Guardado
Elm contó todo lo que sabía al hombre y este oía con mucha atención. Su mirada estaba perdida en el aire, pero era capaz se atender a Elm. "Wolf" veía con enojo al sujeto, ya que, parecía no importarle nada de lo que Elm relataba. Después de unos minutos en los que Elm habló, el muchacho se calló y por unos segundos nadie dijo nada. El silencio era absoluto y nadie sabía que hacer. Elm sintió cierta incomodidad al ver al sujeto mirando a un punto fijo.
—Eso es todo—dijo Elm.
El sujeto seguía sin decir nada, solo veía a un punto fijo, pero después de unos segundos, movió la cabeza y miró a Elm fijamente.
—¿Sabes? No siempre fui así, un... ¿Robot? —dijo el sujeto misterioso.
—¿Entiendo?
—¿De verdad?, ¿qué parte mecanizada tienes? Podrías tener algo en común conmigo.
—Yo... No tengo nada así.
—Hmmm... Entonces creo que no entiendes.
—Lo siento.
El sujeto se paró y caminó por la habitación lentamente. Daba pasos pesados como una enorme roca. Después de unos segundos se detuvo en seco para observar un trozo de papel en el suelo, se agachó y lo hizo levitar lentamente para después dejarlo caer. Se tomó el antebrazo y se levantó del suelo para volver a ver a Elm.
—También puedo sentir el metal dentro de mí, en mis huesos—dijo el hombre.
—¿Podrías decir algo con respecto a lo hablado? —dijo "Wolf" con enojo.
—¿Qué? Oh, es verdad, lo siento.
Se acercó a Elm y se colocó a la espalda del joven para tomar su hombro.
—Yo...
—Escarsa... Ha pasado mucho tiempo sin oír ese apellido.
—¿Lo conoces?
—Mencionaste a una tal O'Claire, creo que era Arlet, ¿no es cierto?
—Si, ella es quien...
—Hmmm...
"Wolf" miró al sujeto fijamente mientras esté tenía el ojo izquierdo cerrado, ya que, el ojo derecho no podía cerrarlo debido al mecanismo de este.
—¿En qué piensas?
—Conociendo a los O'Claire, está claro que hay algo ahí. Si no me equivoco, es probable que Escarsa guarde un secreto tan grande que podría poner en riesgo toda su estabilidad.
—¿De qué hablas? —preguntó Elm.
—Diría que Capricornio se encargó de hacer público eso—dijo "Wolf".
—¿Y dónde está ahora?, ¿siguen aquí?, ¿o pasó lo mismo otra vez, "Wolf"?
—Yo...
—El problema que han tenido es que intentaron vencer a esos chicos con fuerzas externas.
—¿A qué te refieres?
—Lo único más fuerte para vencerlos, son ellos mismos.
—¿Qué tienes en mente?
El sujeto soltó a Elm se dio vuelta dando la espalda a todos y mirando hacia arriba. Elm volvió a verlo y esta vez se levantó para verlo mejor.
—Están en América, ¿verdad? —preguntó el sujeto.
—Si, se refugian en la base principal de "Vex" —respondió Elm.
—Creo que tendremos que hacer un viaje.
—No puedo poner un pie en la base de "Agros" —dijo"Wolf".
—Tus fiascos te llevaron a esto—le respondió el sujeto. —No te preocupes, iré por mi cuenta, pero necesitaré una armada lo suficientemente grande como para poder hacer un ataque y atraer a ese equipo.
—En la base principal podrás conseguirlo.
—También quiero ir—dijo Elm. —Tengo asuntos por resolver.
—Que muchacho.
El hombre miró a "Wolf" fijamente. "Wolf" bajó la mirada y se desligó de toda responsabilidad con respecto a Elm.
—Es tu decisión—dijo "Wolf". —Pero quiero hacerte entender que está podría ser la última oportunidad que tenemos.
—No, es la última oportunidad que tú tienes.
