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Capítulo 27

—¿Y ahora qué va a pasar?

—No tengo idea, Zayn, quise mostrarme tranquilo frente al cachorro pero a ti no te puedo mentir —murmuró un Louis cabizbajo—. Lo expulsaron, el director no quiso escucharme y sólo lo dio de baja...

La preocupación que aquejaba al alfa, rebasaba cualquier sentimiento negativo que pudiese haber percibido a lo largo de sus veinticinco años.

Le dolía el estómago, su labio inferior sangraba de una esquina porque se había quitado la piel muerta con la punta de los dientes y su ritmo cardiaco no estaba bajo el límite de lo normal.

Su omega estaba fuera de reglamento, fuera del concurso y para colmo, fuera de la institución que lo cobijó por un año completo, por dos semestres en los que lloró de estrés gracias a las tareas, expulsado del lugar dónde conoció a sus mejores amigos y convivió con un montón de gente nueva que se volvió parte de su día a día.

Su tercer semestre se había quedado trunco, sin concluir, sus estudios estaban cayendo cuál hojas secas en otoño y Louis no sabía que hacer para consolar su tristeza.

Harry se hallaba con Niall, siendo abrazado a dos bancas de distancia; el beta pidió un momento a solas con él, quería ver si podía aportar algo para hacerlo sentir mejor, pero a juzgar porque ya llevaban más de diez minutos abrazados y los sollozos del menor se alcanzaban a oír por el lugar vacío, dedujo que nada estaba yendo por buen camino.

—Esto es un mierda —Zayn musitó, rascándose la cabeza—. Tú dime si quieres que contacte a Dean.

Louis lo focalizó, rozando el desconcierto.

—¿Para qué?

—Podemos pedirle que le de un escarmiento al omega que se parece a furia de intensamente —Señaló con un vistazo a Thiago. El chico seguía sentado en la pequeña sala de espera—. Hasta el cabello lo tiene y todo.

En otra ocasión, podría haberse reído de la boba alusión, pero en este caso no tenía ganas siquiera de sonreír.

—No voy a mandar a golpear a nadie, lo que menos necesito es terminar en la cárcel —dijo, al recargarse en una columna.

—Bueno, lo descartamos —Su volumen de voz bajó—. ¿Cómo supieron que fue él?

—Liam me contó —Aquello salió de sus labios en un susurro—. También me dijo que por prudencia, no le dijera aún a Harry.

Era lo sensato, armar la tercera guerra mundial ya no les convenía.

—¿Liam? —El morocho cuestionó, extrañado—. ¿Dónde está mi omega?

No lo había visto al llegar, volvió a revisar el perímetro solo para asegurarse de que en efecto, no estaba presente.

—Adentro, en la oficina del director —Le informó el mayor, soltando un bostezo—. Creo que lo van a castigar también.

—¿A él por qué?

—Se peleó con Thiago, el imbécil lo provocó.

Zayn ladeó la boca, mirando hacia el involucrado con mata rojiza y se encogió sobre sí mismo.

—Vaya... —Hizo un chasquido con la lengua—, cuando salga lo premiaré con un beso.

Louis rodó los ojos al escuchar el toque de orgullo en la respuesta.

—Por cierto, ¿tú qué haces aquí y cómo te dejaron pasar? —Recordó que el acceso a la universidad era estrictamente controlado.

—Estoy aquí gracias a Li —resolvió, aflojando sus brazos rígidos—. Me llamó por teléfono para contarme la tragedia y vine enseguida, a estas horas no hay tránsito. La entrada me la dieron cuando le dije al guardia que venía por ti, le expliqué lo que sucedió y me dejó pasar.

Simple, lo habían despertado a mitad de un buen sueño, pero salvaguardar el trasero de su mejor amigo era lo primero.

—Uhm, la seguridad ya no es tan buena en esta universidad.

A pesar de la pesadez comunal, el alfa intentó bromear como solía hacerlo.

Malik si se rio, golpeándole levemente el hombro.

—Muy gracioso. A todo esto, ¿por qué no le quieren decir a Harry que fue ese bastardo quién los acusó? Merece conocer la verdad.

Divisaron al par de jóvenes sentados, la espalda del omega era frotada por Niall y aunque no podían oír lo que le decía, veían que movía su boca, quizá dando palabras de aliento o algo parecido.

—Sí se lo diré pero mañana, cuando vayamos rumbo a su casa, no quiero que haya más problemas aquí —aclaró con melancolía.

