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Capitulo 22 - Los obreros

Charlie no le dijo nada a Vaggie ni a los demás sobre lo que acababa de descubrir acerca de su pasado. Pues no sabía si se lo iban a tomar a risas o si se iban a llevar una impresión demasiado grande.

Durante el viaje de vuelta al hotel Hazbin, Angel Dust y Nifty no hicieron más que hablar por los codos sobre lo que ponía en primera plana en los periódicos de la mañana. Decían que anoche se produjo una de las mayores macro fiestas en la ciudad. Y que hubo una serie de robos y asesinatos incontables.

Si Charlie hubiera estado puesta en el tema que hablaban habría reaccionado poniendo cara de espanto y murmurando lo triste que era eso. Pero al encontrarse dentro de sus confusos pensamientos, no les prestó atención para nada.

Estaba ese día tan distraida, que ni tampoco se había dado cuenta de que se había puesto sin saberlo el traje rojo que le hizo Alastor aquella ocasión en la que lo curó de sus heridas.

Menos mal que no se enteró hasta muy tarde.

Ninguno lo sabía. Pero ella le había pedido al chófer de la limusina que los llevara a la zona de las obras de Hell City. Punto en el que se concentraban los esclavos trabajadores.

Quería buscar respuestas acerca de la misteriosa profecía y lo que dijeron los ángeles a la hora de escogerla a ella como la elegida. Y sabiendo que esa pobre gente era el grupo de pecadores más honrado de todos los demás y que creían en ese rumor con todo su corazón, podrían explicarle algo acerca de ese tema.

Además, sus "supuestos" hermanos probablemente estarían allí trabajando. Si se los encontraba, tendría la oportunidad de pedirles perdón por lo mal que se portó con ellos el otro día. Y a lo mejor podría convencerlos para que se fueran con ella al hotel.

Era una maravillosa idea.

Pero... ¿Saldría bien?

*
Esa mañana soleada, Seviathan se estaba ocupando de dirigir las obras de un nuevo monumento que se iba a levantar. El cual dentro de poco se convertiría en una nueva mansión para él solamente.

Lucifer le había consentido tal honor. Pues eran muy buenos amigos. Y a pesar de que le hizo daño en el pasado a la princesa, no parecía que al rey le importara eso tanto como para no seguir viéndolo.

El joven demonio se encontraba bajo una sombrilla que llevaba una esclava. Tenía los planos de la obra sobre la mesa. E iba dándoles indicaciones a los capataces para que comprobaran que todo iba como él quería.

Iba sin camisa. Con el torso al descubierto. Debido al calor que hacía. Y alrededor de su cintura llevaba un látigo por si acaso tenía que castigar a un esclavo que no estaba dando lo mejor de sí en su trabajo. O simplemente porque le apetecía meter caña a alguno de ellos.

- Bien... - contempló los primeros resultados de la casa que estaban construyendo. Y se pasó la mano por su sudorosa frente - Todo va sobre ruedas...

Pero justo acababa de decir eso, cuando una limusina de color rosado aparcó enfrente de las obras. Lo que hizo que este entrecerrara los ojos con gesto de molestia.

Cuando vio descender del coche a Charlie y a sus amigos, casi estuvo de formarsele un nudo en la garganta.

- ¿Qué hacen esos aquí? - murmuró furioso.

Apenas la linda muchacha se había metido en medio de las obras de la mansión de Seviathan, ignorando los reproches de Vaggie por haberlos llevado a ese lugar sin decir nada, cuando uno de los obreros, un anciano de aspecto débil, exclamó emocionado:

- ¡Ahí está! - la señaló con el dedo - ¡La elegida!

Entonces el resto de trabajadores se giraron para verla. E inmediatamente dejaron lo que estaban haciendo y corrieron hacia ella.

Al ver a esa multitud de esclavos alegres acercarse, Vaggie se puso en medio de su pareja para defenderla. Pero esta, dándole una palmada en el hombro, le susurró al oído:

- Tranquila... Lo tengo controlado...

Entre tanto, Angel Dust y Nifty contemplaron la situación con gesto de curiosidad. No se esperaban tan amistoso comité de bienvenida.

En donde se encontraba Seviathan, uno de sus capataces hizo el gesto de ir para allá a poner orden. Pero el chico lo detuvo. Y le dijo por bajo:

- Espera... - sonríe - Quiero ver lo que pasa...

La multitud formó un corro alrededor de ella y de sus tres acompañantes. Apiñandose unos con otros. Como si se trataran de personas importantes. Y al mismo tiempo, todos empezaron a balbucear cosas incomprensibles.

Para intentar calmar el asunto, Charlie hizo un gesto con ambas manos en señal de que guardaran silencio. Y sorprendentemente le hicieron caso a su orden. Al instante todos estaban callados.

Ella se quedó incrédula al principio. Pero igualmente continuó con lo que quería hacer. Así que, haciéndose ver entré tantos ojos puestos en su presencia, dijo elevando la voz:

- ¡Sé por lo mucho que estáis pasando! ¡Y sé que me conocéis...! - se puso seria - ¡Pero yo apenas me conozco a mí misma...!

- Charlie... - murmuró Vaggie incrédula por las palabras de esta - ¿Qué cebollas estás haciendo?

Pero esta no le hizo ni caso. Como de costumbre. Y siguió hablando.

- ¡Hace apenas cinco horas he descubierto una cosa...! - se vuelve hacia unos andamios que cubrían parte de un monumento a medio acabar. Y da la casualidad de que allí capta a Miriam y a Charles. Quienes la miraban boquiabiertos - Que no soy hija de aquel a quien llamaba padre...

Sus amigos y el resto soltaron una exclamación. Pues les resultó sorprendente que ella fuera capaz de decir eso en voz alta. Sin miedo alguno.

- Vaya... - murmuró Angel Dust, cruzándose de hombros. Todavía sin creerse lo que había dicho la chica - Ésto se pone interesante...

Vaggie, sin comprender por qué decía eso, intentó mandarla callar. Pero como quería saber más sobre el por qué de esa aclaración, cerró la boca.

Y la princesa continuó.

- ¡La noche en la que nací...! - no perdió de vista a sus hermanos en lo que quedó del discurso que estaba dando - ¡Una profecía se cirnió sobre el infierno...! ¡Y de todos aquellos recién nacidos que mandó el rey ejecutar para impedir que se cumpliera...! - pone su mano derecha sobre su pecho - Sobreviví yo...

Todos los esclavos estallaron en gritos de júbilo. Emocionados de que por fin se haya logrado encontrar a ella misma. El alcalde del poblado tenía razón. Lo había conseguido descubrir.

- ¡Os prometo de antemano...! - prosiguió. Sintiendo que se le saltaban las lágrimas de la emoción - ¡Que os ayudaré en vuestro sueño...! ¡Y haré que se cumpla la profecía! - da un paso al frente y alza su puño derecho hacia arriba - ¡Os daré la libertad!

Los esclavos la vitorearon muy alegres. A pesar de que se encontraban en jornada laboral. Y que si no se ponían a trabajar lo pagarían todos muy caro.

Sin embargo, el rollo fue cortado por Vaggie. La cual agarró a su novia del brazo y se la llevó frente a su presencia. Por su actitud, parecía estar asustada e impresionada. Nunca llegó a pensar que la princesa terminaría perdiendo el juicio de esa manera.

- Charlie... - la miró fijamente - ¿Qué haces? - mira por el rabillo del ojo a los obreros - ¿De qué va todo ésto? ¡Dime!

Ésta, acariciándole los hombros con gesto de cariño, le respondió sonriendo:

- Es muy difícil de explicar... - suspiró - Anoche descubrí muchas cosas sobre mi pasado... Mi verdadero pasado... - pone cara triste - Padre me lo contó todo... Madre comprendió mi pesar... Pero me ama a pesar de que no sea su hija... - se vuelve a la multitud - Y ahora que sé cuál es mi destino y por qué vine a este mundo - se gira de nuevo a ella. Mirándola con los ojos brillantes - Me siento con más valentía para cumplir con mis objetivos...

Vaggie, preocupada, le contestó:

- ¿Por qué no me lo dijiste?

Y ella sonrió y le dijo:

- Pensé que no te lo creerías...

Ambas se lanzaron unas lindas miradas que las hicieron sentir un cosquilleo en su interior. Sabiendo las muchas cosas bonitas que se estaban diciendo con sólo mirarse a los ojos.

Sin embargo, el momento lindo de pareja, desgraciadamente, fue interrumpido por la voz de uno de los esclavos. Quien con algo de coste le preguntó a Charlie:

- Sólo una cosita, alteza... ¿Qué va a pasar de hoy en adelante?

Charlie, aún sujetando a su novia de los hombros, no supo que contestarle a eso.

- Eso... - murmuró otro. Un chaval que rondaría los treinta años - ¿Qué será de nuestro destino?

- Mmmm... - se quedó en duda - Pues...

Al quedarse tan callada y no contestar a lo que le estaban preguntando, los obreros, mirándose unos a otros, se acordaron de que ella se suelta más cuando canta. Entonces, lanzándose todos gestos de confianza, acercándose un poco a ella y a sus tres amigos, comenzaron a seguir preguntandole. Pero ésta vez cantando. De tal modo que le conseguirían tirar de la lengua.

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