—No vuelvo a dejarte desfigurado solo porque ahora nos apoyas.
—Vamos muchacho, hay mucho que hacer.
El sujeto salió de la habitación y tras él lo siguió Elm. "Wolf" quedó pensando solo en aquella habitación por unos segundos y después salió para seguir al dúo.
En la base de "Vex", Liv estaba sola y pensando en miles de cosas por segundos. Sentía que su cabeza iba a explotar en cualquier momento ante tanta preocupación. No dejaba de pensar en Elise y en donde estaría, había quedado marcada para siempre en su vida. En ese momento, Arlet la observó a lo lejos y se acercó a ella para corroborar su estado.
—Oye, ¿todo bien? —le preguntó.
—Hola—le respondió decaída Liv.
—¿Qué ocurre?
—Solo pensaba.
—Está bien pensar, siempre y cuando no te hagan mal.
—Entonces me estaba matando y pude haberlo conseguirlo si no me hubieras interrumpido.
—Lo siento, sé cómo te sientes.
—¿En serio?
—Si, a veces también quiero acabar conmigo misma.
—Tenemos tanto en común.
—Por algo somos mejores amigas.
—Tienes razón.
—Dime, ¿qué pasa?
—Todo, han pasado años y aún pienso en ella.
—¿Elise?
—¿Hicimos lo correcto dejándola ir?
—¿Lo merecía?
—No lo sé.
—Claro que lo sabes, no era culpa de ella lo que hizo.
—Quisiera saber de ella.
—También yo, pero es mejor para ella y para Saiko que sigan desaparecidas.
—¿Qué tal si las encuentran?
—No sabes dónde están, nadie sabe, jamás las encontrarán.
—¿Segura?
—Son muy listas como para dejarse atrapar.
—Eso es verdad.
—Tranquila.
Arlet le dio un abrazo a Liv y la joven le respondió de la misma manera. Ambas se quedaron así por unos segundos y luego se separaron. Arlet miró a Liv y ambas comenzaron a reírse. Liv volvió a llevarse la mano a la cabeza y se sentó en una mesa que había cerca. Arlet se puso frente a ella, pero Liv tenía la cabeza agachada. Se frotó el rostro y se tomó la nuca con sus dos manos para levantar la cabeza y ver a Arlet.
—Lo siento—dijo Liv.
—¿Algo más que quieras contarme?
—Miles de cosas, pero claramente no puedo contarte todo.
—Entiendo, pero quiero que sepas que cualquier cosa, estaré aquí para oírte.
—Lo sé, gracias.
—Y no solo yo, tienes a muchas personas.
—Lo sé, pero tengo un vacío.
—¿En serio?
—Yo jamás pude hablar con mi madre de nada, ni pedirle ayuda a mi padre con algo que pasará conmigo.
—Todos entendemos mejor que nadie eso.
—Me hacen falta.
—Lo sé.
—Ni siquiera pude conocerlos.
—Solo conocí a mi madre, no fue la mejor, pero la amaba. Peor aún porque la última vez que la vi ella...
—Debió ser horrible.
—Trató de superarlo.
—Bueno, ya pasó.
—Claro.
—Quería hablarte de algo.
—Dime.
—Hablé con Vatra y... Me dijo algo que me dejó pensando.
—¿Qué cosa?
—Cuando lo vencimos hace años, no creímos que habría otra amenaza tan grande como lo fue Capricornio.
—Es lo que tiene esta labor.
—¿Y si pasa de nuevo?, ¿si se viene otra amenaza igual o peor que las anteriores?
—Pues hemos hecho frente a dos.
—¿Y si está vez no podemos?
Arlet y Liv se quedaron mirando por unos segundos y se pudo ver la preocupación en el rostro de ambas. No estaban seguras de nada, en cualquier momento podía pasar algo que ponga en peligro a todos nuevamente y, quizás, ahora no tengan tanta suerte.
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