Capitulo 10 - El programa de TV
Al tiempo en el que Charlie y compañía llegaban al palacio del rey de los demonios, Devilon, Blitzo y Loona acababan de pisar la entrada de la empresa I.M.P. Cansados de tanta caminata que se habían dado desde el puerto hasta allí y deseando entrar en casa a relajarse.
- Ay... - murmuró Blitz. Estrujando a su hijo adoptivo en sus brazos. Haciendo que se sintiera muy incómodo - Hogar dulce hogar, mi querido Devi...
Loona fue la quien tuvo la honradez de abrir la puerta. Extrayendo las llaves de debajo del felpudo...
Del felpudo de su entrepierna. Claro.
Las introdujo en el cerrojo de la puerta y la abrió rápidamente. Mientras Devilon y Blitzo ponían caras de espanto al ver de dónde se había sacado las llaves la muy espesa.
Tras ella entró el atontado mercenario. Quien no hacía más que decirle al recién llegado que se fumarían unas hierbas antes de comer. Y que luego saldrían para asesinar a tal sujeto muy peligroso de la ciudad.
Pero justo estaba Devilon a punto de entrar a la empresa con sus amigos, cuando el sonido del vibrar se su móvil lo detuvo.
Muy intrigado por saber quién sería el o la que lo estaba llamando, tomó el celular del bolsillo de sus pantalones y comprobó de quien se trataba.
Se llevó una pequeña decepción. Pues por un momento creyó que era su hermano. Pero por otro lado, se sorprendió bastante al descubrir el nombre del sujeto.
Era Vox.
Comprobando que Blitzo y Loona estaban dentro de la casa, muy disimuladamente, cerró la puerta de la entrada. Quedándose fuera sólo en la calle. Y alejándose un poco de la empresa, descolgó y se llevó el celular a la oreja.
- Hola de nuevo... Tú...
Una voz metálica algo escalofriante le respondió al otro lado de la línea. Pero no le intimidó para nada.
- Eh... Capullo... ¿Cómo te va?
Justo en ese momento, un gato negro delgado y feo apareció a los pies de Devilon. Y se puso a mirarlo con ojos tiernos. Restregándose en sus piernas con cariño. Como si quisiera que le echara de comer.
- ¿Qué tal, cielo? - le dijo Devilon. Sonriendo.
- Yo también te quiero, chaval... - le respondió Vox. Pensando que se lo había dicho a él - Pero no me sueles mostrar así tu amor por mí... Y más te vale no hacerlo...
El muchacho, quitándose su mochila de la espalda y poniéndola sobre una mesa redonda que había en el porche, le soltó:
- Se lo decía al gato...
- Lo había olvidado... - carraspeó un momento y prosiguió - ¿Sigues prefiriendo a tu gato? Vaya maricón estás hecho, tío...
- Al menos el gato vuelve... - sacó de su mochila una lata de sardinas y se acercó a lentos pasos hacia un comedero instalado frente a la puerta - Y no es una zorra que te abandona a tu suerte...
El overlord pareció reírse. Pero rápidamente volvió a su estado de seriedad y le siguió hablando.
- Te he visto por la calle... Con tus queridos amantes... - se ríe en plan broma - Qué monos que estabais...
- Anda ya... Cabrón... Son mi familia... - murmuró. Casi al borde de un ataque de ira. Mientras se inclinaba al comedero de su querido gato para echarle la comida.
- Gracias a eso sé que has vuelto... - su forma pausada de hablar lo ponía nervioso - Por eso he decidido contactar contigo...
Tras echar todas las sardinas a fuera, Devilon, frunciendo el ceño, se volvió a poner en pie. Pues ya lo conocía de otras veces y solamente le llamaba para cosas no demasiado buenas. Y le preguntó al misterioso tipejo:
- ¿Para qué me has llamado, Vox?
Se produjo un corto y tenso silencio de diez segundos desde el otro lado. Como si se hubiera quedado a cuadros por la respuesta del chico. Hasta que el overlord, esta vez con un tono más siniestro que con el que empezó la conversación, le dijo:
- Esta noche voy a presentar un programa especial como muestra de mi gratitud hacia el mamón del ángel caído ese... - suelta un débil gruñido y continúa con lo que le quería decir - Y como hay una sección en la que tiene que salir a escena un cantante que sepa bailar... - la cara de Devilon palideció tras escuchar las palabras "cantante" y "bailar" - Y el que se suponía que iba a venir a sustituir a nuestra estrella porno ha tenido un "pequeño accidente" de camino al trabajo... - se rió entre dientes conforme hablaba. Eso resultó muy sospechoso. Pero mucho - Me preguntaba si tú podrías...
- ¡No no no no no no...! - negó este rotundamente - ¡No...! ¡No creo que sea capaz, Vox! ¡Recuerda que la última vez que hicimos eso fue en medio de un ataque contra un grupo terrorista contratado por el rey! ¡Él ya sabe quién soy...! ¡Los de tu clase saben quién soy! ¡Por eso he tratado de borrar todas mis huellas de todos lados para que no me pillen! - su cara se enrojeció de los nervios - ¡No puedo...! ¡Yo no...!
- ¿Me dejas que termine?
Devilon, intentando mantener la calma, tomó aire y le dio paso a que continuara.
- Nadie te va a reconocer porque llevarás unos "accesorios" por así decirlo, que te harán pasar desapercibido... - ahora parecía como si se lo estuviera contando con algo de temor ¿Pero qué tenía pensado? - Mi intención de que cantes esta noche es no sólo porque eres el tipo con la voz más jodidamente tremenda que conozco de la ciudad... Después de Angel Dust. Claro... - ese piropo hizo que el joven sonriera orgulloso - Sino porque, de ese modo, los ciudadanos estarán distraídos mirando el programa... Los soldados de Lucifer estarán en sus casas. Al igual que los plebeyos... No habrá apenas seguridad en las calles...
Sus últimas palabras le empezaron a preocupar un poco.
- Por... ¿Pero a qué pretendes llegar con ésto, tío? - le preguntó Devilon. Frunciendo el ceño con gesto de sospecha.
Se escuchó una carcajada metálica que le puso los pelos de punta. Entonces, con una voz susurrante, le contestó muy pausadamente:
- Tú sólo ven a mi plató después de la hora del almuerzo... Y no hagas más preguntas...
Y colgó.
Devilon se quedó de piedra después de aquella endemoniada llamada.
¿Calles vacías? ¿Poca seguridad? ¿Distracción? ¿Qué se traía entre manos ese raro? ¿Un golpe de estado o qué? Conociéndolo, de seguro que era algo relacionado con eso.
- Ay, Vox... - murmuró este. Sentándose sobre una silla de metal que había ahí fuera junto a la mesita donde había dejado su mochila. En compañía de su gato. El cual se restregó por sus piernas en plan cariñoso nuevamente - ¿Por qué para esas cosas me buscas?
No era normal en el infierno que un overlord y un simple plebeyo como él fueran amigos (o más bien, aliados). El caso era que casi todos (salvo su hermano), desconocían la relación a distancia que llevaban los dos.
Pero... ¿Por qué estaban compinchados? ¿Qué hacía que se tuvieran respeto y no odio como las demás clases?
La causa la tuvo un acto heroico. En primer lugar, fue Devilon quien tuvo ese buen gesto.
Sucedió hace ya tiempo. En una noche de lluvia...
*
El joven guerrero acababa de tener una tremenda discusión con Blitzo. En la que se habían dicho de todo menos cosas bonitas. Y tras dicha pelea, se había marchado de la empresa ya harto de todo. Con la intención de no regresar más. Cuando de pronto, escuchó, no muy lejos de donde estaba, unos gritos de socorro.
Como era muy curioso por naturaleza, además de que por la justicia hacía lo que sea, fue corriendo hacia esos alaridos. Y lo que se encontró lo dejó sin palabras.
Alastor, el demonio radio, en su forma más aterradora, estaba estrangulando a Vox con sus tentáculos oscuros. A punto de darle el punto y final a su vida. Mientras murmuraba con una voz grave, acompañada por unos chirridos estridentes que daban escalofríos de sólo oírlos:
- Toma... Prueba tu propia medicina... Hijo de puta...
