⁰⁷ ˑ 𝘪𝘯 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘦
𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
⁰⁷ ˑ " 𝘪𝘯 𝘴𝘪𝘭𝘦𝘯𝘤𝘦"
(recomiendo leer este capítulo con la
canción de in silence de janet suhh de fondo)
¿Por qué estaba nerviosa?
¿Por qué le temblaba el cuerpo?
¿Por qué el corazón se le iba a salir del pecho, con intención de huir y dejarla a ella ahí?
Hacía casi dos años que no pisaba ese lugar porque habían prohibido a Akira competir durante la escuela media por haberle roto la nariz a Himeko. Podía ir a entrenar como de costumbre, pero no competir.
Por eso, la que debería estar nerviosa en ese momento debería de ser Akira, no ella.
Pero ahí estaba, a punto de sufrir un colapso.
Compórtate, Umiko, se dijo a sí misma.
—¡Cómo me alegra que una de mis princesitas vaya a poder competir al fin! —el señor Ōhagi se emociona, viendo a su hija con orgullo.
Akira no estaba nerviosa para nada.
Al contrario, estaba muy feliz.
Todos estaban felices.
Todos estaban bien.
Menos ella.
Pero entonces vio a lo lejos a su grupo de amigos y se sintió como si fuera una brisa de aire fresco o un salvavidas en mitad del océano.
No solo habían venido los padres de las chicas para ver los combates y selecciones, también estaban sus amigos y amigas de voleibol.
—¡AKIRA! ¡AKIRA! ¡AKIRA! ¡AKIRA! —empezaron a vitorearle el grupo de amigos.
—¡Habéis venido! —exclama la chica soltándose de la mano de su madre y dando un brinco, viéndolos a todos con una gran sonrisa.
—Claro que íbamos a venir, enana —la saluda Sugawara. Le daba igual que estuvieran todos ahí, incluso los padres de la chica, y si estaba ese pelinaranja, mejor. Que le viera mientras abrazaba a la chica. —¿Cómo íbamos a perdernos tu primer combate? —le pregunta, teniéndola entre sus brazos. Era la primera vez que la chica le veía con ropa normal, de calle, no con el uniforme o ropa de deporte. ¿Por qué era tan guapo? ¿Por qué olía tan bien?
—Gracias por venir —se obligó a separarse de él con la excusa de abrazar también a Sawamura, así nadie pensaba nada raro.
Eran sus mejores amigos ¿por qué iban a pensar raro por abrazarlos a los dos?
—Bellota, pequeña, tienes que ir corriendo a cambiarte y ponerte el karategi antes de calentar.
—Sí, mami —asiente la chica. —¿Vienes conmigo, verdad?
—Claro que sí, bellota —asiente su madre. —Bombón, te encargo a tu padre. Asegúrate de que no se pierda o le venga una avalancha de chicos a hablar con él.
—¿Estos son vuestros amigos, princesas?
—Sí, papi, son todos del equipo de voleibol —le responde Sakura a su padre. Era evidente que la pelirroja era la niña de los ojos del padre, mientras que Akira lo era de su madre. —Chicos, este es mi padre, ex-jugador de futbol y el actual famoso ojeador deportivo. Aunque la verdad, en Estados Unidos es más famosa mi madre.
Por la cabeza de Ennoshita y Kinoshita pasaba la misma pregunta: ¿y qué había de Umiko?
—Vaya, bombón, ¿eres mi hija o enemiga? —la chica se ríe, al ver que usa las mismas expresiones que sus hermanas.
—Papi, ya estás muy mayor para fingir ser guay —se queja la chica, aunque la verdad es que no le importaba. Solo le gustaba molestar a su padre. —¿Vamos entrando antes de que venga alguien que lo reconozca y lleguemos tarde a ver a Akira?
Todos estuvieron de acuerdo, pero Umiko se había quedado atrás, pues no era capaz de dar un paso. Se habían olvidado de ella por completo, y si no fuera porque ya se había acostumbrado a ello, estaría dolida y decepcionada, pero en este caso, lo agradecía.
Aunque esta vez no estaba sola.
Lo supo cuando notó que la tomaban de las manos a la vez.
—¿Vamos, Miku? —pregunta Ennoshita.
Ennoshita y Kinoshita se habían acercado a ella al darse cuenta que la chica se iba quedando atrás, como poco a poco iban empequeñeciendo... apagándose.
Era gracioso: Miku, Enno y Kino, sus nombres, como si fueran sus apodos, nombre en clave... nombres de espías profesionales. Umiko les había dicho que tenían que tenerlo sí o sí si iban a ser mejores amigos. Y aunque la rubia les consideraba como tal, ademas de ser los mejores amigos que había tenido nunca, no les había contado lo que le pasó hace años en la escuela media.
No quería recordarlo.
—Id vosotros entrando, ahora voy.
—Pero no queremos dejarte sola —le dice Kinoshita.
No eran tontos, sabían que algo le pasaba. Se rumoreaba entre su grupo de amigos que a Umiko la estuvieron molestando en la escuela media, pero nunca quisieron preguntarle sobre eso.
—Por favor.
Los chicos suspiraron. Ennoshita fue el primero en soltarla y darle un beso sobre su cabellera.
—Llámanos si pasa cualquier cosa —le dice cuando Kinoshita hace lo mismo.
Ella asiente, viéndoles marchar.
El miedo la invadía. Por mucho que intentara no recordarlo, era imposible. Su máscara se estaba cayendo, y si se caía del todo, se haría pedazos. ¿Cómo era posible que la llamaran débil?
Con todo lo que había aguantado.
Y cuando pensó que su máscara se rompería al fin...
—Hola, pequeña acosadora.
Si Umiko estaba paralizada, ahora había entrado en coma.
Giró la cabeza para asegurarse de que no se había vuelto completamente loca y oía voces, pero habría preferido estarlo que verle ahí, con una sonrisa encantadora y claramente hablándole a ella.
—¡Tío Tooru! ¡Que ya viene mamá!
—Sí, sí, corre con tu madre y dile que voy más tarde. Yo me voy a quedar un rato aquí con esta chica.
—¿A quién maté yo en mi anterior vida para merecer este castigo?
—¡OYE! —se queja el castaño. —¡Deja de actuar como si no me conocieras!
—No estoy actuando.
—Tío Tooru, esa chica es muy bonita para ti.
—¡Pero que mierdas dices, niño! —se queja el castaño.
—¡Le voy a decir a mi madre que has dicho una palabrota, jaja! ¡Te vas a meter en una pero buena!
Umiko no puede evitar reírse al ver a esos dos discutir, ganándose la atención no solo de los dos, sino también de más gente que pasaba por ahí.
¿Los chicos siempre la miraban así?
Umiko no se daba cuenta, pero él sí. Ya había coincidido con ella en varias ocaciones y se daba cuenta como siempre intentaban acercarse a ella, pero aunque parecía un solecito, daba miedo lo fría que podía ser.
Y verla sonreír así, a su sobrino en concreto, merecía la pena que el niño se chivara a su madre de haber dicho mierda.
—Que bonita eres. ¿Te casarías conmigo? —le pregunta el niño, mirándola como si Umiko fuera la cosa más bonita del mundo.
—Mmmm —la chica hace que se lo piensa, —tal vez cuando seas grande aceptaré. Pero tienes que ser un chico bueno.
—Tira crío, que ahí está tu madre.
—Adiós, chica bonita.
—Adíos —se despide ella, sin borrar la sonrisa.
Cuando el niño se aleja con su madre, la que supone que es la hermana de Oikawa, es cuando borra la sonrisa y se gira para entrar lo más rápido que pueda al centro deportivo. De entre todas las desgracias y todos los miedos que podía tener, estar a solas con Oikawa en un lugar público donde sus fans locas podrían verla era lo que más le aterraba.
—Oye, que estaba hablando contigo, pequeña acosadora.
—No me llames acosadora —le dice la chica, mientras seguía andando. Le tenía al lado. Por suerte, no llevaba el uniforme de su instituto, por lo que tal vez no le reconocerían tan fácil.
—¿No lo eres?
—¡Claro que no, idiota! —le grita, parándose de golpe y girándose a él.
Era altísimo.
—¡Te estaba buscando, burbuja! —aparece su madre. Nunca se había alegrado tanto de que apareciera. —Oh, perdona, no sabía que estabas hablando con tu... ¿amigo? —pregunta ella, sin saber lo que estaba pasando ni qué estaba interrumpiendo. Entonces le reconoce. —Espera, ¿tú no eres Oikawa? ¿Un colocador de voleibol?
—Tooru Oikawa, el mismo —se presenta él, haciéndole una reverencia a su madre.
—Oh, ahora entiendo por qué tienes a mi niña loquita enamorada de ti. ¡Es super guapísimo, burbuja! —dice la chica.
—¡Mamá! —se enfada Umiko.
—¿Burbuja? —pregunta el chico, disfrutando de la situación en la que se encuentra.
—Sí, es como llamamos en casa a nuestra princesita llorona. Cuando era pequeña le gustaba mucho las burbujas, así que le compramos un juguete que hacía burbujas y se lo poníamos para que dejara de llorar. Se pasaba horas con el juguete y con Pulpi.
—¡MAMÁ! ¡Vámonos ya!
—¿Pulpi? —quiere saber el chico.
—Sí —responde, ignorando a su hija. —Es su peluche de felpa favorito. Es un pulpo que tiene desde que es pequeña. Todavía duerme con él y cuando tiene miedo...
—¡MAMÁ! —la para la chica.
—Ay, burbuja, no frunzas el ceño, que se te marcarán las arrugas. Con lo bonita que eres.
—¿Nos vamos ya?
—¿No quiere tu amiguito Oiwaka venir a ver a tu hermana luchar con...?
—Sí.
—No, no quiere.
Oikawa solo le tenía miedo a una persona, a Iwaizumi.
Pero al parecer, iba a tener que añadir un nombre más a su corta lista de personas terroríficas. Es más, la iba a poner en la primera de la lista.
—Esto... yo me tengo que ir a entrenar —dice él, rascándose la cabeza. —Ya nos vemos otro día, burbujita.
Pero Oikawa pudo oír el último comentario de la madre de la chica:
—Es super guapo, burbuja, tendríais niños preciosos de mayor.
Umiko se planteaba seriamente el asesinato.
◦ ◦ ◦
—Y el Karasuno parecer estar en racha —se oye por los altavoces. Habían dos comentaristas para el torneo, además de una enorme pantalla para que los que se sentaban más lejos, pudieran ver el combate. —Todos los combates en los que han salido hasta ahora el Karasuno lo ha ganado sin esfuerzo.
—¿Pero seguirá la racha que llevan hasta ahora? Ōhagi Akira, la primera chica en combatir hoy y la única que tiene un cinturón tan alto.
—¿Pero podrá contra su rival del Shiratorizawa? Aunque tenga un cinturón menos que ella, pesa cinco kilos más y le saca como dos cabeza. Esa monstruosidad de chico me da miedo hasta a mí.
—Cómo odio a los comentaristas —se queja el señor Ōhagi. Estaba sentado, pero reclinado hacia delante, con los codos en ambas rodillas, analizando cada cosa que pasaba. Sakura estaba a su lado, justo en el medio, porque su madre estaba al otro lado de la pelirroja. Umiko estaba al lado de su padre, y al lado de ella estaba Ennoshita, el único que no le había dado cague sentarse al lado de la chica por estar sus padres ahí.
Bastante tensos estaban ya Sugawara y Sawamura con las miradas del señor Ōhagi.
—A mí me molan. Eso hará que se enfade más y sea más competitiva —comenta Umiko, metida en el mismo papel de su padre.
—¿Por qué no llevan ningún tipo protección? —le pregunta Sugawara a la rubia.
—Porque no es boxeo —le responde Umiko. —Es kárate, pero usando técnicas de otras artes marciales también. Por eso Akira siempre tenía muchos golpes o se lesiona con facilidad si no tiene cuidado.
Akira se sube el tatami, el cual se encuentra en una plataforma. A diferencia de los de boxeo, estos no tenían redes de seguridad por los lados, pero todo estaba rodeado por colchonetas deportivas por si se caían.
—Vaya, me han metido a la nenita del Karasuno. Me va a dar hasta pena pegarle a una cara tan bonita.
La pelinegra le mira de arriba a abajo con una sonrisa de autosuficiencia.
—Tranquilo, no dejaré que me pongas una mano encima. No más de lo necesario, al menos.
El chico carcajea.
Le parecía divertido que una chica, siendo tan diminuta y frágil, le dijera algo como eso.
—Joder, no me gustaría estar en su lugar en absoluto —comentan los de Karasuno. Al estar todos los equipos de Miyagui juntos y cerca, podían escuchar las conversaciones que tenía.
—Subestimarla solo por ser una chica es lo que hará que pierda —comenta Kyō. Aunque los del Karasuno estaban de acuerdo, no les iba a dar la razón, porque no podían ver a esos del Aoba Johsai ni en pintura. Eran unos putos pijos mimados.
—¡SALUDO!
Ambos saludan al árbitro y luego se saludan entre ellos.
—En serio, no tengo muchas ganas de pegarle a una chica. Dirán que soy...
—Vale, entonces te pegaré yo primero —dice la chica sin más.
Akira le da un puñetazo que el chico esquiva, seguido de otro que también esquiva, pero eso era solo una estrategia, porque a la vez que los esquivaba, la chica aprovecha que sus brazos rodean los de él para agarrarse con fuerza, coge impulso, le da una patada en el estómago y luego una patada en la cara, haciendo una pirueta hacia atrás y soltándose.
El chico cae para atrás, con el labio sangrándole.
—Serás puta.
—¿Qué? Yo te avisé.
Y todos vitorean, dando gritos y saltos en el aire. Algunos abuchean, no creyéndose que una chica podía ser tan buena.
—¡VAMOS AKIRA! —le gritan los del Karasuno.
—Tres puntos para el Karasuno.
Bien, le quedaban 5 puntos para ganar y 2 minutos y medio.
El chico se levanta.
Estaba enfadado a rabiar y eso era algo que le encantaba a la chica.
En el siguiente asalto, fue el chico quien atacó primero, pero Akira empezó a esquivar y bloquear todos los golpes, rodeando el tatami. Quería ver sus movimientos, sus puntos fuertes y débiles y justo en ese momento, vio una brecha. Le esquivó un golpe, le golpea en un costado y le agarra del otro brazo para hacerle una llave, tirándolo al suelo. El chico palmeó el suelo con fuerza, pidiendo que le soltara.
—Tres puntos para el Karasuno.
Ya iban 6. Solo faltaban 2 más y ganaba.
—¡JODER! —grita el chico.
Akira no se había ni despeinado. Ni un solo pelo se le salía de la coleta. Y en un abrir y cerrar de ojos, Akira había conseguido ganar el combate.
Al regresar a su equipo, los chicos empezaron a vitorearla y a alzarla en el aire, celebrando esa victoria. No era su último combate, todavía le quedaban más, pero la primera victoria siempre era importante.
—¡Y el Karasuno sigue con su racha!
—¡Vaya con la niñita, cómo pega para ser tan pequeña!
—¿Pero qué es lo que veo? ¿El futuro capitán del Aoba Johsai está felicitando a la chica?
—¿Acaso tenemos un nuevo romance a la vista entre escuelas? Oh, quién pudiera.
Umiko rueda los ojos.
—¿Por qué siempre tienen que hacer girar todo lo que rodea a una chica alrededor de los chicos?
—¡Como saltan las chispas en el Karasuno! ¡Esto parece una telenovela! ¡Dos rivales y un amor prohibido!
—Me voy a cagar en los hijos de puta esos, quitándole mérito a mi niña. ¡Se van a cagar!
—Oh, oh, mamá se ha enfadado pero bien —comenta Umiko, viendo como su madre se levantaba de su asiento con claras intenciones de ir a pelearse ella misma con los comentaristas.
—¿No vas a hacer algo, papi? —le pregunta Sakura, mirándole.
—¿Yo? Nah.
—A él también le da miedo mamá cuando se pone en modo guerrera medieval —comenta Umiko por lo bajo, riéndose de su padre.
—¡Me niego! ¿Qué es eso de que a los otros tienen animadores y a los nuestros no? —se levanta Nishinoya, altamente indignado.
—¿No habéis invitado a las animadoras? —le pregunta Umiko a Sugawara y Sawamura.
—Había partido de fútbol.
—Ahhhh.
—¡UMIKO!
—¿Qué quieres Noya?
—Te vienes conmigo a animar.
—¿Qué? ¿Por qué yo? ¿Es porque soy rubia y bonita? —se queja la chica, cuando el chico tira de su mano para que se levante.
—Exactamente por eso. Se van a quedar tan hipnotizados por tu belleza que los del Karasuno les van a poder zurrar de lo lindo.
La chica suspira.
—Está bien.
Y la chica se va con él, pero Tanaka, Ennoshita y Kinoshita se les une. Poco a poco se fueron uniendo todos, incluso Sakura, mientras los padres de las chicas se quedaron sentados en donde estaban.
—Parece que esta vez han hecho buenos amigos —comenta el señor Ōhagi a su mujer. Ya había vuelto después de armar bulla a los comentaristas. —Hasta Sakura tiene amigos nuevos.
—Sí.
—¡KARASUNO! ¡KARASUNO! ¡KARASUNO! ¡KARASUNO! ¡KARASUNO!
Los gritos de los del Karasuno eran tales, que hasta los de artes marciales les oyeron. Akira les ve riéndose y les saluda a todos con la mano.
—Qué lindos, si han venido todos tus novios a animarte —comenta Kyō, rodeando a la chica con su brazo.
Akira se ríe negando con la cabeza.
—¿Esperabas a que animaran a Sotawa?
—No me metas en tus mierdas, Akira —le dice el nombrado, suspirando.
Estaba agotado, su combate había sido complicado.
—¡Alégrate, hombre! ¡Qué has ganado! —le dice la chica, dándole una palmada en la espalda. —¡Y sin hacer juego sucio! Eso es premio doble.
—Ja, ja, qué graciosa. Tú tampoco has estado mal.
—¿Qué esperabas? Soy una supernena —le sonríe la chica. Sotawa suspira, apartándole la mirada. —¿Qué te pasa?
—Creo que me he hecho daño en la mano —tendría que dolerle de verdad como para sincerarse con la chica. Akira frunce el ceño, aparta el brazo de Kyō y se acerca a Sotawa.
—Hatoyama, ven —le pide la chica. Ella estaba delante de Sotawa, el cual estaba sentado, se arrodilla y le coge con cuidado del brazo. Cuando le levanta la manga del puede ver un golpe feo en la muñeca y un bulto.
—Uh, eso debe doler —comenta Kyō, que también miraba lo que pasaba desde arriba, al lado de Hatoyama. —Se lo merece por capullo.
—Ya me caes un poco mejor, pero me sigues cayendo mal, Sohma.
—Tú igual, Karagusano.
—Parad ya los dos, que parecéis críos —se queja Akira. —Hay que avisar al sensei.
—No —le advierte Sotawa. —Colócame la muñeca.
—¿Qué?
—Si avisas al sensei no me dejarán combatir y tú más que nadie sabe lo importante que es esto para mí. Así que colócame la puta muñeca. Te has dislocado tantas veces como yo, así que sabrás hacerlo. Cuando terminemos hoy, iré al médico, pero hasta que no pierda estando ahí arriba, no pienso dejar de luchar. Además, ¿no te morías por combatir contra mí en un torneo oficial?
Akira le mira a los ojos. Podía notar la energía que desprendía Sotawa y ese deseo abrasador por ser el mejor. Ella lo conocía a la perfección, pues era exactamente lo mismo que perseguía.
—Chicos, cubridme —aunque no era tan necesario porque todos prestaban atención al combate.
—Muerde esto, pringado —le dice Hatoyama al chico.
Todos los del club de marciales del Karasuno habían ganado sus combates, pero no todos pasaron la prueba de selección para los torneos. Aunque era la preparatoria en las que más pasaron al siguiente torneo.
Y, además de la prueba de selección, tocaban nombrar a todos aquellos que habían superado la prueba de nivel y avanzaban a otro cinturón.
—... y Ōhagi Akira —nombran a la chica al final. —Pasen adelante a recoger su nuevo cinturón.
Akira había subido a cinturón verde, como muchos de segundo y tercero, y todo el estadio, sobre todo todos los del Karasuno empezaron a gritar, celebrándolo.
—¡Esa es mi hija! —grita su madre desde las gradas.
Al terminar el torneo, todos podían moverse libremente. Los del vóley del Karasuno bajaron hasta donde estaban los de artes marciales.
—¡AKIIIIIRA! ¡AKIIIIIIRA! —empezaron a vitorearla Tanaka y Nishinoya.
La chica no puede evitar sonreír al verles. Seguía en la plataforma a esperas de que le colocaran el nuevo color: cinturón verde.
Cuando los árbitros y examinadores les dieron el visto bueno para bajar, Akira salió corriendo, saltando a los brazos de Sugawara. Kyō, por un momento, pensó que iría hasta él, porque estaba justo en medio. Pero en el mundo de Akira no había nadie más que Suwagara.
—¡Lo he conseguido! —dice, abrazando a Sugawara con todas sus fuerzas.
—Eres increíble —le responde él. —Has estado increíble. Has sido la mejor sin duda.
La chica se separa y abraza a Sawamura, aunque con él no hubo tanta intensidad.
—¿Qué tal me queda el verde? ¿Mucho más bonito que el naranja, verdad? —sonríe la chica, alejándose un poco para que los chicos admiraran su nuevo cinturón.
—Cualquier color te queda genial, enana —le responde Sugawara.
—Pero es una pena que ya no tenga el naranja, ya no va a juego con nuestro uniforme.
—Bueeeeno, supongo que tendré que esforzarme en conseguir el cinturón negro pronto —se ríe la chica.
—Akira, te están buscando por aquí —oye que la llaman.
—¿Eh? ¿Quién?
—Señorita Ōhagi —la saluda un hombre adulto, vestido completamente de blanco. —Este sobre es para usted —le dice él, entregándole un sobre negro. —Ha sido una luchadora realmente increíble.
—Gracias —responde la chica, haciendo una reverencia al hombre. La chica mira el sobre, abriéndolo para sacar una tarjeta. —Nos complace informarle de que es oficialmente invitado a la... —Akira se queda en silencio, luego mira al hombre y vuelve a mirar la tarjeta. —¿Esto es una broma? —le pregunta. Era una pregunta tonta, porque era real, tenía el sello oficial, por lo que lo hacía muy real. —¡AHHHHH! ¡NOS COMPLACE INFORMALE DE QUE ES OFICIALMENTE INVITADO A LA ESCUELA DE ARTES MARCIALES DE MIYAGI!
—¡AHHHHH! ¡AKIIIIIRA! ¡AKIIIIIIRA! —empiezan a gritar los del club de marciales, apartando a los chicos del vóley para abrazar en grupo a la chica. La victoria de ella también era victoria para ellos.
—¿No vas a ir a felicitarla? —le pregunta Kinoshita. Él y Ennoshita se habían quedado en las gradas con Umiko, viendo como todos festejaban la victoria de Akira.
—No. Solo arruinaría el momento.
—Eso no es cierto —se queja el pelinegro. —Ademas, ¿no fuiste tú quien le pidió el favor al Director Ukai que hablara con el director de la Escuela de Artes Marciales para que viniera a ver a tu hermana?
—Mi hermana no debe saberlo nunca. Bastante mal me sentí cuando los amigos de Sotawa la golpearon a traición entre todos cuando se corrió el rumor de que tenían el ojo puesto en Akira —les pide a los chicos. —Si llegara a enterarse, todo el mundo, incluso ella, creerá que no es lo suficientemente buena para estar ahí.
◦ ◦ ◦
Akira era la única que quedaba de las pocas chicas en el vestuario. Había decidido ducharse por completo, incluso su cabello, pues estaba sudada y rodado por el suelo del tatami en varios de los combates.
Estaba ya completamente vestida cuando empezó a notarse algo mareada, por lo que se sienta en la banca.
—Vaya, ha tardado un poquito en hacer efecto, pero veo que ya has empezado a marearte.
—¿Qué? ¿De qué hablas? —pregunta la chica, intentando enfocar su vista hasta que ve a la persona que le habla. —¿Qué haces tú aquí?
—La droga que te he puesto para que no recuerdes nada de lo que va a pasar ahora, o al menos, para que no me recuerdes a mí.
—Pero...
—Shh. ¿No te cansas? Akira esto, Akira lo otro. Siempre en bocas de todos, igual que tu hermana. Siempre quitándole el protagonismo a quien de verdad se lo merece. Pero eso se acabó.
La ira consumía a la persona que estaba delante de ella cuando le dio un puñetazo a la chica que la hizo caer de la banca y la tumbó al piso. Akira no se lo esperaba, estaba muy aturdida e intentó reaccionar rápido, pero su cuerpo no reaccionaba. Era como estar en un sueño: podías verlo todo, incluso sentirlo, pero no hacer nada para moverte. Cuando iba a defenderse recibe otro golpe en las costillas, pero de un objeto rígido. Akira soltó un grito de dolor, llevándose las manos a las costillas.
—¡BASTA!
—No, quiero verte llorar. ¡QUIERO DESTRUIRTE PARA HACERLA FELIZ A ELLA! —le grita. —Veamos que puedes hacer con un brazo roto —Akira soltó un chirrido ante el dolor, pero para desgracia de la persona, seguía sin llorar. —Llora, perra, quiero verte llorar como la puta que eres —le dice, abofeteándola hasta partirle el labio y hacer que le saliera sangre de la nariz.
Tenía que reaccionar o si no la iba a matar.
Akira gritó, ignorando el dolor de las costillas y su brazo, y con todas sus fuerza empezó a empujarle hacia una de las paredes del vestuario. Pero la tenía agarrada fuertemente de la camisa, así que, la golpea a ella contra la pared, dandole fuertemente en la cabeza. La chica cae al suelo y la agarra, arrastrando por el suelo con fuerza. La chica no logra ponerse en pie, pero logra que la soltara.
Pero antes de poder salir corriendo, la agarró, haciéndola tropezar nuevamente. La gira, y ella le da una patada en el costado con la rodilla.
Ella intenta correr, agarrándose el brazo roto, pero vuelve a tirar de ella, pisándole con fuerza en la rodilla que tenía mala contra el suelo, dislocándola.
El grito de dolor de Akira fue desgarrador. Era tanto el dolor que la había paralizado por completo, cayendo al suelo, y entonces, otro fuerte impacto en la rodilla con algo sólido. Akira sentía que se desmayaría en cualquier momento.
Tenía toda la cara manchada de sangre y sudor, pero seguía sin llorar.
La abofeteó. Akira comienza a gritar con las energías que le quedaban.
—¡CÁLLATE! —le grita, llevándole las manos al cuello y aprietando con fuerza. Akira intenta apartarlo con la mano que no tiene rota, le golpea, le pellizca e incluso intenta aruñarle la cara o meterle los dedos en el ojo. Le aparta la mano con facilidad y la inmoviliza en el suelo sin dejar de presionar el cuello con la otra. Aunque ahora ejercía menos fuerza, seguía costándole respirar. Se inclina hacia ella para susurrarle al oído. —Sufre. Sufre como ella ha sufrido.
Se aleja y la observa. Si Akira no se había desmayado todavía era por toda la adrenalina que había en su cuerpo, pero estaba segura de que pronto... no. Tenía que esperar. Seguro que alguien habrá oído todo el escándalo y...
◦ ◦ ◦
Umiko tenía un mal presentimiento.
Tal vez se debiera a que no le gustaba ese lugar, pero estaba bastante inquieta mientras esperaban a que los de marciales salieran.
—Akira está tardando demasiado y yo me muero de hambre —se queja Tanaka.
Umiko rueda los ojos.
—Iré a buscarla —le avisa Sakura.
Pero Sakura también estaba tardando en volver.
Umiko se estaba poniendo nerviosa al ver a tanta gente por la zona, corriendo de un lado a otro, intentando enterarse de algo que había pasado.
—Sí, dicen que la ambulancia ya está de camino.
—La chica estaba llena de sangre.
Todos sintieron un escalofrío al oír a la gente hablar de la desgracia que había pasado, pero nadie decía nada.
Para Umiko todo pasó en cámara lenta cuando oyó el grito desgarrador de su hermana Sakura. Primero pasó una camilla con Akira en ella, inconsciente y llena de sangre. Los paramédicos corrían a la ambulancia. Su madre, al ver a su hija, se alejó de su marido y corrió hasta su hija para protegerla. Les explicó a los hombres que era su madre y se subió en la ambulancia con ellos.
En la segunda camilla estaba su hermana Sakura, que también estaba llena de sangre, pero no parecía suya. Estaba despierta, con una una mascarilla de oxigeno puesta.
Estaba teniendo un ataque de pánico.
La chica estaba en shock y por mucho que su padre intentara tranquilizarla, no lograba que se calmara. No paraba de gritar que había mucha sangre y que Akira no despertaba. Los paramédicos la ataron diciéndoles a su padre que necesitaban sedarla para que se tranquilizara. Los sedantes parecían hacer efecto de inmediato, pues Sakura empezó a quedarse dormida.
Umiko se había quedado paralizada, no podía moverse, ni si quiera cuando su padre se acerco a ella. Era como... como aquella vez.
—¿Umiko?
—Señor Ōhagi —interviene Ennoshita. —Nosotros nos quedamos con ella y la llevaremos a casa y no la dejaremos sola. Vaya con sus hijas.
𝑡𝑜 𝑏𝑒 𝑐𝑜𝑛𝑡𝑖𝑛𝑢𝑒𝑑 ...
holi wis bbs <3
y con esto cerramos el vol 1 de las supernenas
TAN TAN TAAAAAAAN
qué les ha parecido?? les gustó el capi?? y el vol 1??
vamos a sentarnos a hablar gg
umiko tiene miedo a algo que le pasó hace tiempo... saben qué es?
pero... Y ESTE ENCUENTRO CON EL MISMÍSIMO OIKAWA??????????? SE VIENE SHIP??????? PORQUE SI ES ASÍ ÉL Y SU SUEGRA VAN A SER ÍNTIMOS AMIGUIS JAJAJAJJAJAJAJ
LOS PADRES DE LAS SUPERNENAS SON TAN ICONIC NO PUEDO MÁS, cuando la mamá se levanta para ir a golpear a los comentaristas es lo más esta mujer.
ahora akira...
mi niña :(
le estaba yendo tan bien y va y pasa esto...
por qué creen que pasó? cuales son sus teorías?
os leo <3
(también tengo que responder sus comentarios)
LAS AMO HASTA EL INFINITO Y MÁS ALLÁ
◦ ◦ ◦
〘 𝐭𝐡𝐞 𝐩𝐨𝐰𝐞𝐫𝐩𝐮𝐟𝐟 𝐠𝐢𝐫𝐥𝐬 !
━━ 𝘩𝑎𝑖𝑘𝑦𝑢𝑢! 𝑏𝑜𝑦𝑠 〙
© 𝐬𝐤𝐲𝐞𝐥𝐨𝐬𝐭 2024
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