CAPITULO 34.
—¡¿Estás interesado en exhibir alguna de tus obras?! —Huening Kai voceó, a través del megáfono—. ¡La galería de arte colaborativo es para ti!
Soo Bin sonrió al escuchar a su amigo y no dejó de repartir los folletos que Yeon Jun diseñó para hacerle publicidad a su nuevo proyecto, los entregaban a todos los estudiantes que entraban y salían de la universidad, haciéndoles la cordial invitación de participar.
Imprimieron cientos de volantes en papel reciclado, con un letrero enorme al centro de la hoja que anunciaba el nombre del evento, junto a la fecha y el lugar en letras más pequeñas.
Gran parte del éxito que estaban obteniendo, se lo debían a la astucia que tuvo el alfa de tener una charla con sus padres en busca de conseguir el patrocinio de PaperChoi's.
Lo apoyaron en la idea, orgullosos de la buena iniciativa y aceptaron el trato, incluso llegaron al acuerdo de realizar una conferencia al término del evento para promocionar los nuevos productos importados que las sucursales iban a vender en un par de meses.
Gracias a la infalible estrategia, los estudiantes quedaron enganchados con la propuesta y el bullicio sobre la extraordinaria planificación no tardó en formarse al exterior del plantel.
—¿Puedo formar parte, aunque sea de primer semestre? —preguntó un omega, al releer el volante.
Tenía una página web en dónde se podía llevar a cabo el registro, Soo Bin lo había sugerido con el fin de llevar un control de la cantidad de gente que se sumaría a la galería.
—No importa el grado en el que estés, ¡claro que puedes participar! —Le contestó, jovial—. Escoge tu mejor obra, la que pienses que destaca y únete.
—¿Tiene que ser un lienzo forzosamente? —Otra chica, cuestionó—. Hice una escultura el semestre pasado y creo que vale la pena...
—Puede ser lo que tú quieras, pintura, escultura o si tienes alguna foto en la que hayas capturado algo fenomenal, también es bienvenida —explicó, entregándole uno de los folletos—. Aquí viene la liga a la que debes entrar, ahí está el registro y las bases, todo es muy sencillo.
—¡Genial!
El omega se mordió el labio con felicidad, perdió la cuenta de las veces que ya había explicado el proceso, si en un inicio creyó que nadie querría siquiera acercarse a pedir informes, ahora su perspectiva era diferente.
Veía a los grupos de estudiantes hablar entre sí con emoción, alcanzaba a oír a algunos que ya estaban eligiendo con qué obra colaborar y no podía estar más entusiasmado del ambicioso despertar en la comunidad estudiantil.
Notó que su alfa conversaba acerca del tema con los de semestres superiores, ellos querían conocer los detalles a fondo y él se encargó de distribuir los datos, haciéndoles saber cada pormenor con base al proyecto mientras los convencía de unirse.
Huening Kai hasta se había saltado una clase para ayudarle a promocionar la galería, le pidió prestado el megáfono a los policías de la entrada y se sentó en el toldo del automóvil de Yeon Jun, derrochando con su voz cantarina la convocatoria.
—¡Oportunidad única, no la dejen pasar! —espetó, agitando la mano por encima de su cabeza—. ¡Forma parte de la galería colaborativa organizada por Kim Soo Bin y Choi Yeon Jun!
Estaba ocupado atrayendo a los jóvenes que transitaban, su llamado era imposible de ignorar. Soo Bin estaba agradecido con su apoyo, pronto le regalaría aquel paquete de acuarelas que tanto le gustó.
Minutos más tarde, el auto de Tae Hyun también aparcó a las afueras de la facultad y de ahí, bajó un Beom Gyu con otra caja enorme de cartón en brazos, repleta de más publicidad impresa.
—¡Ya volvimos! —masculló, abrazando el paquete—. ¿Cómo va todo?
—Tú juzga —El menor le mostró los escasos diez folletos que le sobraban—. Llegaron justo a tiempo.