Le dolía en demasía ver a Harry así de destrozado.

Se suponía que él existía para hacerlo feliz, para hacerlo reír, tenerlo contento y satisfecho en todos los aspectos. Le molestaba no poder cumplir con eso, la impotencia de no saber como solucionar la puta situación lo tenía bailando en la cuerda floja.

¿Qué iba a suceder si su omega lo dejaba por causarle ese problema? Porque mierda, se consideraba muy responsable del pésimo resultado, él tenía su casa, tenía un auto para ir y venir, ¿por qué no solamente se conformó con verlo de día? Pudieron haberse ahorrado todo el dilema al ir por la senda correcta, sin saltarse las reglas, caminar en lugar de correr...

No se habrían estrellado, tal vez las cosas hubiesen sido diferentes.

—De verdad no entiendo porque le tiene tanta envidia. Es insano, ¿cómo puede vivir así?

Louis suspiró.

—Ni yo lo sé, es-...

De repente, el grito de Niall hizo eco en el espacio despoblado, alertándolos y causando una torcedura en el cuello de los alfas al girar bruscamente.

—¡Harry, cálmate!

—¡No, es un maldito hijo de puta!

El ojiverde se había desbocado, iba directamente hacia Thiago.

—¡¿Qué mierda?! —Louis reparó el arranque y afortunadamente, reaccionó justo a tiempo.

Alcanzó a moverse para sujetarlo del antebrazo, deteniéndolo antes de que terminara con la escasa distancia que le separaba del otro omega.

Thiago ya se había levantado, haciéndole señas con burla e invitándolo a que se acercara.

—¡Ahora si me vas a conocer! —gritó, sacudiendo el brazo en busca de zafarse.

—¡No te tengo miedo! —Respondió el pelirrojo, echándose a reír.

Tomlinson no entendía, pero sabía que dejarlo libre sería perjudicial.

—¡Edward, basta!

—¡Suéltame, alfa! —De nuevo, zarandeó su extremidad—. ¡Te lo digo en serio, ese malnacido me las va a pagar!

El aludido le mostró el dedo corazón con ambas manos.

—¡Te estoy esperando, ofrecido! —Risueño, refutó.

Niall también estuvo a nada de despotricarse y gracias al cielo, Zayn lo tomó de la muñeca, evitando que se entrometiera en la contienda.

—¡Frustrado de mierda! —Harry había llegado a su límite—. ¡No toleras que yo sea mejor que tú!

—¡Tú no eres mejor que yo!

—¡Lo soy, porque hasta tu alfa babea por mi!

Thiago presionó con fuerza las muelas, la producción de saliva cesó en su boca.

—¡Tú te dedicas a seducirlo, no te basta con una polla y quieres otra!

—¡¿Sigues con eso?! —Dio un brinco, en otro intento de llegar hacia él—. ¡¿Yo por que querría miserias cuando tengo un manjar?!

Los ojos de Louis se desorbitaron, estaba seguro de que nadie necesitaba detalles acerca de ese tema.

—¡Cachorro, ya!

Tuvo que tomar medidas drásticas.

La única salida que encontró para calmarlo fue levantarlo del piso, venciendo la forma en que el menor opuso resistencia y lo cargó sobre su hombro cuál costal de papas.

Harry no era pequeño, pero sí liviano, le resultó fácil hacer la maniobra.

—¡No, bájame! —vociferó, colérico—. ¡Estoy harto de ese idiota, por su culpa estamos aquí!

—¡Bien hecho, Hazz! —Con el tono retador que nunca faltaba, lo volvió a enfrentar—. ¡Conseguiste seducir a tu docente, que bajo caíste!

El mismo cuento de siempre.

—¡Y no sabes como lo disfruto! —exclamó al patalear—. ¡Yo si tengo un alfa verdadero!

—¡Y que si lo quiere! —aportó Niall, sin moderarse.

No podía intervenir con interacción física pero tenía una boca que le servía para gritar.

Lo pertinente era que los muchachos fuesen evacuados del vestíbulo, así que Zayn y Louis los desalojaron; uno iba colgando en una espalda mientras el otro era jalado hasta la salida, dejando a Thiago solo y a la espera de lo que el director le fuese imponer.

Harry no estaba conforme, de verdad deseaba darle su merecido al responsable por ser un maldito bocón que ansiaba desprestigiarlo sin importar los métodos sucios que utilizara. Por desgracia, esta vez si había ganado un punto a su favor, ya lo había sacado de juego enviándolo a la silla eléctrica y el juicio no le favoreció.

