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Ícaro

Cailin y Pietro salieron aquella enorme habitación y llegaron a la pequeña oficina donde ya se encontraba un hombre ahí. Era Cano, pero tenía otro aspecto totalmente diferente, se le veía más arreglado y estaba risueño, con una sonrisa satisfactoria en el rostro.

—Déjame adivinar —dijo Cailin devolviendo la sonrisa. —¿El informante?

—Algo así —respondió Cano.

—No, espera, tiene otro nombre. La mano derecha del rey.

—En efecto. Nos complace tenerlo aquí señor Yoshida. Como puede haberlo notado, llevamos tiempo analizándolo para poder traerlo aquí.

—Es curioso hablar contigo y no directamente con el rey, pero entiendo.

—Teníamos que tener claro que era usted a quien estábamos buscando. Tuve que tomar un rol imperdonable, pero no me arrepiento de ello.

—¿Cómo sabían que estaría aquí?

Pietro de acercó al escritorio de la oficina y de una gaveta sacó una serie de documentos. Al revisarlo, Cailin notó que se trataban de recetas de cocina, pero entonces, Cano sacó una botella con un líquido parecido al agua. Pietro apagó todas las luces y encendió una lampara que estaba sobre el escritorio. Cano apiló las recetas en un orden extraño y se las dio a Pietro quien puso la lámpara sobre las hojas de papel y después le vertió el líquido sobre ellas.

—Debemos esperar unos segundos —dijo Cano.

Las hojas se empaparon y la luz permitió poder reflejar el verdadero contenido de los documentos, un código.

—Es morse —dijo Cailin asombrado.

—Si desciframos el código son palabras clave —dijo Cano. —Usamos este método con algunas bases del mundo exterior. Las palabras siguen siendo incoherentes, pero al juntar cada primera sibila, nos da una palabra y al juntarlas, podemos tener un mensaje.

—¿Cómo han hecho esto?

—Hace años logramos hacer contacto con una base vexiana en el exterior, fue días después de que el rey Vitale tomara el poder. Desde entonces, él y todo el equipo se ha encargado de que estos mensajes puedan llegar hasta aquí por medio de barcos que transportan recursos a "Agros". Tenemos algunos infiltrados que simplemente tiran cajas de madera al mar. La corriente permite que las cajas terminen aquí, a las orillas de Costa de Salvadora. Se nos informó que llegarías. Al parecer, Parker aviso de diferentes métodos que tu llegarías, incluso algunos trabajos de contrabando que hiciste eran informes que nos mandaban del exterior.

—Entonces, ¿tienen comunicación con el exterior?

—Solo la realeza, no podemos poner a la población en riesgo. Hay una manera de poder salir de aquí, pero si todos se enteran de ello, podría ocasionarse una rebelión y no podemos pelear entre nosotros.

—Bien, ¿qué procede?

—Es claro que el rey debe salir de la isla cuanto antes para ejecutar la misión encomendada. Ambos deben irse, tomaré el mando de la realeza hasta esperar el anuncio del rey.

—¿Cuál anuncio?

—El ataque —dijo Pietro.

—Nosotros también pelearemos —dijo Cano.

—¿Todos?

—Todos, incluso los pobladores. Llevamos años reprimidos por la tiranía de "Agros" y ahora tenemos la oportunidad de poder acabar con todo. En cuanto el momento llegué, ejecutaremos el plan Icaro.

—¿En qué consiste?

—Debemos llamar la atención del exterior y hacerlos notar que somos una amenaza y que tenemos comunicación con el exterior.

—Eso es demasiado peligroso.

—Eso los atraerá y nos dará la oportunidad de retenerlos para atacarlos y mantenerlos aquí en la isla para el posterior viaje al exterior por parte de todos nosotros.

—¿Cómo saldrán todos de aquí?

—Bases aliadas vendrán hasta aquí para brindarnos transporte hasta la zona de batalla. Es probable que este lugar desaparezca por completo en el momento de la batalla o quizás antes. Debemos irnos cuantos antes.

—¿Cuándo nos vamos?

—Deben irse está noche cuantos antes para que lleguen a la base de Parker. Habrá un bote a las orillas de Siet. Debe ser ahí porque la poca seguridad y resguardo facilita la huida y escape. Muchos se han ido así al no soportar la vida aquí.

—Que así sea entonces.

Al atardecer, cerca de la cinco de la tarde, y de manera incógnita, Cano, Pietro, Cailin y otros dos soldados clasificados con sus armaduras de colores negro y plateado, emprendieron el viaje hasta el distrito de Siet. Era un viaje de más de diez horas, por lo que debían salir a esa hora para llegar en auto cerca de la tres de la madrugada o cuatro, lo que permitiría tener una baja actividad por parte de la población y les daría la oportunidad de escapar sin ser detectados.

Al llegar a Siet, el lugar era tierra de nadie. Todo estaba totalmente destruido, es como si ellos hubieran sobrevivido a los bombardeos de "Agros". Habían personas durmiendo en la calle porque las casas eran simples escombros y ruinas.

El pequeño equipo, pasó por una calle antes de llegar a la costa donde se veían a mujeres paradas con trajes sugerentes, pero se veían como si estuvieran a punto de caerse, no podían mantenerse de pie. Es como si hubieran ingerido alguna sustancia o hubieran sido obligadas a ello. Un hombre se acercó a un callejón y le entregó a otro hombre lo que parecía ser carne. El hombre al que le entregó la carne se fue corriendo de manera extraña y el otro sujeto se acercó a una de las mujeres y simplemente se la llevó. La pobre joven no pudo hacer nada para evitarlo porque no era consciente de lo que pasaba.

El equipo llegó a las orillas de una playa y a los lejos vieron la enorme muralla. Más de 100 metros de altura, era colosal, pero no se le comparaba al tamaño de la "Torre Inicial". Si decidías cruzarlo por encima tardarías demasiado en llegar y los recursos de la isla no permitían eso. Sufrirías una caída brutal que te mataría al instante y no había manera de pasarlo por abajo porque la muralla tenía como 70 metros de profundidad. Tardarías muchísimo en llegar y morirías ahogado antes de puedas llegar. Tampoco habían recursos para poder bucear en la isla. Tampoco podrías atravesarla por medio, más de tres metros de concreto sólido y metal que fortificaba la muralla y nada en la isla podía hacerle un pequeño agujero.

La única manera de salir era con las naves de "Agros" o con algún vehículo aéreo lo suficientemente potente para poder sobrevolar 100 metros. Cuando las naves de "Agros" metían a alguien adentro, sobrevolaban la muralla, descendían hasta llegar a los 30 metros de altura y lanzaban a las personas. Algunos no sobrevivían, pero los que lo hacía, debían intentar llegar a la orilla, cosa que algunos no lograban.

—¿Están listos? —preguntó Cano.

—Seguro —dijo Cailin. —¿Quién vendrá por nosotros?

—El señor Almeida nos contactó. Hace unos días pudo reunirse con Dubois y Walker, tienen el equipo idóneo para llevárselos. Algunos aquí ya no reconocen las naves vexianas, así que si alguien llega a ver su huida pensarán que son otros miserables que serán encerrados aquí.

Cailin, Pietro y Cano caminaron hasta el bote y uno de los soldados reales entró al bote y el otro se quedó en la orilla para vigilar que nadie se acerqué a husmear. Pietro y Cano se dieron un abrazo para despedirse y Cailin le dio la mano al hombre. Ambos subieron al bote y Cano regresó para quedarse con el soldado.

El bote remó hasta llegar a la muralla y entonces, esperaron. Los minutos se hacían eternos y nadie decía nada debido a los nervios, cuando de pronto, una nave se vio sobre la muralla y comenzó a descender poco a poco. Una escalera cayó de la nave y entonces Cailin y Pietro subieron a esta.

Al llegar hasta la nave, Urko los esperaba junto a Jade y Esko quienes se veían felices de verlos. Claramente no mostraron ninguna muestra de afecto, pero todos estaban aliviados de estar juntos.

—Parece que la estancia aquí les sentó bien —dijo Almeida.

—No tanto como a ti. Me gusta tú aspecto de indigente, sobre todo por el detalle del ojo —dijo Cailin. 

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