¹¹ ˑ 𝘸𝘦𝘪𝘳𝘥𝘰𝘴 𝘦𝘷𝘦𝘳𝘺𝘸𝘩𝘦𝘳𝘦
𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
¹¹ ˑ 𝘸𝘦𝘪𝘳𝘥𝘰𝘴 𝘦𝘷𝘦𝘳𝘺𝘸𝘩𝘦𝘳𝘦
Ya había terminado las clases de ese día cuando se dirigía al gimnasio, pero se detuvo en la puerta de salida del edificio cuando vio a Sawamura hablando con Azumane. Ella no les oía desde donde estaba, pero podía notar que Sawamura le cantaba las cuarenta al castaño de coleta.
Parecía que no iba a entrar al gimnasio ni tampoco a cambiarse de ropa, así que lo tomó como su oportunidad de hablar con él.
Con el corazón latiéndole a mil por hora por los nervios y el miedo, se acercó en silencio hasta él. No había hecho ningún ruido hasta que habló.
—Hola, Asahi.
—¡Ay! —grita él, dando un brinco hacia atrás, retrocediendo de Akira. —Madre mía, tú y Daichi sois de lo peor. No doy a más con estos sustos.
Akira se ríe ante su reacción, pero entonces se queda en silencio.
Esconde sus manos detrás de su espalda y le mira.
—¿Podemos hablar un rato?
El chico asintió sin dudarlo.
Ambos caminaban juntos, uno al lado del otro y en silencio.
—¿Cómo está Umiko? Hace tiempo que no hablo con ella. Desde...
—¿Desde la increíble pelea que tuvo con Shirogane? —se ríe la chica.
—Exacto. Le dio una muy buena —se ríe el también.
—Sí —sonríe orgullosa. —La verdad es que... sigue triste y muy enfadada, con nosotras, con el mundo... con todo. Me alegra que con Ennoshita y Kinoshita no sea así. Aunque estos últimos días está un poquitín más contenta. Va a correr todos los días, como cuando lo hacía contigo.
—Ya veo —suspira él. —Mañana me acercaré a su clase a ver que se trae entre manos.
—Pues cuéntamelo, por favor, que alguien tiene que cuidar de ella aunque no se deje —le pide él.
—No prometo nada.
Ambos se quedaron en silencio mientras se iban a sentar.
—Quería pedirte perdón, Asahi. Llevo queriendo pedirte perdón hace semanas pero... esto no se me da bien.
—Ey, Akira...
—Soy demasiado impulsiva e intensa y a veces digo cosas que ni siquiera pienso, que no son verdad y... lo siento. Nunca he pensado que fueses un cobarde Asahi, jamás. Yo... —la chica había empezado a llorar y gimotear, —estaba pasando por un mal momento y la pagué contigo.
—Eh, shhh, ven aquí —la abraza el chico. —No pasa nada, lo entiendo.
—Lo siento mucho, no debí decirte esas cosas.
—Te perdono, Akira. Además, tu hermana te dio una buena —la pelinegra se le escapa una risa entre el llanto, recordando la bofetada de su hermana.
—Sí... me la merecía —asiente ella, alejándose del chico.
—Y... ¿qué tal tu pierna?
Akira guarda silencio antes de respirar profundamente.
—No podré volver a hacer artes marciales.
—Espera, ¿qué? ¿por qué? ¿desde cuando lo sabes?
—Desde que me operaron. Estuve una semana sin salir de la cama.
—¿Y lo sabe alguien?
—No —niega con la cabeza. —Ni siquiera lo saben mis hermanas. Solo mis padres. No quería que nadie lo supiera, quería fingir que no estaba pasando.
—Entonces... los entrenamientos que haces...
—Son para mejorar mi movilidad y volver a tener la rodilla bien. En el futuro podré practicar otros deportes, pero... las artes marciales están fuera de la lista. Sería muy peligroso...podría acabar peor.
—Qué mal.
—Sí, es una verdadera putada.
—Y... al final... ¿se sabe qué pasó?
—No —le responde. —Me drogaron y no recuerdo nada. Todo está muy muy borroso en mi mente, solo recuerdo el dolor y el miedo... por eso no puedo ir a los vestuarios sola. Qué ironía, yo solía reírme de Umiko porque le daba miedo ir a los vestuarios sola cuando éramos mas pequeñas porque unas niñas la habían encerrado en el baño.
—¿Y la policía no encontró nada?
La chica niega.
—Creen que podría ser algún espectador furioso de que una chica ganara la invitación a la Escuela de Artes Marciales... aunque solo haya sido un favor que me consiguió mi hermana.
—Oye...
—¿Podrías guardarme el secreto de lo de la pierna? —le pregunta. —No quiero que también sientan pena por mí por no volver a poder hacer marciales.
—Claro que sí —asiente él. —Venga, te acompaño al gimnasio.
Akira estaba muy alegre mientras le contaba a Azumane lo que Daichi les había hecho pasar a los nuevos de primero en su primer día y el miedo que les dio a los pobres. El castaño de la coleta no podía parar de reírse.
—¡Ah! ¡Es Asahi! ¡Y viene con la guapa de Akira! —la pelinegra se gira, justo al igual que Asahi para ver a Hinata colgado de la ventana. —¡ASAHI!
—¿Me ha llamado guapa? —pregunta ladeando la cabeza, pero Azumane estaba más ocupado en sentir el terror correr por su cuerpo al ser pillado otra vez por los alrededores del gimnasio y que los demás le vieran.
—¡Otra vez tú! No, yo no...
—¡ASAHI! —se acerca corriendo un hombre rubio hacia la puerta para mirar al chico como si quisiera matarlo. —¡Que pasa! ¡Llegas tarde! ¿¡Vas de listo, o qué!? ¿¡Cuál es tu posición!?
—Soy... rematador.
—¡Nos faltan jugadores! ¡Entra rápido y ponte a calentar! ¡Venga! ¡Aire!
—¿Pero ese quién es? —murmura el chico para que solo lo oyera Akira.
—No lo sé, pero como no entres seguro que te zurra —murmura ella también. —¿Y vosotros qué miráis, par de raritos?
—¡Te has puesto roja cuando a Hinata se le ha escapado que eras guapa! —se burla Tanaka.
—¡Eso no es verdad!
—¡Otra vez, jajajaja!
—¡QUE NO! ¡VEN AQUÍ QUE TE VOY A ZURRAR!
Pero en cuanto Akira puso un pie en el gimnasio se puso roja como un tomate al ver a tanta gente que no conocía. Encima todos estaban esperando a que Azumane entrara, por lo que optó por esconderse detrás del cartel de las puntuaciones, al lado de Shimizu y Yamaguchi, y guardar silencio mientras organizaban lo que parecía ser un partido espontáneo.
Cuando empezaron a jugar, Akira pensaba que se le iba a salir el pecho del corazón cuando vio a Sugawara jugar. Ella pensaba que sería igual que verle entrenar con el equipo, pero que ahora estuvieran jugando un partido que se tomaban muy en serio, casi tan en serio como si fuera un partido de la nacional, se sentía que moría.
—¿Y tú de quién eres novia? —le pregunta el hombre rubio. Era el nuevo entrenador, por lo menos hasta el partido con los gatos.
—¿Eh? De ninguno.
—¿Y por qué estás aquí?
—Bueno, soy parte del club. Yo y mi hermana Umiko. Soy Akira, Akira Ōhagi.
—¿Ōhagi?
—Sí, mi padre es el ojeador deportivo Ōhagi —le explica. —Mi hermana Umiko entró al club para ayudarles con estrategias y jugadas y después entré yo.
—¿Y dónde está tu hermana?
—La expulsaron por un asuntito de nada —comenta, aireando la mano. —Así que me uní para sustituirla. Pero como ya está usted aquí, supongo que ayudaré mas a Shimizu.
—¿Sabes de voleibol?
—Bueno... no es mi especialidad pero...
—Sí, es muy buena. Ella y Umiko han hecho un trabajo increíble junto con el capitán del equipo —interviene el profesor Takeda.
—Ay, profe, no diga eso que me da vergüenza —le pide la chica, dándose palmaditas en los cachetes.
Y justo en ese momento, todos se quedan callados tras apreciar la colocación de Kageyama y el remate de Hinata.
Todos siguieron jugando, hasta que llegó el momento decisivo: un remate de Azumane. La barrera que hicieron los dos más altos de primero y Tanaka pararon la bola, y cuando creían que marcaban, Nishinoya la salva en el último momento. Conectan la bola y Sugawara duda de a quién ponerle la bola. No sabía si Azumane podría rematar contra otro bloqueo y la opción más segura era colocársela a uno de los mayores. Pero entonces...
—¡SUGA!
Y Sugawara se la coloca. Sawamura, Tanaka y Nishinoya estaban emocionados al ver que el as del Karasuno pedia el balón.
Y remata con todas sus fuerzas, marcando un tanto.
Sakura había entrado para buscar a su hermana cuando todavía iban por la mitad, pero ella se quería quedar.
—Sakura, nosotros acompañaremos a tu hermana a casa cuando terminemos —le dice Sugawara a la pelirroja.
—Pues más os vale que llegue sana y salva, enterita, de una pieza, u os quemo la piel con ácido sulfúrico.
—Venga, pequeña científica loca. Vete a casa a dormir —le pide a su hermana, sacándola del gimnasio. —Ah, y los del Nekoma van a venir.
—¿VAN A VENIR LOS DEL NEKOMA?
—Ajá, en mayo.
—¡ENTONCES TAMBIÉN VENDRÁ CHIHIRO! ¡ME VOY A CASA, TENGO QUE LLAMARLA!
El partido había sido muy largo, y al terminar y despedir a los adultos, empezaron a recoger después del discurso del entrenador. Akira corrió hasta los de tercero, pegó un brinco y subió a la espalda de Azumane. Le rodea con los brazos y le da un sonoro beso en la mejilla.
—¡HAS ESTADO INCREÍBLE, ASAHI!
Sawamura no podía evitar reírse viendo la reacción de los dos intensos de segundo, muertos de envidia y pidiéndoles uno también, pero sobre todo, la reacción de Sugawara. Su cara era un poema y se podía imaginar lo que estaba pensando.
—No, no te va a dar uno solo porque te vayas un mes y vuelvas después —murmura, para que solo le oiga él.
—No sé de qué me hablas.
—De verdad, Suga, habla con ella de una vez. ¿Qué es lo peor que te puede pasar? ¿Que te rechace como tú lo hiciste con ella?
—Te voy a dar, te lo juro Daichi.
◦ ◦ ◦
Los chicos estaban emocionados por la concentración.
Iban a quedarse a dormir todos juntos cerca de la escuela, incluida Akira, que sorprendentemente para el entrenador, tenía fuerza y podía ayudar a los chicos a entrenar.
—Así que artes marciales, eh —le comenta el entrenador Ukai. —¿Te lesionaste?
—Algo así —asiente la chica. —Tengo que estar todo este año con rehabilitación y un entrenamiento especial, pero mi entrenador es un sádico, así que no lo pensé dos veces cuando supe que podía quedarme.
—¿Estarás bien tú sola en un cuarto? Shimizu se queda en su casa.
—Sí, claro —asiente la chica. —Siempre duermo del tirón con lo cansada que termino de tanto estudiar. ¿Le importa que me adelante? Quiero ayudar a Shimizu a hacer la cena.
Las chicas habían preparado mucha comida para todos.
Los de primero se sorprendieron cuando vieron a Akira comer tanto, pues las chicas de sus clases no comían tanto como ella.
—Es porque tiene nombre de chico, seguro.
—Más te vale dormir con un ojo abierto esta noche, rubito, porque te voy a asfixiar con una almohada —le amenaza Akira, apretando con fuerza el cubierto.
—¿Esta... noche? —pregunta Nishinoya.
—¿Tú pasas la noche aquí? —pregunta esta vez Tanaka.
—Sí, par de raritos —frunce el ceño Akira. —Y que sepáis que hasta durmiendo os puedo hacer una llave de kárate, así que ni se os pase por la cabeza nada raro.
—¡Sí, por favor, hazme una de esas llaves tuyas! —le pide Nishinoya.
—¡DAICHI! ¡NOYA SE ESTÁ PORTANDO RARITO CONMIGO! —se queja la pelinegra.
—Noya, deja a Akira tranquila o te meto.
—Tramposa, usas la carta de Daichi porque sabes que eres como su hermana pequeña —se queja Nishinoya.
—Chúpate esa, rarito —le saca la lengua la chica.
Después de cenar, se habían repartido los cuartos: en uno estaban los mayores de tercero y en el otro estaban los pequeños de primero siendo supervisados por los de segundo. Akira tenía su propio cuarto, mucho más pequeño, para ella sola.
Los chicos tenían que turnarse para irse a duchar, mientras que ella pudo ir cuando quiso.
Estaba en el cuarto de los chicos de tercero cuando Sugawara y Sawamura entraron. Ellos se habían duchado primero con algunos de segundo. Azumane esperaría un poco más para ir con el resto.
La pelinegra estaba recostada en el suelo boca abajo. Llevaba, lo que parecía, una camiseta tres tallas más grande que le quedaba como un vestido corto de color verde. Estaba terminando de hacer la tarea que habían marcado los profesores. Desde que había dedicado más tiempo a estudiar, tenía menos dudas y sacaba mejores notas.
Sabía que tenía que mejorar en sus estudios, mucho más ahora que no podía hacer marciales. Por eso, se pasaba horas delante de sus cuadernos pensando qué podría hacer que le gustara casi tanto como marciales.
Estaba tan metida en sus pensamientos que no se dio cuenta de que los dos chicos habían entrado: Sugawara la vio quedándose parado. Era como si le hubiera hipnotizado. No podía apartar los ojos de la chica, del contorno de su cuerpo, su figura, la forma en la que escribía y mordía su lápiz y...
Sawamura le dio un golpe en la cabeza para que dejara se babear y espabilara.
El peligris se sonroja.
—¿Estás estudiando, Akira?
La chica gira la cabeza al oír como la llaman. Ella asiente con la cabeza y se incorpora un poco.
—Tengo que mejorar las notas si quiero entrar en una buena universidad.
—Vaya, nunca te había visto preocupada por algo más que no sea marciales —comenta Sugawara. El chico se quita la toalla del cuello y la coloca.
—Sí, tengo que buscar algo que me guste mucho a lo que me pueda dedicar —comenta ella. Se rasca la cabeza, sintiéndose algo nerviosa. —¿Vosotros qué queréis hacer cuando acabe la escuela superior?
—Yo quiero ser policía —responde Sawamura. Akira alza una ceja, sorprendida.
—Yo no lo tengo tan claro, pero sí sé que quiero ir a la universidad.
La chica asiente, agachando la cabeza y jugando con el lápiz. Se había quedado muy callada.
—¿Qué te pasa?
—Nada —le responde a Sawamura, negando con la cabeza. Sugawara se había sentando la lado de la chica, se estira y coge el cuaderno para ver qué tareas hacía.
—Tú a mí no me engañas.
—Como se nota que las mates no son lo tuyo —se burla Sugawara, interrumpiendo a Sawamura. La chica le mira y luego se inclina para ver el cuaderno. Este le señala cual es el problema y la chica se queda pensando.
—Mmmh —borra la respuesta que puso y la cambia por otra.
—Ahora sí.
—Se me pasó ese signo —ladea la cabeza ella.
—Déjame te los reviso todos.
—No hace falta.
—Lo sé, pero quiero hacerlo... —le sonríe el chico, —ya que no estudias con nosotros.
—Podéis venir a mi casa a estudiar cuando queráis, idiotas.
—Te tomaré la palabra, no paso todo el tiempo que me gustaría contigo —le asegura el peligris.
La chica suspira, guardando silencio mientras vuelve a jugar de nuevo con el lápiz bajo la atenta mirada de Sawamura. Sabía que estaba esperando una respuesta de ella, y no la dejaría tranquila hasta que se lo contara.
—El año que viene no vais a estar —Sugawara aparta la vista del cuaderno y la mira. —Y os voy a echar de menos. Muchísimo. No os podéis imaginar cuanto.
El peligris suelta el cuaderno y coloca mechones de pelo detrás de la oreja de la chica, el cual seguía húmedo. Desliza su mano por el brazo de la chica y después la lleva hacia su espalda, avanzando para llegar al costado para tirar de ella y poder acurrucarla en su regazo en un abrazo.
—No será lo mismo, pero siempre vamos a estar —le promete Sawamura. —Además, aquí hay una academia de policías. No me iría tan lejos como Suga. Aunque cuando vuelvas a empezar con las marciales seguro que no vas a tener tiempo para nosotros con los entrenamientos para el cinturón negro.
—Pero iremos a verte siempre.
Y por mucho que Akira aguantó las ganas de llorar, no podía más.
Se había enfadado, se había deprimido, había pasado por tantas fases de la pérdida que suponía no volver a un tatami, pero no había llorado hasta en ese momento.
Sugawara hace un poco de espacio entre ellos para poder mirarla a la cara. Lleva sus manos a su rostro y con sus dedos y mucha delicadeza, intenta limpiar sus lágrimas.
—¿Qué te ocurre? —le suplicaba con la mirada que le contara lo que la hacía tan infeliz y desdichada.
—Ya no puedo volver a hacer marciales.
Los chicos se quedaron en silencio.
Las artes marciales para Akira eran tan importantes como para ellos el vóley. No podían ni imaginarse el dolor que debería estar sintiendo... y sola.
—¿Desde cuando lo sabes?
—Se lo dijeron a mis padres antes de operarme la rodilla. Si no me operaban, perdería la pierna. Si me operaban podía estar bien, incluso correr... pero no podría hacer cierto tipos de deportes, como marciales.
—¿Por qué no nos lo has dicho? —le pregunta esta vez Sugawara, acariciandola del cabello y dejando que se recueste sobre su torso. Akira respira profundamente, inundándose del olor de Sugawara... sintiendo paz.
Se iba calmando poco a poco.
—Era incapaz de decírselo a nadie. No lo saben ni mi hermanas. Solo lo sabe Asahi porque se lo conté el otro día cuando me encontré con él y quería disculparme. Quería que entendiera por qué le dije lo que dije y que no me odiara tanto por ello.
—Asahi no es capaz de odiar a nadie, Akira —la consuela Sawamura.
Los tres se quedaron en silencio, salvo por los gimoteos de Akira, que no había parado de llorar. Aunque ya estaba más calmada, seguía llorando. Sugawara la abrazaba cada vez con más fuerza, como si tuviera miedo de que no pudiera sentirle y pensara que estaba sola.
Había tanto silencio, que fui imposible no oír los gritos de Nishinoya, Hinata y Tanaka.
—Los voy a matar a todos —se levanta Sawamura, saliendo del cuarto y dejándoles solos.
—Del 1 al 10, ¿cuánta probabilidad hay de que sobrevivan? —pregunta la chica, alejándose de Sugawara. Se pasa la mano por los ojos y la nariz, sorbiendo los mocos.
No se había dado cuenta de lo cerca que tenía a Sugawara hasta que le respondió.
—No tengo ni idea.
Y Akira le mira con la misma inocencia de siempre, sin saber ni darse cuenta de las ganas tan grandes que tenía Suga de besarla a cada momento que la tenía tan cerca, justo como ahora. La pelinegra frunce el ceño cuando él la deja de mirar a los ojos y mira sus labios, inclinándose hacia ella como si estuviera en un pequeño trance.
Lo hacía tan despacio... justo con el propósito de darle tiempo a Akira de apartarse. Pero ella estaba paralizada, el corazón le latía con mucha fuerza y rapidez, y sentía que no podía respirar.
Era imposible que Sugawara la quisiera besar de verdad.
Seguramente se sentiría mal y mucha pena por ella porque les había dicho que les iba a echar de menos y que no los vería, y que tampoco podría hacer marciales. Ademas, estando los dos solos, tan cerca... tal vez pensaría que ella necesitaba algo así para sentirse mejor. Sugawara siempre tenía esa costumbre de pensar en los demás antes que en él mismo.
No quería besarla, solo quería que se sintiera mejor.
Justo cuando los labios de él están a punto de besarla, ella gira un poco el rostro, provocando que le rozara en la comisura de los labios con los suyos. La chica se aleja y se levanta antes de que pueda decirle algo.
—Ya es tarde, debería irme a dormir.
Y justo cuando sale de la puerta, Sugawara suspira.
—¡Joder!
—¿Tú también vas a empezar a gritar ahora? —se queja Sawamura, entrando con Asahi.
—No estoy de humor ahora mismo, Daichi.
Ambos se cruzan de brazos. Sawamura se da cuenta de que el chico está solo.
—¿Dónde está Akira?
—Se ha ido a dormir —responde, apretando los dientes.
—¿Qué has hecho, Suga?
—Casi la beso.
—¡Ay la madre! —se sorprende Asahi, acercándose al chico y sentándose al lado. —¿Suga dando su primer beso?
—No, ha dicho casi. Lo que quiere decir que no lo ha dado. ¿Cierto? —el peligris asiente. —¿Qué ha pasado?
—Me rechazó.
—Vaya putada hombre... —canturrea Azumane. Sawamura le mira para que corte un poco el rollo.
—Se giró antes de poder besarla y se fue a su cuarto.
—¿Pero te dijo algo?
—Me dijo que era tarde y que debería irse a dormir.
—¿Por qué no la detuviste? —le pregunta Asahi, frunciendo el ceño.
—No, la pregunta es por qué lo has hecho justo ahora. Conociendo a Akira, pensará que le tienes lástima por lo que nos contó de lo de la rodilla.
—¿Ya os lo ha contado?
—Sí —asiente Sawamura. —¿Qué piensas hacer ahora?
—No lo sé. ¿Crees que dejará de ser mi amiga?
—Si no dejó de ser tu amiga cuando tú le hiciste lo mismo a ella, dudo que pase —razona Sawamura. —Es de Akira de quien hablamos.
Al día siguiente, Akira fue la primera en levantarse para recibir a Shimizu y preparar el desayuno para todos. La chica seguía con la misma ropa con la que se fue a dormir y unos calcetines porque se le había olvidado.
Llevaba el cabello recogido en una coleta alta mientras que ponía a untar mantequilla en rebanadas de pan que después se tostaban y se les ponía jamón. Shimizu se encargaba de lo último porque Akira se había quemado un par de veces al estar tan distraída.
—Qué madrugadoras —comenta Sawamura entrando en la cocina. No estaba solo, los tres chicos querían ver cómo estaba Akira esa mañana.
Aunque también entraron rápidamente Nishinoya y Tanaka, al oler la comida e imaginarse que Shimizu sería la cocinera, fueron los más rápidos de su dormitorio en salir.
—¡BUENOS DÍAS! —las dos chicas se quedaron mirando a los chicos que se habían adelantado a los mayores para ir a saludar a las chicas.
—Qué guapa estás con el pelo recogido —comenta Nishinoya. —Me recuerda a cuando te vi pelear. ¿Cuando me enseñas la llave de estrangularme con las piernas?
—Nunca —le responde ella, alzando una ceja. —Eres así como rarito ¿no?
—Es que tú eres muy bonita, y tus piernas también...
—Ui, aquí voy a pararte yo, porque te voy a meter una que no vas a poder jugar mañana —le advierte Sawamura, dándole una fuerte palmada a Nishinoya en el hombro.
Akira se había puesto tan roja como un tomate, y le habría gustado tener el pelo suelto para poder esconder su cara con él, pero estaba recogido. Se rasco el puente de la nariz e intentó actuar con naturalidad, como si no le hubiera afectado el comentario, y siguió untando mantequilla.
—No se vale que tengas guardaespaldas, Akira. ¿Así como nos vamos a casar? —se queja Nishinoya.
—Vaya, Noya, hoy sí que estás fino con Akira —se burla Asahi.
—Oye, Noya —le llama Sugawara.
—¿Sí, Suga?
—Corta el rollo ya ¿quieres? —le pide el peligris.
No estaba usando su tono de voz amable y gentil con el que siempre hablaba, más bien con el aterrador. Ese no lo usaba nunca, pues era Sawamura quien tomaba las rienda de la situación. El peligris también le da una palmada en el hombro, justo en el lado contrario en el que le dio Sawamura. Podía notar el peso de las palabras y de las palmadas de los dos, pero algo le advertía que de con Sugawara corría más peligro.
—Ya, déjenlo —le salva Akira. —Solo está de malas porque Umiko no ha venido a la concentración.
—¿Por qué tenías que recordarme tal tragedia? —se queja Nishinoya, a punto de ponerse a llorar. —Estaba castigada hasta el viernes. ¡Yo quería que viniera y me animara y más si venía en faldita!
—La que te va a zurrar soy yo como vuelvas a ponerte rarito con una de mis hermanas, Noya.
Y ver la mirada aterradora de Akira mientras le mostraba su puño... eso sí que daba mucho más miedo.
Los chicos habían dejado un asiento vacío para ver si Akira se sentaba con ellos, y como de costumbre, eso mismo hizo. Se sentó con su plato con pan, leche, cereales y y cualquier otra cosa que pillara... si es que la dejaban los glotones.
—Te dejaste tus cuadernos en el cuarto anoche, Akira —empieza a hablar Sawamura. Como decía, los tres chicos estaban intentando actuar con normalidad.
—Ah, no me acordaba —comenta ella, llevándose un trozo de pan a la boca. —¿Al final me comprobaste los ejercicios, Sugawara?
A los ojos de los tres chicos, Akira actuaba normal. Era como si no hubiera pasado nada entre ellos, como si casi no la hubiera intentado besar Sugawara.
Eso confirmaba la teoría casi en un 90% de que Akira no se creía que Sugawara podía sentir algo verdadero por ella y que probablemente lo hacía por lástima.
—No, lo siento —le responde él, confundido. —¿Los miramos en algún descanso que tenga?
—Vale —asiente la chica. —El entrenador me ha dicho que vais a correr. Iré con vosotros ya que no he tenido entrenamiento este fin de semana —les dice a los chicos.
—Pues no vayas con los intensitos, porque esos corren más rápido que una bala.
—No, gracias. Aunque los preferiría a ellos antes de estar con el rubito del palo metido por el culo.
—Que te estoy oyendo, niñata.
—¿Quieres que te meta más ese palo que tienes en el culo, o qué? —le dice Akira, frunciéndole el ceño.
—A mí con tu metro 58 no me das ningún miedo como a los intensitos.
—¡Le voy a enseñar a este lo que es respetar a una chica! —se enfada Tanaka.
—¿Chica? Ella tiene de chica lo que yo tengo de pelinegro.
Akira suelta su cuchara y lo mira amenazante.
—Qué intenso estas con eso de que soy un chico. ¿Es tu forma de intentar descubrir lo que llevo debajo del sujetador, rubito?
—¡Si se lo vas a enseñar a él, a mí también!
Esta vez Nishinoya no se libró del golpe de Sugawara.
—No, gracias, no quiero tener pesadillas por las noches.
—Pesadilla es la que te voy a dar yo como te agarre entre mis manos, idiota.
—¿Ves, Hinata? Por eso Akira es mi hermana favorita, porque odia a este pringado casi tanto como yo. No como tú, que hasta tartamudeas cada vez que vez a Umiko, paquete.
Todos se quedaron en silencio al oír la confesión de Kageyama. El chico se sonroja porque no esperaba que todos se callaran cuando se metía con Hinata y oyeran que Akira era su crush.
Akira se había quedado en shock por un momento hasta que sentía que sus mejillas empezaban a arder, llegando incluso hasta las orejas.
—Qué mal gusto tenéis los dos hasta para las chicas.
—¡Tú eres el menos indicado para hablar! ¿O es que tengo que recordarte lo mucho que te gusta Sakura?
—¡¿QUE A ESE LE GUSTA MI HERMANA MAYOR!? —grita Akira. —¡Yo lo mato!
—Tranquilízate, Akira. Tenemos un partido mañana con los del Nekoma que queremos ganar y necesitamos que estén de una pieza —le pide Sawamura.
—Pero zúrrale después, me encantaría verlo —le pide Kageyama.
—Ay va, qué liada, primero el puesto de titular y ahora la chica —murmura Azumane por lo bajo, aunque Sugawara y Sawamura le pueden oír perfectamente. El peligris no se ríe, pero los otros dos sí, hasta que Azumane se siente intimidado por la mirada que le echa Sugawara. A Sawamura no le daba miedo, así que simplemente tosió un poco.
—Hoy se han levantado algunos muy finos —se queja el peligris.
—A mí me huele a celos.
—¡SHIMIZU! —se queja Sugawara, sintiendo la traición por parte de su amiga.
—¿En qué momento me junté con tantos raritos? —se queja Akira. —¿Qué pecado mortal cometí en mi anterior vida para esto?
◦ ◦ ◦
La mañana del partido, todos habían madrugado.
Hasta Sakura había decidido ir a ver el partido, aunque solo fuera para pasar tiempo con su amiga y porque Akira le había mandado millones de mensajes para que al menos viniera ese día porque no podía soportar más estar con Sugawara y fingir que no pasaba nada y que todo estaba normal.
Necesitaba un respiro.
—¿Por qué no vienes al partido? Ya ha pasado tu castigo.
Umiko se estaba poniendo su nuevo conjunto deportivo: un mono deportivo completo ajustado y una falda deportiva de tenista.
Por primera vez en mucho tiempo, quería verse lo más bonita posible.
—Tengo cosas que hacer.
—¿Es que es más importante que ir a ver a Kinoshita y Ennoshita?
Umiko suspira, intentando calmarse.
—¿A ti qué te importan mis mejores amigos?
—Vaya mejor amiga estás hecha.
—Serás muy lista, pero no tienes ni puta idea de lo que hablas.
Umiko sí que se había pensado el ir al partido contra los del Nekoma para animarles, pero parte de ella sentía que ya no encajaba en el equipo de vóley desde que Akira estaba ahí. Le daba igual que estuvieran sus dos hermanas, pero se sentían raro.
Además, cuando Ennoshita y Kinoshita se enteraron de que la rubia quedaba todos los días a correr con Oikawa y que el día en el que él descansaba siempre tenía un plan perfecto para pasar tiempo con ella, insistieron en que debía ir.
Umiko les había contado lo que había pasado: su historia de pequeña con super crush Oikawa, lo que habían hablado y cómo es que empezaban a pasar más tiempo juntos.
La forma en la que la rubia hablaba de Oikawa era diferente a la forma en la que ella hablaba de otros chicos. Era como si ese crush que sintió en su niñez hacia Oikawa volviese a surgir como las cenizas del ave fénix, así que los chicos no dudaron en animarla a que siguiera viendo a Oikawa. Tal vez él sería la solución... tal vez él volvería a conseguir que el brillo en los ojos de su mejor amiga volviera a brillar como antes.
Además, si terminaba antes, siempre podía ir a verles porque estaban muy cerca.
—Buenos días, burbujita.
—Hola Oikawa —aunque la chica seguía sin llamarle por su nombre, ya no le miraba con desprecio. Incluso hasta le saludaba con una sonrisa en muchas ocaciones. Como ahora.
Eso era un avance.
Y ese día a ella se le notaba bastante alegre, más que de costumbre.
—¿Por qué tan contenta? ¿Es porque vamos a estar los dos solos?
—Ja, ja, muy gracioso —se burla la chica. —Es que ya no tengo el castigo y a partir de mañana podré ir a club —canturrea la chica, con una sonrisa. —Podré pasar más tiempo con mis mejores amigos.
—Ah, sí. Esos dos. Una pregunta... ¿por qué no tienes amigas chicas?
—Pues sorprendentemente tengo amigas chicas esta vez —comenta ella. —Y no he tenido que fingir ser miss simpatía para ello. Pero Kinoshita y yo estamos en la misma clase y con Ennoshita estudiamos los fines de semana en mi casa.
—¿Puedo ir yo también a tu casa a estudiar contigo?
—¿Por qué querrías ir a mi casa? —pregunta la chica frunciendo el ceño.
—Para pasar más tiempo juntos. Si ellos pueden ¿por qué yo no?
Umiko frunce el ceño.
—Es que... me daría mucha vergüenza que vieras mi cuarto.
—¿Por qué? ¿Tienes fotos mías por todas partes como una fan? —quiere saber el chico, sonriéndole a la chica.
—¡Pues claro que no! —se queja ella, cruzándose de brazos. —Pero...
—Ahhhhh, es por tu peluche Pulpi, ¿no? ¿No me lo quieres presentar?
—¿Cómo te puedes acordar de eso? —se queja ella, dando saltitos en su sitio. Su madre se había chivado de eso cuando lo del torneo de su hermana. —¡No se vale!
A Oikawa le parece lo más tierno del mundo y se acerca más a ella. No quería que la chica se sintiera incómoda con su presencia, por eso se pensaba muy bien las cosas antes de hacerlas y estaba alerta, fijándose en las reacciones de la chica cuando estaban juntos. Él alarga la mano y entrelaza uno de sus dedos con los de ella y balancea un poco las manos entrelazadas. Como ve que no hay una reacción negativa por su parte, no la suelta.
—Yo me acuerdo de todo lo que tenga que ver contigo —Umiko se sonroja, intentando agachar la cabeza para esconderse. —Oh, pero mira que linda que es mi bebé burbujita sonrojada —se burla Oikawa, acercándose más a ella para poder cogerla mejor de las manos y entrelazar los dedos. —¿Por qué lo llamaste Pulpi?
—Porque es un pulpo.
—Vaya, qué ingeniosa.
—¡Me parecía una monada de nombre!
—No te juzgo, burbuja, solo que... vale, vale —termina diciendo cuando ve la mirada asesina de Umiko, —no diré más. Supongo que tarde o temprano lo conoceré.
—¿Cómo estás tan seguro de eso? —se ríe la chica.
—Porque soy encantador y no vas a poder resistirte a mis encantos.
Y justo cuando iba a responderle, le suena el móvil.
Un mensaje de Akira: SOS.
El terror se le dibujo en la cara pensando lo peor antes de echarse a correr, diciéndole a Oiwaka que tenía una urgencia importante de su hermana. Y el chico decidió correr tras ellas.
Sí, Akira le había escrito un mensaje de SOS, porque era urgente que estuviera su hermana ahí antes de que llegaran los del Nekoma. Ella no estaba fina, pero Sakura menos.
Nunca la había visto tan nerviosa: estaba en una crisis nivel estratosféricos.
Así que la pelinegra no sabía que hacer, mucho menos cuando ella también estaba de los nervios cada vez que Sugawara se le acercaba.
Por eso le había escrito a Umiko.
Pero la chica parecía que no llegaba.
A Sakura se le notaba de lejos que su nivel de crisis había pasado de estratosférico a mesosféricos cuando vio llegar de lejos a los del Nekoma.
Aunque vería a Chihiro, también vería a Kuroo... y recordatorio de su mayor humillación.
Akira podía ver como se alineaban los chicos de las dos escuelas, hasta que una chica vestida de rojo saltó corriendo a los brazos de Sakura. Eso hizo que la pelirroja se olvidara por un momento de su crisis y se alegrara mucho de ver a su amiga. Ambas gritaban como locas, ganándose la atención de los chicos de ambos equipos que las miraban sin entender lo que pasaba.
—¡Si es mi chica favorita!
—¡Tengo tantas cosas de las que hablarte! ¡Estamos usando una aleación de elementos metálicos y no metálicos que son bastantes ligeros para el proyecto de ciencias que es una pasada!
—¿Qué? ¿Los profesores os dejan manipular las aleaciones de los metales?
—No, pero si no se enteran no pasa nada. Ojos que no ven, corazón que no siente —le quita importancia la pelirroja. —Mientras que no explote nada... aunque bueno, estoy yo. También esta Kaito, que no es tan listo como yo, pero es un chimpancé listillo, así que...
—Pero qué intensitas sois cuando os juntáis —se queja Akira. —Anda, mira, ese es Kuroo. ¡HOLA CUÑ... Kuroo! —termina diciendo tras recibir un golpe de la pelirroja. Casi se le escapa decirle cuñado porque a veces solía bromear de eso con Sakura.
Kuroo estaba saludando a Sawamura, y parecía que soltaban chispas. Otros miembros de los equipos también se saludan entre ellos, mientras que algunos evitaban que otros empezaran a discutir.
Tanaka no podía salir sin montar bulla.
—¡NO SE VALE! ¡ESAS CHICAS SON PRECIOSAS! —dice alguien del Nekoma.
—¡No empieces con tus tonterías! —le responde otro.
—Oi, si es la chica ninja —la saluda Kuroo, acercándose hasta donde estaban las chicas. Sawamura, Suga y un chico del Nekoma que las chicas del Karasuno no conocían también se unieron.
—Ya no soy una ninja —hace un puchero la chica. —Mira la pedazo de cicatriz que tengo. ¿A que mola?
—¡Mola mogollón! Es como una marca de guerrera ninja.
—Y después eres tú la que me llama rarita —se queja Sakura, cruzándose de brazos al ver a su hermana presumir de su cicatriz.
—Hola, bombón. Cuánto tiempo sin verte.
Todos se quedaron en shock al oír al capitán del Nekoma dirigirse hacia Sakura sonando tan... seductor.
Hasta la mismísima Sakura se quedó paralizada. Su crisis quería subir hacia niveles termosfericos, pero supo mantener la calma.
—Sí, pero por desgracia ha tenido que llegar —rueda los ojos la chica, pasando de largo para no tener que compartir más tiempo con el único chico que podía ponerla nerviosa a niveles exosféricos.
Chihiro se ríe cuando ve la cara que pone Kuroo. Se lo tenía bien merecido.
Akira le da una palmada en la espalda a Kuroo, como dándole ánimos.
—Te lo tienes bien merecido, por decirle aquello por mensaje.
—¿Te lo contó? —preguntó el chico, avergonzado.
—Sip —responde ella. —Le rompiste el corazón y eso hizo que quisiera cambiar de look.
—Pero...
—Es que solo a ti se te ocurre, Tetsu —se queja Chihiro. —Mira que te dije que volvieras a escribirle suplicándole perdón —niega con la cabeza. Entonces se acerca a la pelinegra. —En verdad se hace el duro porque una chica le rompió el corazón en primero, pero desde que conoció a Sakura, no para de pensar en ella todo el día. Tan grandito que está y se caga todo cuando se le aparece una chica lista y bonita. De verdad, quién tuviera su suerte.
—Ah, tranquila, en mi equipo también tenemos a uno así de grande que es un flojo.
—¡Que te oímos, Akira! —se queja Azumane.
—¿Y dónde está la mentira? —se defiende la chica, cruzándose de brazos.
—¡Anda, si es la rubita bonita la que viene corriendo! —se emociona Chihiro. —Sakura dijo que no vendría.
—Y no iba a venir, pero le mandé un mensaje y... —Akira se queda en silencio cuando ve que no viene sola. —¡Yo lo voy a matar!
—¿Qué manía le ha dado ahora con querer matar gente? —se estremece Azumane.
—¿Seguro que estás bien? ¿No ha pasado nada malo? ¿Akira está bien? —consigue preguntar después de que Oikawa la ayudara a volver a recuperar la respiración después de tanto correr.
—Sí, todo está bien —dice la pelirroja. —¡Qué fuerte que no quisieras venir porque estabas en una cita con tu novio!
—¡No es una cita! ¡Y NO ES MI NOVIO!
—¡OI, PERO QUÉ MENTIROSA! ¡TE HAS PUESTO ROJÍSIMA! ¿NO DECÍAS QUE NO QUERÍAS SABER NADA NUNCA MÁS DE TU CRUSH OIKAWA?
—¡Has venido, Umiko! —se alegra Yui, que se acercaba con algunas chicas del vóley y animadoras. Todos los presentes veían como las dos chicas hablaban a gritos y como Akira se acercaba hecha una furia a sus hermanas, en especial para pegarle a cierto jugador del Aoba Johsai.
Cuando Umiko la ve, se pone delante de Oikawa para que su hermana no se acercara a él. Ella es la que debería estar enfadada, no Akira.
—¿POR QUÉ COÑO ME ENVÍAS UN MENSAJE DE SOCORRO SI NO ESTÁ PASANDO NADA GRAVE?
—¿Quién te ha dicho que no esta pasando nada grave? ¡ESTA ESTÁ TENIENDO UNA CRISIS NIVELES....! ¿ESTROFÉRICOS? —señala a Sakura. —¡Y TÚ CON ESTE BUENO PARA NADA! ¡PUTOS TODOS LOS DE AOBA JOHSAI! ¡DEJA QUE TE AGARRE DE ESE PELO ONDULADO TUYO COLOR MIERDA...!
—¡SE DICE ESTRATOSFÉRICOS, PEDAZO DE IDIOTA! ¡Y NO TE ACERQUES A OIKAWA PORQUE TE METO OTRA VEZ COMO CUANDO ASAHI!—le grita la rubia.
—¡MI CRISIS ES MESOSFÉRICA! ¡¿Y CÓMO ES POSIBLE QUE UMIKO SE SEPA EL NOMBRE DE LAS CAPAS DE LA ATMOSFERA DE LA TIERRA Y TÚ NO? ¿ERES MÁS TONTA QUE ELLA?—se defiende Sakura.
—¿A QUIÉN LLAMAS TÚ TONTA, CIENTÍFICA LOCA? —le pregunta la rubia.
—¡AL MENOS YO NO ENTRO EN CRISIS ATMOSFÉRICAS PORQUE UN CHICO ME RECHAZÓ POR MENSAJE!
—¿QUÉ? ¿TE DECLARASTE A UN CHICO POR MENSAJE?
—¡LO DICE LA QUE SE PEGÓ TODO UN FIN DE SEMANA LLORANDO CON PELIS ROMÁNTICAS PORQUE EL CHICO QUE LE GUSTA LA FRIENDZONEÓ!
—¡SOIS LA POLLA DE TONTAS LAS DOS! —se queja Umiko, tirando del pelo de sus hermanas. Ellas empiezan a chillar. —¿ME HABÉIS ENVIADO UN PUTO MENSAJE DE SOCORRO PORQUE UNOS CHICOS NO CORRESPONDEN VUESTROS SENTIMIENTOS? ¿SOIS TONTAS O QUÉ?
—¡OYE! —se quejan las dos chicas.
—¡PENSÉ QUE OS HABÍA PASADO ALGO GRAVE, JODER! —Umiko las suelta, intentando volver a respirar con normalidad. —¿¡SABÉIS LO PREOCUPADA QUE ESTABA!? ¡PENSÉ QUE HABÍAS TENIDO UN ATAQUE DE PÁNICO O QUE A TI TE HABÍA VUELTO A PASAR ALGO COMO EL DÍA DEL TORNEO!
Las dos hermanas se quedaron calladas y agacharon la cabeza.
—Yo me cambio de escuela... menudo culebrón. Con estas hermanas no me aburriría nunca. Ni la Rosa de Guadalupe que me sale en Youtube subtitulado es tan bueno como esto —se emociona Chihiro.
—Umiko sí que está fina. Ya era hora de que espabilara y las pusiera en su sitio —comenta Yui, cruzándose de brazos.
—Hasta enfadada se ve preciosa —suspira Chihiro.
—¡Habéis montado todo ese lío por unos chicos estúpidos...!
—Ouch, eso dolió —se queja Kuroo, llevándose la mano al pecho.
—¡...Que no son capaces de ver que sois realmente increíbles! ¿Pero cómo lo van a ver si actuáis como unas tontas? ¿Cuántas veces os burlasteis de mí porque llamaba la atención de los chicos más de lo normal sin querer y ahora vosotras queréis hacer exactamente lo mismo pero intencionadamente y lloriqueáis cuando lo conseguís?
—Lo sentimos mucho, Umiko —dijeron las dos hermanas a la vez, si levantar la cabeza y avergonzadas.
—¡Yuju! ¡Hola, Tobio! ¿Me has echado de menos? —Umiko gira su cabeza para mirar a Oikawa con su mirada aterradora. —Ups, perdón. Sigue sermoneando a tus hermanas. No era mi intención interrumpir, burbujita.
—¿Tan obsesionado estás por Kageyama que no puedes aguantarte las ganas de saludarlo?
Entonces se oyeron risitas que intentaban disimular. Ennoshita y Kinoshita sabían que el castaño había cometido el gran error de interrumpir a la rubia y ahora le tocaba recibir.
—¡Oye! ¡Que yo no...!
—¿Ah, no? —le pregunta. —¿Cuántas veces me hablas de él al día?
—¿Estás celosa? —la pica un poco Oikawa.
—¿De que seas gay? —pues no, su plan de fastidiarla no estaba funcionando. Se empezaron a reír más.
—Pobre chico —se burlan acercándose a Umiko.
—No soporta, me da pena.
—¡Que no soy gay!
—El primer paso es admitirlo, Oikawa. Poco a poco.
—¡OYE!
—Tranquilo, si en vóley seguro que hay muchos chicos gays. Solo hay que veros como jugáis con discursitos emotivos y emoción.
—¡Oye, no te pases!
—¡Nosotros no hacemos eso!
Entonces Umiko se ríe cuando ve a sus dos mejores amigos quejarse y cruzarse se brazos.
—Os tomo el pelo, idiotas —se burla ella, poniéndose un poco de puntillas para despeinar a sus dos mejores amigos.
—¿Te vas a quedar a ver el partido con tu novio, verdad rubita? —le pregunta Chihiro. —No sería los mismo sin las supernenas.
—Bueno, ya que estamos aquí... ¿te quieres quedar Oikawa? —le pregunta la rubia.
—Eh, esto... sí... vale.
—Entonces avisaré también a Iwa. ¿Me dejas llamarle desde tu teléfono, por favor? —le pregunta con una sonrisa y mirada encantadora, pero perversa.
Ahhhh, sabía lo que pretendía.
Oikawa saca tu movil y marca el numero de su amigo y le da el teléfono a la chica, la cual se aleja para hablar con él.
—Esa chica tan simpática me ha llamado su novio —señala a Chihiro,— y Umiko no la ha corregido. ¡Hoy es mi día de suerte!
—¡¡TE VOY A ZURRAR, PEDAZO DE IDIOTA!!
—¡NADIE SE ACERCA A MI UMIKO BONITA!
—¿QUÉ TE DIJE DE ACERCARTE A MI HERMANA, GILIPOLLAS?
Y los tres de tercero tuvieron que calmar a las tres fieras para asegurarse de que no les hicieran nada a Oikawa, que sonreía como un tonto enamorado indiferente a las amenazas de esos tres.
—¡Y así es como bombón, burbuja y bellota consagran sus vidas a enamorar a los chicos! Y no nos olvidemos de las chicas también, aunque no diré que soy yo.
—Qué intensita eres con las chicas, Chihiro. Eres peor que los chicos —se queja su hermano pequeño que estaba hablando con Hinata tranquilamente hasta que vio el escándalo de las tres hermanas.
—Tú no lo entenderías, Kenma.
𝑡𝑜 𝑏𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑒𝑑 ...
holiwis vvs
quiero empezar esta nota diciendo que amo escribir y lo seguiré haciendo incluso cuando nadie me lea porque me hace feliz
pero sabes que me hace también super feliz?
vuestros comentarios bbs!! gracias a todas las bbs que me comentan y votan ya sea porque les gusta la historia o quieren que crezca. GRACIAS <3
volviendo al capi...
le gustó??????
cuál fue tu parte favorita?
te está gustando la historia de momento o neh?
primero, ASAHI Y AKIRA SE HAN RECONCILIADO Y SON AMIGOS AHHHHH
segundo, AKIRA :( me ha dolido guardar este secreto, pero sí, akira no podrá hacer artes marciales :((((
bueno, y no hablemos del drama: sí hay mucho drama, pero es que estoy acostumbrada a ver animes y algunos kdramas y también leo, así que soy una drama queen gg
pero y EL HYPE DE LOS CUERVITOS BEBÉS ENAMORADOS DE LAS SUPERNENAS AHHHHHHHHHHHHHH???
A TSUKISHIMA LE GUSTA SAKURA, IGUAL QUE KUROO
A KAGEYAMA LE GUSTA AKIRA, IGUAL QUE SUGA
Y A HINATA LE GUSTA UMIKO, IGUAL QUE OIKAWA
ES QUE ME MUERO
encima las chicas se parecen a los cuervitos bbs
qué creen que pasará en el siguiente capi??
os leo bbs <3
os amo hasta el infinito y más allá <3<3
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〘 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
━━ 𝘩𝑎𝑖𝑘𝑦𝑢𝑢! 𝑏𝑜𝑦𝑠 〙
© 𝐬𝐤𝐲𝐞𝐥𝐨𝐬𝐭 2024
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