Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPITULO 28.

El labio inferior de Soo Bin tenía tres llagas que se ocasionó al morderse y arrancarse la piel agrietada.

Se relamió un par de veces para retirar las gotitas de sangre que se filtraron mientras retorcía el tallo de una flor entre su índice y pulgar, observando fijamente el color apagado de los pétalos casi marchitos.

Estaba sentado en los escalones del pórtico afuera de su vivienda, pensando en cómo su vida escolar se había arruinado de un día para otro por sus imprudencias y gracias a un aporte negativo que Sung Jong se encargó de realizar con el propósito de afectarlo.

Ya ni siquiera podía sentir rabia en su contra, después de haberle arruinado la pintura se liberó de una carga horripilante, su ser descansó y solo anhelaba que Beom Gyu o Kai grabaran el escándalo que iba a armar cuando se diera cuenta de que su preciosa obra había pasado a mejor vida.

No quería perderse el semejante espectáculo, aunque no pudiera estar ahí para verlo sería igual de satisfactorio porque se lo merecía.

Y por otro lado, el contarle a sus progenitores sobre la baja definitiva no fue sencillo.

Trató de ser meticuloso al darles la mala noticia, fue complicado porque su madre lo bombardeó con preguntas desde que vio las cajas apiladas con sus cosas en el vestíbulo principal. Ella lo supo en cuanto interpretó el gesto decaído en su rostro, sus ojos enrojecidos eran un signo evidente y solo necesitó de un abrazo para desplomarse en llanto, explicándole entre sollozos que no volvería a pisar la universidad de artes visuales.

Lo consoló hasta donde pudo, pero al escuchar la razón por la cual fue expulsado, el apoyo moral cesó y las reprimendas llegaron como la nieve en invierno, frías e intensas.

Empeoró cuando su padre bajó de la planta alta al oír el desastre, porque sin preguntar lo regañó por irresponsable y necio, basándose en lo último que alcanzó a rescatar del diálogo.

No existían argumentos a su favor, tenían una justificación válida para sermonearlo, hasta él mismo aceptaba haberse comportado como un adolescente sin cerebro.

Ahora, el disgusto lo aplastaba y rezaba a cualquier deidad que sus padres no fuesen intransigentes con Yeon Jun.

Porque sí, lo estaba esperando ya que ambos exigían hablar con él.

Todo eso no pintaba nada bien, los nervios lo estaban acabando y ya se había irritado la nariz por sonarse con recurrencia, el flujo nasal no paraba de caer, parecía que estuviese enfermo de una gripe espantosa.

Al escuchar el chirrido de la puerta metálica de entrada, levantó el rostro hinchado y sus latidos perdieron el ritmo regular al ver que Yeon Jun iba entrando, con una cara de espanto similar a la suya.

Ambos hicieron el amago de sonreír pero ninguno concretó la mueca, solo torcieron los labios y Soo Bin se levantó, botando al suelo la flor con la que jugaba a la vez que su alfa recorría el camino de acceso hasta los escalones.

Se le notaba la preocupación hasta en el caminar, no lo hacía con ese porte que siempre brillaba en él, su espalda yacía encorvada, sus hombros caídos...

Y el atrayente aroma a eucalipto no lo sentía, solamente podía percibir angustia.

Quiso que un rayo les cayera encima a los dos y que terminara con el sufrimiento cuando Yeon Jun se aproximó para rodearlo con ambos brazos, refugiándolo de todo mal al exterior.

—No tienes que hacerlo —susurró, afligido—, de verdad, no tienes porque lidiar con mis padres, no debes...

—Shh... claro que debo, es mi responsabilidad —Le contestó al oído, apretando su cuerpo—. Hay que dar la cara por lo que hagamos, siempre tiene que ser así.

—Pero no quiero que ellos te traten mal.

—Lo sabré manejar, no te preocupes por eso.

