Valorar
Lejos de todo y todos y con el tiempo a su favor, Bruce y Alex lograron escapar de aquella miserable vida para hacer el papeleo correspondiente para el ingreso a la universidad.
Alex había aprendido mucho de Bruce en esos años lo que le sirvió para estar lista para el examen de admisión. Bruce no necesito de estudios previos y ambos lograron una nota aprobatoria; sin embargo, Bruce obtuvo una nota sobresaliente en su examen, siendo una joven maravilla entre los maestros que no dudaron en poner a prueba al muchacho.
El primer día en su estancia en la universidad, ambos se mostraban muy emocionados, sobre todo Bruce. Sentía que al fin su vida iba a tener un objetivo claro, que no iba a desperdiciar su vida en algo mediocre y sin futuro. Pero no se quejaba de ese pasado. Había logrado conseguir el dinero suficiente para pagarse la universidad.
Bruce llegó hasta el campus de la universidad con una mochila pequeña donde guardaba las pocas pertenencias que tenía. Alex llegó igual, sin mucho que ofrecer más que basto conocimiento que no competía con el de Bruce.
Alex y Bruce fueron separados y llevados a habitaciones separadas. Alex terminó junto con una tal Lauren, una joven guapa de cabello negro, esbelta, de piel clara y unos característicos ojos ligeramente rasgados. Lauren parecía algo callada, apartada y con la visión clara. Alex al llegar se encontró con una Lauren que estaba sentada en el escritorio junto con una laptop, con la cara pegada a la pantalla y unas gafas para poder ver mejor.
—Hola —dijo Alex un poco nerviosa.
Lauren se giró la cabeza para ver a Alex de pies a cabeza, bajando un poco la cabeza, pero con los ojos apuntado a la joven ya que sus lentes le permitían tener una mejor visualización de objetos cercanos, mas no de objetos que estén lejos de ella.
—Mmm... Hola —dijo Lauren con una voz extraña y un poco irónica. —¿Cómo te llamas?
—Soy Alex, Alex Jennings.
—Lauren, Lauren Dork.
—Es un placer Lauren.
—Si, igualmente.
Lauren se levantó de la silla que estaba en el escritorio y se acercó a Alex lentamente mientras seguía mirándola. Alex se sintió un poco incomoda y también un poco de miedo ante la extraña mujer.
—¿Puedo tomar la parte de arriba de la litera? —preguntó Alex cuando Lauren se puso frente a ella.
—Seguro —respondió Lauren. —Solo darte algunas reglas. Mi estancia aquí es muy importante, tengo muchos planes a futuro y si haces algo, lo más mínimo por echar a perder todo mi trabajo, te haré trizas.
—¿Es una amenaza?
—Es un presagio.
Bruce seguía buscando su habitación hasta que llegó a una que estaba con la puerta abierta. Entró lentamente aun dudando de si estaba en el lugar correcto.
—¿Hola? —preguntó Bruce tocando la puerta que estaba abierta.
Fue entonces que se escuchó un quejido y junto con un golpe. A los pies de litera, apareció un joven que se estaba tomando la cabeza y quejándose del dolor del golpe. Se levantó y se acercó a Bruce con la mano estirada.
—Hola, ¿cómo estás? —dijo el joven mientras se frotaba y veía si no estaba sangrando. —Tú debes ser Bruce.
—Sí, Bruce O'Claire.
—Sí, me dijeron que estarías conmigo en la habitación, bienvenido. Recién llegué hace unos minutos, estaba guardando algunas cosas bajo la cama, pero puedes elegir el lugar en el que quieras estar.
—Abajo estaría mejor.
—Genial, rogaba que fuera así, siempre me gusto estar arriba.
—¿Cuál es tu nombre?
—Claro, que tonto, lo olvidé. Soy Evan, Evan Parker.
—Es un placer.
—No quiero ser una persona irritante, así que puedes tomar las riendas del lugar siempre y cuando no afecte a alguno de los dos.
—Si deseas una parcialidad en la jerarquía entonces no puede haber una.
—¿Cómo?
—Que... Olvídalo, nadie perjudicará a nadie.
—Perfecto. En ese caso, espero que seamos buenos amigos.
El día terminó, Bruce se encontraba echado en su cama, mirando al techo de la litera donde Evan no dejaba de moverse, pero nada de eso importaba, su futuro se estaba escribiendo y ya había dado el primer paso.
Era muy tarde y una nota se deslizó por debajo de la puerta. Bruce se percató de ello, miró a arriba para ver si Evan seguía dormido y entonces caminó hasta la nota para poder leerla:
"Hay que vernos. Ve a la sala donde el conserje guarda sus cosas".
Bruce hizo caso y encontró que había una escalera en ese pequeño cuarto junto con las escobas, los trapos y todos esos químicos de limpieza. Subió y se encontró en el techo de la universidad y Alex sentada al filo mirando al cielo. Bruce se acercó intentado hacer ruido para que Alex sepa que estaba ahí y no se asustara.
—Es un poco peligroso estar ahí y más a estas horas de la noche —dijo Bruce al sentarse al lado de Alex.
—No podía dormir. Creo que la emoción me está jugando en contra —respondió Alex con una sonrisa.
—También a mí.
—¿Qué tal tu compañero?
—Intenta ser amable, lo noto. Es una buena persona, pero quizás está esperando que al salir se encuentre con un mundo color de rosa.
—Vaya suerte la tuya. Mi compañera me amenazó con matarme si hacía algo que ponga en peligro su estudio.
—Debería hacer lo mismo.
—Pues entonces se llevarían muy bien.
—No quisiera más amigos de los que ya tengo.
Ambos se quedaron mirando a la enorme luna y como adornaba el cielo nocturno junto con esas brillantes estrellas. Mientras ambos recordaban el horrible camino que había sufrido para llegar hasta ahí, Bruce intentaba llegar a la mano de Alex, pero todo irá en su contra cuando Alex notó lo que Bruce intentaba hacer. Mostrándole una sonrisa, Alex tomó la mano de Bruce y ambos se quedaron mirando a las estrellas y a esa enorme luna.
Al día siguiente después de las clases, Bruce iba acompañado de Evan quien le estaba contando miles de anécdotas familiares que lejos de estresar a Bruce, lo hacían sentir parte de las historias. Quería oír más y mientras escuchaba se imaginaba a él en el lugar de Evan.
Llegaron al comedor, recogieron su comida y ambos se fueron a sentar en una de las tantas mesas donde ya había alguien sentado.
—Disculpa —dijo Evan. —¿Podemos sentarnos aquí?
—Seguro, no hay problema —dijo el joven. —Llevó aquí solo un rato y así parece mantenerse durante toda mi carrera.
—No digas eso, ya estamos aquí.
—¿Serán mis amigos?
—No prometo nada —dijo Bruce.
—No seas así, ¿cómo te llamas? —preguntó Evan.
—Adam Collins —dijo el joven. —¿Ustedes?
—Evan Parker y Bruce O'Claire.
—Un placer conocerlos chicos.
En ese momento, junto a Adam se sentó Lauren, sin decir nada, solo colocando su bandeja sobre la mesa y comenzando a comer.
—¿Hola? —preguntó Evan.
—Solo cierren la boca y déjenme comer. Tuve una mañana pesada —dijo Lauren.
—Seguro —dijo Adam.
—Déjenla —dijo Alex acercándose a Bruce. —Es una gruñona.
—No te he dado confianza para que hables así de mí, Jennings —respondió Lauren mirándola fijamente. —Cuida tus palabras.
—Pienso que la razón de la supuesta confianza se debe a una confusión de ella ante una posible reacción medianamente positiva de tu parte —dijo Bruce.
—¿Quieres confundirme con tecnicismos, guapo? No le di la mano en ningún momento como para que intuya que somos amigas.
—Vaya, es increíble como hablan, ¿no lo creen? —preguntó Adam.
—Bruce siempre fue alguien de un vocabulario amplio —dijo Alex.
—Eso parece, pero no me gusta mucho cuando es así —dijo Evan.
—Tampoco a mí, a veces no lo entiendo.
—Supongo que nos entenderemos mejor tu y yo.
—¿Cómo te llamas?
—Evan.
—Lindo nombre, soy Alex.
—Igual de lindo como tú.
Bruce se sintió algo incomodo ante ello, se levantó ligeramente para irse a la basura para botar unas servilletas y pedir más. Lauren se quedó mirándolo como iba para después ver a Evan y a Alex. Giró a ver a Adam y este parecía extraño mientras la miraba intentando coquetearla. Bruce se quedó en el mostrador después de pedir las servilletas, pensando en que había pasado. Al ver ligeramente a Alex y a Evan pudo notar que ella ni siquiera le había dado importancia a que su ida.
—Parece que diste mucho por ella —dijo Lauren. —Todo para que al final vaya con el caballero y el escudero quede a un lado.
—Te quejaste de que ella creía conocerte. —dijo Bruce un poco molesto. —No cometas el mismo error conmigo.
—La diferencia entre ella y yo es que sí sé diferenciar a las personas y que digo la verdad a la cara. No doy alas durante mucho tiempo para después irme con el primer idiota que comparte mis gustos, pero que quizás no me valora.
—¿Y tú te valoras?
—Estoy aquí contigo en lugar de quedarme. Valoró mucho mi estabilidad mental. Juntarse mucho tiempo con idiotas contagia la idiotez.
Lauren se fue de regresó a la mesa mientras caminaba con si estuviera desfilando sobre una pasarela. Bruce vio como todos la veía pasar, deseándola con tantas fuerzas que la desnudaban con la mirada. Sin embargo, después de ver esto, sus ojos se posaron en su verdadero amor. Veía como ella iba a conectando con alguien que no era él y después de años pudo ver algo que jamás vio en ella. Sus ojos, brillaban igual que las estrellas que vieron juntos anoche.
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