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3rd

Suspiró, intentando disipar sus penas y metiéndose algo en la cabeza: tal vez le tocaba pedir más dinero, un aumento o un tercer trabajo.

Miró el papel, pero luego pensó que aquello tardaría demasiado, y que ya estaba corriendo contra el tiempo.

—No puedo creer que estuve tan cerca de obtener lo que por años estuvimos luchando, y ya no puedo tenerlo...

Alzó su vista al cielo, encontrándose con la gran estrella que por tantos años ha estado opacando a la luna y protagonizando los sueños de sus amigos cuando eran niños.

Recordó lo sucedido con Beomgyu, él consideró que estaba sobreactuando, al menos hasta que apareció el príncipe y lo primero que hizo fue invitar a Beomgyu a bailar.

Detestaba la idea de suplicarle a una bola de fuego que estaba a una distancia considerablemente mayor a la de la luna y la tierra misma, sobre todo porque encima, nunca funcionaba.

Creer en esas cosas era inútil y cruel, pero, Beomgyu amaba creer en ello, y por lo visto, no paró hasta que lo logró. O tal vez la estrella estaba de buenas y quiso concederle lo que por tantos años el chico ha deseado.

Recordó las palabras de sus padres, pensó un poco y miró una vez más su sueño en papel y tomó aire, sin poder creer que estaba por hacer lo que se prometió nunca más hacer.

Llevó el papel a su pecho, y cerró sus ojos.

— ¿Puedes, puedes, puedes...? —susurró, pero entonces cuando abrió los ojos, se sintió ridículo.

Nada iba a cambiar si lo deseaba, ya ni entendía por qué hizo eso si nada más que su trabajo le entregaría los billetes que necesitaba para superar una oferta tan grande.

Soltó el aire y negó con la cabeza, hasta que se sintió observado y decidió mirar a su lado, encontrándose con un sapo que lo miraba fijamente y que lo exaltó por un segundo, entonces hizo una mueca en lo que rodaba sus ojos.

No obtuvo dinero, pero sí un animal que le desagrada y le daba pavor.

—Muy gracioso —murmuró mientras volvía a poner su atención en el animal, entonces notó que seguía ahí — ¿Qué, acaso quieres que te bese?

Entonces el sapo sonrió con algo de picardía mientras se miraba un poco sus dedos.

—Me encanta la idea.

Soobin dejó escapar una reacción natural en él cuando veía un sapo, el cual consiste en gritar y correr para alejarse del anfibio, y fue lo que hizo, al menos hasta que se golpeó con una repisa en el cuarto de Beomgyu y junto a él cayeron unas cuantas cosas, libros, peluches y poco más.

El sapito, sabiendo que asustó al chico sin intención de ello, dio un salto para estar en el suelo y unos cuantos más hasta que estuvo en la entrada al cuarto.

— ¡No, no, no, escúchame! —Pidió el sapito, entonces Soobin tuvo una epifanía y comenzó a lanzar los peluches que tenía a su alcance para ahuyentar al animal — ¡Para!

Volvió a saltar, esta vez a una distancia mayor de la que ha acostumbrado hasta ahora y que incluso le sorprendió, quedando finalmente en un mueble de la habitación, un guardarropa.

—Daebak, no sabía qué podía hacer eso —comentó mientras se reincorporaba y Soobin sólo tomó un libro que alzó, listo para atacar.

— ¡Apártate o te voy a...!

— ¡No, no, escucha! —el sapito aclaró su voz y conformó una pose que lo apoyó las palabras que tenía en la punta de su lengua —Soy el Príncipe Choi Yeonjun —Soobin no dejó que siguiera hablando, puesto que lo aplastó con el libro, luego reaccionando y quitando el libro de encima —... De Ansan.

— ¿Príncipe? Pero yo no pedí... —hizo una pausa y miró a la estrella, la cual seguía ahí como si nada. Estaba confundido.

Él no pidió que un príncipe convertido en sapo aparezca en su vida, menos de esa manera. Intentó pensarlo hasta que recordó haber visto al príncipe bailar con Beomgyu.

Jadeó y miró nuevamente al sapito, el cual volvía a su postura, aún algo adolorido por el ataque con el libro.

—U-un segundo. Si tú eres el príncipe, entonces ¡¿quién demonios está bailando con Beomgyu allá abajo?!

El presunto príncipe suspiró en lo que se puso de pie y alzó su brazos, en una señal de no tener ni la más remota idea.

—No tengo la menor idea. ¡Te lo juro, príncipe! Yo esta mañana era alguien feliz, alguien apuesto ¡y buen bailarín! —comentó con cierta felicidad al recordar su apariencia de la mañana —Y de un momento a otro aparecieron estas patas verdes —agregó mientras le mostraba su anca con sus dedos moviéndose.

Soobin volvió a alzar el libro, en señal de que no quería saber los detalles de su cuerpo y el presunto príncipe se encogió en su anatomía, al menos hasta que leyó el título que yacía en la portada del libro.

"El Príncipe Sapo".

— ¡Espera, conozco ese cuento! —Soobin, confundido revisó el título, coincidentemente siendo el cuento con el cual había intentado acabar con el sapito — ¡Gaeguli Wangja!

— ¿El príncipe sapo? —preguntó el pelinegro mientras le entregaba el libro al sapito y este con mucho esfuerzo dejó el libro apoyado entre la muralla y el guardarropa.

— ¡Sí, mi madre hacía que los sirvientes lo leyeran para mí todas las noches! —contestó el sapo mientras lo abría y pasaba por las páginas con suma rapidez hasta que llegó a las páginas finales, viendo en las ilustraciones cómo la princesa besaba al príncipe sapo y este se volvía en un apuesto humano.

Soobin miraba el cuento con incredulidad, ni siquiera era capaz de poder procesar lo que ocurrió en el balcón, y ahora resulta que tenía en frente suyo a un sapo que habla y proclama ser el Príncipe de Ansan. Aquél que se supone y estaba pasándola bien con su mejor amigo.

《Santos cielos, a dónde fui a meterme.》

Tragó saliva y entonces el sapito terminó de leer las páginas que tenía a su vista y una idea llegó a su cabeza.

—Sí, sí, sí, ¡ja, eso es!

— ¿Qué tienes? —preguntó confundido el chico y entonces el príncipe se volteó para verlo con esa misma sonrisa y la picardía que siempre lo ha caracterizado.

—Tú, debes darme un beso.

—Qu- ¡¿Disculpa?!

—Sí, si me besas se romperá el encantamiento y seré yo nuevamente, ¡El cuento lo dice!

—Sí, pero si te besaría una Princesa, no un príncipe —contestó Soobin mientras se cruzaba de brazos.

—Estoy seguro que el encantamiento también se puede romper así —el sapito bajó el tono de su voz, intentando escucharse seductor y Soobin tragó saliva.

—Oye, me gustaría ayudarte, de verdad. Pe-pero no beso sapos —comentó y entonces pudo ver la sorpresa y desilusión en el animalito.

—Pero tú me lo pediste allá afuera —intentó lucir adorable, pero Soobin no lo encontraba así.

— ¡No esperaba que contestaras!

Yeonjun bufó, entonces le llegó una idea más a la cabeza.

—Escucha, sólo te estoy pidiendo que me ayudes con esto, puedo ofrecerte alguna recompensa —comentó —Puedo, puedo ofrecerte... ¡Dinero! Sí ¿sabes? Vengo de una familia muy, muy rica, y si me sacas de este embrollo podré pagarte todo lo que quieras.

El rostro del chico cambió y miró hacia la ventana.

Soobin lo pensó un poco. Sería la simple labor de besar al sapo a cambio de todo el dinero para poder ofrecer lo que pedía el codicioso del señor Smith y así podría abrir su restaurante de una vez por todas. El Príncipe seguirá su vida y lo demás tomará el transcurso que estaba predispuesto a pasar.

Miró a la estrella, preguntándose si esa era la solución que podía brindarle a tal problema, luego volvió al sapo.

Había hecho una promesa, no hizo esa promesa únicamente a su amado padre sino que también a su hermana menor, la cual también fue afectada por estos altercados.

— ¿Sólo un besito? —preguntó con apenas un hilo de voz, y entonces Yeonjun sonrió.

—A no ser de que quieras más —el sapito lamió su boca, causando en Soobin la sensación de incomodidad y tragó su orgullo entero, debía hacerlo, era más conveniente creer que es un trabajo más y luego se esto podrá seguir con su vida con tranquilidad, escondiéndole al mundo que realmente se atrevió a besar un sapo.

—Hecho —Yeonjun sonrió, entonces el pelinegro tomó aire y cerró los ojos, aguantando la respiración para hacer el trabajo más rápido y poco a poco fue acercando su rostro al animalito.

Lo hubiera logrado a la primera, si no hubiera abierto un ojo y se encontró con el príncipe extendiendo sus labios en grande, causando que se asqueara al recordar lo que estaba pasando y rápidamente dio marcha atrás, mientras le daba la espalda al príncipe. Yeonjun se dio cuenta de eso y sólo se preparó nuevamente para dar el beso.

Soobin trató de mentalizarse, se animó diciéndose que la verdad estará haciendo muy poco con tal de ganar todo el dinero que estará recibiendo en sus manos, y que si bien no le gustaba para nada la idea de besar un anfibio, era por un bien mayor.

Tomó aire, esta vez con nuevos bríos y en lugar de ir poco a poco como la primera vez, decidió que sería rápido y sin rodeos, de lo contrario su sentido común le ganará y perderá una oportunidad de oro.

Se dió la vuelta, aguantó la respiración y cerró los ojos, finalmente posando sus labios sobre los del príncipe y dejando que la magia ocurriera.

Eunchae amaba la fiesta que Beomgyu y su padre se habían montado, ellos dos siempre han estado al pendiente de ella en la noche y se lo estaba pasando bien, pero al ver que ya era más de media noche se preocupó un poco.

Caminó hacia el puesto donde estaba su hermano, viendo que en realidad estaba el vacío y en su lugar dos empleados de la mansión se encontraban limpiando el desastre que se causó en la disputa del señor Smith y Moon.

Quedó confundida ante lo que estaba viendo, así que decidió pedir la ayuda de Beomgyu, quien había quedado solo por unos segundos.

—Beomgyu —llamó la chica y entonces el castaño se volteó confundido, pero sonriendo de inmediato al ver que se trataba de Eunchae — ¿Has visto a Soobin? Se supone que ya deberíamos habernos ido...

El chico frunció el ceño, luego miró a los alrededores y notando que en realidad no se encontraba por ahí.

Reconocía muy bien el traje que le prestó, ya que coincidentemente era de la talla del chico y curiosamente, de toda la vestimenta azul que suele tener, el traje de príncipe era de un bello verde que para sorpresa suya le quedaba de maravilla a Soobin. Era casi imposible que no destaque entre la multitud, el traje y la corona estaban hechos para eso.

—Uh, tal vez aún no baja —contestó para sí y luego volvió a la chica —Lo siento nena, no lo he visto. Pero, te avisaré si lo veo ¿bien?

Eunchae hizo una mueca, pero se desconcentró al escuchar un grito algo lejos de ellos.

— ¡Sapos! —ahí, todos se voltearon y trataron de capturar a los animales, menos Beomgyu y Eunchae, quienes miraban confundidos por el escándalo que se comenzó a formar.

El jovencito estaba shockeado al ver a dos sapitos intentando correr y entonces Moon reaccionó.

Ella, a diferencia de su hermano mayor, no tenía reales escrúpulos a la hora de ver anfibios, incluso intentó convencer a Soobin de tener una rana o una lagartija como mascota, fallando en el intento. Le encantan los animales de esa familia, y sabe que usualmente las personas no tienen piedad con lo que les parece de mal aspecto.

Los sapitos y las ranas son muy lindos, no podía creer que a la gente no les guste.

— ¡No los lastimen! —los sapos estaban aturdidos, intentando huir del inminente peligro que les significaba seguir en ese lugar, entonces la chica corrió para detener a las personas que estaban intentando cazar a los animales.

Los sapitos saltaron, moviendo los manteles que cubrían las mesas y tirando todo lo que estaba sobre ellas, causando un gran desastre.

— ¡Alto! —gritó la chica y del susto, ambos anfibios saltaron hacia el lado contrario de donde estaba ella para atraparlos y llevarlos a un lugar seguro, por lo que cayeron sobre unos globos que se enredaron en sus extremidades y se soltaron por el insistente movimiento para intentar ser liberados.

Los globos comenzaron a alejarse con los sapos entre ellos, quienes ahora parecían aferrados a las finas cuerdas, y fue entonces cuando la fiesta estaba bajando sus revoluciones.

Beomgyu reaccionó y comenzó a buscar a su amado príncipe con la mirada, pero él ya había desaparecido.

Se acercó a su padre para preguntarle, recibiendo la noticia de que había vuelto al cuarto que le habían designado.

Suspiró preguntándose si los sapos de hace unos momentos habrán sido una mala impresión para él. Porque a él le pareció que congeniaron bastante bien.

Pero, a diferencia de lo que pensaba, más bien era un susto para Jimin.

Abrió el closet en el cual estaba un pequeño frasco de vidrio con la tapa un poco más lejos.

Aquél que aparentaba ser Yeonjun, era en realidad Jimin. Entró en pánico cuando vio que había cometido un grave error.

Jadeó y vió cómo desde la sombra del cuarto aparecía un hombre con un disfraz y una máscara que ocultaba su identidad, causando un mayor temor en el impostor. El hombre se acercó y, dando un empujón para ver él mismo el origen del desastre que hubo hace no mucho en la fiesta de disfraces.

El hombre frunció el ceño y lanzó la máscara.

— ¡Lo dejaste escapar! —Jimin retrocedió al ver que se trataba del hombre sombra, quien estaba realmente furioso al ver lo que acababa de ocurrir por culpa del asistente.

— ¡Se-se estaba ahogando, abrí un poco la tapa y lo dejé ahí, no creí que se fuera a escapar! —tropezó producto de la sombra ajena, la cual se echó a reír y entonces recobró sus sentidos —Esto me pasa por dejarme envolver en los disparates del vudú ¡No vuelva a contar conmigo!

Entonces, entre su pomposo disfraz de príncipe sacó un extraño collar que se quitó de encima y recuperó su imagen real.

— ¡Deberías hacer esto tú solo! —Jimin lanzó el collar, dispuesto a renunciar de forma dramática.

— ¡Lo vas a romper! —rápidamente, Hyunjin recuperó el collar para evitar que se rompiera y rodó los ojos cuando hizo la mímica de querer golpear al asistente, viendo lo fácil que fue asustarlo más —Escucha, algo muy curioso del vudú es que uno no se puede conjurar —comentó mientras se colocaba el collar, y a diferencia de Jimin, este no tomó la apariencia del príncipe — ¿Mm?

Jimin tembló al pensar en ello, y es que nadie más que ellos dos sabían lo que ocurrió con el príncipe como para tener que reemplazarlo, y está bastante seguro de que si Hyunjin pudiera conjurarse a sí mismo, entonces ni siquiera pensaría en hechizar al que ahora es un sapito.

El Hombre Sombra suspiró, entonces se acercó al cuadro gigantesco donde se encontraba el señor Seokjin y su hijo, ambos teniendo de fondo la gigantesca mansión que tienen de hogar y el lujoso auto que posee la familia.

—Escúchame, personas como Papi Kim o Yeonjun, son gente adinerada y sin remedio, no sólo van a mirarte en menos si no tienes dinero, sino, que jamás van a reconocer lo bueno que haces por ellos —Jimin alzó sus cejas, pensando un poco en ello.

Tiene razón, el príncipe Yeonjun es alguien arrogante, fiestero y maleducado, sus padres le quitaron sus bienes y lo dejaron a su cargo, no era su asistente, era su niñera. Los reyes estaban avergonzados de su tercer hijo, tanto así que incluso pidieron a los medios y pagaron dinero para no mencionar este viaje que tendría, y se supone que debería quedarse hasta contraer nupcias con el hijo de Seokjin, probablemente condenado a no volver a su país para quedarse a vivir con él en Estados Unidos.

Estaba haciendo el trabajo sucio porque los reyes no educaron a su hijo como se debía, y a cambio estaba recibiendo un simple salario, ¿cómo se supone que se mantenga bien viendo que siembre lo estaban mirando como si fuera algo inferior?

—Jimin, ¿no estás harto de que la gente con dinero se aproveche de su poder y apenas volteen a mirarte como si fueras nada?

Lo está.

Frunció el ceño y asintió, entonces Hyunjin sonrió y le puso el collar, adaptando nuevamente la apariencia del príncipe.

—Entonces, sólo debes usar este collar, casarte con el hijo de Papi Kim y pronto tendremos su fortuna en sus manos.

Sonrió mirándose en el espejo, luego recordó al sapito fugitivo.

— ¿Y qué pasará con Yeonjun?

—Tú torpeza es una piedra pequeña en el camino, mientras tengamos su sangre en esto —tomó el amuleto que estaba en el collar, el cual tenía líneas rojas fluyendo para indicar que la sangre del príncipe estaba puesta en él —, no tendremos problema alguno en nuestro plan.

Jimin sonrió, entonces, sólo le quedaba una cosa de la cual preocuparse.

No más príncipes irresponsables, no más humillaciones, su único deber era enamorar a un mocoso.

Ingresaron a la sala, y Yeonjun estaba asombrado con toda la decoración, sobre todo por los amuletos que colgaban y las cortinas que cubrían el pequeño lugar.

Tomen asiento caballeros —indicó el doctor Hwang cuando abrió una cortina, la cual dejó ver una mesa con un mantel de tela morada y un mazo de cartas, contaba con tres asientos también, una enfrente de las otras dos.

Es como si el doctor Hwang hubiera esperado a la llegada del príncipe y lo hubiera acomodado todo.

Yeonjun y Jimin se miraron con reacciones totalmente distintas antes de tomar asiento en el par de mesas.

—Doctor Hwang.

— ¡Déjame terminar!

— ¡Sólo resúmelo, no tenemos toda la noche, pedazo de tonto!

—Eres insoportable —habló el sapito —. Bueno, me leyó las cartas y cuando terminó nos hizo a mi asistente y a mi estrechar las manos, luego hizo un conjuro y de alguna forma terminé siendo un sapo, ¿contento?

A pesar de que era un sapo, la molestia de Soobin era más que evidente.

— ¡¿Te metiste con el Hombre Sombra?!

—Era un hombre carismático, ¡no tenía idea qué me iba a convertir en un sapo! Además, me dijo que eso me traería la fortuna.

Rodó los ojos, no podía creerlo.

Se encontraban ambos sujetándose de las finas cuerdas de unos globos, sin alguna dirección clara de a donde iban.

El beso terminó mal, cuando menos se lo esperaba Yeonjun, abrió los ojos y notó que el alto chico que era el pelinegro ya no estaba, al menos hasta que lo escuchó hablar y miró desde el mueble hacia el piso, todo el traje estaba tirado ahí y la corona también, y de entre ello salió un sapito, tal vez un poco más pequeño que él.

Sí, a través del beso terminó convirtiendo en un sapo a Soobin, ambos tuvieron una pelea que terminó siendo un intento de salvarse del gentío que había en la fiesta de disfraces, ellos eran los sapos que causaron los estragos.

—Esto me pasa por creerle a una estrella —murmuró mientras intentaba mantener la cordura —. Hyunjin tiene su propio idioma, la persona con la que menos quieres que te lea las cartas es él, ¡y esas cosas no sirven!

—Pff, típico de un tauro.

—Soy sagitario.

Yeonjun miró a Soobin, incrédulo.

—Bueno, eres hombre, eso explica todo. Típico de un hombre sagitario.

— ¡También eres un hombre! La única diferencia es que para mí esas cosas son una tontería —la indignación se plantó en el rostro de Yeonjun al escuchar aquello — ¡La única manera de conseguir lo que quieres es trabajando para conseguirlo!

—Primero que nada, los mesopotámicos eran invencibles gracias al horóscopo, segundo, ¿por qué un príncipe estaría trabajando?

Soobin miraba el ambiente, intentando buscar algún lugar para soltar las cuerdas de los globos y caer de forma segura. Al menos hasta que escuchó las palabras del príncipe.

—Número uno, los mesopotámicos eran invencibles porque sus militares eran profesionales y manejaron múltiples armas hasta que quisieron invadir Grecia —contestó y Yeonjun bufó —. Número dos, no soy un príncipe, soy un camarero.

Yeonjun rió, hasta que cayó en cuenta de lo que dijo el otro sapo.

— ¡¿Camarero?! —Soobin asintió y siguió mirando el ambiente — ¡Entonces por tu culpa no funcionó el beso, me engañaste!

— ¿Disculpa? Jamás te dije que fuera un príncipe, ¡era una fiesta de disfraces, por todos los cielos!

—Ah, ¿sí? Pues el que ríe al último ríe mejor, porque en realidad estoy quebrado.

Soobin abrió los ojos en grande al oír eso.

— ¿Qué?

— ¡Sí, no tengo ni un centavo!

Iba a gritarle, pero en realidad los dos se quedaron callados al oír un globo reventar, ambos miraron hacia las esferas de colores, viendo que unas ramas los estaban pinchando, estaban bajando por eso.

Al menos hasta que se reventaron todos de una.

Cayeron de formas distintas, Soobin directamente sobre el agua y Yeonjun sobre Soobin.

Sin embargo, pronto se vió empujado hacia el agua y el fango.

— ¡Dijiste que eras jodidamente rico! —exclamó mientras se volvía a incorporar y luego le siguió Yeonjun, apoyándose en la raíz seca de un árbol muerto.

—No, no —contestó mientras se quitaba el fango de encima —Mi familia es muy, muy rica, a mí me despojaron por ser- ¡Sanguijuela, una maldita sanguijuela! —exclamó cuando notó que tenía una sanguijuela en su extremidad anterior, lo cual Soobin gruñó y le quitó la sanguijuela de un tirón.

— ¡¿Me estuviste acusando de ser un mentiroso mientras que tú no tienes ni una moneda de todo lo que me prometiste?! —lanzó la sanguijuela después de regañar al príncipe, pero la discusión se detuvo cuando un pez más grande que ellos se tragó al insecto y por lo tanto corrieron hasta ponerse a salvo.

— ¡No te mentí! Estoy quebrado, pero tengo intenciones de... ¡Corre! —comenzaron a echarse a saltar y correr cuando un ave apareció y los vió, hundiendo su pico repetidas veces para atraparlos — ¡Tengo intenciones de casarme con Kim Beomgyu, y así voy a ser rico de nuevo!

Saltaron para separarse y se escondieron en unas ramas.

— ¿Eres un príncipe? —preguntó Soobin, entonces Yeonjun le miró preguntándose si acaso el chico le prestó atención cuando se presentó o se enfocó en golpearlo con el libro.

—Obviamente.

La ave los encontró, entonces volvieron a huir, esta vez arriesgándose yendo hacia el agua.

— ¡Entonces te aceptará!

Dieron unos cuantos saltos y cayeron en lo que parecía ser un tronco, y al ver que el ave se alejaba, finalmente consiguieron un poco de paz.

—Detesto la cadena alimenticia —comentó Yeonjun, pero no se salvó de las quejas de Soobin.

—Muy bien, entonces cuando te cases con Beomgyu, vas a darme el dinero para poder comprar mi restaurante.

—Alto ahí, yo le prometí eso a un hermoso príncipe, no a un camarero con mal genio y... Por qué esos troncos se están moviendo hacia nosotros.

Soobin miró hacia donde la atención de Yeonjun se desvió, viendo que en efecto unas figuras que parecían troncos se estaban acercando, luego miró al otro lado, viendo lo mismo.

—No son troncos —murmuró y entonces ambos se miraron con pavor.

—Yo me comeré al más grande —lentamente, los dos sapos guiaron su mirada hacia donde su oído les indicaba que estaba el dueño se esa profunda y aterradora voz, viendo que se trataba de un cocodrilo.

El cual, su lomo les estaba sirviendo como balsa.

No esperaron más, y ambos se lanzaron al agua para evitar que los cocodrilos tuvieran un bocadillo. Soobin nadó lo que más pudo para alejarse de esos seres, llegando a las raíces de un árbol hueco, entró ahí y cuando pudo subir pudo llegar a un agujero, dejándolo ver toda la bola de mordiscos, dientes y colas que se estaban montando los cocodrilos.

Suspiró de alivio, hasta que escuchó un ruido y miró hacia abajo, viendo a Yeonjun, quien le.miraba suplicante.

—Baja la liana —susurró.

—Búscate un escondite —susurró Soobin de vuelta, entonces un rayo se hizo oír con su trueno y los cocodrilos localizaron al príncipe.

Yeonjun los miró fugaz, y luego se volteó en dirección a Soobin.

—Escucha, ayúdame a salir de aquí y cuando me case con Beomgyu te daré el dinero que quieras —trató de negociar a contrarreloj, pero este lucía inmutado ante la propuesta y a los cocodrilos que se estaban acercando — ¡Compraré tu restaurante! ¡Ah!

Los cocodrilos estaban por comérselo de cena, hasta que la liana bajó y de un tirón pudo llegar al escondite de Soobin, quien lo ayudó a ingresar y se mantuvieron ocultos ahí, sintiendo algo de seguridad por primera vez.

— ¡Puedes saltar pero no esconderte, bocadillo!

Soobin tragó saliva ante la evidente amenaza de uno de esos cocodrilos, al menos eso es lo que estaba en su cabeza como gran preocupación, hasta que sintió el tacto del príncipe.

—Me parece que vamos a tener que quedarnos un buen rato —comentó y lo miró confundido — ¿Qué te parece si nos ponemos cómodos?

Una bellota cayó con fuerza en la cabeza de Yeonjun en respuesta.

— ¡Aleja tu existencia llena de baba de mí!

— ¡Te dije que es mucosidad!

En algo Yeonjun tenía razón, y es que le tocará quedarse un buen rato rodeado de depredadores.

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