Tres
Las luces cálidas de la cabaña iluminaban tenuemente el espacio, creando sombras danzantes en las paredes de madera.
Louis estaba sentado en el sofá, su postura aparentemente relajada, con un brazo apoyado en el respaldo. Sin embargo, sus ojos traicionaban cualquier intento de calma. Miraba fijamente al omega frente a él, una obsesión intensa quemando en su mirada azul.
Harry estaba de rodillas, entre las piernas del alfa, con sus labios cerrados alrededor de su hombría. Sus ojos verdes estaban vidriosos, llenos de lágrimas que apenas contenía, pero su expresión no mostraba arrepentimiento. Al contrario, había una mezcla de determinación y deseo que lo hacía aún más irresistible para Louis.
Los dedos del omega se aferraban a los muslos del alfa, buscando equilibrio mientras trabajaba con devoción, dejando escapar pequeños sonidos que hacían eco en el silencio de la habitación. Junto al sonido de la saliva acumulada.
Louis respiraba con dificultad, una de sus manos descansando sobre la cabeza de Harry, acariciando sus rizos húmedos de sudor.
—Harry...—Su voz quebrada por la intensidad del momento. No podía apartar la mirada, fascinado por la entrega del omega. —Lo haces increíble, qué boca tan exquisita.
Harry lo miró entonces, sus ojos brillantes encontrándose con los de Louis, llenos de adoración y desafío al mismo tiempo. Esa conexión silenciosa fue suficiente para que Louis apretara la mandíbula, luchando por mantener el control mientras cada fibra de su ser ardía con deseo.
Louis, incapaz de contenerse un segundo más, deslizó sus manos hacia las caderas de Harry con un agarre firme. Lo levantó con facilidad, como si no pesara nada, y lo colocó de espaldas sobre su regazo. Antes de que Harry pudiera procesarlo del todo, el alfa lo penetró de una sola estocada, arrancándole un gemido ahogado que resonó por toda la cabaña.
Harry arqueó la espalda, sus manos buscando desesperadamente algo a lo que aferrarse, pero Louis no le dio tiempo a estabilizarse. Se levantó del sofá, sosteniendo al omega en el aire como si fuera su posesión más preciada. Los movimientos del alfa eran intensos, precisos, y el cuerpo de Harry se movía con cada embestida, su peso sostenido únicamente por la fuerza inquebrantable de Louis.
La sensación de estar suspendido, completamente a merced del alfa, hizo que Harry enterrara sus uñas en los antebrazos de Louis, su respiración entrecortada.
—Papi... más fuerte. —Jadeó, su voz temblorosa pero cargada de deseo.
Louis gruñó, sus labios curvándose en una sonrisa satisfecha mientras obedecía, aumentando el ritmo de sus movimientos.
Cada palabra, cada embestida, hundía al omega más en un abismo de placer, y las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas, no de dolor, sino de pura rendición. Louis lo sabía, y eso lo hacía perder aún más el control, asegurándose de que Harry sintiera cada segundo de su entrega.
El sonido insistente de los golpes en la puerta interrumpió el momento, pero no fue suficiente para detener a Louis. Una sonrisa maliciosa se dibujó en su rostro al reconocer la voz de Yvonne, llamándolo desde el otro lado.
Dio vuelta a Harry y volvió a penetrarlo, le arrancó un fuerte grito al omega.
—Louis, ¿estás ahí? Necesito hablar contigo.
Dijo Yvonne con tono impaciente, completamente ajena a lo que sucedía al otro lado de la puerta.
Harry, con las mejillas encendidas y el cuerpo temblando, intentó morderse los labios para silenciar los gemidos, pero no pudo contener un grito de puro placer cuando Louis se movió dentro de él con aún más intensidad.
—Shh, bebé.— Murmuró Louis, sus manos firmes en las caderas del omega, manteniéndolo inmóvil sobre su regazo mientras continuaba llenándolo por completo. —¿Quieres que ella sepa lo bien que te estoy haciendo sentir?
Harry negó frenéticamente con la cabeza, pero su cuerpo lo traicionaba, respondiendo con un placer desenfrenado que no podía ocultar. Louis gruñó al verlo tan perdido en el éxtasis, y su sonrisa maliciosa se ensanchó.
—Louis, ¿me escuchas?—Insistió Yvonne, golpeando con más fuerza.
—Sí, querida, dame un momento. —Respondió Louis con voz calmada, como si nada sucediera, mientras sus movimientos dentro de Harry eran lentos pero profundos, llevándolo al borde una y otra vez.
El omega, incapaz de contenerse, enterró su rostro en el cuello de Louis, ahogando sus gritos contra su piel, mientras sus uñas se clavaban en los hombros del alfa. Louis lo sostenía firmemente, su mirada fija en la puerta, disfrutando el peligro de la situación, mientras su esposa esperaba al otro lado, completamente ajena a la escena prohibida que se desarrollaba en el interior.
Louis gruñó bajo y gutural cuando sintió su nudo formándose dentro de Harry, tirando suavemente de su cabeza hacia atrás, exponiendo su cuello. Lo mantuvo inmóvil contra su pecho, abrazándolo con fuerza como si no quisiera soltarlo jamás.
El omega respiraba con dificultad, su cuerpo temblando por completo mientras la conexión entre ambos se profundizaba. Con los ojos brillantes y llenos de emoción, Harry levantó su mirada hasta encontrarse con los intensos ojos azules del alfa.
—Papi. —Murmuró Harry, su voz entrecortada. —No le digas "querida" a Yvonne.
Louis arqueó una ceja, una sonrisa oscura y posesiva curvando sus labios. Sus manos, firmes en la cintura de Harry, lo apretaron más contra él.
—¿Celoso, bebé?—Preguntó Louis, su tono burlón pero cargado de deseo.
Harry apartó la vista un momento, sonrojándose, pero no tardó en volver a mirarlo con valentía.
—Soy tuyo, papi... no quiero que la llames así a ella, no lo merece.
Louis gruñó de nuevo, bajando su rostro hasta que sus labios rozaron los de Harry.
—Está bien, bebé. De ahora en adelante, no le diré más así para que estés tranquilo.
Harry sonrió levemente, su rostro relajándose mientras se acurrucaba más cerca del alfa, disfrutando del calor y la seguridad de sus brazos.
{...}
La tensión en el interior del coche era palpable, pero no por la razón que cualquiera podría imaginar. Estacionados en un pequeño desvío de la carretera, el vehículo estaba inmerso en la penumbra de la noche, iluminado solo por la luz tenue del tablero y las estrellas a través del parabrisas.
Louis estaba sentado en el asiento del conductor, su mirada fija en Harry, quien estaba montado sobre su regazo. La música suave del coche llenaba el espacio, marcando un ritmo al que el omega se movía lentamente, sus caderas ondulando con una mezcla de provocación y necesidad.
Los dedos de Louis se aferraban a los muslos de Harry, sus manos grandes sosteniéndolo con firmeza mientras gruñía bajo, sus ojos azules oscurecidos por el deseo. Cada movimiento de Harry arrancaba un suspiro o un jadeo contenido del alfa, pero su mirada permanecía clavada en el omega, como si nada más existiera en el mundo.
Sin embargo, en los asientos traseros, Yvonne estaba distraída, completamente ajena a lo que ocurría frente a ella. Su atención estaba en la pantalla de su móvil, los dedos escribiendo mensajes rápidos mientras se reía en voz baja por algo que había leído. No levantó la mirada ni una sola vez, lo que solo añadió un peligroso aire de adrenalina a la situación.
—Más despacio, bebé. —Gruñó Louis, su voz grave y ronca, sus manos apretando un poco más fuerte las caderas de Harry.
Harry inclinó su cabeza hacia atrás, dejando escapar un jadeo tembloroso antes de mirarlo a los ojos.
—¿Por qué, papi? ¿Tienes miedo de que nos escuche? —Preguntó con un atisbo de provocación, sus labios curvándose en una pequeña sonrisa mientras se movía un poco más rápido.
Louis apretó la mandíbula, una mezcla de diversión y exasperación brillando en sus ojos.
—Eres un maldito problema. —Murmuró, bajando la voz. —Pero eres mi problema.
Harry dejó escapar una pequeña risa, pero fue interrumpida por un movimiento más profundo que le arrancó un gemido. Yvonne, ocupada con su móvil, ni siquiera levantó la vista, lo que hizo que Louis soltara una risa grave y cargada de ironía.
—¿Vas a seguir provocándome, bebé? Porque si lo haces, no me hago responsable de lo que pase cuando ella se duerma.
Harry respondió con una sonrisa, sin dejar de moverse, disfrutando de cada segundo en el regazo de Louis, sin importarle nada más en el mundo
—Yvonne, Harry y yo ya volvemos. —Anunció Louis, con la voz firme pero sin emoción, mientras abría la puerta del auto.
Antes de que Yvonne pudiera responder, Louis salió del vehículo con Harry todavía en su regazo, sosteniéndolo con facilidad como si no pesara nada. Harry dejó escapar una risa suave, ahogando un jadeo al ajustarse al movimiento, sus brazos alrededor del cuello de Louis mientras este avanzaba con pasos seguros.
El lugar que habían elegido para detenerse no era más que una vieja gasolinera al borde de la carretera. Las luces parpadeaban ocasionalmente, y el letrero medio roto daba la bienvenida con letras gastadas. Parecía completamente abandonada, si no fuera por un hombre dormido tras el mostrador del pequeño local adjunto.
Louis no le prestó atención. Abrió la puerta del baño con un empujón firme y entró, cerrándola detrás de ellos con un golpe seco. El espacio era pequeño, con paredes de azulejos manchados y un olor a humedad que impregnaba el aire. Pero a Louis no le importó.
—Ríete todo lo que quieras ahora, bebé. —Dijo Louis con una sonrisa peligrosa mientras bajaba a Harry contra la pared del baño, sujetándolo aún por las caderas. —Pero sabes exactamente lo que va a pasar aquí.
Harry lo miró con los ojos brillando, mordiéndose el labio inferior mientras su risa suave se convertía en un suspiro cargado de anticipación.
—Te sigo donde quieras, papi. —Respondió, desafiándolo con esa mezcla de inocencia y descaro que hacía que Louis perdiera la razón.
Louis gruñó, inclinándose sobre él mientras el mundo exterior desaparecía por completo.
{...}
—Desde pequeño te ha gustado desafiarme. Robarme pequeños besos cuando yo estaba distraído, hacer travesuras para llamar mi atención... Y ahora me provocas de una manera diferente, que me vuelve loco.
Gruñó Louis, su voz profunda resonando en el pequeño baño mientras su mirada devoraba a Harry.
El omega jadeó, sus manos aferrándose con fuerza al lavamanos, buscando algún tipo de estabilidad. Louis había levantado una de sus piernas, colocándola sobre su hombro con facilidad, dominándolo por completo.
Harry arqueó la espalda, su cabeza cayendo hacia atrás mientras sentía las caderas de Louis empujando con una fuerza cruda, casi animal. El sonido de sus cuerpos encontrándose llenaba el espacio, ahogando cualquier otro ruido, mientras Harry luchaba por contener sus gemidos, sin éxito.
—¿Es esto lo que querías, bebé? —Gruñó Louis entre dientes, inclinándose un poco más para obligar a Harry a mirarlo. —¿Hacerme perder el control, romper cada una de mis reglas solo por ti?
Harry lo miró a través de sus pestañas húmedas, sus labios temblando entreabiertos, con apenas un hilo de voz.
—Siempre ha sido por ti, papi... Siempre.
Louis cerró los ojos por un segundo, como si las palabras lo quemaran desde adentro, y luego retomó el ritmo, más intenso, más decidido, como si quisiese grabar en Harry todo lo que nunca había dicho en palabras.
{...}
Harry, con su cabello perfectamente desordenado y su piel impecable, parecía fuera de lugar en el suelo sucio del baño. Louis lo sabía, y algo en esa contradicción lo encendía aún más.
El alfa se reclinó contra la pared, su pecho subiendo y bajando con respiraciones entrecortadas mientras su mano se movía con firmeza sobre su propia hombría. Sus ojos estaban fijos en el omega frente a él, tan perfecto, tan sumiso.
Harry lo miraba desde abajo, sus ojos grandes y brillantes, su lengua deslizándose lentamente sobre sus labios mientras esperaba con ansias. Louis gruñó, un sonido profundo y gutural que resonó en el estrecho espacio, incapaz de contenerse más.
Con un último movimiento, el alfa se dejó ir, su esencia marcando las mejillas de Harry y una parte de sus párpados. El omega cerró los ojos suavemente, dejando que el calor lo bañara, sin apartar esa expresión inocente que hacía que Louis se sintiera como si lo hubiesen atado a un fuego inextinguible.
—Perfecto. —Murmuró Louis entre dientes, su voz ronca mientras bajaba la mirada al rostro de Harry, admirando cómo se veía marcado por él. —Eres todo lo que siempre he querido, Harry... y todo lo que no debería desear.
{...}
Al regresar a la camioneta, la noche había avanzado lo suficiente como para que el cansancio venciera a Yvonne, quien dormía profundamente en los asientos traseros. Louis abrió la puerta del lado del conductor y tomó asiento, acomodando a Harry en su regazo como si fuera el lugar de Harry en el mundo.
—Así dormiremos, ¿de acuerdo?—Murmuró Louis con voz baja, acariciando suavemente la cintura del omega para tranquilizarlo.
Harry sonrió pícaramente, mordiéndose el labio inferior mientras miraba al alfa a los ojos. Sin decir palabra, inclinó su rostro hacia el cuello de Louis, dejando pequeños besos que pronto se tornaron en mordidas suaves. Louis soltó un suspiro contenido, entrecerrando los ojos mientras sus manos comenzaban a deslizarse por debajo de la falda de Harry.
La piel del omega era increíblemente suave bajo sus dedos, cálida, como si estuviera hecha para ser tocada por él. Louis no podía resistirlo, sus manos recorrieron lentamente los muslos de Harry, aferrándose a ellos con una mezcla de necesidad y ternura.
—Harry, ¿qué voy a hacer contigo?—Susurró Louis, su voz ronca y cargada de deseo, mientras Harry seguía explorando su cuello, provocándolo con cada beso y cada suave mordisco.
{...}
Gracias por leer, el siguiente es el último (creo)
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