⁰⁵ ˑ 𝘸𝘩𝘰 𝘨𝘰𝘵 𝘵𝘩𝘦 𝘱𝘰𝘸𝘦𝘳
𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
⁰⁵ ˑ " 𝘸𝘩𝘰 𝘨𝘰𝘵 𝘵𝘩𝘦 𝘱𝘰𝘸𝘦𝘳 "
Los del equipo de voleibol tanto femenino como masculino estaban muy animados esa tarde. Los dos gimnasios iban a estar cerrados porque los iban a necesitar, por lo que no les parecía mal aceptar la invitación de ver a los de marciales tener sus entrenos y combates.
Aunque no iban a ir todos: de los de primero, solo iban Nishinoya y Tanaka, el resto decidieron pasar de ir, al igual que Umiko. Narita le había prometido a su madre que cuidaría de su hermano pequeño y Umiko iría con Ennoshita y Kinoshita a ver una película al cine y al parque recreativo con las hermanas pequeñas del rubio. Los de segundo sí que irían todos.
Las chicas del vóley decidieron ir todas, algunas porque querían ver cómo era Akira en marciales, y otras porque querían ver a los chicos.
Tanto los chicos como las chicas estaban esperando a los de marciales, que se estaban cambiando en los vestuarios. Faltaban un par de los chicos cuando Akira salió del vestuario de las chicas. Los chicos llevaban lo mismo que la última vez que los chicos del vóley vieron: un pantalón de chandal negro y una camiseta ajustada sin mangas del mismo color. A Akira le hizo gracia que algunas de las chicas se sonrojaran viendo a los chicos, pero no dijo nada. Ella llevaba los mismos pantalones y una camiseta blanca dos tallas más grande que ella, por lo que le quedaba como un vestido.
—¿De verdad tenemos que correr? ¿No pueden hacer una excepción hoy? —les suplica Sasaki.
—Por la chica del capi, lo que sea —dice uno de segundo. —Pero si no vamos a correr... ¡AKIRA! ¡Ven que vas a ser mi saco!
—¿Ehh? —pregunta la chica.
—Anda, ven —le pide el de segundo. —Que tengo que ganar más fuerza y resistencia —el chico le quita la mochila y el bolso de deporte. —Toma, tú —se lo da a otro de segundo. Él empieza a estirar un poco y luego le da la espalda a la chica, agachándose un poco. —Anda, súbete.
—Está bieeeen —suspira la chica. Esta se acerca a él, da un brinco y él la agarra de las piernas mientras que ella se agarra al cuello de él. —No te vayas a caer conmigo encima, porque entonces te golpearé.
—Que nooooo —le asegura él, haciendo unas sentadillas antes de empezar a andar.
—¡Después me toca a mí, que tengo que llagar al de los 60 kilos! —dice uno de tercero, poniéndose al lado de Akira.
—Raritos —se queja Akira.
—¿A que te tiro al suelo?
—Vaaaaaale, me callo —se ríe ella.
—Sasaki, ¿quieres que te lleve así también?
—Puedo usar las piernas, gracias.
Akira se ríe, viendo por encima del hombro la cara de desilusión de Hatoyama. Este le saca el dedo del medio y ella se lo devuelve.
El trayecto de 20 minutos corriendo se había convertido en uno de una hora andando, por lo que, al llegar lugar donde se encontraba la academia, el cual formaba parte del centro deportivo, pero por fuera, decidieron descansar un poco, yendo a una tienda a comprar algunas bebidas.
—Tú quieres lechita de plátano ¿verdad, Akira? —le pregunta uno de segundo a la chica.
—Ajá —asiente ella.
—Vale, te traemos uno —la chica asiente, tirándose en el suelo para sentarse en la zona que se podía sentar para esperar a que fuera la hora de entrar a la academia. La chica se había recostado en el césped, un poco alejada del resto y disfrutando del poco sol que todavía había, pero seguía escuchándoles. Aunque estaba muy metida en sus pensamientos.
—¡Akira! —la saludan. La chica se incorpora un poco y se lleva la mano a los ojos para tapar un poco la luz del sol y mirar.
—Ah, hola Kyō —lo saluda la chica, apoyándose en sus codos. El chico se acerca más a ella, sentándose a su lado y abriendo su bolsa de deporte.
—Toma, una lechita de plátano. Tu favorito.
—¿Qué? ¿Cómo lo sabes? —le pregunta la chica, sentándose por completo para poder mirarle.
—Me lo ha dicho un pajarito —le responde él, ladeando la cabeza. —Hoy hace mucho calor y siempre vienes corriendo. Ademas, ¿estás intentando subir de peso, no? —la chica siente, abriendo la leche para tomársela porque estaba sedienta.
