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⁰² ˑ 𝘧𝘪𝘨𝘩𝘵 𝘭𝘪𝘬𝘦 𝘢 𝘨𝘪𝘳𝘭





𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
⁰² ˑ " 𝘧𝘪𝘨𝘩𝘵 𝘭𝘪𝘬𝘦 𝘢 𝘨𝘪𝘳𝘭"


Estar preparada ante cualquier situación era algo que Akira había aprendido de su hermana mayor. La pelinegra tenía la sospecha de que seguramente habría muchos problemas para entrar en la escuela artes marciales, por esa razón, entrar en el Karasuno no era una casualidad o capricho de ella. El sensei que fue uno de los mejores considerados del país era un viejo amigo de un profesor de ahí, solo tenía que averiguar quién.

Sotawa habría llegado a la misma conclusión que ella, por eso estaba ahí, y si él estaba ahí, era normal que su amigo cerebrito también estuviera. ¿Pero por qué estaba Shirogane?

Tenía la vocecita de Sotawa detrás de la oreja preguntándose si iba a llorar por romperse una uña, así que se olvidó por un momento de la chica.

¿Llorar por romperse una uña?

Si no lloró cuando se dislocó el hombro y se lo colocaron sin anestesia ¿como iba a llorar por una uña rota?

No era Umiko, que hacía berrinches cada vez que se le estropeaba una uña.

Si el plan de averiguar quién era el viejo amigo de la infancia del sensei no funcionaba, tenía un plan b: ser la mejor de la academia de artes marciales.

Sabía que eso no sería fácil: había más estudiantes de las diferentes escuelas superiores de la prefectura de Miyagi, pero ella estaba agrupada con los de la suya. Como artes marciales no era algo que pudiesen practicar en un club libremente de escuela media o superior debido a la complejidad y peligro que suponían, tenían que ir a academias especializadas en las artes marciales.

De su grupo, era la penúltima en el nivel de cinturones de los Karasuno, por delante de Sotawa. Todos los demás tenían uno o dos cinturones por encima. Los que más cinturones tenían eran los del Shiratorizawa, seguidos del Date Industrial y Aoba Johsai. Después estaban el Johsenji, Ohgiminami High, Karasuno, Kakugawa, Wakutani Minami y Tokonami. De mayor a menor. De más fuertes a más flojos.

El Karasuno parecía estar siempre en el medio de todo: como en fútbol o baloncesto.

Menos en ciencias. Sakura siempre decía que eran los tontos más tontos.

Aunque al menos ellos podían participar en la Feria de Ciencias, el primer paso para llegar a las Expos. Habían otros clubs, como el coro escolar y el equipo de animadores, que no podían participar. El coro del Karasuno nunca podía ir a nacionales por no tener suficientes para llenar el cupo mínimo de estudiantes. Por eso simplemente iban a animar a los partidos de aquellos que lo solicitaban junto con las animadoras o simplemente tocaban en algún evento especial de la escuela superior.

Pero de artes marciales no había nada, por eso iban a la academia que quedaba a una media hora corriendo, ejercicio que Akira agradecía para ganar más resistencia. Y aunque no fueran un club oficial de la escuela superior, entre el grupo que iban a marciales lo seguían considerando como un club, pues así no serían diferentes a los demás.

Y todos ahí querían entrar en la escuela de artes marciales de Miyagi. Habían dos formas de entrar: por invitación del sensei o de la escuela, que era lo mismo, o pasando la prueba física, es decir, combatir.

Cuando hizo la prueba el año anterior solo hizo el ridículo. Su antiguo sensei le había dicho que tenía que esforzarse el doble, pero más tarde que pronto, la chica descubrió que el doble era muy poco y que tendría que entregarse a fondo. Jamás lo reconocería en voz alta, pero ahora que tenía 16 años se daba cuenta de que, por mucho que se esforzara más que los demás, ser una chica era su mayor desventaja.

Y en su grupo de los del Karasuno todos eran chicos menos ella.

—Oye Akira, ¿venís tú y Umiko con nosotros en el receso?

La chica levanta la vista de su pupitre para ver a Nishinoya con una sonrisa de oreja a oreja. Parecía muy confiable y animado, pero todavía mostraba signos de rarito como hacía un par de días.

Akira podía jurar que era porque estaba más pillado por Umiko que por nadie más, y que también, al tener la misma altura que él y hacer artes marciales la consideraba menos femenina.

—Si, ya voy —suspira la chica, levantándose para sacar su desayuno y salir con él. —Menos mal que ya no te pones tan rarito.

—¿Rarito yo?

—Sí.

—¿Así que vas a entrar en el club de voleibol masculino? —oyen a Sakura preguntar a Umiko cuando se acercan a la mesa donde ya estaban el resto de los de primer año de voleibol.

Ese era el don que tenía Umiko: sabía ganarse a la gente, por eso nunca estaba sola.

