Capitulo 30 - Reunión con los plebeyos
Desde que Vaggie ascendió a los cielos, transcurrieron apenas dos días de silencio en el hotel Hazbin.
Charlie no quiso salir de su habitación durante aquel tiempo. Y bajo ningún concepto dejó entrar a nadie para que la consolaran. Lo único que le apetecía era estar a solas. Llorando por su pareja.
Las heridas de Angel Dust fueron curadas por Husk y Nifty. Fue algo complicado. Pero al final lograron extinguir las infecciones. El pobre muchacho quedó como si no le hubieran golpeado. Estaba perfecto.
En un principio creyeron que la princesa jamás saldría fuera a hablarse con ellos. Ni siquiera para comer o beber. Cuando la mañana del tercer día, sucedió lo que todos esperaban preocupados.
Tras abrir los ojos por la entrada de la luz mañanera en el interior de sus aposentos, Charlie, retirándose el pelo de la cara, recordó que, durante la noche, había tenido un sueño muy extraño y aterrador.
En él sucedía que todos sus amigos estaban muertos. Crucificados en lo alto del monte calavera. Siendo ejecutados por órdenes de su padre. El cual, sobre su trono, llevado por un grupo de campesinos, reía feliz por lo que había hecho.
Antes de que terminara el sueño, una voz atronadora como un relámpago gritó a sus oídos:
- ¡Sálvalos a todos!
Y fue entonces cuando despertó de un salto. Aterrada y sudando a mares.
Ya era el tercer sueño raro que tenía desde que abandonó el plató de la reportera del 666. Y tanto dar vueltas en la cama la agobiaba mucho.
Se llevó las manos a la frente. Acariciándosela con suavidad.
Si estaba teniendo esas pesadillas sería por algo. También era verdad que lo correcto en esos momentos no era quedarse eternamente llorando por Vaggie. El señor Wally Wackford confiaba en ella. Y le dijo que si nació fue para una misión muy importante que debía de cumplir.
Se levantó y se dirigió a la ventana. Desde allí la ciudad parecía una especie de juguete roto. Todos los pecadores consumidos por el odio y la locura conviviendo con otros que a lo mejor no tenían culpa ninguna de estar allí. Como los plebeyos de las obras del otro día y sus "supuestos hermanos..."
No podía continuar haciendo eso. Escondiéndose para llorar por alguien que, por mucho que la echara de menos, ya estaba en un lugar mejor. Y ya no tenía por qué preocuparse por ella. Sino alegrarse de que se encontrara a salvo en el paraíso.
Así que, mirando al frente decidida, se olvidó por completo de sus penas y se preparó para vestirse. Con la intención de salir a visitar la zona de los obreros. Para reunirse con Miriam. Y aclarar las cosas.
Lo primero que se encontró para ponerse, sobre la silla de su escritorio, fue el traje rojo que se puso accidentalmente el otro día. Cuando se largaron del palacio de su padre.
Prometió no ponérselo. Ya que le avergonzaba llevar una vestimenta que le regaló un overlord al que ayudó. Pero como tenía prisa y no le importaba lo que llevara aquel día, se lo puso.
Le quedaba como un anillo al dedo.
Entonces, después de haber terminado de ponerse decente, abrió con precisión la puerta de su habitación y salió fuera. Dispuesta a comenzar a trabajar en la misión que los ángeles le habían confiado.
*
No tardó ni veinte minutos en llegar a la zona de las obras. En la cual Seviathan continuaba con la construcción de su nueva casa. Tratando a los esclavos con mano dura y rencor.
Fue acompañada por Angel Dust y el matrimonio de demonios Millie y Moxie. Los cuales decidieron seguirla. A pesar de que ella les había dicho varias veces por activa y por pasiva que lo que iba a hacer no era asunto de ellos.
Los capataces trataron de detenerla. Pero como era la princesa y temían que Lucifer los castigara por enfrentarse a ella, pues la dejaron entrar sin decir palabra.
Nada más adentrarse en medio de la desastrosa construcción, entre los que se encontraban trabajando, los ojos de Charlie dieron con su hermana. La cual estaba cargando sobre la espalda varias piedras pesadas. Que terminó descargando sobre un carro llevado por un muchacho con una cicatriz en un ojo.
- ¡Miriam...! - la llamó esta. Acercándose a ella a grandes pasos.
La pobre plebeya, un poco molesta por el dolor de su espalda, tras escuchar aquella voz familiar, volteó rápidamente.
No se podía creer lo que estaba viendo. Era su hermana. Había vuelto para visitarlos de nuevo.
- ¡Charlie! - exclamó con entusiasmo. Dejando lo que estaba haciendo para correr a su lado.
Las dos se acercaron la una a la otra. Mientras los demás las miraban sorprendidos.
Miriam tomó de las manos a la joven demonio y le sonrió tristemente. A punto de comentarle lo contenta que estaba por volver a verla. Pero ésta la interrumpió antes de que dijera nada.
- Miriam. Escucha... - agachó la cabeza avergonzada - Pe... Perdoname por lo que hice. Yo...
- Charlie...
- Fui... Fui una imbécil... No... No sabía quién era en realidad y...
La encantadora plebeya, dándose cuenta de que su hermana había descubierto su verdadero pasado, puso sus manos sobre las mejillas de esta. Y levantándole la cara hacia su vista, le susurró:
- Tranquila... - le sonríe con dulzura - Me alegra el saber que has vuelto para ayudarnos...
Charlie, enternecida por sus palabras, hizo el gesto de abrazarla. A pesar de que todos los ojos de los esclavos estaban fijos sobre su presencia.
Sin embargo, Seviathan irrumpió en la escena. Abriéndose paso entre los que se encontraban trabajando sin descanso. Apartándolos de su camino como si fueran otra cosa menos seres humanos.
Tras verlo, Miriam se escondió detrás de su hermana. Con temor a que fuera a pegarle.
Angel Dust y los otros dos tortolitos acudieron a su ayuda. Poniendose delante. Mirando al joven overlord con cara de pocos amigos.
Cuando hubo llegado al lugar, Seviathan, mirando con mucho odio a su ex novia, enfurecido por cómo la adoraban sus esclavos, se puso a cantarle su decepción ante lo que veía.
SEVIATHAN
Me parece realmente extraño
Que una noble como tú
Quiera perder
Su tiempo en esa mujer
Miriam agachó la cabeza. Sintiéndose intimidada por ese niñato despreciable que tan mal los trataba.
SEVIATHAN
Comprendo que le tengas compasión
Pero si alguien ve
Lo que hace aquí
¿Qué ibas a decir?
El resto de esclavos observan la escena muy curiosos. Sin perder de vista a Charlie. La cual estaba poniendo a su hermana detrás de ella.
SEVIATHAN
No es que me importe su oficio ni su existencia...
Pero, ¿qué tiene ella que ver, con lo que dices que hay que hacer?
La plebeya se dejó caer de rodillas al suelo. Sintiéndose mal por lo que le estaba diciendo. Lo que hizo que Charlie posara su mano sobre la cabeza de esta. En señal de que no iba a dejar que continuara insultándola.
- "Es una prostituta..." - pensó para sí Angel Dust. Adivinando entonces lo que estaba diciendo el joven overlord. El caso era que le sonaba de haberla visto alguna vez con Valentino - "Esa chavala es..."
Seviathan quería convencer de alguna manera a la princesa para que dejara de juntarse con esos desgraciados que no servían para nada.
SEVIATHAN
Tienes que ser más consecuente
Ella puede dar razón a nuestra detención
Entonces, Charlie, poniendose seria, dejó atrás a sus amigos, quienes la estaban defendiendo, para evitar quedar como una cobarde, y se le encaró al vil demonio. Acercándose a él a grandes pasos. Enfadada por que se metiera con Miriam.
CHARLIE
¿Quién eres tú para criticarla?
¿Quién eres tú para despreciarla?
Déjala, déjala en paz, déjala... Conmigo está
Sus ojos se tornaron al rojo vivo. Y unas llamas comenzaron a rodearla. Asustando a los presentes.
- Charlie... - murmuró este. Viendo que se lo estaba tomando muy en serio - Basta ya...
CHARLIE
Si no has pecado, arroja tu piedra
Si tienes culpa, déjala en paz...
- ¡Charlie! - le insistió - ¿¡Pero qué coño te...!?
Esta se transforma en su forma demoníaca y le da un empujón a Seviathan en el pecho. Tirándolo al suelo embarrado. Dejándolo en ridículo delante de todos.
CHARLIE
¡DÉJALA EN PAZ!
Se hizo el silencio.
El resto de obreros dejaron de trabajar para observar lo que estaba pasando.
La enfurecida demonio se quedó un momento mirando a su ex novio con las pupilas dilatadas. Deseando despedazarlo con sus propias manos por lo mal que había tratado a su hermana y a los demás que trabajaban para él.