No estaba convencido de lo que decía, pero intentó hasta con el último suspiro darle seguridad a su omega.

Decir que no tenía miedo sería mentir, porque el señor Kim fue transparente con las condicionantes y ya había roto la más importante.

Nada bueno podría resultar de ese terrible encuentro.

—Prométeme una cosa —Soo Bin lo miró, con los ojos cristalizados—. ¿Sí?

Con amor, le acomodó un rizo por detrás de la oreja y asintió.

—Lo que sea.

—Promete que pase lo que pase, no me vas a dejar —Los labios le temblaron al pronunciar—. Por favor, promete que no te vas a ir, júrame que buscaremos una solución para lo que venga. Promételo, Yeon Jun, por favor.

Tenía un horrible presentimiento y se inclinó por la prevención antes de que algún desagradable acontecimiento lo apaleara.

El aludido igual lo sintió, fue como si un chorro de agua apagara la antorcha de la esperanza.

Pero no lo dio a notar.

—Te lo prometo —murmuró y le besó con pureza la frente—. Sin importar qué, te juro que vamos a salir a flote juntos, no te voy a soltar.

Eso sí era un hecho.

Quizá era dependiente, obsesivo y hasta enfermizo, pero sabía que sí Soo Bin se marchaba de su lado, él ya no tendría motivos para seguir.

Separarse de su otra mitad sería como arrancarle el corazón y matarlo en vida, su lobo no estaría tranquilo nunca más, probablemente su agonía sería eterna, un castigo divino por lo malo que hizo en sus vidas pasadas o el karma acumulado de las pocas veces que se portó mal en esta.

Cada que lo imaginaba, una flecha se ensartaba en su torso, perder al amor de su vida solo lo llevaría a un declive emocional inminente.

Soo Bin era el amor de su vida, su primer gran amor, el primer omega que de verdad le hechizó todos los sentidos.

Y si el futuro no era con él, su vida amorosa acabaría por completo.

—Les dije la verdad, no oculté nada, les conté que yo fui el que te sugirió quedarte una noche —El menor hipó. Había empezado a llorar de nueva cuenta—. No te eches la culpa, pensé que lo harías para cubrirme pero no es lo correcto.

Joder, que bien lo conocía.

—Hablaré con la verdad, diré mi versión pero no mentiré —esclareció, limpiándole los pómulos húmedos—. ¿Quieres entrar ya?

—Solo... ¿Puedes abrazarme un poquito más?

—Te abrazo hasta mañana si eso quieres.

Yeon Jun lo estrujó en una combinación de cariño y temor, no quería imaginarse lo peor, pero dado el temible panorama, se pronosticaba un resultado nada favorable para ellos.

Pero como decía su abuela, al mal paso darle prisa, era mejor acabar con el asunto de una buena vez.

Cuidadosamente se alejó de él después de haberle limpiado las lágrimas y entrelazaron los dedos, dándose una mirada compasiva.

Le hicieron frente a las secuelas, el omega esnifó y con la cabeza agachada, abrió la puerta, percatándose de que las voces provenientes de la sala cesaron. Sus padres callaron al oír la puerta abrirse, a Soo Bin se le cerró la garganta e inconscientemente, Yeon Jun le apretó la mano con fuerza.

Pasaron por el vestíbulo principal y el alfa pensó que la casa de los Kim ya no lucía tan acogedora como la tarde que la visitó, la atmósfera era diferente, densa e incómoda, le quitaba la valentía de mostrarse como uno de los responsables y en resumen, diría con precisión que tenía miedo.

En la entrada de la estancia, vieron a Mina reposando en el sofá individual y a Woo Bin sentado en el sillón de tres plazas, con el codo apoyado en el reposabrazos y el lateral de su cabeza recargada sobre su palma.

Fueron observados con desgano por los dueños de la vivienda, la omega se veía igual de cansada que su retoño y el alfa tenía dos bolas de fuego ardiendo en las pupilas.