—Se me está haciendo difícil llegar a 50 kilos. Aunque empiezo a notar más masa en los muslos. Pero no sé.
—Bueno, no te lo puedo confirmar —se encoge de hombros él. —Yo no tengo la suerte que tienen los de tu escuela de verte las piernas por el uniforme de las chicas.
Akira le mira ladeando la cabeza, porque no lo entendía.
—¡Eh, tú! ¡Zanahoria! —se acerca una Tanaka bastante sereno a ellos, pero se podía ver que era pura fachada y que en realidad estaba muy molesto. —¿Quieres que tengamos problemas? Aléjate de Akira.
—¿No que era una terreneitor? —le recuerda la chica. —Pues a coger viento ahora. Aire —le echa.
—Le voy a meter tal patada que...
—Discúlpale —interviene Sawamura, acompañado de Sugawara, haciendo que el chico se disculpara con una reverencia. —Por esto no lo podemos sacar nunca. Sawamura Daichi —se presenta él, sentándose justo en frente de la chica.
—Y yo Sugawara Toshi —le imita el peligris, pero sentándose al otro lado de la chica.
Kyō mira a Akira para entender lo que estaba pasando, pero esta estaba entretenida mirando a lo que parecía ser sus amigos, o más bien, como intentaban calmar a Tanaka. ¿Era algo que hacía con frecuencia?
—Te veo luego, Akira —se despide el pelinaranja.
—Sí, adiós Kyō —se despide la chica, dedicándole una encantadora sonrisa de oreja a oreja.
Nadie más dijo nada, pero las chicas del vóley se habían dado cuenda de que ese chico de otra escuela superior intentaba acercarse a la chica y no precisamente para ser amigos. Pero la chica era tan distraída que no se daba cuenta.
A la hora de entrar, todos se ponen de pie para dirigirse al edificio. Dejaron sus mochilas y bolsos en los casilleros de cada uno, quitándose los zapatos. Guardaron también los de los demás y mientras se organizaban, Akira aprovecho para quitarse la camiseta blanca y guardarla. Y justo en ese preciso momento es cuando el resto la mira, más bien por algunos cuchicheos de la gente que pasaba al lado de la chica.
Akira se estaba recogiendo el pelo en una coleta alta cuando captó todas las miradas. Ella también llevaba un chandal largo negro, pero a diferencia de los chicos, tenía una camiseta muy ajustada de tiras. Se le pegaba al cuerpo por completo.
—Wow —susurra Aihara a Sasaki. —Akira tiene un cuerpo espectacular ¿no? Su cintura, sus caderas, la espalda, el vientre super plano, tiene curvas que...—le pregunta al resto de chicas. —A ver, con el uniforme casi ni se le nota pero... vaya con la niñita de primero.
—Ni las de tercero se ven así —lloriquea Watabe. —Qué envidia.
—Sí, está muy buena —responde uno de segundo. —¿Qué esperabais? Ese terremoto se entrena el doble que los chicos de aquí. Por mucho que se entrene sabe perfectamente que es una chica y eso es una desventaja, por eso nunca para y se ve así.
Sugawara y Sawamura se acercan por la espalda de su compañero de clases de segundo. El aura que trasmite Sawamura cuando le da una palmada en el hombro, dejando su mano ahí, hace que al pobre casi sufra un infarto.
—¿Qué estás diciendo de nuestra amiga? —pregunta Sugawara.
Él también aterraba.
—Esto, yo... —el chico recibe un golpe en la nuca del peligris, pero este ni rechista, solo se acaricia donde le duele el golpe. —No tenéis que poneros nerviosos, a nadie de marciales le gusta Akira. Ella nos da mucho miedo —se sincera. —Pero tendríais que preocuparos por otras escuelas, como el de antes. Ellos no se intimidan con nada.
—Eso ya lo veremos —sentencia Sawamura.
—Me encanta su conjunto deportivo —comenta Sasaki, acercándose a la chica y llamando su atención. Las chicas ni se enteraban de la pequeña disputa de esos chicos.—Se ve super cómo, Akira.
—Oh, gracias. Es un mono deportivo corto como de los que se usaban antiguamente. Es casi como un bañador muy apretado. Debajo se pone un sujetador deportivo y ya después el pantalón. Es lo que mejor me va para entrenar —le explica. —Cuando me creció el pecho me dio una crisis por la ropa deportiva, pero esto me va bien.
—Deja de presumir delante de las que no tenemos esa suerte —lloriquea Watabe.
—Nishinoya... ¿te sangra la nariz? —se burla Aihara al ver cómo el chico no le apartaba la vista de encima. Era como si le fuese a dar un infarto ahí mismo. Aunque no era el único. Los de marciales del Karasuno parecían estar más que acostumbrados, pero los chicos de otra escuela no le quitaban los ojos de encima a la pelinegra.
