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Capítulo XLIV

Estoy dando barrotes celestiales al 2x1, para que golpeen a Ludociel, estoy segura que querran hacerlo

*Ludociel respira*- que lo golpeen dice :v

06...

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—Entiéndelo Cusack—  había perdido la cuenta de las veces que estuvo suplicado  a los grandes maestros que se mantenían ante todo indiferentes —Necesito que vengan conmigo— un suspiro salió del demonio de cabellos magenta.

—Insisto en que deberías notificarlo a vuestro señor, el rey Demonio. Por lo que nos acabas de contar, la situación es seria— se cruzó de brazos para la desesperación del azabache.

—Ya no tenemos tiempo, ya llevo mucho tiempo fuera y no tengo idea de lo que esté sucediendo— esta vez sonó mas frustrado y alarmado.

—Mi querido señorito posee un poder extraordinario— continuo Chandler con sus manos detrás de su espalda baja en una postura firme y discreta —Pero el que le hayan devuelto aquel poder es peligroso— 

—¿Peligroso?— cuestionó aturdido —Él lo recibirá sin ningún problema— el de verdes cabellos y ojos negros negó con un sombrío pesar.

—Es un demonio de alto rango, un poder monstruoso no puede habitar en alguien que no posee control de sus emociones— soltó un sepulcral suspiro que no le dio una buena sensación al príncipe —Y el creció en un mundo lleno de ellos. Si no aprendía previamente a controlarlos, esa magia tomaría apariencia propia al de un salvaje. Querrá matar a cualquiera que se mueva sin conciencia— un jadeo quedó atorado en la garganta del oji verde, nunca le advirtieron eso antes y quizás, ahora mismo la mujer le habría regresado ese dominio de materia demoníaca.

—¿Te refieres a que ahora mismo puede estar  alterado?— jadeo con un terrible cargo de conciencia  —¿Quiere decir que ahora mismo podría estar asesinando a todo el reino?— ninguno dijo o dio una respuesta, solo mantuvieron sus ojos negros posados en él.

—Si los arcángeles están ahí, habrán hecho algo para detenerlo o posiblemente, esa diosa ya lo habrá matado— contesto Cusak, sin embargo, Zeldris tenía conocimiento de esto, y probablemente, no... estaba mas que seguro de que Elizabeth no habría hecho tal cosa.

—Respecto a eso...— tragó grueso, ¿cómo se lo tomarían los demonios?, claramente les importaría poco, pero eso no descartaba que no estuvieran en contra —Él le dio el lazo de emparejamiento— el rostro sereno de los demonios cambio drásticamente a uno sorpresivo ante su revelación, después de todo, era la primera vez que sucedía algo como eso.

—¡¿Qué?!— el demonio más alto bufo —¿Esto le agradará a su padre?— Zeldris se alzó de hombros con ignorancia.

—Nunca mencionó nada al respecto— suspiró Chandler manteniéndose algo pensativo —Pero tampoco significa que esté de acuerdo— claramente se veía que él no estaba de acuerdo, pero tampoco tenía la autoridad de prohibírselo al discípulo que nunca conoció.

—¿Qué haremos?, usted es el único que puede ayudar en esto— imploró una vez mas al los demonios. Su maestro pareció tener mas generosidad a su petición, después de todo, él fue quien se encargo prácticamente de su crianza, pudo ser un mejor padre que el mismísimo rey demonio, y eso era algo que el pelinegro valoraba aún más ahora que poseía sentimientos.

—Primero, regresaremos el poder suyo, pero antes debemos prepararlo para eso— propuso como primera condición confundiendo al oji verde al respecto.

—Yo tengo control de mis emociones, no lo necesito— rechisto a lo que el mentor solo negó —Lo que quiero es ir a ayudar a mi hermano, ya—

—Príncipe Zeldris— suspiró con pesadez mostrando una pequeña compasión —Usted está sufriendo un amorío por lo que puedo ver...— este se sonrojo a verse descubierto, y no mentía, el recuerdo amargo de la rubia, sus ojos violeta que detonaban tristeza y profunda decepción —No hay que arriesgarnos, sería aun más problemático— 

—¿Cuánto tiempo llevará?— cuestionó con derrota.

—Depende de usted— cabizbajo se mantuvo ante cada explicación posible. Se sentía ridículo y hasta idiota, dejó que esas emociones se contagiaran en su ser, tanto que aun no dejaba que la oscuridad envolviera sus ojos; un enorme peso de culpa reposaba sobre sus hombros, sin no hubiese permitido eso antes, si hubiese actuado al instante, esto no estaría pasando, pero el hubiera, no existe  —Estuvo mucho tiempo con los humanos, lo suficiente para volverlo perceptible a las emociones y eso son difíciles de olvidar, por lo tanto, controlarlos lleva un largo tiempo— el príncipe tomó la suficiente fuerza de voluntad, dejando que la marca predominara en su frente al lado izquierdo, observando su mirada negra a los tutores.

—Entonces lo que tenga que ser, será—

[...]

¿Cuánto había pasado?, ¿cuántas veces había soñado que eso solo fuera una pesadilla clavada en el ayer?, solo para despertar con la sonrisa luminosa de su adorado rubio al lado suyo en cada despertar.  ¿Cuánto más tenia que fantasear?, ¿cuántas veces había implorado por que solo fuera una farsa y que él estuviera bien a su lado?, tan cariñoso con besos abrazadores en su piel y sus manos acariciando su cuerpo para calmarla, mientras le susurraba que todo estaría bien, que todo estaba bien. Cruelmente no era así.

La desdicha de despertar día con día, de velar noche tras noche pensando en las variables que los llevaron a un trágico  desarrollo de rivalidades y desamor, tratando de convencerse ingenuamente que quizás aun no era el desenlace, lo comprobaba en sus estúpidos libros dramáticos e infantiles, pero era lo único que tenía para consolarse. Creía que él vendría por ella.

Se mantenía demacrada en el mullido colchón, recordando con dolor en su corazón la primera vez en que ambos se habían entregado apasionadamente, como se habían sumergido en un hermoso y cristalino océano de promesas y declaraciones de amor, olvidando que todo aquel peso emocional terminaría en lo mas profundo de las olvidadas fosas oscuras. 

Lo extrañaba, su corazón lo reclamaba una vez mas, odiaba la realidad. Sin embargo, aquellas crueles palabras de su boca era el martirio que rompía su corazón de cristal, dejando que los restos se encajaran dentro su pecho y rasgaran su garganta.

Te adoro, pero ya no siento nada...— 

¡Maldito mentiroso!, o simplemente prefería el dolor de una hermosa mentira...

—Meliodas, me pregunto si estarás bien— las lágrimas resbalaron fríamente de sus ojos cristalinos  —Mi padre, mis hermanas....— tensó la mandíbula tratando de parar su llanto —¿Qué  sucedió?— soltó un sollozo cubriendo sus luceros con el antebrazo.

Un par de golpes suaves anunciaron la presencia de la dama castaña, quien entró con una bandeja de comida para la jovencita; Elizabeth no se molestó en responder y delatar su quebrantes, prefería mantener los ojos cerrados y no ver mas de lo que había percibido desde hace dos semanas atrás. Eso era lo que se había mantenido encerrada en depresión, dos largas y dolorosas semanas.

—Princesa— se acercó a un distancia prudente. Era doloroso como ver que esa hermosa rosa que había florecido, comenzaba a marchitar antes del cruel invierno, solo porque una ráfaga le había azotado  —Elizabeth, no puedes seguir así, enfermarás— la aludida soltó con poco ánimo  un sonido sarcástico.

—¿Qué mas me da?— descubrió sus ojos opacos, parecía que su alma había sido drenada, dando una apariencia grisácea  —Estoy muy preocupada, no puedo dejar de pensar— suspiró temiendo a que sus ojos volvieran a inundarse.

—Eli, por favor, deja de atormentarte y come algo por favor—solo le dio la espalda abrazando una de las almohadas que aún mantenían el aroma del demonio —Te lo ruego, se fuerte por él, podrías...—

—¡No podría Diane!— le encaró con una furia repelente —No hice nada por él antes, soy una inútil. Él siempre me estuvo salvando toda mi vida y por una vez, cuando necesitaba ser salvado, yo... yo...— lágrimas cayeron como navajas —No hice nada— la castaña, con el pesar de sus ojos violetas bajo lágrimas, dejó la bandeja a un lado y solo abrazó a la albina.

—No eres inútil, por eso debes dejar de culparte— acarició su cabeza repetida veces —Nadie tiene idea de lo que sucedió, todo fue repentino, pero de algo estamos seguras...— le volteo a ver —El capitán no es mala persona, demonio o humano, sigue siendo lo mismo. Por favor, deja de pensar y come algo— la princesa asintió levemente reposando la bandeja sobre sus piernas, sin embargo, esta hizo una mueca —¿Está bien?, ¿le sigue doliendo el estómago?— asintió sonriendo ligeramente.

—Si, un poco, a parte que esto tiene mucho condimento— temblorosa tomo el tenedor y con poco ánimos comenzó a comer los trozos en pequeños bocados. Por otro lado, Diane se vio confusa, estaba segura que muy apenas la comida tenía algo de sal y pimienta, ¿de dónde sacaba otro aroma?

Ignoro esto, seguramente su falta de sueño le hacía delirar.

—Te dejo un momento para que almuerce tranquila, con permiso— esta asintió mientras masticaba casi con rapidez, nunca se había imaginado que tanto se había mal pasado las comidas.

Diane caminaba con la preocupación por el pasillo de regreso a la cocina, se sentía algo incomodada como preocupada; la princesa o diosa, sea lo que ella fuese, estaba peor de lo que creía. Sus pensamientos fueron interrumpidos por el oji rojo que encontró de paso.

—Hey Diane— saludó formal, sin ningún tono cantarín o burlón —¿Por qué la cara larga?— esta soltó  un suspiro.

—La princesa me preocupa; no duerme y no quiere comer nada— relamió sus labios —Esta muy pálida y sigue insistente en que quiere verlo— Ban gruño de frustración e impotencia. A lo largo de estos días, no logró ver señales del hermano del rubio y mucho menos de la mujer de cabellos negros. Los seres divinos, siendo los hermanos, eran los que evitaban su paso a los calabozos, alegando que era por su seguridad; la evidencia, esa cicatriz en su cuello y mandíbula.

Pero se mantenía necio, después de todo, sabía que Ludociel lo provocó a propósito, armándoselas para plantear una buena escena para que el oji verde resultara perjudicado, quedando como el enemigo. Estas observaciones hizo que fuera normalmente puesto en la mira de los arcángeles.

—Esos hijos de perra no apartan la mirada, incluso yo no he podido saber del estado del capitán— bufo —Y ahora, ¿Cómo sigue ella?— cuestionó compadecido con la doncella, tanto tiempo esperando a que ese sentimientos entre ambos se solidificara para que en un parpadeo se desmoronara.

—No quiso comer mucho, tiene un dolor abdominal— explicó indiferente —Ahora le dio algo de asco, pero me alivia que al menos ingiera algo. A este paso, puede enfermarse de gravedad— exhalo cansada. Por otro lado, el de cabello blanco se quedó pensativo ante esta respuesta, claramente también le había visto el estado de salud de la oji azul, aunque había algo claro que no coincidía o simplemente, había algo que lo llevaban a una sola respuesta.

—Oye, ¿qué no ella y el capitán...?— tallo su nuca algo avergonzado —Sospecho que ella podría estar... ya sabes, ¿esperando?— por un momento, la oji violeta parpadeo algo confusa antes de escupir una fingida carcajada afligida.

—No digas tonterías Ban. No creo que sea posible, digo, si ella es una diosa y él un demonio, ¿no crees que la posibilidad es baja?— su risa nerviosa desapareció al ver la serenidad del zorro  —¿Ban?. Po favor, no me digas que en verdad crees que ella esta...— le vio asentir lentamente, afirmación que le cayó como agua helada —Oh no—

—Necesitamos a Merlín, no sabemos de lo que ellos serían capaz de hacerle a la princesa— musito temeroso, sí las teorías eran correctas y la princesa resultaba verdaderamente embarazada de Meliodas, demonio odiado por el par del clan de las diosas, no quería imaginar lo que harían en cuanto lo descubrieran. 

—Pero no tenemos idea de en dónde está o alguna pista de su paradero. Ella junto la familia desapareció— Ban dio un golpe seco al muro en un grito de obscenidades.

—¡Maldición!. Estoy seguro que esos tipos están detrás de todo— gruño con un ceño fruncido que mantener el gesto dolía y titubeaba —¡Que ganas de cortarlos de las alas y mandarlos a volar!— Diane se alertó haciéndole una señal de silencio.

—Cállate, pueden escucharte— susurró en regaño, a lo que este solo chaqueo la lengua.

—Necesitamos acabar con esto, pero no sabemos ni un carajo en dónde está Merlín, no sabemos dónde encontrarla— la frustración se hizo presente en su voz. Imaginar el futuro le traía pesadillas; su mejor amigo encerrado como animal, no había un largo futuro para la princesa con un engendro, posiblemente una guerra santa se desataría en el reino y caería en ruinas y con ello, en la miseria, las probabilidades de perder sus amigos y terminar como esclavos para cualquiera de los dos clanes era alta, pensar en que podría perder a su amada Elaine...

—No lo harás nunca— ambos voltearon a ver al de cabello magenta y lentes —Ella fue sellada al igual que la dinastía— musito severo, asegurándose que nadie estuviera en los alrededores.

—¿Cómo lo sabes?, en dónde...—

—Shh... con ellos aquí, las paredes son de papel— bajó un poco la cabeza —Por eso tengo que decirles lo que sé, ya que Mael me tiene en la mira— 

Mientras tanto, en el los rincones ma2s oscuros y retorcidos del calabozo, la enorme puerta metálica se abrió en un chirrido de óxido, dejando a la vista al demonio en cautiverio, totalmente con heridas que él se había negado a sanar, pero aun así, su vida no cedía fácilmente.

—No me sorprende que aún no hayas muerto— se escuchó la voz del de cabellos largos como la oscura noche —Bien dicen, hierva mala nunca muere, pero tu eres peor que una trinitaria— carcajeo ligeramente empuñando una de las espadas sagradas, que naturalmente matarían a un demonio rojo o gris en una estocada —¿Cuánto sufrimiento más le darás a nuestra diosa?— sin presentirlo, aquel metal atravesó su cuerpo, peligrosamente cerca de uno sus siete corazones, suerte que Ludociel no conocía este detalle.

—¡Kgh!, Hmm— se retorció entre cadenas y metales candentes, era como arder en fuego desde dentro, como sí lo desgarraran a sangre fría en una larga  tortura. El líquido rojo salió disparado de su boca y de la herida hecha por el hombre, formando un charco carmín.

Soltó un segundo gruñido de dolor bestial, pues esta vez había atravesado su hombro; las piezas que sujetaban su cuerpo parecían que reaccionaban al estímulo del arma, pues con cada cuchillada, el metal quemaban su cuello, muñecas y tobillos.

—Veo que te diviertes— llamó el oji azul deteniendo el acto cruel de su hermano.

—Al menos torturarlo me calma un poco— bufo envainando la espada —¿Elizabeth sigue encerrada?— este asintió levemente logrando que solo se frustrara más—Esa niña no entiende que esto es por su bien, ya hemos dejado pasar demasiado tiempo y ella sigue llorándole— lo tomó bruscamente del cabello, tirando de el, observando con abominación esos ojos negros y vacíos.

—¡Grr!— apartó bruscamente del agarre del arcángel —Mierda, ¿por qué no solo muero de una vez?— imploró para sí, por mas que tratara de retenerlo, su cuerpo sanaba por si solo lentamente. El tormento de su cabeza había acabado, dando paso aun vacío desolado, había conseguido tranquilizar aquel ente demoníaco e incluso había conversado con él, coincidiendo que solo estaban sufriendo —Elizabeth... no merezco tus lagrimas— un par de gotas saladas resbalaron de sus orbes negras al escuchar la puerta retumbar al cerrase, dejándolo en la fétida oscuridad.

[...]

—Entonces, ahora mismo están en los calabozos— terminó de confirmar el albino. Los tres se encontraban en la torre de la maga, ya que poseía un hechizo de silencio e impenetrable para cualquier ser mágico.

—Solo el capitán, ya que ellos no poseen el poder necesario de sellarlo— respondió el de lentes —Si lo sellan, dejarían de existir físicamente y eso no está en sus planes— explicó dejando a la de coletas con una pregunta en la cabeza. 

—Y, ¿respecto a lo de Elizabeth?, ¿qué sucedería con ella?— Gowther ajusto su lentes con un suspiro alarmante.

—Es una suerte que solo la pareja puede percibir la presencia de la nueva vida, pero si en caso de que Ludociel se enterara, sería capaz de matar a su hijo o inclusive a ella—

[...]

Mael caminaba por los pasillos del castillo sin molestarse por los pocos guardias que quedaban, los empleados habían salido huyendo casi a la fuerza con el pasar de los días ante su presencia dejando a más de la mitad sin empleo. 

Dejando de lado la patética vida humana, el arcángel se detuvo en donde su corazón empezaba a temblar, tras esa puerta se encontraba aquella belleza extraordinaria, mucho mas hermosa que el resto de las diosas, igual de deslumbrante que su señora, la Deidad Suprema. ¿En qué pensaba al traerla en un lugar tan corriente?, la primera vez había quedado hipnotizado con sus ojos, a pesar de ser solo una niña, pero ahora, era toda una mujer.

Avisó con un par de toques en la puerta antes de encontrarla leyendo nuevamente ese cuento del caballeros y damiselas mientras se recargaba en la fría pared de piedra.

—Elizabeth, debes levantarte— dijo casi exigiendo, más esta pareció no hacerle caso, una especie de rencor a aquellos seres se alojaba en su pecho. El platinado solo se acercó a ella apartándole aquel mundo de letras fantasiosas —Te explicaremos de...—

—Déjenme— exigió sin ninguna emoción aparente en sus ojos semi grisáceos, el color rosado desapareció de su rostro dejando una palidez ártica, la dulzura de su voz desapareció dejando un sonido frustrante y lamentoso, como escuchar un violín llorar entre cuerdas rotas en melodías sin entonación.

—Tal vez esto sea difícil, pero con el tiempo...—

—¿Alguna vez has amado?— esto fue desconcertante para el hombre alado como verse descubierto —¿Haz sentido esa emoción de sentirte importante y no por una estúpida corona sobre la cabeza?— su mirada endureció cruelmente, ya no quedaban lágrimas para derramar, había drenado cada lamento, pero el dolor seguía punzante —¿Haz amado de forma que se te olvida cual es tu triste realidad?—

—Elizabeth esos son sentimientos humanos, nosotros...— se vio contradicho ante sus palabras, él quería aquella chica caprichosamente, pero debía sacarle las ideas para manipularla a su parecer.

—El amor no es precisamente de humanos— respingó tomando una bocanada antes de continuar —Solo quiero verlo, necesito saber que esta bien—

—Ese monstruo está bien, lo que nos preocupa es usted— se vio molesto, la manera testaruda en que mantenía a su fiel posición de querer verlo. Sin duda sería una mala idea, sí lo viera en el estado en que se encontraba, seguramente no confiaría en ellos.

—Solo soy un reflejo de él — respondió sin ánimos acomodando un mechón detrás de su oreja —Y a pesar de todo, lo sigo amando, no me importa su apariencia, solo quiero que ...— en ese momento, el brillo de la cadena llamó la atención del varón.

—¿Qué es eso?— sin permiso tomó su mano, descubriendo la manga, revelando lo que se temía, ¿Cómo no lo habían notado antes?, muchas preguntas apuntaban a una sola respuesta  —Q-¿Quién se lo dio?,  ¿Fue ese demonio?, dígame que no fue él— esta se apartó bruscamente de él, tomando posesivamente aquel regalo.

—¿Y qué si fue así?, al menos se que es lo mas significativo que tengo de él— en ese momento, Mael solo retrocedió aturdido.

—Como quieras mi diosa— hizo un falsa y grosera reverencia —Lamento haber sido imprudente .¡Maldición, esto explica las cosas!— se retiró con este último pensamiento, los celos le invadían con solo pensar, que ambos estaban destinados a estar juntos a pesar de las circunstancias.

Por otro lado, la princesa escuchó que alguien más ingresó a la habitación.

—¿Elizabeth?— volteó a ver a la dueña de esa voz melosa y femenina.

—Nerobasta. Si intentas venir a decir lo mismo que lo demás, pierdes tu tiempo— le dio la espalda de forma arisca y hostil a la diosa.

—No vengo a eso. Vengo a escucharte— esta le vio incrédula, admirando esa sonrisa casi maternal —Guardas mucho dolor en ese joven corazón, un poco de compasión y lágrimas lo aliviara— extendió sus brazos y como si hubiese sido un impulso, lágrimas saladas volvieron a caer de sus orbes mientras abrazaba a la mujer como una pequeña en busca de su madre.

—Estoy tan confundida, tengo miedo— jadeo —No sé en dónde esta mi familia, él está encerrado sufriendo y yo solo estoy siendo inútil— pacientemente tarareo esperando a que su llanto cesara.

—Ya calma— acarició su larga cabellera  —El amor es tan doloroso como hermoso, un precio justo para un sentimiento humano— sonriente, separó el gesto, tomando su mano protectoramente —Ven, te ayudare a que puedas verlo. Solo se paciente, tengo que asegurarme que sea seguro para ti, ¿de acuerdo?— sus ojos volvieron a la vida ante esas palabras que no evito dar un brinco de felicidad.

—Gracias, Nerbasta— limpió el agua de sus mejillas.

—Si eso te alivia, trataré de hacer a mi alcance para que puedas estar con él, aunque sea un breve momento— esta asintió confiando ciegamente en la mujer, dejándose guiar fuera de su habitación después de estar encerrada todo este tiempo.

La mujer voluptuosa gradeció que su señor no estuviera en los calabozos como siempre, no tuvo dificultades con pasar a ese pavoroso lugar.

—Es ahí— señaló el largo corredor apenas iluminado —Camina hasta el fondo, solo no toques la puerta, tiene un hechizo protector que lo aísla de todo contacto. Lamento no poder hacer más— suspiró con decepción a lo que Elizabeth solo sonrió levemente.

—Es más que suficiente, gracias— insegura, pero determinada, se encaminó en el siniestro lugar hasta el final, sintiendo su corazón latir con fuerza, como si pudiese sentir su presencia. Sin embargo, tras ver a través de la pequeña abertura que dejaba paso al interior, su cuerpo se tenso dolorosamente ante la imagen de su amado a penas iluminado con unas velas —Meliodas— musito horrorizada al verlo tan herido, tratado como el peor de las bestias. Tentada a abrir la puerta, pero solo se limitaba a verlo entre penumbras con un nulo sollozo —¿Qué es lo que te hicieron Meliodas...?— 

[...]

—Y, ¿qué lograste?— su hermano menor solo negó con fastidio —¡¡Demonios!!, ¡¿cómo se supone que lo asesinaremos si ella se porta muy hostil con nosotros y tan benevolente con esa cosa?!— exclamó más que furioso, la paciencia desbordaba. Mael suspiró profundo antes de llamar la atención de su mayor.

—De hecho, Ludociel... de eso quería hablar. Creo que sé porque están conectados— el azabache arqueo la ceja —Ella tiene un lazo con él. Un lazo nupcial— la mirada del arcángel detono estupefacción —Esto está jodido, no hay nada que podamos hacer, más que ceder— para entonces, el peli plateado ya estaba más que resignado, sin saber que el contrario no dejaría pasarlo tan fácilmente.

—No— tragó en seco —Si sienten empatía por esa estupidez, solo hay que romperlo—

—Pero los demonios son muy territoriales, eso no se rompe fácilmente— un alivio fue transmitido por Ludociel.

—Claro que aun hay una sola forma, los demonios solo tienen una pareja de por vida al igual que las diosas, pero los emparejamientos entre distintas razas son débiles, a diferencia de entre las mismas— explicó con una tranquilidad que incluso aterraba al oji azul

—¿Entonces?, ¿Qué debemos hacer, Ludociel?— una amplia y siniestra sonrisa se dibujo en el aludido.

—Los lazos divinos se rompen con otros lazos divinos más fuertes. Es fácil esto...— su ciego mirar se quedo perplejo en Mael —Solo tienes que desposarla—

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Uuh, esto es cada vez mas interesante.

Ludociel haciendo sufrir a Meliodas y creando planes cada vez mas retorcidos, y oh, problemas, Mael se esta enamorando de Elizabeth :v

A diferencia de Nerobasta que la apoya, pero lamentablemente no puede hacer mucho por culpa de Ludociel UnU

Y hablando de Elizabeth, creo que ya deje entendido que Tristán aparecerá UwU, de hecho, creo que era mas que obvio que terminaría así después del lemon :v (tranquilos, que a Tristán no le pasara nada, creo)

Pero bueno, ¿Qué les pareció el capitulo?, ¿Mael aceptará el plan de su hermano o será un poco mas sensible?

Sin mas, me despido y gracias por leer, no olviden pasar a la tienda de regalos donde estaré subastado pañuelos y palas :3

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Pdta. Les doy una semana para que se preparen emocionalmente, porque el siguiente les va a doler en el corazón del Melizabeth >:3

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