Había perdido la batalla.

Cuando el cuarteto de chicos estuvo al exterior del edificio, Niall se liberó de la prisión en su muñeca y disimuló relativamente bien el sonrojo que el contacto con Zayn produjo. No podía darse a notar, Liam no le perdonaría una mala jugada, los amigos estaban antes que cualquier alfa atractivo.

Los pies del omega tocaron el suelo al ser depositado en el segundo escalón, se talló un ojo al parpadear y sintió la pesadez en la mirada de Louis.

—¿Me quieres explicar que fue eso? —exigió saber, cruzándose de brazos—. ¿Por qué ibas a golpearlo?

—¿Y todavía lo preguntas? —respingó, con la vista fija en el suelo—. El fue quién le dijo al director que tú estabas en mi dormitorio...

El ojiazul pestañeó lentamente, volteando hacia Niall; tenía las manos ocultas detrás de la espalda y movía su pie derecho de un lado a otro.

—¿Le dijiste? —Le preguntó con rigor.

—Uhm, bueno... —Un carraspeo se interpuso en el argumento—. Pensé que ya lo sabía, discúlpame...

De verdad imaginó que su amigo ya estaba cien por ciento enterado de los pormenores, no pensó que habían omitido esa parte importante y se le hizo fácil comentarle cuando le preguntó que demonios hacía Thiago ahí.

—¿Por qué no me lo contaste? —Harry le reprochó—. ¿No planeabas decirme que fue ese idiota el que esparció el rumor?

—Lo iba a hacer, pero cuando fuéramos de regreso a nuestras casas —justificó—, quería evitar otro escándalo.

Un bufido salió de sus labios, colocó los ojos en blanco.

—¿Qué más daba? Me hubieras dejado hacer justicia, expulsado ya estoy.

—No es necesario, tú no eres así.

—Te repito, ¿qué más da?

Louis se percató de la hostilidad en la voz de Harry, no existía esa vacilación que generalmente marcaba al pronunciar, ahora extendía una forma sombría de decir las cosas, como si su lado gentil se hubiese evaporado.

Su mirada se proyectaba vacía, no denotaba ese frondoso bosque en el que siempre se perdía cuando hacían contacto visual, sus cejas estaban rectas y sus labios resecos. Tenía las mejillas manchadas, el rastro de las lágrimas había dejado secuelas y sus pestañas cayeron, deshaciéndose de la curvatura que un enchinador formó frente al espejo.

—Ven aquí —musitó, extendiendo los brazos.

El omega esnifó y después se ocultó en el cuerpo de Louis, abrazándolo con fuerza en tanto empezaba a sollozar. Se le dificultaba respirar con normalidad, el pecho se le encogía y sus pulmones se negaban a funcionar debidamente.

No podía defenderse, desobedeció la norma de la institución y las consecuencias estaban ahí, dejando su vida en decadencia.

El alfa lo estrechó, dándole un par de besos en la cabeza y miró al morocho, éste solo le sonrió afligido en símbolo de compresión.

—Vámonos, hay que quedarnos en un hotel esta noche y mañana venimos por tus cosas —decretó al acariciar sus tirabuzones—. No te voy a dejar aquí, ya soportaste bastante.

Harry lloriqueó, apretando entre sus dedos la camiseta ajena.

—Llévame contigo a dónde sea, pero no me dejes solo... —hipó, acurrucándose en el apapacho.

—Nunca te dejaría solo, amor —Otra grieta se formó en su corazón—. ¿Lo tienes claro? A menos que tú me pidas lo contrario, yo siempre voy a permanecer a tu lado.

Eso era un hecho, su destino se encontraba atado a ese omega y en medida de lo posible, estaría ahí para él.

Porque únicamente juntos, podrían sobrellevar la catástrofe presagiada.

○°• ✎ •°○

Harry durmió menos de dos horas a lo largo de la noche.

Por más que Louis lo arrulló, lo mimó y le besó hasta el cansancio cada rincón del rostro, no logró conciliar como esperó el sueño y se despertó con un sobresalto en reiteradas ocasiones.

Las ojeras figuraban con intensidad bajo sus ojos que estaban hinchados por el inconsolable llanto, se veía devastado, como si un tren le hubiese pasado por encima treinta veces.

Aunque no tenía ánimos ni para ducharse, fue bañado gracias a su alfa. Lo obligó a entrar en la regadera y lo enjabonó con cariño, lavándole la cabellera con el shampoo que el cuarto de hotel donde se quedaron les ofreció.