Y era evidente que Akira no era consiente de todos los pares de ojos que la observaban. Simplemente se acercó a los chicos y le dio un puñetazo amistoso a uno de segundo, el cual se quejó de inmediato.
—¡Eres muy bruta!
—O tú un blando.
—Oh, genial —se quejan en la entrada. —Hoy tenemos público. Yupiiii —rueda los ojos Sotawa. Iba acompañado de otras tres personas de otras escuelas. Se despiden y se acerca a los casilleros de los Karasuno. El grupo de cuatro miran a la chica mal, como si tuviera la peste.
—Bien, nuestros gimnasios de parecen mucho a los de boxeo, vosotros estaréis sentados en las gradas. Pero tranquilos, se ve todo absolutamente bien —les explica Hatoyama, llevándoles por el mismo pasillo por el que iban los del Karasuno.
Cuando todos entraron se dieron cuenta de que el gimnasio era bastante amplio. Tenían cuatro filas de gradas con asientos que formaban parte de las escaleras. En el medio, había una enorme plataforma de tatami de color negro. En un extremo, había sacos de boxeo, pero agarrados por sí mismos al suelo. No colgaban del techo. Por otro lado, solo habían almohadillas protectoras para diferentes partes del cuerpo.
Hatoyama les dijo dónde podían sentarse el grupo de amigos, mientras que el resto se quitaban los zapatos antes de entrar a la parte del entrenamiento, quedando descalzos. Las chicas decidieron sentarse todas juntas en la primera fila para no perderse nada de lo que hacía Akira. Un señor mayor aparece, acercándose hasta una banca donde se sienta. Él si llevaba lo que parecía ser el kimono típico que se usaba para combatir. Akira había explicado a los chicos que solo lo usaba cuando tenían combates oficiales, pero cuando entrenaban podías usar ropa deportiva.
—¡SALUDO! —todos al oír al sensei, se colocaron en sus posiciones y se inclinaron para hacer la reverencia al sensei, devolviendo el grito de saludo. —Bien, empezad.
Lo primero era el calentamiento.
Empezaron separándose, guardando distancia de entre los demás para no obstaculizar a nadie- Separados entre todos y habiendo orden, se colocan, teniendo espacio de sobra. Empezaron con las piernas, dando patadas bajas y cortas, medias y luego altas.
—¿Qué alto llega Akira, no? —le pregunta Michimiya a Aihara.
—Es verdad, llega por encima de su propia cabeza —comenta ella. —Se nota que es super flexible. Ojalá pudiera hacer lo mismo, me vendría genial en vóley.
Después de las patadas estáticas, las siguieron las patadas con saltos. Y todo sin parar. Solo cambiaban el movimiento cuando el sensei se los decía. Por último, fueron los puñetazos al aire en posición estática, y luego en movimiento sobre el mismo sitio, sin desplazarse.
—¡PATADAS EN PAREJA!
Todos se colocan con una pareja. Akira se había acostumbrado a entrenar mucho con Hatoyama. Él se colocó las almohadillas acolchadas en los brazos y flexionó un poco.
—Wow, si tiene que dar patadas a Hatoyama... normal que pueda hacerlas tan altas. ¿Cuánto mide él? ¿Uno ochenta?
—Uno ochenta y dos —resopla el Sawamura, que estaba sentado detrás de la chica observando y comentando con ellas. —Siempre me pareció un desperdicio de altura.
—Joder, y eso que Akira es bajita en comparación a nosotras —añade Watabe.
Akira flexiona y se pone en posición. Refuerza su postura, centrando su fuerza en el tronco y plantando los pies bien al suelo. Y entonces empieza con las patadas. Hatoyama alterna la altura: él colocaba el brazo y ella simplemente golpea con el tibial o con la planta del pie. Por el momento, los movimientos eran en el sitio hasta que el sensei les pidió desplazarse. Hatoyama comenzó a moverse a los lados, haciendo círculos. A veces, ataca hacia delante, pero la patada de Akira lo echaba hacia atrás.
—¿Soy el único que quiere que Akira le pegue así? —pregunta Nishinoya, ladeando la cabeza para verla desde todas las posiciones posibles.
—No, Noya, yo también quiero que me pegue —asiente Aihara. —Pero le soy fiel a Umiko.
