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⁰⁹ ˑ 𝘭𝘪𝘵𝘵𝘭𝘦 𝘴𝘵𝘢𝘭𝘬𝘦𝘳





𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
⁰⁹ ˑ " 𝘭𝘪𝘵𝘵𝘭𝘦 𝘴𝘵𝘢𝘭𝘬𝘦𝘳"


Muchísimas cosas habían cambiado.

Habían cambiado algunos profesores y ahora el club de ciencias era un lugar divertido para Sakura. Habían entrado muchos de primero y a Sakura le gustaba la atención que recibía de los juniors. Parecía que nadie la odiaba, o eso quería creer.

Esta vez, preparaban varios proyectos para la feria de ciencias con la esperanza de que alguno lograra llegar a la Expo: el que más prometía era construir un dispositivo portátil para potabilizar el agua que era imposible de beber por la contaminación.

Todos en el club de ciencias estaban emocionados.

Azumane no había vuelto a pisar el gimnasio, y aunque Nishinoya intentó convencerle, todo empeoró. Algo había pasado con el subdirector y su peluca que había terminado con Nishinoya expulsado una semana de clases, un mes sin voleibol a principio de curso y sin descanso de receso. Por eso ninguno de los dos habían empezado a ir a los entrenamientos al comenzar el nuevo curso.

Del resto...

—Pero mira que eres malo —que burla Akira, dándole golpes en la espalda a Sawamura. —¿Es que estás a dos velas y la pagas con esos de primero? —se sigue riendo de él. —Dile a Michimiya que tiene razón, es tu culpa y bésala, hombre.

Akira era la única persona que podía aguantar la actitud asesina de Sawamura, los demás eran unos cagados. El chico la mira como si quisiera matarla en ese mismo momento cuando recuerda la pelea que había tenido con Michimiya por unas niñas de primero.

—¿Pero cómo le vas a decir eso, mujer? —se ríe Sugawara.

—¡SACA! —grita Sawamura.

Akira se ríe y coloca la pelota para que Sugawara la golpee y se la mande a Sawamura. La pelinegra no solo había recuperado parte de la movilidad de la rodilla, sino que también había empezado a ayudar a entrenar a esos dos, ya que Azumane había dejado de ir y ellos necesitaban una ayudita extra. Esos dos la habían convencido para unirse al club ahora que Shimizu estaba sola por la expulsión temporal a Umiko.

Y Akira no tenía otra cosa que hacer: no podía hacer marciales y necesitaba mantener su mente ocupada para no pensar en todo lo ocurrido.

Tampoco sabía si quería volver a hacer marciales después de que su hermana le confesara el favor que le pidió al director Ukai.

Y ahora que dudaba de sí misma, entendía por lo que pasó Azumane y se sintió realmente horrible por las cosas tan crueles que le había dicho. Se sentía tan avergonzada que no era capaz de acercarse al grandullón.

—Pobres críos, como se pasan los de tercero con ellos —se sigue burlando la chica de los dos.

—¿Quieres que me pase contigo? —le pregunta Sawamura.

—No tienes cojones —le reta ella.

—¿Que no?

Akira salió corriendo del gimnasio, siendo perseguida por Sawamura, que la había alcanzado en mitad del patio. Algunos que pasaban por ahí porque habían terminado de entrenar y se dirigían para ir a la primera hora a clase o los que ya estaban llegando porque les gustaba ir temprano se les quedaron mirando como empezaron a hacer una lucha improvisada.

—¡Pégale con la silla, Akira! —grita Sugawara desde la puerta del gimnasio.

—Anda, no seas bobo y arregla las cosas con ella. Le gustas tanto que está celosa de las niñas de primero. Mira que hay que tener mal gusto para que le guste un cabeza hueca como tú.

—¡Voy a hacerte puré! —se queja él.

—Cuidado, no te vayas a lesionar —se burla ella cuando consigue hacerle una llave, tirándole al suelo. Era una de las llaves más sencillas y básicas para la que no necesitabas fuerza, pero le había dado un pequeño dolor en la rodilla. Intentó disimularlo al agacharse un poco para masajear la zona.

—Te odio.

—Mentira —le recuerda la chica. —Por eso soy tu mejor amiga.

—Mira que solo a ti se te ocurre batirte en duelo mortal con ella, Daichi —se burla Sugawara, ayudando a levantar a Sawamura.

—Venga, chicos, que os ayudo a recoger el gimnasio —les recuerda la chica.

Akira cojeaba un poco, pero disimulado, cuando terminaron de limpiar el gimnasio y ya tenían que ir a clase. Hablaba con Sawamura, explicándole exactamente por qué la chica estaba celosa y cómo podía arreglarlo. Sugawara se quita su mochila y se la da a Sawamura, que no entendía por qué se la daba.

—Ven aquí —le pide el peligris a la chica. Ella frunce el ceño sin entender lo que pasaba, pero se acercó a él igualmente. Este se gira, dándole la espalda y agachándose un poco para que pudiera subirse sobre él.

—No hace falta que...

—Súbete.

Akira sabía que sería una batalla perdida llevarle la contraria, así que se acercó y le rodeo el cuello con los dos brazos y subió sus piernas. Sugawara coloca sus manos en la parte trasera de las rodillas de la chica, agarrándola bien antes de hacerla dar un brinco para que se colocara bien en su espalda. El gesto hizo que Akira se pegara más a él, cosa que ella intentaba evitar a toda costa.

—¿Te duele la rodilla? —le pregunta Sawamura, preocupado.

—Solo un poco —confiesa la chica, suspirando. —Mi entrenador dice que ya tengo que empezar a ejercitarme más aunque me duela un poco, que es normal. Los fines de semana son horribles por eso, acabo agotada.

—Bueno, no tienes de qué preocuparte. Yo te dejo en tu clase.

—¿Qué? ¡Espera! Podrían vernos y no quiero que se preocupen por mí porque...

—En el caso de que eso pasara, les diremos que solo perdí contra Daichi y como castigo me tocó llevarte a clase a caballito. El año pasado lo hacían los de marciales, ¿por qué no podría tu mejor amigo? —le pregunta, con cierto reproche al final de la pregunta. Akira no se dio cuenta, pero Sawamura tiene que mirar para otro lado para que no le vean reírse.

—Mmh, bueno, tiene sentido —se tranquiliza al final. —¿Vas a aguantar todo el trayecto conmigo a espaldas? ¿Subiendo escaleras y todo?

—¿Crees que no voy a poder con 45 kilos?

—Suga, a la chicas no les gusta que hablen de su peso —le advierte Sawamura.

—Ah, no me importa. Peores cosas sabéis de mí —se burla la chica.

Algunos cuchicheaban al ver a Sugawara llevar a la chica a clase sobre la espalda del chico.

—¡AKIRA! ¿TE HA PASADO ALGO? ¡A QUIÉN TENGO QUE PEGAR!

—Estás tú como para pelearte ahora, cuando te queda más de medio mes de castigo.

—Suga perdió contra mí y le tocó castigo —añade Sawamura.

—¿Castigo? A mí me parece más premio —dice sin dudar Nishinoya. Sugawara no pudo evitar que se le escapara una sonrisa antes de dejar a la chica sentada sobre la mesa. Gira sobre su cuerpo para poder tenerla enfrente y lleva su mano hasta la rodilla de la chica, acariciando con sus dedos la cicatriz.

—¿Te sigue doliendo? —susurra, para que solo le oiga ella. La chica deja de mirarle y estira la pierna, tocándose ella también la cicatriz, logrando que Sugawara dejara de tocarla sin que se diera cuenta.

—Ya no —dijo con naturalidad. —Muchas gracias, Sugawara—le responde, mirándole con una sonrisa sincera.

Sugawara se la quedó mirando. Quería ver si había rastro de nerviosismo por parte de la chica, si se ponía nerviosa por tenerlo tan cerca de ella. Pero ella estaba normal. Lo miraba normal. Lo llamaba normal.

Y respiraba normal.

Tocado.

El peligris dio un paso para atrás, dejando de invadir el espacio personal de la chica. No parecía incómoda por la cercanía de él. Tampoco se incomodaba cuando Sawamura se acercaba a ella y se ponían a pelear. Eso le frustraba, que no causara nada en ella y que solo le viera como... como un amigo.

¿No era lo que él había provocado? ¿Y no había asumido que la chica no iba a volver a sentir algo por él después de haberla rechazado? Había tratado de convencerse de ello, de que solo debían ser amigos. Pero... nunca se imaginó que ser su amigo sería tan duro. Ni el entrenamiento más intenso del antiguo entrenador era tan abrumador como lo que sentía cada vez que ella dejaba en claro lo que eran: amigos.

—Te cargaré siempre que lo necesites, solo pídemelo.

—Claro, qué suerte tengo de tener amigos como tú.

Hundido.

—Eso me dolió hasta a mí —susurra Nishinoya a Sawamura.

Akira iba con Sakura tranquila a las máquinas de bebidas a por un yogurt. La pelirroja hablaba de su proyecto de ciencias, que por lo visto había un pequeño problema (a Akira le parecía más que pequeño) y se notaba que estaba frustrada por cómo iba a presentar una idea sin terminar a la feria de ciencias.

—Eh tú ¿eres Akira?

La pelinegra andaba despistada, pero cuando las llaman unas niñas de primer año se gira para ver qué quieren.

—Sí ¿qué necesitan?

—¡Te hemos visto hoy con Sawamura! ¡Y con Sugawara!

—¿Eh?

—No vamos a dejar que zorras como tú se acerquen a ellos.

—¿Que qué? —pregunta Akira.

—Tú no nos engañarás. Sabemos que tratas de coquetear con los dos a la vez y quedarte con el primero que caiga bajo tus encantos, perra. ¡Pero no lo permitiremos!

—Ahhhh, sois las locas de primero —recuerda Akira, Michimiya les había hablado ya de ellas. —¿Sabéis que Daichi tiene novia, verdad? Y ella es amiga mía.

—¿¡CÓMO TE ATREVES A LLAMARLO POR SU NOMBRE, PERRA!?

Y entonces una de las dos le lanza un batido, manchándole todo el pelo y la camisa del uniforme.

—¡Vamos a hacer que te odien! ¡Nos desharemos de ti de la misma forma que la estúpida gorda de Michimiya!

Oh, pobres niñas. No sabían el miedo que daba Akira.

En la hora del receso largo, varios de tercero estaban en el patio. Estaban todos mezclados. El aura que desprendía Akira en ese momento mientras andaba hacia donde se encontraba los de tercero era aterrador.

Agarraba a cada niña de primero con fuerza de los brazos y las arrastraba hasta donde estaban las chicas de voleibol. Ellas forcejeaban, pero Akira les apretaba más del brazo.

—Hola, Michimiya —la saluda Akira.

—¡Akira! ¿Qué te ha pasado?

—Oh, no es nada. Estas niñas de primero se creen tan guays que me han tirado el yogurt porque les molesta que sea amiga de Daichi y Sugawara.

—Estas estúpidas no saben con quien se metieron —canturrea Aihara.

—Pero no estamos aquí por eso ¿verdad que no, chicas? —las mira a ambas.

—¡Vete al infierno!

—Mocosa... de ahí vengo —le responde Akira con una sonrisa aterradora. —Pedidle disculpas a Michimiya.

Las chicas se ríen.

—No pensamos pedirle disculpas a esa gorda solo porque... —pero la chica no logró terminar la frase cuando Akira la cacheteó con todas sus fuerzas, la fuerza fue tanta que la chica dio un paso atrás.

—¿Cómo te atreves a tocarla? —intenta defenderla su amiga, intentando devolverle a Akira la cachetada. Pero Akira la paró, agarrándole la muñeca. —Eres una maldita perra demente.

—Podéis decir lo que os de la gana de mí, pero con mis amigas no.

—Tus amigas son igual de zorras que... —ahora le tocó recibir a la otra chica.

—Parece que os voy a tener que enseñar a respetar a vuestras mayores —les dice ella, agarrándoles del pelo a las dos, tirando con fuerza. Las chicas empezaron a lloriquear.

—Pedidles disculpa a Michimiya.

—¡Discúlpanos, Michimiya!

—Pedidles disculpa por las cosas que habéis dicho de ella.

—¡Discúlpanos por las cosas que hemos dicho de ti!

—Y pedidle disculpas por molestarla para que discuta con su novio.

—¡Discúlpanos por molestarte para hacer que discutieras con tu novio!

—Que no lo volveréis a hacer.

—¡No lo volveremos a hacer!

Akira las empuja hacia Michimiya y tira de sus cabezas hacia delante para que se inclinen, mostrando respecto.

—Ahora repetidlo otra vez —las suelta. —Sin levantar la cabeza —y las chicas lo hacen, estaban a punto de echarse a llorar del miedo que le tenían a Akira. Cuando terminan, quieren salir corriendo. —Venga, largaos.

—¿Pero que dices? —interviene Aihara. —Tú también eres su senior y te han manchado apropósito. Disculpaos con ella también.

Akira se sorprende un poco, pero sonríe. Las chicas, a regañadientes, se disculpan y salen corriendo. Esas lloraban seguro.

—Joder, Akira, me había olvidado del miedo que dabas —se ríe uno de los chicos del club de marciales. Ya no hablaba con la mayoría de ellos porque no pasaban tiempo juntos y estaban ocupados entrenando.

—Es verdad, qué cague. Pero cuando estás con estos dos pareces más blandita.

—¿Queréis ver lo blandito que puede ser mi puño?

—No, no —dijeron los dos, atemorizados.

—Pobrecita —se acerca Michimiya. —Te han arruinado toda la camiseta y hueles a yogurt.

—Eso no es lo peor —dice la chica haciendo puchero. —Estoy toda pegajosa. Qué asco, tengo que tener el pelo asqueroso.

—Yo creo que te ves divertida —se burla Sugawara, apartándole algunos mechones de pelo. —Tengo camisetas en el club. Te traeré una.

—Sí, gracias. ¿Qué haría yo sin ti? —hace un puchero la chica hacia Sugawara. Entonces ve a su hermana pasar con sus dos amigos. Parecía que con ellos dos seguía hablando todavía y eso la alegraba mucho. —Umiko tuvo que pasarlo horrible cuando le hacían estas cosas y nosotras lo ignorábamos y la tratábamos fatal.

—Eh, no te permito que hagas eso —le dice Sugawara, alargando el brazo para acariciar con la mano el brazo de la chica. —Ya encontrarás la forma de arreglarlo y de que te perdone.

—Yo voy a lavarme el pelo como pueda —dice ella, alejándose sutilmente de Sugawara.

—Te acompañamos —dice Michimiya. —Suga, cuando tengas la camiseta nos das un grito desde la puerta y se la damos por ti.

El resto de las chicas resoplaron, mientras que los chicos se rieron. Michimiya tenía la mala costumbre de no darse cuenta de que a veces, interrumpía los momentos que tenían esos dos. Lo hacía sin querer, porque era muy inocente, pero a veces era gracioso y otras...

La camiseta de Sugawara le quedaba grande, pero al menos no olería a yogurt, ya que había conseguido quitarse todo el yogurt de pelo y lo pegajoso del cuerpo en el baño de las chicas.

—Vaya suertudo está hecho el Sugawara —se queja Tanaka, hablando con los dos de tercero mientras se dirigían al gimnasio después de clase. —Akira lleva una camiseta de él. Ojalá Shimizu hiciera lo mismo conmigo.

—Deja de ser tan rarito, Tanaka —le pide Sawamura. —Y espero que estés preparado para el partido de mañana.

—¡Pues claro! ¡Ganaremos seguro! Ese retaco y Kageyama lo lograrán.

—Parece que ya te llevas muy bien con ellos —comenta Sugawara. —Hinata ha mejorado las recepciones, hemos practicado en algún descanso.

—¡Esperad chicos! —se acerca hasta ellos Akira, intentando correr un poco. Aunque más bien trotaba.

—No deberías correr, Akira —la reprende Sawamura. Akira le saca la lengua.

—Eres peor que Sakura. En fin, me da mucha pena no poder venir mañana a ver el partido.

—No pasa nada —le asegura Sugawara. —Lo más importante es que mejores esa rodilla para que puedas volver a dar esos golpes alucinantes.

La chica asiente y sonríe. Sugawara la despeina, era una manía que hacía muy a menudo y luego le tocaba la nariz cuando refunfuñaba. La chica no dejó de sonreír, aunque eso significara que le partía el corazón en dos. Preferiría mil veces fingir que solo quería ser su amiga a tener que perderle.

—Chicos, adelantaos un momento —les pide Sawamura. Los chicos se extrañan, pero se imaginaron que tendría que hablar de algún tema importante con Akira.

—Claro —dice Tanaka. Sugawara le guiña un ojo a Akira y se van al gimnasio.

—¿Qué ocurre?

—Verás... es sobre lo que pasó con las de primero.

—Ahh, ¿qué ocurre?

—Creo que en parte de que a Michimiya le afectara más lo de las de primero y los celos puede que sea mi culpa.

Akira suspira.

—A ver, carahuevo, ¿qué has hecho? —Sawamura suspira. —Mira, si quieres contármelo para desahogarte, genial, si quieres que te ayude, te ayudo, pero si no me dices nada no podré hacer nada. Así que decide si quieres contármelo o no.

—He estado un poco borde y distante con ella —suspira. Akira se apoya en la pared.

—¿Por qué? —ante el silencio de Sawamura, la chica resopla. —Daichi, déjate de vergüenzas conmigo ¿vale? Soy tu amiga y no me voy a poner rarita. No sientas miedo o vergüenza para contarme las cosas. Puedes decirme lo que quieras, aunque sea una chica. Las chicas también eructamos, nos tiramos pedos y cagamos mierda ¿sabes?

Sawamura no puede evitar reírse y negar con la cabeza. Se apoya él también en la pared y cierra los ojos.

—Hace unos días, cuando todos se fueron, Michimiya y yo nos quedamos un rato más. A veces lo hacemos y... bueno, nos liamos y...

—¿Os acostasteis?

Sawamura nego.

—Nos besamos, pero la cosa empezó a subirse y no sé en qué momento terminamos sin camisetas. Iba todo bien hasta que la vi... en sujetador y yo me... bloqueé. Me sé la teoría y sé lo que se hace. No voy a mentir y decirte que no he visto porno alguna que otra vez porque sabrías que miento. Pero, cuando llegó el momento... no sé. Yo nunca... había estado con una chica. Me separé de ella, dije que nos teníamos que ir y nos vestimos y no hemos vuelto hablar del tema. Cada vez que estoy con ella y pienso que terminaremos hablando de ello me pongo nervioso, así que la evito, o al menos evito que estemos solos.

Akira sonríe enternecida. Se deja caer por la pared para terminar sentada en el suelo. Sawamura la ve y repite el gesto.

—Yo... yo nunca he tenido absolutamente nada con un chico, pero, si tuviera novio me gustaría que, si pasara eso, confiara en mí como para hablarlo conmigo. Si no, me sentiría fatal. El no saber que pasa, si es que tal vez había hecho algo mal... no sé Daichi. Pueden ser muchas cosas. A lo mejor Michimiya tampoco estaba lista para nada salvo un intenso manoseo sin ropa. O qué se yo. Pero estoy segura de que, el que la ignores, le tiene que doler bastante. Seguro que se siente fatal y deberías hablarlo con ella.

—Sí, tienes razón —suspira el chico. —He sido un cobarde y egoísta por pensar solo en mí.

Akira le pone la mano en el hombro para darle ánimos.

—Y bueno... ¿tu quieres acostarte con ella? —le pregunta.

—Sí, pero no sé si...

—No lo pienses. Solo habla con ella. Y cuando estéis así de intensos, solo...comunícate con ella. Haced lo que queráis los dos.

Los dos se quedaron en silencio.

—Sé lo que pasó entre Suga y tú hace unos meses.

—¿Qué?

—Me lo contó unos días después porque se sentía muy mal. En realidad yo lo intuía aunque no me lo creía al principio.

—Madre mía, qué vergüenza, no pue...

—Te rechazó porque los tres hicimos una promesa en el primer año —la interrumpe. —Que no íbamos a desconcentrarnos con nada, ni siquiera con chicas e iríamos a los nacionales. A mí me empezó a gustar Michimiya el año pasado, mas o menos al mismo tiempo de eso, y cuando me di cuenta de que Suga cumplía su promesa, decidí que yo haría lo mismo, así que intentaba que no se me notara lo de Michimiya. Pero Asahi se dio cuenta poco después, cuando lo de tu accidente, y nos cantó las cuarenta a los dos, diciéndonos que aquello fue una estúpida promesa de unos críos. Además, le pusiste muy nervioso. No se esperaba que te gustara y te fueras a lanzar, así que hizo lo que mejor se le da: ser muy educado evadiendo el tema.

—Vaya, no me esperaba que Asahi fuera tan espabilado, eh —se burla la chica.

—¿Vas a seguir fingiendo que no te gusta Suga? —no la dejaba ni respirar ese chico.

—No estoy fingiendo, Daichi. No sé por qué me dices eso.

—Sí, es cierto que lo tratas igual que al resto de chicos, pero aunque no lo creas, noto cuando te pones triste, por mucho que intentes ocultarlo.

—Tú estás alucinando, Daichi. Sugawara y yo solo somos amigos, y siempre seremos amigos. Eso no cambiará. Al igual que tampoco dejarás de ser mi amigo cuando te vayas a la universidad el año que viene —intentó desviar el tema la chica.

—Claro —se ríe Sawamura. —Tú siempre serás mi mejor amiga.


◦ ◦ ◦



Umiko decidió que si otros huían, ella también podía huir. Así que lo hizo. Empezó a huir, corría y corría y ya no sabía cómo parar. Desde que salía de clases y hasta el atardecer, ella corría. Era un hábito que tenía desde que empezó a correr con Azumane meses atrás.

Hacía mucho calor ese día, así que agradecía haberse comprado monos deportivos como los de su hermana y se había puesto una camiseta ancha para ir a correr. Llevaba sus auriculares y su música puesta mientras corría, sin pensar en la nada.

Lo que menos se esperaba Umiko era que se le plantara enfrente el mismísimo Oiwaka Tooru, de brazos cruzados y con su sonrisa despreocupada tan característica de él.

Paró de correr en seco.

La estaba mirando, no cabía ninguna duda de ello. ¿Por qué la miraba? ¿Acaso quería reírse más de ella? ¿Ser el hazme reír? Podría imaginarse lo que le diría si se acercaba a él.

¿Acaso me estás acosando otra vez?

Quería dar media vuelta y salir corriendo, porque no quería verle más. Bastante tuvo cuando se le acercó cuando estaba su madre.

Y eso hizo. Dio media vuelta.

La sonrisa despreocupada de Oikawa se borró de su rostro.

Otra vez le ignoraba esa chica.

El creía que la chica era su supuesta acosadora cuando eran pequeños, más o menos, pero había sido un terrible malentendido que después de ahí le hizo sentirse fatal. Y aunque se encontrara con ella, ella parecía no saber que él estaba ahí y en las pocas veces que sí era inevitable y se daba cuenta de que él estaba ahí, fingía no conocerle. No sabía si era una estrategia para despertarle interés hacia ella o para castigarle más todavía por lo mal que se sintió ese día, pero fuera una cosa u otra, lo estaba logrando.

No tenía sentido.

Se la había encontrado en muchas ocaciones antes de lo del torneo de artes marciales, pero nunca se había acercado a ella hasta ese día. Después de ahí, se la encontró en el partido del Karasuno. Al principio pensó que tal vez había ido para verle a él jugar, como hacía cuando era pequeña. Después se dio cuenta de que solo animaba al Karasuno. Ella era de ese instituto y parecía formar parte del club de voleibol. Pensaba que seguramente se había metido por él, para tener una excusa para poder ir a los partidos y verle. Pero no, ella realmente los animaba, junto con otras dos chicas. Realmente eran amigas de los del Karasuno, incluso algunos tonteaban con ella, dedicándole puntos. Y ella se sabía perfectamente las normas de voleibol, explicaba algunas de las estrategias a las chicas e insultaba al contrario si era necesario.

Cuando el Karasuno perdió contra el Date Industrial a ella realmente le dolió. Pudo verla llorar con esas chicas antes de bajar a recibir a sus amigos. Y justo ahí, cuando esperaba por ellos, le vio por unos segundos y después giró la cara, como si no lo hubiera visto. Vio como abrazaba al líbero, al as y a otros dos. Eran del mismo año y era cierto que lo pasó muy mal en el partido, ¿pero era necesario que los abrazara justo delante de sus narices después de haberla visto? ¿Lo estaba haciendo apropósito?

Después de eso no la volvió a ver en ningún partido, ni en el de la escuela media. Pero sí que se la había encontrado alguna que otra tarde en el recinto deportivo, justo donde estaban ahora. Pensó que tal vez sabía que seguía yendo incluso ahora por su sobrino, pero no. Ella solo venía a correr sola y no tenía ni idea de que él venía.

Simplemente estaba en su pequeño mundo donde él no existía.

Lo ignoraba.

Justo como acaba de hacer.

No importaba que ella corriera, él podía adelantarla. No supo por qué su cuerpo reaccionó y corrió detrás de ella para adelantarla y ponerse justo delante, haciéndola frenar. Ella intentó sobrepasarle, pero este no le dejó. Volvió a dar media vuelta y él volvió a sobrepasarla.

Umiko se exasperó.

—¡Agggh! ¿Qué demonios quieres?

—Hola a ti también, acosadora —se burla él con su típica sonrisa. —¿Qué haces aquí?

—Correr.

—¿Segura? ¿No vienes a acosarme, eh pequeña acosadora?

—Adiós —entonces se vuelve a girar, colocándose los auriculares de nuevo, pero él no se rendía. La agarra de la muñeca para hacer que volviera a mirarle, la suelta y tira del cable de los auriculares con una sonrisita.

—Oye, no me dejes hablando solo —era evidente que estaba molesta, y por alguna extraña razón le gustaba verla molesta también. Se veía muy mona.

—¿Tú eres bobo o estás demente? —le pregunta la chica. —Y yo no te acoso. Solo vengo a correr. Vengo a correr todos los días. No sabía que me toparía contigo, si lo llego a saber no vengo. Pero tranquilo, ahora que lo sé, no vendré más.

—Oye...no recordaba que fueras así de bajita, acosadora.

—¡Déjame en paz! ¿Si? Ya te he dicho que no vendré más —esta vez no lo decía molesta. Oikawa podía ver que en realidad estaba frustrada. También se la veía agotada. —Sí, cuando era una cría e iba a partidos de voleibol me pillé por ti, estaba loquita por ti, pero solo fue por tu estúpida facilidad que tenías de entender a los demás y por lo bien que juegas y lo mucho que amas el vóley. Si llegaba a saber que eras un estúpido creído de mierda que no es capaz de llegar a los nacionales seguramente no habría perdido dos años obsesionada contigo como si fueras un famoso de la tele.

La sonrisa de Oikawa desapareció.

—Ouch, eso ha sido bastante cruel, burbujita.

Umiko respiró hondo, intentando calmarse.

—Tienes razón. Tú no tienes la culpa de lo que pasó, no puedo pagarlo contigo —susurró.

—¿De qué hablas?

—Mira, te lo dije ese día y te lo digo ahora. Yo no era la que te acosaba ¿vale? Sí, estaba obsesionada contigo porque solía ser muy intensita con lo que me gustaba, pero no de la forma que piensas. Era como un amor tonto de colegiala, como cuando te enamoras de un actor. Pero nunca te llegue a acosar. Nunca te mandé esas cartas ni chocolates ni postres ni regalos ni nada. No fui yo. Nunca me había acercado a ti porque me daba vergüenza y me ponía nerviosa solo de pensarlo. Yo solo quería verte jugar. Pero ese día estabas justo en frente y mi... —la chica suspira, no quería seguir recordando más todo ese asunto, pero ya no podía evitar tener la voz quebradiza y los ojos acuosos. —Solo intenté animarte del mismo modo que hacía el resto de chicas. Intenté explicártelo ese día, pero no me dejaste. Así que te lo explico ahora. No fui yo ¿vale? Fue otra persona que yo conocía para... —suspira, se seca una lagrima rebelde que no pudo contener y sigue —cuando lo supe busqué la manera de que parara y te pido disculpas por lo que pasó. De verdad que lo siento —la chica comenzó a alejarse. —Lo siento muchísimo.

Y Umiko salió corriendo lo más rápido que le permitieron las piernas. Quería volver a casa, estar un rato debajo de la ducha y meterse en la cama y pegarse todo el fin de semana viendo películas de llorar.

Oiwaka no entendió lo que acababa de pasar. Le sorprendió tanto lo afectada que estaba por lo que había pasado que se quedó ahí plantado. Él simplemente quería molestarla un poco, contarle que después de ahí le encantaba ir a hablar con las chicas y recibir sus cartas o dulces, porque desde ese día empezó esa tontería de las chicas de llevarle cosas a los entrenos y partidos. Que ese día, fuese su acosadora o no, quería pedirle disculpas por no dejarla explicarse y por cómo la trató, haciéndole pasar el ridículo delante de sus compañeros de voleibol, sus amigos y más gente que había por ahí. También quería asegurarle de que sabía que ella no era la que lo acosaba, que se encontró con su mejor amiga y lo confesó todo y que por eso se sintió mucho peor por cómo la trató. Y capaz hasta se iba de la lengua y le confesaba que el pelo rubio le quedaba espectacular y que se veía más bonita. Quería volver a hablar con ella, y de paso, darle la del pulpo a su junior, y ya tenía una idea de cómo hacerlo.

Iwaizumi se iba a reír de él otra vez.

Ella consideraba a Umiko la chica inmune a los encantos del grandioso Oikawa, y solo por eso, a él le apetecía mucho conocerla y ser amigo de ella.

Eso enfureció a Oikawa.


◦ ◦ ◦



El fin de semana pasó demasiado lento para Akira: entre el entrenamiento, su hermana Sakura leyendo libros sin parar y haciendo cosas raras de ciencia y su hermana Umiko viendo películas románticas y tristes mientras lloraba como si se le hubiera muerto el perro aunque nunca habían tenido uno, estaba agotada.

Quería acercarse para saber qué le pasaba a la rubia, pero esta se negaba a pasar más de un minuto compartiendo el mismo espacio.

Akira estaba sentada en las mesas de afuera, pero al final se terminó recostando sobre ella, apoyando la cabeza en sus brazos y cerrando los ojos. El pelo le cae como cortina en la cara. Todavía no había llegado el resto, aunque no sabía si iban a venir. Cada vez se veían menos a lo largo del día.

—Parece que alguien no ha dormido ayer —Sugawara se había sentado a su lado. Estiró la mano para apartarle el pelo de la cara, acariciando la mejilla antes de colocar el mechón detrás de su oreja.

—No, no he dormido mucho —responde Akira, incorporándose rápidamente y estirando los brazos. Se lleva una mano a la boca y bosteza. —Casi me quedo dormida en clase.

—Te he traído un yogurt —Akira lo mira como si quisiera matarlo, pero Sugawara no podía evitar sonreír. —¿Qué?

—Muy gracioso, Sugawara —la chica bosteza de nuevo. —Tengo tu camiseta en clase. Te la doy después en el entreno.

—Tranquila, no había prisa —le responde. Sawamura y Michimiya se unen, sentándose justo delante de ellos.

—He traído dulces para todos —dice la chica, —los ha hecho mi madre.

—Madre mía, qué pinta tienen —a Akira se le ilumina el rostro y se olvida por unos segundos que se moría de sueño. Tanaka también se les une. —¿Qué tal el partido del sábado?

—Los de primero son flipantes —dice Tanaka, cogiendo un dulce. —Hay una parejita que son unos monstruos. Uno coloca la pelota de una manera... y el bajito pega unos brincos y unas carreras increíbles.

—Sí, ese chico es muchísimo mejor colocador que yo —comenta Sugamura.

—¡¡Qué ya te he dicho que dejes de decir eso, hombre!! —se queja Takana.

—¡Es la verdad! Pero eso solo me motiva a entrenarme más.

—Encima tienen partido amistoso mañana con los del Aoba Johsai —canturrea Michimiya. —Me alegro tanto por vosotros.

—¿Qué? —Akira palideció. —¿Has dicho Aoba Johsai?

—Sí —responde Sawamura.— ¿Por qué? ¿Ocurre algo malo?

—¿Lo sabe Umiko?

—Mmmh, no lo sé. No es como si nos habláramos mucho con ella últimamente.

Akira asintió.

—Bueno, que no se entere. Porque no le hará ninguna gracia —y justo cuando Akira va a darle un mordisco al dulce, se le sale un mechón de la oreja. —Le trae malos recuerdos.

—Espera, te vas a ensuciar el pelo —y Sugawara volvió a colocarle el pelo detrás de la oreja. ¿Tan cerca estaba de ella? ¿Acaso se le iba a salir el corazón del pecho. —Ya está.

—Gracias.

Akira se obligó a no mirarle cuando le dio un bocado al dulce. ¿Por qué estaba tan nerviosa? Todo le daba vueltas y se estaba mareando. Ni si quiera prestaba atención a la conversación. Al terminarse el dulce se sacudió las manos y se relamió los labios. Estaba lista para irse de ahí y poder despejarse.

—Espera, te has manchado —por mucho que Akira se dijera a sí misma que no lo mirara, no pudo evitarlo. Sugawara estaba tan cerca de ella que podía distinguir el olor de su colonia, justo como aquel día. Él levanta la mano y le pasa el dedo pulgar por la comisura de los labios, llevándose el dedo a su boca. —Ya está.

Se miraban con tanta intensidad, que Tanaka no podía evitar bromear.

—Ay, tortolitos. ¿Queréis que os dejemos solos?

La voz de Tanaka hizo que Akira reaccionara.

—¡No lo digas ni en broma! —se queja la chica. —No quiero ni imaginarme lo que es tener a las fans de este odiándome a muerte solo porque seamos amigos.

Tocado.

Y hundido.

Otra vez.

Ya había perdido la cuenta.

—Yo no tengo fans. ¿Conmigo no quieres probar?

—¿Tan rápido te rindes con Shimizu? —se burla la chica. Entonces ve como Tanaka se pone rojo hasta las orejas.

—No, claro que no.

—Así, me gusta. No te rindas. Quien persevera, prospera.

—Deja de reírte de él, Kira —interviene Sakura, acercándose a la mesa. —¿Puedes venir un momento? Necesito que me ayudes con algo de ciencias. Necesito fuerza, pero no demasiada.

—Sí, claro —dice la pelinegra, levantándose para acompañarla al club de ciencias.

—Te has pasado un pueblo, Suga —le reprende Sawamura. —¡Y con nosotros delante!

—¿Qué? —se queja él. —Es que... estaba nervioso y me olvidé de que no estábamos solos y me dejé llevar y no me contuve.

—No, si ya nos dimos cuenta —niega con la cabeza Sawamura. —Te dije que fueras sincero con ella, no que te le echaras casi encima.

—¡La pobre debe de estar muriéndose de vergüenza! —añade Michimiya.

—¿Eh? ¿Qué pasó? —pregunto Tanaka sin entender lo que pasaba.

—A Suga le gusta Akira.

—¿Pero de verdad? —pregunta Tanaka. Sawamura asiente. —Oh, vaya, qué incómodo —comenta él, rascándose la nuca. —A ver como te digo esto sin que... mira, porque eres tú y eres mi amigo, pero deberías saber que Akira esta tonteando mucho con ese tal Sohma.

—¿Qué has dicho? —pregunta Sugawara.

Sawamura también pone mala cara.

—¿No lo sabíais? —pregunta él, ladeando la cabeza. —A ver... cuando Noya y yo vamos a su casa a estudiar con ella y Sakura...

—¿Que vais a su casa a estudiar? —pregunta esta vez Sawamura, cruzándose de brazos.

—¿No lo sabíais? Vaya... qué mal —traga él saliva. —A ver, en realidad con quien quedamos es con Sakura, Akira solo se une después cuando termina de entrenar... así que...

Sugawara se levanta de la mesa, realmente molesto.

Y celoso.

Cuando Akira termina de ayudar a su hermana y se dirige hacia donde había dejado a sus amigos, se encontró con la sorpresa de que Sugawara hablaba con algunas chicas de primero en las máquinas. Se paró en seco.

Aunque con una estaba hablando muy de cerca. Podía ver a la chica sonrojarse desde donde estaba. Ella jugaba con su pelo y se acercaba cada vez más a Sugawara mientras ella le sonreía coqueta.

El dolor que sentía, no se comparaba a lo que sintió cuando la rechazo aquella vez.

Esto dolía muchísimo más.

Respiró hondo, aguantándose el dolor del pecho y fue hacia donde estaban sus amigos con la mejor de sus sonrisa.

Lo que no se esperaba era que Sawamura parecía estar molesto con ella, y no tenía ni idea de por qué.

—¿Qué ocurre?

—Nada.

La pelinegra mira a Michimiya y esta le hace un gesto como que después se lo contará sin que Sawamura se de cuenta.

Sugawara se vuelve a sentar en la mesa, justo al frente de Akira.

—¡Cómo liga el Suga con las de primero! —se ríe Tanaka.

—¿Eh?

—En las máquinas. ¿Te crees que no te vi? Lo vi todo. Ay pillín.

—¡Qué dices! Solo estaba ayudando a las chicas de ahí porque se les había trabado la máquina. Todavía no saben que hay un truco y simplemente las ayude. A ti te traje esto —le dice a Akira, pero él también parecía estar enfadado. Esta vez es lechita de plátano en vez de yogurt cuando se quiso reír un poco de ella.

Aunque estuviera enfadado y celoso, no podía evitar tener esos detalles con ella.

—Sugawara ¿puedes venir y colocarme un poco la pelota? No quiero que Kageyama me siga gritando por no recibir bien. Da un miedo que flipas.

—¡Primero se saluda, novato! —le grita Tanaka.

—No le hables así de feo, Ryu, pobrecito —le defiende Akira. —Hola, Hinata.

—Ho-hola —responde él, tragando saliva y ligeramente nervioso. La chica le sonríe.

—Tú solo eres simpática con el porque se parece a tu novio con ese pelo naranja.

—¿Eh? ¿Qué novio? —le pregunta a Tanaka.

—Ese tal Sohma —le responde cruzándose de brazos.

—Ahhhh, te refieres a Kyō —dice la chica, entendiendo. —¿Por qué dices que es mi novio?

—Porque a veces va a tu casa a verte.

—Ya... porque es mi amigo —responde ella, frunciendo la frente y ladeando la cabeza.

—¿Tan amigo que va a tu casa cuando a nosotros nunca nos has invitado? —pregunta Sawamura, con cierto tono de rencor. —Hasta esos dos han ido a tu casa menos nosotros.

—Sí, Sakura les ayuda a estudiar. Igual que Umiko a Ennoshita y Kinoshita.

—¿Vuestros padres dejan invitar a chicos a tu casa? —pregunta Hinata, sorprendido.

—¿Por qué no? Son nuestros amigos.

—Pues a tus supuestos mejores amigos nunca les has dicho nada —murmura Sawamura por lo bajo.

La pelinegra mira a Michimiya y se da cuenta de que es eso lo que le pasa a los dos.

—¿Queréis ir a mi casa? —pregunta la chica, frunciendo el ceño.

—No, no quiero —se enfurruña Sawamura.

—A ver, pasamos todos los días juntos, hasta por la noche. Y en el finde tengo el entrenamiento, el poco tiempo que tengo es para estudiar. Por eso a veces me uno a esos tres —señala a Tanaka. —Y vosotros siempre estáis entrenando y estudiando o en tu caso con tu novia. No sabía que queríais venir a mi casa. Os diría de venir a estudiar, pero es que sois de tercero. No os seríamos de ayuda para nada.

—Sohma también es de tercero.

—Si. ¿Y? —le pregunta a Sugawara.

—¿Él si puede estudiar contigo?

—Es que nosotros no estudiamos —responde ella.

—Claro, hacéis otras cositas —murmura Tanaka.

—¿Qué insinúas? —se enfada Akira, cruzándose de brazos. —A veces se pasa por mi casa a ver cómo estoy, como ya no puedo ir al club a veces me trae lechita de plátano a casa, por los viejos tiempos. Pero nunca ha entrado en mi casa porque siempre tiene prisa por ir a entrenar. Ytampoco ha pasado nada. Y si pasara, no entiendo por qué os enfadáis todos tanto conmigo.

—Por qué tú no puedes tener novio sin nuestro permiso, por eso —responde Tanaka.

Akira chasquea la lengua.

Lo que le faltaba.

—Ah, y vosotros podéis estar con novia o tonteando con cualquier chica ¿y yo no?

—Entonces admites que tonteas con él.

—¡Claro que no, idiota! —le responde a Sugawara, bastante molesta. ¿Era él el que tonteaba con otras chicas y la acusaba de tontear con un chico cuando estaba enamorada de él?

Y Akira se levantó bastante molesta de la mesa, sin decir nada más.

Ahora entendía muy bien a su hermana mediana y lo injusta que todo el mundo había sido con ella.

Al día siguiente, Akira no fue temprano al entrenamiento de los chicos.

Prefería quedarse durmiendo un poco más que verles las caras, con lo enfadada que estaba la chica. Había pasado mala noche, estaba tan molesta que se había quedado despierta viendo un anime. Tenía tanto sueño que no tenía ganas de comer y mucho menos de levantarse y salir. Solo quería dormir.

Notó que le colocaron algo sobre la mesa.

—Nishinoya le ha dicho a Takana no has comido nada y Tanaka me lo ha dicho a mí, así que te he traído algo para comer —¿por qué tenía que venir justamente él?

Ella estaba enfadada. Con los dos.

Pero Sugawara era su debilidad.

—No tengo hambre —dijo sin levantar la cabeza.

—Tú siempre tienes hambre.

—Estoy mala de la barriga.

—¿Eso quiere decir que no vienes al partido de esta tarde? Pensaba que vendrías ahora que me va a tocar chupar banquillo. Así me hacías compañía.

Akira se quedó en silencio.

Sugawara se le acercó e intentó apartarle el pelo de la cara para poder verla.

—¿De verdad te encuentras mal... o sigues enfadada por habernos comportado como unos críos Daichi y yo?

La chica suspiro al notar que el chico había empezado a acariciarla del cabello.

—Para ya, por favor —le pide ella, levantando la cabeza y mirándole al fin. —Sigo enfadada, y quiero seguir enfadada más tiempo.

—No te enfades, Akira —le pide, haciéndole un puchero. —Daichi también se siente muy tonto y triste.

—¿A qué hora es el partido de hoy? —le pregunta, ignorando su súplica. Pero era respuesta suficiente como para saber que ya no estaba enfadada.

Sugawara sonríe, le aparte el pelo de la cara y le da un beso en la frente.

Akira ni se mueve, pues tiene miedo de que si se movía solo un poco, el corazón se le salía del pecho.

Justo cuando tocó el timbre, cuando Sugawara se despide de ella dándole un abrazo, entra Nishinoya que había terminado de limpiar por ese día.

—¿Y solo sois amigos?

—Que sí, pesado —se queja Akira, rodando los ojos.

—Ya claro. Fingiré que te creo.

Cuando terminan las clases, Akira iba directamente al gimnasio, ya que iría con los chicos al partido. Aunque tenía que reconocer que se moría de sueño. Justo mientras salía de su clase, Umiko se estaba despidiendo de los chicos, deseándoles suerte por el partido contra el Aoba Johsai.

Entonces sí que lo sabía. ¿Sería por eso que estuvo el finde llorando con la excusa de las películas?

—Con los nuevos seguro que le bajamos el ego a ese idiota.

Y Umiko se ríe de lo que Ennoshita le dice. Hacía mucho tiempo que no oía a Umiko reírse, pero parecía que con esos dos sí lo hacía. Con ellos, Umiko volvía a ser la misma de siempre.

Y eso la alegraba, pero también la ponía triste. Ella nunca había sido tan alegre con nadie, salvo con esos dos.

Al terminar de comer, se dirigió directamente al gimnasio. Parecía andar bastante perdida, pensando en lo que podría hacer para solucionar la cosas con Umiko. Ni si quiera cuando pasó lo de la escuela media había sido así. Puede que fingiera lo de que estaba bien, y puede que de tanto guardarse las cosas ahora lo estuviera pasando realmente mal. Akira se sentí tonta por haber ignorado a su hermana por completo.

—Ey, ¿qué te pasa? ¿Estás bien? —le pregunta Sawamura, acercándose a la chica junto a Sugawara. —Si es por lo de ayer, lo siento mucho.

—Ah, no, ya se me pasó. Pero vuelve a decir una estupidez y te disloco algo —le amenaza.

—Eres mi mejor amiga, no puedo evitar protegerte como si fueras mi hermana pequeña.

—Pero si tú no tienes hermanas —se queja Akira.

—Lo sé. Pero tú eres lo más parecido a ser una hermana.

—Por cosas como esta, no aguanto estar enfadada mucho tiempo —se queja Akira, cruzándose de brazos.

—¿Seguro que estás bien? —le pregunta Sugawara.

—Sí —suspiró. —Es solo que estoy algo cansada. Anoche no dormí bien y me quedé hasta tarde viendo un anime.

—Ya decía yo que hoy estabas más fea que de costumbre —se burla Sawamura, riéndose ella. Akira le saca el dedo del medio.

—Que te jodan —le responde ella, antes de empujar a los dos chicos con ambas manos para hacer hueco y pasar entre los dos.

Ambos se ríen y la siguen, uno a cada lado. Solo que esta vez, Sugawara le pasa la mano por encima de los hombros a la chica hasta que llegan al cuarto del club, donde se cambiaban los chicos.

En el gimnasio, dos de los chicos de primero se acercan corriendo a ella.

—¡Akira, Akira! ¿Nos pones la bola a Kageyama y a mí?

—¡Que nos tenemos que ir, pedazo de burro! —se queja el rubio, el que ahora era el más alto del equipo.

—¡Jo! ¡Pero si todavía queda un rato antes de irnos! ¿Qué vamos a hacer mientras tanto? —se entristece el más pequeño.

—¿Os enseño una llave sencilla de artes marciales?

Los ojos de todos los de primero, hasta los del chico rubio se iluminaron ante la pregunta de la chica.

—¡Nada de kárate, Akira! No puedes ni hacer 10 sentadillas seguidas, vas a enseñarles una llave a estos —les señala Tanaka.

—¿Sabes kárate?

—Sí, y no solo kárate. Es artes marciales en general. El kárate es un tipo de lucha dentro de muchas —le responde al pelinaranja.

—Wow —se emociona.

—Pero si solo eres una chica.

Akira iba derechíta al rubio para zurrarle.

—Ea, ea —la palmea Tanaka, evitando que se peleara con el rubio. —Ya pasó.

Todos habían subido al bus.

Akira se había quedado tan profundamente dormida que ni se enteró de que Hinata le había vomitado encima a Tanaka y que todos estaban más tensos que la cuerda de una guitarra por los nervios del anaranjado.

—Akira —la intenta despertar Sugawara cuando llegan. —Hemos llegado —Akira abre los ojos y se estira un poco. —Estás que te caes de sueño, eh.

—Un poco —bosteza de nuevo.

—Suga, Akira —les llama Sawamura. —Dejaos de carantoñas y vamos ya. Los demás están entrando.

Akira se pone de pie. Sugawara sale antes que ella y cuando ella va a salir del bus, le da la mano para que se apoye en él.

La chica esperaba a que se la soltara una vez fuera, pero no estaba en los planes de Sugawara soltarla. Es más, había entrelazado sus dedos con los de ella, balanceando un poco sus manos al andar al haber un poco de distancia entre ellos.

No era la primera vez que lo hacía, aunque siempre lo hacía cuando estaba muy nervioso.

Aunque no jugara, Akira sabía que era un partido importante.

Cuando llegan hasta donde están los demás, ven que Sawamura estaba disculpándose y obligando a Tanaka a hacer lo mismo. Seguramente Tanaka se habría puesto a hacer caras y buscar pelea.

—Akira ¿te sientas arriba en las gradas? No deberías estar tanto tiempo de pie por la rodilla.

—Sí, claro. Yo...

—Akira —la llama el profesor Takeda. —Si quieres puedes sentarte en el banquillo.

—Gracias, profe, pero no hace falta. Me parece fatal estar sentada mientras los demás están de pie —le responde la chica, rascándose el cogote.

—Tonterías. Además, tengo entendido que sabes de voleibol. Podrías ir explicándome el partido.

—Si, claro. Sugawara y Daichi siempre me comentan las estrategias y entiendo de jugadas. Será un placer poder ayudarle.


◦ ◦ ◦



El partido contra el Aoba Johsai había resultado en una victoria para el Karasuno. Akira le había comentado al profesor Tanaka todas las jugadas y lo que ocurría en cada momento de ambos equipos y Shimizu tomaba notas de los otros jugadores. Volver a ver un partido así, comentarlo y analizar las jugadas la habían puesto nostálgica, pues era algo típico que hacían ellas con sus padres y hermanas cuando iban a diferentes partidos.

Se había adelantado para ayudar a guardar cosas en el bus mientras los chicos terminaban de asearse un poco después de haber estado sudando durante todo el partido. Como los chicos se estaban tardando un poco, había decido ir rápido al baño para refrescarse un poco la cara antes de irse.

Al salir, se da cuenta de que algunos del Aoba la miraban no tan disimuladamente como creían, pero simplemente salió del edificio, yendo hacia donde estaban los chicos. Parecía que estaban hablando con alguien, que la conversación había terminado y se iban a ir. Como estaba lejos, no se había dado cuenta de que, el que se dirigía hacia ella del Aoba y con quien hablaban era Oikawa.

—¿Quién soy?

Akira supo de quien se trataba aunque le había tapado los ojos.

—¡Kyō! —ella se gira para abrazarlo. Hacía semanas que no lo había vuelvo a ver y se imaginaba que era por las nacionales de marciales.

—Oi. ¿Tú no estabas con muletas? —la pregunta de una tercera persona hace que se separe de Kyō y mire al chico de metro ochenta por lo menos.

Sabía quien era.

Ella mira por encima del hombro para ver que sus amigos se habían dado cuenta de la habían visto y estaba esperando por ellas.

—¿De qué conoces a Akira? —le pregunta Kyō. Sonaba muy borde.

—¿Te llamas Akira? —le pregunta a la chica, ignorando al pelinaranja por completo.

—¿Cómo sabes que estaba con muletas?

—Te vi con la pequeña acosadora en el partido que perdió el Karasuno contra el Date Industrial. La verdad es que esperaba que viniera ella al partido siendo miembro del club, me he llevado una decepción muy... —pero Oikawa guardó silencio cuando vio a la chica mirarle como si estuviera a punto de aniquilarlo. Desprendía una energía que emanaba peligro, mucho peor que la del cabeza rapada o el capitán del equipo, que no paraban de mirar en dirección a ellos a punto de querer embestirlos como si fueran jabalíes.

—Como vuelvas a llamar a mi hermana acosadora, te meteré esa cara tuya con tu sonrisa de chulo por el culo.

Se hizo el silencio. Kyō se ríe.

—¿Hermana? ¡Pero si no os parecéis en nada!

—Estás avisado. Me voy de aquí. Adiós Kyō —le advierte, dándose la vuelta para ir hacia donde estaba sus amigos.

—¿Me estás diciendo que la rubia que te gusta es la hermana de Akira?

—¿Para qué quieres saberlo? ¿Me la quieres robar también, Sohma?

—¡VOSOTROS DOS! ¿Podéis parar?

—Él empezó, yo solo quería hablar con la hermana de Umiko.

—Me da exactamente igual quien... ¿has dicho la hermana de la rubita de la que estas completamente obsesionado? ¿Donde está?

Oikawa rueda los ojos.

—Es esa —la señala.

Akira estaba apunto de llegar hasta sus amigos hasta que un chico se le pone delante, parándola.

—¿Eres hermana de una rubita que le gusta el vóley?

—¿Y tú quién eres?

—Su fan... digo, el mejor amigo de este, por desgracia —rueda los ojos. —Por favor, ¿podrías hablar con tu hermana y decirle que deje de ignorarlo? Estoy hasta los huevos de oírle lloriquear porque la chica de sus sueños no le da ni la hora.

—¿Eh? —pregunta ella, ladeando la cabeza.

—Iwaizumi, así no se le hablan a las chicas. Por eso no les gustas... no como yo.

—Le voy a meter una pelota en la bocaza tan grande que tiene —se queja el mejor amigo. Akira se ríe y los tres chicos la miran.

—No lo pensáis ninguno de los dos —les advierte Kyō. —Yo la vi primero. Es mía.

—Toda tuya —se encoge de hombros Oikawa. —A mí me gusta su hermana y como te acerques a ella te golpearé como...

—Nadie se va a acercar a ninguna chica, pedazo de idiotas —les grita a los dos. —Perdónalos, son unos creídos alrededor de las chicas. Siempre se han estado robando las novias pero parece que tú y tu hermana sois su debilidad.

—Qué par de raritos los tres —frunce el ceño la pelinegra. —Me piro que mis amigos me están...

—Oye, solo quiero hablar con ella —Akira ignora a Oikawa. Ya estaba con sus amigos y les pedía a Hinata y Tanaka que dejaran de ponerse raritos. Aunque no eran los únicos. —Qué manía tenéis con ignorarme, eh. Cuando me acerqué para hablar con ella, primero me ignoró y después se echó a correr y...

—¡Que tú qué! —se giró bruscamente, dejando de agarrar a Tanaka. —¿Cuándo viste a mi hermana?

—En el torneo de este mendrugo y la semana pasada —por la cara de preocupación de la chica, supuso que algo malo estaba pasando. —¿Por qué?

Akira empezó a unir las piezas: Umiko ya lo estaba pasando muy mal desde que ella había tenido el accidente, pero si la semana pasada se había encontrado con Oikawa eso explicaba lo de las películas tristes del fin de semana.

—¿Ocurre algo? —le pregunta Sugawara a la chica. Sawamura se había puesto al otro lado. Oikawa los miró. Parecían los guardaespaldas de la chica, y por lo que se había fijado en el partido, ahí había algo con el peligris.

—No, nada —responde Akira al chico. Entonces se dirige a Oikawa. —No vuelvas a acercarte a mi hermana o me encargaré de que no juegues más al voleibol.

La amenaza que le hizo Akira le dio miedo a todos. Cuando Akira se ponía de ese modo, era terrorífica.

—Lamento decirte que no tengo pensado hacer tal cosa —parecía que la amenaza no le había afectado en absoluto a Oikawa. —No hasta que me pueda disculpar con Umiko en persona. Por eso me acerqué a ella, pero me pasé de listillo como siempre y parece que no tiene sentido del humor y...

—¿Tú eres tonto? —le pregunta la chica, dando un paso hacia él. Oikawa ni se inmuta, solo se cruza de brazos y alza una ceja.

—Esta chica me gusta mucho —murmura Iwaizumi.

—Te voy a hacer una llave que no podrás hacer vóley en tu vida, Iwa.

—Sé que fue un malentendido —los ignora el resto. Oikawa intenta explicarle lo sucedido a Akira. —Ella intentó explicarse aquella vez cuando éramos niños, y cuando la vi otra vez quería decirle que lo sentía, que sabía que no fue ella y que su amiga...

—¡Cierra el pico! —le advierte ella. —Si de verdad lo sientes, no te acerques a ella —le vuelve a decir. —Ignórala como ella hace contigo. Saber de ti lo único que hará es que recuerde todo por lo que pasó en la escuela media.

—¿Eh?

—¿Eso no te lo contó? ¿No lo sabes?—sonríe sin ganas. —A Umiko la atacaron tus fans en el partido ese día y la acosaron en la escuela media. A mí me expulsaron dos semanas por partirle la nariz a su amiga y entre eso y la gravedad del acoso tuvieron que cambiarnos de escuela a mitad de curso.

—Yo... no lo sabia. No pretendía...

—Pues ya lo sabes. Si me entero que te acercas a ella te voy a partir la cara, o peor, el brazo derecho con el que tanto presumes para sacar.

Esta vez, Akira agarra a los chicos por los brazos y tira de ellos dos para que la siga el resto, yendo hacia el bus para volver a casa.

El trayecto al instituto fue en silencio. Estaba atardeciendo y los chicos estaban agotados del partido. Pero Akira estaba despierta. Miraba como las nubes del cielo se teñían de diferentes tonos anaranjados.

—¿Te vienen a buscar o puedo acompañarte a casa? —le pregunta Sugawara.

—Me iré con Sakura, así que de seguro me vienen a buscar —le responde la chica.

—Ah, pero a ese zanahoria sí que le dejabas acompañarte a casa.

La mirada que Akira les dio a los dos indicaba que no estaba de humor para sus tonterías.

—Os voy a meter el palo de la red por el culo.


◦ ◦ ◦



Ya se había puesto el sol y el recorrido del recinto deportivo tenía las luces de la parte exterior encendidas para iluminar el camino. Aunque Umiko llevaba horas corriendo y estaba completamente agotada, no podía parar de correr. Ya le ardían las piernas, su respiración era entrecortada y le quedaba poca batería en el móvil, por lo que solo podía escuchar el ruido de las hojas por la brisa fresca que había en vez de ponerse música.

Y entonces, frenó en seco.

Delante de ella se había parado Oikawa, que al igual que ella, tenía la respiración entrecortada y se había agachado para apoyarse en sus piernas. Todavía llevaba el uniforme de deporte del Aoba y cuando recuperó el aliento, pudo enderezarse y acercarse más a ella.

Y al igual que la última vez y todas las veces, Umiko le ignora dando media vuelta. Pero al girar sobre sus talones tan rápido, se marea de golpe y se tambalea.

—Ey, te tengo —la agarra Oikawa, colocando su brazo en la espalda de la chica y agarrándola del brazo con el que tenia libre. —¿Cuánto llevas corriendo?

—No lo sé —dice la chica con los ojos cerrados. —Un poco antes de que empezara a atardecer.

—¿Has comido? —la chica negó con la cabeza. —¿Y bebido agua al menos? —volvió a negar. Oikawa chasqueó la lengua varias veces. —Esta niña... ¿qué voy a hacer contigo? Sin comer, beber agua y toda sudada, con ropa de deporte corta y con este frío.

—Nunca me pongo mala.

—¿En serio? Qué pena. Y yo que quería cuidar de ti —se burla él. Coloca los brazos de la chica alrededor de su cuello para que se agarre a él. —Ven aquí —la carga. Su intención era sentarla en el muro de piedra para poder ponerle su chaqueta por encima. ¿Le pegaría por llevar la chaqueta de su uniforme? —Así mejor. Ahora a por algo para comer y agua —dice él, volviendo a cargarla en brazos.

—No tengo hambre.

—No te estaba preguntando.

Umiko gruñe un poco.

—Suéltame. No quiero que ninguna de tus fans locas me vea así contigo.

Oikawa sintió esa pequeña culpabilidad de nuevo golpearle contra el pecho, pero de momento iba a ignorarla hasta que Umiko se encontrara mejor.

—Ya es muy tarde para que nos encontremos a mis fans —le responde. —A lo que hace que me pregunte... ¿qué haces tan tarde corriendo sola? Es peligroso que andes sola, cualquiera podría acercarse a ti y...

—¿Qué mas dá? —le pregunta. —Además, ¿no era yo la peligrosa psicópata?

—En realidad era pequeña acosadora —le corrige él. —Pero burbujita me gusta más. En especial porque sé la historia. Gracias a mi futura su... a tu encantadora madre.

—Lo que digas —Umiko había cerrado los ojos y había escondido su rostro en el hueco del cuello de Oikawa, agotada. El chico podía sentir la respiración calmada de la chica y como a veces, sus labios rozaban con su piel. Se alivió de que no se diera cuenta de su desliz.

¿Había dejado de hacer frío por arte de magia?

—No te duermas, burbujita. Tienes que comer primero y me tienes que decir donde vives para que pueda acompañarte.

—Estás demente tú, eh.

Llegaron a una de las tiendas abiertas 24 horas que estaban en centro deportivo. Oikawa compró una bolsa de bollos chicos, todos diferentes, para que Umiko eligiera el que quisiera. La habría dejado quedarse en el banco de en frente, justo donde había un parque completamente vacío, pero ni quería dejarla sola, ni quería darle la oportunidad de volverse a escapar de él.

—Muchas gracias —le dice a la mujer mayor que le atendió. —Anda ven, burbujita —él le coge de la muñeca, como si fuera una niña pequeña, para ir hasta el parque.

—Que no me voy a perder —se queja la chica, antes de llegar. Pero en vez de sentarse en el banco cuando la suelta, ella decide ir hasta el parque y sentarse en el columpio. Oikawa suspira, fastidiado de que siempre le llevara la contraria en todo y de que siempre se saliera con la suya, porque al final acabó yendo hacia donde estaba ella, sentándose en el suelo, justo delante de ella.

—Bébete esto y coge un bollo.

—¿Qué es lo que quieres? —le pregunta ella, una vez termina de hacer todo lo que le dice. Estaba tan cansada que no quería discutir llevándole la contraria.

—Hoy me encontré con tu hermana.

—¿Cuál de ellas?

—¿Tienes más de una hermana?

—Sí, mis padres nos adoptaron más o menos a la vez.

—¿Adoptada? Vaya, por eso no se parecía a ti. Aunque qué carácter, me amenazó varias veces con zurrarme.

—Entonces hablas de Akira. ¿Fue en el partido? —Oikawa asintió.

—Le pedí a mi entrenador que organizara un partido de voleibol con los del Karasuno. Quería competir con mi junior y también volver a verte después de lo de la semana pasada, y como sabía que estabas en el club de voleibol pensé en matar a dos cuervos de un tiro. ¿Lo pillas?

Umiko se queda en silencio, sin pestañear.

—Estoy expulsada del club de voleibol hasta las vaciones de verano.

Oikawa se queda en silencio, mirándola.

—¿Por qué?

—Me peleé con una chica en mitad del pasillo.

Oikawa volvió a quedarse en silencio.

—Me contó lo de mis fans y lo del acoso —Umiko ni pestañeó. —¿Por qué no me lo dijiste?

—¿Para qué?

—Quería disculparme y...

—No fue tu culpa.

Los dos se quedaron en silencio.

—Te veía todos los días con tu amiga cuando entrenaba en la escuela media. ¿Venías a verme?

—Sí.

—¿Te gustaba de verdad?

—Supongo —se encoge de hombros la chica, dando un bocado a su bollo. Suspira.

—¿Y ahora? —quiere saber el castaño.

La chica chasquea la lengua. ¿Qué daño le haría hablar de esto con alguien que probablemente no vería? No con frecuencia al menos. Alguien que podía fingir que no existía, alguien a quien podía ignorar después de contárselo todo.

—No —le responde. —No hay nadie, ni nada que me guste. Nada me llama la atención. Todo se ha vuelto tan gris... y tan aburrido. Todo siempre fue así hasta que te vi jugar por primera vez en un partido cuando fui con mis padres y mis hermanas. Y después todo volvió a ser como siempre, gris y aburrido.

—En la escuela media los chicos de mi equipo que jugaban ahí estaban pillados por ti —se sincera él. —Decían que eras la niña más bonita que jamás habían visto y se preguntaban a quién irías a ver todos los días. Nunca te acercabas a ninguno ni mostrabas señales de si te gustaba alguno. Hasta mi mejor amigo Iwaizume se sonrojaba mucho cuando te veía. Parecía que yo era el único inmune a ti.

Umiko sonríe.

—Puede que por eso me gustaras más —se sincera. —Odio las cosas fáciles y superficiales.

—Ese día... —no se lo iba a contar todo, no todavía. Quería guardarse eso hasta que fuera el momento indicado, —me puse un poco nervioso cuando te vi con esas galletas porque te confundí con mi acosadora. Era más pequeño y no estaba acostumbrado a que las niñas se me acercaran tanto y se fijaran en mí cuando yo solo quería jugar al voleibol. Mas o menos cuando tú empezaste a venir a ver los partidos, empece a recibir cartas anónimas y galletas. Me asusté porque pensé que fuiste tú y por eso me puse así, y no sabes cuánto lo siento.

—No importa —le interrumpe la chica.

—Sí importa.

Ambos se quedaron en silencio, mirándose el uno al otro. Hasta que Umiko suspira y estira los pies.

—La que te acosaba era mi mejor amiga.

—Lo sé. Después del partido se me acercó ella y me contó lo de las cartas y las galletas y me di cuenta de mi error. Le pedí que me ayudara a buscarte para hablar contigo y arreglar mi error, pero ella se negó y se enfadó.

—Desde muy pequeñas, Shirogane Himeko fingía ser mi mejor amiga, pero siempre ha intentado ser yo y tener todo lo que me gustaba. Eso te incluía a ti —le explica la chica. —Y lo siento por eso.

—No es tu culpa tampoco, burbuja —le recuerda. —¿Fue ella la que empezó con el acoso?

—Sí.

—¿Fue por mí?

—No creo. Creo que solo fuiste una excusa para hacer lo que siempre quiso hacer, que todos me odiaran de la misma forma que me odiaba ella.

—¿Entonces no me ignoras ni me odias por lo que te dije?

—No. Y tampoco te odio.

—Entonces... ¿por qué me ignoras? ¿Por qué me evitas cuando me acerco a ti? ¿Es porque me tenías miedo o algo?

—No.

—¿Entonces por qué?

—¿Por qué quieres saberlo?

—Porque quiero saberlo.

—Agggggh.

—Dímelo —le pide él, con un tono de voz más meloso.

—Es por lo que me pasó ese día, lo que me hicieron tus fans. Lo que pasó con esas chicas ese día fue... no tenía nada que ver con el acoso de la escuela media —la chica suspira, cerrando los ojos. Da otro bocado al bollo y mira al suelo antes de seguir hablando. —Y eres el recuerdo constante de lo que pasó. Cada vez que te nombran o que te veo, ya sea una foto, es como volver otra vez a eso, a estar encerrada en ese baño con esas chicas mayores.

—Cuéntame lo que te hicieron.

—No quiero hablar de eso.

—Pero...

—Déjalo así, Oikawa.

—Mmmm —pero el chico se quedó en silencio cuando el móvil de la chica empezó a sonar.

—¿Sí, papá? Aja, sí estoy bien. No, estoy con una amiga de clase, Yui, de las animadoras. Me la encontré de casualidad. No, no quiero que pases por mí. Sí, iré sola. Sí, tendré cuidado. Sí, no tardaré, solo un ratito más. Chao.

—¿Una amiga de las animadoras?

—No le iba a decir a mi padre que estaba contigo —dice la chica, como si nada.

—¿Por qué? ¿Me pondría en la lista negra de jugadores de voleibol? —ladea la cabeza.

—¿Eh? Ah, sabes que mi padre es un ojeador deportivo —la chica guarda silencio y frunce el ceño. —¿Es por eso que has...?

—No termines esa pregunta, porque entonces me voy a enfadar —la interrumpe él. —No me he acercado a ti solo porque tu padre sea un ojeador como el resto de gente idiota. Eso me da igual.

—Bueno, en todo caso, a él le han asignado a baloncesto una buena temporada. Por eso pasa más tiempo en Estados Unidos. Pidieron que le asignaran a ese departamento porque mi madre es modelo ahí y él no sabe vivir sin ella.

—¿Y están aquí una temporada? —Umiko asiente. —¿Por lo que le pasó a tu hermana? Me enteré por ese tonto de Sohma.

—¿Kyō? ¿El pelinaranja? —Oikawa asiente. —Qué mal me cae ese —arruga la nariz la chica.

Él consideraba que Umiko era la chica más bonita que jamás había visto, al igual que sus amigos en la escuela media y los pocos de la superior que la habían visto. Pero en ese perecido momento era mucho más que bonita.

Oikawa asiente. Ambos se quedan en silencio por un rato.

—Venga, que ya es tarde. Te acompaño a tu casa.

—No.

—Sí.

—Que no.

—Que sí.

Umiko resopló. Poniéndose en pie. Oikawa hizo lo mismo, caminando en silencio al lado de la chica. Ninguno dijo nada en el trayecto hasta la casa de Umiko, y no es que la chica se muriese de ganas por tener una conversación con Oikawa, así que agradeció el silencio.

Al llegar al portal de la casa de la chica, Umiko se aseguró pararse un poco antes, en una zona donde, si alguien de la casa se asomaba, no les viese. Se giró hacia él y bajó la cremallera de la chaqueta para quitársela y dársela.

—Quédatela, te queda bien.

—No la quiero.

—Pero mira que eres testaruda. Dámela mañana. A las 8 de la tarde.

—¿Eh?

—En el centro deportivo. Lleva ropa de deporte cómoda —y con la misma, el chico se gira para marcharse.

—¡OIWAKA! —le grita, pero este la ignora.

Por una vez, se sentía bien ser el que ignoraba en vez de ser el ignorado. Pero aún así, le gustaba que fuese tan difícil. Él, al igual que ella, entendía lo aburrido que eran las cosas fáciles.


𝑡𝑜 𝑏𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑒𝑑 ...

holiwis vvs

¡FELIZ HALLOWEEN!

este es mi regalo: el capítulo
mas largo que he escrito hasta ahora bbs

les ha gustado??

ya aparecen los cuervitos bebes.
spoiler: se unen a la pandi de umiko gg

tenemos a fans locas, como no

PODEMOS HABLAR DE AKIRA Y SUGA?? nuestro novio ha usado la misma técnica que le recomendó akira a daichi MUERO

Y LA AMISTAD DE AKIRA Y DAICHI????? :( me muero son tan lindos

EHHHHHHHH, PIDO PERDÓN POR LO LINDOS QUE SON OIKAWA Y UMIKO

SON TAN CJJFIEJDJDJDU

ME MUERO CON ELLOS

ya estamos viendo más cosas de las chicas y de kyo

mi bebe umiko :(

LOS CHICOS CUANDO CELAN
A MIS NIÑAS SON LO MAS

qué creen que pasará en el siguiente capi??

os leo bbs <3

os amo hasta el infinito y más allá <3<3

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〘 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
━━ 𝘩𝑎𝑖𝑘𝑦𝑢𝑢! 𝑏𝑜𝑦𝑠 〙
© 𝐬𝐤𝐲𝐞𝐥𝐨𝐬𝐭 2024

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