matanza sin pensárselo dos veces. Pero la presencia de esa mujer en cuestión lo retenía. Era como si fuera incapaz de herirla.
Había un sentimiento extraño que lo detenía. ¿Qué le estaba pasando? Él. El demonio radio... ¿Teniendo compasión por una niñata caprichosa?
Qué ridículo.
Miró por última vez aquella escena en la lejanía. Y acto seguido, agachó la cabeza. Dando un suspiro cansado. Llevándose la mano izquierda a la sien.
Entonces, dio sus últimas palabras de su cantar. Mientras apoyaba sus brazos sobre sus rodillas. En plan melancólico.
ALASTOR
Oye, Charlie, yo te quiero advertir...
Que recuerdes que debemos vivir...
Oye, Charlie, yo te quiero advertir...
Que recuerdes que debemos vivir...
*
Entre tanto, en la empresa IMP, aprovechando que Loona, Henry y Devilon no estaban por ahí para que le dieran la tabarra, Blitzo se había reunido en su despacho con un grupo de rebeldes que querían trabajar con él.
Entre ellos estaba el señor Wally Wackford (quien quería mejorar como asesino para defenderse de los atracadores), el chófer que se acostó con Angel Dust, y la familia de Millie. Es decir, sus padres y su herman@ (de género fluido).
Las intenciones del presuntuoso mercenario eran las siguientes: mejorar el estado de su empresa.
Ya desde hace varios días se estaban yendo a pique por la ausencia de Millie y Moxie y por el poco interés que mostraba su hija adoptiva en el trabajo. Necesitaba rellenar huecos. Y que mejor manera que recurriendo a la ayuda de viejos conocidos de la calle.
- ¡Bueno, perras! ¡Atención! - puso orden para que lo escucharan correctamente - Para que os quede claro... El trabajo de un mercenario es un tema muy serio... Tienes que ser valiente y no tener piedad ante cualquier víctima que te manden matar... - agarra la foto de una familia feliz de la mesa y se la enseña a éstos en plan exagerado - Porque cualquiera... Incluso éstos hijos de puta que simulan ser unos angelitos... - con la otra mano toma un mechero. Lo enciende. Y la foto se va quemando lentamente - Son unos locos sedientos de sangre que jodieron a alguien o a varios...
Los novatos a mercenarios lo miraron muy atentamente. Un poco asustados. Pero ansiosos por empezar a aprender.
- ¡En fin! ¡Tras esta puta introducción...! - se frota las manos satisfecho - ¿Alguna pregunta?
Sally May, la hermano/a de Millie levantó la mano primero. Y Blitzo la señaló para que hablara.
- Señor Blitz... ¿Tiene usted el rábano tan grande como se rumorea en la ciudad? - se pasa la lengua por sus colmillos en plan sensual - Es por si algún día puedo probarlo...
- ¡Las preguntas personales para después de clase y en mi despacho, por favor! - le ordenó este. Poniendose un poco nervioso - Necesito que estéis atentos al tema fundamental, chicos...
Wally Wackford fue el siguiente en preguntar.
- ¿Por qué antes ha mencionado a la hija de Lucifer con el apelativo de *zorra de mierda come coños folla plebeyos chupa penes?
* Lamento el lenguaje chabacano
Tras su pregunta, este, soltando una risita exagerada, le contestó:
- ¡Porque no es más que una niñata consentida que se cree que es Dios...!
Tras pronunciar aquel nombre, todos se taparon los oídos muy asustados. Según decía la leyenda, si un demonio pronunciaba el nombre del todopoderoso (más conocido en el infierno como el innombrable), le caería un terrible castigo. Pero Blitz, al ser ateo, no creía en esas patrañas.
