1st
Nueva Orleans
2005
—Y entonces, el sapo miró con sus grandes y tristes ojos para suplicarle a la bella princesa.
En algún punto de Nueva Orleans, una bella costurera le contaba el cuento del Príncipe sapo a su mejor cliente y a su pequeño hijo mientras seguía con su labor.
— "Le pido me disculpe por el atrevimiento. Pero si usted fuera tan amable de darme un beso suyo, yo volvería a ser humano" Dijo el triste sapito. Entonces la princesa se conmovió por aquellas palabras —la mujer acomodó la sedosa tela en el maniquí, mientras que los niños miraban expectantes.
—Aquí viene mi parte favorita —comentó entre susurros Kim Beomgyu, el niño que estaba vestido como un hermoso príncipe, siendo el traje que la costurera estaba confeccionando.
El pequeño Moon Soobin miró al chico, pero la voz de su madre volvió a captar su atención.
—Entonces la princesa tomó al sapito entre sus manos y lo acercó a su rostro —los niños estaban cada vez más absortos en la historia, pero cada uno con una reacción distinta.
Mientras que Beomgyu estaba impaciente por escuchar las palabras de la mujer, Soobin negaba con fervor ante lo que se venía.
—Se acercó un poco más y finalmente lo hizo. La princesa besó al sapo. A los pocos segundos pasó algo increíble, el feo sapito se convirtió en un apuesto príncipe y ambos se enamoraron perdidamente —La mujer pasó un par de veces el hilo en la tela antes de continuar —. Y vivieron felices para siempre.
— ¡Si! —La emoción de Beomgyu contrastaba con el disgusto de Soobin — ¡Dilo otra vez, dilo otra vez! —el niño cayó por la torpeza de sus jóvenes pies, sin embargo comenzó a reír.
—Lo siento Beomgyu, pero Soobin y yo ya debemos irnos —Comentó la mujer mientras ayudaba al pequeño para levantarse y colocarse la tela, siendo aquella una hermosa capa para el traje de príncipe que le estaba siendo confeccionado —Ya está.
El niño chilló emocionado, mientras que Soobin se cruzaba de brazos.
—Yo jamás, jamás besaría un sapo ¡Puaj! —el niño, a diferencia de su amigo y cliente de su madre, su ropa era normal y lo único que cambiaba era la coronita de príncipe que llevaba en su cabeza.
— ¡Yo si besaría un sapito! —comentó Beomgyu, mirado con una sonrisa a su amigo —Yo besaría cientos de sapitos, y así poder casarme con una hermosa princesa ¡O me convertiría en un sapito para que una princesa me bese! —Soobin hizo un gesto de asco y negó.
—Aunque me convierta en sapo, no —Beomgyu alzó una ceja ante la persistencia de Soobin y sonrió.
Miró a su gato y encontró a su víctima.
— ¿Ah, no? —Soobin negó con la cabeza y sonoramente, entonces Beomgyu le puso un extraño sombrero de rana a su gato y se lo acercó a Soobin — ¡Mira, un sapito! ¡Bésalo, bésalo!
— ¡No! —Soobin hizo el quite y Beomgyu rió, luego se atrevió a intentar besar al gato, causando que este se escapara de sus brazos y los niños comenzaron a reír.
— ¡Niños, dejen de atormentar a ese pobre gatito! —La madre de Soobin suspiró y bajó al gato del maniquí, y cuando lo dejó en el suelo le quitó el accesorio.
El padre de Beomgyu se hizo escuchar en la habitación y el niño corrió hacia el hombre.
— ¡Papi, mira mi nuevo traje! ¿Verdad que luzco bien? —El niño se dio una rápida vuelta y el nombre rió mientras lo tomaba entre sus brazos.
Soobin inclinó su cabeza desde su lugar, viendo como su madre conversaba con el alto hombre y Beomgyu les interrumpía.
— ¡Papi, quiero ese traje! —Pidió Beomgyu cuando vio las ilustraciones del libro que la mujer acababa de leerle — ¿Puedes, puedes, puedes? —Preguntó el niño, alargando su último "puedes" y tiraba del bigote del hombre.
Después de unas cuantas palabras más, Soobin ya se encontraba de la mano con su madre y abandonando el lujoso hogar de Kim Beomgyu y su padre, mientras escuchaba al hombre decir "Muy bien, este es el último traje y voy a dejar de complacerte. Ahora ¿Quién quiere un perrito?".
Soobin apenas tenía seis años cuando acompañaba a su madre en diferentes direcciones, en su mayoría muy distantes de su hogar, sin embargo era entretenido, en especial cuando volvía a casa y veía a su papá después de un largo día de trabajo.
— ¡Papi!
Luego de una jornada, su padre y él se reunían en la cocina para preparar algo para cenar, ambos entre risas y esmero.
— ¡El Gumbo está listo! —Anunció Soobin, mientras el señor Moon lo miró y alzó una ceja junto a esa curiosa sonrisa.
— ¿Seguro? —Su hijo asintió, y el hombre tomó una cucharada del estofado, todo ante los dulces ojos del niño —Entonces, no creo que haya nada de malo si llevo esto a mi bo... —El niño le quitó la cuchara, como si su cabecita hubiera hecho clic.
— ¡Espera! —Tomó el frasco con salsa picante y echó unas cuantas gotas hasta estar seguro, lo revolvió y lo probó —Listo, ahora sí —completó y el padre probó lo cocinado por su hijo.
Momentos como ese, donde su padre decía que tenía un talento especial para la cocina, donde compartir lo preparado con sus vecinos hacían que el sueño de su padre tomara sentido para el pequeño Moon Soobin.
Siempre sintiendo una satisfactoria calidez al ver la sonrisa en los rostros que se formaban en las personas. Oír a su padre decir siempre, que podía ver a montones de gente haciendo fila por horas y horas con el único interés de probar "nuestra" comida, incluyendo en aquel atento sueño que llevaba por nombre "El Mesón de Moon".
Soobin, dentro de su inocencia, deseó con todo su corazón a la estrella del atardecer para que el sueño de su padre pueda cumplirse y abrir su propio restaurante esperanzado de que todo el trabajo duro de su padre haga sus frutos y sea coronado con la gracia de la estrella, aún sin entender el pedido de su padre.
—Nunca olvides qué es lo que realmente importa, Soobin.
Por supuesto, que él trabajaría duro, muy duro.
Nueva Orleans
2023
Hay un pueblo sureño allá por el río, repleto de mujeres bellas y caballeros finos, suave aire, una gran ciudad y hogar del jazz, esa era Nueva Orleans.
Soobin era un chico acostumbrado a todas esas cosas, más no era capaz de disfrutarlas por su enfoque total en una sola meta: conseguir el dinero suficiente y poder adquirir el terreno con el cual su padre soñó hasta el cansancio, el lugar ideal para abrir el restaurante que por tanto tiempo no se pudo concretar.
Trabaja duro siempre, y cada día era un gran empeño para poder conseguir su sueldo y propinas, trabajaba por dos sueldos como mesero de un restaurante y de mesero en una cafetería. Apenas dormía pero, se reconfortaba al volver a su hogar y ver que estaba cada vez más cerca de acercarse al pago inicial.
Y es que, algo que aprendió a sus ahora veintidós años, es que si bien los cuentos pueden hacerse realidad, mantenía la idea de que dependía de uno que fuese así.
Y es algo que no todos parecían entender.
— ¡Hey, Soobin! —el chico se volteó al escuchar el llamado y sonrió al reconocer a sus conocidos.
Era un grupo pequeño, particularmente compañeros que estuvieron con él en los últimos años de la secundaria.
Lee Felix, Moon Kevin, Kim Seungmin, Huening Lea, Shen Xiaoting y Han Jisung.
Es un grupo algo pequeño pero muy unido. Y es que lo más normal era que se hayan reunido al encontrar simpatía entre ellos por la misma condición de radicar en Estados Unidos.
—Hola a todos —saludó amablemente e interrumpiendo por unos segundos su labor como mesero.
—Soo, Maddison hará una fiesta por el Mardi Gras ¿Quieres venir con nosotros? —Ofreció con entusiasmo Lea, viendo que todos parecían realmente felices e interesados con la idea de que los acompañe.
—Ay chicos, de verdad me gustaría —comenzó y la sonrisa de Xiaoting se volvió una mueca, anticipando la respuesta que por excelencia ha estado en la boca de Soobin —Pero tengo dos pies izquierdos y...
—Estás ahorrando para tu restaurante —completó Kevin — ¡Hombre, trabajas todo el tiempo! —recrimina y el joven mesero se encogió de hombros con una sonrisa de disculpa.
—Tal vez otro día —sugirió y finalmente volvió a su enfoque total, escuchando la voz de Seungmin al decir "Les dije que no vendrá" y suspiró.
Era algo complejo, desde que sus padres ya no estaba, el mismo Soobin tomó las riendas con muchas desventajas, partiendo por el hecho de que era un estudiante de secundaria en ese entonces, y que finalmente detuvo su plan de estudios para dirigir todo el dinero de la universidad a ese ahorro y únicamente para dedicarse a cumplir todo aquello que significaba un gran futuro.
Siempre recibía burlas o subestimaban su visión, pero aquello no le importaba mucho, no sabiendo cuánto importaba su esfuerzo y que no estaba dejando el esfuerzo de su padre y madre en vano.
E igualmente, no estaba del todo solo.
— ¡Soobin!
La campanilla que estaba instalada y dejaba saber sobre un nuevo comensal, primeramente se habría hecho escuchar como era habitual para dar a conocer la presencia del señor Kim, el cual ha estado manteniendo el contacto con la familia, se ha vuelto un amigo cercano del jovencito y de su madre.
Y podía decir lo mismo de Beomgyu, el cual hizo sacudir la campanilla agresivamente tras su descontrolada entrada, un chico bonito y su cabello castaño perfectamente cuidado, siempre vestido con ropas caras y para poner la cereza en el pastel, siempre mantenía esa aura radiante e hiperactiva.
— ¡Soobin, finalmente encontré a mi príncipe! —El joven mesero llevó a la mesa de padre e hijo una buena cantidad de beignets preparados por él mismo, mientras le sonreía y Seokjin degustaba felizmente lo servido.
— ¿En serio? —Pregunta mientras seguía atendiendo a los otros clientes, pero nunca dejando de escucharlo.
— ¡Si! —exclamó el chico mientras tomaba su celular y le enseñaba la foto de su príncipe azul — ¡El Príncipe Yeonjun, de Ansan, viene a Nueva Orleans! —chilló y volvió a fijar su mirada en la imagen del joven noble — ¡¿No es divino, Soo?! —el chico no pudo siquiera abrir la boca, puesto que Beomgyu estaba demasiado emocionado como para esperar alguna respuesta.
— ¡Oh! Sí, dile a Soobin lo que hiciste, Papá —Pidió el chico, haciendo que Seokjin sonría y se ponga en posición.
—Invité...
—Papá invitó al Príncipe a la fiesta de disfraces que organizó para hoy ¡Ah! Dile lo otro, Papá —el hombre lo miró, como si esperara que en realidad Beomgyu lo dijera —Dile.
—Va a quedarse...
— ¡Va a quedarse...! —Seokjin tomó un beignet y lo plantó en la boca de su hijo, haciendo que guardara silencio.
—Va a quedarse en nuestra casa, como invitado de honor —el hombre mayor suspiró de alivio al ver que su hijo sólo asintió de manera energética.
—Oh, que bonito Beommie —comentó finalmente el mesero - ¿Te doy un consejo? —el castaño asintió, dándole chance a su amigo —Mi madre siempre decía, que para conquistar el corazón de un hombre, primero debes conquistar su estómago.
—Mm —el castaño miró unos segundos a su padre degustar los beignets, en lo que Soobin seguía con su trabajo - ¡Ya sé!
El chico rápidamente tomó uno de los beignets y corrió hacia su amigo, sorprendiéndolo por la rapidez.
—Tú vas a preparar un montón de estos beignets atrapa-hombres para esta noche —el mesero iba a refutar, puesto que si bien lo haría, tenía mucho trabajo por hacer, sin embargo, el menor fue nuevamente hacia su padre, sólo para sacar su billetera mientras se disculpaba y tomaba un montón de dólares que lo dejaron estupefacto cuando acabaron en sus manos —Toma cariño ¿esto es suficiente?
Eran demasiados billetes, no podía cerrar las manos y para evitar que cayeran los tuvo que apresar contra su pecho, entonces sólo ahí se dio cuenta que eran billetes de cien dólares. Incontables billetes de cien dólares.
—E-es más que suficiente —pensó en voz alta — ¡Finalmente voy a poder abrir mi restaurante! Gracias, Beommie —la sonrisa se plantó en su rostro por el gesto y ambos chillaron.
No pasaron muchos segundos antes de que Beomgyu se llevara a su padre del local asegurando que no dejaría escapar a su hombre soñado.
Ambos sin saber que, desde la sombra, un chico admiraba con una extravagante sonrisa, preparando ya unos planes.
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