Tuvieron que usar la misma ropa del día anterior, se cambiarían por algo limpio cuando arribaran al dormitorio que debían desalojar.

Zayn pasó por ellos a eso de las once de la mañana, trayendo consigo unas cuantas cajas de cartón que servirían para acomodar la ropa y pertenencias del omega. Liam faltó a sus clases para acompañarlo, el camino hacia la universidad fue más relajado debido a que narró como se había quedado con dos mechones de cabello en sus manos al pelear con Thiago.

Y él había resultado ileso.

Arribaron al mediodía, bajando del automóvil y el guardia les dio el acceso, entregándole un gafete de visitante a Malik.

El rizado resopló, los pasillos le parecieron más estrechos, casi asfixiantes y el camino se le hizo eterno. Iba con la frente en alto reconociendo su error ante todos y confirmando los rumores al pasear con las cajas a la vista.

La noticia se repartió con los alumnos de todos los grados y ya no le interesó lo que pudiesen decir o no de él.

En la entrada del edificio para omegas vio que una de las bancas aledañas era usada por Lex y Thiago, uno sentado sobre las piernas del otro, recibiendo un beso en la mejilla y sonriendo a la vez que se encaramaba sobre su regazo.

Quiso vomitar.

Y si se podía, vomitar encima de ellos.

Tragó con dificultad, que maldita era su suerte, el odio que ese chico le tenía era injustificado y a causa de un alfa sin valores que jamás consideró aceptar ni como amigo.

No le desearía el mal a pesar de lo ocurrido, pero si el karma existía, le rogaba que se hiciera cargo a la brevedad.

Al estar finalmente en la pequeña habitación se pusieron en marcha, cambiándose las prendas por unas limpias y empezaron a guardar todo lo que era propiedad del omega.

—No olviden sacar lo que hay en los cajones del escritorio —Liam indicó, transportando una pila de ropa recién doblada—. Lo que sea frágil y se pueda romper, hay que guardarlo junto.

Zayn afirmó con la cabeza y quitó las tres macetas con plantas artificiales que había en una de las repisas.

—Tommo, ¿trajiste plástico burbuja? —preguntó, retirando también dos portarretratos—. Hay que envolver esto para asegurar que nada se rompa.

—Mierda, lo olvidé —Louis pausó su tarea. Estaba empacando las mantas—. ¿Venden en el supermercado?

—Me parece que sí, sería cuestión de ir a ver.

—Bueno, ¿quieres ir tu o voy yo?

—Como gustes —El morocho subió y bajó los hombros.

Al oírlos, Harry dejó de admirar con pesar su preciosa pintura del concurso y la bombilla en su mente se prendió, iluminándolo con una idea genial. 

—Liam y yo iremos —No titubeó al ofrecerse a visitar el establecimiento—. Quiero comprar algo de cinta y unas bolsas para mis útiles.

Se relamió los labios cuando Louis lo contempló, notó que la sugerencia no le agradó por la forma en que entrecerró sus ojos azules.

—¿No prefieres que te acompañe yo? —dijo, arqueando la ceja.

El menor sería carnada fácil para cualquiera por su estado vulnerable y si alguien lo atacaba siquiera verbalmente, él ya no se contendría y ahora sí terminaría incendiando la maldita universidad.

Por ende, era oportuno navegar con bandera blanca hasta el instante en que abandonaran la facultad.

—No, no te preocupes, te prometo que no tardaremos y cualquier cosa, te llamo al celular —Puso una sonrisa débil y tomó a Liam del brazo—. ¿Sí?

Los omegas observaron a sus respectivos alfas en espera de una contestación.

Louis y Zayn se comunicaron con una mirada, como si pudiesen interactuar telepáticamente. Dejarlos ir sin protección era como apostar a ciegas en un juego dónde nadie tenía la ventaja.

Omitiendo las malas corazonadas, dedujeron que a lo mejor querían ir juntos para charlar un rato con privacidad, pues no habían podido conversar entre ellos desde la madrugada y quizá necesitaban mantenerse al tanto con la información recabada.

Pero igual les preocupaba que anduvieran solos si Thiago estaba suelto por ahí, esos dos sabían como defenderse y eso los inquietaba peor.

Optaron por restar la paranoia, confiaron en el buen juicio que los estudiantes presumían para no meterse en líos y cedieron a la idea, porque ser un par de sobreprotectores estaba de sobra.