—Entonces mi parada técnica por un combo de hamburguesa y papas fritas no fue un problema —Se sintió aliviado—. Te traje nuggets, ¿los quieres?
—Más tarde, muchas gracias Beom —parloteó y los hoyuelos nacieron en sus cachetes—. ¿Me sigues ayudando?
—¡Sí! Seguiré entregando en la cafetería —estableció, al colocar la caja sobre la acera.
Apresuradamente, el omega castaño le retiró el sello a las pestañas superiores, logrando abrir el empaque y hojeó el montón de volantes que tomó, revisando que no tuviesen deficiencias en la calidad de impresión o los colores.
Al reiterar que todo estaba en orden, le hizo una seña a Tae Hyun, avisándole que entraría a continuar con su labor y el alfa le sonrió a la vez que asentía.
Soo Bin continuó ofreciendo la propaganda, el morocho se les unió después de haberse fumado un cigarro, justamente cuando decenas de alumnos se juntaron a cuestionar y buscando conocer más de la inesperada galería hecha por dos novatos.
No paraban, se hallaban trabajando en su reto propio de promover el arte individual, en ampliar el panorama de quienes ya se habían enfrascado en las grandes ligas, era obvio que todos querían trabajar o tener un lugar en compañías de renombre, pero también podían enfocarse en los esquemas recientes.
Porque si tantas puertas se habían cerrado para el omega, ahora estaba listo para construir y abrir la suya.
—¿Qué es todo este escándalo?
Kai y Soo Bin observaron a su derecha y el rubio no contuvo la forma tan exagerada de rodar los ojos.
—¡Las cosas no pueden ser perfectas! —Con antipatía, el beta habló sin quitarse el altoparlante de la boca—. ¡Se arruinó la tarde!
Sung Jong arrugó la nariz con desgano y lo imitó al volcar los orbes, realmente no le importaba lo que se dijera de su presencia.
—Cállate, no te estoy hablando a ti —exclamó, y luego se dirigió a Soo Bin—. ¿Tú eres el responsable de este caos?
—¿Cuál caos? —murmuró, inexpresivo—. No estoy alterando el orden en la escuela, así que esa palabra está mal usada.
—Uy, que letrado —Arqueó su fina ceja—. ¿Qué estás haciendo?
—Nada que sea de tú interés.
—¿Eso crees? —Miró el interior de la caja destapada y alcanzó a leer el título desde su sitio—. ¿Una galería colectiva?
—¡Sí, una a la que no estás invitado! —Huening Kai volvió a amplificar su tono por medio el aparato.
Recibió las miradas del resto de chicas y chicos que seguían rondando en el exterior y oyó la risita comunitaria que soltaron por la atinada intervención.
Sin embargo, Soo Bin le hizo una seña con el dedo para que ya guardara silencio, los altercados se salían de lo pronosticado esa tarde. Hasta Yeon Jun dejó al grupo de estudiantes que estaba abordando en cuanto reparó la llegada del pelirrojo que traía la palabra "problemas" tatuada en la frente.
Se aproximó a su omega, quedándose a una distancia pertinente de los dos, pero listo para actuar en caso de ser necesario.
—Así que de esto se trata todo —parloteó, jugando con uno de folletos que se atrevió a recoger—. ¿Qué cambio piensas generar?
—Creo que no tengo porque aclararte nada —Frunció el entrecejo—. ¿Necesitas algo o puedes permitirnos continuar con nuestro trabajo?
—Por Dios, Kim, esto no es un trabajo —Sacudió el papel con burla—. Esto es... luchar por algo que ya tienes perdido.
El menor se rascó la barbilla, parpadeando con esquivez y miró el entorno, evitando concentrarse en la figura humana que se interponía en su panorama.
—¿Ya terminaste? —inquirió, mirándose las uñas de la mano derecha—. ¿Algo más que quieras añadir?
—No realmente —farfulló y avistó de soslayo a Yeon Jun. El alfa tenía los brazos cruzados—. Diles a tus perros guardianes que se relajen, no te voy a hacer nada.