—Soo Bin, sube a tu habitación —ordenó Woo Bin.

Su ceño fruncido delataba la incontenible molestia y el temor aumentó.

—No, yo me quiero quedar aquí —Se opuso y miró a su madre—. Por favor.

Ella siempre lo salvaba, siempre le hacía segunda para convencer a su papá.

—Ya oíste, vete a tu habitación —Lamentablemente, en esta ocasión no contó con su apoyo—. No quiero discutir, podrás bajar cuando Yeon Jun se vaya.

—¿Cuándo se vaya? —Aterrado, cuestionó.

El ojiazul sintió un asqueroso escalofrío que le puso la piel de gallina.

—Sí, ¿qué no escuchaste? —El señor Kim retomó—. Bajarás cuando te digamos, sube ya.

—¿Qué pretenden? —Volvió a interpelar con la frente arrugada—. Si lo que planean es prohibirle que se me acerque, les aviso que su mandato no podrá cumplirse.

—¿Ahora tú pones las condiciones? —Woo Bin retó, golpeteando la tapicería del sofá con las yemas de sus dedos—. Te recuerdo que tú fuiste quien traicionó nuestra confianza, aceptamos al hijo de los Choi porque parecía ser un buen alfa para ti y al parecer nos equivocamos.

¿El hijo de los Choi? ¿Cuándo dejó de ser solo Yeon Jun?

—Él es el mejor alfa del planeta, no pueden juzgarlo por algo así —refutó, asombrado por la inflexibilidad de sus progenitores—. Además, ustedes no pueden decidir por mí.

—Escucha, no te lo voy a repetir —Señaló el comienzo de las escaleras—. Si no subes ahora mismo, cualquier remota oportunidad de cambiar de decisión será anulada y soy capaz de llevarte a vivir al otro extremo del país.

Los cachetes de Soo Bin se entibiaron por el abatimiento.

Supo que eso no era una amenaza, más bien era una advertencia; conocía el carácter inmutable de su padre y cuando llegaba a ese punto de cero tolerancia, no existía poder humano que rompiera la barrera.

Pasó saliva por milésima vez y vio de soslayo a Yeon Jun quedarse inmóvil, dispuesto a recibir la cátedra que le impusieran pero también listo para exponer su buena defensa en caso de alguna limitante injusta.

Soo Bin dejó la sala de estar, yendo escaleras arriba y cuando estuvo en el descanso, echó un vistazo final hacia el castaño, quién ya había sido invitado a tomar asiento en el mismo sofá dónde se hallaba el otro alfa.

Yeon Jun no esperaba que le invitaran una taza de té, le tomó por sorpresa que Mina le sirviera un poco de la tetera caliente que había en la mesa de centro; no era un fanático de las yerbas remojadas, pero despreciarla no estaba sujeto a discusión.

—Me quiero ahorrar tiempo asi que no iremos por las ramas, Soo Bin nos contó lo que pasó en la universidad y el por qué de su repentina expulsión —Woo Bin dio apertura al tema, aclarando fugazmente la voz—. La verdad es que yo quiero escuchar tu versión de los hechos, me gustaría comparar las historias y sí me doy cuenta de que no estás siendo honesto, sencillamente te pediré que te retires. ¿Se entendió?

El ojiazul asintió a una velocidad vergonzosa, estaba entre la vida y la muerte.

Para calmar su terror, sostuvo la taza por la oreja cerámica y sopló por encima, disipando el vapor que el líquido emanaba.

—Por supuesto, no tengo por qué mentirles, ustedes me abrieron las puertas de su casa y me permitieron estar con Soo Bin desde el principio —informó, dándole un pequeño sorbo al té. Era de limón—. Seré sincero con lo que gusten saber.

No supo de dónde sacó esa rectitud al hablar.

—Bueno, te escuchamos —Mina intervino, cruzando una pierna sobre la otra—. ¿Qué fue lo qué sucedió?

