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Capitulo 28 - La ascensión

Vaggie se encontraba en la última planta del hotel. En el terrado. Dando varias vueltas por el lugar nerviosa. Mordiéndose las uñas. No hacía más que pensar en su novia. Y en lo mal que lo estaba pasando por el incidente que ocurrió antes en las obras de la casa de Seviathan.

Dejarla sola no había sido la mejor opción. Pero era lo que ella necesitaba. No le apetecía estar con nadie. Ni siquiera acudir a su consuelo. Sólo necesitaba estar un rato sin compañía. Desahogarse un poco. Se lo había pedido. Así que por el momento lo único que tenía que hacer era esperar a su regreso.

¿Pero y si no volvía? ¿Y si le había pasado algo?

En un principio, la joven demonio polilla quiso hacer el gesto de bajar a buscarla. Sin embargo, recordó entonces lo último que le dijo Charlie antes de marcharse llorando.

- "Yo ya no sé cuál es mi casa..."

Era cierto. Desde que salieron del palacio de Lucifer, la princesa no había hecho más que dudar sobre su pasado. Dar a entender que no era la verdadera hija del rey. Y eso la dejaba muy confusa. ¿Se podía saber a qué venía todo eso? ¿Quien se lo habría dicho? ¿Alastor? ¿De dónde se había sacado tal disparate?

- Charlie... - murmuró. Dándole vueltas a ese asunto - Cuánto me gustaría saber qué es lo que te está llevando a pensar en esas cosas...

Miró por un instante las vistas de la ciudad que tenía desde ahí arriba. La lluvia le daba a todo un ambiente fúnebre.

Ese lugar no era el adecuado para que una chica tan alegre y optimista como Charlie viviera. Ya tenía muchos traumas por tanto sufrimiento que había visto en su hogar. Si ese sueño inalcanzable que tiene pudiera cumplirlo...

Lo triste era que lo tenía imposible. Y la propia Vaggie lo sabía. Pero por no hacerle sufrir a su querida novia pues la apollaba a pesar de todo.

Y ya estaba harta de seguir fingiendo esperanzas. Era imposible que pudieran lograrlo. Tenía que hablar con ella y darle a entender que eso, aunque le doliera, no podía ser posible.

- Tengo que detenerla... - murmuró entre dientes. Decidida a dar fin a la locura a la que estaba llegando la idea del hotel.

Pero justo estaba a punto de salir corriendo a buscarla, cuando de repente, unas nubes negras rodearon la planta alta en donde se encontraba. Cubriéndola entera. Nublando su vista.

Ésta se quedó mirando el cielo sorprendida. Jamás había visto nada semejante.

Entonces, sin venir a cuento, unas voces endulzadas y suaves resonaron a su alrededor. Dando unos cánticos que maravillaban con sólo oírlos. Lo que hizo que por poco le diera un vuelco al corazón.

¿Qué estaba pasando?

Las nubes comenzaron a rodearla poco a poco. Pasando del tono negro al azul.

*
No muy lejos del hotel, Charlie y la pareja de demonios estaban ayudando al herido Angel Dust a mantenerlo en pie. Pretendían llevarlo a casa para curarle.

Pero apenas hicieron el intento de proseguir con su camino, cuando unas palabras de la reportera del 666, la cual estaba hablando a través de unos televisores instalados en unos escaparates frente a ellos, hizo que la princesa se detuviera en seco. Haciendo que por poco Angel se cayera de bruces.

- Últimas noticias, televidentes del más allá... - decía - En éstos momentos está teniendo lugar la ascensión anual... Consiste en que los ángeles del cielo, aprovechando el permiso de Lucifer por su cumpleaños, abren una brecha entre el cielo y el infierno para llevarse a un pecador solamente y darle una plaza más en el paraíso... ¿Quien será el afortunado esta tarde? Pues...

Charlie se giró a los televisores de la tienda. Curiosa por saber quién sería el nuevo ángel en esa ocasión. A lo mejor iba a ser uno de sus huéspedes. Eso le alegraría mucho. Siempre y cuando no fuera...

- Vamos a ver de quién se trata... - acto seguido, dieron paso a unas imágenes un tanto borrosas grabadas desde un helicóptero. Y en ella podían verse unas nubes celestes rodeando el hotel. Y entre la espesura, el cámara pudo captar a la joven demonio polilla. Quien en esos momentos blandía su inseparable lanza con valentía.

A Charlie por poco estuvo de darle un infarto de los buenos. Eso era lo que temía que sucediera. Su novia había conseguido redimirse por completo. Y se la iban a llevar de su lado.

- Bueno, bueno, bueno... - murmuró la presentadora. Sonriendo - No sabía que el "quien ya sabéis" permitiera entrar a su reino a bolleras... ¡Ja ja ja ja ja ja...!

Mil risas resonaron en el plató del programa. Retumbando en las cajas tontas de la tienda.

La desesperada Charlie, sabiendo que si se la llevaban no podría volver a verla nunca más, soltó a Angel Dust, arrojándolo con poco cuidado encima de la pareja de demonios, y salió corriendo en dirección al hotel. Pensando sólo y exclusivamente en su querida Vaggie.

- ¡Charlie! ¡Espera! - trató de detenerla Moxie. Pero no le escuchó. Y desapareció de su vista.

- Mierda... - murmuró Angel. Tras escuchar lo que había dicho la reportera de las noticias.

*
Las espesas nubes rodearon a Vaggie. La cual lo único que se le ocurrió fue armarse con su inseparable lanza y soltar maldiciones por lo asustada que estaba.

Mil ojos blancos se abrieron por todas partes. Clavando su mirada en la nerviosa muchacha.

- Mierda, mierda, mierda... - gruñía. Apretando los dientes - ¿Qué porras es ésto? Joder...

De pronto, un aura azul, similar a una cascada, descendió de los cielos. Cayendo casi al lado de ella. Mientras las voces melodiosas seguían cantando. Como un coro de iglesia.

A simple vista, parecía algo hermoso. Daba ganas de tocarlo. En el infierno no era normal esa clase de colores tan llamativos y alegres.

Vaggie, llevada por la curiosidad, pero sin bajar la guardia, se acercó a esa extraña cascada azulada y brillante. Mientras unos fuegos fatuos descendían de arriba. Volando por encima de su cabeza.

Sin saber qué hacer o cómo tratar de explorar esa clase de cosa extraña, la chica no se lo ocurrió otra forma que tocarla usando la punta de su lanza. Para comprobar si se trataba de algo líquido o de una especie de energía extraña que podría quemarle a cualquiera la piel.

Sin embargo, apenas la había rozado con el pincho de su arma, cuando de pronto, la cascada estalló en una luz amarilla increíblemente fuerte. Levantando un fuerte aire y dando paso a unas imágenes celestiales que se proyectaron en el cielo.

Las voces melodiosas se intensificaron tras tal alumbramiento.

*
La onda expansiva de la luz angelical hizo estallar varias ventanas del hotel y de varias casas de alrededor. Tumbó también algunos mercadillos instalados en la ciudad e hizo que se cayeran para atrás varios demonios que paseaban por la calle. Entre ellos Devilon, Blitzo y los demás. Que no se esperaban tal suceso. Y tuvieron que aferrarse al suelo. Asustados por lo que estaba pasando.

Charlie también tropezó tras sentir cómo esa energía le atizaba la cara. Pero eso no le impidió proseguir con su camino. Se levantó rápidamente y continuó corriendo sin pausa.

*
Vaggie fue capaz de mantenerse en pie a pesar de lo potente que llegó a ser aquella fuerza descomunal. Y a causa de la potente luz blanca que lo alumbró todo, tuvo que cubrirse su único ojo para evitar quedarse ciega del todo.

Había perdido su lanza. Después de que tocara con ella la cascada transparente que estalló en mil luces brillantes, ya no la tenía entre sus manos. Probablemente se habría desintegrado.

Cuando pudo acostumbrarse más o menos al alumbramiento de su alrededor, pudo mirar sin problema lo que ahora la tenía acorralada.

Un reluciente manto de color dorado. En el cual varios fuegos fatuos azulados y llameantes revoloteaban felizmente. Descendiendo hacia donde se encontraba ella.

Arriba, en lo alto del cielo, Vaggie, que no era capaz de expresar ninguna emoción en esos momentos por lo impactada que estaba, vio a unas figuras blancas, de aspecto humano, con unas alas plateadas enormes en sus espaldas.

Estaban asomados como detrás de una grieta. Y de dicha grieta emanaba el manto dorado y los fuegos fatuos que la estaban rodeando.

No cabía duda. Nunca llegó a pensar que lo vería en alguna etapa de su eterna vida. Pero allí estaba.

Era una apertura hacia el paraíso.

*
La desesperada princesa llegó al hotel más rápido de lo que se esperaba.

Ahí fuera se encontró con Husk, Nifty y la demonio oveja Laila. Quienes parecía ser que habían salido a ver qué sucedía por el barullo que se estaba formando.

Tras verlos, esta no les dijo nada. A pesar de que ellos intentaron preguntarle sobre lo que pasaba. Simplemente alzó la cabeza hacia el terrado del hotel. Completamente cubierto por unas nubes luminosas brillantes.

Entonces, transformándose en su forma demoníaca, dio un salto y voló hacia arriba (sintiéndose más ligera que una pluma). En busca y rescate de Vaggie. Para al menos poder despedirse de ella al saber que no volvería a verla si ascendía a los cielos.

Cruzó la neblina, adentrándose en el interior de aquellos luminosos nubarrones. Y aterrizó con la punta del pie derecho tocando el suelo. Con mucha facilidad y elegancia.

Acto seguido, a pesar del tremendo brillo del lugar que intentaba nublarle la visión, ella pudo ver sin molestia alguna. Y tras girar en redondo un par de veces, buscando de alguna manera la figura de su pareja por alguna parte, al fin pudo encontrarla.

Sí. Era Vaggie.

Pero estaba muy cambiada. Ahora su cuerpo era brillante. De un tono amarillo claro. Y unas llamas celestes de fuegos fatuos la estaban rodeando. Levantándola poco a poco del suelo.

- ¡Vaggie! - gritó esta. Corriendo a su lado.

- Charlie... - murmuró. Ahora con una voz más dulce y melodiosa que la que tenía antes.

La ahora demonio casi ángel la recibió en sus brazos. Abrazándola con fuerza. Acariciándole sus cabellos con ternura.

La pobre princesa no dejaba de llorar. Porque sabía que en cuanto subiera al cielo no podría volver al infierno para visitarla. Y ella tampoco podría entrar al paraíso. No tenía acceso a él al ser un demonio. Con lo cual, ese iba a ser el último adiós para ambas amantes.

- Vaggie... - sollozaba tristemente. Sintiendo como si los brazos de su novia le quemaran la espalda - No... ¡No quiero que te vayas...! ¡No puedo vivir sin ti...! ¡Estaré muy sola si tú te vas...! ¡Yo no...!


Pero la joven polilla la silenció con un simple siseo. Y después, mirándola a la cara con su ojo lleno de lágrimas azules oscuras, le dijo con una sonrisa triste:

- Adiós, mi vida...

Entonces, tras decir su apenada despedida, los fuegos fatuos la tomaron de los brazos y la hicieron ascender hacia arriba. Separándola de la princesa. Quien tuvo un intento fallido de volver a agarrarla para evitar que se fuera.

Conforme subía, un aura blanca comenzó a cubrirla de arriba a abajo. Hasta tomar la forma de una crisálida.

- ¡Vaggie! - chilló Charlie. Alzando los brazos hacia arriba. Aterrada porque se la estuvieran llevando para siempre de su lado.

De repente, a los pocos segundos, la crisálida se deshizo por completo. Convirtiéndose en purpurina brillante que calló como confeti sobre Charlie. Y tras ella, surgió la ahora transformada demonio polilla.

Piel blanca, melena rubia brillante, grandes alas, largas extremidades...

Se había convertido en un ángel. En una criatura celestial hermosa y fuerte.

Charlie no se lo podía creer. Jamás pensaría que vería a un demonio redimirse. Y menos que el primer afortunado sería su querida novia.

Vaggie, desde lo alto del cielo, miró por última vez a su amada. Con un gesto de melancolía. Y después alzó el mentón hacia el cielo. En el que cada vez estaba más cerca de llegar.

Cuanto más cerca estaba, más visibles se le hacía las figuras de los ángeles que la estaban esperando para darle la bienvenida como recién llegada.

En un principio sintió miedo. Pues el que la aparten del mundo en el que se acostumbró a vivir durante mucho tiempo, a pasar a estar en otro muy diferente, con gente nueva, pues le resultaba muy arriesgado para ella.

Pero al instante, sabiendo que eso era lo que Charlie quería, que todos ascendieran para lograr la purificación del alma, pues dejó atrás sus miedos. Y miró hacia su nuevo hogar decidida a entrar. Feliz de que hubiera conseguido alcanzar el perdón de Dios por sus semanas de penitencia.

Entonces, una mano blanca, de uno de los ángeles que la esperaban, fue extendida hacia la ahora ángel Vagatha. Y esta, sonriendo de que su alma de una vez por todas pudiera descansar en paz, tomó aquella mano sin temor.

Y cruzó el portal. Entrando al reino celestial de inmediato. A iniciar otra vida. Lejos de la persona que amaba...

Tras hacerlo, la grieta abierta en el cielo infernal se cerró de golpe. Llevándose la luz dorada y brillante para arriba. Callando las voces angelicales de un zarpazo. Dando pie a una oscura tormenta de lluvia suave que cubrió toda la ciudad. Dejándolo todo en un terrible silencio sepulcral.

Charlie, incrédula de que acabara de redimirse su novia, la única persona que la había querido y dado su apoyo durante tanto tiempo, a la que seguro que no volvería a ver nunca más, se dejó caer de rodillas en el suelo. Con la cabeza gacha.

Y llevándose las manos al rostro, lloró en silencio.

Nifty y los demás aparecieron en la escena. Sin comprender el motivo de las nubes celestes que hace un momento cubrían la azotea del hotel. Pero cuando vieron a la triste princesa no hicieron nada por darle consuelo.

Simplemente se quedaron ahí mirándola. Preguntándose por qué de repente se ponía a lloriquear.

Mientras tanto, la lluvia caía suavemente sobre los tejados de las casas de la ciudad.

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