—Bien, vayan con cuidado —Louis largó un suspiro—. Recuerden, oídos sordos.

Seguido de eso, sacó su cartera y le entregó unos cuantos billetes a Harry para que pagara en efectivo.

—Sí, alfa —Los tomó y enseñó sus hoyuelos al agrandar su sonrisa—. Ya regresamos.

Con el excelente brote de astucia que le nació, se ganó la salida de la recámara sin controversias y al cerrar la puerta, resguardó el dinero en el bolsillo delantero de sus pantalones.

—Y bien... ¿Qué estás planeando? —Liam adivinó que la ida al supermercado fue un pretexto—. ¿A dónde vamos a ir?

Le pidió con un cabeceo que lo acompañara, caminando en sentido contrario al acceso principal del inmueble y se dirigieron al cubo de escaleras.

—Dime que todavía sabes abrir puertas con una tarjeta —masculló, al subir de dos en dos los escalones de concreto.

—¡Sí! Lo hago seguido porque siempre olvido mis llaves adentro del dormitorio —habló agitado por la velocidad en la que ascendía—. ¿Por qué?

—Porque necesito de esa habilidad tuya, vamos al tercer piso.

El ojimiel aceptó la encomienda, corriendo hacia el número de dormitorio que iban a invadir.

Se aseguraron de no ser vistos por los prefectos, fingieron con excelencia, no levantaron sospechas y discretamente, se aproximaron a la puerta que correspondía al espacio designado de Thiago.

Con una maestría espantosa, Liam se ayudó de su tarjeta de débito para botar el seguro del picaporte y con la adrenalina borboteando desaparecieron del andador, colándose como unos hábiles delincuentes al interior de la habitación.

Respiraron al mismo tiempo, Harry halló de inmediato lo que quería encontrar, descansando sobre un caballete de madera similar al suyo.

Se acercó para mirar la pintura con la que el omega concursaría y decir que era mala, sería mentir.

Era diabólicamente buena, de igual modo había elegido figura humana, plasmando una imagen de Lex y él mientras compartían una copa de vino en una cena romántica que seguramente era fantasía. La técnica era limpia, realzaba bastante bien las siluetas y los colores se veían tan vivos que en descuido, podrían hipnotizar a los jueces.

Tal vez si tenía probabilidad de ganar o al menos de entrar en el podio.

Harry no se catalogaba como un vengativo, siempre trató de serenarse, de ignorar la mala vibra que el pelirrojo le tiraba cada día de la semana desde que lo conoció, demostrándole que no caería tan bajo como él.

Pero el río se había desbordado, su paciencia fue arrastrada por la corriente.

Encontró los botes de pintura acrílica que Thiago usó para la elaboración de su obra sobre el escritorio. En un arrebato, cogió el que contenía el pigmento rojo y lo destapó.

Avistó el interior del recipiente y después enfocó el lienzo trabajado; la muñeca le tembló, cerró los ojos un santiamén cuando el puto arrepentimiento lo comenzó a inundar, haciendo que bajara la mano y agachara la cabeza con pena.

¿Qué carajo planeaba a hacer?

—No puedo —susurró—, maldita sea, no pue-...

Su frase quedó a medias, se asustó al ver que una enorme mancha azul cayó al centro del lienzo, goteando sobre la alfombra y cubriendo el cuerpo de los dos individuos trazados con minuciosidad.

Giró abruptamente hacia su amigo, la pintura le escurría de los dedos.

—Tú no puedes, pero yo sí —Liam dijo, al arrojar mayor cantidad de producto.

Esta vez, le dio a la parte superior del cuadro, salpicando su propias prendas con puntos saltarines de aquel matiz.

Harry se mordió los labios, contuvo la respiración y abandonó el sentimiento de remordimiento.

De un solo movimiento, aventó el contenido entero de pintura roja, ensuciando hasta las paredes por la fuerza que ejerció al rememorar las agresiones que había sufrido por parte del dueño de esa obra.

Por las difamaciones, la violencia y sus malos tratos. Por hacerle la vida escolar imposible, por tacharlo de ofrecido sin un fundamento real, por no ser capaz de sentir ni un poquito de empatía y creerle todo a un alfa embustero.

Él tampoco podría participar en el concurso.

Ojo por ojo.

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Hola bebés, espero disfruten mucho el capítulo, tanto como yo disfruté escribirlo, que chsm Thiago. Les amo, gracias por leer, besitos.
María.

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