Yeon Jun parpadeó hacia el tono oscuro de la bebida caliente que le ofrecieron y suspiró, haciendo a un lado el tonto impulso de salir corriendo.

Porque le fue imposible ignorar la angustia, la incertidumbre y la tristeza profunda que su alfa le estaba transmitiendo, distinguió que las preocupaciones abofeteándole sobrepasaban su propio margen.

El corazón se le aplastó, la sofocación hizo de las suyas y tuvo que humedecerse las comisuras previo a iniciar con su declaración.

—Una tarde invité a Soo Bin por un helado al centro comercial después de clases, las horas volaron y no nos dimos cuenta de que estaba anocheciendo hasta que llegamos a la universidad —Empezó a decir, cepillando el pulgar en el canto de la taza—. Él sugirió que me quedara en su dormitorio porque ya era tarde y yo acepté de inmediato, me dejé llevar por la posibilidad de compartir más horas con él, fui muy egoísta al no pensar en todo lo que se podía arruinar si nos descubrían y actué como un imprudente.

Le era difícil expresarse cuando tenía cuatro ojos verde olivo encima, se sentía diminuto, como si estuviese en un interrogatorio policial.

—Con el paso de los días nuestro secreto se hizo frecuente, yo me brincaba por la ventana luego de la última revisión hecha por los prefectos de piso y dormía con él hasta las seis de la mañana, ya que me tenía que duchar y volver a salir de la misma forma antes de que las clases comenzaran —El movimiento instintivo de su pierna demostró sus nervios—. No sé si sepan, pero Soo Bin se inscribió al concurso semestral de pintura al óleo que la escuela organiza.

La pareja afirmó, estaban al tanto de la participación de su querubín.

—Soo Bin me llamó cuando se inscribió, dijo que tú influiste mucho para que decidiera anotarse —agregó la omega y se abrazó a sí misma.

—Solo lo impulsé porque su hijo tiene un talento impresionante, tenía una oportunidad enorme de ganar el primer lugar —exclamó, con un brillo de admiración lustrando sus iris—. Por desgracia, tiene un compañero que le ha hecho la vida imposible desde que inició sus estudios, ¿ustedes tenían conocimiento eso?

Woo Bin inclinó la cabeza y se frotó la nuca.

—Lo supimos hasta el día en que llegó golpeado, pero a pesar de que le preguntamos hasta al cansancio, no entró en detalles con lo sucedido —musitó, mirándolo con los párpados ligeramente caídos—. ¿Podrías contarnos que pasó en realidad ese día?

—En realidad no me corresponde, pero lo haré porque estoy casi seguro de que no conocen el trasfondo —Se removió en su espacio, enderezando la espalda—. Hay un alfa que acosa a Soo Bin.

Mina se acercó al filo de su sillón y agrandó con espanto los ojos.

—¡¿Qué lo acosa?! —preguntó, alterada—. ¡¿Cómo es posible?!

Yeon Jun aplastó los labios, quizá debió decirlo con mayor tacto.

—Se llama Dae Min, forma parte del equipo de americano y él es la razón por la cual Sung Jong odia a su hijo —Contextualizó—: Esos dos son pareja y desafortunadamente, ese inepto no respeta a su novio ya que siempre estaba atrás de Soo Bin, invadiendo su espacio personal.

—¿El director sabe eso?

—Yo se le comenté en algún momento porque Soo Bin no quiso hacerlo.

—¡¿Y no hizo nada?!

—Solo dijo que iba a tenerlo en la mira pero hasta la fecha, sigue asistiendo con normalidad a clases.

La mujer se llevó una mano a la frente con indignación.

—¡¿Por qué demonios pasan por alto ese tipo de situaciones?! —voceó, airada—. ¡A ustedes si los corren pero a ese muchacho le permiten que acose a sus compañeros!

—Mina, cálma-...

