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Capítulo XI

Esta cosa ya quedo lista y hecha, me pregunté, ¿para qué hacerles esperar?. Espero les guste y les saque minimo una sonrisa:(.


-Fue una tarde pesada- suspiro la chica rubia y ojos morados saliendo del local donde laboraba diariamente en compañía de su amiga pelinegra.

-Si que lo fue- suspiro -Agradezco no estar en el turno de noche-

-Si,   con la ausencia de la familia real, muchos empleados del castillo vendrán seguramente. Aunque eso no nos salva del trabajo duro mañana- soltó un gemido en queja de solo pensar el desastre al siguiente dia.

-Adiós Howk, nos vemos mañana- aviso la pelinegra al dueño.

-Hasta mañana chicas- regreso el abur -Gelda...- la joven volteo.  -Asegúrate de que tu nuevo amigo se presente, tu lo ayudaras a acoplarse-

-Si, claro- dicho esto hizo un adiós con su mano y siguió su camino.

-Bien, ¿quién es tu amigo?- sonrió ladinamente provocando incomodidad en la rubia. -¿Lo secuestraste?-

-¡Ren!- chillo -Lo acabo de conocer- dijo con ironía rodando los ojos.

-Eres muy aventada- se burló haciendo sonrojar a Gelda, quien negaba frenéticamente.

-¡No es eso!- soltó exaltada. -Solo quiero ayudarlo, no pretendo nada más- soltó un suspiro con pena por la situación en la que encontraba el pelinegro que ahora compartiría su hogar solitario.

De cierta manera le dolió la historia de Zeldris, y el quedarse fue solo por ayudarlo, si no porque, muy dentro de ella se sentía sola en ese lugar. No soportaba esa soledad, por lo que creyó que la llegada de este seria una buena compañia temporal.

[...]

La oscuridad de la noche alcanzó el día, se podían observar algunas luciérnagas y escuchar el cantar de los grillos. El pueblo estaba en silencio y sin ninguna luz más que las farolas que iluminaban los caminos de tierra, a excepción del Boart Hat.

La taberna, famosa por su buena calidad y gran variedad de cerveza y ser el lugar más visitado por hombres hasta altas horas de la noche y esta no era la excepción.

Eran alrededor de las 10: 00 pm, y el grupo de cuatro hombres caminaba a dirección del bar que se encontraba fuera del pueblo. Se podía apreciar a lo lejos las luces del local y varios comensales dentro, sería una larga y divertida noche.

-¡¡Maestro!!- canto Ban en voz alta entrando de golpe haciendo estremecer a Howk.

-Oh, no- tembló un poco. El grupo entró detrás del albino alto, ignorando el escándalo alrededor.

-Lo de siempre- ordenó sentándose en de las sillas de la barra, siendo imitado por sus acompañantes.

-Definitivamente mañana si necesitaré ayuda- suspiro mientras llenaba los tarros con cerveza ligera.

Deslizó las bebidas a los chicos para proseguir atendiendo a los demás clientes que llegaban. Ban no dudo en tomar un gran trago de la bebida amarga.

-Uff, ya necesitaba una- suspiro deleitándose.

-Eres un borracho- se burló Meliodas apoyando su cabeza sobre su mano mientras su codo reposaba sobre la madera de la barra.

-Vamos amigos...- soltó un quejido. -No me dejen solo en esto-

-De acuerdo...- suspiro el de ojos ámbar. -Pero no podemos empezar sin el orgulloso-

-¡Se lo pierden!- chasqueo la lengua y continuo bebiendo.

No pasó más de quince minutos para que el de gran masa muscular llegara al local, encontrando a sus amigos no  bebiendo más que cerveza de la más ligera mientras charlaban animadamente.

-Hey chicos- hizo a conocer su llegada Escanor tomando asiento cerca de ellos.

-Hasta que llegas- celebró King con falso entusiasmo rodando los ojos.  -Te esperamos- se enderezó sobre su lugar.

-Tienes idea de lo ansioso que estoy por no recordar nada de esta noche- alegó el ojirojo pasando su respectiva botella a cada uno de sus amigos con una sonrisa de oreja a oreja. -Hasta el fondo- sin ocultar su emoción, chocó la botella con cada uno a modo de brindis para comenzar a beber.

-Esto acabará mal- soltó un suspiro Howk observando desde una esquina, donde atendía una mesa.

