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⁰³ ˑ 𝘵𝘩𝘦 (𝘯𝘰𝘵 𝘴𝘰) 𝘥𝘪𝘴𝘢𝘴𝘵𝘦𝘳𝘧𝘶𝘭 𝘴𝘤𝘪𝘦𝘯𝘤𝘦 𝘧𝘢𝘪𝘳





𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
⁰³ ˑ " 𝘵𝘩𝘦 (𝘯𝘰𝘵 𝘴𝘰) 𝘥𝘪𝘴𝘢𝘴𝘵𝘦𝘳𝘧𝘶𝘭 𝘴𝘤𝘪𝘦𝘯𝘤𝘦 𝘧𝘢𝘪𝘳 "



Las despedidas no eran algo a lo que Umiko estuviera acostumbrada, porque normalmente las personas desaparecían de su vida sin decir adiós.

Por eso, algo dentro de ella se sintió diferente cuando tuvo que despedirse del director Ukai, sabiendo que si se iba era porque su salud lo requería. Pero nunca iba a poder olvidarse de sus palabras cuando se despidió:

Sé que todavía estás buscando eso que te llene de vida. Sé que algún día encontrarás eso que te apasione tanto como a estos chicos les apasiona el voleibol, como a tus hermanas las artes marciales y la ciencia. Y cuando lo hagas, espero poder estar ahí para ver como se sacia tu hambre y te conviertes en la mujer extraordinaria que sé que serás.

Y ella le prometió en silencio que así sería.

También le pidió un gran favor y que no se lo contara a nadie.

Después de esa tarde, el equipo de voleibol tenía un partido amistoso al que Umiko fue para ver cómo les daban una enorme paliza a los del Karasuno. Faltaban los demás chicos de primero y se notaba, pero aún así, ninguno se daba por vencido. Lo más interesante que había pasado después de ese partido fue que Tanaka se había rapado la cabeza.

Ah, y que Umiko había empezado a recibir notitas anónimas, otra vez. Pero eso no se lo contaría a nadie. Al igual que tampoco le había contado a nadie que las chicas de su clase la habían acorralado en el baño en uno de los descansos para, según ellas, pedirle amablemente que dejara de ser amiga de Kinoshita.

A la rubia le había cogido por sorpresa, porque no era como si ella y Kinoshita pasaran mucho tiempo juntos, pero al parecer, a una de las chicas le había empezado a gustar el chico y se sentía tan insegura teniendo a Umiko tan cerca de él, que lo mejor que se le ocurrió fue amenazarla con su grupo de amigas de la clase.

A este paso, ya podían ponerse a la fila y unirse a Shirogani en su vendetta personal junto con las animadoras.

Pero Umiko decidió pasar por completo del tema, asegurándoles que ella no veía a Kinoshita ni a ningún chico de esa forma. Para ella, Kinoshita era un amigo y nada más y si tenían un problema con eso podían hablarlo directamente con los cerdos, porque les había mandado a la mierda.

—Ay, pelón —se burlaba Umiko de Tanaka. Estaban en el receso sentados en unas mesas comiendo con Sakura y Nishinoya. —Creo que de tanto verte ya hasta me resultas mono.

—No te burles de él Umiko, que se lo va a creer de verdad —habla Sakura, pasando la página de un libro. —¿No ves que no es muy listo?

—Pero mira que puedes ser toda una borde —rueda los ojos Umiko.

—Sakura puede ser todo lo borde que quiera conmigo, no me importa. Soy un hombre que puede con todo.

—Menos con estudiar —le recuerda Sakura. Esta vez, Umiko no pudo evitar reírse porque le había hecho gracia. A veces su hermana tenía un sentido del humor un poco raro, pero acertaba.

—Hola chicas. Tanaka, Nishinoya —les saluda Ennoshita. No iba solo, Narita y Kinoshita estaban con él y parecían estar muy serios. —Vamos a las máquinas a por algo de beber ¿queréis algo, chicas?

—¡Una lechita de fresas, por favor! —le pide Umiko.

Los chicos de primero se dirigen al otro lado del patio, dejando a las chicas solas. En ese momento, un grupo de chicas demasiado escandalosas para ser sutiles, pasan por delante de la chicas y empiezan a mirarlas mal, sobre todo a Umiko. La chica simplemente las mira como si fueran peste y luego las ignora.

—¿Ha pasado algo? —quiere saber Sakura.

—No. Nada. ¿Qué iba a pasar?

—Mira que eres mentirosa —niega con la cabeza la pelirroja. —¿Te crees que no me iba a enterar que algunas chicas de primero te han puesto una diana en la espalda?

—No es nada. Haz como yo e ignóralas.

—¿Qué has hecho esta vez?

—Joder, tú también con lo mismo —se queja Umiko, llevándose las manos a la frente para masajearse la cien y no perder los papeles. —Que yo no he hecho nada. Al parecer, a una de ellas le gusta Kinoshita... pues ya tú te imaginarás el resto.

—Bueno, intenta que no nos tengan que cambiar de escuela superior esa vez, que no es bueno para mi expediente.

Umiko mira a su hermana como si le hubiera salido una segunda cabeza.

¿Hablaba en serio?

Por otro lado, Akira estaba bastante tranquila yendo a buscar a alguno de sus amigos, a los cuales vio a lo lejos en el patio al aire libre, el que estaba la lado del campo de futbol y atletismo. Pero entonces la agarran de un brazo con fuerza y tiran de ella.

—¿Qué demonios haces, chimpancé? —se encara la chica a Sotawa, forcejeando con él para que la suelte.

—No, la pregunta sería qué demonios haces tú —le grita a la chica, a pocos centímetros de la cara y sin soltarla del brazo. —¿Cómo te atreves a amenazar a Himeko? ¿No tuviste suficiente cuando le rompiste la nariz? ¿Quieres que te expulsen de nuevo?

—Pues entonces dile a tu noviesita que no se acerque a mi hermana. Parece una loca obsesionada por ser ella... o por ella. Cuidado, a lo mejor le dejan de gustar los monos como tú y se cambia al bando de las chicas.

Sotawa se ríe sin ganas y la agarra de la cara con su mano suelta con brusquedad, sin soltarla del brazo. Le ponía de los nervios que ni siquiera así la chica sintiera una pizca de miedo, le hervía la sangre al ver que ni se inmutaba ante su presencia, que pensara que era tan patético como un niño. Entonces la aprieta con más fuerza para ver si gimotea de dolor, pero ella seguía como una estatua.

—No te creas la gran cosa, mierdecilla —le advierte él. —Solo porque tengas un cinturón más que yo, el cual seguro que te han dado por ser la niña bonita de papá, no significa que me puedas hablar como te dé la gana.

—Quítale las manos de encima.

Sotawa mira por encima de la cabeza de Akira y ve a un chico de pelo gris con un semblante muy serio. Detrás de él habían otros dos chicos, uno de coleta agarrando al otro.

—¿Por qué no te metes en tus propios asuntos y nos dejas charlar en paz? —le responde Sotawa.

—Para hablar con ella no hace falta que la toques —añade, dando dos pasos más hacia ellos. Akira podía notar su presencia a su espalda. Estaba a punto de girarse y decirle que no necesitaba su ayuda, que podía defenderse solita, pero se detuvo en cuanto se acercó más a ella, casi tan cerca como para rozarla. Extendió su brazo y le agarró la muñeca a Sotawa con fuerza para que la soltara.

Era la primera vez que alguien la defendía.

Aunque Akira nunca se había dejado defender por nadie porque no le había hecho falta, jamás la habían defendido cuando se peleaba con los demás. Nunca.

—Mira...

—Y por supuesto que ella es asunto mío.

El peligris alejó de un ligero empujón al chico, logrando que soltara a Akira. Él seguía detrás de ella, ni si quiera le había visto. Akira no se atrevía a mirarle ni por encima del hombro. Estaba aturdida, confundida y nerviosa por lo último que había dicho.

Por todo.

—Vaaaaya, ¿te has echado novio? —pregunta burlón a la chica, ignorando por completo al peligris. —Y yo que pensaba que te gustaban las chicas.

—Mira, niñato, ni ese que está ahí detrás al que están agarrando ni yo vamos a dejar le pongas las manos encima a nuestra amiga. Me da igual la mierda de cinturón que tengas, no la vuelvas a tocar.

Sotawa aprieta los dientes y los puños. Cuando ve por el rabillo del ojo que Hatoyama también se había dado cuenta de que había escándalo e iba a ir hacia donde estaban ellos, decidió dejarlo así. Por el momento.

—Ya nos veremos en el club.

Sotawa se va dando patadas al suelo al caminar bajo la atenta mirada de la chica, que en ningún momento había dejado de mirarle como si fuera algo que destruir.

—¿Estás bien? —se le adelantó Sawamura al lograr que Azumane le soltara, pero Akira no les respondió.

Sugawara alzó la mano y con mucha delicadeza levanta el rostro de Akira para darse cuenta de que el tipo le había dejado marcas rojas de su agarre tan brusco, así que seguramente también las tendría en el brazo. ¿Por qué no habría pedido ayuda? ¿Por qué simplemente se había quedado ahí parada, sintiendo dolor, sufriéndolo en silencio como si no pasara nada? ¿Por qué siempre iba de chica dura y se metía en más problemas que Nishinoya y Tanaka?

—¿Por qué demonios te has metido?

Y ahora ella era la depredadora feroz y Sugawara la presa que iba a ser cazada y devorada.

—Imagino que no te gusta que te saquen de apuros —dice sin más. —Pero a mí tampoco me gusta ver cómo te metes en líos, aunque sepas salir de ellos tú solita. Como ya le dije a ese niñato, eres mi amiga y si puedo evitar que te hagan daño, haré lo que sea necesario.

Sugawara se cruza de brazos, frunciendo el ceño mientras mira a la chica. Los otros tres se habían quedado en silencio. Sawamura era el que tenía la fama de ser terrible cuando se enfadaba, porque era una persona que solía ser muy amable.

Pero... cuando Sugawara se enfadaba...

Y al pelo gris le ponía de los nervios que Akira se metiera constantemente en líos y que ese idiota la tomara con ella, dejándola llena de marcas sobre su cuerpo solo porque podía salirse con la suya en las clases de artes marciales.

Cómo desearía que a la chica le gustara más otra cosa que no fueran las artes marciales.

La mirada feroz de Akira fue desapareciendo poco a poco, para sorpresa de todos.

—Bueno. Gracias. Aunque la verdad, eres un idiota. Él podría haberte partido algo ¿lo sabías? Es cinturón amarillo, así que podría hacerte puré.

—Vaya forma de dar las gracias, enana —se burla él. —¿Para qué quiero enemigos si te tengo a ti de amiga?


◦ ◦ ◦



Las vacaciones de verano se acercaban y Sakura realmente se pregunta que estaba haciendo con su vida.

Por mucho que insistiera... por mucho que se esforzara... iba a tener que presentarse a la Feria con un robot de mierda que ni siquiera funcionaba. Y tampoco tomaban en cuenta sus aportaciones sobre el robot por ser la de primer año.

Iba a morirse de la vergüenza si sus padres venían a verla desde Estados Unidos, por eso les había llamado, suplicándoles que no vinieran ese fin de semana, que no perdieran el tiempo para que la vieran hacer el mayor ridículo de la historia de los ridículos. Y mira que, según ella, era difícil hacer más ridículo que el que pasó su hermana Umiko delante de su mayor crush.

Encima ya se había corrido el rumor de que las chicas venían de una familia con mucho dinero, pero por suerte, nada sobre que su padre era el famoso ojeador deportivo Ōhagi ni que su madre era modelo en Estados Unidos. Y como era obvio, había vuelto de nuevo el famoso apodo de las supernenas que le habían puesto tiempo atrás.

—Sigo sin entender ese mote que os tienen —comenta Sawamura. Hasta los seniors de segundo y tercero se habían enterado.

Akira estaba sentada con los de segundo mientras se comía un bollo chino.

—Mmh, eso es porque Sakura es la lista, Umiko la bonita y yo la fuerte. Tres niñas millonarias que lo tienen todo, así que juntas forman... las supernenas —canturrea irónico lo final.

—Pero eso no tiene sentido —ladea la cabeza Sugawara. —Tú también eres lista y bonita, Umiko no es solo bonita y Sakura no es solo lista.

—Ya, pero Sakura es un poco antisocial y no la puedes despegar de los libros o evitar sus comentarios de sabionda, Umiko siempre se preocupa en exceso por su apariencia física y en ser amable, aunque no veas el genio que se trae cuando se enfada. Y yo... bueno, ya les dije que en la escuela media todo el mundo me tenía miedo, como siempre discutía con Sotawa y llegábamos a las manos, pues...

—¿Y no te olvidas de a la niña a la que le rompiste la nariz? —le pregunta Sawamura.

—¿Akira le rompió la nariz a alguien? —pregunta una de las chicas de voleibol, que se habían acercado junto con otros de segundo y tercero.

Akira intenta no sonreír, porque sabe que eso no esta bien, pero no podía evitar sentirse algo orgullosa al recordar como de un puñetazo le había roto la nariz en mitad del pasillo. Las dos semanas de expulsión merecieron la pena.

—Detalles —comenta ella, queriendo dejar por zanjada la conversación.

—¡Con esa motivación te quiero ver hoy, Akira! —le pide Hatoyama, chocando las palmas antes de sentarse en el suelo con los demás.

—¿Tienen algo importante hoy? —quiere saber Sasaki, mirando al chico con intriga. Era tan evidente que a la chica le gustaba Hatoyama, pero aunque él ya había dejado claro sus sentimientos hacia ella, ella negaba completamente sentir algo por él.

Tal vez si hablaba con su hermana Umiko se podría enterar de algo más, ya que ella tenía más confianza con las chicas que con los chicos del voleibol.

—Hoy tenemos combates amistosos con otra escuela superior, así que usaremos los gimnasios grandes —comenta Akira, super animada.

—Vosotros tenéis super fácil poder tener prácticas amistosas —suspira Sawamura, —a nosotros nos está costando horrores conseguir alguno para practicar.

—¿Y por qué no usáis el apellido Ōhagi? —pregunta Akira, como si fuera la solución a todas sus respuestas. —Mi padre es ojeador deportivo, seguro que desde que sepan que Umiko está en el club...

—¿Tu padre es ojeador deportivo? —pregunta Michimiya.

—¿No lo sabíais? —se extraña la chica. —Con todas las cosas que se dicen por ahí de nosotras, pensé que ya lo sabrían.

—Y lo sabemos —asiente Sugawara. —Pero no pensamos usarlo.

—¿Por qué no? Estoy segura que conseguiréis mas partidos si...

—Porque Umiko es nuestra amiga y no vamos a hacer nada que la haga sentirse incómoda —sentencia Sawamura.

Akira frunce el ceño. No sabía que su hermana intentaba mantenerlo en secreto, pero iba a ser un poco difícil ahora, desde que las chicas de su curso hablaban mucho de ellas.

—Si a Umiko le pasara algo raro... ¿me lo diríais verdad? —le pregunta la chica directamente a los tres de segundo de vóley. Estos la miran sin entender, pero asiente.

—Pues claro que sí, terreneitor —se burla Sawamura.

—A ti no te ocultaríamos absolutamente nada, enana —añade Sugawara, acercando a la chica hacia su cuerpo para rodearla con el brazo y despeinarla.

—Aún me cuesta mucho entender como sois capaces de ignorar que Akira es más como un demonio que un osito le peluche —frunce el ceño Azumane.

—Eso es porque tú eres un cagao, Isahi —se burla Sawamura.

Ōhagi Akira nunca había sentido lo que era la impotencia hasta esa tarde. Esa emoción se fue instalando poco a poco en ella, extendiéndose por todo su ser hasta que se convirtió en rabia, una rabia que la estaba consumiendo poco a poco.

Ni todo el corrector del mundo que su hermana puso sobre sus moretones iba a poder taparlos, así que decidió ir con una sudadera con gorro a clase y el pelo hacia un lado, cubriendo parte de su rostro. Pero por suerte, ya solo quedaban un par de días para las naciones de verano.

La chica estaba con sus auriculares puestos en el primer descanso, acostada sobre su pupitre. Nishinoya no había dicho ni pio cuando la vio con la cara llena de hematomas, pero así que había corrido para avisar a Tanaka y a los de segundo. El chico quería saber qué había pasado.

En el segundo descanso, los de segundo habían ido con los de tercero de marciales para enterarse de lo que había pasado con Akira, puesto que los que estaban en segundo del club tampoco sabían nada.

—¿Que Akira está llena de moretones en la cara? —pregunta Hatoyama, levantándose de su silla para salir de la clase con los de segundo detrás. —Nadie la golpeó en la cara ayer —les asegura, andado lo más rápido que podía hacia las escaleras para llegar al piso de los de primer año.

Cuando llegaron a la clase de Akira, ella no estaba. Y Nishinoya tampoco.

—No vino su profesor —comenta Umiko, acercándose a ellos porque los vio pasar a todos desde su clase. —Han ido a por algo de comer porque van a tener la siguiente clase libre.

—¿Qué le ha pasado a Umiko? —le pregunta Sugawara. —¿Donde está?

—¿Quién fue? —le pregunta Sawamura.

Umiko suspiró.

—Dejadlo estar. Kira está muy enfadada ahora mismo y lo último que necesita es que vayan a rescatarla.

—Me importa una mierda —le asegura Sugawara. —¿Dónde está?

La protagonista en cuestión aparece saliendo del baño de las chicas con dirección a la fuente de agua, remangándose las manos y quitándose el gorro de la sudadera. Los de primero, que también se habían unido, no habían visto los moretones de los brazos ni el enorme ojo morado que traía ese día y se quedaron estáticos.

Akira terminó de beber y se pasó la mano por los labios, quitándose lo poco que le quedaba de pintalabios que cubría otro golpe feísimo con un corte. Se bajó las mangas y decidió ir a clase hasta que se dio cuenta de que sus amigos estaban ahí, mirándola.

La pelinegra no sabía que le dolía más, si los moretones o la mirada llena de pena y compasión de sus amigos, como si fuera un animalito abandonado y herido en mitad de la calle que necesitara ayuda.

Y entonces se giró sobre sus talones y se fue, alejándose de la escena.

—Ni lo penséis —les advierte Umiko a los tres de segundo cuando nota que quieren ir hasta la chica. —Dejadla.

—No lo pienso dejar —le asegura Sugawara, seguido de Sawamura. —Akira —la llama, pero ella lo ignora. El pelo gris gruñe, empezando a trotar junto al castaño para alcanzarla. —¡AKIRA!

—¿Qué mierda queréis? —les grita, en mitad del pasillo, donde todos y no solo los amigos de ellos les oían.

—¿Qué mierda ha pasado?

—Nada.

—¿Nada? ¡Tu cara no dice lo mismo!

—¡Pues no la mires!

Sawamura veía a esos dos pelear, cómo se gritaban cada vez más, como incluso se acercaban cada vez más al otro.

—¡Es imposible no mirarla cuando la tienes toda llena de golpes! ¿Quién ha sido?

—¡Eso a ti no te importa! —le grita.

—¡Sí que me importa!

—¡Oh, vaya! ¡Te importa! ¿Te importaría también si fuera Daichi? ¿O solo te importa porque soy una chica?

—¡Me importa porque eres mi amiga! ¡Me importa una mierda que seas un chico o una chica! ¡Lo que me importa es que eres mi amiga y me preocupo por ti!

—¿Ah si? ¿Pues por qué no te preocupas cuando tus amigos de vóley están llenos de hematomas por la pelota, eh?

—¡No es lo mismo!

—¡Sí es lo mismo!

—¡No es lo mismo tener hematomas por entrenar que te golpeen a sabiendas, Akira!

—¿QUÉ ES TODO ESTE ALBOROTO? —gritó el subdirector, acercándose a los tres chicos del pasillo. En cuento vio a Akira se escandalizó al verla llena de golpes por toda la cara. —¡A MI DESPACHO LOS TRES!


◦ ◦ ◦


Los tres habían sido castigados a limpiar después de las clases, por lo que los tres perderían un par de horas en las que podían haber estado entrenando.

Así que ya era oficial: Akira había declarado la ley de hielo hacia sus dos amigos de segundo.

El humor de la chica fue de perros en lo que quedaba de clases hasta llegar las vacaciones de verano. Por suerte, solo fueron unos días de castigo y Akira pudo centrarse en entrenar e ir al club sin tener que ver a ninguno de sus amigos.

En cambio Umiko...

—¿Entonces sigue enfadada? —le pregunta Michimiya a la rubia. Ese día, Umiko estaba jugando con las chicas a un partido de voleibol, porque, sorprendentemente, no se le daba del todo mal. Las chicas necesitaban una ayuda y Umiko no se negó ya que los chicos no la necesitaban en ese momento.

El tema de lo que le pasó a su hermana también era algo muy sensible para la rubia, porque, en cierta manera, se sentía culpable. Sabía que tenía que contárselo tarde o temprano, pero prefería guardarse el secreto un poco más hasta que tuviera que afrontar las consecuencias.

—Sí —respondió sin más.

—Yo la entiendo —comenta Aihara, colocando la pelota antes de que Michimiya la golpeara. —Yo me pondría igual o peor si alguien se me pone como Suga se puso. Ni que fuera su novio.

—¿Tú crees que se gustan? —pregunta Sudō.

—¿Suga? ¿Gustarle una chica? —se burla Aihara. —Por dios, esos chicos no piensan en otra cosa que no sea voleibol.

—Pues yo creo que harían una bonita pareja —comenta Michimiya. —¿No lo crees, Miko? —le pregunta.

—No lo sé —responde, rematando y marcando punto. —Ni si quiera sé si a mi hermana le gustan los chicos.

—Tenéis una relación un poco rara —Michimiya. —A veces no sé si sois hermanas o enemigas mortales.

—Lo dirás por ellas, porque mi Umiko es un solecito precioso —canturrea Aihara, pasándole los brazos por encima a la chica para jugar con su pelo.

Umiko rueda los ojos.

—Ojalá fuera algo más que una cara bonita —se queja la chica, sacando con fuerza y anotando punto.

—¡Oye! ¡Claro que eres más que una cara bonita, Miko! —se queja Aihara, cruzándose de brazos. —¿¡Quien te ha dicho esa tontería de que solo eres una cara bonita que le meto!? ¡Nadie se mete con mis amigas!

Y así había pasado las vacaciones de verano, las cuales fueron como un respiro de aire fresco para Umiko, aunque tuviera que encontrarse de vez en cuando con las animadoras. Ya era oficial que todas las animadoras la odiaban, inclusive las seniors.

Tras el primer descanso, se fue al baño de las chicas y al volver se encontró con tu cuaderno lleno de notas anónimas pegadas con palabras como: puta, zorra, niña mimada, o muérete.

Pero no había rastros de ninguna nota aterradora.

Umiko miró a las chicas de su clase, las cuales cuchicheaban y se reían mirando para la chica.

En ese preciso momento se dio cuenta de que no importa cuanto de amable tenía que ser, todas esas chicas la iban a odiar por ser bonita, cosa de la que ella no tenía culpa ninguna. ¿Qué culpa tenía ella por ser bonita y querer ser amable con los demás? No habían segundas intenciones, ella creía ciegamente en que tratar bien a las personas era un acto de humanidad que se necesitaba siempre, porque nunca sabemos por las clases de demonios o pesadillas por las que pasaban los demás.

Y ella lo sabía bien porque la atormentaban los monstruos muy a menudo.

—¿Ocurre algo? —le pregunta Kinoshita.

Umiko cierra su cuaderno rápidamente y lo mete en su mochila.

—No, nada —responde, con la misma sonrisa de siempre.

—¿Estás segura?

—Siiiiiii —canturrea. —¿Y tú? —lo mejor era proyectar.

—Bueno... me preguntaba si... —Umiko se giró, mirándole. ¿Qué le pasaba a ese ahora?

—Suéltalo ya, anda.

—¿Crees que... los chicos se enfadarán si volvemos a vóley?

Umiko le mira como si le hubiera salido tres cabezas al chico. Sabía que se refería a él, Ennoshita y Narita, pero lo que no entendía era la pregunta.

—¿Tú eres tonto?

—¡Oye! ¡Sin insultar!

Umiko coge el libro que Kinoshita tiene en la mesa y empieza a darle golpes con él, mientras que él usa los brazos como escudo.

—¿Cómo crees que se van a enfadar? —le pregunta al terminar de golpearle.

—Es que... como dejamos de ir durante mucho tiempo.

—¿Y cuál es el problema?

—No sé —se rasca de la nuca, —nos sentimos un poco culpables.

Umiko ladea la cabeza y su mirada se suaviza.

—Es normal que a veces te canses de hacer algo, incluso cuando te gusta mucho. Incluso te puede dejar de gustar para siempre y no pasa nada malo. ¿O tú te crees que a mi me gustan los peluches de felpa todavía?

—¿Te gustaban los peluches de felpa?

—No hagas preguntas estúpidas cuando estamos teniendo un momento emotivo, Kinoshita.

—Perdón.

—Perdonado. Recuérdame golpear a los otros dos.

—Obviamente, no voy a ser el único tonto que recibe —Umiko se ríe y niega con la cabeza. Ambos guardan silencio cuando ven que entra la profesora de inglés a clase.

—Tus hermanas se equivocan —dice rápidamente. —Es una pena que no se den cuenta de lo inteligente que eres y no vean más allá de tu cara bonita.

—¿Crees que tengo la cara bonita? —canturrea burlona.

—Cállate —le responde, tímido y avergonzado.

Entonces Umiko se pone muy seria, algo raro en ella.

—Gracias por darte cuenta —le responde, mirando a la profesora escribir algo en la pizarra.

—De nada.


◦ ◦ ◦



Al llegar al final de la semana, Sakura quería pegarse un tiro.

Tenía que ir a la Feria de Ciencias sí o sí a hacer el ridículo más grande de su vida. Seguramente no iba a poder entrar en la mejor universidad de Japón por la mancha que esa feria le dejaría en su expediente académico.

Iba sentada en el asiento del medio de la parte de atrás, vestida de negro, con su tarjeta identificativa y una gorra... para evitar que la reconocieran de otras escuelas superiores.

Sus dos hermanas iban a cada lado y no se atrevieron a abrir la boca en todo el trayecto en coche, el cual era de horas, en cuanto se dieron cuenta de que su hermana no estaba leyendo algún libro.

Sakura estaba mal, pero mal mal.

Umiko pensó que lo mejor que podía hacer era ponerse a ver los partidos de voleibol que su padre tenía grabados, así que cogió el DVD portátil con pantalla para verlos.

La verdad es que, que sus padres decidieran ignorar que Sakura les pidiera que no viniera a la Expo le vino de perlas justo para eso. Habían venido ese fin de semana única y exclusivamente a apoyar a su hija Sakura en lo que ella llamaba el mayor desastre de su vida.

Cuando llegó y se juntó con los del Karasuno, intento mantenerse lo más callada y oculta posible. ¿Por qué pensaban que llevar un robot, QUE NI SIQUIERA FUNCIONABA, era una buena idea?

—Parece que no soy el único que tuvo la idea de pasar desapercibido en este desastre bochornoso.

Kaito también llevaba una gorra que le tapaba su pelo rubio y se había ocultado en el mismo panel que la chica para que no la vieran ahí. Estaban obligados a ir, así que esa era la mejor idea que tuvieron.

—No hay que ser muy listo para llegar a esta conclusión.

Kaito rechista. Intentaba sacar bandera blanca y enterrar el hacha de guerra, pero la chica se lo ponía muy difícil.

—Tengamos una tregua.

Sakura frunce el ceño. De Kaito Takaaki podía esperarse cualquier cosa, menos eso.

—¿Qué has dicho?

—Mira, a mí me hace la misma gracia que tú tener que cooperar contigo, pero es la única manera que estos pardillos nos dejen hacer algo. Nuestro coeficiente intelectual junto es más que el de todos estos, si trabajamos juntos en algo para la feria del próximo año, seguro llegaremos a la Expo. Además, estaremos en segundo, por lo que los panolis de tercero se irán y encontraremos la forma de meternos a los que pasan de curso al bolsillo.

Sakura se cruza de brazos y le mira como si estuviera esperando que pasara alguna reacción química en él, pero no parecía combustionar.

No era una mala idea.

A ella no se le habría ocurrido antes porque antes se cortaba las venas que tener que rebajarse a colaborar con él, pero, tras el bochorno que estaban pasando ahora mismo, no dudó en aceptarlo: de entre todos los monos, él era el mono más listo.

—Trato hecho —le responde ella, sacudiendo la mano con la de él. —Joder, que ganas de perderme de aquí —se queja antes de dirigirse hacia donde estaba el profesor, el cual no la había oído quejarse. —Ahora que ya han visto al robot ¿puedo ir a ver los demás proyectos, profesor?

—Sí, Ōhagi, puedes irte.

Los padres de las hermanas habían dado una vuelta por el recinto para ver todos los proyectos que se presentaban mientras que sus hermanas habían dado una vuelta para ir a investigar sobre la comida, pero ya les mandaría un mensaje cuando se dieran cuenta de que no estaba en su mesa.

No había tanta gente como esperaba, al ser simplemente una especie de concurso donde solo se elegirían a los mejores institutos de la zona, era más probable que asistieran a la Expo. Así se ahorraban ver la basura de proyectos como el de su club.

Ni siquiera se dio cuenta en que mesa se paró, pero el artilugio que más le había llamado la atención estaba ahí, delante de ella, y no tenía ni idea de para qué servía, pero estaba fascinada intentando averiguarlo.

—¿Quieres que te lo enseñe?

Los ojos de Sakura brillaron ante la pregunta de la chica que tenía delante. Esta, al ver la reacción, también se emocionó.

—Sí, por favor.

Ōhagi Sakura nunca pedía por favor.

¿No sería ella a caso a la que le gustaban las chicas y no lo sabía?

—¿Sabes lo que es un ultrasonido? —Sakura asiente con la cabeza. —Bien, estamos intentando hacer algo parecido solo para el cerebro de momento, por eso la forma de casco, pero lo queremos hacer más pequeño y con menos cables —parecía un gorro de ramas con chips incrustados y muchos cables. La chica le quita la gorra a Sakura y se lo coloca.—La idea es que se pueda proyectar a tiempo real. También nos gustaría que funcionara para el resto del cuerpo, ya sean en órganos o huesos, por ejemplo, sin la necesidad de maquinarias enormes que tienen radiación. Ayudamos a la humanidad y también al medio ambiente —la chica aprieta un botón al terminar de colocarle el casco. —Todavía no hemos conseguido mucho, pero... como dice uno de mis mejores amigos, el que persevera alcanza —se ríe, —Mira la pantalla.

—¿Ese es mi cerebro? —pregunta la chica, abriendo la boca sorprendida.

—Bueno, no estamos muy muy seguros. La intención es lo que cuenta. Además, se ve muy oscuro todavía. La verdad sería más útil si pudiéramos tenerlo proyectado en...

—O mejor en un holograma —la interrumpe, acercándose a la pantalla. —pero tridimensional, así permitiría poder moverse y verse desde todos los ángulos y no solo en plano. En tridimensional y a tiempo real se podría captar cualquier anomalía al segundo y buscar soluciones mucho más eficaces. Esto, junto a una impresora en 3D podría suponer un avance increíble en ciencia, pero sobre todo en medicina. Es algo realmente brillante... aunque la ciencia médica no es lo que más me apasiona, esto es realmente...

—Ey, ¿qué tal va mi chica favorita que ha conseguido entrar en uno de los puestos para la Expo?

Sakura deja de mirar a la pantalla para ver a un chico pelinegro de un metro ochenta al menos rodear con su brazo a la chica que le había colocado ese aparato en la cabeza. Si tan solo se le ocurriera acercarse a la pelirroja, estaba segura que se sentiría diminuta en comparación a él. Este despeina a la chica, recibiendo un manotazo de ella, lo cual empieza en una pelea entre los dos.

Sakura observa la interacción de esos dos en silencio. Ladea la cabeza y siente que empieza a salivar más de lo normal y que su respiración se acelera. Se relame los labios y traga saliva. ¿Se le había acelerado el pulso? ¿Por qué quería dar un paso hacia ellos y formar parte de lo que pasaba? ¿Por qué necesitaba tanto sentir el contacto humano de otra persona?

De pronto, el aparato hace un ruido y eso despierta a Sakura de su ensoñación.

La pareja paran y miran a la máquina y luego a la pelirroja.

Por primera vez, Ōhagi Sakura no se sentía invisible ante la mirada de esos dos, y por alguna extraña razón, no sabía si le gustaba o no. Eso la ponía más nerviosa y hace que se sonroje, como si la hubieran pillado haciendo algo muy malo.

La chica ladea la cabeza y se acerca a la chica.

—Parece que algo te ha gustado mucho —comenta la chica, ayudándola a quitarse el casco científico.

—Sí, bueno, es que... cuando mi cerebro capta algo que le gusta mucho entra como en una especie de bucle y me emociono más de lo que debería. Mis hermanas dicen que eso me hacer ser muy...intensa.

—¿Ah sí? —se interesa la chica. Esta se apoya en la mesa y se muerde los labios viendo a la chica nerviosa. Le resultaba muy tierna. —¿Y qué o quien te ha gustado tanto para entrar en bucle?

Su cerebro empezó a ordenarle que no mirara al chico, porque se darían cuenta.

—Esto...

—¡Bombón! —salvada por la campana. O mejor dicho, por su padre.

—Oh, papi —le saluda ella. La pareja observa como la actitud nerviosa de la chica cambia a una más serena, como si al ver a su padre se sintiera mágicamente segura. Se veía realmente tierna. —¿Qué pasa?

—¿Y tus hermanas?

—Fueron a buscar un lugar para comer. ¿Por qué?

—Ya salió el listado de los que van a la Expo. Lo siento mucho, bombón —le dice él, dándole un beso sobre su pelo y abrazándola de lado.

—No lo sientas, papi —le responde ella. —Nuestro proyecto era una basura. Yo solo vine porque me obligaron y porque podía ver otros proyectos. Mira este papi. ¡Es super guay! Te colocas esto en la cabeza y puede salir tu cerebro a tiempo real. Bueno, no ahora, porque esto es un prototipo, pero es una idea increíblemente buena.

—¿De verdad? ¿Pero como funciona?

—¿Recuerdas en Anatomía de Grey ese aparato grande donde metían a la gente?

—¿Las máquinas que hacen los escáneres?

—Sí, se llaman TC. Este aparato intenta hacer lo mismo, pero sin toda esa radiación y sin necesidad de tener máquinas tan grandes. ¿Pero te imaginas esto... —señala a la pantalla, —en un holograma tridimensional?

—¿Con tridimensional te refieres a 3D? ¿Cómo en las películas?

—Ammm, parecido, pero mejor. Muchiiiiiiisimo mejor.

—Wow, es realmente inteligente. ¿De qué escuela superior sois? —le pregunta su padre a los chicos.

—Del Nekoma —responde el chico, pues su amiga no le quitaba los ojos de encima a la chica pelirroja y no prestaba atención a nada más.

—¿Dijiste Nekoma? —le pregunta Sakura, dejando de mirar el aparato y mirando al chico directamente. —Papiiiiiiiiii, yo quiero ir al Nekoma —le suplica la chica, haciéndole un puchero a su padre.

—Ya lo hablamos en su momento. Tú y tus hermanas iríais a la misma escuela superior.

—Pero no es justo, papi. ¿Cómo vas a dejar mi futuro académico en manos de un piedra, papel o tijeras contra mis hermanas?

—Lo siento bombón. Ya lo sabes, convence a tus hermanas.

—Sí, pues como no nos expulsen a alguna, no sé yo si... —entonces el chico pelinegro vio como el rostro de la chica se había iluminado por completo, como si hubiese tenido la más brillante de las ideas.

—Ni lo pienses bombón —le dice su padre, conociendo a su hija. —A la que expulsen otra vez, se va a un internado militar.

La chica resopla, poniendo morros y colocándose las gafas.

—Perdón, señor —interviene el pelinegro. —Creo que me suena de algo, pero no sé de qué.

—Oh... —mira al chico su padre. —¿Practicas algún deporte?

—Voleibol. Me he convertido en el capitán recientemente, señor.

—¡Anda! ¡Felicidades, chaval! —le felicita. —Puede que sepas de mí por mayores. Soy un ojeador deportivo, Ōhagi Kitazawa.

—¡Usted era jugador de futbol! Tuvo una lesión muy grave en la universidad y decidió dedicarse a buscar jugadores para formar buenos equipos para Japón tanto en futbol como en voleibol y baloncesto.

—Sí... —asiente el hombre, algo avergonzado de que le reconocieran. —La verdad es que después de esa lesión le cogí un poco de manía al futbol y por eso me dediqué a vóley y ahora estoy en Estados Unidos en el departamento de baloncesto.

—Eso dice él, pero en realidad está en Estados Unidos porque mi madre ha empezado a trabajar allí otra vez y él no es capaz de estar separado de mi madre más de un par de horas —le expone Sakura.

—¡Bombón! —la chica le sonríe de oreja a oreja, como si la cosa no fuera con ella. Frunce el ceño hasta que recuerda que llevaba un rato sin ver a su esposa y al recordárselo su hija, no podía evitar pensar en ella. —Bien, te dejo con tus nuevos amigos.

—Sí, papi —le responde ella, asintiendo con la cabeza. —Iros a comer tú y mami. Las chicas y yo nos vamos por ahí antes de volver.

—¡Vale, bombón!

La pelirroja se gira y mira directamente a la chica, que no había apartado los ojos de ella en todo ese tiempo.

—Me encanta tu escuela, tu club de ciencias y tu proyecto —dice la chica, realmente emocionada.

—¿De verdad? —le pregunta, ladeando la cabeza. —Pues a mí me encantas tú. ¿Te casarías conmigo si te lo pido ahora mismo?

—Bueeeeeno, creo que estás pasando mucho tiempo con los chicos últimamente —interviene el pelinegro. —Discúlpala, ella también se emociona mucho cuando ve que una chica bonita es también lista.

¿Ese pelinegro de metro ochenta acaba de llamarla bonita?

—Aburrido —se queja la chica. —¿De cual vienes?

Sabía a lo que se refería.

—Del Karasuno, con un robot de mierda que ni funciona —suspira la chica, rodando los ojos y deprimiéndose al momento de recordarlo.

—Uh ¿el Karasuno también es pésimo en ciencias? ¿Por qué será que no me extraña? —se burla el pelinegro. Su amiga le advierte con la mirada. No iba a dejar que ofendiera a la pelirroja bonita delante de ella.

—No sé a qué te estás refiriendo, pero sí, es penoso en ciencias —afirma la chica.

—¿Por eso querías ir al Nekoma? —le pregunta la chica, completamente hipnotizada. Aunque sabía que ella no era la única.

Kuroo Tetsuro no llamaba a cualquier chica bonita.

—Sí.

—¿De verdad que perdiste en el piedra, papel o tijeras? —se sigue burlando el chico, ladeando la cabeza y apoyándose en la mesa, justo como estaba haciendo su mejor amiga.

—No le hagas caso —interviene su amiga. —¿De qué curso eres?

—De primero —le responde ella. —¿Y vosotros?

—De segundo año. Me llamo Kozume Chihiro. Y este sabiondo es Kuroo Tetsuro, mi mejor amigo. Y mejor amigo de mi hermano pequeño, que esta en primero. ¿Y tu nombre pelirroja bonita?

—Ōhagi Sakura, pero dime Sakura porque tengo tres hermanas de mi misma edad y es bastante lío.

—¡SAKU! —chilla Umiko. —Por un momento me asusté al no verte con los del club, pero recordé que venía el Nekoma y vinimos corriendo. ¡Si no llegas a estar aquí, me esperaba lo peor!

—¿Y qué crees que es lo peor, hermanita?

—¡Que habías encontrado ácido sulfúrico y estabas quemando a gente! —la pelirroja siente que sus mejillas se vuelve rojas de la vergüenza. —Y bueno ¿qué? ¿El Nekoma mola?

—¡MOLA MOGOLLÓN! —se emociona la chica, dando un brinco y olvidándose que hace unos segundos se estaba avergonzando por sus amenazas científicas. Sus gafas se resbalan un poco y se las coloca bien de nuevo. —¡Chihiro me estaba enseñando en lo que estaban trabajando y es una verdadera pasada! No como la mierda de robot del Karasuno. ¡Me muero de envidia! Akira, del 1 al 10 ¿cuánto de enfadarías si me traslado de instituto?

—Pues te haré un moretón en la cara justo igualito al mío, para ir a juego.

—¡Qué horror! ¿Qué te ha pasado? Con lo bonita que eres tú también... —comenta Chihiro, frunciendo el ceño.

—Es que entrena artes marciales —le explica Sakura a la castaña. —Ellas son Akira y Umiko. Chicas, esta es Kozume Chihiro y él es Kuroo Tetsuro.

—¿Artes marciales? ¡Qué pasada! —se emociona la chica. —Aunque no mola ese golpe.

—Deberías de ver como está el otro —rueda los ojos Umiko. —Por cierto Saku, no hemos encontrado nada que me guste para comer.

—Ya te he dicho que no pienso seguir tu dieta de mierda de modelo de revista. Necesito alimentarme bien para estar sana y salvar el mundo ¿sabes? —le recuerda la pelirroja, poniéndose en su rol de hermana mayor sabionda.

—Sí, y yo necesito masa muscular. Pero es que no hace caso. Con las ganas que tengo yo de comerme algo bien rico y esta loca haciendo dietas estúpidas.

Umiko frunce el ceño.

—¡Pues se aguanta de la misma forma que yo me aguanto el no poder ir al Nekoma!

—Siempre puedes escaparte de casa —se ofrece la castaña. —Yo te recojo en la mía encantada, echo a mi hermano a la casa de este, que somos vecinos y todos felices.

—No te conozco, pero creo que me caes muy bien —comenta la rubia. —¿Chihiro, verdad? —la nombrada asiente. ¿Por qué eran las tres tan bonitas?

—Por qué no mejor empezamos por ir a comer —comenta el chico pelinegro. —¿Queréis veniros con nosotros y un par de chicos más?

El nuevo grupo formado por cuatro caminaba hacia el lugar donde la pareja del Nekoma habían quedado con otros amigos, que resultaban ser de otros institutos. Akira iba detrás hablando con Kuroo sobre los diferentes tipos de artes marciales y cómo ella se especializaba en karate y el kung fu, aunque también había entrenado taekwondo y jiu-jitsu, y que, conforme iba avanzando en cinturones, podría adentrarse en otros estilos de lucha más peligroso, como el boxeo o el krav maga.

Umiko iba con las otras dos chicas, que en realidad no hablaban de nada inteligente como ella se esperaba. Solo criticaban a los profesores que les daban clase. Sakura envidió mucho a Chihiro en ese aspecto, porque, supuestamente, los profesores de ciencias eran mejores, aunque al parecer también cometían fallitos de vez en cuando.

—¡Hey, hey, hey! ¿Qué pasa, pequeña?

—¿Qué fue, colega? —saluda Chichiro a un chico pelinegro con mechones blancos por todo el pelo. —¿Me has echado de menos?

—Yo siempre te echo de menos, pequeña. ¡Qué hay Kuroo!

—Vaya hombre, ¿has crecido un poquito? —se burla él. —¿O es el pelo?

—No empieces, Kuroo, que la vamos a tener —le advierte. —Pequeña, ¿qué tal esa cosa de ciencias?

—¡Genial! ¡Hemos pasado a la siguiente fase! También hice una amiga nueva que tiene dos hermanas encantadoras que también serán mis amigas. Son Akira, Umiko y mi favorita, Sakura. Chicas, estos dos son Bokuto Kotaro y Akaashi Keiji. Son más amigos de Kuroo que míos, pero bueno, es lo que hay.

—¡Oye! ¡Que me ofendes! Haces que me duela justo aquí, en el corazón.

Sakura frunce el ceño.

—No solo te has equivocado de lado, sino que el corazón está más para el centro ¿sabías?

—Saku, así nunca harás amigos —la reprende la rubia. —Discúlpala, a veces no tiene filtro y dice lo primero que se le pasa por la cabeza. ¡Esta niña!

—Es que a ella le da igual gustarle o no a los chicos, no como tú —la defiende Akira. A Sakura se le escapa una risita que intenta disimular, pero no puede. Umiko la mira como si le estuviera lanzando rayos láser con los ojos. Ya la tenían cansada con el temita.

—¡Quereis parar! Parecéis mis enemigas en vez de mis hermanas.

—Anda, llorona, vayamos a comer que me muero de hambre. Y tú también vas a comer. ¡Nada de dietas! —le advierte Akira.

Las tres chicas se adelantan y los demás se quedan atrás, mirándolas molestarse entre ellas y como Sakura se sube a la espalda de la pelinegra para que la lleve a caballito mientras que Umiko se ríe.

—Dejad de mirarlas como perros hambrientos, chicos.

—¿Hablas de nosotros o de ti? —responde Kuroo. —Estás que las desnudas con la mirada a las pobres.

—Es que son bellísimas. Madre mía, ¡como me gustan las mujeres!

—Eres mucho peor que nosotros, Chihiro.

—Eso es porque vosotros estáis obsesionados con eso de nada de chicas, novias ni mierdas por el voleibol. ¡Qué tontería! Un buen besito con lengua y seguro se les quita la bobería. ¡Ojalá yo pudiera!

El nuevo grupo de amigos, los cuales habían intercambiado los números todos, estaban comiendo muy animados, hablando de cualquier cosa. Siguieron hablando de las artes marciales, el voleibol y ahora estaban hablando de algo de ciencias.

—¡Es que por qué hablamos de eso, que no me entero de nada! —se queja Bokuto.

—Pues yo quiero saber lo que la nena rarita del Karasuno le gustaría poder hacer si tuviera la oportunidad de hacer posible lo imposible —comenta Kuroo. El pelinegro estaba sentado justo en frente de ella.

—¿Estás bromeando? —le pregunta la pelirroja.

—¡Claro que no!

—¿De verdad lo quieres saber?

—Claro, si no, no te lo había preguntado, bombón —la chica se sonrojó un poco al oírle usar ese mote con ella. Nunca pensó que un mote tierno que le habían puesto sus padres de pequeña le pudiera poner tan nerviosa cuando otra persona lo usaba.

Otra persona que resultaba ser Kuroo Tetsuro.

—Pues... la verdad nadie me lo había preguntado hasta ahora —intenta calmarse la chica, rascándose la cabeza.

—Eso es porque el resto de mortales se perdería después de dos palabras.

Sakura rueda los ojos a la rubia y vuelve a mirar a Kuroo.

—¿Sabes lo que es un reactor nuclear? —le pregunta al pelinegro.

—Algo. ¿Es lo que se encuentra en las centrales nucleares, no?

—Sí —asiente la chica. Sakura coge una servilleta y saca un bolígrafo de su bolso. —Las centrales nucleares son edificios enormes alejados de la civilización con forma de vasija por los que le salen como una especie de humo por arriba. Bueno, en realidad es vapor de agua, no humo, pero para que lo entendáis —aunque la explicación era para los demás porque el pelinegro sabía lo que era, Kuroo asiente, atendiendo a cada palabra que dice la chica. Sakura se colocas las gafas bien y le mira. —La función principal de las centrales nucleares es producir energía térmica para crear energía eléctrica. Para que esto ocurra se necesita de combustibles nucleares y elementos muy radiactivos, por lo que son muy peligrosos en todos los aspectos. Por mucho que el ser humano tenga cuidado, siempre hay riesgos.

—Eso suena horrible —frunce el ceño Kuroo.

—En mi puta vida lo había visto tan atento a alguien que le hablara de ciencia y sin interrumpir, porque es un listillo —susurra Chihiro por lo bajo a los demás, observando como esos dos interactuaban.

—Y lo es —asiente Sakura, dándole la razón a Kuroo. Ambos ignoraban que los otros murmuraban cosas de los dos. —La extensa longitud en la que hay que construir las centrales... la maquinaria tan pesada e inmensa y lo peor de todo, la radiación... no sé, cuando era más pequeña pensaba por qué el ser humano construía cosas tan nocivas que podían provocar la extinción o tortura de la humanidad, cosa que sigo pensando, y en uno de mis diarios encontré una especia de broma para mí misma que me dio una idea: crear un dispositivo que no necesitara de combustibles nucleares, que ejerciera como un reactor nuclear y que la energía que produjera fuese totalmente limpia. Y ya puestos a pedir, que fuera pequeño, como una caja de zapatos o... como la palma de la mano.

—Espera un momento... —interviene Chihiro. —¿Te refieres a crear un mini reactor nuclear de energía limpia?

—Ajá, y que tenga la capacidad de proporcionar energía a toda una ciudad y que no hiciera gastar al país millones.

—Pero Sakura, yo he leído algo de eso y es como ciencia a nivel Einstein o Hawkins.

—En realidad sería al nivel como de Marie Curie o Isaac Newton. Einstein y Hawkins pertenecen al mismo grupo que yo, el del 0,1% de superdotación intelectual de la población, pero esto es ciencia de nivel superdotación intelectual profunda y solo un 0,001% de la población pertenece a este grupo, entre ellos Curie y Newton. Si lograra desarrollar más mi inteligencia para poder crearlo, podría ganar un premio Nobel. No solo sería parte de la historia de la humanidad, sino que también la mejoraría y...

—Sakura... —la interrumpe Chihiro cuando se da cuenta de que la chica había empezado a hablar sin parar. —¿Cuál es tu coeficiente intelectual?

—Pues 150. ¿Por? —pregunta la chica.

—Joder. Tú no eres lista lista, tú eres superdotada.

—Chihiro está alusinando tanto que parece que se va a desmayar —se burla Kuroo.

—¿Por?

—Los que tienen ese coeficiente intelectual en el Nekoma ni le dirigen la palabra porque se creen superior a los que tienen uno de 129.

—¿Tienes un coeficiente de 129? —pregunta Akira. —Joder, qué tía. Yo ni de causalidad, vamos.

—Yo pienso que es un poco tontería —sigue diciendo Sakura. —Es decir, esta guay poder medir en cierta forma el conocimiento que tiene una persona, pero no es un numero realmente exacto. Depende de muchas variables y factores, y puede variar con el paso de los años. Creo que una persona puede volverse más lista o más tonta.

—¿Y por qué siempre me estás llamando tonta sin remedio ni solución? —se queja Umiko.

—¡Para que espabiles!

Después de comer, regresaron sin prisa al recinto de ciencias. Quedaban pocas horas para empezar a recogerlo todo, pero Sakura pudo ver más proyectos de distintos institutos. Obligada por Bokuto, fue con él y Kuroo a ver el de su instituto y acabó explicándoles a los dos qué era lo que habían montado. Sakura se dio cuenta de que pelinegro era bastante listo, pero, por alguna extraña razón, la dejaba explicarle absolutamente todo, aunque fuese la cosa más obvia.

Bokuto se perdio un poco, pues no entendía nada de todo lo que montaban por ahí. Además, quería ir a ver por qué Sakura se quejaba tanto del robot de su instituto. Según él, los robots molaban.

Al llegar Bokuto entendió exactamente a lo que se refería la chica.

—Es que para empezar —ya no iba a aguantarse más y lo criticaría todo. —Hay que tener claro que se necesitan elementos físicos como digitales, es decir, una especie programación que ejecute lo que quieres que el robot haga. Puede ser muy muy simple o compleja. Y para los elementos físicos se necesita mecanización, suministro de energía y una placa base que transmita la información digital al producto final. Si no se puede hacer eso, porque es muy avanzado, se podría haber hecho algo más rudimentario que no necesitara de placa, sino mecanismo conectados a un motor que generara movimiento, por ejemplo.

—¿Y por qué no les has ayudado? —le pregunta Bokuto.

—Es que... no le caigo bien a nadie.

—No le caes bien a nadie porque eres una insufrible sabelotodo mimada por papi y mami —interviene una de las chicas que estaba agachada y se levanta. Pero al ver a los dos chicos que acompañaban a Sakura, se pone nerviosa, sonrojándose de lo guapos que eran.

—¿Qué culpa tengo de ser lista? —se defiende la chica.

—Mira, listilla, a nadie le gusta que una bebé que nació en cuna de oro venga a enseñarle a sus seniors y profesores lo que ya probablemente sabemos. No eres tan lista como te crees. Solo has tenido suerte de tener una educación muy privilegiada por el dinero de tus padres.

Sakura rueda los ojos.

—Lo que digas.

¿Por qué se empañaba tanto en salvar al mundo cuando la mayoría de la población era así de desagradable? Lo mejor que podía pasar era la extinción de la humanidad.

—Ey, ahí están los demás. ¡Vamos! —se anima Bokuto, corriendo hacia el resto.

Sakura caminaba un poco más desanimada que antes. Mucho más. Y Kuroo se había dado cuenta de ello.

—Yo creo que eres excepcionalmente extraordinaria, bombón.



𝑡𝑜 𝑏𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑒𝑑 ...

bueno mis nenas como están?

declaro oficialmente a este capítulo como el capítulo más largo que he escrito nunca, HELP (no sé que me ha dado con los capítulos largos que últimamente los escribo muuuuucho)

qué les pareció el capítulo? debería publicar todos los lunes para empezar la semana bien?????? aiiiiiii

por una parte tenemos a umiko que le pidió un favor al director ukai... qué será? y lo de las notas anónimas??? y las chicas metiéndose con mi bb????? pero como apoya a kinoshita y los chicos >>>>

después tenemos a akira. que dios nos de paciencia con esta niña porque es un caso. SUGAWARA SIENDO SUPER CUTE Y NUESTRO PRÍNCIPE ENCANTADOR ANDANTE????? y daichi que también se agarra a madrazos con quien sea :( me da pena que akira se enfade jooooo

pero la protagonista, que no siempre lo es, sakura. KUROO LLAMÁNDOLA BOMBÓN?????? >>
es que es mi debilidad, les juro

no se olviden de votar y comentar.

LAS AMO HASTA EL INFINITO Y MÁS ALLÁ

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〘    𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !               
━━ 𝘩𝑎𝑖𝑘𝑦𝑢𝑢! 𝑏𝑜𝑦𝑠    〙
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