Hatoyama empezó a aumentar la velocidad muy poco a poco, hasta que no paraba de moverse de un lado para el otro al igual que Akira. Ambos habían empezado a sudar y jadear de la intensidad, pues no paraban ni un solo segundo. El sensei se detuvo para ver los movimientos de esos dos. Nunca reconocería que se había equivocado al pensar que una chica no lo lograría. Aunque era diestra, tenía un control de todo su cuerpo que daba miedo. Por no olvidar que era evidente que se había machacado la parte izquierda para tener la misma fuerza que su parte más dominante.
—¡ROTACIÓN!
Akira para, cogiendo aire a esperas de que Hatoyama se quite las almohadillas. Este se las entrega y ella se las coloca. Akira hace un movimiento circular de hombros y la cabeza de lado a lado antes de tomar la misma postura que Hatoyama al principio.
—¿Preparado?
—Yo nací preparado para todo —se burla él.
—Venga, no te contengas y lúcete delante de tu chica —se burla ella. Hatoyama empieza a dar patadas, pero Akira era consciente de la gran diferencia de altura, por lo que, para que diera patadas super altas, pegaba saltos en el aire. El golpe que daba Hatoyama era tan fuerte que le hacían retroceder su cuerpo, pero ella se ponía rígida y se aseguraba en caer con los pies firmes al suelo. Luego pasaron a los movimientos. Akira era tan rápida que a Hatoyama le costaba seguirle el ritmo, por eso le gustaba entrenar con ella. Se había dado cuenta que había mejorado mucho en la reacción tiempo a la hora de ser atacado: ahora era más rápido, y al ser más rápido, tenía unos segundos más para analizar y no solo intuir. Pero Akira... ella era un monstruo y solo era cinturón naranja.
Iba a lograr el verde en un abrir y cerrar de ojos y estaba seguro que llegaría a conseguir el negro más rápido de lo que se dice pio, por mucho que le quedaran algunos colores más y esperar a escalar poco a poco. Era más fácil y rápido subir de cinturón cuando estaba en una escuela o en una academia, porque conseguir invitaciones a los torneos estando sola, era muy complicado. Por eso Akira había dado tanto la brasa con lo de no tratarla diferente, porque si no, acabarían echándola de la academia también. Y mucho menos entraría en la Escuela.
Ninguno de los que estaban ahí habían pasado la prueba. Ni siquiera habían llegado a tener la posibilidad de hacerla. Años anteriores si que pudieron algunos alumnos, pero parece que esa fama de los cuervos caídos que tenía el voleibol afectaba a todos los clubes por igual.
—¡BRAZOS!
Se cambiaron las almohadillas y comentador a atacar y defender. Empezaron en un punto fijo, pero desde que iba aumentando la velocidad de los golpes, Akira y Hatoyama empezaron a moverse en círculos. Pasaron varios minutos así hasta que el sensei gritó que usaran todo el cuerpo.
Akira paró un segundo y sonrió al chico.
—Oye terreneitor ¿tú sabes que eres mi favorita, verdad?
Akira se ríe y empieza a atacar. Era buenísima defendiendo, no había golpe que la tocara. Con el aumento de la velocidad, empezaba a haber más movimiento. Akira hizo un medio giro de su cuerpo hacia un lado para dar la vuelta y levantar la pierna y dar dos patadas en el aire. Esto desequilibra a Hatoyama, y cuando Akira planta los pies al suelo y se pone derecha en dirección a su oponente, flexiona, coge un poco de impulso con dos pasos, da un pequeño grito y al saltar extiende las piernas para atacar con ambas plantas del pie en el torso de Hatoyama. Lo golpea con tanta fuerza que hace que se caiga de culo, quedando sentado con los brazos apoyados en el suelo. Akira, mientras estaba en el aire, extiende las manos hacia atrás inclinando su cuerpo en esa dirección para que sus manos tocaran el suelo y poder hacer un pirueta hacia atrás. Cuando sus manos tocan el suelo, se impulsa lo suficiente para que su cuerpo siga ese movimiento hacia atrás. Alarga primero una pierna y luego la otra, tocando el suelo primero con la derecha y luego la izquierda. Se estabiliza en esa posición y respira.
—¡JODER!—se asombra Tanaka, golpeando a Nishinoya en el brazo emocionada.
—¡SI! Madre mía, lo ha tumbado —continúa Nishinoya. —Quiero que me de una paliza.
—Mira que eres rarito, Nishinoya —se queja Azumane. —Akira da miedo a rabiar.
—Mira que eres un cagao, Asahi —se burla Aihara.
Akira se acerca al chico y le da la mano para ayudar a levantarle con una sonrisa socarrona. Ahora tocaba la rotación, y aunque Hatoyama pega muy fuerte, Akira mantiene la postura.
Ahora tocaba el turno de los combates. De forma individual entrenaban en el saco y el sensei los iba llamando en parejas para que lucharan. Siempre lo hacía de forma aleatoria, pero esta vez quería ver un poco más de...agresividad.
El sensei sabía que todavía existía una fuerte disputa entre Akira y Sotawa, y el sentimiento de negatividad del chico hacia ella había aumentado desde el momento que empezó a ganarse el respeto de los demás, incluyendo diferentes escuelas. Fue incluso peor cuando el sensei la había felicitado.
Se corría el rumor de que él y otros chicos más de su grupo la habían golpeado por ello, dejándole hematomas por todo el cuerpo y cara. Pero eso no parecía apaciguar la fuerte llama que ardía dentro del espíritu luchador de Akira, y eso era algo que admiraba de ella... aunque fuera una chica.
Akira había mejorado mucho y le había hecho caso al practicar ataques más ofensivos. La defensiva de la chica era espléndida, así que quería ver qué más podía hacer, cuanto potencial tenía. Sabía que Sotawa atacaría sin piedad a la chica porque le daba igual que lo fuera. Y sabía que haría lo que fuera para derrotarla, incluso hacer trampas, por lo que le utilizaría para hacerla más fuerte.
—Ōhagi, Sotawa. Al tatami.
Todos los chicos que golpeaban los sacos de boxeos se pararon un segundo. Era como si estuvieran conteniendo la respiración por miedo a hacer algo que provocara estallar una bomba.
Los dos llegan al tatami y se ponen uno en frente del otro, saludan al sensei, se saludan entre ellos y se posicionan.
—A mí Akira me mira así y me cago encima.
—Pues a mí me está poniendo a mil.
—Ya te digo que sí —asiente Tanaka, dándole la razón a Nishinoya. —Asahi es un flojo.
No era extraño que ambos dijeran algo así, lo extraño es que Sugawara les golpeara a los dos.
—Callaos ya, raritos. Que lleváis todo el día babeando por ella.
Sawamira y Azumane ocultaron bien su risa burlona, pero las chicas del voleibol se habían dado cuenta de que algo se traían esos tres.
Ambos empezaron a hacer un círculo. Akira, a diferencia de Sotawa que daba saltitos cortos sobre sí mismo como si estuviera trotando, daba pasos medios lentos, controlando su respiración y analizando los movimientos del chico. Siempre se decía que el primero que atacaba tenía más probabilidad de victoria, pero Akira no pensaba igual. Sotawa da una patada a la altura de la cabeza y ella lo para con los brazos, se agacha extendiendo el pie y gira, golpeando la única pierna que le toca el suelo y obligándolo a caer.
Patético.
Por muy fuerte que fuese a darle, era un movimiento inútil con el que empezar, pues podía o bloquearlo o esquiar fácilmente.
—¿En serio Sotawa? —se queja el sensei.
La que ahora tenía la risa de autosuficiencia era ella, que lo miraba desde arriba. Ahora sí que le había enfado la pelinegra.
Se levantó de un salto y nada mas tocar el suelo, comenzó a atizarle puñetazos. Y no importaba cuanto aumentara su velocidad o fuerza, la chica los bloqueaba o desviaba todos. Y todavía no le había atacado. Tenía que engañarla, jugar con ella si quería ganarle. Empezó a moverse, siguió con los movimientos a esperas de que ella le atacara. Tenía un plan, un plan b y un as bajo la manga. Cuando la tenía donde quería, sin mover la trayectoria de su cuerpo para que no se diera cuenta. Empujó contra ella, dándole una patada en el torso que la desequilibra, y luego, a su pierna mala.
Akira gimotea un poco en el suelo, apretando los dientes y los puños al sentir dolor en la rodilla. Aunque tenía una funcionalidad del 90% tras la última lesión porque no se había recuperado del todo, le seguía doliendo bastante cuando recibía golpes ahí. Llena sus pulmones de aire y se pone en pie.
—¿Te duele mucho polluelo?
—Para nada —le responde Akira. Iba a darle a Sotawa lo que él quería, atacar a la ofensiva, justo como él. En el siguiente movimiento, atacó ella primero, pero por un tirón en la pierna donde la había golpeado con fuerza, se desequilibró y tuvo que hincar la rodilla. Pero consigue parar la patada que venía desde arriba con los antebrazos, aprovecha que bloquea su movimiento enganchando un brazo en la pierna, tira de él con fuerza. Ambos sudan y ella acaba encima doblándole la pierna con mucha mucha fuerza. Este intenta sentarse para golpearla con los brazos, o al menos, quitársela de encima. Pero al primer golpe en la espalda baja que recibe, haciéndola quejarse, Akira gira un poco hacia atrás sin dejar de hacer fuerza en la pierna de Sotawa, solo buscaba el espacio suficiente para agarrar uno de sus brazos y engancharlo con la rodilla de su pierna derecha. Si no fuera porque Akira podía abrir su piernas un poco más de un ángulo de 180º como las bailarinas de ballet, le habría dolido.
Pero sabía que no iba a poder retenerle así: él era más fuerte.
Da un brinco hacia abajo, doblándole la pierna y haciéndole gritar. Como el cuerpo siempre reaccionaba al dolor de forma involuntaria, le soltó. Sabía que intentaría incorporarse, por lo que consiguió hacerle una llave con las piernas, enrollando estas en su cuello y tirando de uno de sus brazos a la dirección contraria de su movimiento.
—¡Ríndete! —le grita ella.
—¡Jamás!
—Puedo dislocarte el brazo cuando quieras, pero me encantaría patearte el culo en un torneo oficial —sigue diciendo ella. Él seguía resistiéndose, pero aunque era muy fuerte, para esa llave no hacía falta tener mucha fuerza.
Satowa pega un grito, como si intentara encontrar fuerza en su cuerpo e incorporarse un poco. Aunque le doliera el brazo, aprovechó el agarre que Akira ejercía y la levantó, abrió sus piernas y la golpeo contra el suelo del tatami con brusquedad varias veces hasta que el agarre se soltó un poco y pudo tirar de su brazo y arrastrar a Akira hasta tenerla encima, agarrada por el cuello.
—¡Ríndete o no podrás respirar!
Tenía razón, a Akira le costaba respirar. Pero no se iba a rendir. Empezó a mecerse para distraerle, haciéndole creer que intentaría golpearle en la espalda con el peso de ambos al caer el suelo del tatami. Pero en el último momento, al ir hacia atrás, da un movimiento brusco hacia un lado y le golpea con el codo en el otro costado. Suelta uno de los brazos y el que sigue en el cuello logra retorcerlo y quitárselo de encima para poder alejarse de él y coger bocanadas de aire. Estaba mareada por la falta de oxígeno y el sobreesfuerzo.
Sotawa se recuperó más rápido y se puso en pie, acercándose a ella. Pero la postura, trayectoria y la forma en la que ella todavía seguía de rodillas tenía que conseguir darle una patada en el aire. Sabía al que ponerse en pie de una pierna y alzar la otra a la altura del tronco, él la pararía y en el mejor de los casos, se la agarraría e intentaría golpearla ahí para estar un paso más cerca de derrotarla. Si empezaba con la pierna mala y golpeaba con la buena, no iba a tener la fuerza necesaria para impulsarse y darle una patada giratoria.
Y conociendo a Sotawa, si le ponía la pierna mala en bandeja de plata, no iba a rechazarlo ni aunque se diera cuenta de que era una estrategia. Así que pisa con la pierna buena en el suelo, levanta la pierna mala girando un poco el cuerpo para darle la patada y como supuso, él la agarró.
—Que fallo —se burla él, antes de darle un fuerte codazo, haciéndola chillar de dolor y que tuviera que colocar los palma de la manos sobre el suelo, como si estuviera haciendo una flexión y se hubiera quedado arriba, con la mitad del cuerpo girado porque le seguía agarrando su pierna.
—¡SOTAWA! —gritó Hatoyama. Él era el capitán el equipo y le estaba poniendo de los nervios que jugara tan sucio contra ella. Pero Sotawa lo ignoró y la golpeó otra vez. Nadie entendía por qué el sensei no para el combate. Sawamura y Sugawara se habían levanto y dado un paso para acercarse a ella, pero se detuvieron en el preciso momento que vieron la sonrisa de Akira y esa mirada llena de determinación, como si le tuviera justo donde quería y ese era su final.
Akira respiró hondo y apretó los dientes. Con el golpe que le dio en la rodilla por cuarta vez, gritó, cogió impulso y terminó de girar el cuerpo usando la fuerza de sus brazos y el tronco superior. Estiró la pierna que tenía en el suelo y en el aire, siendo agarrada por su adversario consiguió darle una patada tan fuerte en toda la cara que no solo hizo que la soltara, sino que se tambaleara hacia atrás y cayera algo aturdido.
Akira se mantuvo en pie. Cuando intentó apoyarse en la pierna mala, sintió tanto dolor que tuvo que morderse el labio para no gimotear. Pero la mueca de dolor la vieron los chicos que habían dejado de golpear los sacos de boxeo.
Sotawa atacaba a traición siempre, pero Akira había empezado a atacar para matar. Al chico le sangraba el labio y la nariz de la patada que le había dado.
El chico se levanta del suelo echo una furia, preparado para correr hacia la chica y tumbarla en el suelo del tatami y apretar de su cuello hasta que se desmayara.
—Suficiente —los para el sensei. Sotawa se detiene al segundo y se gira para mirar al sensei. Akira también le observa. Akira, aunque le costaba respirar un poco, se acerca al sensei para saludarlo, al igual que Sotawa. —Ōhagi, ese último ataque que hiciste... ¿Por qué decidiste atacar primero con la pierna que tienes más lastimada? Es evidente que ahora te duele más que antes.
—Puedo soportar el dolor, sensei —le responde la chica. Le costaba respirar porque cada vez que apoyaba un poco la pierna mala, le dolía la rodilla como los mil demonios. Probablemente estaba inflamado. Con un poco de reposo unos días estaría como nueva.
—Ser masoquista no hará que consigas el cinturón negro antes.
—No soy masoquista, sensei —le responde ella. —Ideé una estrategia de ataque, lo medité. Podía haber atacado con cualquiera de las dos piernas y sabía que la primera patada no serviría de nada salvo para ganar tiempo y distraer el oponente. Sabía quien era mi oponente y como pelea, así que sabía que si le ofrecía mi pierna mala iba a atacarme ahí sin dudar, dándome tiempo y la oportunidad de devolverle el golpe con mas fuerza con mi pierna buena a una parte más vulnerable de su cuerpo. Estaba tan centrado en derribarme aprovechando mi punto débil, que lo usé a mi favor.
El sensei guardó silencio por unos minutos.
—Entiendo —dice al final. —¿Y has pensado todo eso en unos pocos segundos? —Akira asintió. El sensei se lleva la mano a la boca. —Sotawa. Espero que hayas escuchado y entendido muy bien la explicación de Ōhagi. Ella ha dejado de usar solo el ataque defensivo y emplea varias estrategias de combate. Sé más inteligente la próxima vez. Victoria para Ōhagi.
La chica empieza a sonreír y saluda al sensei. Luego se gira para ver como sus compañeros de marciales vitoreaban por ella.
—¡Como molas Akira!
—¡MENUDA PATADA!
—Ōhagi —la llama el sensei. —Vete a la enfermería y guarda reposo unos días. Quiero que estés en plena forma para el torneo. El sensei de la academia de Miyagi irá por recomendación de un viejo amigo y se rumorea que la razón se debe a que quiere reclutar a una chica.
—¿Lo dice en serio, sensei? —le pregunta la chica. El hombre asiente. Akira estaba tan feliz que el dolor de su rodilla era secundario. —Muchas gracias, sensei —vuelve a inclinarse a modo de saludo y agradecimiento.
Cuando se gira y empieza a caminar intentando apoyar la pierna en el suelo, casi iba trotando hasta sus amigos en la gradas con una sonrisa y una ilusión que sus amigos nunca le habían visto. Ni si quiera lo pensó cuando se tiró a los brazos de Sugawara para abrazarle. Todo enfado que sentía por lo que pasó, había desaparecido.
—¿Estás bien? —le pregunta sin soltarla.
—Más que bien.
—¿Como vas a estar bien? Ha sido una pelea horrorosa. Aunque has estado increíble —añade, acariciando el pelo de la chica. La chica se separa y abraza a Sawamura.
Ya había enterrado el hacha de guerra.
Se separa también de él con una gran sonrisa.
—El sensei me ha dicho que vendrá el director de la Escuela de Artes Marciales y que está buscando reclutar a una chica, o eso es lo que se rumorea.
—¡Seguro que eres tú, Akira! —se emociona Nishinoya, dandole saltos en su sitio.
—¿Pero a ti no te duele la rodilla? —pregunta Tanaka, completamente fuera de sí. Él y Nishinoya estaban a punto de ir a por ese tipo y cantarle las cuarentas, pero ese sensei les miraba con advertencia. Y ese daba mucho más miedo que Akira.
—Un poco. Con reposo unos días estaré como nueva —les asegura. —Bueno, quedaos aquí viendo a los demás. También son muy buenos. En un rato vuelvo, tengo que ir a la enfermería.
Akira se despide, sin borrar su sonrisa de la cara. Pero una vez que sale del gimnasio y ya nadie la ve, deja de fingir. En su cara se dibujaba una mueca de dolor. Ahora que se le había pasado la adrenalina del combate y lo de la escuela, sentía que la rodilla le ardía. Se tuvo que apoyar en la pared y coger aire.
—Menudo combate —comentan algunos de otras preparatorias. Kyō estaba entre la gente de ese grupo. —Joder, dime que no pesas 50 kilos por favor, no quiero que seas mi rival.
—¿Lo habéis visto? —pregunta la chica, emocionada. Aunque no podía ignorar el dolor.
—Sí, aunque Sotawa ha sido un hijo de la gran puta. Ojalá le lesionen —se queja Kyō. —¿Vas a la enfermería? ¿Quieres que te ayude? —le pregunta él, acercándose a la chica para que ella se apoyara en él.
Pero antes de que eso pasara, alguien agarra a Akira de la mano, deteniéndola por completo de acercarse a él. La pelinegra se gira para ver al peligris, pero no con esa característica mirada dulce y agradable.
—Yo me encargo —es lo único que dice el chico antes de acercarse más a ella, agacharse una poco para poder cogerla en brazos. La pega a su cuerpo, asegurándose de que no se vaya a caer.
Akira se sorprendió al tener a Sugawara tan cerca.
—No, espera. Es que estoy muy sudada —dice la chica, avergonzada.
—Lo dices como si yo no lo hiciera cuando entreno —se ríe Sugawara. —No seas boba. ¿Ibas a la enfermería verdad? Guíame.
—Pero...
Y no podía terminar de quejarse, no cuando la miraba así.
Nerviosa, le rodea el cuello con sus brazos temblorosos y asiente. Él la cargaba como si nada. La enfermería estaba al otro lado, por lo que tardarían unos minutos en llegar. Estaba tan cerca de su cara. ¿Sería capaz de notar los latidos de su corazón?
—Vaya, la enfermera ha salido un momento. Tendremos que esperar.
Pero él no la soltaba de sus brazos.
—Suga.
Era la primera vez que Akira le llamaba como el resto de sus amigos más cercanos. Usaba su apellido como apodo porque le gustaba más que su nombre. Pero había algo en la forma en la que le había llamado, como un susurro, un pequeño gemido prohibido y secreto que si no decía bajito, tenía miedo de que dejara de serlo. Y la forma de mirarle a los ojos.
Esa mirada.
Esos ojos que ahora eran tan oscuros que tenías que concentrarte para distinguir las pupilas.
Y le miraban a él.
Y a su boca.
Podía notar que la respiración de Akira se había vuelto un poco más acelerada y no pudo evitar mirar sus labios. Estaban entreabiertos y cada vez más cerca de los suyos.
Aunque su experiencia con las chicas era nula, sabía a donde iba a llegar si dejaba que eso llegara a más.
—Lo siento, Akira —estaban tan cerca de sus labios que casi podían rozarlos al hablar, pero eso detiene a la chica, —no debería hacer dicho lo que dije sobre las artes marciales. Está claro que es algo que realmente te apasiona y lo que dije sobre que no deberías hacerlo por ser una chica... me equivocaba. Nunca debí de haber dicho eso. Tendría que haberte apoyado como mi mejor amiga que eres. ¿Perdonarías al tonto de tu amigo?
Akira sentía que quería que la tierra se la tragase en ese preciso momento.
Mira a otro lado, fingiendo que no había estado a escasos centímetros de sus labios, fingiendo que no había estado a punto de darle su primer beso a un chico.
—Claro, ya está todo olvidado.
𝑡𝑜 𝑏𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑒𝑑 ...
holiwis vv
esta semana ando muy triste y me tiene que venir andrés, por lo que capi doble porque vuestros comentarios me dan la vida, se los juro.
pero se acerca halloween y eso me pone feliz, además tengo fanfics que voy a volver a poner en mi perfil y una nuevita que nunca había publicado antes gg, así que sígueme para que no te lo pierdas por nada bb
empecemos
les gustó el capi?????
qué me dicen de nuestro trío de hora umiko, ennoshita y kinoshita?? tan lindos que se fueron juntos con las hermanas pequeñas de kinoshitaaaaa ahhhh
akira y las marciales, nuestros chicos y chicas del vóley han ido a verles ME MUERO, SON TAN LINDOS APOYANDO, y la lechita de plátano de akira
Y APARICIÓN DE KYO SOHMA AHHHHHHHHHHH LE AMO TANTO
y nuestra sexy akira??????
y la pelea con sotawa?????
pero lo más importante es ABRAZÓ PRIMERO A SUGAAAAAA
FUE A BUSCARLA DESPUÉS DEL COMBATE PARA ACOMPAÑARLA A LA ENFERMERÍA
AKIRA A PUNTO DE BESAR A SUGA
Y SUGA FRIENDZONEANDO A AKIRA
ME MUEEEEEERO
aún así, necesitamos nombre para el ship de akira y sugawara, así que piensen piensen
qué creen que pasará en el siguiente capi??
os leo bbs <3
os amo hasta el infinito y más allá <3<3
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〘 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
━━ 𝘩𝑎𝑖𝑘𝑦𝑢𝑢! 𝑏𝑜𝑦𝑠 〙
© 𝐬𝐤𝐲𝐞𝐥𝐨𝐬𝐭 2024
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