¹⁹ ˑ 𝑠𝑡𝑎𝑦 𝑡𝘩𝑒 𝑛𝑖𝑔𝘩𝑡
𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
¹⁹ ˑ 𝑠𝑡𝑎𝑦 𝑡𝘩𝑒 𝑛𝑖𝑔𝘩𝑡
Aunque ya empezaba a notarse el moretón de la mejilla por la pelea que habían tenido las animadoras del Karasuno con las del Aoba Johsai, se seguía viendo bonita.
Y estaba sentada en una banca esperando por él.
Él se acerca en silencio colocando bien su bolso de deporte. La chica vio como se había despedido de sus amigos del equipo, los cuales también se despidieron de la chica con la mano. Ella sonríe y hace lo mismo.
—¿Te duele mucho la mejilla?
Cuando Oikawa terminó su segundo partido del día y se enteró de que las animadoras del Seijo habían ido a buscar pelea con las del Karasuno entró en pánico. No podía parar de pensar si estaba bien, pero sí lo estaba. Kai no había dejado que le hicieran daño, o no mucho al menos.
—Estoy bien, deberías ver como la dejó Kai.
—Se lo agradeceré cuando la vea.
Quería coger a la chica de la mano como ya había hecho en alguna ocasión, pero no sabía en qué punto se encontraban exactamente, así que se contuvo.
—¿No tienes que irte con ellos?
—No. ¿Y tú estás aquí sola? ¿Tus hermanas y tus tontos guardaespaldas no se han quedado contigo para hacerte compañía?
La chica niega con la cabeza.
—Después de comer les dije que se fueran.
—Entonces te acompañaré a casa —no era una pregunta, y Umiko tampoco se iba a quejar de que lo hiciera.
Ambos salieron del centro deportivo y empezaron a caminar sin decir nada.
Se sentía raro.
—¿Tu siguiente partido es con el Shiratorizawa?
—Sí.
—Ya veo. Espero sinceramente que te vaya bien.
—Gracias —no le iba a decir que sentía mucho que su escuela perdiera, porque no era verdad... y eso era algo que ambos sabían. —¿Al final vas a presentarte a los Coros Escolares?
—Sí —asiente la chica. —Lo voy a preparar con Yui y Kai.
El chico asiente.
—Esto... —empezó a rascarse la cabeza, nervioso. —Siento mucho lo que dije ayer. Yo... sé lo dificilísimo que ha sido para ti encontrar algo que te llenara de tanta alegría. Es solo que... me fastidia que mi junior pueda superarme algún día solo porque es... rarito.
La chica sonríe.
Sabía a lo que se refería.
—No sé como no me di cuenta de tus intenciones y todo lo que estabas tramando.
—¡Yo no tramaba nada! ¡Y mis intenciones siempre han sido totalmente puras y desinteresadas! —se defiende el castaño. Umiko se cruza de brazos y le mira de lado, alzando una ceja. —¡No me mires así, burbuja! ¡Lo digo en serio!
—Ohhhh ¿entonces no lo hacías para que pasara más tiempo contigo y que me enamorara perdidamente de ti? —le pregunta ella, colocándose delante de él para que parara de caminar.
A Oikawa empezó a palpitarle con corazón con rapidez. Se le podía ver en la cara lo emocionado que estaba. Juraría que estaba más feliz que cuando le premiaron a mejor colocador.
—¿Ha funcionado?
—¿Lo ves como sí que tenías intenciones ocultas, tontito? —se burla ella de él, dándole la espalda y empezando a andar.
Oikawa resopla, pero entonces siente que el corazón se le iba a salir de su pecho.
¿Estaba usando un apodo cariñoso con él?
Sí.
Por la forma en la que lo decía, sabía que era cariñoso, que no intentaba reírse o burlarse de él como hacían Iwaizumi y Kai. Era muy, muy diferente. Carraspea, intentando sonar como si no le hubiera afectado en absoluto.
—Bueno, bueno, puede que pudiese sacar algo a cambio de mi buena voluntad en la búsqueda de tu felicidad. ¿Qué hay de malo en eso?
—Pues que ya no sería altruista, si no alguien que se esfuerza por conseguir algo a cambio.
—La verdad, burbuja, es que me conformaba con respirar tu mismo aire, pero cada vez que me acercaba a ti, me volvía más adicto a pasar tiempo contigo.
—Cada momento que me has dado ha sido increíble.
—Oye, eso suena a despedida y no me gusta nada de nada. ¡No puedes deshacerte de mí tan fácilmente! ¿Sabes quien soy yo? —se señala a sí mismo. —Soy el gran colocador Oikawa Toru, y todas las chicas están locas por mí.
—Eso ya lo sé —se asegura ella. —Si es que cada vez que te propones algo...
—¿Entonces?
Umiko deja de caminar.
Oikawa da unos pasos más, pero no se aleja de la chica.
—La cosa es que... para mí no eres solo el gran colocador Oikawa Toru que ama el voleibol y busca la forma de que su equipo saque lo mejor de sí, para mí eres el tontito de Toru y te quiero tanto que no me daba cuenta del miedo que me daba que descubrieras este estúpido talento que tengo y que tanto odias y que eso hagas que me odies tanto como a Kageyama o que me trates como a una rarita. Siempre he sido y siempre seré a la que nunca eligen, haga lo que haga. Y me destrozaría que tú no me eligieras.
Lo había dicho.
Por fin se había sincerado en voz alta.
Oikawa se había quedado estático en su sitio, viendo a la chica intentando procesar todo lo que le estaba diciendo.
Ahora lo entendía todo, y sí que era verdad que había sido un tonto.
La rodeó con los brazos para pegarla a él y arroparla en en fuerte abrazo. No se había dado cuenta de que al mostrar sus sentimientos negativos hacia la pareja de intensitos afectaba a la chica, haciéndole pensar que haría lo mismo con ella...cuando no podía estar mas equivocada.
—Te elegiría cada día, todos los días, Umiko, porque te quiero demasiado.
Y ahí estaba, ese brillo.
Y no solo en los ojos de Oikawa, también estaban en los de ella.
—Sé que ahora mismo no puedes comprenderlo, Toru —le dice ella. —Pero el talento que tenemos no es nada fácil. Es imposible que las cosas nos salgan perfectas a la primera, nos lleva tiempo entenderlo y tenemos que practicar mucho. Kageyama se entrena durante horas, y aun no ha alcanzado ni la mitad de su potencial. Al igual que yo. Pero lo haré, aunque eso signifique que no pueda verte tanto como me gustaría.
—Está bien —asiente él, separándose un poco de ella para acariciarla de la cabeza. —Entrena muy duro y conviértete en la estrella que gane los nacionales, burbuja. Quiero verte brillar.
◦ ◦ ◦
Cuando las chicas le sugirieron a Akira que quedarse en la casa de su novio porque sus padres no estaban era una buena idea, ella no lo dudó ni un segundo.
No era la primera vez que iba a casa de Sugawara, ya había ido varias veces incluso antes de ser novios, pero siempre con Sawamura. Quería estar con Sugawara y consolarle por la derrota del partido. Tenía todo lo necesario en su bolso deportivo: Yui siempre las obligaba a estar preparadas para cualquier cosa, y dado que solía hacer pijamadas esporádicas... tenía sentido.
Sus hermanas habían entrado a la casa, Sawamura y Yui estaban apartados de la parejita, esperando a que la parejita terminara de hablar.
—¿Sigues queriendo quedarte en mi casa? —le pregunta Sugawara, asegurándose de que todo estuviera bien.
Akira asiente sin mirarle, y tímidamente le responde.
—A no ser que tú no quieras, entonces no pasa nada. ¿No quieres?
Sugawara la mira enternecido. Le levanta el rostro y le da un tierno beso en la frente.
—Solo me aseguro de que de verdad quieres pasar la noche en mi casa, no quiero que sientas que estás obligada a hacer algo que no quieres solo porque seamos novios. Te quiero, y quiero que siempre te sientas segura de lo que quieres y haces.
Ella asiente.
—Yo también quiero lo mismo que tú —Akira coge un poco más de confianza y le mira directamente a los ojos. —Y también quiero estar contigo cuando las cosas no salen bien, no solo cuando todo vaya genial. Quiero consolarte y ayudarte a hacerte sentir mejor como cuando tú lo hacías conmigo cuando pasó lo de mi rodilla.
—Pues si eso es lo que quieres...¿qué te gustaría cenar? —le pregunta el chico, tomando la mano de la chica y entrelazando los dedos. —Te prepararé lo que quieras al llegar a mi casa.
—¿Tú sabes cocinar? —pregunta Yui cuando la pareja llegó a ellos y escuchó que Sugawara cocinaba.
—Sí. ¿Tú no?
—Bueno, cosas precocinadas o fáciles de hacer. En casa no tenemos cocinera y no es como que mis padres o mi hermano vayan a cocinarme.
—¿Tu familia no come en casa? —pregunta Akira.
—No, siempre están ocupados con el trabajo.
—Akira tampoco sabe cocinar, menos mal que tiene a Suga —se burla Sawamura.
No tardaron en llegar a la casa de Sugawara, donde se despidieron de Yui y Sawamura.
Nada más entrar y quitarse los zapatos, Sugawara puso la calefacción de la casa y acompañó a Akira a su cuarto para que dejara sus cosas.
La pelinegra se sentó en la cama y miró el cuarto. Estaba como siempre, pero se sentía diferente: era la primera vez que entraba en él como novia.
—¿Quieres que te traiga algo para beber, amor? —la chica niega. Entonces él se sienta a su lado. —¿No te duele la rodilla ni nada? —le pregunta preocupado, recordando que se había peleado también. Estira la mano y toca la rodilla de la chica, inspeccionándola.
Ella se ríe.
—No, está perfecta —le asegura ella, estirando la pierna para verla ella también. Sugawara asiente no muy convencido, pero coloca la pierna de la chica sobre las suyas, sin quitarle las manos de encima en ningún momento. —¿Estás bien?
—Estoy mejor.
—¿Quieres que te de un abrazo?
El chico asiente, lo que no se esperaba Akira al acercarse a él era que la colocara sobre su regazo, con sus piernas dobladas a cada lado. La abrazaba con fuerza de la cintura y había escondido su rostro en el cuello de la chica.
—Habíamos entrenado tanto...y no fue suficiente —sollozó él. —Soy uno de los pocos que no ha mejorado tanto, y no mejoraré si sigo dependiendo del talento de Kageyama. Sé que nunca podré ser como él, pero...
—Kageyama es un fuera de serie, compararse con él es como si yo me comparara con Jackie Chan ¿sabes?
La chica se calló, dándose cuenta de la estupidez que había dicho en un momento tan serio. Pero Sugawara se rió.
—Tienes razón —dice él mirándola a los ojos. Estaban llenos de lágrimas, incluso se le habían escapado algunas. —Pero... aunque no sea tan bueno como él, quiero seguir jugando y quiero más. No quiero que esta sea mi última temporada. Quiero seguir jugando con todos los chicos hasta que me gradúe.
Akira le mira con ternura, llevando sus manos al rostro del chico y limpiando sus lágrimas con los pulgares, despacio y con delicadeza.
—Y yo estaré ahí para apoyarte en cada momento. Pierdas o ganes.
—¿Me lo prometes?
—Te lo prometo —asiente ella, antes de inclinarse un poco y darle un beso en la frente. Sugawara sonríe ante el gesto de cariño de la chica.
—¿Te apetece hacer algo? ¿Estudiar? ¿Ver la tele?
—¿Podemos ver un anime? —le pregunta ella, levantándose del regazo de su novio y emocionándose con la idea de que viera un anime que salió reciente.
—Claro. Voy a buscar el ordenador que está abajo —dice él levantándose.
—Vale. ¿Me prestas el cargador para el móvil? No puedo quedarme sin batería por si me llaman mis padres.
—Está en el primer cajón. Cógelo tu misma.
Akira se levanta de la cama y se dirige al cajón. Sabía cual era, pues no era la primera vez que lo necesitaba y lo cogía, pero lo que no se esperaba era que al rebuscar entre el cajón se encontrara con una pequeña caja de condones. La chica tragó saliva, extrañada.
—¿Por qué tienes una caja de condones? —lo preguntó sin pensar.
Sugawara se paralizó por completo al oír su pregunta. Le estaba dando la espalda a la chica para salir del cuarto, pero se giró para mirarla en cuanto asimiló la pregunta.
Se había olvidado que había guardado la pequeña bromita de Sawamura y Azumane en ese preciso cajón cuando se enteraron que le había confesado sus sentimientos a Akira. Como era el virgen de los tres, les pareció muy gracioso regalársela y tener "la charla" de hombres adultos con él. Como sus padres no entraban en su cuarto, no había problema por tenerla en ese cajón.
—Me había olvidado de que los puse ahí —se sonroja el chico. Se rasca la nuca nervioso, imaginándose que la chica tal vez pensaría mal de él, como si le estuviera insinuando que quería acostarse con ella. —Lo siento, a los idiotas de Daichi y Asahi les pareció gracioso regalarme una cuando nos hicimos novios.
—¿Gracioso?
Sugawara frunce el ceño, pues no entendía lo que pasaba. Podía notar el pánico en el tono de voz de la chica, pero no entendía del todo ese miedo. Él nunca le haría nada que ella no quisiera y esperaba que lo supiera.
Akira se tiene que sentar nuevamente en la cama, dejando caer la caja de condones al suelo.
Estaba entrando en un bucle de pensamientos en los que se imaginaba a sus amigos riéndose de ella por creerse que Sugawara de verdad le gustaba. Eran tantas las opciones en las que él no le correspondía a sus sentimientos que se sentía abrumada y con la respiración entrecortada.
Sugawara no tenía que preguntarle si estaba bien, porque sabía que no estaba bien. Y entonces comprendió, ya se imaginaba el por qué de su pánico.
Lo único que le daba miedo a Akira de la relación que tenían era que no fuese real, que solo la quisiera como a una amiga.
—Akira, respira —le pide él. Lo tenía sentado en la cama en segundos, justo al lado, la chica no se había dado cuenta de que se había movido hasta llegar a ella. —Era como una broma entre nosotros, pero por mí. Me lo dieron porque soy el virgen de los tres ¿recuerdas? —le pregunta él, acariciándola del rostro para recordarle que estaba ahí, con ella. —Eres la primera chica a la que quiero y con la que me beso, y bueno... me dijeron que al principio las hormonas me traicionarían y que probablemente me pusiera muy calenturiento contigo cuando estuviéramos solos. Y no se equivocaron, porque siempre quiero estar tocándote, aunque solo sea agarrarte de la mano y...
Sugawara estaba tan nervioso y preocupado por su novia, que había empezado a desvariar y decir todo lo que se le ocurría para convencerla, demostrarle que de verdad que la quería y estaba completamente enamorado de ella. Akira estira la mano y lleva su dedo índice a los labios del chico para que se callase. Intentaba respirar y buscar la forma de callar las voces de su cabeza, pero él no la ayudaba. Necesitaba silencio para oírse a sí misma.
—Lo siento, no pretendía preocuparte. Es solo que... —suspira, —ya no solo es la inseguridad de que no te guste de verdad como chica, es que últimamente también me siento muy insegura de mí... que ya no soy la chica del principio y... no paro de tener miedo de que te des cuenta y te deje de gustar o...no sé.
Sugawara frunce el ceño.
—Pensaba que ya lo habíamos solucionado —se preocupa. —¿He hecho algo para que te sientas así?
La chica no tiene ni que pensarlo para responder y niega con la cabeza.
—Lo siento.
—Soy yo quien lo siente —suspira él. —Te prometo que estoy enamorado de ti, Akira. Que seas mi novia y mi mejor amiga a la vez es lo mejor que me puede pasar.
—Vale —la chica asiente y traga saliva. —Entonces los tenías para usarlos conmigo porque estás enamorado y no porque sientas pena de mí.
Lo había dicho en voz alta, pero Sugawara sabía que lo decía para convencerse a sí misma. Así que decide echarle una mano, intentando que entendiera lo mucho, muchísimo que le gustaba ella... en todos y cada uno de sus aspectos.
—Exacto, y los usaremos cuando tú quieras, porque si es por mí, yo siempre quiero usarlos y desde hace bastante tiempo —la chica asiente varias veces, pero cuando procesa la información que le da Sugawara, se sonroja, llevándose las manos a las mejillas. —¿Sabes? Cuando no éramos novios me encantaba cuando te sonrojabas por mí y me daba rabia cuando otros chicos te hacían sonrojar, así que ahora que eres mi novia, me encanta que solo te sonrojes por mí —se burla un poco de ella, despeinando su cabello.
Ella le mira como si quisiera matarlo, por lo que el chico se inclina para darle un pico en los labios, fingiendo ser inocente. Pero Akira le agarra del cuello de la camiseta y tira de él para besarle ella. Era la primera vez que ella tomaba la iniciativa de esa manera y le besaba así, porque normalmente ella solía seguirle los besos.
Por eso, cuando pasó lo de los chupetones le gustó tanto que disfrutaba muchísimo cada vez que podía presumía las marcas de su cuello.
—A mí me da rabia sonrojarme como una niñita estúpida —se queja la chica al separarse un poco de sus labios, aunque en realidad no lo decía en serio. —Pero se acabó, no más niñita estúpida. Quítate la camiseta.
Sugawara se quedó sin aliento y pestañeó varias veces. ¿La había oído bien? ¿Le había dado una orden? ¿Le había pedido que se quitara la camiseta?
Tragó saliva. Se quitó su camiseta, ansioso. Desesperado por saber hasta donde llegarían.
La chica todavía seguía un poco sonrojada, pero la forma en la que le miraba sin perderse ningún detalle de su cuerpo expuesto a sus ojos le estaba matando. ¿Como podía esa chica pensar que no la quería?
Él lo quería todo y solo con ella.
La chica se sienta a horcajadas sobre él, colocando sus manos sobre sus biceps y adorándole con la mirada y caricias suaves con sus dedos. Él coloca sus manos sobre la cintura de la chica, observándola, agradecido porque los dos llevaban el uniforme deportivo: él el de voleibol y ella el de las animadoras. Era mucho más fácil sentir cualquier roce o caricia sobre el tejido de esas prendas que con el uniforme de clase o ropa normal.
