Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capitulo IX

Así es bishitos no estan soñando, capítulo doble, no pregunten solo gozenlo.

El resto de la tarde, Meliodas quedó postrado en su habitación boca abajo sobre el colchón murmurando cosas ininteligibles. Su armadura yacía en una esquina abandonada, solo se encontraba usando esos pantalones cortos blanco, junto su camisa y sus peculiares botas verdes. Desde hace unas horas que las princesas partieron de Liones y el blondo no hacia mas que pensar en el bienestar de su princesa.

Podría ser cierto, era testarudo, exagerado y algo dramático, pero ese sentimiento de culpabilidad aun lo torturaba. Pensar en que algo le pudiese ocurrir a la albina por un descuido seria la muerte para él, no soportaría fallar nuevamente a su palabra y menos a la persona que mas queria. 

Para nadie era un secreto que Meliodas tenía una extraña e inmensa gratitud hacia el rey Baltra y al difunto general Zaratras, pero lo que nadie imaginaba, ni Ban aunque lo dijera de broma,  era el enorme cariño que le tenía a la pequeña Elizabeth. Aquella niña traviesa que conoció a los 12 años y ella tan solo una infante curiosa y escurridiza;  sentimientos fraternales que nunca admitiría en voz alta.

[Recuerdo ]

Hace diez años

Un adolescente rubio, algo malhumorado y de cuerpo adolorido caminaba con dificultad por los pasillos del castillo. Con el pasar de estos dos años que comenzó su entrenamiento para aspirar a caballero sacro, se hacía cada vez más pesado.

-¡Meliodas!- unas gemelas de 11 años,una de cabello castaño y otra rubia sujetado en una trenza ladeada se le acercaron corriendo hacia el.

-¿Que hay, Zaneri. Jenna?- soltó un suspiro cansado observando a ambas femeninas.

-¿Haz visto a Elizabeth?- preguntó con preocupación Jenna, a lo que el rubio alzo la ceja confundido.

 -La niñera la descuido un momen...- Zaneri fue interrumpida por el mismo.

-¿Elizabeth?- preguntó confundido.

-Si, la tercera princesa- dijo con ironía la rubia.

-Ni siquiera que había una tercera princesa-su dedo índice cubrió su boca y su dedo pulgar se posó en su barbilla pensativo.  -¿Que paso con ella?- cuestionó a las gemelas.

-La niñera se descuido un momento y como tienen clases con la señorita Merlín, simplemete se fue. -explico la castaña tímida.

-Ya la buscamos pero no la encontramos por ningún lado- habló exasperante la mayor.

-No la he visto- dijo en un tono indiferente.  -Y ahora no tengo tiempo- se cruzó de brazos soltando un bufido ganandose una mala mirada por parte de Jenna

-¡Zaneri, Jenna!- exclamó una mujer castaña, trabajadora del castillo. -Les dije que busquen a la princesa, no quédense a charlar- regaño la mujer.

-¡Perdón mamá!- exclamaron al unísono las gemelas para ir con su madre.

-Nos vemos Meliodas- sonrió la ojiazul castaña dejando nuevamente solo a Meliodas.

El ojiverde continuó su camino apático a lo antes mencionado por las hermanas y a su alrededor. Se dedicaba a estirar un poco los brazos con el fin de relajar sus bíceps en desarrollo y retirar la tensión en ellos. Sin embargo, al pasar por la puerta abierta de la biblioteca, se percató de un ruido proveniente de ahí.

-¿Hum...?- hecho un pequeño vistazo desde la puerta. Se adentro al no ver a nadie, ni siquiera al bibliotecario. 

Otro ruido le llamó la atención.

 Se acercó al lugar de donde provenía, observó libros aventados sin cuidado y una niña de al rededor de siete años con curioso vestido celeste jugando con estos en el suelo, ¿como llego ahí esa chiquilla sin ser vista?, se preguntó.  Escurridiza pero astuta.

-Bueno, bueno, bueno.- se agacho lo suficiente, sonriendo ante la curiosa mirada de la ojiazul. - Tu debes ser Elizabeth. Saliste escurridiza y curiosa, ¿eh?- rió un poco. Observó de cerca a la pequeña, quedó asombrado con lo peculiares e inefables que eran sus ojos azules como el cielo. 

Ella no decía nada, bien ya habia visto al joven antes y de cierta forma curiosa pero nunca había cruzado palabras con el directamente, algo en él asustaba sin desprender maldad.

-¿Le diras a mi papá?-  se ánimo a preguntar, el rubio solo nego.

-Con una condición- aclaro ante la curiosidad de Elizabeth. -¿Porqué te saliste de ti habitación?- la niña bajo la mirada apenada. -Sabes que no deberias salirte asi-

Sin darle tiempo a contestar, tomo a la niña entre sus brazos, quitándole el libro que tenía entre sus pequeñas manos. Meliodas lo inspecciono, era un libro muy llamativo para niños.

-Creo que ya entiendo-  murmuró

-Hmp, damelo - se quejo la albina extendiendo sus manos hacia el libro, el rubio solo lo alejó de su alcance.

-¿Quieres esto?- cuestiono por la actitud inquieta de Elizabeth. -¿Te gusta?- volvió a preguntar, esta vez la ojiazul se estiro un poco mas tratando de alcanzar el libro que este mantenía lejos de su alcance.-De acuerdo, de acuerdo, pero suéltame... ¡AUCH!- se apresuró a decir con una queja de dolor, quitando a la niña de encima y entregando el libro.

-Perdón- murmuro la albina, pues en su intento de tomar el libro se aferro con fuerza a una zona afectada del rubio por sus ejercicios.

-Tranquila, alteza- dijo en una risa. -Venga- cargando a la ojiazul junto con el libro, se sentó en una silla cercana, posando a la niña en su pierna mientras abría el libro y comenzaba a leer.

Por otro lado, Elizabeth miró con curiosidad al rubio concentrado en el libro. Se relajo posicionando su cabeza en el pecho del adolescente viendo las ilustraciones mientra escuchaba la voz narrativa y melódica del rubio.

Paso alrededor de media hora, antes de que el rey Baltra entrara a la bibloteca con apariencia asustada y agitada, buscando a la menor se sus hijas. Su semblante se relajó y sintió un gran alivio cuando divisó al rubio con la niña en brazos, leyendo para ella y haciéndole cosquillas en su pequeña nariz.

Una imagen adorable.

-Elizabeth- tanto el rubio como la albina vieron a Baltra acercarse a ellos.  -Aquí estabas- sonrió despreocupado.

-Papá, Papá-  exclamó la albina bajandose de la pierna del ojiverde e ir corriendo hacia su mayor, quien con aun un poco de preocupación la abrazo.

-Gracias muchacho- agradeció al ojiverde mientras este se levantaba de su lugar.

-De nada-ladeo la cabeza con curiosidad. -No sabía que habia una tercera princesa- Baltra pareció dudar un poco.

-Pues, te la presento formalmente- giro un poco el cuerpo de la pequeña de modo a que viera al chico delante suyo.  -Elizabeth de Liones, el tu futuro guardia.- Meliodas rio por el comentario creyendo que solo bromeaba. -Meliodas, mi tercera hija, Elizabeth Liones-

-Un gusto, alteza- tomó su pequeña mano y la beso con una pequeña reverencia juguetona.  -Soy Meliodas, para servirte-

-Meliodas...-  menciono dulce e infantil, sacándole una sonrisa al rubio, sin duda se había enamorado de su ternura e inocencia.

[Fin de recuerdo]

Meliodas suspiró con melancolía. Fue extraño como avanzó su relación con la albina a partir de ese momento, Elizabeth siempre tuvo su maña escurridiza y traviesa, metiendose en problemas constantemente siendo el perjudicado a causa de estas acciones y siendo él mismo quien iba en su rescate cuando el rey Baltra le impone sus castigos, haciéndolos más leves sin importar lo afectado que él terminara. Algo que haría por su hermano menor.

Era rara la manera en la que se sentía al estar con ella, la adoro en el primer momento en el que la conoció y viceversa, pero por alguna extraña razón, sentía algo más que una conexión de hermanos, sentía que estaban destinados a conocerse. Sentimiento que se dedicaba a ignorar constantemente.

Solo había que tomar una cosa en cuenta ; Él estaba para protegerla y ella para complementarlo.

Entre sus pensamientos y recuerdos, sus músculos se relajaron sobre el lecho, su cuerpo comenzó a sentirse fatigado y sus ojos pesados. Soltó un suspiro dejándose caer en brazos de morfeo y quedar profundamente dormido. Jamás lo admitiría,  pero sin dudas descansar era lo que más necesitaba.

Mientras tanto en el pueblo de Liones.

-Entonces, también fuiste víctima del clan demonio hace años- el pelinegro asintió observando el contenido en la taza. -Lo siento mucho- murmuró la joven sirviendo un poco de té.

-Apenas tengo memoria de lo sucedido, no te preocupes-resoplo observándola fijamente.  -Mejor dime, ¿cómo obtuviste la casa?- dio un sorbo a la taza.

-Le fue cedida a mi padre después de que restauraran los daños-respondió.  -Nos mudamos aqui ya que donde vivíamos mataron al resto de mi familia. Mi padre creyó que era lo mejor para mi, hasta que falleció el año pasado- hizo una pequeña pausa. -He estado viviendo aquí desde entonces y trabajo para mantenerme- terminó con una leve sonrisa llevando la taza a su boca, disfrutando del vapor chocando contra su rostro pálido.

-Lamento esto- la chica soltó una risa despreocupada.

-No hay problema- hizo sonido sordo de la taza chocando contra el portavasos de cristal sobre la mesa. -Y dime, ¿que te trajo de regreso?- cuestionó con curiosidad en sus ojos morados.

-Busco a mi hermano- respondió sin rodeos.

-Entonces era verdad- murmuró lo suficiente como para que Zeldris la viera desconcertado. Ella se dio cuenta de su mirada.  -Cuando recién llegué aquí, una mujer me dijo que aquí solían vivir dos hermanos y su madre- explicó alzándose de hombros.

-Y,  ¿sigue aquí esa mujer?-

-Ella se marcho el mismo dia que nos entregaron la casa- respondió con un suspiro lamentando. Zeldris pareció decepcionado.

-Oh.... y,  ¿no te dijo nombres?- volvió a preguntar.

-Hum... el tuyo y el de tu hermano era Mesías, no...- quedó pensativa con un puchero. -Melias...ugh, no recuerdo pero era algo así como Meliomas...- frunció el ceño al no lograr recordar.

-Meliodas- murmuro el pelinegro en afirmación.

-SI, Meliodas- exclamó la rubia con una sonrisa.

-De acuerdo Gelda, gracias por todo. Tengo que buscarlo- ya que tenía el nombre, no dudo en levantarse de su lugar e ir a la puerta dispuesto a marcharse.

-Espera, Zeldris- el ojiverde se detuvo a verla.  -Está anocheciendo y no tienes donde hospedarte-

-Yo veré como me las ingenio- respondió despreocupado.

-Pasa aquí la noche- apresuró a decir cortando el paso.  -Después de todo lo que me contaste, estoy segura de que solo un nombre no te va a servir de nada. Si te quedas aquí, tal vez encuentres alguien que sepa algo de tu hermano- aseguro, pero este solo se negó.

-Lo que menos quiero es perder tiempo- ella lo tomó del hombro.

-Esperate. Sabes, yo trabajo en un bar todas las mañanas, podría preguntar por él- ofreció amable sin tener otra intención más que ayudarlo. 

-No quiero involucrarte, pero... - el pelinegro lo pensó un momento. Era cierto, tal vez solo con un nombre no podría saber su paradero y no podía vagar en las calles sin levantar sospechas en el pueblo. No podía arriesgarse, por lo que no tenia mas opcion.  -Ok, acepto tu invitación pero, ¿me podrias hacer un favor?-la rubia asintió. -¿Crees que me contraten en esa taberna?-


[...]

Pasaron dos días y con la ausencia de la familia real de Liones, la servidumbre no dudo en tomarse ese tiempo libre; mientras unos salían al pueblo a visitar su familia otros aún residían en la comodidad del castillo. Algunos guardias se tomaban también un descanso necesario por su jornada pesada y otros aún servían para proteger las insalaciones del castillo.

Meliodas no se había molestado en salir de su habitación, más que para sus entrenamientos matutinos o ir por una merienda en las tardes, parecía cansado y deprimido por la ausencia de la joven albina cosa que preocupaba a sus amigos, no creían que tanta angustia le generaba el rubio saber que la princesa podría estar en peligro.

Si tan solo supieran que las heridas del pasado lo atormentaban...

Sin embargo, obedeció a la princesa. Descanso más de lo necesario, su cuerpo estaba más relajado pero su mente, no. Se le pasaría en cuanto viera a Elizabeth cruzar los portones del castillo.

El sol estaba a todo su esplendor, el ojiverde se estiró bostezando; después de su ejercitación de la mañana quedó tan cansado que terminó durmiendo un poco más. Más le valía no acostumbrarse, por lo que decidió salir y reunirse con sus compañeros.

-Buen dia Meliodas- exclamó risueña la de coletas.

-Buen dia Daine- respondió sonriente.

-Se ve descansado, aunque preocupado- ladeo la cabeza, Meliodas rio un poco.

-Estoy bien- 

-La princesa estara bien, confíe en ella- murmuró la castaña adivinando la razón de la preocupación del blondo.

-Buenos días Meliodas- llegó otra castaña ojiazul a la escena, haciendo de lado a la de coletas.

-Buenos Zaneri- respondió un poco incómodo.

-Buenos días también- respondió Diane haciendo notar su presencia, cosa que Zaneri ignoro.

-Oye, ya que hemos tenido este par de días libres y como no habías salido de tu cuarto,  me preguntaba si...- fue interrumpida rápidamente por el mismo.

-Lo siento Zaneri, pero...- busco rápido una excusa. -Ya tengo planes con Diane para vernos con los chicos- tomó el brazo de la de coletas haciéndola sonrojar.  -¿Verdad?- suplico con a mirada que le siguiera el juego.

-Si, de hecho ya vamos tarde- mencionó contenta la oji violeta mientras tiraba del rubio alejándose de ella.  -Adiós, Zaneri- su tono de voz sonó burlesco haciendo enfadar a la otra castaña.

-Gracias Diane, no sabía cómo librarme de ella- suspiro Meliodas caminando al lado de Diane.

-No es nada- respondió. -Y, ¿a dónde vamos?- cuestiono sin contener su emoción.

-A la entrada sur, ahí nos solemos reunir en tiempos libres- respondió.

Diane no se detuvo a preguntar más.

[En otro lado del castillo]

-Esto se nos está yendo de las manos, Hendrickson- sonó preocupado el hombre de cabellos cafés. -Sin la familia real aquí , se esta tardando mas de lo que debería- hablo mas alterado.

-Lo sé Dreyfus, pero no tenemos opción- suspiro el albino. -No podemos traicionarlos, será nuestro fin contra los dioses-

-Espero que el príncipe Zeldris tenga suerte-

Aqui les muestro un poca más de cómo se conocieron Meliodas y Elizabeth en el castillo, habrá más sobre ellos y su pasado en próximos capítulos.

Si tienen duda con las edades dejenme les digo que Meliodas es entre cuatro y cinco años mayor que Elizabeth. Ella tiene 17, lo que significa que el tendría 22 años, pero las alturas serían igual como en el anime. Zeldris tendría 20 años, Gelda 19, King 21, Diane 18, Elaine 19, Ban 25, Merlin 32, Escanor 35, Gowther 35. Veronica 20, Griamore 25, Margaret 22 y Gilthunder 24.

Si tienen mas dudas sobre las edades, estoy para responder.

Otra cosa, espero no haberles confundido con el principio, pero por si acaso debo dejar en claro que Meliodas si quiere y aprecia a Elizabeth de forma FRATERNAL,  o sea como una hermanita menor. Y no, tampoco la quiere solo porque le recuerda a Zeldris, si no que tiene un miedo irracional a que perderla también como a él. Espero que haya quedado en claro para que no se me ilusionen mucho.

Ya les daré más motivos para emocionarse.

Prepárense, porque en el siguiente capítulo daré detalles sobre el pasado que les dará una idea de a qué rumbo se dirige la historia.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro