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Egoísmo

Todos entraron a la casa y estaban muy callados, sentados en los sofás de la sala y mirándose mutuamente sin saber que decir o hacer. Era muy incómodo, todos tenían un vaso con una bebida en su interior y en la mesa de centro habían variedad de aperitivos. La única que comía de estos era Rose mientras disfrutaba de su bebida. Al no haber tenido una relación con ninguno de ellos, para ella no resultaba un problema el poder comer y no prestar atención a lo que estaba pasando. Sin embargo, Ysamar intentaba frenar su hambre y hacerla ver más formal.

—No, está bien, puede comer sin problemas —dijo Hazel cuando vio como Ysamar frenaba a Rose.

—Lo siento mucho —dijo Ysamar.

—Tuvimos un viaje bastante largo y casi no hemos comido —dijo Rose con la boca llena.

—Creo que tenemos algo más para que puedan comer todos —dijo Hazel al ver que, a pesar de la incomodidad, todas tenían hambre. —Cielo, ¿sabes si aún tenemos pan? Puedo prepararles unos...

—No queremos abusar de su amabilidad —dijo Arlet.

—Sí, no creo que sea correcto —agregó Liv.

—De Arlet me lo creía, pero apestas a cigarro, seguro es lo único que te metes a la boca. Sé que tienen hambre, no sean modestas, vayamos a que puedan comer —dijo Price mientras se levantaba del sillón.

Las conocía de años y sabía exactamente lo que pensaban antes de que lo hicieran. Price lucía más apuesto de lo que alguna vez fue. Había subido su masa muscular, su cabello estaba corto y se había dejado crecer la barba también para pasar desapercibido entre los oficiales del poder. Liv se indignó un poco ante el comentario de Price, pero no podía negar que era verdad lo que decía.

Todos se levantaron y se dirigieron al comedor donde Hazel junto con Price comenzaron a preparar sándwiches para todos.

—No sabía que vivían juntos —dijo Ysamar mientras los veía.

—Nos mudamos juntos hace años. Antes habían más casas alrededor, pero todos se fueron cuando oficiales del poder irrumpieron en las casas de todos buscando a vexianos infiltrados —respondió Price.

—¿Cómo hicieron para no ser descubiertos? —preguntó Arlet.

—Price tuvo que quedarse solo mientras yo me escondía. Haber sido la líder de "Vex" me pone en un mayor riesgo por desgracia —dijo Hazel.

—Pero te hubieran descubierto de todas formas —dijo Liv.

—Bueno, digamos que descubrí un talento con la actuación. Ahora me llamo Andrew Butler, soy trabajador de una fábrica de vidrio y vivió aquí porque mi madre me heredó esta casa —dijo Price mientras le entregaba a Ysamar y a Rose sus sándwiches.

—Gracias —dijo Ysamar.

—Gracias, señor —dijo Rose.

—¿No han regresado para continuar con la búsqueda? —preguntó Arlet.

—Todos se fueron. Tiempo después de ese suceso, derrumbaron todas las casas y solo quedó la nuestra. No tengo a donde a ir y no llamó la atención —dijo Price sentándose en la silla principal.

—Además, Price se ha hecho de un porte intimidante —agregó Hazel entregando sus platos a Arlet y Liv.

—Ahora entiendo porque nadie se preguntaba porque habían tantas cosas que se puedan compartir en esta casa si se supone que vives solo —dijo Liv.

—Nadie se atreve a entrar —agregó Price.

En cuanto tuvieron sus sándwiches, todas empezaron a devorarlo en cuestión de segundos. Estaban hambrientas y Price le mostró una cara de satisfacción a Hazel mientras estaba sentaba a su lado y mostrando que tenía razón al deducir a todas.

—Gracias por recibirnos, no estábamos seguras de que así sería —dijo Arlet cubriéndose la boca para evitar escupir algún residuo.

—No íbamos a dejarlas afuera. También quería ver a mi hermana. No me malinterpreten, a pesar de todo, tenemos una historia juntos y son importantes para nosotros —dijo Hazel.