... A excepción de lo que pasó hace dos años.

—Ajá. No tengo nada mejor que hacer mientras vosotras estáis con vuestras cosas.

—Pues podrías estudiar un poco más. Aunque intentas sacar por encima del aprobado mínimo, podrías esforzarte más y llegar aunque sea al notable.

—¿Acaso crees que no soy capaz de llegar al sobresaliente? —se queja Umiko.

—Tampoco quiero que te lesiones el cerebro, hermanita. Recuerda, yo soy la lista, Kira es...

—Kira es la fuerte y yo soy la barbie bonita y tonta. Ya me sé el cuento —se queja la rubia. Estaba cansada de que solo tomaran en serio que fuera bonita y nada más. Como siempre. Si ella no destacaba en algo era simplemente porque nada le llamaba la atención, por mucho que probara cosas nuevas, todo le terminaba aburriendo. —¿No es a ti a la que están constantemente echando de las clases de ciencias y matemáticas?

Sakura rueda los ojos.

—¿Te han vuelto a echar? —pregunta Akira, sentándose al lado de su hermana, pero sobre la mesa. —¿Qué ha sido esta vez?

—No me lo hagas recordar porque me da indigestión —se queja Sakura, volviendo a suspirar y colocándose las gafas de vista. —Encima Sotawa saca lo peor de mí cuando mi coeficiente intelectual es más alto que el suyo.

—Me sorprende que Sotawa esté ahí y no Kaito —comenta Ennoshita, que estaba en la misma clase que Kaito: grupo 4.

—A mí no —dice la pelirroja. —Sotawa es lo suficientemente listo como para estar ahí. A Kaito no le tienen ahí porque yo soy mejor que él.

—Y porque el año pasado le amenazó con derretirle la piel —añade Akira. —Eso moló mogollón ¿sabes?

—Jo, es que Sakura es la más lista. ¡Me vendría genial si me ayudas, Sakura! A mi se me da muy mal estudiar.

—Es evidente, por algo estás en el grupo 1, Tanaka.

—¡Qué borde es! —se emociona, aunque le haya llamado tonto y su corazón le perteneciera a otra, no podía evitar que se le subiera el pulso al estar rodeadas de chicas. Y todo gracias al aburrido de Kinoshita, que se había hecho amigo de la rubia, y a su vez, la rubia de sus amigos de los del grupo 4 que también iban a voleibol.

—Hola, Umiko —se acercó un chico, interrumpiendo la conversación que tenían los de primero.

Todos se quedan en silencio y miran al chico que acaba de acercarse al grupo.

—Eh... ¿te conozco de algo? —le pregunta la nombrada, frunciendo el ceño.

—Esto...no, soy del grupo 4 y la verdad es que me parecías muy bonita, y esto, me estaba preguntando si te gustaría ir al cine o hacer algo... juntos, en plan cita.

Todos se quedaron en silencio.

Umiko dejó hasta de respirar al ver lo directo que había sido ese chico. Era evidente lo nerviosa que se había puesto, tanto que hasta se le subió los colores a las mejillas. Estaba tan roja, que podía parecer un semáforo.

—¡Eh, tú! ¿Acaso quieres pelea?

—¡Eso, eso! ¿Quieres problemas?

—Vaya que te has puesto roja —se burla Akira de su hermana al verla. —Con lo que te gusta que los chicos se fijen en ti y por eso te pones tan bonita.

—¡Eso no es cierto! —le grita, apretando los puños pegados a su pequeña figura. ¡Qué manía! ¿Cuántas veces tenía que decir que ella no se ponía bonita para los chicos? ¿Tan difícil era entender que solo quería verse bonita y ya? ¿Que solo era como un disfraz?

—¡Nadie se va acercar a Umiko o Sakura mientras nosotros estemos aquí!

—¡Se la verán con nosotros!

—¡Queréis parar ya, par de idiotas! —les grita Ennoshita. —¡La vais a liar y luego pringamos todos! —luego se gira al chico, el cual estaba en su clase, y se disculpa. —Perdónales, por favor.

—¿Por qué solo nombras a Saku y a mí? ¿Qué pasa con Kira? —pregunta la rubia a Tanaka.

—¿Pero tú has visto lo que entrena Akira? —pregunta Kiyoshita. —Tiene más fuerza en los brazos que yo. Estoy seguro de que sería capaz de parar un saque de Azumane.

—¿Pero que dices? Los saques de Azumane son una monstruosidad. Ni Nishinoya puede con ellos ¿crees que una chica va a poder?

—¿Que. Has. Dicho. Tanaka?

Todos se han quedado en silencio, como si no hubiera nadie vivo.

—Qué liada, chaval —se burla Sakura.

Pero no fue Akira la que armó jaleo esta vez.

—¿Por qué asumes que voy a necesitar que me defiendan? —pregunta Umiko, levantándose de la mesa.

Sus hermanas la miraron frunciendo el ceño. ¿Umiko se había enfadado?

—No, yo no, esto...

—Ey, esa es la chica de la que os hablé. ¡Es una pasada! ¡Hola, Akira!

—Hola, Hatoyama. ¿Qué tal el brazo? —le pregunta la pelinegra, poniéndose de pie y sentándose en la mesa para no verse tan bajita como si estuviera sentada en la banca.

—Esta tía pega que no veas —les dice a los de segundo. —¡Mola mogollón! Yo que iba ir suave con ella y me planta una llave que me tumbó al suelo en segundos.

—Ya, los chicos tienen la mala costumbre de infravalorar a una chica constantemente —habla Sakura, rodando los ojos. —Cosa que entiendo en cuanto a la fuerza, pero no cuando el contexto es que ella también practica artes marciales.

—Saku, que seas muy lista no quiere decir que puedas faltarle el respeto a tus seniors de tercer año. En el club de marciales ninguno lleva el color de su cinturón en los entrenamientos, así que no sabe cuanto sé de marciales. Discúlpala, Hatoyama, Sakura es muy lista, pero carece de buenos modeles cuando se pone en modo sabionda.

—No te preocupes.

—¿Tercer año? —pregunta Umiko. —¿Y cómo es que sois amigos? Es decir, vosotros sois del club de vóley.

—Es que a este le gusta una que está en nuestro año y es del equipo femenino de voleibol —le explica el de la coleta, Azumane, pasando su brazo por encima del de tercero.

—Decir que le gusta es quedarse corto —se burla uno de los de segundo, el de pelo castaño: Sawamura.

—¡Oye! —les interrumpe Nishinoya, —Estábamos apostando si Akira sería capaz de parar un saque de Azumane o no. ¿Tú crees que pueda? —le pregunta al de tercero, señalándolo con el dedo.

—No lo sé, no he visto a este sacando —comenta, ladeando la cabeza y llevándose la mano a la barbilla. —Akira es fuerte y aguanta los golpes, así que le daría un 80% de votos a que sí.

Akira sonríe traviesa, hace como que busca algo de su bolsillo de la falda y le saca el dedo del medio a Takana y Nishinoya.

—A joderse. Si lo dice mi capitán, es porque es verdad.

Al considerarse como un club extraoficialmente, Hatoyama era el capitán extraoficialmente también. Y se empezó a llevar muy bien con la chica.

—Pero ha dicho un 80%, no te emociones tanto —se queja Tanaka.

—Es mucho más de lo que sacarías tú en un examen, grupo 1.

—¿Te crees más lista que yo por ser del grupo 3?

—Es que es evidentemente más lista que tú —canturrea Sakura.

—Doy fe —asiente Nishinoya.

—¡Tú también estás en el grupo 3 y no eres un lumbreras!

—Es que no es difícil ser más listo que tú, hasta Miko lo es —la nombrada rueda los ojos al oír a la pelirroja. —Pero creo que ese porcentaje depende de la trayectoria del balón. Es decir, Akira no juega, así que si le viene un balón directo, su porcentaje de pararlo subiría a un 90% creo, no estoy muy segura porque hace tiempo que no te veo combatir. Pero en el caso de que tengas que moverte se reduce bastante, yo creo que a un 35 o 45, porque no tienes el entrenamiento necesario para moverte como lo harían ellos, y tampoco vas a tener precisión. Pero vamos, que ni tú, ni tu capitán podrían.

—¿Crees que puedes hacer un saque directo a mis brazos? —le pregunta Akira mirando a Azumane. Había algo en la mirada de la chica, como si desprendiera llamas.

—¿Quieres que te den un balonazo? —le pregunta Hatoyama, sentándose al lado de la chica en la mesa, sorprendido. Akira asiente.

—Yo no me acobardo ante un reto. ¿Tú lo harías? —le pregunta. —¿No crees que seas capaz de parar un saque de él?

—Pero esperen... —interviene el chico de pelo gris, Sugawara. —Los saques a Azumane son muy fuertes. Si tenéis suerte y os da en los brazos, los más probable es que os salgan hematomas. En el peor de los casos, os puede hacer mucho daño, lesionaros o romperos algo.

Akira y Hatoyama se miraron entre ellos y luego volvieron a mirar al del pelo gris. Y ambos se echaron a reír.

—¡Pero qué lindo! Hacía mucho tiempo que alguien no se preocupaba por mí —se ríe la chica.

—Suga, ¿sabes lo que son las artes marciales, no? No es solo dar patadas al aire. Estamos acostumbrados a los golpes.

Akira asiente.

—Sí, mira esto —entonces se pone en pie y se levanta un poco la camiseta y se baja la falda de la cadera para enseñarle el hematoma que se le había empezado a formar.

