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Reconciliación

Elise se puso delante de Vatra lentamente para no hacer muy obvia su preocupación hacia su hermano. Saiko estaba hecha una fiera y se acercó rápidamente a Vatra con la intención de hacerle daño, pero entonces Elise salió en su defensa.

—No, Saiko —dijo Elise asustada deteniéndola antes de que llegué a Vatra.

—Te había dicho que no te quería cerca de ella —dijo Saiko muy enfadada.

—Lo siento, no suelo mantener mi palabra —dijo Vatra.

—Saiko, ya basta —le seguía recriminando Elise a la mujer.

—¿Qué significa esto? ¿Entrenas con él ahora después de todo lo que pasó? —preguntó Saiko a Elise.

—No es lo que parece, no puedes ver siempre todo lo negativo.

—Elise, escapamos durante años para poder librarnos de personas como él, personas que darían cualquier cosa con tal de hacerte daño.

—Y es lo único que hicimos. Escondernos durante años, no hacíamos nada más. El destino ya llegó a nosotros y el mío no se queda ahí escondida en un bosque y el tuyo tampoco. Estamos aquí por una razón y sea lo que sea que haya pasado, no podemos morir con ello.

—¿De qué rayos estás hablando?

—Tú mejor que nadie sabe que si vinimos aquí es probable que no vayamos a tener un retorno.

—¿Qué?

—Saiko, estamos aquí para poder luchar por algo que es mucho más grande que nosotros. Algo que supera cualquier estúpida pelea que hayamos tenido antes. La que pelea que vamos a librar, va a definir lo que seremos más adelante o le dará un sentido a la vida que tuvimos. Ya no podemos seguir viviendo con esa amargura en el corazón porque esta podría ser la última vez que estemos juntos.

Saiko se quedó helada ante el discurso de Elise. La madurez con la que había formulado su discurso y como su cercanía con Vatra la había hecho entender y ver que había más en la vida que peleas y disputas. Que había cosas que debían enfrentarse de cara y eso implicaba dejar algunas diferencias de lado para alcanzar un bien mayor. Saiko puso su mano en el rostro de Elise y miró a Vatra todavía enfadada.

—¿Qué te enseñó? —preguntó Saiko.

—Defensa, coordinación, ataque, concentración que aún fallo en eso —respondió Elise.

—¿Te contó de esa extraña cosa que le pasó alguna vez?

—No —respondió Vatra.

—Lo suponía. Te ayudaré con eso —dijo Elise acercándose a Vatra.

—¿Quieres que la entrenemos juntos?

—Ya lo dijo ella, lo que haya pasado, ya pasó. Debemos estar listos si queremos salir vivos de esa pelea.

—Bueno, supongo que puedo ponerte al corriente.

—Muy bien hermanos Abney, hay que empezar.

Saiko se concentró y el traje se colocó en su cuerpo. Sacó su arco y apuntó a Elise con un rostro muy serio.

—¿Qué rayos es eso? —preguntó Vatra.

—Lo acaban de hacer para mí, para la batalla. Tengo que acostumbrarme a esto —respondió Saiko.

—Se ve genial —dijo Elise con un rostro asombrado.

—¿Por qué no tenemos uno?

—Quizás lo estén haciendo. Tampoco supe del mío hasta que lo vi. ¿Ya podemos empezar?

Saiko tensó la cuerda y disparó a Elise la flecha quien, a pesar de la sorpresa de la flecha, la pudo bloquear sin problemas al lanzarle una bola de energía. Ese fue el inicio para que entre todos comenzaran a atacarse.

Las horas habían pasado y el entrenamiento había concluido. El trío se encontraba en el comedor de la base disfrutando de una cena en grupo mientras se reían y contaban historias.

—Entonces no supe cómo reaccionar y caí al rio —dijo Elise mientras se reía.

—¿Cómo saliste de eso? —preguntó Vatra también riendo.

—Saiko tuvo que ayudarme.

—La perseguí con un enorme palo para que pueda tomarlo y pueda salir —dijo Saiko también riendo.

—Fue súper divertido, aunque Saiko estaba muy asustada —dijo Elise.

—Por poco y termina mar adentro.

—Que locura —dijo Vatra.

—Bueno, ya es tarde y mañana debemos continuar —dijo Elise. —Iré a la cama. ¿Vamos Saiko?

—Te alcanzó en un rato —respondió Saiko.

—Bueno. Que duermas bien hermano.

—Tú igual —respondió Vatra.

Elise salió corriendo y antes de salir, volvió a mirar a Saiko y Vatra quienes se despedían de ella a lo lejos con una sonrisa en el rostro. Con esa hermosa imagen, Elise continuó su camino hasta su dormitorio. Vatra y Saiko quedaron solos en la mesa, uno enfrente del otro y esa sonrisa desapareció de inmediato.

—Ha progresado mucho —dijo Saiko. —Yo no supe como entrenarla adecuadamente.

—Me comentó algo sobre eso —dijo Vatra. —Está bien, era muy complicado.

—No, no lo era. Intentaba no exponerla.

—Haciendo eso la ponías en riesgo.

—¿En serio vas a decirme eso?

—Mantener sus poderes en secreto y retenerlos la vuelve inestable y podría terminar en una tragedia.

—Estoy segura que tú sabes mucho sobre el tema. Lo que es realmente una tragedia es saber que estabas aquí.

—Tampoco me emocionó mucho la idea al principio, pero Elise me dio otra oportunidad y una razón para seguir aquí y poder pelear.

—Bien por ti, pero, aunque ella piense que cambiaste por completo, yo sé que no es así y es por eso no te quería cerca de ella, porque sabía que esto pasaría y que ella confiaría en tu palabra cuando no se puede confiar en ti.

—Siento mucho haberte hecho pasar por ese infierno también a ti, pero entendías la razón y la aceptaste porque decidiste ayudarme con ello.

—¿Ahora vas a echarme la culpa a mí también? Yo estuve todos estos años resguardándola para que no le pasara nada.

—Y lo hiciste muy bien, ella es increíble y tú también. Pasé también por una odisea todos estos años. Intenté dejar todo lo que alguna vez hice mal para emprender algo positivo. Ayudé a las personas a sentirse seguras con el objetivo de que nadie pasé por lo mismo que ustedes pasaron porque, aunque no lo creas, todos estos años en lo único que pensaba era en ustedes dos y en lo mucho que aún las amo.

Saiko se quedó sin palabras al escuchar lo que Vatra acababa de decir. Amarlas a ambas implicaba que sentía algo por ella aún. Algo comenzó a latir de nuevo en Saiko, un pequeño cosquilleo en su vientre que pensaba ya estaba muerto y que nunca volvería a sentir.

—¿Qué dijiste? —dijo Saiko.

—Sí —respondió Vatra un poco avergonzado. —Aún las amo. Aún te amo, y nunca dejé de sentir eso por ti. Cuando te vi con la armadura, me hiciste recordar a la Saiko que conocí y de la que me enamoré y recordé mi propósito una vez más y porque estoy aquí.

Tal sentimiento no pudo terminar de otra manera y después de abalanzarse el uno al otro y no dar explicaciones a sus mentes de lo que pasaba y besarse apasionadamente, su noche terminó juntos en la habitación de Vatra y dejando de lado cualquier conflicto que hayan podido tener para darle pase al sentimiento que mantuvieron recluso durante años por dejar que la rabia los cegara del amor que aún sentían. 

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