Pero como eso sólo empeoraría las cosas, dejándola a ella como la asesina despiadada, además de que no quería que ocurriera lo de la última vez con el capataz al que mató sin quererlo, suspiró para controlarse.
Señaló con el dedo al humillado overlord y le dijo con una voz grave y siniestra:
- No vuelvas a meterte con ella si no quieres que te parta el culo... ¿Me has oído?
Y de golpe, volvió a su estado normal de siempre.
Se dirigió a Miriam y la ayudó a incorporarse del suelo con delicadeza. Tomándola de las manos. Mientras Angel Dust y la parejita la miraban sorprendidos por lo que había hecho. Acababa de amenazar de muerte a un noble. Y poniéndose en plan rebelde. Eso no era propio de ella.
Acto seguido, Charlie, muy amablemente, le dijo a la joven esclava:
- Guíame hasta el pueblo donde vives... Quiero saber más sobre mi pasado...
Esta, incrédula de que le dijera eso, asintió con algo de entusiasmo. Y agarrándola del brazo, la llevó hacia donde se alojaba con el resto de los esclavos.
Charles, el hermano de Miriam, viendo la situación, decidió seguirlas. Por si acaso se metían en otro lío. Abandonando su puesto.
El resto de los obreros, viendo llenos de ilusión a la figura de Charlie, teniéndola en sus mentes como la liberadora de la profecía, también hicieron lo mismo que Charles. Dejaron lo que estaban haciendo y la siguieron. Como un rebaño de ovejas a su pastor.
Los capataces no dijeron palabra porque se sentían intimidados por la furia de la princesa. Si intervenían para castigar a esos condenados, probablemente ella arremetería contra ellos.
Conforme el grupo se iba alejando de la zona de las obras, Seviathan fue incapaz de levantarse del suelo y exigirles que volvieran si no querían sufrir un castigo severo. El hecho de que Charlie, su ex novia, lo hubiera ridiculizado, dejándolo como un auténtico cobarde, le daba mucha rabia.
Pero no todo estaba perdido para él. Sus padres eran muy amigos de Lucifer. Cuando les contara lo que había pasado ese día, harán todo lo posible para que los malhechores paguen por su mal respeto. Incluso a lo mejor la listilla de la princesa sea castigada por su propio padre.
Al pensar eso, este se quedó más tranquilo. Tenía la oportunidad de salirse con la suya.
Así que, mientras el grupo se dirigía al barrio de los pobres, Seviathan se incorporó y corrió en dirección a la mansión de Frederick. Dispuesto a chivarse de lo sucedido. Sonriendo con odio por lo mal que lo iban a pasar esos degenerados.
Sin embargo, ninguno de los presentes se dió cuenta. Pero Alastor, escondido tras unos andamios, había presenciado toda la escena. Impactado por cómo alababan esa panda de plebeyos idiotas a la pequeña e indefensa princesa. Tratándola con tanto respeto y educación. Como si se tratara de una divinidad o algo así.
No se creía lo que había visto. ¿Por qué de repente se ponían en ese plan con ella? Cuando al quien le tenían que tener respeto era a él y a los de su linaje.
Recordó entonces las palabras del padre de Seviathan.
- "Se rumorea desde hace semanas que esa chica probablemente sea la elegida de dicha profecía..."
Él ya lo sospechaba de antes. Pero no lo sabía a ciencia cierta. Además, todavía no estaba muerto el día en el que sucedió ese acontecimiento. Incluso puede que en el mundo de los vivos ni siquiera hubiera nacido todavía. Con lo cual, no pudo contemplar tan maravilloso desastre.
Ahora lo comprendía todo cuanto pasaba. Por eso ella estaba tan empeñada en que todos fueran buenos. Porque, según la profecía, ese "demonio bueno" liberaría a los pecadores que se lo merecían de la esclavitud del rey.
Muy sigilosamente, dándole vueltas al asunto en su cabeza, fue a seguir a escondidas a Charlie y a sus nuevos seguidores. Atento a lo que hacían y hacia dónde se dirigían. Cuanto más supiera sobre lo que querían hacer más datos curiosos tendría para luego contárselo a Lucifer y a los overlords.
Tenían que conocer lo que escondía esa chica.
*
Seviathan entró en la casa de su familia lo más rápido que pudo. Sudando la gota gorda por las largas horas que había estado bajo el sol aquella mañana. Sin camisa y todavía con una cinta blanca enrollada alrededor de su cabeza.
Con la intención de ir en busca de su padre, subió las escaleras en dirección a la sala de estudio. Lugar donde Frederick solía trabajar o reunirse con alguien importante.
Sin embargo, nada más entrar a la habitación, se encontró con una pequeña sorpresita que lo dejó a cuadros. Más que a cuadros, traumatizado de por vida.
- Ah... Ah... ¡Ah! ¡Dame más, Fred...! ¡Dame más!
- Ah... Calla zorra... Ah... ¡Hago lo que puedo! Ah...
- Ah... Eso no es nada... Ah... Cumple los sueños de tu querida esposa... ¡Maldito bastardo! ¡Aaaah!
- Ah... Bethesa... Yo como demonio tengo mis límites...
- ¡Ah...! Me da igual... ¡Vamos!
Acababa de pillar a sus padres teniendo sexo sobre el escritorio. Lo estaban haciendo por detrás. Y eso no es algo demasiado encantador para los ojos de un hijo. Especialmente para un adolescente como lo era él.
Como veía que no se habían dado cuenta de su presencia, Seviathan, tratando de no retorcerse de asco, carraspeó y dijo por alto:
- ¡Papá...!
Los dos se giraron hacia él. Sobresaltados por su repentina aparición. Y rápidamente se retiraron el uno del otro. Muy avergonzados. No se esperaban que regresara del trabajo tan pronto.
- Igh... ¡Hijo! ¿Qué haces aquí? - exclamó su madre. Mientras se subía de nuevo el escote y se ponía bien su melena alborotada. Poniendose en pie de un salto. Apartando a su marido de encima suya de un empujón.
- Eso... - murmuró Frederick. Fastidiado de que le cortara el rollo - ¿Cómo es que has vuelto a estas horas? - se fue subiendo los pantalones - ¿Ha pasado algo en la construcción o qué coño?
Este, tratando de olvidarse de lo que había visto, tubo la intención de comentarle lo que había pasado.
Sin embargo, justo estaba de abrir la boca para comentarlo, cuando Helsa, su hermana, irrumpió de golpe en la habitación. Renegando en plan exagerado:
- ¡Un puto pájaro se ha cagado encima de mi vestido nuevo, papá! - da una patada en el suelo furiosa - ¡Si no fuera por tu mierda de idea de construir tu mansión en este lugar apestoso no me habría pasado ésto!
Frederick, olvidándose entonces de la tremenda aparición de su desconcertado hijo, se dirigió a la consentida muchacha a grandes pasos. Y acariciándole las manos con cariño, le dijo muy suavemente:
- Tranquila, mi dulce flor del desierto... Te compraré otro y mejor que el anterior...
El pobre Seviathan se quedó de piedra. Con la boca medio abierta. Como si lo hubieran pausado con un mando a distancia. Era como si de repente lo hubieran olvidado. Y así fue.
- ¡Es ésta mierda de sitio! - se echó a llorar la muy consentida. A pesar de que ya era una mujer adulta - ¡Algún día pillaré alguna enfermedad que me pegarán esas ratas esclavas!
- Vamos... - se la lleva fuera. Pasándole el brazo por sus huesudos hombros - No llores...
Bethesa, llevándose una mano al pecho, afectada por el sufrimiento de su amada niña, fue tras ellos. Arrastrando su negro vestido por los pasillos.
Tenía pegado un folio en el trasero donde ponía en letras mayúsculas de color rojo: FUCK ME. Seguramente eso lo habría escrito ella para poner cachondo a su marido.
Cuando la feliz familia se hubo marchado, Seviathan, quedándose sólo, miró para la ventana de cristales rojizos de la sala.
Ahí fuera todavía había obreros trabajando. Eran innumerables.
- Bueno... - murmuró pensativo. Cruzándose de hombros - No creo que ella y sus seguidores aguanten mucho... Lucifer los terminará deteniendo... - se pone serio - Pero espero que ella sufra las consecuencias como es debido... Será como eliminar a la reina en un tablero de ajedrez... - sonríe - Un objetivo eliminado del mapa...
Pero por otro lado, no deseaba que sufriera un severo castigo. Quería encontrar alguna manera de frenarla sin necesidad de que le hicieran daño. Sólo darle un pequeño susto... ¿Pero cuál?
Conforme se puso a darle vueltas a aquél asunto, tomó una copa del mini bar de su padre y se sirvió un buen vino.
Dándose paseos en soledad por la desolada habitación.
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