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Ryzak

Los años seguían y Bruce junto con Alex seguían en el orfanato. Casi todo el mundo se había ido. Incluso, los que siempre estaban junto a Archie, cambiaron su manera de ser y fueron adoptados ya hace tiempo, dejando solo al muchacho. Harold corrió con la misma suerte, se quedó ahí por mucho tiempo, pero ahora todo era diferente.

Tras aquel día en el que Bruce fue a ayudar a Alex y pese a la amenaza de Archie, Alex y Bruce se volvieron inseparables. No había ni un solo minuto en el día en el que no estuvieran juntos. Eso afectó la amistad de Harold y Bruce. Ya no paraban juntos. Dejaron de sentarse a las faldas de aquel árbol para leer y conversar y ahora solo estaba Harold, totalmente solo, manteniendo la esperanza de que quizás, algún día, Bruce se sentaría a su lado, pero ese día jamás llegó. El árbol comenzó a morir poco a poco, sus hojas iban marchitándose, el tronco se debilitaba y el pasto que estaba alrededor de él, también moría.

Una tarde, Harold volvió a aquel árbol, con un sándwich de jamón y queso y unos libros de arte. Sin embargo, aún seguía llevando algunos libros de ciencia para Bruce en caso decida acompañarlo. Se sentó en el árbol, miró a las hojas y vio como estas iban perdiendo su color verde. Suspiró con tristeza, tomó el libro y su sándwich y comenzó a leer.

Algunas horas pasaron y Bruce, como de costumbre, no volvió a ir. Se hacía tarde, así que Harold tomó los libros, se levantó y decidió irse. En ese momento, cuando estaba yéndose, Bruce apareció corriendo con destino al árbol. El rostro se le iluminó a Harold ya que pensaba que su amigo al fin iba a pasar el rato como él como lo había hecho por mucho tiempo.

—Bruce, ¿cómo estás hermano? —preguntó Harold muy feliz. —Mira, te guardé algunos libros que podrían interesarte.

—Ahora no Harold —dijo Bruce muy apurado. —Necesito o una respuesta o tu ayuda.

—¿De qué hablas?

Fue entonces que Harold notó que Bruce llevaba una mochila a sus espaldas y entendió de inmediato que estaba pasando.

—Harold... —intentó hablar Bruce al notar el rostro de Harold.

—No, es mentira —respondió Harold intentando negar la verdad que había ante sus ojos.

—Harold, aquí no vamos a conseguir nada.

—Debes confiar, tener fe, alguien vendrá por nosotros.

—Somos unos adolescentes. ¿Quién rayos va a querer llevarnos? Todos quieren a los pequeños.

—Quizás alguien quiera a un hermano mayor.

—Por el amor de Dios Harold, ya basta. Nadie vendrá por nosotros. Es peor quedarnos aquí y que nos boten después, a largarnos nosotros ahora y evitar todo eso.

—¿De verdad crees eso o solo repites lo que alguien más ha sembrado en ti?

—Esto no tiene que ver con ella.

—Tiene todo que ver con ella. Desde que la ayudaste ese día, no paraste de estar a su lado y hacer todo lo que ella quería.

—Yo no sigo a nadie.

—Mientes, solo sigues órdenes de ella. Mírate, ni siquiera eres tú. Ya no lees, ya no hablamos, solo te escapas por las noches y enfrentas el peligro constantemente tanto por las hermanas que están aquí como de Archie. Este no eres tú, solo eres un títere de Alex Jennigs y si sigues así lo serás siempre.

—¡Cierra la boca!

Bruce empujó con fuerza a Harold a causa de su molestia. Harold quedó en el suelo, sorprendido y asustado ante la reacción de quien había sido su amigo. Bruce se mostró asustado también. Se miró las manos mientras pensaba en lo que había hecho, pero rápidamente las cerró, agitó la cabeza, frunció el ceño y miró a Harold.

—¿Fuiste tú quién me empujó? —preguntó Harold.

—No voy a seguir discutiendo contigo —dijo Bruce. —¿Vienes o te quedas?

—Me quedó, pero no porque prefiera eso, sino porque si decido irme, me iré con un total desconocido.

—Como quieras entonces, hasta nunca.

Bruce se fue, Harold quedó en el suelo y vio como todos los libros también habían caído. Esa fue la prueba de que ya no habría un retorno, ya no era su amigo.

Bruce se dirigió a la valla y antes de llegar a su destino, Alex lo estaba esperando también con una mochila. Ambos se ayudaron mutuamente a cruzar la valla y al pasar se dirigieron al edificio abandonado.

—¿Dónde está Harold? Creí que ibas a ir por él —preguntó Alex.

—Ya no importa, no lo necesitamos —respondió Bruce.

—Pensé que eran amigos.

—También yo.

Ambos entraron al edificio y el plan era cruzarlo por completo, llegar a la otra puerta y pasar como indigentes con unas prendas que habían guardado en las mochilas junto con otras prendas. Al estar cerca de la puerta de salida, ambos se turnaron para entrar a una habitación y poder cambiarse de ropa. La primera fue Alex y después lo siguió Bruce. Ya una vez listos, se dirigieron a la puerta, pero entonces escucharon como alguien iban corriendo. Unos pasos fuertes y pesados. Estaban aterrados, Bruce intentó defender a Alex de lo que sea que fuera a atacarlos y entonces apareció Archie.

—Vaya, que sorpresa encontrarlos aquí —dijo Archie con una extraña sonrisa en el rostro. —¿A dónde pensaban ir?

—Eso no te importa —respondió Bruce tajantemente mientras cubría a Alex.

—Regresen. Vuelvan y haremos como que esto nunca pasó.

—No queremos volver, no lo haremos.

—Vuelvan.

—Archie, ya basta. No hay nada en ese lugar, no podemos seguir esperando a que alguien vendrá por nosotros y nos salvará. Ese lugar está vacío, no hay nada bueno ahí. Déjanos ir, deja que podamos tener una vida feliz. Vete tú también, ya no seas un infeliz y vete.

Archie se quedó pensativo. Agachó la cabeza y frunció el ceño al analizar la respuesta. No había nada, ¿para qué seguir ahí? No tenía sentido, solo seguiría siendo un pobre diablo que desquita sus frustraciones con los demás. Levantó la cabeza, sonrió ligeramente, pero su expresión cambió y su sonrisa se volvió extraña.

—No, creo que no me convenciste —dijo Archie.

El muchacho sacó de detrás de su espalda, un enorme cuchillo. Era un cuchillo de la cocina que usaban para cortar carnes muy grandes. Estaba afilado y se podía ver el reflejo de ellos en el arma.

—Por favor Archie, no hagas esto —dijo Bruce muy asustado.

—Regresemos, a las buenas —dijo Archie con esta intimidante sonrisa.

—Archie no servirá de nada, ¿por qué quieres que volvamos?

—Porque todos debemos seguir. Si yo no salgo, nadie lo hace y si lo hago, será junto con ella y los demás se quedan.

—Jamás me iría a ningún lugar contigo —dijo Alex intentando defenderse.

—Te acostumbrarás a mí.

—¿Por qué la quieres tanto a ella? —preguntó Bruce.

—Porque es mi hermana —respondió Archie con una extraña lágrima en el rostro.

—¡Eso es mentira!, ¡maldito enfermo idiota! —gritó Alex.

—Yo la veo en tus ojos, sé que está contigo.

—Archie, ¿de qué estás hablando? —preguntó Bruce.

—Cuando era niño, tuve una hermana. Mis padres murieron en un accidente y vivía con mis tíos. Intentaba hacerla feliz siempre que podía. Ella salía todo el tiempo a jugar a un lugar que había inventado, ella era muy lista. Hasta que un día enfermó y me la arrebataron de mi lado. Mis tíos eran buenos con ella, pero jamás soportaron tenerme con ellos, así que el día en que ella murió, me dejaron tirado en esa pocilga y ahí estuve durante años.

Al oír la historia de Archie, Bruce y Alex pudieron unir las piezas y supieron al instante de quien estaba hablando. Ambos se miraron y Alex rompió el llanto al saber que su mejor amiga le había ocultado algo tan grande.

—Ella jamás me habló de ti —dijo Alex con la voz quebrada.

Archie, comenzó a reírse a carcajadas, pero manteniendo su llanto. Apuntó a Alex con el cuchillo mientras contenía sus lágrimas.

—Lo supe, el día en que te vi —dijo Archie. —El árbol, lo llamaste "Agros", ¿verdad?

—Archie, siento mucho lo que le pasó a tu hermana —dijo Bruce. —También perdí a personas importantes. Pero debemos seguir adelante, debemos continuar. No podemos quedarnos tirados en el suelo porque será peor para nosotros.

—Lárgate tú si quieres, pero ella se queda.

—¡Bruce! —se escuchó un grito.

Todos voltearon y vieron que se trataba de Harold. Parece que había cambiado de opinión y estaba dispuesto a irse con ellos, pero llegó en el peor momento.

—Harold —dijo Bruce.

Archie se abalanzó sobre Bruce en un intento por acabar con la vida del muchacho. Bruce se intentaba proteger como podía y Alex intentó detenerlo. Archie la golpeó con fuerza para apartarla haciendo que la joven caiga al suelo. El muchacho seguía intentando acabar con Bruce, cuando esta vez fue Harold quien saltó a ayudar a su amigo. Se colgó del cuello se Archie en intento asfixiarlo, cuando de pronto Archie reaccionó y el cuchillo fue a parar a Harold. El joven cayó al suelo, Archie se levantó asustado, vio el cuchillo, lo soltó y salió corriendo. Alex corrió para alcanzarlo y con una enorme piedra que había por el suelo, golpeó a Archie en la cabeza.

Bruce se acercó a su amigo quien estaba agonizando en el suelo a causa de la herida. Bruce se llevó las manos a la cabeza y presionó con fuerza en la herida de Harold.

—¡Dios, me duele mucho! —gritaba Harold mientras se retorcía en el suelo.

—Tranquilo, tranquilo estarás bien —le decía Bruce intentando ayudarlo. —Debes dejar de moverte, tengo que hacer presión.

—¡Pero me duele!

—Sé que sí, lo sé, pero déjame ayudarte por favor.

—¡¿Por qué?! ¡Bruce, no me quiero morir, por favor!

—No vas a morir, confía en mí, estarás bien. ¡Alex, por favor, ven rápido y llama a una ambulancia o algo! Tranquilo Harold.

—¡Bruce, tú eres mi hermano! ¡Siempre lo fuiste y lo serás!

—Tú también eres mi hermano, pero no me digas eso. No te despidas aún de mí, tenemos que irnos, debes resistir un poco más. ¡Alex, maldita sea!

Alex corrió con Bruce y Harold y al ver el charco de sangre que estaba brotando del abdomen de Harold, supo que no había nada que hacer. El cuchillo era muy grande y filoso, posiblemente había dañado puntos vitales.

—¿Recuerdas la vez en que nos conocimos? —le preguntó Harold a Bruce. —Cuando te vi, supe que no importaba si me quedaba toda la vida en ese lugar, porque tu habías convertido esa porquería en mi hogar.

—Alex, ayúdame y haz algo —seguía diciendo Bruce mientras las lágrimas y la desesperación seguían tomando forma.

—Lo siento, siento lo que te dije.

—No Harold, fue mi culpa. No debí dejarte solo.

—Hace unos días estaba leyendo... —La voz de Harold comenzaba a apagarse poco a poco y su mirada se desviaba. —Era sobre una pintura... Rojo y negra... Era abstracto... Se llamaba, Ryzak... Ryzak.

—¿Harold? —dijo Bruce al ver que su amigo ya no lo veía más, que su mirada se había perdido. Bruce pudo ver en ese instante como Harold dejaba ir su último aliento al decir "Ryzak". —Harold, mírame. ¡Harold, mírame! ¡No, Harold, por favor! ¡Tú eres mi hermano, por favor, mírame!

Bruce se echó a llorar sobre su amigo. La sangre que aún brotaba, manchaba la ropa de Bruce. Alex se arrodilló para consolar a Bruce mientras este gritaba de dolor por la pérdida de su mejor amigo. Los últimos años lejos de él y cuando tuvo la oportunidad de volver a decirle a esa persona cuanto lo amaba, no lo hizo y una vez más se iba de su lado. Bruce estaba destrozado, roto por completo y con el corazón en la mano.

En ese momento, se escuchó como alguien intentaba pararse. Bruce levantó la cabeza, la giró y vio a Archie aturdido en el suelo intentando pararse. Bruce se levantó con rabia y Alex intentó detenerlo, pero este la empujó y la dejó en el suelo. Se acercó al cuchillo, lo tomó con mucha fuerza y la prenda de color guinda que llevaba puesta, tenía una capucha que se colocó de inmediato. Bruce se acercó a Archie, lo volteó y lo miró por un largo rato.

—Lo siento. Por favor, déjame ir —le dijo Archie confundido y adolorido.

—Yo me iré, pero tú te quedaras aquí—respondió Bruce.

Bruce se puso sobre él y con un fuerte gritó, empaló el cuchillo en el abdomen de Archie. El muchacho gritó de dolor, pero la rabia de Bruce había sobrepasado el límite. Retiro el cuchillo y lo volvió a empalar una vez más. Continuó así, varias veces mientras oía a Archie gritar de dolor y su sangre brotaba mucho más rápido que la de Harold. Bruce empaló una vez más y comenzó a mover el cuchillo para causar más dolor todavía. Dejó el cuchillo empalado, se levantó, tomó la enorme roca y se quedó mirando a Archie.

—Por favor, ya basta —dijo Archie muy adolorido y ya sin fuerzas. —Tú ganaste.

—No me interesa ganar —respondió Bruce.

Con mucha fuerza, Bruce levantó la piedra. Archie vio el rostro lleno de odio de Bruce y en ese momento comenzó una tormenta. Los truenos se escucharon, un rayo cayó cerca y el mundo se quedó en silencio.

—¡Bruce, por favor! ¡No! —gritó Archie por última vez con el terror en sus ojos.

Bruce dejó caer la roca sobre la cabeza de Archie y esta terminó aplastada completamente. Ya no quedó nada de él y todo rastro de humanidad de Bruce se había ido en ese momento. Bruce se acercó al cuerpo de Archie, tomó el cuchillo, lo sacó con dificultad y guio su mirada a Alex quien se le veía totalmente aterrada. Un trueno se escuchó, un rayo volvió a caer y el rostro de Bruce se iluminó de manera extraña al tener la capucha puesta. 

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