—Bueno, las conocemos a la mayoría de ustedes. No sabemos quien es su acompañante —agregó Price refiriéndose a Rose.

La joven estaba concentrada comiendo por lo que Ysamar tuvo que llamar su atención para que notara lo que estaba pasando. Rose levantó la cabeza y miró a Price quien esperaba una respuesta.

—Sí, lo siento —dijo Rose limpiándose la boca. —Soy Rose, Rose Mason.

—Y, ¿qué te trae con ellas? —preguntó Price.

—En realidad vengo solo con Ysamar.

—¿A qué se debe?

—Es parte de mi entrenamiento, señor.

—¿Entrenamiento?

—Soy aprendiz de Ysamar.

Price dirigió su mirada a Ysamar muy sorprendido y luego hacia Hazel, después se quedó mirando a Arlet y a Liv lo que ambas confirmaron  lo dicho por la joven asintiendo con la cabeza, generando una sonrisa en la pareja.

—¿Tú sabías esto? —preguntó Price a Hazel.

—Fue antes de que dejara la orden, yo la asigné —respondió Hazel.

—Increíble, felicidades por eso, señorita Ibars.

—Doy mi mayor esfuerzo —dijo Ysamar.

—Y parece estar teniendo sus frutos. Tu entrenamiento con Derek también estuvo lleno de altibajos, pero supieron lidiar con sus problemas y ser más fuertes que ellos.

—Busco respetar las enseñanzas de Derek y ser una maestra que esté a la altura de él.

—Nadie podrá ser igual que él, ni siquiera tú. No quiero desmotivarte con eso, quiero hacerte ver que debes formar tu propio camino y legado.

—Es difícil seguir adelante sin su guía, me hace mucha falta.

—Igual que a todos —agregó Hazel.

Arlet intentó desviar la mirada, pero oír a los demás hablar de Derek le daba tanto orgullo, pero a la vez le llenaba el corazón de pena y culpa. Lo quería tanto a su lado como todos en esa sala.

—Bueno, supongo que no vinieron para comer sándwiches, ¿qué las trae a todas aquí? —preguntó Price.

—Debe ser entre nosotros —dijo Arlet. —Es un tema algo delicado.

Price giró su cabeza y miró a Hazel con pena. Ella estaba preocupada, entendía sobre que podría tratar todo eso y le aterraba demasiado.

—Cariño, lleva a Ysamar y a Rose a la sala —dijo Price. —Voy a conversar con ellas.

—Seguro, chicas vamos —dijo Hazel.

Las tres mujeres levantaron de las sillas y Rose junto con Ysamar siguieron a Hazel afuera del comedor y se dirigieron a la sala. Liv se levantó también y cerró la puerta del comedor para dar más privacidad a la conversación de los tres.

—Vaya que tienes más de lo que nosotras podremos —dijo Liv al cerrar la puerta.

—No quise quedarme en la miseria —dijo Price.

Liv estaba de pie al lado de Arlet, Price se encontraba sentado en la cabecera de la mesa y Arlet estaba frente a él al otro extremo.

—Nuevamente, sentimos venir de esta manera —dijo Arlet.

—Está bien. Díganme, ¿qué ocurre? —preguntó Price.

—Ysamar estuvo en mi casa hace unos días. La hicieron volar cuando descubrieron que fui yo quien vivía ahí. Antes de eso, ella mencionó un plan.

—¿Sobre qué?

—Según me dijo, los líderes de las torres cuentan con asistentes en caso algo pueda pasarles a ellos.

—Eso les da una ventaja —dijo Liv. —Piénsenlo, ¿por qué diablos se iban a asignar asistentes si no es por una buena razón?

—No creo que sea para entregarles café por las mañanas, algo más debe haber —agregó Price.

—Es probable que tengan que ver con las torres —dijo Arlet. —Quizás, pueda ser como aquella vez con los aviones.

—Cuando los estrellamos contra ellas —agregó Liv.

—Quizás cuentan con la sangre de los líderes o algo, no lo sé.

Desde el otro lado, Hazel, Ysamar y Rose estaban escuchando todo desde la puerta con los oídos pegados al madero.

—¿Cómo es que supieron toda la investigación sin haber visto algo? —se preguntó Ysamar en voz baja.

—¿Qué tantas funciones tendrán habilitadas? —preguntó Liv continuando con la conversación.

—Tantas como para ser asistentes —dijo Arlet. —No digo que las mismas, pero sí con algunas muy importantes.

—Ysamar es la que sabe todo esto, deberíamos... —intentó hablar Price.

Estaba levantándose para ir a preguntar y dar con la investigación, pero se detuvo por un segundo y volvió a sentarse. Respiró con fuerza, se cubrió el rostro y se quedó con las manos cubriendo su boca, mirando a otro lado para evitar el contacto visual con las chicas.

—Price —dijo Arlet al ver la escena.

—Vinieron a eso, ¿no es así? —preguntó Price cabizbajo. —¿Querían reclutarme?

—Tampoco me gusta la idea —dijo Liv.

—¿Por qué lo haces entonces? Miren lo que tengo, ustedes lo dijeron. No quiero menospreciarlas y hacerlas sentir mal, pero quiero que vean que yo logré continuar. Sin embargo, no parece que ustedes hayan hecho lo mismo. Siguieron metidas en un hoyo donde solo se echaron tierra a sí mismas y como ustedes no tienen nada que perder, entonces pensaron que era buena idea volver a ser lo que fuimos. Pelear de nuevo por la salvación del mundo, miren afuera, ya no hay mundo. Pero yo logré hacer algo, darle algo de vida a este chiquero. Como les repito, yo tengo mucho que perder ahora, demasiado. Ustedes no, por eso creen que debemos intentarlo otra vez. No puedo, ya nos somos lo que alguna vez fuimos, ni siquiera una pequeña parte.

Arlet agachó la cabeza al escuchar lo que Price había dicho. Sentía que eran las palabras idóneas que esperaba escuchar, pero ahora que las había oído, eran demasiado fuertes y directas, más de lo que había creído. Siento el peso del egoísmo una vez más al sentir que la única razón por la que peleaba era por sí misma, para cumplir un caprichoso intento de venganza. Persiguiendo nuevamente una rabia incontrolable y metiendo a quienes más amaba en este conflicto.

—Price —dijo Arlet —Yo sé que hiciste una nueva vida, que tienes lo que siempre quisiste, una familia.

—Pero no podemos dejar todo como está —agregó Liv. —Aunque quieras evitarlo, también perdiste y tienes razón. Tú lograste levantarte y nosotras no, pero tuviste mucha suerte, igual que muchos otros. Sin embargo, casi todo el mundo no corrió con la misma suerte que tú. Muchos otros están en la miseria igual que nosotras y no fue por elección propia, simplemente les tocó y ya. Sé que tienes miedo y mucho más que perder que nosotras.

—No podemos dejar todo como está, debemos pelear por los que están aún con nosotros y que esperan un mañana mejor.

—También por los no están aquí. Tenemos una última oportunidad, solo una más y será la última. Debemos hacerlo, debemos pelear otra vez por todos los que esperan la libertad.

—Solo una más y será el final. No más tragedias, no más cadenas, solo la libertad.

Price levantó la mirada, se levantó de la silla y se acercó a Arlet y a Liv. Las miró fijamente y muy serio por unos segundos y posó su mirada en Arlet.

—No quiero perder lo que tengo, es mi única condición —dijo Price. —Una más y se acabó.

—Así será —le respondió Arlet.

—Júralo.

—Lo juro. Este es el fin y ellos pagarán lo que nos hicieron. 

El trío salió del comedor y encontraron a Hazel, Ysamar y Rose sentadas en el sofá esperándolos. Hazel mostró preocupación al ver a Price junto con ellas. Se le veía en el rostro que estaba decidido, pero a la vez muy triste y pensativo. Hazel entendía que había pasado y sabía lo que iba a pasar.

—Debemos volver con Aramis para planear mejor todo—dijo Arlet.

—Voy a empacar para irnos—dijo Hazel con la voz más apagada y asustada.

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