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Contraparte

El tiempo seguía pasando, era demasiado y "Agros" ya comenzaba a exigir acción por de Kai, pero este no respondió a ninguna petición y decidió seguir esperando. En Hellheim, los soldados infiltrados no notificaron que la estancia de "Wolf" en la base, ya que, este hombre se había refugiado bien y nunca volvió a salir. En el momento que Kai había regresado, "Wolf" dejó en sus manos toda la misión. Después de haber conseguido lo que Vatra y Capricornio no pudieron, "Wolf" confió en él para traer abajo a "Vex" y, con ellos, a "The Poker's". Habían pasado muchos meses, era normal la reacción de "Agros", pero Kai no iba a soltar a la bestia hasta que está no estuviera hambrienta.

Tras miles de sesiones, palizas, torturas y abusos por parte de Kai, Arlet se había vuelto irreconocible. Dejó de ser aquella joven bondadosa y pasó a ser un monstruo. Con el cuerpo lleno de heridas, golpes, cicatrices y demás hematomas, Arlet aceptó al dolor, al sufrimiento y a la ira en su vida y en su alma. Kai la había vuelto una chica despiadada, pero con una coraza fuerte e impenetrable. Expuso su cuerpo hasta el límite, lo que le sirvió porque Arlet había mejorado demasiado.

Una noche, Arlet tenía una sesión de entrenamiento con Kai donde se iba a confirmar si ya estaba o no lista para la batalla contra "The Poker's". Kai llevó a la joven al exterior de la base donde todo ya estaba deteriorado. Parecía que ya habían entrenado ahí en muchas ocasiones. Kai se colocó lejos de la joven y Arlet quedó de pie mientras veía como Kai se alejaba. "Jassa" tomó la distancia suficiente y la joven se miró las manos, manos duras y con las uñas desgastadas y algunas rotas como si hubiera estado arañado una roca por horas. Sacó sus sables, optó su pose de batalla y cerró los ojos.

Kai la observó detenidamente por unos segundos y levantó varios fragmentos de tierra enormes y comenzó a lanzarlos hacia el diamante. La respuesta de Arlet fue esquivar cada uno de los fragmentos que Kai le lanzaba. Con acrobacias extraordinarias, Arlet saltaba entre los fragmentos esquivándolos sin problemas, reacción que provocó la furia de Kai quien comenzó a lanzar con toda su fuerza y más rápido, fragmentos más grandes de rocas para dificultar la tarea de Arlet.

—¡Deja de ser una cobarde y ataca! —gritó Kai con mucha ira.

Arlet dejó de esquivar y a uno de los fragmentos, le colocó su sable frente a este, rebanando la roca y dividiéndola en dos. Siguió cortando las enormes rocas y esquivando las que se les dificultaba poder atacar. Kai se sintió más satisfecho y aumentó su velocidad. Arlet seguía con el mismo nivel y los intentos de Kai por dificultarle la tarea a Arlet se volvían inútiles. Kai aumentó aún más su fuerza y velocidad con fragmentos más grandes y por fin parecía que Arlet estaba contra las cuerdas. Tras varios intentos, Arlet perdió y las enormes rocas la sepultaron. Arlet hizo miles de intentos para evitar ser enterrada por las rocas, pero Kai siguió aumentando más fragmentos de tierra para que Arlet no pueda salir. La joven sintió terror y comenzó a gritar debido al dolor y al miedo. Suplicaba ayuda, pero en su lugar recibía más peso por parte de Kai. Arlet cerró sus ojos y dejó que la ira la consumiera. Dando un potente grito cargado de energía negativa, Arlet salió de un gran salto a la superficie, destruyendo todas las enormes rocas, pero lo extraño fue que, tras salir, unos extraños rayos eléctricos de color rojo cubrieron el cuerpo de Arlet por unos instantes muy cortos. A pesar de ya estar libre, Arlet volvió a gritar al aire con mucha ira. Fue un grito desgarrador y cargado de frustración, lo que provocó una sonrisa en Kai al notar que ya estaba lista.

Las horas pasaron y Elm se encontraba en el interior de la base totalmente solo y sentado en el suelo. Tenía un lápiz frente a él que estaba roto en pedazos. Repetidas veces, Elm lo reparaba, volviendo el tiempo en el lápiz, para después regresarlo a la actualidad para verlo destruido una vez más. Elm tenía una actitud apagada, sin querer hablar con nadie. No dejaba de pensar en aquella vez que Kai lo ridiculizó, pero lo que más pasaba por su mente, eran aquellas palabras que Price le dijo la última vez, palabras que trataba de olvidar y  lo único que obtenía eran resultados negativos.

En ese momento, llegó Kai a verlo, pero Elm no levantó la mirada hacía "Jassa".

—¿Qué estás haciendo? —dijo Kai.

—Nada, no lo entenderías—respondió Elm.

—Ella está lista.

—Genial.

—Lo siguiente es atacar algún punto importante, eso los hará salir.

—Seguro, como digas.

—¿Algo que decir?

Elm reparó el lápiz una última vez y lo tomó para destruirlo él mismo con sus manos. Se levantó y miró fijamente a Kai.

—Dime que no eres tan estúpido como creo y dame una buena razón para no creerlo—dijo Elm.

—¿De qué hablas? —preguntó molesto Kai.

—¿Acaso no te das cuenta que siempre hacen el mismo ataque? Atacar un punto para hacerlos salir como cucarachas. ¿No piensas que quizás ellos tienen un plan contra ello?

—¿Qué propones entonces?

—Atacar su base significó un gran avance. Ir nosotros a atacar.

—¿Y qué esperas atacar? ¿Sabes dónde están?

—Al menos Parker era buena en eso, ella si encontraba los lugares correctos.

—Mira idiota, hacemos esto para poder saber donde están y ahora con Arlet aquí, tenemos posibilidades de poder acabar con ellos. Ellos mueren, "Vex" también, ¿entiendes?

—Claro jefe, lo que usted diga—dijo Elm con sarcasmo.

El joven golpeó el hombro de Kai con su hombro y se alejó de él, dejando solo al hombre pensando en sus decisiones con respecto a sus nuevos reclutas.

Días después, en la base de "Vex", Derek entrenaba junto a Ysamar, pero la joven no parecía estar atenta. Algo la estaba distrayendo y Derek se percató de esto. La joven no daba bien sus golpes, patadas y sus acrobacias salían mal.

—Bien, tomemos un descanso—dijo Derek.

Ysamar se quejó y puso una cara de decepción. Notaba su bajo rendimiento y se sentía mal con ella misma. Se sentó en el suelo, tomó una botella de agua, bebió su contenido y mantuvo la cabeza agachada. Derek se acercó, se sentó a su lado y la rodeó con su brazo.

—Lo siento—dijo Ysamar.

—Está bien, todos tenemos un mal día en ocasiones—respondió Derek. —Pero, todo esto ya lo sabes, ¿por qué ahora es tan difícil?

—Mañana...

—¿Qué pasa?

—Mañana es la última lección del programa. Definirán mi destino, o me convierto en soldado y formó parte de algún escuadrón, pasó a otro rango como medicina o algo así, o repruebo y de ser así o bien repito el programa o soy expulsada.

—Entiendo, ¿tienes miedo?

—Demasiado, no sé si estoy lista.

—¿De qué hablas? Claro que lo estas, entrenaste mucho para esto.

—Si, pero es diferente. Hacemos varias pruebas antes para al final enfrentarnos contra algún compañero del programa.

—¿Sabes contra quién pelearás?

—No.

Ysamar se llevó las manos a la cara y se quedó así. Derek la observó y pudo sentir sus nervios, el terror y la presión encima de ella. Era todo o nada y su sentir era normal. Temía fallar y volverse una decepción, sentir que todo el tiempo invertido fue para nada y sus intentos por ser alguien fueron inútiles. Derek la soltó y se puso frente a ella, le retiró las manos del rostro, acomodó el cabello de Ysamar y le sonrió.

—Cuando te vi esa vez golpeando aquel saco sin la protección, noté a alguien frustrada consigo misma. Alguien sin motivación clara y molesta, pero con un alma fuerte y un corazón noble. Desde ese día hasta hoy, evolucionaste tanto que te volviste irreal para mí. Te vi convertirte en una joven fuerte, decidida, que, a pesar de sus miedos, los encara y decide pelear aún con miedo. Eso hace la diferencia entre un cobarde y un valiente. Tú no eres una cobarde, le haces frente a todo sin importar el reto, como esa vez que peleaste contra Kamal. Quédate tranquila porque a diferencia de mí a tu edad, tú tienes a alguien que estará contigo sin importar nada. Ni siquiera la muerte podrá separarme de ti, niña. Eres mucho más de lo que yo soy o seré. El miedo simboliza tu humanidad y lo nervios, significan que lo que haces es algo muy grande. Mañana harás frente a quien sea y vas a limpiar el suelo con tu oponente, pero mostraras la humildad que tanto te caracteriza. Estoy muy orgulloso de ti, Ysamar y sin importar el resultado de mañana, seguiré muy orgulloso.

Derek se acercó a la joven y le dio un cálido abrazo. Ysamar respondió de la misma manera y se sintió mucho más segura que antes. La joven soltó unas cuantas lágrimas y vio a Derek. Ambos sonrieron y Derek se levantó, le dio la mano a Ysamar para ayudarla y ambos continuaron con su entrenamiento con la misma energía y fuerza de siempre.  

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