Lo siguiente que notó fueron los labios de la chica sobre su cuello, dejándole numerosos besos y nuevas marcas en él.
—Akira —gime él apretando a la chica por la cintura, acercándola hacia él.
—Eres mío —ese gesto de posesividad de Akira lo volvía completamente loco.
—Soy todo tuyo —le responde, con la respiración entrecortada al notar que los labios de la chica empezaban a bajar hasta llegar a sus abdominales. —Haz conmigo lo que quieras.
Akira traga saliva al oírle.
No iba a contenerse más.
Tampoco iba a hacer caso a esos pensamientos que tenía de que en realidad Sugawara no la quería como novia y estaba con ella porque era su mejor amiga y le deba pena.
Separa sus labios del cuerpo de Sugawara y se aleja un poco.
—Quítame la camiseta.
No tenía que repetírselo dos veces.
Sugawara, que todavía la agarraba por la cintura, desliza su mano por la piel de la espalda de la chica y termina quitándole la camiseta, lanzándola al suelo de su cuarto y dejándola solo con su sujetador puesto y suspirando al verla. Era de color blanco, de encaje, precioso. Como ella.
Lleva las manos hasta el pelo de la chica y se lo aparta todo hacia atrás sin dejar de mirar sus pechos ni un solo segundo mientras se mordía el labio inferior y tragaba la saliva que se le acumulaba en la boca.
¿Como era posible que dudase de no desearla cuando cada vez que estaba con ella le costaba comportarse cuando estaba cerca de ella? Quería meterle mano todo el tiempo, al menos hasta donde ella le dejara.
Llevó sus manos a la espalda de la chica, por donde tenía el cierre del sujetador, y aunque ella esperaba que se lo quitara, simplemente la atrajo hasta él, besando la clavícula de la chica.
Akira cerró los ojos al sentir sus labios húmedos sobre la piel. Su respiración se aceleró y su pecho subía y bajaba con rapidez, llamando la atención del chico que no dudó en bajar sus besos hasta sus pechos, por la parte superior sujetador.
Ella gimió su nombre al sentir que empezaba a succionar su piel, rodeándole con sus brazos.
Entonces sintió una de sus manos tocar su pecho, bajando la tela del sujetador para tener más piel para marcar. La chica deja caer la cabeza hacia atrás.
—No sé como se quita esta cosa —jadea él, mirando hacia arriba, pero sin apartar ni sus manos ni su boca de la piel de la chica. —En esta zona nadie verá los chupetones. Solo yo.
Desesperado, baja por completo la tela de una parte de esa prenda y el pecho de la chica sale de ahí. Sugawara la mira con tanto deseo que en ese momento se sentía estúpida por dudar de sus sentimientos. Pero aparta la mirada desde el momento que él agarró el pecho con su mano y acercó sus labios hasta el pezón, haciéndola gemir con sus besos, lamidas y caricias.
—Suga —gime ella, estaba tan excitada que no solo su respiración era entrecortada, también había empezado a moverse sobre la erección de su novio sin darse cuenta de ello. —Ahh, deja que me lo quite —gimotea.
Ella lleva sus manos a su espalda y desabrocha el broche del sujetador, deslizando las tiras por los brazos y tirándolo por algún lado de la habitación y todo bajo la atenta mirada de su novio.
Sugawara se relame los labios antes de inclinarse hacia el otro pecho para hacer exactamente lo mismo.
—Joder —gime él, parándose al sentir tanto placer de golpe por los movimientos de cadera de la chica sobre él. Pensaba que se iba a correr ahí mismo, en sus pantalones.
—¿Quieres que paremos? —le pregunta ella preocupada, deteniendo sus movimientos de golpe.
—No, por favor, no pares —le suplica él, agarrándola del culo inconscientemente para hacer que se moviera sobre su erección, que aunque tuvieran ropa, podía sentirla. —Sí, así. Joder, me podría correr así mismo.
—Si hay ropa de por medio no necesitamos condón —le explica la chica, hablándole cerca de su oído un poco más ronca que de costumbre, como si le estuviera intentando seducir.
—¿Y tú como sabes eso? —frunce el ceño el chico. Akira sonríe al notar un ligero toque de celos por parte de su novio en su tono de voz.
—Me lo dijo mi hermana.
Ella se acerca a él, para besarle el cuello. Seguía moviéndose sobre él y conforme aumentaba la velocidad, mejor se sentía, pero cuando Sugawara se recuesta y ella se queda sentada sobre él, sintió como las palpitaciones de su parte baja se sentían más intensas, por lo que para no tambalearse, colocó las manos sobre el abdomen de su novio.
—No pares, por favor —le suplica Sugawara. Aunque ella quisiera (que no quería), no podía parar, pues el chico seguía apretándola del culo hacia él, moviéndola con fuerza y velocidad sobre su erección. —Joder, sí, sí—gime, Akira podía sentir las yemas de los dedos de Sugawara sobre sus nalgas, y si le dejaba marca le daría igual. Cuando deja de apretarla y la suelta intentado recobrar el aliento, se imagina que se ha corrido.
Se inclina, besando el pecho de su chico, subiendo al cuello, bajando, dejando chupetones por todos lados mientras él baja de su nube.
Él sonríe y se incorpora, teniendo a la chica nuevamente sentada en su regazo. La agarra bien y se levanta para luego girarse y colocarla sobre la cama. Levanta una de las piernas de la chica y le quita el calcetín y después el otro. Y hace lo mismo con los suyos, quedándose ambos descalzos. Y entonces se recuesta sobre ella, pero sin cargar su peso.
—¿No era yo el que tenía que recompensarte a ti? —le pregunta él, serio. Ella solo traga saliva. —Supongo que por las conversaciones que te he oído tener con tu hermana y por lo que hablas a veces con Daichi, te has tocado alguna vez ¿cierto? —seguía mirándola serio, pero cuando ella asiente una sonrisa socarrona aparece en su rostro. —Entonces quiere decir que ya has tenido orgasmos antes. ¿Qué me dices de ahora? ¿Te has corrido? —y la chica niega, le daba un poco de vergüenza decírselo, pensado que tal vez él se sentiría mal por su respuesta, pero todo lo contrario, eso parece que le divierte más todavía. —Pues vamos a solucionarlo —entonces se deja caer al lado izquierdo, al lado de la chica, y lleva su mano por encima de la falda del uniforme, tirando de la tira para meter su mano en él. —Dime si te gusta o no, quiero aprender lo que te gusta —le pide. Ella asiente con la cabeza varias veces, tragando saliva al sentir sus dedos sobre su intimidad.
Sugawara empieza a tocar con delicadeza, sabía que tenía que ser gentil y no dejaba de observarla ni un solo segundo. La sentía mojada y sabía que eso era buena señal, significaba que ella le deseaba casi tanto como él a ella. Encontró los pliegues y metió los dedos por ahí, notando el pequeño bultito en medio. No necesitaba más información para saber que ahí era donde tenía que tocarla, pues la chica había cerrado los ojos y las piernas, agarrando su brazo mientras soltaba un ronco gemido.
Al frotar suavemente con los dedos, la respiración de la chica se vuelve irregular y gira la cabeza. Intentaba esconderse, y al darse cuenta, se inclina hacia ella, agarrando un pecho con su mano libre para llevarlo a la boca mientras empezaba a frotar su clítoris.
—Ah, sí, Suga. ¡Sí!
—¿Ahí? —le pregunta él, con sus labios pegados a su pecho mientras hablaba, rozándole el pezon con los labios cada vez que hablaba.
—Sí, no pares, no pares. Sigue —gimotea. —Eso es, sí, más rápido. Sigue. Suga. ¡SUGA!
—Mmmmh —gime él. —Sí, sigue gimiendo mi nombre, pequeña —le suplica, abandonando su pecho para acerarse hasta los labios de la chica, pero no la besó.
Ya volvía a estar duro de nuevo.
Akira contuvo la respiración justo cuando llego al climax, abriendo la boca sin producir ningún sonido y cerrando los ojos, hasta que el placer culmina y lo suelta todo de golpe en un gimoteo agudo esta vez.
Intentaba recuperar la respiración, se relame los labios y abre los ojos para encontrarse con la intensa mirada de Sugawara observándola.
—Parece que aprendes rápido —sonríe ella, juguetona.
—Es que soy colocador —le sigue el juego él. —Tengo que adaptarme rápidamente al juego para dar lo mejor de mí, amor.
—Mhhm, pues lo has hecho bastante bien.
—¿Sí? —le pregunta él, alzando una ceja sin borrar sus sonrisa divertida. Ella asiente, algo sonrojada, pero esta vez es diferente y ambos podían notarlo. —¿Ya he logrado convencerte o... tengo que insistir un poco más?
—Creo que todavía te falta convencerme un poco más —se burla ella de él, asintiendo varias veces y riéndose al ver la cara de incredulidad de su novio.
—¡Te estás aprovechando de mí! —finge sorpresa el chico, pero rápidamente se coloca sobre la chica, la cual no pone resistencia. Es más, le hace hueco entre su piernas, rodeándole con ellas la cintura. —¿Ese movimiento tan peligroso de pegarme más a ti quiere decir que puedo seguir con la tarea de quitarnos la ropa o quieres que paremos? —le pregunta, volviendo a su carita de chico inocente que no rompía un plato. —Lo que tú prefieras, amor —le asegura, dándole un beso en la frente.
Y la forma en la que la chica le miró hizo que tragara saliva.
Esa mirada fue la que le cautivó cuando la conoció, le miraba como cuando se le presentaba un reto que quería conquistar, o una presa a la que cazar.
Si una chica como ella podía sentirse insegura, ¿qué esperanza tenían las pobre mortales?
Hipnotizado por su mirada, sintió como ella le rodeaba con sus brazos y le acercaba hasta ella antes de comenzar a besarse con intensidad.
Se besaban sin parar, por todas partes, como si sus vidas dependieran de ello.
Hasta que Sugawara la termina agarrando por el culo y la levanta de la cama para ponerse ambos de pie. Akira deja caer las piernas de su cintura, teniendo que alzar la cabeza si quería seguir besándole, pues él era más alto que ella. Él lleva las manos hasta la falda de la chica, se inclina hacia abajo para ayudar a que se deslice por sus piernas. Se separa de los labios de la chica para mirarla. Ella saca los pies de la falda y le da una patada mientras Sugawara ve que lleva unas braguitas que parecían seguir el mismo diseño que el sujetador.
Ella se acerca un poco a él y tira del pantalón de él para que caiga al suelo. Él repite el mismo movimiento que ella, quedándose en bóxers. Se gira, buscando con la mirada la caja de condones que había caído por algún lugar en su cuarto.
¿Quién iba a decir que es caja iba a ser la razón de que estuvieran así?
La recoge y la tira a la cama.
—¿Quieres seguir? —le pregunta ella, mirándole a los ojos, pues no sabía si los tiró en la cama porque quería continuar o si los cogió y luego se arrepintió y por eso los tiró en la cama.
Él se acerca a ella y la mira con todo la ternura del mundo, acariciando su rostro con sus manos antes de darle un beso en la frente.
—Solo si tú también quieres. ¿Quieres?
Ella le mira con la misma ternura y amor que la mira él y asiente. Aunque llevaban pocos meses de novios, ellos ya sentían mucho más que una amistad por el otro, por lo que se sentía natural seguir.
Lo querían. Lo deseaban.
Sugawara se inclina y le da un tierno beso en la punta de la nariz, luego en los labios y después en el cuello, donde se quedó mientras cogía las manos de la chica y entre los dos, con las manos entrelazadas, se quitaban la última prenda que les quedaba a ambos.
Sugawara la rodea con sus brazos y la recuesta en su cama, busca los condones y abre uno de los sobres, recordando lo que los chicos le habían dicho de cómo se usaban.
—¿Los chicos te explicaron como se ponía? —sonríe la chica, viendo a su novio con la misma cara de concentrado que ponía mientras jugaba.
—Puede —le responde, sacándolo y colocándose. Akira se muerde los labios al ver cómo se coloca el preservativo y se le escapa un gemido bajito, involuntario. —¿Te gusta lo que ves? —le pregunta Sugawara, asegurándose de que está bien colocado en su miembro.
—Presumido —se queja Akira. —Y mira que la gente se piensa que eres un chico de bien y un angelito.
—¿Ah sí? —le pregunta, acercándose a ella con esa sonrisa de no romper un plato, pero traviesa. Se coloca encima de la chica. —Y eso que no he dicho nada sucio —se sigue burlando.
—¿El chico bueno de Sugawara Koshi diciendo guarrerías en la cama? —finge sorpresa la chica, como su no le creyeran. Le rodea del cuello con sus manos, abrazándole, y le da un beso en la punta de la nariz.
—¿Quieres ver lo buen chico que soy, pequeña? —le pregunta él, con esa sonrisa traviesa, como si le estuviera prometiendo el cielo y el infierno a la vez.
Y ambos estuvieron amándose toda la noche, aprovechando cada minuto, sintiéndose cada segundo, dándose mimos, cariño, besos y caricias por todas partes y de todas las formas posibles hasta que sonó la alarma que les avisaba de que tenían que prepararse para ir a la escuela.
Aunque Akira tenía un poco de ojeras, logró tapárselas con maquillaje.
Sugawara no necesitaba ir tan temprano porque se había suspendido el entrenamiento de por la mañana y de por la tarde, pero quiso acompañar a su novia al entrenamiento de las animadoras y quedarse con Sawamura que también había ido y estaba viendo a las chicas entrenar mientras hablaban los dos.
—Akira es toda una campeona, a logrado lo que Asahi y yo pensábamos que no pasaría nunca.
—Ja, ja, muy gracioso —se queja Sugawara, golpeando a su mejor amigo. —Encontró la caja de preservativos que me disteis y casi me da un infarto. No quería que se sintiera presionada a hacer algo que no quería.
—Pues por lo que veo sí que quería —comenta él, mirándola. —Hacía muchísimo tiempo que no la veía tan feliz. Parece que follas bien después de todo.
—Vete a la mierda, Daichi —esto hace reír al castaño. —Pero sí, yo también lo noto. Es como si...
—Como si volviera a ser la Akira de antes —dicen los dos a la vez, viendo como Akira no podía parar de reír a la vez que ensañaba los movimientos de una coreografía con sus dos hermanas.
Yui observa a las hermanas con el ceño fruncido.
—¿Estás celosa de que te hayan robado a Umiko?
—¿Qué? ¡No! Son sus hermanas. ¿Cómo voy a estar celosa? —le responde a Kai. La pelinegra ladea la cabeza, Yui podía ser como un libro abierto. —Es solo que me parece muy raro ver a esas dos de tan buen humor, sobre todo Akira.
—Eso es porque ha follado —dice sin más.
—¿Qué? —Yui la mira, frunciendo el ceño. Kai carcajea. —¿Lo dices en serio?
—Pues claro, se nota a leguas que esos dos por fin han follado. ¡Qué falta les hacía! Menos mal que le sugerimos que pasara la noche con él. No me esperaba que lo hicieran, pero así mejor. Mi paciencia tiene un límite y si no quieres que me pegue a hostias con nadie de la escuela, que siga así de contenta.
Yui sigue con el ceño fruncido.
—De todas formas, es muy raro. Espero que no le hagan daño a Umiko.
Kai la mira, suspirando.
—Yui... no deberías enamorarte de una chica a la que no le gustan las chicas. Te acabarás rompiendo el corazón tú sola —y cuando ve que Yui la mira entrando en pánico, siente que ha metido la pata. La agarra de las manos con fuerza para que la mira. —Eh, tranquila, no pasa nada ¿sí? No es nada malo que te gusten las chicas. Y si quieres que siga siendo un secreto, me aseguraré de que así sea. ¿Vale?
—¿C-cómo te diste cuenta?
—Cariño, miras a las chicas como si fueran ángeles caídos del cielo. Ni los chicos miran a las chicas con tanta adoración como lo haces tú. Pero tranquila, las chicas no suelen darse cuenta de esas cosas tan fácilmente. Yo sí porque una vez me lié con una tía —Yui ladea la cabeza, sorprendida. —No preguntes —le sugiere la pelinegra. —Y tranquila, no se lo diré a nadie. Es más, te daré un golpe cada vez que mires a una chica con ojitos de enamorada —se ríe ella, como si fuera lo más natural y normal del mundo.
Ella la suelta de las manos y se gira para ir a donde está Ren, la cual la estaba ignorando.
—Kai —la llama Yui. La pelinegra se gira. —Gracias.
—De nada, capitana —le sonríe ella antes de girarse. —¡Eh, fresita, deja de estar enfadada conmigo que no te pega nada!
—¡Déjame en paz! ¡Ya no quiero ser más tu amiga!
𝑡𝑜 𝑏𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑒𝑑 ...
holiwis vvs
leemos pero no juzgamos
...
vayan a rezar, VIL PECADORAS, y báñense en agua bendita después de leer tremendo capi calenturiento
sé que me aman, lo sé
bueno, este fue un capítulo especial porque es el último del vol 2 y esta vez no ha ocurrido ninguna desgracia
por una parte tenemos a oikawa y umiko que por fin están siendo sinceros de verdad e intentan entenderse el uno al otro, son muy bellos mis niños :(
si quieres leer más de oikawa, añade la historia de totally spies a tu biblioteca, vv <3
también hemos descubierto que a yui le gustan las chicas y que kai vv también se había dado cuenta y la apoya 100x100, la AMO <3333
podeis leer más sobre kai y las fantasmitas en ghostbusters!, añádanla a su biblioteca vvs <33
os gustó el capi??????
qué creen que pasará en el siguiente??
y qué me dicen del volumen 3?
QUE ESPERÁIS DE ÉL?
os leo bbs <3
¡¡¡¡y ya sin más en breves empezamos el vol 3!!!!
os amo hasta el infinito y más allá <3<3
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〘 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
━━ 𝘩𝑎𝑖𝑘𝑦𝑢𝑢! 𝑏𝑜𝑦𝑠 〙
© 𝐬𝐤𝐲𝐞𝐥𝐨𝐬𝐭 2025
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