—¡Mañana mismo me llevas a hablar con el director! —Le indicó a su esposo, sin dar derecho a réplica—. ¡Y si no lo haces yo misma tomaré un taxi hasta allá y tú lo pagarás!

Woo Bin se comprometió con el encargo y no por el dinero que podía ser gastado en caso de no acceder, también estaba molesto por la negligencia de la autoridad.

Y Yeon Jun comprendió que Soo Bin había sacado semejante carácter de su madre, un par de omegas autónomos.

—A lo que voy con mi paréntesis, es que Sung Jong fue quién le dijo al señor Jang que yo me estaba colando por las noches a su habitación, él igual está inscrito en el concurso y notó que solo tendría la posibilidad de ganar si descalificaban a Soo Bin —concluyó, bebiendo otro trago de su té que ya empezaba a enfriar—. Fue una técnica muy sucia pero le funcionó, porque si lo sacó de juego y de paso, le arruinó la carrera.

—Me atrevo a decir que quienes arruinaron su propio futuro, fueron ustedes mismos —Woo Bin volvió a tomar la batuta. Había mucho que decir—. Independientemente de esto que nos acabas de contar, si no le hubiesen dado el motivo perfecto en bandeja de plata a ese chico, nada de esto habría pasado. Se expusieron como unos adolescentes prepubertos, se supone que ya son maduros, tú ya saliste de la universidad y aun así, ¿te dejaste vencer por la libido?

El castaño pestañeó atónito, no encontró la contraposición adecuada para responder.

—¿Perdón? —Logró pronunciar sin tartamudear—. ¿A qué se refiere con eso?

—A nosotros no nos van a engañar —repuso al volcar los ojos—. Como si no supiéramos lo que hicieron cada noche que estuvieron juntos.

Maldición.

—No es... no es así —balbuceó, controlando vagamente el calor que subía por sus mejillas—. Y-yo a veces me quedaba solo a ver series, incluso nos dormíamos vestidos porque nos ganaba el sueño a mitad de los capítulos.

—Tú lo dijiste, a veces. Menos mal mi hijo toma supresores, sino ya estaríamos planeando un baby shower.

Padeció al carraspear la garganta, no pensó que el rumbo de la conversación pararía ahí.

—No se preocupe, yo también los tomo y son de los mejores en el mercado —Se adelantó a decir en carrerilla—. Sin efectos secundarios, orgánicos y recomendados por la organización de la salud.

Los embarazos no deseados estaban muy lejos del radar.

—Demasiada información —El alfa lo detuvo con un ademán, no le apetecía conocer a profundidad el tema—. Lo importante, ¿recuerdas lo que te dije el día que Soo Bin te trajo por primera vez?

El rostro de Yeon Jun cambió y se sintió ligeramente ofendido, nunca sería capaz de olvidar la estrictez con la que fue tratado aquella tarde.

—Lo hago... Dijo que yo tenía que ser el soporte de su hijo, que tenía que apoyarlo en sus estudios y no exigir más tiempo del que él pudiese darme.

No obstante, a pesar de tenerlo presente, si faltó a la instrucción.

—¿Y por qué hicieron lo contrario? —reprochó Mina. No buscaba hacerlo sentir mal pero tenía que destacar el error cometido—. Woo Bin fue claro al decirte que Soo Bin tenía que acabar sus estudios y obtener su título, no debías ser una distracción, ese fue el trato acordado para que se te permitiera estar con él.

—Lo sé, igual quiero pedirles una disculpa por traicionar la confianza que me brindaron —Bajó la cabeza, viendo su bebida a medio tomar—. No es suficiente pero estoy sinceramente arrepentido.

Ubicó su taza en la mesa redonda de centro y sus dedos juguetearon entre sí, mientras intercalaba su mirar en el dúo de adultos.

—Solo me queda poner nuevas condicionantes en esto —Tras suspirar, Woo Bin se sobó la sien izquierda y prosiguió—: Sé que Soo Bin es un omega independiente que no necesita de nadie para vivir bien, pero también sé que si ustedes dos terminan, será caótico para ambas partes, ¿o me equivoco?

