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Capítulo 18


"El personaje favorito de mi vida eres tú."

Zhan.

Guerra y hambre azotaron el territorio del clan Nieve por más que cuatrocientos años. El odio entre brujas y demonios explotó hasta llegar a la cima, y luego fue tiempo del descenso, una caída en picada con un solo propósito.

Paz.

La melodía conocida de las cuerdas del arpa llegaba desde el pabellón central en la terraza de la familia imperial, Kanata avanzó por los pasillos desiertos, caminaba lento, con las manos unidas en el frente y una expresión neutra. En la explanada central, ahí donde los cojines se amontonaban en su mayoría, Lan-Sui tocaba rozando sus dedos contra los largos hilos de oro de aquel instrumento que no le pertenecía. 

Un abanico de cinco colas se agitaba al compás de la brisa matutina, esparciendo un poco de escarcha y copos diminutos en el suelo.  

Ninguna habló, la melodía siguió su curso, fluyendo con notas limpias por todos lados, pero al final el sonido se detuvo abruptamente, Lan-Sui retiró la mano y se dejó caer entre los cojines y las telas regadas por doquier, su estómago gruñó y Katana que planeaba hablar se calló de inmediato.

El sonido de un pequeño tigre rugiendo volvió a escucharse, esta vez más fuerte, más insistente.

—¿Desayunaste? 

Lan-Sui hizo aparecer una bandeja de postres, tomó uno al azar y se lo metió a la boca, retando a su prima con una mirada que parecía decirle "ya lo he hecho", pero Katana no se inmutó.

—¿Mo-Quing aprobaría esto? 

—No te atrevas.

Katana chasqueó los dedos y la bandeja se esfumó, una nueva no tardó en llegar, los platillos servidos en porcelana eran coloridos, Lan-Sui los recorrió con la mirada y su cuerpo se relajó ante la falta de sopa de verduras. Era el único platillo que no lograba tolerar, no todavía.

—Gracias. —musitó cogiendo una rebanada de pan.

—Mmn. Come, volveré con los demás más tarde.

—¿Zhan sigue insistiendo en ir a la batalla? Alguien debería de considerar hacer una nueva habitación para su futura cuñada.

—Desde luego. —Katana se inclinó con burla. —Deberías ir planeando una habitación para su alteza Ni-An, creo que su relación con JiuJiu ya no es tan solo una amistad. Los sonidos en medio de la noche lo confirman, ¿no es así?

—Ni lo menciones. ¿Sabes cuántas veces he tenido que escabullirme a poner un manto de silencio para que nuestros padres no se enteren? —Lan-Sui contó con los dedos pero al final no dio un número que determinara las infinitas veces que realizó aquel acto de benevolencia. —Pero hablo enserio Katana, tu hermano se nota muy interesado en ella últimamente.

Katana frunció el ceño, sus dedos se detuvieron en Kuragami, el anillo brilló con un manto azulado queriendo extender el látigo de su portadora, pero al final las chispas se extinguieron y Katana dio media vuelta para irse, no sin antes indicar la charola con el mentón.

—No te levantes hasta terminar.

La risa infantil de Lan-Sui la acompañó incluso cuando salió de la montaña.


***


Zhan no se molestaba de ser el centro de atención, como hijo favorito del hermano del emperador, siempre habían ojos y miradas curiosas sobre él, fisgoneando para adularlo o jactarse de sus fallos, pero, si esos ojos eran los de su hermana, la cosa cambiaba, y no precisamente para bien.

Apenas se reunió con su hermana en las afueras de la ciudad blanca, sintió como algo en ella cambiaba, volviéndose analítica con él, como si quisiera averiguar sus más profundos y sucios secretos. Zhan ignoró la sensación de ser observado y seguido por ese par opuesto de ojos, pero al final se rindió y se acercó para hablar con Katana.

—¿Qué me ves?

Katana se encogió de hombros.

—Has crecido. 

—¿Eh? —Zhan se paró más cerca de su hermana para medirse, dándose cuenta de que ella no mentía, su estatura había aumentado un par de centímetros, consiguiendo estar a la par que Katana. Ahora sería más difícil pensar que no eran gemelos. —No me había dado cuenta. ¿Solo era eso?

—¿Qué esperabas?

Como Zhan tampoco estaba muy seguro negó con la cabeza y regresó a su puesto, desenvainando la espada y esperando.

 En los últimos años, las generaciones de brujas no cedieron, su odio y rencor era tanto que sus ataques también lo fueron, morían con honor en el campo de batalla y volvían eufóricas al día siguiente sin dar su brazo a torcer. 

De entre tantos prodigios una mujer destacó, cuando tenía la edad para ir a la cacería de media luna optó por ingresar al combate bélico, con un abanico y varios juegos de listones afilados. 

Mo-Quing no tuvo igual en la historia de las brujas, pero esta nueva sombra estaba acercándose a su gloria, aunque la brecha entre poder seguía persistiendo. 

Katana prestó atención a su hermano cuando el ejército enemigo llegó, lo comandaba un fantasma negro, jovial, de rasgos hermosos que destacarían más si tan solo la expresión de su rostro fuera más relajada, el cuero que cubría su cuerpo estaba adornado con broches de oro, un penacho de joyas envolvía su cabello negro como la brea, como el ébano, como el abismo.

Abrió la lucha lanzándose sin miedo al frente, blandiendo un par de abanicos rojos con detalles dorados; su encuentro fue con una espada sujetada por Zhan. No había sonrisas en ninguno de los dos rostros, Zhan no mostraba desprecio pero se mantenía distante, Dalial en cambio irradiaba las llamas de un dragón. 

—¡Su alteza y la general están peleando de nuevo! 

Katana arrugó las cejas, el grito demasiado cercano traspasó sus tímpanos, logrando que el sonido fuera desagradable.

—¡Apuesto diez monedas a que gana Dalial! —Un demonio alzó la mano, abandonando de forma descuidada la lucha que sostenía con un coro de brujas, quienes también dejaron las armas para apostar.

—¡Nosotras igual! ¡Cien monedas!

—¡Trescientas a su alteza imperial!

—¡Yo apuesto cinco hojas de diamante para nuestra general!

En la cima, alejada de todo, Katana se quedó fría.

¿Ese era el gran odio que se rumoraba? ¿Dónde estaba la intolerancia y la sangre? ¿Dónde había quedado las ganas salvajes de reducirse a cenizas y no entablar relaciones tan armónicas con el enemigo?

Inevitablemente, Katana sobó sus cienes, frotando lento para aliviar un poco de toda la hipocresía que escuchó en esos últimos centenarios.  Los únicos que parecían seguir siendo enemigos mortales era la pareja que intercambiaba golpes en el centro, sirviendo fuente de ingresos para todo el ejército. 

Las técnicas de Zhan se basaban en defender, sus ataques eran potentes pero la mayoría de aperturas que tenía las ignoraba y se centraba únicamente en bloquear. Dalial era una fiera, los espolones que cubrían sus manos arañaban si el abanico era inútil al acercarse, los listones atados en sus muñecas bailaban siguiendo su melodía, cortando el aire y la piel.

No había palabras de por medio, las miradas cargadas con tatos tonos de rojo y magenta eran suficientes. 

Con cada segundo que pasaban danzando entre la vida y la muerte los gritos de los espectadores se volvían más intensos, olvidando las armas y concentrándose en admirar las dos bellezas que eran dioses ante sus ojos.

Katana no pudo soportarlo, cortó ambos ataques con un latigazo, separando la cercanía peligrosa de la pareja, ambos pares de ojos la miraron. Kuragami regresó a ser un anillo y Katana recuperó el control sobre sus rasgos faciales, sin remordimientos se remangó las mangas y giró, dándole la espalda al ejército y a su hermano.

—Terminamos por hoy, regresemos.

Nadie se atrevió a oponerse.


***


Encondido en una de las grietas más alejadas de la cordillera montañosa que rodeaba la ciudad blanca, un manantial de aguas termales se mantuvo puro y silencioso por varios años. El lugar era grande, con el espacio suficiente para que doce o más personas se acomodaran sin quedar apretadas, los cristales de amatista blanca brillaban dando luz de luna para ahuyentar las sombras que veían con la noche.

Katana no entendía porqué Lan-Sui la arrastró ahí antes de que la luna alcanzara su posición máxima en el cielo,  pero apenas puso un pie dentro la fragancia conocida de su hermano flotó del agua hasta ella.

—¿Lo hueles?

—No digas nada. Ya lo sabía. —Katana se acercó al manantial, el reflejo en el agua parecía un doble vivo suyo, tan pero tan pacífico que deseo lanzar una piedra para que esa silueta se esfumara. —No quería aceptarlo. 

Lan-Sui apareció en el agua junto a ella, las dos figuras eran un contraste y a la vez un igual.

—Que el ame a alguien más no significa que ya no vaya a amarte a ti. Será tu hermano sin importar nada. —Lan-Sui pasó sus brazos por los hombros caídos de su prima y la atrajo para abrazarla y que pudiera llorar sin temor a ser vista. 

Un línea brillante, húmeda, que reflejaba la luz blanca y azulada de los cristales, se resbaló por la mejilla derecha de Katana.

—¿Pero y si de verdad me cambia por ella? —Katana se aferró a las túnicas de su prima, arrugando la parte frontal de la tela. —¿Qué pasa si ya no me quiere? Él es lo único que me queda de esa familia, si me da la espalda yo...

—¡Maestra! ¡Maestra! —Rin-Lu entró tropezando consigo misma por el mal manejo del equilibrio de su peso y las armas atadas en su cintura, no demoró mucho para levantarse de un brinco y llegar hasta Katana. — Ya vienen, escondámonos ahora maestra.

—Por aquí. —Lan-Sui las guio a la parte trasera de una pared de cristales, apilados unos sobre otros, naciendo del suelo y llegando a besar el techo. Se escondieron detrás, agachándose para no cortarse con el filo de los bordes irregulares de la roca sobre sus cabezas, Katana no se movió de los brazos de Lan-Sui, y Rin-Lu permaneció cerca, hincada en silencio para escuchar la plática de las voces ajenas.

Zhan fue el primero en entrar, Dalial lo seguía de cerca, la mano llena de joyas era sostenida por una con vendas blancas.

—Tu hermana jamás va a permitir que hagas algo como esto. —Dalial tiró de Zhan para que dejara de caminar y girara para verla, Zhan se detuvo pero no la miró. Dalial caminó hacía delante, y cuando su compañero estaba por desviar la mirada lo tomó por el mentón para que no le quedara más opción que encararla. —Y si lo haces va a matarme de seguro.

—Katana no haría eso. —Zhan besó la punta de los dedos de Dalial para distraerla pero no funcionó. 

—Yo no la veo muy satisfecha conmigo, sus ojos bastan para fulminar mi alma y exterminarme.

—Debe de estar preocupada, quizá piensa que... —Zhan vaciló al recordar los ojos apagados de su mayor. —Katana ha sido todo para mí, es mi hermana, tal vez piensa que si yo... Que si nosotros tenemos ese tipo de relación  va a quedar al margen.

Katana se tensó, para relajarla, Lan-Sui sobó su espalda y le dio palmaditas en el hombro. Por su parte, Dalial retiró sus manos del rostro de Zhan y se apartó en silencio.

—Sentí lo mismo, cuando mi hermana se casó pasé de ser el cero que completaba su diez a ser un cero a la izquierda, y es peor cuando esa persona que te desplaza es la única que tienes en el mundo. No quiero herirla, no del mismo modo que me hirieron a mí, no es justo para ella. 

—Pero no voy a dejar de amarla, incluso si me pidieras que escogiera entre mi hermana y tú, la escogería sin duda a ella. —Zhan abrazó a Dalial. —Si de verdad me quisieras no me pondrías en una situación dolorosa de elección, que hasta ahora no me hayas hecho eso, sino que además piensas en dejar de lado tu corazón para proteger el de mi hermana representa porqué te amo tanto.

—¿No vas a lastimarla?

—Copito, comienzo a pensar que en realidad la amas a ella y solo me estás usando para conseguir su favor. Por supuesto que no le haría daño, es mi hermana, la única y la que más amo, si alguien la hiere va a sufrir, luego morirá. ¿Crees que me atrevería a ser la causa de su dolor? Antes muerto que ver que por mi culpa Katana sufre.

—Es bueno que quieras a tu hermana, pero... —Dalial tomó a Zhan por la oreja y comenzó a zarandearlo. —¿Cómo puedes decir eso sobre mí? ¿Qué clase de imagen tienes al respecto de esta general? ¿Usarte para llegar a tu hermana? ¡¿Perdiste la cabeza acaso?! Si quisiera a tu hermana no te usaría para llegar a ella. ¿Piensas que usar a las personas es mi forma de hacer las cosas? 

Zhan murmuró disculpas que no fueron suficientes para detener su regaño. Detrás de la cortina de cristales, entre los brazos de Lan-Sui, Katana sonrió, sus labios apenas y se curvearon, pero el gesto era inconfundible, fue sincero.

—Regresemos. —Katana estiró su mano para que Rin-Lu la tomara y pudieran regresar usando a Lan-Sui y su teletransportación. —He escuchado suficiente.

Desaparecieron en una explosión pequeña de nieve, mientras que del otro lado, los reproches de Dalial fueron ahogados con un beso y el toque de una manos traviesas sobre su cintura.

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