Capítulo XXXVI
¿Alguien pregunto por Ludociel? :3
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Con mirada serena, se mantenía atento a cualquier intranquilidad a su alrededor, gozando del pacifico silencio vanidosamente. El leve aire perturbado por un aleteo lo sacó de sus pensamientos, la presencia de su hermano menor le formo una sonrisa satisfactoria.
-Gusto volver a verte Mael o, ¿prefieres Estarossa?- se refirió a el joven arcángel de hermosos cabellos plateados que caían como cascada sobre sus hombros. El solo rodó los ojos con ironía.
-No es necesario- suspiró con cansancio -¿Para que me necesitabas, hermano?- el arcángel de cabello negro sonrió arrogante.
-Primero, ¿alguien sospecho de ti?- este negó ligeramente.
-Por ahora no- un segundo suspiro salió de sus labios mientras perdía sus dorados ojos en el panorama.
-Bien, porque hay que planear nuestro próximo movimiento- Mael chasqueo la lengua cruzándose de brazos.
-¿No es mejor dejarla por la paz?. La deidad no quiere mas rivalidad con el reino demoníaco- el mayor apretó la mandíbula al escuchar el mismo reproche -Y al parecer tampoco ellos...-
-Esos seres repugnantes deben morir y pagar por el sufrimiento que nos hicieron pasar- exclamó con decepción en su rostro -¡¿Acaso lo olvidaste?!-
-¿Y para eso necesitar esparcir mentiras?- este no dijo nada -Nuestros miembros ya no quieren pelear y por lo que se, el enemigo tampoco, ¡entiéndelo!- su sonrisa victoriosa volvió a su rostro.
-Te haz vuelto tan empático con ellos en todo este tiempo- el arcángel platinado apretó los labios en una línea sabiendo que su hermano jamás recapacitaría -Eso está a nuestro favor, ellos jamás sabrán que los atacó. Encontraremos al sucesor y lo aniquilaremos- respiró hondo observando al horizonte -Y para eso necesitamos a nuestra Diosa Elizabeth, ella es la clave para destruirlo de una vez por todas-
Un escalofrió recorrió el cuerpo de Hendrickson y Dreyfus al escuchar tales palabras del ser divino, el arrepentimiento a causa de su cobardía invadió sus sentidos, la situación se les fue de las manos.
Jamás creyeron ir tan lejos.
[Boar Hat]
Sudo en frío temblando ligeramente con el libro en manos. Tenía que ser una broma, no podía ir tan rápido saltándose una gran cantidad de pasos para llegar a ese punto. Millones de inseguridades llegaron a su mente, ¿Cómo le pedía eso a una chica?, ¿Cómo debía empezar?, ¿Qué palabras debía usar?, ¿aceptaría?.
Según las indicaciones algunas se negaban y otras daban excusas, pero estaba seguro de que ella no tendría una excusa tonta, por lo que le quedaba el rechazo como respuesta por parte de ella.
Volvió a enfocarse en las últimas páginas, centrándose principalmente en las letras mas grandes que sobre salían; ¿Cómo pedir una cita? decía el encabezado. Había intentado todo, desde ser amable hasta alagarle de vez en cuanto recibiendo sonrojos de su parte, sin embargo, aún titubeaba nerviosa desviando las miradas, como si le incomodara; por eso creía que pedirle una salida nada casual sería algo extraño y precipitado como vergonzoso, era mas fácil que le pidiera que se lanzara al vacío.
Suspiró agobiado, sus esfuerzos por entender los sentimientos humanos con claridad eran en vano, ya que sin saberlo, su mente y mirada solo se centraban en la chica rubia de ojos violetas.
-Chico, dame cuatro cervezas- la voz de un hombre lo saco de sus pensamientos.
-En seguida- dijo con su típica serenidad y hostilidad por su entorno. Su mente aún divagaba mientras sacaba cuatro tarros llenándolos de ese líquido amargo que fascina a excesos.
Escucho un agradecimiento por parte del cliente, dejándolo nuevamente con su debate interno, perdiéndose en la rubia quien hablaba animadamente con su compañera entre risas. No iba a negar que tenía un atractivo elegante, su carácter despreocupado como su lado exaltado combinaban a la perfección, pero ¿Qué le atraía de ella?. Otra pregunta que no pudo se concentrada.
Sus miradas chocaron por un tiempo, manteniendo contacto visual que le robaron el aliento. Calmo sus repentinos nervios al verla acercarse tan relajada, recargándose sobre la barra sin hablar; Zeldris se hecho para atrás buscando distraerse.
-Esta muy tranquilo el día de hoy- la escuchó murmurar.
-Eh, si- se limitó a decir -Es mejor así supongo- se alzó de hombros sin interés, ella arqueo la ceja ligeramente. El silencio se formó entre los dos, Gelda podía sentir nuevamente el palpitar frenético de su corazón observando su alrededor mientras el pelinegro se movía ansioso -G-Gelda- volteo a verlo mostrando sus pequeños colmillos, en ese momento quiso escapar, pero ahora estaba decidido -No es difícil, solo pregunta: "Gelda, ¿saldrías conmigo? ¡¡Y listo!!"- pensó tratando de calmarse, relamió sus labios y se preparo para hablar -Saldrías... Gelda, conmigo...eh, ¿gustaría?- la chica parpadeo un par de veces.
-¿Me repites la pregunta?- luchó contra sí misma para no soltar la carcajada.
-¡Tonto!- se maldijo mentalmente preparándose para volver a intentarlo -Eh, ¿aceptarías salir conmigo mañana?- pregunto desviando la mirada ocultando un leve sonrojo. Por su parte, la rubia se vio desconcertada por un breve lapso de tiempo.
-Si claro- sonrió enternecida sin imaginarse la razón y tampoco le importaba en realidad, solo quería pasar tiempo con él.
-¡¡Oigan, no les pago para que parloteen!- amenazo Hawk desde una esquina.
[...]
La hermosa y fresca noche cayó como manto sobre Liones, algunos civiles ya descansaban mientras otros patrullaban en las afueras. Entre los largos pasillos del castillo se encontraban silenciosos y tranquilos sin ninguna anomalía que lo perjudicará, a excepción de la habitación del rubio oji verde, donde pequeños gemidos salían de la boca de la princesa al sentir nuevamente esas gratas caricias en su cuerpo que la hicieron estremecer y suspirar desde hacia una semana.
Ella solo había entrado a la habitación de su amado caballero, cuidando de no ser vista. Una vez aislados entre cuatro paredes no lo pensó dos veces para lanzarse a su pareja, besándolo con intensidad y deseo, terminando así debajo de él sin ninguna prenda que la cubriera su cuerpo de la lujuriosa mirada oscura de Meliodas que solo permanecía con sus pantalones blancos sobre ella repartiendo caricias.
-¡Ahh!...Me-Meliodas- suspiró atrayéndolo mas a su cuerpo. El volvió a meterse el pezón duro en su boca, succionándolo mientras su lengua rodeaba su aureola rosada.
-Mgh...- gruño cuando la pierna de la contraria se alzo frotando su miembro sobre las telas, aumentando su excitación.
Su mano izquierda descendió por su estómago, erizando cada centímetro de su piel, tanteando su zona pélvica peligrosamente, separando ambas piernas para situarse entre ellas mientras su mano acariciaban los muslos internos haciéndola temblar.
-Hmm...- soltó el aire cálido a lo que el rubio soltó su pecho y se dirigió nuevamente a su boca, introduciendo su lengua. Elizabeth trato de seguir su ritmo acariciando el músculo contrario en una danza, probando de su dulce boca -Ahh, ¡¡ah!!- gimio entre el beso al sentir sus dedos medio e índice deslizarse entre sus labios vaginales, acariciando su botón hinchado en el acto.
-Elizabeth... Estas tan mojada- jadeo ante la calidez de su cetro tanteando su entrada con la yema de sus dedos.
-¡¡Meliodas!!- araño ligeramente sus hombros al sentir sus dedos entrar en ella, trazando círculos en su interior. Sus caderas se alzaron involuntariamente con el vaivén, gozando de las succiones en la piel de su cuello -Oh, n-no pares... Ngh- paso su manos por su espalda, deteniéndose en la línea de sus músculos, le fascinaba sentir los abultamientos en su cuerpo y trazar caricias con sus uñas.
-No tienes que pedirlo - murmuró antes de morder ligeramente su oreja. Su boca descendió por todo su cuerpo; sus hombros, sus pechos, su estómago donde se detuvo a repartir mordidas -Relájate linda- soltó en voz ronca bajando poco mas alertando a la princesa.
-Q-¿Que haces?- cuestionó con los colores en el rostro observando cada movimiento del rubio -E-Espera, eso no...-
Él no respondió ni le dejo continuar; sacó sus dedos de la cavidad separando sus piernas besando su muslo interior tensándola en el acto. Recorrió con pequeñas succiones y castos besos hasta que sorpresivamente hundió su lengua por su hendidura de abajo a arriba sacándole un chillido a la princesa. Encantado con su reacción volvió a hacerlo, esta vez haciendo presión en su clítoris recibiendo otra respuesta mas escandalosa. Pronto sus labios se enfocaron en su protuberancia, succionando haciéndola llorar de placer.
-¡¡¡Ahh Meliodas!!!- sus manos volaron a su cabeza sin saber si acercarlo mas o apartarlo, la nueva sensación en su zona privada la estaba cegando en todos sentidos, sus caderas se empezaron a mover buscando mas de esa gratificante fricción que la retorcía.
-Eres tan dulce- ronroneo antes de continuar con su labor, disfrutando con fervor de su llamado entre sus dulces gemidos.
-N-No digas eso- jadeo avergonzada mientras tiraba de sus cabellos dorados.
Sin detenerse de degustar de ella, tomo sus muslos y los elevo para colocar ambas piernas en sus hombros alzándose un poco de modo a que la mitad inferior de la albina quedara elevado y el resto de su cuerpo acostado. En esa posición, Meliodas hizo mas presión en su punto de placer, succionando de su núcleo sintiendo como ella empezaba a temblar.
-Ohhh Meliodas- soltó un alarido presionando su cabeza hacia ella mientras su cuerpo era invadido por una tensión que se acumuló en su vientre -V-Voy a... ¡Voy a...!. ¡¡Hummm!!- callo su grito con ambas manos en su boca con sus ojos inundados en lagrimas ante tal sensación.
Su cuerpo se sucumbió, sus piernas se tensaron sobre los hombros del varón que mantenía sus caderas firmes, sin parar las atenciones con su boca, deleitándose con la vista de la princesa arqueando la espalda, sus manos aferradas a las sabanas de la cama y sus labios dando paso al clamor en gozo. Movió su legua con mas rapidez llevándola a su liberación en cuestión de segundos.
Elizabeth jadeaba ruidosamente perdiendo la noción del tiempo que ni se había dado cuenta cuando este había dejado su cuerpo recostado por completo mientras repartía mas succiones en su vientre. Ya mas calmada volteo a verlo, reclamando sus labios con desesperación, forcejeando para quedar encima de él. El rubio jadeo en sorpresa.
-Q-Quiero tocarte un poco mas- se excusó tímidamente soportando su peso en su fornido pecho. Él acuno su rostro acercándolo a ella para estampar sus labios en un beso calmado.
Entendió su mensaje afirmativo, por lo que intensifico el beso, intercalando mordidas y succiones en su labio inferior descendiendo por su cuello, mordiendo los lados sin lastimarlo; sus manos curiosas caminando en sus brazos y su pecho, trazando círculos en sus pectorales, bajando mas allá de su estómago erizándole la piel. Con su mano presionó un poco su erección que resaltaba bajo las telas escuchando un quejido por su parte.
-T-Te lastime, Lo siento...- alarmada se apartó un poco mirándolo su rostro tenso, conteniéndose por soltar jadeos. El abrió los ojos encontrándose con una chispa traviesa en ellos.
-No lo hiciste- jadeo levemente -De hecho, se siente bien- la albina vacilante volvió a tocar su longitud, acariciando de arriba a abajo apretando de vez en cuando, observando los gestos de su caballero , sus roncos gemidos la motivaban a continuar.
-Ah... Elizabeth- alzó su cadera buscando mas contacto por parte de la mujer.
Olvidándose del pudor, Elizabeth detuvo sus acciones para desabrochar su cinturón y los pantalones, el rubio levantó su cadera para retirar el resto de su ropa; la jovencita relamió sus labios ansiosa al ver su miembro totalmente erecto, el nerviosismo poco a poco se apodero de ella cosa que este notó. Meliodas se alzó tratando de levantarse, pero la albina lo impidió posando su mano en su pecho para volver a recostarlo dejándolo algo confuso.
-¿Qué pasa Eli?- cuestionó tratando de descifrar esa repentina determinación en su mirada.
-Solo... Solo quiero intentar algo- titubeo casi suplicante. Le sonrió cariñosamente dejándose por completo a mereced de su mujer.
-Adelante princesa-
Con cuidado se situó encima de él con ambas piernas a sus costados, tomo su virilidad vacilantemente acomodándose en su entrada goteante. La punta entro en ella formando una mueca acostumbrándose a la sensación de poco a poco, abarcando su longitud hasta sentirlo totalmente dentro de ella gimiendo en éxtasis.
-Hmm- sus paredes se amoldaron a su tamaño sacándole jadeos al rubio.
-Elizabeth- sus manos apretaron su cadera mientras ella apoyaba ambas manos sobre su torso. Lentamente comenzó a moverse de adelante a atrás repetidas veces, intentando movimientos circulares mientras el gemía con sus movimientos que lo hacían estremecer -Elizabeth, trata de alzar tus caderas- mordió su labio ligeramente conteniendo su impulsos.
Su rostro enrojeció por completo, su corazón se acelero frenéticamente mientras se impulsaba hacia arriba y hacia abajo con lentitud buscando un ritmo satisfactorio para ambos, ritmo que aumento con el paso del tiempo a uno frenético.
-¡Ah!- hecho la cabeza hacía atrás -A-¿Así?- el contrario soltó el aire, cerrando lo ojos a la vez que disfrutaba de los movimientos de la chica encima.
-Si, Eli...- gruño apretando sus caderas, buscando mas presión.
-Mhhh... Oh Meliodas- soltó un alarido desvergonzado.
Por otro lado, el rubio no podía parar de mirarla, sus cabellos sucumbiéndose, sus pechos rebotando a la par de sus movimientos , la forma tan apacible en la que su miembro era estrujado entre la calidez de ella, la vería una otra vez sin cansancio. Empezó a mover sus caderas de arriba a abajo al ritmo de ella, deslizo sus manos por su cintura para tomar ambos pechos y apretarlos con descaro.
Elizabeth se inclinó a el para besarlo ansiosamente, callando sus alaridos, formando una cortina con sus cabellos plateados. El beso su cuello, tomo una de sus pechos y los succiono mientras ella continuaba con sus movimientos.
-Nhg...- gimio el rubio, la princesa comenzaba a apretarlo y succionarlo, la fricción entre sus intimidades era mas placentero, combinado con el sonido morboso, sabía que ella estaba a punto de terminar.
-¡¡Meliodas!!- chillo aumentando sus brincos, jadeando a bocanadas, sus mejillas sonrojadas mientras cerraba los ojos. En un movimiento Meliodas logró enderezarse con la chica aun sentada, se aferro su cintura impulsando mas fuerza -Ahhhh - escondió su rostro en su cuello sin dejar de moverse.
Una presión se acumulo en su vientre, dando saltos mas rápidos y titubeantes enterando las uñas en su espalda. Él la dejo a debajo nuevamente siendo ella quien se abrazara a él con las piernas, embistiéndola con fuerza haciéndola llegar al clímax en un alarido lujurioso que erizo su piel.
-¡¡Elizabeth!!- suspiro liberándose dentro de ella poco después de que terminará. La princesa sentía la calidez de el llenándola por completo, sus piernas temblaban y apenas y podía respirar con regularidad.
-Mhh- tembló al sentir como salía de ella en un jadeo.
-¿Estás bien?- acaricio su cabeza, su rostro aún se mantenía escondido en su pecho buscando calmar su agitación.
-Si...- volteo a verlo aun sonrojada -Solo que sigo muy sensible- él sonrió de lado.
-Eso me da ventaja- murmuró acercándose a su cuello para lamer la extensión de este pasando su mano por su cuerpo.
-M-Me...Meliodas- tembló ligeramente. Este soltó una risa traviesa acariciando su mejilla para depositar un beso en su frente , prosiguiendo acorrucándose entre sus pechos dejándola anonada y sonrojada.
-Sera otra ocasión, debes estar cansada- murmuro suspirando abrazandose a su delgado cuerpo, por otro lado Elizabeth acarició sus cabellos rubios presionándolo mas contra sus pechos inconsciente -Solo no me tientes - ella lo soltó en un brinco tapándose con la sábana hasta la cabeza.
-¡¡¡Lo siento!!!- Meliodas soltó un risa nasal descubriéndola para capturar sus labios con los suyos.
Ambos se sumergieron en su burbuja, despreocupados y sin vacilar por el futuro; solo eran ellos dos contra los convictos de la adversidad.
Mientras tanto, en la torre apartada del castillo, Merlín se mantenía serena ante las penumbras de la noche, siendo la luna su única fuente de luz. Un suspiro difícil de descifrar salió de sus labios. Se abrazo a si misma observando el cielo despejado, pero la chispa de angustia reposaba en sus ojos ámbar.
-Me empiezo a preocupar- suspiro de nuevo a la nada -Nunca te fíes de un cielo soleado, una nube gris puede ser solo una advertencia de que la tormenta se aproxima-
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Seguramente ya están confundidos en esta historia o en gran parte, pero no se preocupen que en uno o dos capítulos mas se dará toda la explicación ^^
Y sorpresa, otro lemon Melizabeth para ustedes mis hermosos lectores de mentes pecaminosas, aunque ahora le quite el romanticismo :v
Sin mas gracias por leer y esperen que se viene la cita de Zeldris y Gelda...
Y mas Melizabeth ;)
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