- ¡Oh...! ¡Vamos chicos! - les gritó tras ver sus reacciones - ¡No os asustéis por escuchar ese puto nombre! ¡Yo no le tengo ningún miedo...! - se cruza de hombros. Dándoles la espalda - Ese engreído es un dictador totalitarista que como está en su torre de marfil vigilándonos, se cree el mejor... - suelta un suspiro apagado - Además... - se vuelve a estos - ¿Qué ha hecho ese majara por nosotros, los pecadores, si se puede saber?
En un principio creyó que ninguno le iba a contestar. Pues daba por sentado que Dios no era amado en el infierno por nada en el mundo. Pero para su sorpresa, el padre de Millie levantó la mano. Diciendo:
- El acueducto...
- ¿Qué...? - murmuró Blitzo. Con cara de incomprensión.
- El acueducto... Nos lo regaló él...
Tras la respuesta del anciano señor, los demás alzaron la mano para soltar sus comentarios. Uno tras otro. Haciendo que el mercenario se quedara boquiabierto.
- La sanidad...
- La enseñanza...
- El vino...
- Las carreteras...
- La WiFi...
- El alcantarillado...
- Los hospitales...
- Las escuelas...
Etc...
Al final, Blitzo tuvo que poner orden de nuevo para que dejaran de exponer sus conclusiones. Y tras hacerlos callar, comentó:
- ¡Vale, sí, vale...! ¡Reconozco que todo eso lo hizo Dios por nosotros...! - frunce el ceño molesto. Llevándose la mano a la sien - Pero aparte del alcantarillado, las carreteras, los baños públicos, la enseñanza y la sanidad... ¿Qué es lo que ha hecho él por...?
El hermano/a de Millie lo interrumpió levantando la mano para hablar.
- La libertad sexual también la aprobó... Hace más de dos siglos... Más pronto que en el mundo de los vivos... Caramba...
- Ok, sí, Sally, sí... - le contestó Blitzo. Quedándose un poco hecho polvo - En eso también tienes razón, querida...
- Y ahora se puede salir de noche sin ningún tipo de peligro, Blitz... - añadió uno de los mercenarios novatos. De aire homosexual - Gracias a sus ángeles. Que nos protegen de los atracos y de las matanzas año tras año desde ahí arriba...
- Sí... Saben como mantener la ley del orden - comentó Wally Wackford. Sonriendo amistosamente - La verdad es que han sido los únicos que han sabido imponerla...
Se echan a reír todos en plan irónico. Sabiendo que estaban echándole flores, sin saberlo, a las normas del todopoderoso y sus ángeles.
- Vale, vale... - insistió el agobiado Blitzo. Intentando retomar el control del asunto para que lo oyeran - Pero aparte de todo eso sin importancia que habéis comentado... ¿Qué más ha hecho Dios por nosotros?
Se quedaron un rato en silencio. Hasta que el chófer que se acostó con Angel Dust añadió:
- Nos ha dado la paz...
- ¿La paz? - le soltó este. Poniendo cara de falsa incredulidad. Mirándolo en plan bacilón - Que te folle un pez...
Sin embargo, nada más decir eso, alguien llamó a la puerta. Sobresaltándolos a todos los presentes. Haciendo que alguno que otro por poco se cayera de su silla.
- Joder... - refunfuñó Blitzo. Dirigiéndose a la entrada - ¿Quien será? - esperaba que no fueran ninguno de sus hijos adoptivos. No quería que supieran que estaba contratando a becarios ahí a escondidas.
Pero, tras abrir la puerta, dando paso al gélido aire de la tarde, y descubrir a los nuevos recién llegados, deseó que hubiera sido Loona o Devilon los que hubieran ido a verle.
Frente a él, Alastor (quien tenía los zapatos sucios de arena), y Rosie, mirándole con ojos penetrantes, le preguntaron a la vez:
- ¿Tiene usted cita?
Y este, estremeciéndose por dentro, les contestó:
- No... Pero tengo un nabo muy bueno aquí mismo si lo deseáis degustar... Je je...
PD: lamento el lenguaje chabacano. Sólo trato de mostrar el humor agrio del personaje de Blitzo :)
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