—¿Eso fue lo que te hizo Sotawa? —le pregunta Hatoyama. Akira asiente. —Ese mendrugo. Como le falta técnica, velocidad y más agilidad, usa más fuerza bruta de la necesaria y al final te acaba haciendo daño. Como se pase de listo se las verá con los chicos del club.

Algo que a Umiko le sorprendió de su hermana Akira, es que no se quejara por lo que acababa de decir Hatoyama. Solo le sonrió y asintió.

—Se ve horrible —comenta Sugawara. —¿No te duele? —le pregunta él, acercándose a la chica y agachándose un poco para llevar su mano al hematoma de la chica. Él esperaba que ella retrocediera o le molestara, pero ni se movió.

—Para nada —le responde ella. —Como dice Hatoyama, en marciales nos damos muchos golpes queriendo o no.

—Sí, deberíais ir a vernos un día —le dice Hatoyama a los chicos. —Cuando no entrenéis, claro. Y os traéis a las chicas de vóley —canturrea.

—Eso está complicado. Desde que volvió el director Ukai otra vez está matándonos a entrenamientos —le explica el castaño, Sawamura.

—¿Ah, pero podemos ir a probar esos saques de Azumane?

—¿Pero habláis en serio? —pregunta Azumane. Ambos asienten, como si le brillaran los ojos.

Entonces sonó el timbre para volver a clase.

—Te espero al final de las clases en los vestuarios para ir con estos —le dice Hatoyama. —De ahí nos vamos al club.

—Hecho —le dice la chica, asintiendo. Ambos se ponen uno frente al otro y extienden su mano derecha: uno choca el dorso de la mano con la palma de la mano, después al revés, y por último, chocaron los puños.


◦ ◦ ◦



Tanaka no había llegado tan temprano a un entreno del equipo de voleibol como ese día, y acompañado de Nishinoya. Umiko iba detrás con una sonrisa de oreja a oreja sabiendo que Tanaka había cometido el error de atacar el ego y la competitividad de su hermana pequeña. Y si ahora tenía un grupo de amigos en ese club de marciales, sería peor.

Nada más entrar, corrieron a los mayores de segundo, saludando como de costumbre.

—¿No ha llegado Akira? —pregunta Nishinoya, saltando de la emoción.

—Creo que primero se van a cambiar a los vestuarios —le explica Sawamura. —¿En serio vas a lanzarle un saque a una chica de primero?

—¿Pero lo harás flojo, no? —le pregunta ahora Sugawara.

—¡Pues claro, hombre!

Por el barullo que había fuera del gimnasio, los de voleibol se imaginaban que no solo habían venido aquellos dos de artes marciales, sino que también estaba el resto. Iban con un pantalón deportivo de color negro y largo. Los chicos llevaban camisetas también negras, pero sin mangas. Akira llevaba el pantalón igual que los chicos, pero parecía que llevaba una camiseta dos tallas más grande que ella de color blanca.

—¿Es esa tu hermanita, Akira?

—¡Qué linda que es! ¿Me la presentas?

—¡NI EN SUEÑOS! —gritan Tanaka y Nishinoya a la vez, poniéndose delante de Umiko antes de que se le acercara algún chico.

—Venga, que tenemos que darnos prisa y dejar de molestar a los de vóley —les pide Akira. La pelinegra se acerca a los de segundo y les mira con una sonrisa. —Gracias por seguirnos el juego. Espero que no os moleste.

—No, claro que no —le responde Sugawara. —Ya conocemos como es Hatoyama y ahora tiene a alguien que le sigue el juego, así que debe de estar más contento que un crío recibiendo regalos en su cumpleaños.

—La verdad es que es guay tener amigos. Nunca he tenido ninguno.

—¿No? —pregunta el chico. Akira niega con la cabeza. —¿Por qué? Si te ves muy divertida, aunque no muy lista haciéndote amiga de Hatoyama.

Akira le saca la lengua a Suwagara.

—Es que... cuando era más pequeña a los chicos no les gustaba ser amigos de las chicas porque decían que éramos unas tontas y las chicas no les gustaba que hiciera algo que fuera más de chicos. Y en la escuela media me tenían miedo la mayoría por una pelea que tuve —suspira la chica.

—¡Que raro! ¡Si no te ves problemática para nada! —se burla Sugawara.

—¡Bien! ¡Asahi! ¡Más te vale lanzarme el balón más fuerte que tengas porque mi orgullo de hombre depende de eso!

—Pues estamos apañados —se burla uno de los de segundo de marciales. El resto se ríe.

—¡Venga, Akira!

—¡Voy! —la nombrada trota junto con él. Ambos se ponen en el lado contrario del campo, justo en la línea. Akira se recoge el pelo en una coleta alta y mira hacia donde está los tres de segundo. Azumane ya tenía la pelota en la mano listo para sacar, pero cuando lo hace, ni Akira ni Hatoyama se mueven.

—¿En serio? ¡Es que lo sabía! ¿Es que vas a tirar la pelota como un niño de 5 años o qué? ¿Le tienes miedo que una chica pare uno de tus saques aburridos o qué? —se queja Akira, dando saltos enfadada.

—¡Eso, eso! —la apoya Hatoyama. —¿Es que tan bajo creéis que tengo mi honor? ¿Y la de mi junior discípula? ¡NO SEAS CAGÓN! ¿O es que tiene que sacar Daichi? Tampoco me importa que saque Sugawara. ¡No me digáis que eso de los rumores son ciertos!

—Azumane —le llama Sawamura. —Tírale a esos dos lo más fuerte que puedas.

—Pero intenta no darle en la cara a ninguno de los dos—le recuerda Sugawara.

—No lo dudes.

No solo Azumane se sintió muy atacado y ofendido por las burlas de los de marciales y las risitas de los de primero, también los otros dos amigos de segundo.

Akira vio en la mirada de Azumane que le había tocado la fibra sensible y que iba a ir en serio. Agachó un poco su cabeza y se centró en él, relajando su mirada y su cuerpo. La concentración que tenía Akira era tal, que todo a su alrededor había desaparecido. ¿La paraba sin mas? ¿La levantaba? ¿Le daba un toque?

Azumane coge carrera y da un salto antes de golpearla con todas sus fuerzas. Por suerte para Akira, se la había lanzado justo a ella, por lo que no iba a tener que moverse. Dio un paso atrás y simplemente dejó que su cuerpo decidiera cómo pararla. Extiende los brazos, flexiona un poco las rodillas y la pelota impacta en sus antebrazos. La pelota venía con mucha fuerza, por lo que tiene que flexionar un poco más e inclinarse, pero muy poco, hacia delante, para poder levantarla con la fuerza de su cuerpo y no con la de los brazos. Y la pelota sube.

Akira se acaricia los brazos mirando como la pelota cae una vez al suelo y empieza a rebotar.

—Lo reconozco —grita la chica. —Pegas bien fuerte a la pelota.

—¿QUÉ COÑO? ¡NI EN SUEÑOS PIENSO PARAR ALGO ASÍ! —dice Hatoyama, fingiendo que se iba.

—¡PERO MIRA QUE ERES UN CAGAO, HATOYAMA! —se burla Akira.

—Que no, que es broma —vuelve el chico, adquiriendo la misma postura que los de vóley pero exagerado, como burlándose de ellos. Akira se ríe. —Si mi junior puede, yo también puedo. ¡VENGA ASAHI! ¡LÁNZAME TU MEJOR BOLA!

Akira se echa a reír con todas sus ganas, era tanta su risa al ver cómo Hatoyama había parado la bola pero cubriéndose el cuerpo en vez de hacer lo mismo que había hecho ella, que se había tirado al suelo, dando patadas a este y señalándolo.

—Qué paquete. Que ella pudiera pararlo y él no...

—Ven y chúpamela, Sotawa —le grita el capitán. Akira seguía acostada en el suelo, pero se había apoyado en sus brazos para levantarse un poco y mirar al resto.

—Cuidado, que capaz le va a gustar y todo —se burla la chica. Hatoyama le extiende la mano para ayudar a levantarla, pero en vez de dejarla solo en pie, la carga sobre sus dos hombros como si fuera un saco. —¡Bájame!

—Ya no molestamos más, chicos —dice el capitán de marciales. —Buen saque, Azumane.

—Sí, eso —dice la chica, levantan la cabeza mientras aquel la cargaba hasta la puerta. —Eres un crack campeón. ¡Sigue así y llévanos a las nacionales! ¡Chao, Miko!

Los tres de segundo no se habían movido del sitio, viendo lo que esos dos habían provocado, en especial la chica, que la vitoreaban los de marciales mientras salían. Era como si cargaran y alabaran a una princesa.

—Madre mía —susurra Azumane. —No juega al voleibol, no tenía la postura correcta de defensa, pero desde que lancé el balón supo cómo pararla y sin caer para atrás. A usado toda la fuerza de su cuerpo para levantarla.

—¿Habéis visto lo concentrada que estaba? Era como si no existiera nada más. Estaba tan metida en el saque. La forma en la que miraba, tan relajada pero a la vez... joder, esa mirada quita el aliento. Yo me habría cagado encima y no habría podido sacar bien.

—Solo para tenerlo claro... —continúa susurrando Sawamura, —¿a vosotros también se os ha puesto dura al verla parar ese saque?

—Durísima —asintieron los dos con la cabeza a la vez.

Era una forma de hablar que tenían los tres, porque en realidad no se habían excitado (no al menos de esa forma) en mitad del gimnasio. Era como cuando hacían un remate bestial y marcaban punto, poniéndoles a 100. No se esperaban que la niña con la misma altura que Nishinoya pudiera parar un balón tan fuerte sin pestañear.

—¿Os traigo el mocho para las babas? —los tres chicos se asustaron y pegaron un brinco cuando el capitán se les pasa por detrás. Se habían puesto tan nerviosos que tartamudeaban. Kurokawa se ríe, negando con la cabeza. —Bonita y con carácter —comenta hablando de Akira. —Una combinación muy peligrosa para una chica. Le va a traer muuuuuuchos problemas.

—¡Akira, tienes que enseñarme hacer alguna llave de artes marciales!

—Cuando quieras, Noya —se despide la chica, saliendo del gimnasio a hombros de Hatoyama. —¡Bájame que tenemos que ir a correr!

Los de marciales se quedaban en la escuela superior antes de ir a la academia porque ahí podían entrenar al aire libre. Akira tenía que aumentar la velocidad para mejorar su resistencia y aguante. Después haría ejercicios de fuerza y por último practicaría movimientos de artes marciales hasta que llegara la hora.

Mientras tanto, Umiko estaba en el gimnasio, hablando animadamente con el director de jugadas y cómo podrían contraatacarlas. Umiko y sus hermanas sabían mucho de eso porque su padre solía comentarles los partidos a los que iba, ya fuese de baloncesto, voleibol o fútbol, así que el director sabía que iba ser de mucha ayuda para el equipo, sobre todo cuando ya no estuviera. El director le había dicho a la chica iba a empezar a faltar más a menudo, por lo que le vendría genial al equipo su ojo deportivo.


◦ ◦ ◦



Sakura tenía que ver como los compañeros de su club de ciencias peleaban por el robot que intentaban construir.

Sí, robot.

Así de patéticos eran.

En el club de ciencias no tenían ambición, no cogían los problemas de la humanidad y buscaban soluciones para remediarlos.

Sí, sabía que era casi imposible, pero... ¿cómo iba alguien a luchar por mejorar entonces? La bombilla no se inventó sola y las bombas nucleares tampoco. Alguien con cerebro estaba detrás de ello y Sakura quería pasar a ser parte de la historia y puede que presentarse a la Expo de ciencias fuese un pequeñísimo paso para ese reconocimiento, un pequeño escalón que la llevaría hasta una meta: un premio Nobel en ciencias.

—¡Ōhagi!

—¿Sí, profesora?

—Deja de soñar y ponte con el proyecto del robot o te pongo a limpiar los recipientes del laboratorio.

Lo que iba a hacer era pegarse un tiro.


◦ ◦ ◦


Los días iban pasando y el director Ukai seguía con sus duros entrenamientos aunque faltara de vez en cuando. Por esa razón, algunos de primero empezaron a faltar.

Umiko ya no hablaba casi nada con Ennoshita y Narita, pues rara vez les veía en clases. Y como no iban a los entrenamientos, entonces era imposible encontrarse con ellos. Algunos de tercero también habían empezado a faltar, menos el capitán. Con Kinoshita seguía hablándose como si nada, de hecho, ya ni hablaban de voleibol y simplemente hablaban de las clases o de mangas, animes y videojuegos que salían nuevos.

Umiko entendía perfectamente que, a veces, algo que te gusta mucho puede llegar a ser agotador y necesitas descansar, al igual que te puede dejar de gustar, porque las personas estaban en constante cambio y las cosas no nos gustaba para toda la vida.

Por eso nunca les dijo absolutamente nada sobre el no ir a entrenar. Con los que sí iba a los entrenamientos, la rubia intentaba ayudarles en todo lo que podía: le lanzaba la pelota a Sugawara desde distintos lugares para que se la colocara a los demás y Nishinoya y Sawamura solían recibir, aunque solían turnarse.

También les ayudaba a recoger el gimnasio, cosa que ellos agradecían, sobre todo Nishinoya y Tanaka.

Pronto iban a tener un partido amistoso con una de las escuelas superiores de Miyagi, y todos estaban dando lo mejor de sí. Lo que no se esperaban los de voleibol es que el capitán decidiera dejar el equipo para poder concentrarse en los exámenes de su último año y que el director Ukai fuera a retirarse definitivamente.

Y ese iba a ser el último día en el que el director Ukai entrenaría al equipo de voleibol.

Y también sería el día en el que Daichi Sawamura se convertiría en el capitán del equipo.

Por esa razón, Umiko llevaba todo el día distraída, tanto en clases como en el receso. Su cuerpo estaba presente, pero ella no.

Pero que le pusieran delante de ella un pote de yogurt líquido hizo que volviera en sí. Que el archienemigo de una de sus hermanas estuviera sentado delante de ella ofreciéndole algo de forma tan amable, era lo más raro que jamás podría pasar en la vida. Kaito Takaaki no era conocido por acercarse a las personas por voluntad propia, era evidente que era un negado para hacer amigos, pero no era como si le importara.

Porque a él las personas le caían mal.

—¿No tendrá ácido sulfúrico, verdad? —le pregunta. Con los empollones antisociales nunca se sabía lo que podía pasar. Ella tenía una hermana así, así que sabía exactamente de lo que hablaba. Kaito sonríe, abriéndole el pote para que se lo beba —¿Qué? ¿No vas a preguntarme si sé lo que es el ácido sulfúrico?

—Que seas rubia de bote no significa que seas tonta —le responde él. —No pienses que soy como tu hermana, puede que ella sea más lista que no, pero tanta inteligencia la ciega de manera abismal. Aunque el papel de tonta te queda muy bien.

—¿Es un cumplido? Porque no lo parece.

—¿Himeko te está molestando otra vez?

Directo. En eso sí que se parecía a su hermana.

—¿Qué quieres, Kaito?

—¿No vas a responder?

—No le caes bien a mi hermana, así que a mí tampoco.

—Ah ¿y tú sí que la caes bien a tu hermana? —se burla, cruzándose de brazos sobre la mesa, con una sonrisa socarrona. —Creo que considera que una rata de laboratorio tiene más inteligencia que tú. Pero estoy seguro de que en un futuro, cuando necesite fondos para sus investigaciones y el dinero de papi y mami no sea suficiente, recurrirá a ti para que protagonices un calendario en bikini o en ropa interior. Seguro que para eso sí te considera suficiente pérdida de tiempo.

Umiko no se lo pensó dos veces cuando cogió el pote y le tiró todo el contenido en la cara, llamando la atención de todos los que estaban ahí.

—Pues es una pena que no tenga ácido sulfúrico. Me habría encantando ver como se te derrite la piel —la chica se acerca un poco más a Kaito para que la oiga bien. —Puede que mi hermana piense que mi cerebro es tan inteligente como una piedra —le responde ella, —pero yo no necesito su validación como tú. Y créeme, nunca jamás recibirás el reconocimiento por parte de mi hermana que tanto deseas tener.

—¿Qué demonios te crees que haces, Umiko?

La que faltaba.

—Largarme de aquí —responde la rubia. —Antes de que se me pegue lo que sea que me podáis contagiar.

Y con la misma la chica se da la vuelta, no queriendo malgastar más su tiempo en ellos.

—¿A dónde vas supernena?

—Vaya, qué suerte la mía. La wanna be y ahora su chimpancé.

—¿Te crees muy graciosa, o qué?

—Sotawa —le advierte Kaito. Solo le hizo falta una mirada para que la postura y actitud de Sotawa cambiar en cuestión de segundos. Le estaba advirtiendo de que ni se le ocurriera ponerle un dedo encima.

—Adelante, su alteza —termina por hacer una reverencia, dejándola pasar.

La rubia pasó por su lado como si no le afectara en absoluto estar rodeada por esos tres. Pudo mantener la compostura incluso cuando Shirogane la amenazó.

—¿Me despisto dos minutos y te metes en líos? —le pregunta su hermana pequeña, cruzándose de brazos. Akira se había alejado de su grupo de amigos de marciales y se acercó a ella para saber qué pasaba.

—Para tu información, ellos se me acercaron.

—Umiko, me gusta este lugar. No me gustaría que tuviéramos que cambiarnos porque se repita la misma historia.

—¡ESO NO FUE CULPA MÍA! —gritó la chica, dándose la vuelta para encarar a su hermana.

Umiko nunca se enfada de esa forma.

—Yo no... yo no he dicho que fuera culpa tuya.

—Pues entonces no hagas parecer como si lo fuera —le pide a su hermana. —Y déjame en paz, que hoy no estoy de humor para fingir que todo es de color de rosa.

—¿Qué demonios? —pregunta Akira, cruzándose de brazos cuando ve a su hermana marchase a su clase.

—Está así desde que se enteró que el director Ukai se retira.

—¡Joder, Sawamura! ¡Qué susto me has dado! —dice la chica, dándose la vuelta para encontrarse con el castaño de pelo corto y Sugawara. —¿El director Ukai se retira?

—Sí, no está tan bien de salud como le gustaría —le responde Sugawara, apoyándose en la pared y cruzándose de brazos. —Y ahora van a nombrar a Daichi capitán del equipo de voleibol.

—¡No jodas! —sonríe Akira. —¡Felicidades, tío! —le felicita, dándole unas palmadas en la espalda a modo de animo.

—¡Oye, yo también quiero! Que a mi me nombran subcapitán —le pide Sugawara.

—Venga, ven aquí —le pide Akira, con una sonrisa de oreja a oreja. —Ea, ea, felicidades Sugawara.

—¡Sí! —sonríe, triunfante.

—Sois unos críos —se ríe Sawamura, negando con la cabeza.

—Tecnicamente ella lo es —se burla Sugawara, señalando a Akira con el dedo. —Es un polluelo de primero.

—¡Qué no me llames polluelo! —se queja Akira, acercándose más él para empezar a golpearle en el hombro. Sugawara intenta frenarla, agarrando sus manos, pero ella no se deja vencer tan fácil.

—Yo creo que le queda mejor terreneitor —se burla Sawamura.

—¡Me voy a chivar a Michimiya de que te gusta! —le amenaza la chica.

—¿Qué? ¿Y tú como...?

—Tengo mis fuentes —responde, sacudiéndose la falda como si hubiera motas de polvo, aunque en realidad no había nada.

—¡HATOYAMA, TÍO!

—Solo a ti se te ocurre pensar que Hatoyama te iba a guardar el secreto —se burla Sugawara, pasándole el brazo por encima a Akira. —Ahora este pequeño demonio te hará la vida imposible hasta que nos graduemos.

—O hasta que te declares —comenta ella, mirándose las uñas, fingiendo que era lo más interesante que hacía.

—¿Pero vosotros sois mis amigos o enemigos? —se queja el castaño, cruzándose de brazos.

Sugawara y Akira se miran el uno al otro y se terminan riendo.

Entonces suena el timbre para volver a clases y los tres comienzan a andar hacia la entrada del edificio. Akira estaba en el centro de los dos y Sugawara seguía con su brazo sobre los hombros de la chica. Los chicos la ponían al día del partido amistoso que iban a tener y como Umiko iba a ayudar a Sawamura a entrenar al equipo con ideas de jugadas de ataque y defensa.

—Bueno, si no tuviera que entrenar, acompañaría a Miko para animaros. Pero como seguro faltaré un fin de semana porque Sakura tiene la Feria de Ciencias, no puedo saltarme este también.

—Cierto, Umiko nos lo contó —recuerda Sugawara. —Que quería apoyar a Sakura.

Akira asiente.

—También van a venir nuestros padres para animar a Saku. Se podría decir que nuestros padres son siempre nuestros mayores fans. Siempre van a las ferias de ciencias de Saku y a mis combates.

—Es extraño que Umiko no haga nada como vosotras ¿no?

—Miko se aburre rápido de todo. Es muy difícil que algo la entretenga por mucho tiempo —comenta ella, rodando los ojos. —A mis padres les empieza a preocupar eso, porque como no sabe lo que quiere.

—Podría ser periodista deportiva. Tiene buen ojo —comenta Sawamura.

Akira se ríe.

—Tú no has visto las notas de Umiko ¿verdad? Créeme, lo último que haría Umiko es estudiar e ir a la universidad. Probablemente termine siendo modelo como nuestra madre —les explica. —Muchas agencias de Estados Unidos le han pedido a mi madre que la deje empezar con el modelaje.

—¿Y tu madre no quiere?

—A mi madre le da igual. Es Umiko la que no quiere. Dice que le resultaría muy aburrido.

—Bueno, seguro que ya habrá algo que le guste hacer —le asegura Sugawara. —Nos vemos después de clase, enana —se despide, despeinándola. Ese era el saludo o despedida que Sugawara tenía con ella, mientras que con Sawamura chocaba los puños.


𝑡𝑜 𝑏𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑒𝑑 ...

hola otra vez mis bellas. como andan????? si me siguen en ig podemos hablar. mi @ es skyelxst (no me dejaba con la o :cccc) díganme sus users para aceptarlas <3

parece que tenemos otro capitulo, será que suba uno semanal????? (crucemos los dedos para que sí sea, porque amo esta historia aunque está mal que yo lo diga)

el capi es tan largo que ni me lo creo HELP. qué les pareció?? es que yo sé que les va a encantar porque encima en capis futuros las van a llamar, bombón, burbuja y bellota a nuestras niñas, ya aparecerán personajes nuevos y IENFIUVHBETLIUGH no estamos listo para lo que se viene.

qué creen que pasó hace 2 años con las supernenas?

qué opinamos del team rocket??????? like hello?

bueno, tenemos 3 fem oc así que ahí les viene la primera encuesta:

¿con qué personaje les gustaría emparejar a nuestras supernenas?

A SAKURA CON:

A UMIKO CON:

A AKIRA CON:

yo más o menos sé con quien terminarán cada una, pero con algunas tengo dudas por la trama de la historia, pero quiero ver lo que mis niñas opinan o les gustaría ver para poder dárselo. en el caso de que no pasara, siempre las escucho para futuras fanfics <3 ya saben que las amo y vivo por y para hacerlas felices con lo que escribo.

RECUERDEN SIEMPRE QUE SON MI RAZÓN DE SER Y QUE LAS AMO HASTA EL INFINITO Y MÁS ALLÁ <33333

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〘 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
━━ 𝘩𝑎𝑖𝑘𝑦𝑢𝑢! 〙
© 𝐬𝐤𝐲𝐞𝐥𝐨𝐬𝐭 2024

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