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Tokio

Noche tomentosa y con la lluvia fría e impactando como puñales al caer en la piel. Las personas corrían para evitar mojarse, incluso los que traían paraguas.

Tokio, Japón, fue el último destino de los vexianos en su arduo camino por el reclutamiento masivo para la batalla contra "Agros". Liv llegó a esta icónica ciudad en medio de la desesperación por la noticia del último bombardeo. No se hablaba de nada más que no fuera eso. Las personas temían los peor y si antes encontrabas a diez oficiales del poder rodando las calles, ahora encontrabas esa misma cantidad, pero en cada esquina. Ya no importaba absolutamente nada, cualquier acto que era cuestionado con traición, no se daba la oportunidad de explicar nada, solo se ejecutaba.

El número de muertes solo aumentaba y la cifra ya no era posible de mencionarse en números enteros. Se empezó a usar el sistema de porcentaje para ello.

Liv caminó por horas por las calles con un casacón que la cubría en su totalidad, pero el agua de la lluvia ya impregnaba la tela y llegaba a su cuerpo. Terminó llegando a una calle iluminada con luces neón, donde todos se veían muy tranquilos y felices. Habían muchos puestos de comida, clubes para pasar las noches, hospedajes. Parecía un mundo totalmente diferente y donde el tiempo no había pasado y reinaba la prosperidad.

Sin embargo, a costa de ello, se podían observar a hombres parados en puntos específicos. Una característica principal de todos ellos era que llevaban una camiseta extraña de color gris que solo poseía una manga larga que cubría todo su brazo hasta la muñeca. La otra manga de la camiseta estaba arrancada en su totalidad y dejaba ver un tatuaje extraño. Lo que resultaba curioso es que cada uno de ellos tenían un tatuaje diferente, como si fuera incompleto. Era una llama de fuego que iba evolucionando en cada uno de estos miembros.

Liv comenzó a caminar hasta detenerse en un puesto de comida. Frente a ella, en otra mesa, estaba uno de estos hombres comiendo unos fideos. Un joven se le acercó a Liv con una sonrisa en el rostro.

—こんばんは何かご用ですか? (Konbanwa nanika goyōdesu ka?) —preguntó el hombre.

Liv se quedó mirando al hombre por un segundo entre confundida y desesperada por intentar responder. Después de unos segundos de ordenar las ideas en su cabeza pudo dar con una respuesta.

—手に入れてくれないか?..? (Te ni irete kurenai ka...?) —intentó decir Liv.

—彼女にこれらのいずれかを与える、それは私にあります (Kanojo ni korera no izureka o ataeru, sore wa watashi ni arimasu) —dijo el hombre que estaba frente a Liv en lo otra.

El joven se retiró y el hombre que la ayudo siguió comiendo. Liv se quedó mirándolo por unos segundos y tras analizarlo supo que podía hablar sin problema.

—Gracias —dijo Liv.

—¿Cómo intuyes que puedo hablar tu idioma? —preguntó el hombre.

—Porque sabías que no dominaba el tuyo.

—¿Y cuántos si dominas?

—Uno que otro. ¿Puedo sentarme contigo?

—Seguro.

Liv se levantó de su asiento y se dirigió con el hombre que comenzó a absorber sus fideos haciendo ruido. Liv se sentó al lado de él y lo miró mientras él mantenía sus ojos en el plato. Tenía el cabello rapado y con cicatrices en la cabeza. El tatuaje que el llevaba era uno completo, la llama de fuego estaba terminada.

—Sé que sabes que no soy de por aquí —dijo Liv. —¿Crees que pueda hacerte algunas preguntas?

—Depende.

—No te asustes, no vengo en nombre de "Agros", solo quiero respuestas y encontrar a alguien.

—Habla.

—Primero, ¿cómo te llamas?

—Fin de la conversación.

—Espera, ¿cómo esperas que hable contigo si no sé tu nombre?

—Lárgate o te mató.

—Tranquilo, no tengo mi objetivo puesto en ti. Necesito encontrar a alguien importante. Por favor, no te miento cuando digo que el destino de todos está en riesgo si no doy con esa persona. Por favor, ayúdame.

El hombre la miró por unos segundos y pudo concluir que algo no iba bien, pero que las intenciones de Liv no eran negativas, estaba desesperada. El hombre tomó aire y se arriesgó a responder.