El plural lo utilizó porque a pesar de que Tae Hyun continuaba entregando los folletos, estaba completamente pendiente de la situación.
—Yo no tengo perros guardianes, solo un alfa que me ama y un amigo que se preocupa por mí —respondió, esbozando una sonrisita—. En serio, ¿necesitas algo? No quiero ser grosero, pero tengo cosas importantes que hacer.
—Necesito informes de tu galería —Sonrió de la misma manera, con un ligero toque de suspicacia—. Quiero formar parte.
Eso sí causó revuelo en Soo Bin, terminó elevando las cejas y tosiendo una vez al sentir la garganta seca.
Hasta Kai se escandalizó, bajándose del toldo con un salto y apagó el altoparlante, colocándoselo bajo el brazo.
—No —gruñó el beta, posicionándose a un lado de su amigo—. Estás loco, no eres bienvenido al proyecto.
—¿Y tú quién eres para decidir? —Lo retó, con una mueca desdeñosa—. No te tomes atribuciones que no te corresponden, Huening.
—Te la pasas hablando mal de Soo Bin y ahora resulta que quieres la oportunidad de estar en su galería —Negó en desaprobación—. Tú no conoces la vergüenza.
Sung Jong se encogió de hombros y levantó el volante frente a la cara del rubio, señalando con su dedo una oración que se extendía en la parte inferior del papel.
—Aquí dice "convocatoria abierta para el público en general" —Hizo énfasis, de manera triunfal—. No veo restricciones.
Yeon Jun hubiese preferido no entrometerse, pero el pelirrojo ya estaba rebasando la línea de su paciencia.
—No lo tomes a mal, pero creo que ninguno de nosotros te quiere cerca esos días —Le avisó, con rigidez—. Lo siento mucho, es una regla que acabamos de estipular.
—¿Una regla? —La burla se plasmó en su rostro—. ¿Qué les pasa? ¿Tanto miedo me tienen?
—No, no te tenemos miedo —Soo Bin agregó, con las facciones endurecidas—. Simplemente estamos poniendo nuestro límite contigo y debes respetarlo, no nos obligues a hacer cosas que no queremos.
—¿Me estás amenazando?
—No, solo quiero que te evites la pena de ir y que los verdaderos perros guardianes te digan que no puedes entrar.
El omega no escondió la sorpresa que le ocasionó el rechazo, pensó que los buenos valores del rizado ganarían y que por no quedar mal frente a los diversos estudiantes que miraban la escena, aceptaría que se integrara.
No obstante, se topó de lleno con un rotundo "no" y aunque si se molestó por la actitud de los muchachos, trató de no aparentarlo.
—Bien, ustedes se lo pierden y yo me lo ahorro —graznó, aventando el volante por los aires—. No les voy a rogar, de igual forma van a fracasar.
—Gracias por tus buenos deseos —Kai añadió y se miró la muñeca—. Se te hace tarde, ¿no tienes clase?
—Ni siquiera usas reloj.
—Ah, encima eres chismoso.
Sung Jong no dijo nada más, simplemente los observó de arriba hacia abajo con desprecio, y se alejó de ellos, tomando asiento en una de las tantas bancas desocupadas que había afuera de la institución.
Soo Bin resopló, sintiendo la ligereza en su alma por la buena decisión que tomó y volteó hacia Yeon Jun, quien lo admiraba silenciosamente.
—¿Eso estuvo bien?
—Por supuesto, estás en todo tu derecho de no admitirlo —Le apoyó al peinar los rizos de su frente—. Esto no te hace ser mala persona.
—¡Exacto! —Retomando su alegría, el beta encendió el megáfono—. Hay que seguir, esa caja no se vaciará sola.
El menor afirmó, recuperando su sonrisa genuina y con ayuda de los tres chicos, procedió a promocionar nuevamente la galería, generando un alboroto controlado al recordarle a sus antiguos compañeros que después del evento, seguiría la conferencia con los presidentes de PaperChoi's en dónde conocerían las novedades en artículos que pronto saldrían a la venta.