[35 minutos después]

-¡Oh Merlín....!- exclamó en un canto Escanor.  -Mujer misteriosa de ojos silenciosos
Y Labios con sabor a miel,
El mutismo de tus palabras son una sombría transgresión a tu dulzura-  musito alto y claro mientras levantaban su tarro en alto. -Vertiginosas sienes de pensamientos insomnes, dormitando en el hastío del gravitante destino,
Perdida en los pensamientos matutinos, Diurnos, Nocturnos,
Eternos....- terminó con su mano en su corazón de forma dramática.

-Oye viejo...- cantó Ban tambaleante. -Cáshate y dile lo musho qui la amas- balbuceo con una sonrisa ladina.

-Llorare entre las penumbras si a mi corazón agobia...- continuó con su poema sin importarle las quejas que recibía.

-Mujeres...- apareció Gowther lanzándose a la barra con un notorio sonrojo. -No se pueden vivir con ellas y tampoco vivir sin ellas- dicho esto rodó hasta caer al suelo de cara.

-Hum... creo que murió- hablo King sin importancia para encogerse de hombros. -Un raro menos- tomó un trago.

-¡Encontré 50 centavos!- chillo el pelirosa con emoción.

-Osheee, Kiiiiing- cantó fuerte a su amigo. -Compadre, me gusta tu hermana-  confesó haciendo a este atragantarse con la cerveza.

-¡Alejate de ella!,... hip... maldito degenerado- el pelo café grito furioso.  -Eres...hip... un maldito.... hip.... ¡lolicon!-

-Jajaja...- carcajeo -lo dice al que le gustan las grandotas- se burló mientras le daba un gran trago del tarro. -Creo que este no era mío- hizo un puchero observando el contenido.

-¡¡Cállate, zorro!!- tomó con brusquedad otra botella y se la empino, bebiendo casi todo el contenido de golpe. 

-¡Oye capiiiiiitaaaaan!- el rubio lo vio mientras bebía tranquilamente con un sonrojo en sus mejillas. -Tampoco te salvas-

-¿De qué hablas...?- hizo una pausa confuso. -Baaan-

- Ya dinos lo muxo que amas a la princesita...- bromeó el peliblanco. -No  puedo esperar a verte con ella al altar- canto limpiando lágrimas imaginarias. -Seria hermoso- canto con una voz afeminada mientras King suspiraba con romance.

-¡Con mi ...hip... princesa no te metas!- amenazó tambaleándose un poco.

-Ahora resulta qui es tuyaaaa- habló con asombro fingido. -Dime, aca...hip... acaso ya entraste a su cuarto y...- fue callado abruptamente por King quien no deseaba escuchar y es que cuando pasaban a temas más pervertidos, Ban solía ser explícito y cínico.

-Hum...- Meliodas abrió otra botella de cerveza de sabor más amargo sin comprender lo que su amigo quería decir.

-¡¡¡Oh Merlín....!!!-espeto Escanor con lágrimas en los ojos.  -Mujer de libertades confusas que levitas en este mundo inclemente y agónico,
Tu naturaleza de mujer,
esclaviza tus sentidos a la racionalización de tus emociones...-

-¡Maldita sea capitán..!.- se quejó King después de soltar al ojirojo  -¿Como se atreve a... hip... rechazar a .... hip... Diane?- balbuceo apenas inequívoco.

-No necesito a una...- hizo una pausa a causa del singulto.  -mujer en mi vida-

-Tan desesperado estoy porque me vea...- dramatizo. -¡¡Todo es tu culpa!!- chillo dejándose caer de cara contra la barra de madera mientras la golpeaba, desahogando sus penas.

-Kiiiiiing...- tarareo melódico. -¡Prestame a tu hermana!-

-Tienes suerte de que Eliza...y beth te quierra- comentó el pelo café al blondo ignorando  las manifestaciones de Ban.

-La quiero mas que mi vida...- dio un último trago a su botella medio llena para pedir otra.

Howk suspiro con hostilidad, siempre la taberna terminaba en desastre, pero con ese grupo era un caos total. Siempre terminaban revelandose de mas, hablaban de cosas sin sentido, iniciaban peleas; al día siguiente sin duda necesitaría unas manos extra.

[01:13 am]

La familia real llegó al palacio después de un largo viaje desde Camelot, siendo recibidos por pocos guardias del castillo y unos pocos empleados que estaban despiertos.

-Descansen- dijo Elizabeth con semblante cansado.

-Descansa Eli, descansa Verónica- se despidió la mayor con una voz dulce.

-Buenas noches- se despidió la de cabello corto.

Elizabeth avanzo hasta llegar al pasillo que lleva a su habitación sin otras intenciones más que ir a dormir, sin antes asegurarse de unas cosas importantes.

-Me pregunto si Diane ya estará dormida-murmuro caminando a la habitación de la de coletas. En silencio abrió la puerta y la encontró profundamente sumida en un sueño. Elizabeth sonrió y cerró la puerta.  -Al parecer sí...- sus ojos azules voltearon al lado izquierdo; camino a la habitación del hombre prosiguiendo a abrirla. -Señor Meliodas...- asomo su cabeza percatandose de su ausencia.  -¿No está?- murmuró con cierto pasmo ya que él siempre suele estar dentro del castillo. El eco de unas voces a lo largo del corredor llamó su atención.  -Zaneri, ¿señor Meliodas?- la albina se acercó a la sirvienta tratando de caminar con el rubio quien iba tropezando.

-Alteza, volvió pronto- habló la castaña.

-¿Que tiene el señor Meliodas?- preguntó ante su personalidad juguetona.

-Nada grave- soltó un suspiro. -Solo tomo de más- explicó.

-Hum... prin...cesa... hip- balbuceo entrecerrando los ojos tratando de visualizar si eran los efectos del alcohol o realmente la chica había regresado. Con curiosidad comenzó a tocarla repetidamente con su dedo índice en el área de su cintura y estómago, confirmando que ella en realidad estaba ahí mismo y no una alucinación.

-Oh mis...- jadeo ignorando las acciones del rubio. -Será mejor que lo lleve a su cuarto- la doncella tomó al rubio del brazo sujetándolo por los hombros. -Podrías traerle algo de té para que se relaje un poco-

-Si, su alteza- Zaneri dejó al blondo en cuidados de la princesa y se dispuso a marcharse a la cocina.

-Bien, vamos a su habitación- la chica caminó con cuidado ya que Meliodas aún se tambaleaba un poco e iba bromeando.

-Tardó musho en volver- dijo entre risas.

-No fue tanto- soltó una risilla por debajo negando con la cabeza.  -Pero veo que estuvo mejor- cerró sus ojos.

-No hubo un momento en el... que no pensara en tiii- la albina se abrió sus ojos de golpe con un sonrojo.

-No diga tonterías...- titubeo creyendo que lo decía por estar bajo los efectos del alcohol. Con dificultad abrió la puerta de la habitación  e ingreso dirigiéndose hasta la cama. -Ugh, para su tamaño si es pesado-  se quejó riendo un poco.

Ayudándole a zafarse de su agarre, Elizabeth quito su brazo de su alrededor para acostarlo en su cama. Sin embargo, en un mal movimiento del rubio, se abrazó a ella.

-Hum...- soltó un gemido al momento de dejarse caer encima de la princesa, rodeando su cintura con sus brazos.

-S-señor Meliodas- se sonrojo fuertemente, ya que por la diferencia de alturas, el rostro de su caballero quedó en medio de sus pechos, bajando un poco su escote con la barbilla.

Luchando contra su pudor, también lo hacía por no caerse de espaldas con el joven encima de ella.

-Te extrañe...- lo escucho murmurar, tensandose al sentir su aliento caliente en uno de sus atributos. A duras penas logró enderezarse.

-Ya, ya...-  tartamudeo palmeando un poco su espalda. -Mejor le ayudare a quitarse esa camisa, está manchada- lo quitó de ella suavemente para sentarlo a la orilla de la cama.  Se inclinó a su altura y retiró la camisa blanca por sus brazos y encima de su cabeza dejándolo con su playera sin mangas roja. -¿Mejor?- sonrió.

Meliodas por su lado aun estaba ido de la realidad, tenía un extraño impulso de acercarse un poco más a ella y no lo dudo. Tomó con su mano aún temblorosa la mejilla de Elizabeth.

-¿Señor M-meliodas...?- murmuró anonada.

Su corazón se acelero de golpe, ya que este comenzó a cerrar sus ojos y acercarse a su boca.

¿Qué debía hacer?

Era muy pronto para decidir y muy tarde para retroceder, esto estaba mal y no por el simple hecho de que el blondo no estuviera en sus cinco sentidos.

Con nerviosismo cerró sus ojos apretando los labios, la ansiedad la carcomía cuando sintió su nariz rozar con la suya, sintiendo el olor a cerveza aún más cerca, estaba nerviosa esperando ese pequeño contacto en sus labios temblorosos, pero...

-Alteza- abrió sus ojos de golpe, empujando a Meliodas bruscamente cayendo de espaldas contra el colchón.

-Ugh- se quejó.

-S...si, pasa Zaneri- tartamudeo recuperando la compostura y alejándose del rubio.

-Aquí está el té- la castaña entro al cuarto con la taza encima de un fino plato, cuidando de no derramar.

-Gracias, ya puedes irte a dormir- indicó. -Yo me encargo-

-Con permiso, buenas noches- dio una pequeña reverencia y salió del cuarto.

-Buenas noches- su mirada se dirigió nuevamente al ojiverde quien seguía aturdido por el golpe tratando de recuperar la compostura.  -Ahora, tome esto, lo relajara para que pueda dormir bien y no le afecte tanto mañana- le extendió la taza con cuidado. Por otro lado, el lo tomo sin precaución.

-Ugh... quema- se quejó de dolor sacando su lengua mientras cerraba uno de sus ojos mientras el otro lagrimeaba en acto reflejo.

-Oh Señor...- suspiró negando con la cabeza con gracia. Tomó la taza entre sus manos y sopló un poco al líquido semitransparente y lo volvió a cercar a la boca de Meliodas con cuidado para que sorbiera poco a poco, esta vez sin quemarse.

Meliodas suspiro contra el vapor acariciando su rostro, degustando el sabor dulce del té, posó sus ojos esmeraldas en la princesa concentrada en facilitarle en consumo del líquido .  Hace un momento quería hacer algo, ¿que era?.

Si alguien los observaba, dirían que la princesa lo mimaria si él se lo pidiera, pero la verdad es que ella se preocupaba por él que haría cualquier cosa, aunque implique cuidarlo en tales condiciones, Elizabeth lo veía como un pago aparte por protegerla y estar siempre con ella.
Una vez que tomo un poco más de la mitad, dejó la taza sobre el buro y limpio parte de la barbilla del blondo en donde se había deslizado un poco del té.

-Bien, descanse- lo recostó con cuidado, este obedeció relajado pero con la cabeza aún dándole vueltas. Le colocó la sábana encima de él sin molestarse en retirar sus botines. -Nos vemos en la mañana- dispuesta a irse a su habitación, Meliodas la tomo por la muñeca. 

-Quédate- rogo como infante tal cual, Elizabeth se negó.

-No creo que...-

-Fue mucho tiempo si ti- hizo un puchero de niño regañado, estremeciendo a la princesa.

Le era curioso que a pesar de ser un adulto, aún conservaba unas facciones infantiles haciéndolo ver lindo a la vez maduro. Ese puchero y el sonrojo por su ebriedad era un extra más que suficiente como para hacerle acceder a su petición, como decirle que no a esa cara adorable.

-No tiene remedio- suspiró acercándose a él.

Apenas Meliodas sintió el peso en la cama y la jalo hacia el, acurrucandose en ella mientras la rodeaba con sus brazos, cayendo profundamente dormido de inmediatamente.  Elizabeth se mantuvo quieta con un rosa difuminado en sus mejillas, estaba sorprendida con esa nueva faceta de su guardia, bien no le molestaba pero no estaba acostumbrada a ese hombre fuera de la armadura de caballero, le comenzaban a gustar.

Con timidez acaricio su cabeza, jugando con ese par de mechones rebeldes que sobresalen de su cabeza, deleitándose con la suavidad de estos mismos y sus movimientos curiosos.

Soltó un jadeo de molestia, dormir con ese vestido voluptuoso y no con su pijama sería incómodo.


Jejeje, ¿qué te pareció el capítulo de hoy?, ¿Que opinan de esta personalidad de Meliodas?, ¿Cuál creen que sea su reacción al día siguiente?

Espero les haya sacado mínimo una sonrisa, no soy buena para la comedia jsjsjs.

Sin mas que decir, gracias por leer.

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