—Daisuke —respondió el hombre. —Me llamó Daisuke.

—Gracias Daisuke — respondió Liv aliviada. —Quiero que confíes en mí también y que sepas que no soy tu enemiga. Me llamo Liv.

—Un placer.

—Lo mismo digo. Ahora, dime, ¿quiénes son ustedes o qué son?

—Somos "La Sombra Ígnea". Clan encargado de mantener el régimen de nuestro líder.

—¿Realizan actos delictivos?

—Nada que fuera peor que matar civilizaciones enteras.

—Tienes razón.

—Nada de lo que hacemos es para hacer daño a los demás. Solo lastimamos a los que merecen ser lastimados.

—Estoy de acuerdo contigo.

—¿Qué más?

—Necesito hablar con tu líder. Quizás él pueda ayudarme.

—Bien.

Daisuke llevó a Liv hasta un callejón donde la joven estaba confiada y con la esperanza de que pueda dar con su objetivo. Sin embargo, aparecieron muchos más del clan, todos con la misma estética. Algunos tenían sus tatuajes incompletos como eran de esperar. Al parecer, Daisuke era un hombre de alto rango y los demás estaban a su servicio. Liv se vio rodeada de estos hombres y de inmediato entendió que algo no iba bien, había sido emboscada.

—¿Qué significa esto? —preguntó Liv.

—Buen intentó —dijo Daisuke.

Tras decir eso, todos los que habían rodeado a Liv, se abalanzaron como perros a la joven como fieras a una presa. La inesperada acción de esos hombres, llevó a Liv a tener que reaccionar en defensa propia. Uno a uno comenzó a atacar a sus enemigos y a neutralizarlos en cuestión de segundos. Ninguno era rival para las habilidades de Liv. Algunos ni siquiera lograban atacarla y ya eran llevados al suelo noqueados. Daisuke no entendía como eso era posible que todos esos peligrosos hombres eran acabados en segundos. Fue entonces que entendió que no estaba frente a cualquier persona o tan siquiera frente a un oficial del poder o soldado porque antes ya habían demostrado poder vencer a más de uno en batalla.

Liv acabó con el último de ellos y molesta se dirigió a Daisuke quien intentó correr para salvarse. Intentó inútil porque fue alcanzado por Liv y tumbado al suelo.

—¿Por qué haces eso? —preguntó Liv. —Pensé que eras más listo.

—¿Esperas que confíe en alguien que viene a preguntarme por mi nombre y mi vida? —dijo Daisuke con dificultad.

—Idiota te dije el mío. Te di mi identidad.

—¿Cómo iba a saber que decías la verdad?

—Está bien, iniciamos mal, pero no vengas a atacarme de esa manera. Ahora sí, llévame con tu líder ahora que sabes lo que puedo hacer.

Daisuke llevó a Liv hasta un edifico abandonado donde las habitaciones en su mayoría tenían las puertas abiertas y con poca iluminación. Se escuchaba música a todo volumen y al ver en el interior de algunas habitaciones te encontrabas con personas del clan que consumían sustancias y bebían alcohol en exceso.

Daisuke y Liv llegaron a un cuarto que estaba iluminado por una luz extraña de color verde. Daisuke se quedó sentado en un sofá con otros miembros y comenzó a hablar lo que confundió a Liv que no sabía qué hacer.

—Sigue de frente, encontrarás una puerta —dijo el hombre.

—Gracias —respondió Liv.

Liv siguió caminando lentamente con cautela y precavida. Llegó a la puerta, tocó la puerta y esta se abrió ligeramente. Liv empujó la puerta y encontró a un hombre sentado en una silla de escritorio y mirando a la pared, dando la espalda a todo el que entrara. Una extraña flama se encendía después de un segundo y duraba lo mismo.

—¿Qué deseas? —dijo el hombre.

Liv sonrió al escuchar esa voz y al fin dar con su objetivo. Se sentó en la silla que estaba vacía frente al escritorio y se puso firme.

—Buscaba a alguien y creo que ya lo encontré.

La flama se apagó, la silla giró y con una pierna flexionada y subida en la silla y el brazo que generaba la flama apoyada en dicha rosilla apareció el último recluta de "Vex".

—Parker —dijo el hombre.

—Cuanto tiempo, Vatra. —respondió Liv risueña. 

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