Al principio, Devilon, asustado por el horripilante aspecto de Alastor, quiso ignorar la escena y largarse de allí lo antes posible. Pues al ser overlords, eran demasiado poderosos para él. Y meterse en la pelea sólo le traería problemas. Incluso la muerte. Aparte de que el rostro de ese tipo en cuestión le daba miedo por recuerdos de su dramático y oscuro pasado.
Pero por otro lado no quería que ese desconocido fuera asesinado por ese monstruo. El hombre que mató a sus padres...
Entonces, armándose de valor, agarró su lanza que llevaba consigo (la cual estaba fabricada de un material muy poco común que podía herir a cualquier demonio con sólo un roce), y se lanzó al ataque.
Con un movimiento rápido, sin que el demonio radio pudiera darse cuenta de sus intenciones, cortó sus tentáculos rápidamente. Como si se tratara de carne fresca. Lo que hizo que el monstruo pegara alaridos metálicos de dolor y retrocediera. Sangrando tinta negra y manchando la cara del valiente guerrero.
Tras haberse deshecho de su agarre, Vox cayó de rodillas en el suelo. Magullado y jadeando por la asfixia. Y acto seguido miró a su salvador sin saber bien qué decir ante su heroico gesto. Hasta ahora nunca nadie le había salvado la vida.
- ¿Está usted bien? - le preguntó el chico preocupado. Acercándose a él para comprobar si se había hecho daño.
Sin embargo, a sus espaldas, unos tentáculos ensangrentados lo agarraron hasta inmovilizarlo. Haciendo que soltara su lanza. Poniéndolo boca abajo y zarandeándolo violentamente.
Alastor, furioso por lo que le había hecho ese niñato, lo acercó a él y se dispuso a devorarlo. Abriendo sus fauces de par en par para llevárselo a la boca. Lo único que se le ocurrió hacer a Devilon era ponerse a gritar preso del pánico. Aterrado por los afilados dientes de la criatura.
Pero antes de que pudiera hacerle nada, Vox atacó al poderoso overlord clavándole la lanza de Devilon en el costado. Haciendo así que lo soltara y lo dejara en paz.
El herido demonio, aullando de dolor a causa de la paliza que le habían dado ese par, chasqueó los dedos y se introdujo en un vórtice anaranjado que se lo llevó de allí en un abrir y cerrar de ojos.
Tras quedarse a solas, Vox se dio cuenta de que el pobre muchacho se había desmayado tras caer al suelo. Golpeándose la cabeza y perdiendo el sentido. Así que, como gesto de aprecio por haberlo ayudado (el cual no repitió más en lo que le quedó de vida), lo tomó entre sus brazos y se lo llevó a un lugar seguro. Antes de que fuera demasiado tarde. Caminando medio cojeando bajo la intensa lluvia de la noche.
Al día siguiente, Devilon despertó en la habitación de un hospital de la ciudad. Con unos vendajes en la cabeza y en el brazo izquierdo.
Miró para todos lados en busca del overlord al que salvó. Pero la sala estaba vacía. Y no había nadie a su alrededor.
Hasta que, en la mesita de noche de al lado de su cama, se encontró con una carta y un paquete misterioso.
Abrió el sobre muy curioso y leyó en voz baja lo que ponía escrito:
Estamos en paz...
Vox
Una nota muy corta para su gusto. Pero suficiente para lo que le quiso decir.
Seguidamente, abrió el paquete. Y dentro se encontró con un traje de lucha negro y una capa del mismo color. Cuyas telas eran de muy buena calidad.
Era magnífico.
Y desde ese día, Devilon siempre llevó ese traje de combate. Como gesto de respeto hacia el overlord que le salvó la vida. Y siempre tuvo en cuenta que Vox, a pesar de ser uno de los demonios más fuertes y temerarios del infierno, estaría disponible para lo que necesitara. Y viceversa.
*
Los recuerdos que pasaron por la cabeza de Devilon se desvanecieron por completo cuando, frente a él, unos metros más alejada, vio a una chica que le resultó familiar. Pero que muy familiar.
- ¿Octavia...? - murmuró con cara de sorpresa.
Y esta, sin moverse de donde estaba, le contestó con los ojos brillantes de la emoción:
- Devilon...
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