Y aunque no lo sabía, Yeon Jun consiguió que sus padres hicieran pequeños paquetes de regalo con muestras de la mercancía importada, así los colaboradores probarían los productos antes que cualquiera en la ciudad.
Pero eso, sí era una sorpresa para todos.
Por su lado, el alfa de cabello rosa regalaba los folletos con amabilidad, dando breves argumentos del por qué debían asistir y así fue por un buen rato, hasta que oyó el motor de una motocicleta en la cercanía. Tuvo que girar el cuello con disimulo al escuchar que Sung Jong chilló cuando recibió al chico que venía manejando, lo reconoció al momento en que se retiró el casco.
Dae Min abrazó a su omega, dándole un montón de besos en el rostro como saludo y el otro se rio con una dulzura repugnante que casi le provocó arcadas. Puso cara de asco al verlos tan melosos, simulando ser la pareja más amorosa de todo el campus, aunque uno ya ni siquiera estudiaba ahí.
Reparó que los ojos de Dae Min se fijaron instintivamente en el omega de rizos, mientras fingía oír las travesías que su chico le contaba.
Parecía que sus iris se habían sellado a cada movimiento que el menor hacía.
Tae Hyun lo encontró desagradable y con un silbido, hizo que Yeon Jun se diera cuenta del hecho absurdo. El ojiazul captó con una sola seña lo que su mejor amigo le quiso comunicar, la obsesión que Dae Min tenía con su omega de verdad lo ponía de muy mal humor.
Optó por acercarse a Soo Bin, como si no supiera que tenía un par de ojos fisgones acotando sus acciones y no tuvo contemplaciones al besarlo, cerrando los ojos al sentir el roce de los labios que ese día, llevaban un bálsamo con sabor a mora.
Las chicas con las que el omega estaba conversando se encargaron de leer la propaganda, dándoles su espacio y riendo levemente al sentirse enternecidas por el lindo noviazgo que ese par tenía.
Al separarse, hubo una sonrisa mutua antes de que el rizado retomara su deber y él se dedicó a enfrentar esa mirada insistente que los acechaba desde lejos.
Dae Min parpadeó y le costó tragar saliva cuando Yeon Jun le mostró discretamente el dedo corazón.
—¡No quiero! —Soo Bin refutó con disgusto.
—Es que si no la usas tu vestimenta se verá incompleta...
—No me importa, en serio no me gusta.
—Solo por hoy —Yeon Jun trató de imitar su adorable pestañeo—. ¿sí?
El omega detestaba usar corbatas.
Lo asfixiaban, dramáticamente creía que no podía respirar con normalidad y cuando Yeon Jun le entregó una para que la utilizara ese día, sollozó en sus adentros porque fielmente creyó que su traje luciría bien sin ella.
No obstante, el mayor no aprobó ser el único que la portara y le dio una igual a la suya, los dos traerían el mismo modelo y solo por eso, se sentía menos miserable.
—Agh, ¿por qué siempre me convences? —gruñó, al ceder.
Yeon Jun sonrió, pasando la corbata por detrás de su cabeza y acomodándola muy bien bajo el cuello de su camisa.
—Porque hoy tenemos que vernos profesionales —Comenzó a realizar el nudo de la prenda complementaria—. No te la ajustaré tanto.
—Si me ahogo y me muero, será tu culpa y vivirás con eso el resto de tu vida —A regañadientes, le permitió que la atara—. ¿No era más sencillo un moño?
—Tal vez, pero las vi en el aparador y me gustaron. Creí que sería lindo usarlas a juego —Terminó de ajustarla, alisando la parte delantera con una mano—. Listo.
Soo Bin no replicó, se miró al espejo con los labios torcidos hacia un costado y siendo honesto, no le desagradó lo que vio en el reflejo. Pocas veces había vestido un traje completo, recordaba haberlo hecho en la boda de algún primo lejano y todo fue porque la invitación exigió rigurosa etiqueta.
En la actualidad, se inclinaba más por colocarse camisas y pantalones de poliéster negros, pero el mayor insistió al grado de no dejarle otra alternativa.
Al final, admitía no verse tan mal.
—Bueno, ya está, la uso al dar la bienvenida y el transcurso del evento me deshago de ella, ¿de acuerdo? —Negoció, buscando también su comodidad.
—Lo que digas, pero en la recepción no te la quitarás —Extendió la palma y lo miró—. ¿Trato?
—Sí, trato.
Sin embargo, no sujetó su mano, la dejó extendida a la intemperie y sonrió complacido.
—No estás cerrando el acuerdo.
—Es que nuestros convenios ya no se cierran así.
El alfa frunció apenas visible las cejas y se mostró notablemente confundido.
—¿Entonces cómo?
Soo Bin fue sagaz al tomarlo de la corbata, tiró de ella y lo acercó con apremio a su rostro. Se adueñó de sus labios con un beso tosco, saqueándole un suspiro por la forma accidentada en que se abrió paso en su boca con la ayuda de su lengua.
A Yeon Jun se le complicó adaptarse al ritmo del repentino enfrentamiento, pero pronto dejó que el liderazgo lo tomara su omega, contribuyendo únicamente al acorralarlo en contra del mueble de los lavamanos mientras se pegaba por completo a su cuerpo.
Con una mano lo sujetó de la cadera, apretándola con brío por arriba de su camisa blanca y sintió como le atenazó los cabellos de la nuca, demandando más cercanía a través de mordiscos que producían jadeos involuntarios, adornando a la perfección el ferviente encuentro.
Y para colmo, el rizado estaba concentrado en dos cosas específicas. La primera, se basaba en comerle la boca a su alfa, besándolo para calmar el hormigueo en sus labios hinchados y la segunda, era la lucha interna que tenía con su propia condición para no lubricar.
Si lo hacía, mancharía sus bonitos pantalones y no se había prevenido con ningún cambio de ropa, por lo tanto, tenía las de perder.
Tuvo que separarse cuando las manos de Yeon Jun le amasaron el culo, era casi seguro que si no ponía un alto terminaría sentado en la base de los lavabos, con las piernas alrededor de la cadera de su alfa.
Y no había tiempo, la responsabilidad de inaugurar la galería los frenó.
—Ya, ya —musitó, rompiendo con la hechizante conexión—. Vamos, ya basta.
El castaño abrió los ojos, su piel ya se encontraba erizada.
—Me encanta tu manera de cerrar los tratos —susurró, enseñando sus colmillos al sonreír—. Te amo.
—Yo te amo más —Soo Bi contestó, empujándolo con suavidad hacia atrás—. Tenemos que ir allá, se nos hace tarde.
Desconocía la hora exacta, suponía que se estaban demorando más de lo normal en arreglarse.
—Fájate la camisa, creo que la arrugué.
—Y tú la corbata, te deshice el nudo.
La pareja se rio mientras se arreglaban la vestimenta, ambos se echaron agua en el rostro y dieron un último acomodo a sus cabelleras antes de mirarse una vez más, dándose ánimos con un amoroso gesto.
El primero en salir del sanitario fue Soo Bin, jugando con los botones en su manga al caminar en dirección a la sala de exposiciones.
El lugar que escogieron se ubicaba en un punto clave del centro, era amplio y se prestó perfectamente para el montaje de las mamparas, los pedestales de las esculturas y en general la decoración fue fácil de elegir, ya que las paredes se hallaban pintadas en color blanco.
Todo el entorno se integró, haciéndose un espacio agradable a la vista.
En un inicio, imaginó que serían pocas las personas que desearían integrarse al proyecto, pensó que habían exagerado con los metros cuadrados que rentaron, pero después de revisar el registro en línea de los universitarios, supo que había sido la mejor decisión porque apenas lograron cubrir la demanda de espacio que necesitaba cada colaborador.
Las obras ya estaban en su lugar, protegidas y esperando ser exhibidas.
Él anhelaba el éxito de su primera galería.
—Amor, Kai llamó, dice que ya hay mucha gente esperando en el jardín —Yeon Jun exclamó, cuando arribó con el celular en su mano—. ¿Quieres ir ya?
El omega se talló la nariz, suspirando en silencio y asintió.
—Sí, ya es hora.
Se tomaron de la mano al avanzar, cruzando la linda zona que acondicionaron con luces provisionales y cuando se aproximaron a la pequeña sala de espera que había en el vestíbulo, notaron que sus padres charlaban tranquilamente, compartiendo risas.
Mina y Ye Jin platicaban amenamente sobre la emoción que les daba ver a sus niños escalando hacia una nueva meta. Woo Bin y Hyun Bin aprovecharon que la barra de bebidas ya estaba sirviendo tragos, así que ellos tomaban cómodamente un martini al conversar acerca de lo felices que eran siendo padres de familia.
Incluso las hermanas de Yeon Jun estaban ahí, las omegas portaban vestidos preciosos y elegantes, dignos a la ocasión.
Alfa y omega saludaron en voz alta, todos respondieron con felicidad al verlos llegar, incorporándose cuando les dieron la noticia de que la apertura estaba por realizarse. Igual de animados, motivados por el inicio de algo bueno.
—Vayan, Tae Hyun, Beom Gyu y Kai están afuera —Yeon Jun les pidió a las dos familias que salieran al jardín—. Nosotros iremos en un segundo.
—¿Necesitan apoyo en algo? —preguntó Mina—. ¿No les hace falta nada?
—No, todo está cubierto —Soo Bin aseguró, aliviando la preocupación de su madre—. ¿Le puedes pedir las tijeras a Huening Kai?
—Claro, mi amor —dijo con alborozo—. Los vemos allá.
Los Kim y los Choi abandonaron el recibidor, yéndose con un alboroto de por medio y solo así le otorgaron un breve instante de paz a los anfitriones de la tarde.
—Te tengo dos noticias buenas, ¿cuál quieres primero? —El mayor mencionó, divertido.
Soo Bin lanzó una risilla adorable.
—Si las dos son buenas, ¿por qué debería elegir? —preguntó, balanceando su pie derecho del talón hacia la punta y viceversa.
—Solo quería agregarle misterio a la ocasión —Volvió a sonreír—. Bueno, una de ellas es que saliendo de aquí te llevaré a cenar, reservé una mesa en un buen restaurante y necesito que le digas a tus padres, ellos también están invitados.
—¿De verdad? —La ilusión brilló en su faz—. Les diré ahora que me reúna con ellos, muchas gracias, alfa.
El plan de la noche ya estaba pactado, Yeon Jun tuvo el asesoramiento de su padre al realizar la reservación en el sitio que servía la comida más deliciosa de la ciudad.
Algo fino y selecto para una ocasión especial.
—No hay nada que agradecer. La segunda noticia creo que es igual de fenomenal.
—Te escucho.
—Como sabes, muchos empresarios de compañías populares en nuestra profesión, son clientes frecuentes de las tiendas —Tomó aire por la nariz y reanudó—: Así que le pedí a los encargados de publicidad que enviaran correos a los titulares de dichas empresas con la invitación a la galería, con suerte alguno viene...
Al omega se le desencajó la quijada, la estupefacción le golpeó fuerte.
—¿Estás diciendo que existe la posibilidad de que recibamos a los directores de alguna firma reconocida?
—Sí, técnicamente.
Se hallaba ofuscado, todavía no lo podía creer.
—Demonios... —La bulla saltó de sus labios, el gozo se proyectó—. ¡Si hubieras empezado por ahí, no me habría negado a usar la estúpida corbata!
Yeon Jun se rio con ganas, amando su reacción.
Un impulso lo llevó a abrazarlo, besándole cariñosamente la frente y la tranquilidad lo envolvió.
Era un hecho, habían utilizado estratégicamente las herramientas que la vida les facilitó, las supieron usar a su favor y gracias a eso, el alfa tuvo la gratificante sensación de que las cosas por fin iban en el camino correcto.
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