Capitulo 20 - Sólo eran esclavos
Despertó de nuevo en el pueblo de la pesadilla anterior que tuvo cuando el día de la desastrosa entrevista. Rodeada de pequeñas chabolas, apiñadas unas con otras, que estaban siendo eclipsadas por las sombras de los ángeles exterminadores.
Volvió a repetirse lo mismo. Overlords entrando en los hogares de los plebeyos y arrebatándoles a los recién nacidos de los brazos de sus madres. Con la intención de acabar con sus vidas.
Por un segundo creyó que se encontraba atrapada en las pinturas del templo sagrado.
Entre tanta masacre, divisó de nuevo a la misteriosa señora y a sus hijos huyendo de la matanza. Y su vista se clavó en ellos.
A pesar de lo que estaba pasando, sabiendo que sólo era un sueño, un sueño demasiado real para no ser verdad, mantuvo su valor firme. Y fue tras los pasos de la mujer y los dos niños.
Los siguió como pudo. Corrían demasiado rápido. Cruzando las profundas calles desproporcionadas del pequeño pueblo y dejando atrás la ciudad. Logrando así darles esquinazo a los perseguidores.
Se adentraron en un pantano lleno de pequeños árboles y matorrales. Hasta que al final, los tres se pararon en seco frente a un pequeño río cristalino y rodeado de algas.
A partir de ahí, Charlie comenzó a recordar la escena en la que la dejaban en una cesta y la arrastraban río abajo. Ahora todo tenía sentido. Eso era lo que verdaderamente pasó. La niña que estaban salvando de las garras de los ángeles exterminadores y los overlords asesinos...
Era ella.
De repente, la mujer que cargaba al bebé se giró hacia ella. Como si la hubiera visto. Tenía los ojos vidriosos y las mejillas húmedas por sus lágrimas.
Ahora que se paraba a mirarla, Charlie pudo notar rasgos familiares en su cara. Era como ella. Sólo que de cabellos negros y de piel oscura. Además de eso, aparentaba ser más joven de lo que era en realidad.
Dicha señora, clavando su mirada en ella con expresión de angustia, alzando el brazo hacia donde se encontraba, murmuró:
- Charlie...
Y esta, sin ser consciente de sus acciones, le contestó con voz temblorosa:
- Madre...
Acto seguido, todo se tornó a negro y...
*
- ¡Ah...!
Despertó de golpe. Alzando la cabeza y abriendo los ojos de par en par.
La frente la tenía empapada de sudor. El pelo se le quedaba pegado en la cara. Y sus mejillas estaban húmedas. ¿Había estado llorando mientras dormía?
Se frotó la sien confusa.
- Ay, no... - dijo para sí. Notando una pequeña punzada en su corazón - Es cierto... - se intentó poner en pie lentamente. Pero sus piernas no le respondían. Por lo que se quedó arrodillada en el suelo. En dirección al cuadro donde salía ella de pequeña junto a su madre - Lo que me dijo esa chica era...
Pero apenas acababa de terminar la frase, cuando una mano fría se posó en su espalda. Haciendo que se le herizara la piel y que por poco pegara un respingo.
- Los pecadores son innumerables... - le dijo la voz del supuesto sujeto que ahora estaba a su lado.
A la joven no le fue necesario levantar la mirada para ver quién era. Porque con sólo escucharle ya lo sabía.
- Padre... - murmuró. Sin ser capaz de incorporarse por la angustia que sentía en su interior - Tú sabes que...
- Encontré una antorcha tirada frente a una de las pinturas del templo... - le contestó Lucifer. Con un tono frío y tranquilo en su voz. No parecía estar molesto con ella - Supuse que fuiste tú... - suspiró - Y por lo que veo, no me equivocaba...
Ella, sin ser capaz de mirarle a la cara, aguantando las lágrimas, le preguntó casi susurrando:
- ¿Ma...? - tragó saliva - ¿Mandaste matar a esos niños?
Tras su pregunta, este, sin perder la cordura, manteniendo su estado de rey orgulloso, le respondió:
- Charlie... A veces hay que sacrificar vidas para evitar grandes catástrofes...
Eso último que le soltó hizo que sintiera algo de odio hacia él. Pues a lo largo de su vida ha pensado que su padre era el que evitaba la celebración de las purgas anuales o los actos vandálicos en el infierno. Pero se equivocaba. La habían engañado tanto él como su madre durante todo ese tiempo acerca de lo que verdaderamente hacían. Por eso reinaba el caos ahí fuera. ¿En qué estaba pensando?
- Pe... Pero... - se incorporó como pudo del suelo. Y lo miró fijamente. Como si deseara que le contara la verdad de lo que decía - Sa... - una llama de rabia creció en su interior. Lo que hizo que alzara la voz - ¿¡Sacrificar vidas!?
El sombrío rey le negó con la cabeza.
- Hija... - llevó su mano a la cabeza de esta y la acercó a él. Abrazándola. Pero igualmente, a pesar de ese tierno gesto paternal, el cual ella no recibió por parte de él desde hace años (cosa que le dolió un poco), sentía incomodidad por ello. Sólo trataba de quitarle importancia al asunto aprovechandose de su amor - Mi querida manzanita...
- Pa... Padre... - no sabía qué decir al respecto. Estaba muy nerviosa y asustada. Mil cosas se le venían a la mente y no era capaz de comprender todo cuanto estaba descubriendo esa noche.