—No, está en lo cierto —Un malestar se le instaló en el pecho de solo pensarlo—. Yo no soportaría estar alejado de él.

Su sinceridad provocó que una minúscula sonrisa apareciera en los labios de Mina.

—Por eso mismo estás aquí, dando la cara por tus acciones y eso se valora —Ella argumentó al suavizar su expresión facial—. A partir de ahora, solo podrán verse los fines de semana.

Yeon Jun inspiró con calma.

—¿Cómo dice?

—Woo Bin tendrá que trabajar mientras no estudie, porque no va a holgazanear lo que resta del año —reanudó—, el siguiente ciclo aplicará para alguna otra escuela y bueno, esperemos lo mejor para que inicie de cero.

—Entiendo... Pero no se lo llevarán a vivir al otro lado del país, ¿verdad? —Contuvo por un momento el aliento.

Y el alfa mayor sonrió para sí mismo.

—No, porque no podría ver a mi hijo con el corazón roto —Bajó los hombros y de la misma forma, su tono al vocalizar se relajó—. Tú eres su felicidad en ese aspecto y nosotros no somos quien para arrebatarsela.

Entonces, Yeon Jun permitió que las esquinas de sus labios se crisparan.

Los padres de su cachorro le estaban regalando una segunda oportunidad que ahora sí no echaría a perder. Sería más sensato al cavilar y ya no se dejaría guiar por los impulsos carnales.

Su lobo aulló, feliz y agradecido.

—Esta vez si les juro que acataremos todas las reglas, ya aprendimos.

—Eso espero, Yeon Jun. ¿Ya le dijiste a tus padres?

Que buen recordatorio, esa era otra batalla que también debía librar.

—No, todavía no —musitó, rascándose la coronilla—. Primero quería solucionar las cosas aquí, pero ya mismo iré a hablar con ellos.

Mina abandonó el sillón, visiblemente más tranquila y se colocó a un costado de su esposo. Él la tomó de una mano para besarle con ternura el dorso.

—Ya, pues con nosotros el asunto está arreglado. Solo fines de semana, porque Soo Bin tendrá que cumplir con sus obligaciones, ¿de acuerdo?

—Sí, señor Kim.

No había razón para quejarse, sin duda las consecuencias pudieron ser más trágicas.

Estaba en la puta gloria.

—Bien, entonces aquí se cierra el dilema —La omega palmeó la espalda de su alfa y volvió a sonreír—. Ya puedes irte, hijo, después tendrás tiempo de hablar con él.

Yeon Jun afirmó dos veces en tanto se incorporaba, alisando su camiseta cuando estuvo de pie y despidiéndose luego con un apretón amigable de manos.

—De acuerdo, y nuevamente, muchas gracias por considerarlo —repitió con entusiasmo al retroceder—. Nos vemos pronto.

Con el sosiego bombeando en su corazón, salió por donde entró y recuperó completamente la capacidad de respirar.

Al hallarse en el jardín, analizó con circunspección la conversación ocurrida y resaltó la idea de que Soo Bin ocupaba conseguir un empleo lo antes posible para no meterse en más problemas con sus padres.

Entendió que ellos solo querían el bienestar de su retoño, querían que se forjara con responsabilidad, que fuese juicioso y comprometido con su futuro. Aunque sus estudios estuviesen pausados por un rato, no planeaban que el chico entrara en un estado de confort, lo necesitaban activo para que no cayera en el abismo del conformismo.

Y bueno, si él omega necesitaba obtener un trabajo, quizá él podría auxiliarlo con eso...

Las sucursales de PaperChoi's siempre solicitaban vendedores.

•━━━━━━━━━━•

Pensé que ayer era martes y hoy miércoles por eso confundí las actualizaciones, xd.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro