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Lapadat

El camino había sido largo y extenuante. Como parte de su entrenamiento e iniciación, Ysamar llevó a su viaje de reclutamiento a Rose. Pensó que sería una brillante idea para pasar tiempo juntas a solas y reforzar los lazos que tenían. Rose disfrutaba del tiempo compartido con Ysamar, jamás habían hablado tanto en mucho tiempo y descubrió que tenían muchas cosas en común. Notaba como todos esos sentimientos negativos la habían privado de una gran amiga. A su vez, Ysamar sentía al fin que era apreciada, que su destino en la tierra tenía un sentido y que debía terminar su camino y misión. Ambas eran dichosas a pesar de la adversidad.

El camino las llevó a uno de los países más peligrosos para ellas a causa del régimen de "Agros". Chile fue uno de esos países que tuvo que aceptar la invasión para evitar un conflicto bélico que podría acabar con la vida de millones. El dúo de chicas, se instalaron en la capital del país, Santiago, lugar donde el gobierno de la orden era total y mucho más extremista. Habían fanáticos por todos lados y estandartes que decían "Agros". Los rebeldes, simpatizantes de "Vex" o directamente vexianos, eran puestos bajo las fuerzas de los agrosinos que atentaban contra la vida de todos ellos.

Ysamar y Rose tuvieron que llegar a instalarse en un refugio clandestino de opositores al mandato de Ryzak. El lugar estaba repleto, habían más opositores de "Agros" que simpatizantes. Llegaron a un cuarto lleno de literas que eran ocupadas por personas sin hogar, exmilitares, niños, pobres, todo lo que alguna vez fue bueno en la civilización, se había podrido. Algunos decían que los que apoyaban a la orden lo hacían por temor a que vayan a ser apresados junto a sus familias.

El dúo terminó pasado la noche ahí, lleno de personas inocentes que suplicaban antes de irse a dormir que mañana sea un nuevo y mejor día. Antes de que amanezca, los despertaron a todos bruscamente a base de gritos. Aquel lugar no era un refugio como tal, era otorgado por personas bondadosas que querían ayudar a los demás, pero el régimen de "Agros" fue tan extremo que todos los días al amanecer, por lo que debían desocupar el lugar cuanto antes para que puedan regresar por la noche a refugiarse del frio. Ysamar y Rose tomaron todo lo que podían y salieron corriendo de aquel lugar.

Al medio día, no se lograba ver a ningún vexiano en las calles. Nadie usaba su bandana, todos parecía ir bien vestido y aceptado las reglas. Sin embargo, no faltaban aquellos que chocaron con la realidad de la peor manera. Habían personas acercándose a la basura para sacar algo para comer.

Ysamar y Rose estaban sentadas en la banqueta de un parque, pensando en cómo podían conseguir información relevante para llegar a Lapadat. Ysamar tenía la cabeza agachada y Rose estaba mirando todo a su alrededor. En ese momento, un señor muy anciano, se acercó a un bote de basura. Metió su mano para buscar lo que sea y fue visto por oficiales del poder. Los hombres se acercaron al hombre y lo empujaron con fuerza haciendo que se caiga. Comenzaron a golpearlo sin piedad provocando la furia de Rose.

—¡Oigan! —gritó Rose. —¡Déjenlo en paz!

Rose salió corriendo para defender al hombre, dejando a Ysamar preocupada y sin saber qué hacer ante la reacción de su aprendiz.

—Rose, ¿qué haces? —preguntó Ysamar asustada y yendo tras ella.

Al llegar, Rose empujó a los oficiales del poder y se puso frente al hombre para defenderlo.

—Quítate de ahí —dijo uno de los oficiales.

—Claro que no, ¿no ves que solo es un señor hambriento? Estúpido infeliz —respondió Rose muy enfadada.

—¿Oíste lo que dijo? —preguntó sarcásticamente uno de los oficiales a su compañero. —Creo que la niña no sabe cómo funcionan las cosas por aquí.

—Sí, probablemente el coronel sepa qué hacer con ella —dijo el otro oficial.

De pronto, antes de que todo se ponga peor, Ysamar llegó y se puso frente a Rose para separarla de los oficiales.

—Oficiales, buenos días —dijo Ysamar agitada y tratando de ser amable. —Se les ve bien, parece que el tiempo los beneficia.

—¿Quién demonios eres tú? —preguntó uno de los oficiales.

—Sí, yo soy la hermana de esta joven. Es nueva por aquí y no sabe cómo funciona aún todo. Tiene pensamientos algo revolucionarios, cree que todo va de mal en peor y quiere hacer la diferencia. No sabe que se ve ridícula haciéndolo, solo quiere llamar la atención.

—La próxima vez que algo así pase, las llevaré a las dos y las pondré en una celda.

—Seguro que sí, oficial. Lo sentimos mucho, no volverá a pasar.

Los oficiales se fueron e Ysamar pudo respirar tranquila al haberse salvado de una falla que les hubiera costado toda la misión. Rose se agachó para ayudar a levantar al hombre, procurando ser amable y con una sonrisa en el rostro.

—¿Se encuentra bien? —preguntó Rose.

—Sí pequeña, gracias —respondió el hombre, pero en el momento que tomó la mano de Rose, apretó con fuerza para darle un mensaje. —Él está cerca, deben seguir e ir al gran cuartel de la salvación.

—¿Qué?

—Allí lo encontrarás.

El hombre se levantó y con el andar lento y pesado, se fue alejado, dejando a Rose con muchas dudas. Abrió su mano y vio un papel arrugado. Lo abrió y vio que había en este que decía:

"Vengan, ya sé que están aquí. Todos en el bajo mundo lo conocen como el Gran Cuartel de la Salvación".

Ysamar tomó del hombre a Rose, la giró y la miró fijamente con mucha rabia, pero Rose no era capaz de ver el sentir de su maestra.

—¿Qué diablos pasa contigo? —preguntó Ysamar. —No podemos llamar la atención así, debes ser más cuidadosa.

—Creo que sirvió de algo —dijo Rose entregando el papel a Ysamar.

La joven leyó la nota, miró a Rose y entendió que tenían una pista. Fueron por sus cosas y caminaron casi toda la ciudad buscando a quien podría saber dónde era aquel dichoso lugar. Se preguntaban si quizás era una trampa o si era real, pero debían averiguarlo.

Se empezaba a ser de noche y no podían seguir por más tiempo buscando. Hasta que llegaron a una pequeña tienda donde pudieron descansar. Una mujer se les acercó para ofrecerles unas bebidas, pero ellas las rechazaron al no haberlas pedido.

—Deben seguir yendo recto y bajar por el subterráneo hasta encontrar a Palmer —dijo la mujer.

Era muy extraño. ¿Ya sabían que iban a ir? ¿Era Lapadat quienes los estaba guiando hasta él? No había tiempo, a caballo regalado no se le mira el diente y el destino les estaba dando un regalo.

Las jóvenes llegaron al subterráneo, pero estaba todo oscuro y sucio. Ysamar prendió una linterna y ambas bajaron lentamente y con cautela. Mirando a todos lados por si alguien aparecía. Siguieron bajando hasta que llegaron a un pasadizo grande y largo. Las chicas siguieron caminando hasta que escucharon un sonido extraño que provenía de las paredes. Se acercaron, las comenzaron a tocar para escuchar de nuevo y una pequeña rendija se abrió donde se veía a un joven.

—¿Qué quieren? —preguntó el joven.

—Venimos buscando a alguien —respondió Ysamar.

—¿A quién?

—Vinimos al Gran Cuartel de la Salvación. Nos dijeron que veríamos a Palmer y que él nos llevaría con quien queremos.

El cerró la rendija y abrió una puerta por donde salió. Era un joven alto, de cabello corto y de color negro, delgado y bastante apuesto, de ojos café y pequeños. Rose quedó flechada en el momento en que vio al joven, era bastante guapo y le atraía bastante a la joven.

—Yo soy Palmer —dijo el joven. —Joseph Palmer.

—Soy Ysamar Ibars, ella es Rose Mason, mi aprendiz —respondió Ysamar.

—¿Vienen a verlo a él?

—Sí, lo necesitamos.

Joseph volvió a entrar, cerró la puerta y se escuchó se iban oprimiendo unos botones desde adentro. De pronto, Joseph deslizó una enorme puerta hacia la derecha y luego la otra la izquierda para revelar una enorme base oculta en ese lugar. Habían miles de soldados, personas refugiadas, rebeldes, armas, vehículos, tecnología, todo lo que alguna vez "Vex" fue estaba ahí. Ysamar sonrió al ver que al fin habían llegado a su destino y Rose estaba sorprendida al ver toda esa majestuosidad. Joseph las invitó a pasar y las hizo caminar un largo trecho mientras seguían viendo todo lo que había ahí. Era alucinante, no podían creer que algo así se pueda mantener.

—Ysamar —se escuchó a alguien decir.

La joven volteó al oír su nombre y se topó con la gran sorpresa, Niel Lapadat estaba bien, ileso, sin ningún rasguño y mejor que nunca. Ysamar se acercó rápidamente al igual que Niel y ambos se abrazaron con mucha fuerza al ver que lo habían logrado. Ya habían llegado a ver a uno y era claro que tenían su apoyo total y que sería de gran aporte. Ysamar y Rose lo habían logrado, faltaba saber que había hecho los demás. 

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