Pero sus pensamientos se desvanecieron por completo con lo último que le pronunció Lucifer al oído.
- Sólo eran esclavos...
Sus palabras cayeron sobre ella como un cubo de agua fría. Haciendo que se quedara boquiabierta y petrificada. Sin creerse lo que le acababa de decir.
Muy lentamente, se alejó del abrazo de su padre. Apartandolo de ella con la mano. Lo que hizo que este la mirara desconcertado. Pues no se llegó a esperar que la reacción de su hija, con respecto a ese tema, fuera así de impactante. Creía que lo comprendería al tratarse sólo de plebeyos. Pero no pareció estar en lo cierto.
Sin decir ni un comentario más, Charlie, con tal de evitar discutir con él, salió de la sala de bailes corriendo. Enjugandose las lágrimas que le descendían por sus mejillas.
No podía ser posible. Al final todo lo que se insinuaba a ella misma era cierto. Esa noche, la noche de la profecía, ella fue salvada por esa mujer, su verdadera madre, y llevada a los brazos de Lilith para que no la mataran.
Y que ella era la elegida para salvar a los pecadores. Objetivo que ella siempre ha deseado cumplir por todos los medios posibles.
Ahora todo tenía sentido. Por eso estaba allí. Porque era la única de los demonios capaz de ayudar a esa pobre gente.
Pero el pensar que no era la hija natural de Lucifer y Lilith le hacía sentirse muy triste e indiferente... ¿Por qué nunca se lo contaron? ¿Qué motivos le movían a no haberselo dicho desde un principio?
*
La mañana llegó al palacio.
Vaggie y la reina no hicieron más que buscar a Charlie por todos lados. No la encontraban. Y eso les comenzó a preocupar.
En un principio creyeron que se había largado por una discusión que tuvo a solas con su padre. O a lo mejor Millie o Moxie la habían llamado desde el hotel por alguna emergencia urgente.
Tras un par de horas de búsqueda, Lilith, la cual decidió ir a inspeccionar el jardín, finalmente dio con su hija.
Se encontraba sentada frente al lago que rodeaba el frondoso bosque pegado a los pies del castillo. Mirándose en el reflejo del agua melancólica.
Tras ver su triste actitud, la alta dama supo enseguida lo que le ocurría. Pues antes su marido le había comentado lo que ella había visto en el templo sagrado.
Se dispuso a hablarle para aclararle todas las dudas que seguramente tenía dentro de su cabecita y querría saber. Pero ella la interrumpió:
- Dime la verdad... - se giró bruscamente para verla. Medio sollozando y con los ojos vidriosos y enrojecidos - ¿¡Fue en el río donde me encontrasteis!?
- Charlotte... - murmuró esta. Intentando tranquilizarla para que la escuchara - Por favor... Comprendelo...
- ¡Todo...! - se levantó rápidamente y se le encaró. Sin dejar de llorar - ¡Todo cuanto he creído...! - aprieta los puños - ¡Todo lo que soy es mentira!
- ¡No...! - la toma de los hombros con gesto de consuelo. Con miedo de que se pusiera así de triste y que perdiera los nervios - ¡Nosotros te queremos! ¡Eres nuestra hija!
- Y... - la mira con los ojos muy abiertos. Esperando más respuestas - ¿¡Y por qué me escogisteis a mí!?
Lilith, pasándole la mano por su linda carita, negó con la cabeza. Y le respondió:
- No fuimos nosotros... - le señala el cielo infernal. Alzando el brazo hacia arriba - Fueron los dioses...
Charlie miró en dirección a donde le indicó su madre.
Ahí arriba, en lo más alto del cielo, como todos sabían, se encontraba el paraíso. En el que los ángeles, liderados por Dios, los observaban día tras día. Dispuestos a intervenir si cometían otra fechoría más.
Entonces recordó lo que le comentó Seviathan el otro día. Lo de la predicción del querubín que descendió de los cielos. Y lo comprendió todo.
Había sido escogida por esos seres celestiales. Para salvar a los malhechores sin culpa y guiarlos hacia su reino.
Ahora todo tenía sentido. Por eso sucedió lo de la profecía.
La reina, sonriendo con tristeza al darse cuenta de que su querida hija lo había comprendido todo en cuanto a su verdadero pasado, le comenzó a cantar con una voz muy dulce.
LILITH
Éste es tu hogar...
Mi pequeña...
Mírate en el río que te trajo hasta aquí...
Hasta tu hogar...
Charlie miró su reflejo en el agua. Comprendiendo que fue allí donde la encontraron y la adoptaron. Llevándola a palacio. Lugar que se terminó convirtiéndo en su hogar para siempre.
LILITH
Esa es la verdad más si la olvidas te hará bien...
Le levanta el mentón. Y le limpia su cara húmeda con un pañuelo. Sin perder la sonrisa. Gesto que hizo que la joven soltara una adorable risita. Un poco sonrojada. Pero de inmediato, la reina volvió a su estado de seriedad.
LILITH
Si los dioses te bendicen
No preguntes el por qué...
Las dos se terminaron dando un tierno abrazo. Deseando que ese momento durara un poco más. Sintiendo muchas emociones. Tanto alegres como tristes.
Mientras tanto, el sol comenzó a salir. Alumbrando los alrededores con un manto dorado y cálido. Dando inicio a un nuevo día.
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro