IX
Nunca había estado más incomoda en mi patética vida. Estábamos en uno de los restaurantes más caros de todo Nueva York, pero hay una cosa. ¿Se acuerdan de la novia de Lachowski, la original? En este momento está sentada al frente mío. Los agentes de este par de idiotas les pareció una grandiosa idea de que Francisco, la puta y yo, tuviéramos almuerzo. Pero eso no es lo peor, tuvieron que cerrar todo el piso donde estábamos porque los paparazzis no nos pudieran ver juntos. Déjenme resumirles como llegamos aquí...
****
Flashback.
—¡Déjame es paz! — grite, estaba muy alterada y más con mil quinientas personas corriendo detrás de nuestro carro.
—Clara sabes que tienes que ponerte esto. — dijo Francisco, poniéndome el vestido en la cara. Era un vestido Channel, era precioso pero mi ego no se lo quiere poner.
—No lo quiero usar. — dije firmemente. Volví a ver a Francisco, retándolo con la mirada. Se podía ver que se estaba frustrando, yo sé que tengo que usar el vestido, ósea ni en mil años él me daría un vestido así porque quiere, se que son ordenes de su agente, pero vaya vaya me gusta joderlo.
—No lo voy a repetir, te vas a poner el vestido. — dijo, esta ves viéndome a los ojos. Sentí como una corriente corría por mi espalda, dragones volaron por mi estómago. Su mirada es tan intensa, si no fuera porque estoy loca, diría que está dolida. Es como algo que dice mi mamá, la mirada es la llave al alma.
¡Clara!
Lo siento, creo que el espacio pequeño me está jodiendo el cerebro. Pero coño, lo mucho que me gustaría comérmelo en este momento. Okay, okay, me tengo que calmar, parezco una adolescente hormonal, lo cual no soy, creo. Pero al final cedí, ósea quien le puede decir que no a eso ojos.
****
Presente.
—Entonces... Jéssica — comencé a decir, limpiándome las manos en el vestido. — lamento haberte llamado jirafa, anoréxica y por haber alzado mi voz aquella noche. — dije.
Ella alzó los ojos de su teléfono, odio saliendo de ellos.
—Disculpa aceptada —dijo, viendo a Francisco. Oh yo sé lo que está perra quiere jugar, quiere hacerse la inocente, para quedarse con Lachowski... Esperen... ¿Que estoy diciendo? Lachowski ES de ella. Para mi salvación el mesero interrumpió mis pensamientos.
—¿Ya saben lo que van a pedir? — pregunto.
—Si. — dijo Jéssica — quiero la ensalada del día, y aderezo sin carbohidratos y para tomar agua purificada, gracias. ¿Fran? — volvió a ver a Francisco. Como que salió de un trance cuando Jéssica pregunto eso.
—Emm.... Yo quiero lo mismo que ella, solo que el aderezo si puede tener carbohidratos — dijo volviéndome a ver, comenzando a reír.
No me le uní, aunque sí quería, pero no me puedo burlar de la plástica. Mi carrera está en juego.
—¿Y usted señorita? — pregunto viéndome. El mesero me estaba viendo con esa mirada de apúrate tengo trabajo que hacer.
—Yo quiero una hamburguesa con papas y una coca cola, por favor — dije sonriente, Jéssica se me quedó viendo con la boca abierta, Francisco solo tenía una sonrisa en su cara.
*
Nos trajeron la comida y nadie habló ni una palabra. Jéssica paso todo el tiempo en su teléfono, Francisco y yo bueno, nuestras miradas se encontraban de vez en cuando, pero eso fue todo. Ya eran como las tres de la tarde, Verónica, la agente de Lachowski, nos dijo que a las tres nos podíamos ir, que a esa hora los paparazzis ya no iban a estar. Los tres nos levantamos de la mesa y nos dirigimos a las salida. Verónica también nos dijo que Jéssica debería salir por la entrada principal y que Francisco y yo deberíamos salir por la puerta de atrás del edificio. Me despido de Jéssica, aunque ella no me volvió ni a ver y salgo con Francisco. Hoy me voy a quedar en su apartamento para hacer las cosas más creíbles, después me devuelvo a mi apartamento y comienzo mi trabajo el lunes. Esto de andar con una celebridad lo he tomado como un trabajo, así no me complico la vida. Pero lo más importante, es que SI es un trabajo, y nunca hay que combinar la vida personal con el trabajo
Afuera del edificio nos está esperando el chofer de Francisco. Me siento incomoda, porque normalmente este idiota no puede parar de molestarme, pero ha estado muy callado, lo cual como dije es muy anormal. Llegamos a su edificio, pasamos su lobby con la señora extraña, y llegamos a su piso.
—Oye, ¿qué te pasa?— pregunte, entrando al apartamento, el detrás mío.
—Nada, supongo que todo esto es muy extraño. — dijo sentándose en el sofá.
—Dímelo a mí. — dije sentándome a la par de el.
Nos quedamos así por un rato, viendo el techo, creo que de alguna manera eso me relajo. He estado tan tensa últimamente que la verdad no lo había notado, me duele toda la espalda, parezco una anciana de 60 años. Comienzo a mover mi cuello como para intentar aliviar el dolor pero esa mierda no hizo ni un coño.
—¿Te duele algo? — pregunto Francisco todavía viendo al techo.
—Un poco el cuello y la espalda pero no importa. — dije, intentando que evitar el tema.
—Deberías ver un doctor. —
—Lo sé. —
Sentí a Francisco moverse, pero no estoy segura, yo sigo con mi cara viendo al techo.
—Date la vuelta. — dijo.
—¿Que? —
—Que te des la vuelta. — dijo entre risas.
Me di la vuelta y sentí sus manos en mi cuello, comenzó a mover sus manos dándome un masaje. Primero solo lo hizo en mi cuello, pero luego bajó a mi espalda.
—Ahhh. — dejaron salir mis labios. Se los juro que no quería gemir, pero se sentía demasiado bien.
Todavía trabajando en mi espalda, sentía como nos acercábamos cada vez más y más. Sus manos cada vez bajando más, hasta que hubo un punto donde llegó a mi trasero. La verdad quería que llegara ahí, pero habían muchas razones por las que no debería, primero porque está completamente mal, segundo sigue estando mal. Me quitó la camisa y yo lo deje, me di la vuelta y lo vi los ojos. Estaban brillando con un brillo que nunca había visto. Esto está muy mal, pero se siente deliciosamente bien.
—No puedo hacer esto. — dije entrando en razón.
El paro de mover sus manos en mi espalda, estaba confundido eso seguro. Las probabilidades de que una mujer le haya dicho que no en su vida son cero. Yo no quiero ser una de las que le dicen que si.
—Oh. — dijo, dolor en su tono.
—Lo siento. — dije parándome del sofá, agarrando mi camisa, y saliendo de la sala.
*****
¿Que les pareció bellezas? Como dije ahora van a ser capítulos largos así que solo esperen.
Todavía sigo aquí perras xo
- Isis
Entienden la referencia eh eh ;)
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