Capitulo 12 - La limusina de la araña
Apenas se habían alejado la pandilla lo suficiente de donde se encontraban Alastor y Rosie, cuando, tras estos haber pasado cerca de una carnicería, a Loona (quien se fijó en los pedazos de carne fresca y ensangrentada expuestos en el escaparate), le empezaron a rugir las tripas.
- Uh... - murmuró hambrienta - Tengo un apetito voraz...
Tras ver cómo esta babeaba deseosa de probar esos manjares, a Blitzo le dio algo de pena. Entonces, con la intención de satisfacer los deseos de su querida hija adoptiva, le pasó la mano por los hombros y le dijo:
- Anda... - saca de su traje una pistola de exageradas dimensiones - Vamos a "hacer la compra..." Jijiji...
Cuando vio lo que querían hacer, Devilon los miró con gesto de desaprobación. Y estaba a punto de intentar detenerlos. Pero el chiflado mercenario calló sus palabras agarrándole el holluelo izquierdo. Contestándole en plan burla:
- Tranqui, gallinita... Pillaremos algo para ti... - señala con su cola de demonio a la extrañada Octavia. Guiñándole un ojo - Y también para tu querida "chochete..."
- Cho... ¿Cho qué? - murmuró el chaval. Ruborizado y molesto por su comentario absurdo - No... ¡No sigas o te...!
Blitzo, poniendo una horrenda cara de ternura por lo colorado que se había puesto el pobre, le revolvió el cabello con fuerza como si fuera un niño pequeño. Con la intención de dejarlo en ridículo. Y Devilon se hubiera avalanzado a su cuello para extrangularlo de no haber sido porque su amiga estaba delante mirándoles. Así que trató de controlar su ira.
Los dos demonios inseparables tomaron sus armas y entraron a la tienda con disimulo. Mientras el avergonzado muchacho los miraba disgustado.
En cualquier momento tendrían que echar a correr. Y no quería pensar la que se iba a montar ahí dentro en menos de un minuto.
Aprovechando que se habían quedado de nuevo a solas, Octavia, sin olvidarse del momento romántico que tuvieron antes, en el que a punto estuvieron de darse un beso, dándole una suave palmadita en el hombro a su amigo, murmuró un tanto nerviosa:
- Devi...
Este se giró a ella con cara simpática. Evitando no parecer molesto por el comportamiento ridículo de esos dos tontos sicópatas. Y le contestó:
- ¿Sí, Vía?
- Esto... - entrelazó ambas manos. Sintiendo cómo se le volvían a ruborizar sus mejillas - Yo...
¡BIIIIP! ¡BIIIIP!
Sin embargo, fue incapaz de seguir con la frase debido a que su móvil comenzó a sonar. Y encima en el mejor momento tenía que ser.
- Ah... - avergonzada por la situación, se llevó la mano al bolsillo de su pantalón. Y mirando por última vez al intrigado muchacho, le hizo un gesto para que esperara. Añadiéndole: - Un segundo...
- Descuida...
Esta se dio media vuelta para que él no viera a la persona que la estuviera llamando. La cual de seguro que era alguien de palacio preguntando por ella.
Por poco estuvo de darle un vuelco al corazón cuando vio de quién se trataba. Era su madre. Stella.
- ¿¡Mamá!? - trató de parecer inocente. Preocupada porque le fuera a echar una bronca - Qué... ¿Qué tal? ¿Todo bien?
- ¿¡Cómo que qué tal!? - exclamó la mujer desde el otro lado. Haciendo que la joven búho apartara el oído del altavoz del móvil. Por su tono de voz parecía estar muy furiosa - ¿¡Dónde mierdas te has metido, Octavia!? ¿¡Acaso has olvidado qué día es hoy!?
- Mmmm... ¿El día de las "madres tocapelotas"? - bromeó. Con la intención de hacerse la valiente.
- ¡No me vaciles, jovencita! - su voz subía de nivel más y más - ¡Hoy es el día del rey de todo el infierno! ¡Deberías de estar ya en casa! ¡Dentro de poco tendremos que asistir a su palacio! ¡El idiota de tu padre aún no se ha presentado tampoco en casa...!
- ¡Eh...! - le reclamó tras escucharla decir eso - ¡No hables así de papá!
Las dos se enzarzaron en una discusión bastante violenta. Tanto que hasta a Devilon, el cual lo estaba oyendo todo, le dio un poco de miedo.
En un principio tuvo la intención de marcharse a otro lado para dejarla en paz con su pelea familiar. Aparte de que no le apetecía verse involucrado en el atraco de Blitzo y Loona.
Pero apenas hizo el gesto de iniciar la marcha, cuando una limusina color carmesí bastante moderna se paró frente a donde estaba. Como si el conductor hubiera visto en él una cara conocida.
Entonces la ventanilla del pasajero se bajó lentamente. Dando pequeños chirridos en plan siniestro. Y tras estar completamente bajada, de la oscuridad del interior del vehículo aparecieron unos ojos rojos achinados. Cubiertos por lo que parecían ser unas gafas rosas en forma de corazón.
Era incapaz de ver su rostro porque estaba envuelto en lo que parecía ser una niebla roja que olía a cereza putrefacta. Pero eso no le impidió visionar la sonrisa de oreja a oreja que se le estaba formando al siniestro personaje en su boca.
Tras verlo, a Devilon casi le dio un paro cardíaco. Porque ya sabía a quien pertenecían esos lindos ojos hipnóticos y esa mandíbula de afilados dientes.
Sin moverse de donde estaba, giró su cabeza hacia Octavia. La cual estaba de espaldas. Todavía discutiendo con su madre.
Intentó llamarla para que se diera la vuelta y así pudiera darse cuenta de a quién tenía delante.
Sin embargo, el tipo de la limusina pareció captar a tiempo sus intenciones de salir huyendo. Así que, con un movimiento rápido, abrió la puerta del vehículo, agarró al chico del brazo con mucha fuerza y lo introdujo para dentro. Cerrando acto seguido de un portazo.
Al instante, el conductor, a órdenes del misterioso pasajero, pisó a fondo y salió disparado de la calle. Alejándose del lugar. Dejando atrás la carnicería donde Blitzo y Loona, con bastante éxito, acababan de robar unos chuletones y algo de dinero al ahora difunto cajero.
Apenas se habían largado, cuando Octavia dio fin a su frustrante llamada telefónica.
- Arf... - refunfuñó molesta - No aguanto más a la vieja zorra esta... - suspiró hondo. Creyendo todavía que su querido amigo seguía presente. Entonces, retirándose el cabello de la cara, se dio media vuelta con un gesto amigable bastante falso - Lo siento, Devi... Es que mi madre es un poco... - no vio a nadie. En donde se supone que Devilon se encontraba hace unos minutos ahora estaba vacío - ¿Devilon?
Justo en ese instante, los dos mercenarios salieron de la tienda con un par de tacos de billetes en sus bolsillos y con bolsas llenas de carne fresca en cada mano. Canturreando felices. Celebrando su acto de saqueo.
- Bueno, bueno, bueno... - iba diciendo Blitzo - ¡Qué cenón nos vamos a dar esta noche...! Espero que tengas hambre... ¿Eh? ¿Devi...? - pero cuando miró hacia donde se encontraba Octavia, puso cara de extrañado al ver que el muchacho no estaba - Eh... ¿Dónde pollas se ha metido?
Miró para todos lados. Sin comprender la causa de su repentina desaparición. Mientras Loona, sin ganas, simplemente sacó de una de las bolsas un chuletón ensangrentado y comenzó a devorarlo en plan salvaje.
La hija de Stolas, creyéndose que el chico había huido de ella por lo furiosa que se había puesto antes en la discusión con Stella, o a lo mejor porque se había aburrido de estar con ella, puso cara triste y se cruzó de hombros apenada.
Seguidamente, ignorando los comentarios de Blitzo acerca de lo maleducado que era Devilon con ellos por dejarlos plantados de esa manera, esta se puso cabizbaja con el humor muy bajo y se marchó en dirección a su casa. Sin preocuparse del sermón que le echaría su madre nada más llegar.
*
La limusina cruzaba las calles a una alta velocidad. Como si tuviera prisa por algo el supuesto chófer que la manejaba.
En su interior, Devilon, arrinconado en una esquina, contemplaba temeroso cómo el demonio araña que le acababa de raptar, lo observaba con una cara sonriente que daba bastante miedo. Mientras se fumaba una kachimba. Soltando un humo rojizo, con un aroma extraño, por la boca.
- Vaya vaya vaya... Mira a quien tenemos aquí... - murmuró el personaje. Acomodándose en su asiento como una dama - Nos volvemos a ver las caras, "pito chico..." - deja su chisme de fumador a un lado y se cruza de piernas en plan afeminado - ¿Qué pasa? ¿Es que ya no te gusta jugar con Velvet o es que te has vuelto gay?
- Hola, Valentino... - dijo este. Intentando parecer valiente ante su incómoda presencia.
Ya lo conocía de antes. Había tenido contacto con él varias veces en las que coincidieron. Al tratarse del amante secreto de Vox y del, por decirlo de algún modo, padre adoptivo de su ex novia Velvet, pues no era normal que a menudo se lo encontrara por ahí cerca deambulando cada vez que quedaba con ellos.
Tras pasarse la lengua por sus finos labios, el proxeneta arácnido se cruzó de hombros con gesto de superioridad y le dijo, con esa voz seductora que siempre empleaba para hablar con cualquiera:
- Disculpa mis modales, cariño... Pero la causa por la que te he raptado no tiene nada que ver con mis deseos sexuales...
Ante lo que dijo, Devilon, todavía inseguro, le contestó:
- ¿Qué quieres?
- Vox me ha hablado sobre el programa en el que te pretende colar y ese rollo... Qué raro de su parte...
- Y... - estaba nervioso. Pero como le daba rabia quedar como un miedica delante de ese imbécil, se armó de valor y le alzó la voz - ¿¡Y qué tiene que ver eso contigo!? ¿¡Por qué me secuestras!?
Valentino no dijo nada con respecto a su pregunta. Simplemente se incorporó de su asiento y se acercó a grandes pasos hacia el chico. Quien por poco estuvo de blandir su lanza. La cual la tenía sujeta por la espalda con su mano derecha por si acaso le hacía algo malo.
El siniestro personaje, cuando estuvo frente a él, se quitó su capa color sangre de los hombros. Y con ella cubrió su cabeza y la de Devilon.
Los dos se quedaron en una oscuridad total ahí dentro. Pero los ojos luminosos de ambos alumbraron poco a poco el interior.
Después de un largo silencio, el proxeneta, poniéndose serio, le comenzó a contar sin perder el tono sensual de su voz:
- El plan a de salir perfecto, ricura... Ésta noche... Mientras tú hipnotizas a la audiencia con tu excitante baile... Los overlords daremos el golpe...
- El... - el aliento con olor a cereza de Val le estaba golpeando la cara. Inundando sus fosas nasales de tan dulce olor - ¿El golpe?
- Sí... - se queda un momento callado y serio. Pero seguidamente sonríe - Y mi amorcito me ha ordenado que me ocupe de tu puesta en escena. Así que... - se recoloca las gafas - Iremos al plató para ensayar antes de la hora punta... - entrecierra los ojos - Sólos tú y yo...
En ese momento, a Devilon le dio un escalofrío. No por miedo. Si no por perder el control de él mismo. Porque ese tipo lo estaba encantando por dentro.
Es verdad que Devilon, desde siempre, era y es bisexual. No sólo tuvo relaciones con diversas mujeres. También con hombres. Y uno de ellos fue el que ahora se encontraba delante de él. Debajo de esa capa que los tapaba del mundo exterior. A solas...
Sólo se acostó con él una vez. Fue todo un malentendido. De hecho, Vox desconocía aquel placentero episodio. De haberlo sabido, los hubiera matado a los dos. Pero el caso era que (y eso hasta él mismo lo admitía), no pudo huir de sus deliciosos encantos. Y cayó en la tentación.
Tras aquello, decidió comenzar una corta e insoportable relación con Velvet. Pero sólo porque quería escudarse de la presencia de Valentino. Y desde entonces, intentaba evitarle. Porque no quería seguir con ese rollo a las espaldas del overlord que le salvó la vida.
Ahora sólo tenía ojos para otra persona. Una mujer de gran corazón y maravillosa. Su amiga de la infancia. Octavia...
Devilon, acordándose entonces de la persona en la que se había convertido para poner fin a sus relaciones tóxicas del pasado, mordiéndose el labio inferior para evitar que le vuelva a poseer el sentimiento amoroso, murmuró, sin dejar de respirar despacio:
- Val... Por favor... - puso cara de pena. Cosa que hizo que el proxeneta se pusiera serio de nuevo - Yo no...
- Shhhhhh... - este lo calló. Posando su dedo índice en los labios del chico. Haciendo que se ruborizara por completo - No interrumpas la tensión sexual... - posó sus manos sobre las piernas de éste. Acariciándoselas lentamente. Haciendo que Devilon, que estaba intentando con todas sus ganas no volver a caer, soltara un amargado y apagado gemido - Sólo dejate lle...
Sin embargo, la limusina pegó un fuerte frenazo que de milagro interrumpió la situación. Haciendo que ambos se cayeran lanzados para un lado.
Devilon se golpeó la cabeza contra el cristal de la ventana. Y Valentino se dio de bruces contra el suelo. Rompiéndose las gafas.
Tras la repentina parada del vehículo, se oyeron unas risas femeninas fuera.
Los dos se incorporaron de sopetón. Y lo que vieron los dejó boquiabiertos.
El chófer estaba muerto. Su cabeza había sido atravesada por una bala. Y manchas de sangre cubría todo el espacio del salpicadero.
- ¿Pero qué pollas...? - murmuró el proxeneta. Apartando al muchacho de un empujón para abrirse paso hacia la salida. Y comprobar quienes eran los que habían hecho eso.
Tras salir a la calle, justo en medio de la carretera, se encontró con una chica demonio de pelo blanco y de piel rosada. Sujetando una pistola brillante de color púrpura entre sus dedos.
No iba sola. La acompañaba un grupete de guardaespaldas que parecían ser peligrosos.
Esta, tras hacer explotar una burbuja de chicle en su boca, murmuró en plan vacilante:
- Dichosos los ojos, viejo cabrón...
Tras darse cuenta de quién era, Valentino, retirándose sus gafas rotas del rostro, soltó una risita y le dijo:
- ¿Por qué siempre apareces en mi camino de esas formas tan jodidamente atrevidas, Vero?
- Ya sabes... - le da un soplido a su preciada arma - Siempre voy muy sobrada...
Devilon salió del coche gateando y medio tambaleante. Debido al golpe que se había dado en la cabeza y a la vomitiva escena de los sesos desparramados del conductor por todo el parabrisas. Pero fue ver entonces a la mujer que acababa de asesinar al chófer de la limusina y por poco estuvo de salir huyendo de allí por patas.
Verosika pareció haberse dado cuenta de su presencia. Y muy tímidamente, intentando mostrarse atrevida hacia él, le dijo:
- ¿Qué tal, Devi? - pone una posturita mona - ¿Harías el favor de...? - se pasa la lengua por los labios - ¿Volver a chuparme la "conchita" otra vez?
- Argh... - murmuró Devilon por bajo. Con cara de asco por volverla a ver otra vez. A esa odiosa perversa que tan poco soportaba - Esa zorra...
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