Dudas
En una habitación de entrenamiento, apartado de todos y en total silencio, Elise se encontraba entrenando algunos movimientos que tenía y su control de sus habilidades. Volaba de un lado a otro destellando su aura y haciendo gala de sus poderes.
Al terminar y con la respiración agitada debido al cansancio. Elise relajó sus músculos y se dirigió a su maleta que la tenía cerca a la puerta de la habitación. Al voltear, se encontró con Vatra mirándola como hacía su entrenamiento. Elise se detuvo por un segundo para verlo y continuó a lo que iba a hacer.
—Es increíble lo que haces—dijo Vatra. —Me tomó tiempo poder dominar mis habilidades.
—Supongo que no mucho—respondió Elise mientras buscaba una toalla en su maleta.
—Cuando obtienes tus habilidades eres obligado a aprender a la fuerza. Si no es así, el castigo es severo.
—Imagino que sí.
—No espero que lo hagas. No es algo agradable de recordar.
—Igual como la tortura que ejecutaste en mí, pero eso ya no importa.
Elise sacó la toalla, se colgó su mochila y caminó lejos de Vatra para irse y dejarlo solo. Quería evitarlo todo lo que fuera posible. Estaban en el mismo equipo, pero no significaba nada.
—Elise—dijo Vatra para detenerla.—Yo sé que tienes rencor hacia mí, pero quiero que sepas que me arrepiento por lo que te hice.
—No lo hagas—respondió Elise. —Míralo como algo bueno, me hiciste lo que soy.
Elise siguió caminando y se fue, dejando a Vatra solo y ahogándose más en sus penas y culpas.
Vatra entró en la habitación, caminó un poco por el escenario y tras tomar aire, cerró los ojos y una aura de fuego cubrió su cuerpo totalmente. Al igual que Elise, Vatra comenzó a entrenar, demostrando su vasta experiencia a comparación de su hermano. La luz que generaba el fuego de Vatra fue captado por Elise quien curiosa regresó a ver a Vatra. Al toparse contra escena de su hermano dando piruetas en el aire y como golpeaba notó porque todos en la base sentían más temor por él que por ella. Eres increíble verlo en acción, eres imparable. Es como si los años hayan ayudado a su autocontrol y a su dominio de sus habilidades. Elise estaba maravillada con ello, lo que ella siempre quiso hacer, él lo hacía sin ningún problema.
Al terminar, Vatra descendió, dejó salir el aire y abrió sus ojos. El aura desaparición y tronó su cuello.
—¿Cómo hiciste eso? —preguntó Elise.
—¿Qué cosa? —preguntó Vatra. —¿Volar?
—No, todas esas piruetas y golpes y todo eso.
—Pues, solo golpeas y ya. ¿Saiko no te enseñó?
—No es como que Saiko pueda enseñarme mucho. Esta limitada claramente
—Pues, quizás sea por algo. Saiko te ha cuidado todo este tiempo, probablemente pensó que no saber estas cosas podría afectarte de alguna manera. No la culpó.
—Quizás tengas razón, pero en este momento estamos en guerra y no hay mucho tiempo para ello.
—¿Qué insinúas?
—Si tú me enseñas, podría estar más lista para lo que se viene.
—De ninguna manera. Si Saiko se entera se va a enfadar.
—¿Le tienes miedo?
—Claro que no, pero lo último que necesitamos ahora es un conflicto interno que afecte nuestro desempeño en la guerra.
—No lo tomes personal, no debemos formar un vínculo. Solo me entrenaras para estar más preparada.
Vatra se quedó mirándola por unos segundos confundido, pensativo y sin saber que decisión tomar.
—Mañana temprano—dijo Vatra.
Vatra se hizo a un lado y salió de la habitación. Elise se quedó de pie con una enorme sonrisa en el rostro sabiendo que al fin iba a poder incrementar sus habilidades.
En la sala de reuniones de la base, se encontraban reunidos Arlet, Libro, Price, Hazel y Niel. Discutían sobre los avances en la misión mientras iban pensando en el desempeño de todos.
—La llegada de Vatra a puesto a todos tensos—dijo Niel.
—Note que Urko se siente algo incómodo con ello—respondió Liv.
—Eso no importa—dijo Hazel.
—Sí que importa—agregó Arlet. —Discusión y tensiones entre nosotros afecta a la misión. No podemos darnos ese lujo.
—¿Planeas amistarlos de alguna manera?
—No tengo un plan en mente, pero algo así no beneficia a nadie.
—Tenemos que prepararlos mejor—dijo Niel.
—Algunos necesitan más que sus puños—dijo Price.
—Sobre todo ustedes. Sus armas fueron destruidas aquel día, debemos rehacerlas.
—Puedo ayudarte con eso—dijo Liv. —Fui yo quien las fabricó, sé cómo están hechas.
—Encárguense de eso—dijo Hazel.
—Ysamar está entrenando a los nuevos reclutas—dijo Price. —Eso nos dará mucha ventaja.
—Dejémosla con ello
—De acuerdo.
Todos los demás salieron de la sala para seguir trabajando, pero Hazel y Arlet se quedaron solas en la habitación. Arlet parecía estar nerviosa, asustada, pero intentando disimularlo. Hazel notó esto y buscó intentar hablar con ella para calmar el ambiente y frenar sus pensamientos negativos.
—¿Cómo vas tu entrenamiento? —preguntó Hazel.
—Ni siquiera empiezo. Los demás parecen más enfocados que yo—respondió Arlet.
—Bueno, debes pensar en un rutina. El ataque no tarda en llegar.
—¿Qué sentido tiene todo esto? Piénsalo detenidamente. Si peleamos y frenamos el plan de "Agros" ellos igual han ganado.
—¿A qué te refieres?
—Solo los más fuertes sobrevivirán. Es lo que siempre dicen.
—Piensas que su plan ya fue concretado.
—O en marcha a eso. Si perdemos ganan y si ganamos, su plan de todas formas ha sido concretado.
—Arlet, su plan es peor que simplemente esto.
—No, su plan nunca fuimos nosotros, lo sabes. Ya han ganado desde hace tiempo. Y si no fuera así, los humanos se han matado mutuamente entre años durante años.
—Es como dejar un plato sucio porque se volverá a ensuciar.
Arlet se quedó pensando unos segundos, mirando al vacío y totalmente confundida, Parte de su identidad se estaba perdiendo con los años que había colgado la capa. Pensaba que ya no tenía sentido seguir luchando si el diamante iba muriendo. Las personas solían quedarse con una imagen negativa de ella debido al año en que había ocasionado desastres en nombre de la ira y la venganza. No sabía si las personas iban a confiar en ella y tampoco sabía tenía sentido intentarlo o no.
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